Mi tío Frank (2020), de Alan Ball

1973. Beth, joven tímida procedente de Creekville, un pueblecito de Carolina del Norte, se ha instalado en Nueva York para estudiar. Ahí reconecta con su tío Frank, profesor de literatura soltero, que inspiró su amor por los libros. Desconcertada porque parece muy unido a Walid, su compañero de piso, la joven empieza a sospechar de la homosexualidad de ambos, y de que Frank mantenía una relación tensa con su padre –y abuelo de la muchacha–, Daddy “Mac”, un hombre autoritario. Cuando éste fallece, Beth acudirá al funeral en coche, junto a Frank y Walid.

Alan Ball se convirtió prácticamente en estrella, categoría reservada para pocos guionistas, tras ganar el Oscar en 2000 por American Beauty. Después puso en marcha para HBO A dos metros bajo tierra y True Blood, dos series importantes del desarrollo de la llamada Edad de Oro de la Televisión. Esta vez, escribe y dirige para Amazon Prime Video un largometraje, que quizás sea su trabajo con más dosis autobiográficas, hasta el punto de que su pareja, Peter Macdissi, interpreta a la del protagonista.

El libreto ajusta cuentas con las comunidades pequeñas del sur de Estados Unidos, donde los homosexuales padecen una intensa represión, y la toma sobre todo con los personajes religiosos, pues no pinta a ninguno con elementos positivos. Por otro lado, aunque Ball tiene experiencia como realizador en capítulos de las dos series citadas, un largometraje de cine, Nothing Is Private, y un par de tv-movies, se nota que no se encuentra a gusto en esta faceta, ni brilla tanto como en la de escritor. Lo mejor del film es la interpretación de Paul Bettany, magistral como Frank, bien secundado por el citado Macdissi, y por Sophia Lillis, pese a que el personaje de ésta queda muy en segundo plano.