Sergei Bulgakov:

Juan Manuel Guti�rrez

 

Sergei Bulgakov:
del marxismo a la fe cristiana

Hijo de un pope en �poca zarista, dej� el seminario y se declar� ateo. Pero la Revoluci�n Rusa le devolver�a al cristianismo en una �poca de m�rtires. En �l se unen filosof�a y espiritualidad.

 

"Sergei Bulgakov se siente te�logo, pensador y seguidor de una Iglesia oriental a la que quisiera sacar de las estrecheces de sus circunstancias provincianas y de las tentaciones imperialistas del zarismo y llevarla a la claridad de un Dios c�smico y una asamblea humana" ( Fierdrich Heer).

 

Un pensador ortodoxo ruso

 

Sergei Nikolai Bulgakov nace en 1871 en Rusia, pa�s dominado por el poder de los zares. Su familia le educ� en la m�s estricta observancia de la religi�n ortodoxa, de hecho �l era hijo de un pope.

 

Sergei, neg�ndose a seguir las huellas de su padre, abandonar� el Seminario al que ingres�, junto con muchos otros hijos de popes. Se declarar� ateo. Se inclinar� por el marxismo y las ciencias jur�dicas, estudiando Derecho en la Facultad de Mosc�. Se prepar� intensamente para acceder a la c�tedra de Econom�a pol�tica de dicha Facultad.

 

Durante los a�os 1898 a 1900 viaja por varios pa�ses de Europa (Londres, Par�s y Berl�n) conociendo a K. Kautsky, a R. Luxemburg y a otros pensadores del socialismo de Europa Occidental. Despu�s del largo viaje por el coraz�n de Europa vuelve a Rusia e imparte clases de Econom�a pol�tica en el Instituto pol�tico de Kiev en 1901 y en la Universidad de Mosc� en 1906.

 

Al igual que Berdiaev (1874-1948), Bulgakov se ve arrastrado por la moda espiritual que se cern�a sobre las capitales rusas. Tanto en San Petersburgo como en Mosc� cientos de j�venes e intelectuales impregnaban la vida art�stica, social y pol�tica de valores religiosos. Bulgakov pasar� del marxismo al idealismo filos�fico y de �ste al cristianismo. La Revoluci�n rusa de 1917 hizo que nuestro pensador ruso tuviese un reencuentro acelerado con el cristianismo.

 

De jurista a te�logo

 

Su lucha en favor de los valores cristianos hace que en 1917 pase a ser miembro del Concilio religioso panruso, para la renovaci�n de la Iglesia ortodoxa sobre la base de una comunidad independiente del Estado. Recibir� las �rdenes como monje ortodoxo el lunes de Pentecost�s de 1918 en Mosc� e ingresar� en el S�nodo Supremo panruso. Era normal ver a Bulgakov vistiendo su h�bito telar en medio de los debates de la Academia de Ciencias de Mosc�, en la Rusia leninista.

 

Tras la muerte de Lenin y con la subida al poder de Stalin se produce el �xodo masivo de artistas, poetas, fil�sofos y te�logos de la Uni�n Sovi�tica. Bulgakov es uno de ellos. Ser� expulsado en 1923 de su tierra natal. Permanece un a�o en Constantinopla y despu�s vivir� en  Praga, Dresden y Berl�n.

 

En 1925 el metropolita Evlogij llama a Bulgakov a Par�s con el objetivo de dirigir el reci�n fundado Instituto teol�gico. Ocupar� el cargo de decano e impartir� de nuevo la docencia universitaria, pero esta vez en Teolog�a Dogm�tica. A lo largo de su vida cabe subrayar su dedicaci�n a formar te�logos, la evangelizaci�n de Europa y el esfuerzo denodado por practicar el ecumenismo mediante frecuentes reuniones con altos dignatarios de las Iglesias cristianas. Finalmente fallece en julio de 1944 en la ciudad del Sena.

 

Escritor influyente en Inglaterra y Am�rica sus obras principales, traducidas al alem�n, nos sumergen en el apasionante mundo de la filosof�a y la teolog�a como bases para alcanzar la sabidur�a divina. De entre sus escritos destacamos: Kapitalismus und Landwirtschaft (2 vol�menes, 1900); Del marxismo al idealismo (1903); Philosophie der Wirtschaft (1912); La tragedia de la Filosof�a (1927); La ortodoxia (1932) y �ber die Gottmenschlichkeit (3 vol�menes, 1933-1945).

 

Su espiritualidad

 

En sus escritos encontramos dos palabras que resumen su pensamiento espiritual: sophia y sobornost. Igualmente, cabe destacar la idea del Cristo c�smico, como pilar de su teolog�a.

 

La sophia ("sabidur�a", en griego) es definida como energ�a originaria, el movimiento de todo movimiento. Es la energ�a que va transformando el cosmos. �l mismo nos dice: "la sophia es un templo absoluto y universal, pertenece a la Iglesia universal y a toda la humanidad, al universo futuro de la Iglesia" (Das abendlose Licht, 1917). Nuestro pensador ruso identifica esta sophia con la Iglesia del futuro, una Iglesia liberada de todo lo terreno y de lo mundano, en alabanza continua al Creador.

 

En Bulgakov encontramos una espiritualidad profunda, conocedora de lo incomprensible, para llevar al hombre una esperanza de eternidad. Lo mismo ocurre con el sobornost (procede del verbo sobirat, y significa "reunir", "gran convivencia"). Es la uni�n universal de todas las cosas en el Ser, en Cristo Jes�s. Es una uni�n libre, solidaria, que se opone tanto al individualismo como al autoritarismo. Para Bulgakov en la convivencia entre todos los hombres est� la fuerza de la religi�n, de cada espiritualidad, es el testimonio vivo del amor de lo Divino a lo humano.

 

Cristolog�a

 

En su teolog�a la presencia de Cristo es relevante. La revelaci�n, para Bulgakov, es el tema que centra toda su espiritualidad ortodoxa. Pero no nos hallamos ante una revelaci�n cualquiera, de un Dios que venga s�lo a colmar nuestras ansias de trascendencia.

 

Bulgakov va mucho m�s all�, la revelaci�n es la manifestaci�n del Cristo c�smico, un proceso continuo, inigualable, excelso. De ah� viene la vitalidad de todo cristiano, de cada vida interior. Esta revelaci�n continua inspira cada una de las obras buenas del cristiano y las santifica en la Verdad. Por ello afirmar�: "La plenitud de la verdad no es un tesoro encerrado bajo llave, sino una superabundancia que constantemente fluye a la vida enriqueci�ndola. De ah� se deduce que la evoluci�n del dogma a lo largo de la historia no puede cesar nunca. Est� sometida al diferente ritmo de las respectivas �pocas y depende de sus caracteres" (La ortodoxia, 1932).

 

Para Bulgakov es Cristo quien sale al encuentro del hombre. Es m�s, considera que cada historia humana es una manifestaci�n de los acontecimientos divinos. La historia humana es como un apocalipsis, es la revelaci�n divina en la realidad de las cosas. De ah� que la historia nos invite a la comprensi�n prof�tica, respondiendo a nuestra vocatio con profundidad y coherencia.

 

Alabanza como prueba de amor

 

El pensamiento sinf�nico de Bulgakov nace del coraz�n de un hombre enamorado de la creaci�n. Una creaci�n que le lleva, a su vez, a enamorarse locamente de lo divino (cf. �ber die Gottmenschlichkeit, 1945).

 

 

Para �l la frontera de la vida y la muerte han desaparecido, donde cada d�a renacemos a la gracia, a la vida eterna en el mundo. Y es la vocaci�n cristiana la que nos lleva contemplar la Iglesia como ese lugar de encuentro entre lo humano y lo terreno, en la alabanza continua del Creador, mediante detalles de amor, con salmos y ofrendas, con oraci�n contemplativa y sacrificios para el Amor (cf. La ortodoxia).

 

Esta vida de uni�n con el Creador es una vida donde se pierde el miedo al mundo y al fracaso, donde la vida misma se convierte en fuente de alegr�a interminable, gaudium aeternum.