Ghosting (2023), de Dexter Fletcher

Cole es granjero e historiador, que decidió quedarse en casa con sus padres y su hermana, cuando su progenitor sufrió una lesión. Conoce en un mercado callejero de plantas a Sadie, marchante de arte que viaja mucho, y la química entre ambos es total. Pasan todo el día juntos, pero ella de pronto desaparece y no responde a sus mensajes al móvil, le está haciendo “ghosting”. Cole se entera de que Sadie está en Londres y decide darle una sorpresa viajando allá. La encuentra en medio de una delicada operación de tráfico de armas, y es que Sadie es en realidad una agente anónima de la CIA conocida como “The Taxer”, “La Recaudadora”, que quiere evitar que los villanos de turno se hagan con el código que permitiría activar un arma biológica letal. El caso es que Leveque y Wagner creen que Cole es “The Taxer” y lo capturan.

Entretenida cinta de espías que combina acción y comedia fundamentada en una guerra de sexos, un poco en la línea de títulos como Mentiras arriesgadas o Sr. y Sra. Smith. La dirige el actor y últimamente sobre todo director Dexter Fletcher, que detrás de la cámara ha entregado filmes valiosos como Amanece en Edimburgo, Eddie El Águila y Rocketman. Aunque bastante dinámica, quizá tarda en arrancar la acción, pues su primera media hora se destina al romance puro y duro, que para quien no esté en el ajo podría verse como bastante convencional, aunque sirva para disfrutar con los guaperas Chris Evans y Ana de Armas, o ver las escaleras en Washington donde se rodó El exorcista, la película favorita de Cole, que, oh, Sadie no ha visto.

Desde el momento en que la trama se traslada a Londres, el ritmo cambia, y funciona bien la combinación de pasajes trepidantes con los diálogos de reproches entre la pareja protagonista, en que Cole le dice a la otra que hay que pensar en las personas, y no sólo en una misión, aunque claro, salvar muchas vidas, le dice Sadie, obliga a veces a tener que hacer sacrificios que afectan a individuos concretos. De modo que hay saltos a escenarios tan inesperados como Pakistán, peleas dentro de un avión, o una espectacular escena climática en el interior de un restaurante rotatorio en una torre con ventanas de cristal.

Y aunque desde luego que hay una apuesta por el empoderamiento femenino, el guión a ocho manos de Rhett Reese, Paul Wernick, Chris McKenna y Erik Sommers tiene la suficiente inteligencia para no enredarse en cargantes píldoras sobre la cuestión, optando en cambio por el humor, como el momento en que Sadie reconoce ser “The Taxer”, y él confiesar ser, simplemente, “The Boyfriend”. Lo hacen bien Evans y De Armas, y en el reparto se recupera a Adrien Brody en un papel de villano sofisticado.