Experto en pacientes críticos revela que “mal agudo de altura” pudo causar muerte de conscripto
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Experto en pacientes críticos revela que “mal agudo de altura” pudo causar muerte de conscripto PAÍS

Experto en pacientes críticos revela que “mal agudo de altura” pudo causar muerte de conscripto

Ximena Astudillo
Por : Ximena Astudillo Periodista colaboradora de El Mostrador en Arica.
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Dolores de cabeza intensos, náuseas, mareos, alucinaciones, sangramientos nasales, vómitos, dificultades respiratorias, cansancio, diarreas e insomnio, a juicio del facultativo, fueron síntomas claros de que el “mal de altura” golpeó fuerte a los 245 soldados durante los 15 días en Pacollo y Putre.


“Con el mal agudo de altura no se juega, porque la puna mata”. Con esa sentencia resume el médico especialista en Cuidados Intensivos del Hospital del Salvador, Igor Leyton, lo que pudo haber ocurrido con el conscripto Franco Vargas (19). El soldado falleció durante la marcha de instrucción organizada por la Brigada Motorizada “Huamachuco” de Putre el pasado 27 de abril en Pacollo, localidad situada a 4.200 metros sobre el nivel del mar, donde el oxígeno es escaso, tal como en La Paz, Bolivia.

El facultativo sostiene que “no tengo ninguna duda de que Franco murió a causa de una falla ventilatoria por mal de altura y un golpe de frío. Fisiopatológicamente no existe asidero que sustente la versión de un cuadro infeccioso como causal subyacente. El High Altitude Pulmonary Edema, HAPE por sus siglas en inglés, o edema pulmonar, es la única causa de esa falla ventilatoria, dado el entorno geográfico con poco oxígeno y frío de altura y teniendo a un paciente joven y sano que no registra patologías”.

Leyton ha seguido de cerca el caso ocurrido en la brigada militar. Asegura que quiere aportar para que se esclarezca la causa de muerte del soldado e impulsar un nuevo protocolo en el Ejército, asimilable al estándar de la minería en altitud. Trabajó en el hospital de Calama, ciudad ubicada por sobre los 2.200 metros de altura y que está próxima a los campamentos mineros situados por sobre los 3 mil metros altura geográfica. Dentro su entrenamiento, posee cursos con médicos especialistas en “mal de altura”, cuya expresión más grave es el High Altitude Pulmonary Edema (HAPE) o edema pulmonar.

Fuente: Aconcagua, la cima de América

Un colapso esperable

El médico explica que el ciclo que sigue el “mal de altura” hasta el colapso es siempre el mismo. “El cuerpo sube la presión arterial de manera desmesurada y aumenta la frecuencia cardíaca, para optimizar el poco oxígeno que se tiene y lo hace circular más veces. Eso reviste un costo muy alto para el organismo y es insostenible por largas horas. Si no se le proporciona oxígeno al paciente y se le baja inmediatamente 300 metros, el organismo se congestiona. El aumento de la presión arterial provoca finalmente un edema en el pulmón y otro a nivel cerebral”, sostiene.

Leyton agrega que ese cuadro lo sufrió Franco y se empeoró con la exigencia física de la marcha y el frío de altura de madrugada, “por lo que finalmente se produjo el colapso cardiovascular que terminó con su vida”.

El facultativo plantea que “como no hay información concreta sobre el procedimiento que le realizaron los enfermeros militares apenas se desmayó, lo que sí puedo decir es que, si no se le aplicó oxígeno externo con ventilador no invasivo o una cánula nasal y si tampoco se le hizo descender 300 metros inmediatamente, su cuadro debió empeorar hasta su colapso. Por eso se requieren médicos y paramédicos entrenados en el manejo del mal de altura, si es que se va a entrenar en esa altitud, y no profesionales formados en medicina de combate”.

A casi 2 semanas de la muerte de Franco, dice que le parece “increíble que aún haya tanta especulación sobre la causa de su muerte. El desconocimiento sobre el HAPE ha abierto el espacio para especular cosas, sobre todo porque hay muchas patologías desde el punto de vista infeccioso, que se pueden comportar como algo similar al mal de altura. Sin embargo, por el comportamiento que tuvo Franco y las condiciones en que se dio su muerte, no cabe duda que falleció producto del mal de altura”.

Nueva autopsia

Aunque reconoce que su especialidad no es la tanatología, Leyton refiere que es imperioso realizar una segunda autopsia para disipar las dudas que hoy existen sobre la causa de muerte. Coincide en que el Protocolo de Minnesota para la investigación legal de ejecuciones extralegales, arbitrarias y sumarias, es la metodología más adecuada para dilucidarlas, siempre y cuando se practique por un organismo imparcial.

“Este método permitirá saber si se registraron los cambios en el corazón, en el pulmón, en los riñones que provoca el mal de altura. El fenómeno de shock cardiogénico que afectó a Franco, presenta el tejido del corazón infartado. Ahora, el mecanismo gatillante es distinto a otros infartos. Por eso en ese protocolo de autopsia es pertinente evaluar el tejido cerebral, porque lo más probable es que encuentre indicios de edema cerebral atribuibles al HAPE”, explica.

Soldados “apunados”

No fue la pena por estar lejos de sus familias, ni tampoco fueron pretextos falsos para no marchar o pedir su baja. Dolores de cabeza intensos, náuseas, mareos, alucinaciones, sangramientos nasales, vómitos, dificultades respiratorias, cansancio, diarreas e insomnio, a juicio del facultativo, fueron síntomas claros de que el “mal de altura” golpeó fuerte a los 245 soldados de la brigada durante los 15 días de instrucción en Pacollo y Putre.

“Toda esta sintomatología corresponde al mal de altura en distintas fases y que, dependiendo de si el paciente tiene alguna patología de base, puede empeorar hasta causar la muerte”, detalla.

Leyton se espanta al conocer que un oficial hizo una rutina física y que dejó a 15 reclutas en muy mal estado en la enfermería militar de Putre. “De suerte no hubo más muertes y creo que no las hubo porque, como son jóvenes sanos, poseen una reserva fisiológica funcional que les permitió resistir. Pero esa sobreexigencia en personas que nunca han estado en la altura y cuya condición de salud es incierta, no puede hacerse. Yo recomendaría que todos esos niños no deben volver a Putre”, afirma.

Sobre cómo se pudo haber evitado el surgimiento de estos malestares, explica que “aquí el Ejército no cumplió con varias medidas que sugieren los expertos en HAPE. Lo primero es haber practicado exámenes habilitantes para ese ascenso con un médico que conozca de medicina de altura. También se deben practicar exámenes de laboratorio, una radiografía de tórax y una evaluación ecocardiográfica para estimar cuál es la potencia del corazón. La idea es pesquisar si tienen cardiopatías congénitas o una patología cardiovascular relevante, ya que personas que las tengan no pueden someterse a esa instrucción”.

Agrega que el ascenso debió haber sido paulatino, lo que significa que para llegar a Putre debió considerarse la norma que recomienda que, por cada mil metros de ascenso, “se requieren 48 horas de aclimatación en ese nivel, para luego ascender otros mil metros más”.

Con este llamado de alerta, el facultativo busca concientizar a la población chilena respecto de que “con la puna no se juega y, por eso, debemos educar integralmente a la población sobre sus riesgos, sabiendo que Chile es un país montañoso y que posee zonas turísticas por sobre los 4 mil metros de altura, que representan un riesgo para la salud, si no te preparas para ir a ellas”.

El médico dice que Chile debe avanzar en una protocolización de las condiciones sanitarias para el trabajo en zonas de gran altitud geográfica y el deporte de montaña, “porque no podemos poner en riesgo nuestras vidas. Los organismos públicos deben trabajar para tener estándares que eviten una nueva muerte”.

Amputación y muerte de tejidos

El especialista en cuidados intensivos también adelanta lo que pudo ocurrir con el soldado que terminó con su mano amputada, tras ser derivado en estado crítico desde Arica hasta el Hospital Militar. Según manifiesta, la acción del llamado “Frostbite” o necrosis por congelamiento es lo que provocó la pérdida de una de sus extremidades.

“Cuando uno asciende por sobre los 2 mil metros de altura, aparte de caerse la presión parcial de oxígeno ambiental, también la temperatura va disminuyendo de manera ostensible. Entonces el efecto del frío, junto con el efecto propio que gatilla el mal de altura, genera un mecanismo en el cuerpo, a través del cual puede redistribuir flujos a órganos vitales como el cerebro, corazón, pulmón. Y, por el contrario, las zonas más distales, como los pies o las manos, sufren por falta de irrigación y se necrotizan, lo que en una medida extrema obliga a amputar”, señala.

Este diagnóstico es aplicable también a varios de los reclutas que, luego de ser trasladados a Arica, presentaron manchas oscuras y sequedad en las manos y pies.

Siete grados Celsius en altura

Leyton desafía la versión dada por el Ejército, respecto a que el día de la marcha de instrucción había 6 a 7 grados Celsius de temperatura atmosférica y que esto era inocuo. “Para quienes no conocen el clima de altura, asocian que esta temperatura puede sentirse en Putre o Pacollo de la misma forma que en Santiago y no es así. La sensación térmica es muy distinta”, expone.

El médico concluye que “dar solo la temperatura ambiente como parámetro y decir que el frío fue la causa de la muerte o de los malestares que sintieron los otros jóvenes, es totalmente errado. El análisis de qué pasó ese día debe considerar que esa temperatura se registró en una zona de baja presión atmosférica y con vientos intensos, condiciones que obviamente agravan el cuadro de mal de altura. El frío de Santiago, a igual temperatura que Pacollo, no es el mismo”.

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