Hija de un coronel de las Fuerzas Aéreas Norteamericanas nacida en Carolina del Sur (USA) en 1945, vivió en Japón e Inglaterra antes de aterrizar en España a los 18 años, cuando su padre fue destinado a la base de Torrejón de Ardoz. Terminados los estudios, se dio a conocer como modelo, y en especial con un anuncio de Fundador que dirigió José Luis Borau. Así llamó la atención de los productores y debutó en el cine con un pequeño papel no acreditado en 'La ciudad no es para mí' (Pedro Lazaga, 1966). En el rodaje de su siguiente film, 'Cita en Navarra' (José Grañena, 1967) conoce al que será su marido, el actor extremeño Manuel de Blas. Tras una serie de comedias y de películas de acción, participó, parodiándose a sí misma en 'Un, dos, tres, al escondite inglés' (1970), el debut pop de Iván Zulueta patrocinado por el mismo Borau.

MUSA DEL FANTATERROR PATRIO

'Los monstruos del terror' (Tulio Demicheli, 1970) fue su primera película de terror. Aparecía junto a Paul Naschy, con el que repitió interpretando a la Condesa Wandesa Párvula de Nadasdy en 'La noche de Walpurgis' (León Klimovsky, 1971), uno de sus papeles más memorables. Aclamada con su papel de mujer perversa en 'El techo de cristal' (Eloy de la Iglesia, 1971), se consolidó como una de nuestras scream queen con films como 'Escalofrío diabólico' (George Martin, 1971), 'Sumario sangriento de la pequeña Estefania' (Tonino Valerii, 1972), 'El monte de las brujas' (Raúl Artigot, 1972), 'La tumba de la isla maldita' (Julio Salvador, 1973), 'El refugio del miedo' (José Ulloa, 1974), 'Descanse en piezas' (José Ramón Larraz, 1987), 'Slugs, muerte viscosa' (Juan Piquer Simón, 1988) o 'Al filo del hacha' (José Ramón Larraz, 1988), que fue su último film. Al mismo tiempo, pese a su aura a lo Barbara Steele, no dejó de prodigarse por otros géneros, como la comedia o los spaghetti western al estilo de 'Un hombre llamado Noon' (Peter Collinson, 1973). También apareció en destacadas coproducciones como 'Las petroleras' (Christian Jacque, 1971) e incluso se la puede ver con los hábitos de una monja en 'La ciudad quemada' (Antoni Ribas, 1976). Una belleza singular que permanece atrapada en las películas.