Titanic' nunca fue solamente una película sobre el hundimiento de un barco, sino sobre los sueños que se quedaron sumergidos en el océano en la noche del 14 de abril de 1912. Para James Cameron, no podía haber hecho histórico sin tragedia humana, no podía haber película de catástrofes sin los relatos en primera persona detrás del mito. Esos fueron los fundamentos de una de las películas más taquilleras, oscarizadas y divisivas de la historia del cine. Una película que, veinticinco años después, es capaz de seguir asombrando con su poderío visual, su ambiciosa propuesta narrativa y un romance central que alimentó los anhelos de toda una generación.

Estrenada el 9 de enero de 1998 en España (unas semanas después de su explosivo aterrizaje en la cartelera norteamericana el 19 de diciembre de 1997), 'Titanic' desafía a sus detractores con su condición inapelable de clásico moderno y su negativa a envejecer a los ojos de los espectadores: la película, que convirtió en estrellas a los jóvenes Kate Winslet y Leonardo DiCaprio, no solamente se mantiene a flote, sino que el paso del tiempo ha hecho aún más admirable su insensata ambición y grandilocuencia.

25 años después, 'Titanic' es capaz de seguir asombrando con su poderío visual, su ambiciosa propuesta narrativa y un romance central que alimentó los anhelos de toda una generación.

Por eso, FOTOGRAMAS celebra un especial por el 25 aniversario de 'Titanic' con una mirada poliédrica sobre su fenómeno: recuperamos la entrevista a Kate Winslet en 1998 en FOTOGRAMAS, donde la actriz habló sin medias tintas de su experiencia, y también el diario de rodaje de James Cameron en 'Titanic', que nos descubre algunos secretos de primera mano. Además, nos preguntamos qué fue de los actores de 'Titanic' 25 años después, desde los más icónicos hasta los que no volvimos a ver en la gran pantalla. En este artículo, toca mirar con lupa todo lo que rodeó a la producción y preguntarse por qué, tanto tiempo después, su huella sigue siendo visible en Hollywood.

De alguna manera, la leyenda de cómo se volvió a levantar el 'Titanic' sigue creciendo. La película más cara del siglo XX (con un presupuesto que sobrepasó los 200 millones de dólares) y objeto de tanto amor como odio (fue uno de los casos más viscerales y primerizos de la cultura hater) aún tiene secretos por revelar y capas de significado por descubrir, especialmente para aquellos que tiempo después han decidido ver en ella algo más que un severo caso de Leomanía. En realidad, James Cameron ofreció una mirada humana, política, romántica y trágica sobre uno de los desastres más impactantes del siglo pasado, y ofreció una nueva dimensión a través de la que poder leer un hecho histórico envuelto en misterio.

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20th Century Studios

Como dijo el director en la introducción 'James Cameron's Titanic', el libro oficial de la película publicado en 1997: "La historia no podría haberse escrito mejor: la yuxtaposición de ricos y pobres, los roles de género interpretados hasta la muerte (las mujeres primero), el estoicismo y la nobleza de una época pasada, la magnificencia del gran barco solo igualado en escala por la locura de los hombres que lo condujeron a través de la oscuridad... Y sobre todo la lección de que la vida es incierta, el futuro es incognoscible y lo impensable es posible".

'Titanic', James Cameron y la historia de una obsesión

En una de las primeras escenas de 'Titanic', cuando una anciana Rose (interpretada por Gloria Stuart) visita a los científicos que buscan desesperadamente la preciada joya conocida como el Corazón del Mar entre los restos del Titanic, ya podemos ver el objetivo primordial de James Cameron con la película. "Gracias por este análisis forense", dice Rose cuando le enseñan con una fascinación casi enfermiza una recreación digital de cómo se hundió el barco. "La experiencia", añade, "fue diferente". Cameron entendió bien pronto en el proyecto que, sin esa experiencia personal y sin las emociones humanas, la película se hundiría con la misma rapidez que su escenario principal. En sus palabras: "Me di cuenta de que mi proyecto, mi película, estaba condenada al fracaso si no podía transmitir la emoción de esa noche en lugar de simplemente los hechos que ocurrieron".

James Cameron realizó hasta doce inmersiones para conseguir las imágenes inéditas e impactantes de una reliquia que llevaba descansando en el fondo del mar durante casi cien años.

Ahora bien, para llegar a esa conclusión, el director pasó por el mismo proceso que los científicos de la película liderados por Bill Paxton. Érase una vez una obsesión: la de bajar a las profundidades del océano para explorar los restos del Titanic e inmortalizar lo que quedase de él. "Imaginaos a dos científicos rusos y un cineasta de Hollywood hacinados en un espacio más pequeño que el típico coche de payasos, en caída libre durante horas a través de dos millas y media de oscuridad con el peso del océano apretando alrededor de la helada esfera de metal que contiene a la tripulación", cuenta Cameron. El equipo liderado por el director, y formado por ingenieros, técnicos de cine y científicos marinos procedentes de Rusia, Estados Unidos y Canadá, realizó hasta doce inmersiones en septiembre de 1995 para conseguir las imágenes inéditas e impactantes de una reliquia que llevaba descansando en el fondo del mar durante casi cien años.

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20th Century Fox

Esas imágenes reales son las que vemos en el montaje final de la película, y las que sirvieron de faro guía para todos los departamentos de la producción en su ambiciosa misión de devolver el Buque de los Sueños a la vida. Mientras Cameron contemplaba una visión submarina hundida desde 1912 y jamás grabada en vídeo, los engranajes del Titanic empezaron a moverse en su cabeza. A medida que su investigación documental y su imaginación iban creando una simbiosis perfecta, el director encontró el alma de su historia: está en la pareja de ancianos que se abrazan en la cama mientras el agua corre por el suelo de la habitación, está en la madre que lee un cuento a sus hijos para distraerlos del desastre, está en el grupo de músicos que sigue tocando cuando aceptan que el final está cerca, está en un grupo de personas aferrándose a las oraciones de un cura en busca de esperanza, está en la niña que llora sola en una esquina tras perder de vista a su madre... Está en las personas, y no en la máquina.

'Titanic' está en las personas, y no en la máquina.

Cuando la emoción entró en la ecuación, Cameron ideó además una historia de amor legendaria, y dos actores sin los que no hubiese sido posible: Kate Winslet y Leonardo DiCaprio. Lo mejor es que todos eran conscientes de la importancia de su rol dentro de la producción. Un todo o nada. "Los tres sabíamos, para nuestro terror constante, que el destino de nuestro 'Titanic' residía en nuestra capacidad de conducirlo correctamente más allá de los icebergs de la grandilocuencia y crear un corazón vivo para la película a partir de gestos, miradas, sonrisas tentativas, frases torpes entrecortadas… el vocabulario del amor naciente", explicó el director.

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Jack y Rose: un romance para conquistarlos a todos

"Tú saltas, yo salto" no solo es una de las frases más famosas e icónicas de la historia del cine, sino también el compromiso pasional e inquebrantable de Jack y Rose en 'Titanic' y el de millones de espectadores en todo el mundo. Para que 'Titanic' pudiese funcionar, el público tenía que estar dispuesto a saltar con ellos. Y vaya si lo hicieron. En una película marcada por su espectacular y compleja producción y donde la técnica cinematográfica fue fundamental, el corazón está en dos jóvenes enamorados que desafían los límites de sus respectivas vidas y se enfrentan, en primera persona, a un desastre inimaginable. Como explicó Cameron: "Para experimentar completamente la tragedia del Titanic, para poder comprenderla en términos humanos, parecía necesario crear un pararrayos emocional para el público dándoles dos personajes principales que les importasen y luego llevándolos a través del infierno: Jack y Rose nacieron de esta necesidad, y la historia de 'Titanic' se convirtió en su historia".

Se le ofreció el papel de Rose a actrices como Gwyneth Paltrow, Winona Ryder, Claire Danes, Gabrielle Anwar y Reese Witherspoon, pero todas lo rechazaron.

¿Alguien podría imaginar esta historia de amor sin Kate Winslet y Leonardo DiCaprio? Quizás no, pero su llegada a la producción tuvo sus obstáculos. Por ejemplo, a mediados de los 90, Winslet se había ganado cierta reputación como actriz de época (títulos como 'Sentido y sensibilidad', 'Jude' y otros la convirtieron en corset Kate) y por eso James Cameron se mostró reticente a darle el papel de Rose al pensar que sería una elección algo previsible, según reveló en una entrevista con GQ en 2022. Se le ofreció el papel a actrices como Gwyneth Paltrow, Winona Ryder, Claire Danes, Gabrielle Anwar y Reese Witherspoon, pero todas lo rechazaron. Winslet, en cambio, no dejó de hacer campaña para estar en la película. Llegó incluso a enviar numerosas cartas a Cameron, alguna incluso firmada como "Rose". Al final, su insistencia le consiguió la audición y su talento hizo el resto. La británica le dejó sin palabras.

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20th Century Fox

Más adelante, Cameron tuvo que enfrentarse a otro gran reto: encontrar a Jack Dawson. Nombres como Matthew McConaughey, Chris O'Donnell, Billy Crudup y Stephen Dorff fueron considerados, pero al final no hubo rival posible para Leonardo DiCaprio. "La primera reunión con Leo fue divertida", recuerda Cameron en GQ, "porque yo estaba en mi sala de conferencias, esperando para conocer a un actor, y me di cuenta de que todas las mujeres de la oficina estaban allí... Todas querían conocer a Leo. Miré alrededor y pensé: creo que ya sé cuál es la respuesta". Ese fenómeno que rodeó al actor, que se conocía ya como la Leomanía tras películas como 'Diario de un rebelde' y 'Romeo + Julieta', era perfecto para el papel de un luminoso joven artista cuyo entusiasmo y espíritu libre cambia la vida de una chica de clase alta. Él, como el barco, tenía que estar hecho de la materia de los sueños.

El fenómeno de la Leomanía era perfecto para el papel de un luminoso joven artista cuyo entusiasmo y espíritu libre cambia la vida de una chica de clase alta.

El joven actor, con apenas 21 años de edad y a punto de convertirse en la estrella de cine más grande del planeta Tierra, tuvo sus reparos a la hora de aceptar. En 2016, en una entrevista con Deadline recordó cómo Winslet le buscó durante un Festival de Cannes para animarle a aceptar el papel: "Habíamos hecho todas estas películas independientes. Me encantaba como actriz y me dijo: ‘Hagamos esto juntos, podemos hacerlo’. Y lo hicimos y se convirtió en algo que nunca podríamos haber previsto". Otro aspecto que seguramente no podrían haber previsto es que ambos formarían una amistad que se mantiene intacta más de veinte años después. La amistad de Kate Winslet y Leonardo DiCaprio a lo largo de los años deja constancia de cómo la creación de 'Titanic', y no solamente su recepción comercial, dejó huella para todos los implicados.

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    "¿Estáis preparados para reconstruir el Titanic?": la búsqueda de realismo

    Esta es la pregunta que sistemáticamente realizó James Cameron a todos los miembros de su equipo, a través de todos los departamentos, tras mostrarles las imágenes que había tomado en el fondo del océano. "¿Estáis preparados para este reto? ¿Estáis preparados para formar parte de una película que no hará concesiones? ¿Estáis preparados para reconstruir el Titanic?", les dijo el director a sus futuros compañeros, desde los encargados del Vestuario hasta los del departamento de Construcción, desde la Dirección de Arte al Maquillaje y la Peluquería, y de ahí hasta los Efectos Especiales. Todos debían dar el máximo. Y todos lo hicieron.

    La magia de 'Titanic' está en el equilibrio perfecto entre los efectos digitales y la artesanía

    El compromiso de Cameron con el realismo fue total. Utilizar imágenes reales solo fue la punta del iceberg (perdón): el director analizó al detalle cada estancia, cada traje, cada mueble, cada movimiento típico de la época o protocolo social. "Aunque es posible que no siempre haya hecho una interpretación tradicional, puedo asegurar al lector y al espectador que estas son decisiones conscientes y bien informadas y no errores casuales de Hollywood", aclaró en 1997. En efecto, no todo lo que vemos es real: ¿qué es verdad y qué es mentira en 'Titanic'? Desde luego, en su centro está la mayor ficción de todas (la relación entre Rose y Jack), pero todo lo que les rodea es un riguroso y fascinante viaje al pasado.

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    20th Century Fox

    Aún con los numerosos avances técnicos que ha conseguido el cine en las últimas dos décadas, la magia de 'Titanic' se encuentra en el equilibrio perfecto entre los efectos digitales y una faraónica producción artesanal de las que ya se veían pocas entre las películas de los años 90. 20th Century Fox adquirió más de 16 hectáreas en las Playas de Rosarito, en México, con el objetivo de recrear un modelo a escala real del Titanic en un set de rodaje improvisado y temporal. La idea inicial era directamente reconstruir la embarcación, pero presentaba muchos problemas a nivel cinematográfico. El principal: solo habría una oportunidad para rodar su hundimiento. Sabiendo lo perfeccionista que es Cameron, esa no era una opción.

    Finalmente, lo que se construyó en aquella playa fronteriza entre México y los Estados Unidos fue un escenario exterior funcional en un embalse con más de 64 millones de litros de agua. Al colocarlo frente al mar, Cameron creó la ilusión a través de la cámara de que el barco estaba suspendido sobre el agua. Además de este set se construyeron otros espacios complementarios: las estancias interiores estaban separadas en lugares algo más habituales de rodaje, y había otras dos maquetas del Titanic de diferentes tamaños para conseguir los planos generales. Brilló el ingenio y la artesanía.

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    20th Century Fox

    Guerra de clases: el 'Titanic' como espejo de una sociedad y una época

    Tragedias como la del Titanic son accidentes y no lo son: suceden en circunstancias que hablan de la sociedad en la que se enmarcan. 'Titanic' es, también, una historia de ambición y arrogancia, un reflejo del mundo en tierra firme donde las élites buceaban en una abundancia obscena y las clases populares estaban a punto de estallar. Aquel 1912 estaba a tan solo unos años del estallido de grandes conflictos en Europa y en los Estados Unidos se recogían los frutos de décadas de expansión económica y tecnológica que trajo consigo una creciente desigualdad.

    El Titanic era el vehículo de los grandes sueños, en la ficción y en la realidad

    Las sombras de la Edad Dorada (o Gilded Age) viven en la opulencia del Titanic (de hecho, fue una de la principales inspiraciones para el departamento artístico de la película), pero también lo hace la mayor concienciación política de las clases populares que crecería en la primera década del nuevo siglo. Así, según lo enmarca James Cameron en su película, la embarcación se convierte en una suerte de metáfora perfecta para un momento clave en la historia del siglo XX: pocos años antes de la Revolución Bolchevique y la Primera Guerra Mundial, los excesos del sistema de clases se ponen en cuestión ante una tragedia que no fue igual para todos. 'Titanic' tiene una gran conciencia política que muestra en cada escena, desde la separación de los espacios físicos dentro del barco (incluso los sirvientes de los ricos llevan a sus perros a hacer sus necesidades en la cubierta de los pasajeros de tercera clase) hasta el choque que representa la irrupción de Jack en los grandes salones de la clase adinerada, y pasando, claro, por los protocolos de supervivencia una vez iniciado el desastre y que dejaron a los pobres encerrados a su propia suerte mientras los ricos ocupaban la gran mayoría de los botes de salvamento.

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    20th Century Studios

    Aun así, el Titanic era el vehículo de los grandes sueños, en la ficción y en la realidad. La ambición estaba en el exceso, pero también en la fundación del Sueño Americano: la tercera clase estaba llena de inmigrantes que, como Fabrizio De Rossi (al que dio vida Danny Nucci), viajaban a Estados Unidos en busca de un futuro mejor. El crecimiento económico del país lo convirtió en un gran atractivo para gente sin recursos en busca de una oportunidad. De alguna manera, el agua hundió el barco tanto como el ideal norteamericano: a la hora de la verdad, esa igualdad de oportunidades cayó por su propio peso y la carrera por la supervivencia estuvo marcada, una vez más, por las diferencias de clase.

    La embarcación se convierte en una suerte de metáfora perfecta para un momento clave en la historia del siglo XX: los excesos del sistema de clases se ponen en cuestión ante una tragedia que no fue igual para todos.

    "El Titanic era un símbolo de la estructura social", comentó el actor Bernard Hill, que da vida al capitán Edward Smith, en la publicación oficial de 1997. "Todos sabían a dónde pertenecían, arriba y abajo de las clases sociales, o arriba y abajo de las cubiertas del barco, si se prefiere. Y cuando el barco se hundió, la gente se dio cuenta de la explotación", añadió. La película no huye de un hecho aterrador: la cantidad de pasajeros de segunda y tercera clase que perecieron en el Titanic, muchos de ellos encerrados tras una puerta de metal en los pisos inferiores de la embarcación, fue mucho mayor que los de primera clase. Incluso J. Bruce Ismay, director de la línea de barcos White Star Line a la que pertenecía el Titanic, esquivó la norma de "mujeres y niños primero" para ocupar su lugar en uno de los botes que consiguieron seguir a flote mientras la gran embarcación se hundía en las aguas del Atlántico. Todo esto es acorde a la película, claro, pues la verdad de los hechos sigue, más de un siglo después, envuelta en incógnitas.

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    20th Century Fox

    Taquillazo, Oscars y cultura hater: 'Titanic' se convirtió en leyenda

    Es posible que nunca haya habido un fenómeno cinematográfico tan gigantesco como el que provocó 'Titanic': la producción fue épica, la crítica dio el visto bueno, el público acudió en masa a los cines, sus protagonistas se convirtieron en estrellas que aún perduran, la canción de Céline Dion ('My Heart Will Go On') sonó en los hogares de todo el mundo durante años, los Oscars la convirtieron en una de las películas más premiadas de la historia de los galardones, sus escenas más icónicas han sido parodiadas hasta el infinito y, sobre todo, su sombra sigue siendo alargada en la historia del cine veinticinco años después. ¡Incluso seguimos debatiendo sobre si Jack cabía o no en la dichosa tabla!

    "Te lleva al punto en que harías cualquier cosa para evitar que ese barco se hunda", Kate Winslet

    Los números hablan por sí solos. La producción compensó su muy abultado presupuesto convirtiéndose en la película más taquillera hasta aquel momento y la primera en la historia del cine que consiguió superar los mil millones de dólares de recaudación. El recuento final tras su primer estreno fue de 1840 millones de dólares, una cifra imbatida hasta la llegada de 'Avatar', también de James Cameron, en 2009. Muy sonado fue también su paso por la 70ª edición de los Oscars, celebrada el 23 de marzo de 1998, donde la película de James Cameron arrasó con once estatuillas, incluida la de Mejor Película. Solo una película antes había conseguido tantos galardones ('Ben-Hur' en 1960) y solo una película después ha conseguido repetir la misma proeza ('El señor de los anillos: El retorno del Rey' en 2004).

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    Getty Images

    Junto a sus muchos éxitos también hay una sombra: según Entertainment Weekly, 'Titanic' es la película que marcó el auge de la cultura hater. "Salió justo cuando Internet comenzaba a emerger y a fusionarse con el océano de nuestras vidas, y aunque, en ese momento, la mayor parte del odio dirigido a la película era conversacional y anecdótico, en espíritu era de odio viral: se trataba de fragmentos de resentimiento que se juntaron y se organizaron en un culto, un movimiento, un club anti-fans", escribe Owen Gleiberman. ¿Y por qué? Más allá de la comprensible diferencia de gustos, de los que la disfrutaron y los que no, el odio hacia la película escondía cierto rechazo al romanticismo sin concesiones que ofreció el responsable de 'Terminator', 'Aliens: El regreso' y 'Abyss' tan solo unos años antes. Quizás el furor de les fans adolescentes de Leonardo DiCaprio, que asaltaron la taquilla y se les considera parcialmente responsables del éxito de la producción, o la repetición hasta la saciedad de la canción principal del filme, otro monumento al sentimentalismo más extremo, tampoco era del gusto de ciertos sectores sociales y de la cinefilia.

    Sin embargo, curiosamente, ahí se encuentra quizás el secreto del éxito de 'Titanic' y de su capacidad de permanecer todo este tiempo como una favorita del gran público: no le asustan las emociones primarias ni el aroma de melodrama clásico con todas sus consecuencias. El entusiasmo y compromiso que cada imagen de la película muestra por la historia de amor de Jack y Rose es contagiosa. Quizás Kate Winslet captó mejor que nadie la magia de la película cuando dijo: "Te lleva al punto en que harías cualquier cosa —absolutamente cualquier cosa— para evitar que ese barco se hunda". Sin embargo, ese es el trato que hace la película desde el principio: el barco se va a hundir, no hay nada que podamos hacer al respecto, pero lo importante es sentir la catarsis de ver un universo caer en desgracia para que una nueva esperanza pueda aparecer en su lugar. No importa cuál vaya a ser el final, sino lo que hemos hecho con el tiempo que se nos ha dado.

    Headshot of Mireia Mullor
    Mireia Mullor

    Mireia es experta en cine y series en la revista FOTOGRAMAS, donde escribe sobre todo tipo de estrenos de películas y series de Netflix, HBO Max y más. Su ídolo es Agnès Varda y le apasiona el cine de autor, pero también está al día de todas las noticias de Marvel, Disney, Star Wars y otras franquicias, y tiene debilidad por el anime japonés; un perfil polifacético que también ha demostrado en cabeceras como ESQUIRE y ELLE.

    En sus siete años en FOTOGRAMAS ha conseguido hacerse un hueco como redactora y especialista SEO en la web, y también colabora y forma parte del cuadro crítico de la edición impresa. Ha tenido la oportunidad de entrevistar a estrellas de la talla de Ryan Gosling, Jake Gyllenhaal, Zendaya y Kristen Stewart (aunque la que más ilusión le hizo sigue siendo Jane Campion), cubrir grandes eventos como los Oscars y asistir a festivales como los de San Sebastián, Londres, Sevilla y Venecia (en el que ha ejercido de jurado FIPRESCI). Además, ha participado en campañas de contenidos patrocinados con el equipo de Hearst Magazines España, y tiene cierta experiencia en departamentos de comunicación y como programadora a través del Kingston International Film Festival de Londres.

    Mireia es graduada en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) y empezó su carrera como periodista cinematográfica en medios online como la revista Insertos y Cine Divergente, entre otros. En 2023 se publica su primer libro, 'Biblioteca Studio Ghibli: Nicky, la aprendiz de bruja' (Editorial Héroes de Papel), un ensayo en profundidad sobre la película de Hayao Miyazaki de 1989.