Séneca

*La crítica profesional y Séneca

En sus preestrenos, Séneca no ha tenido una buena acogida por parte de la crítica. Lo cierto, es que lo que más atacan los críticos "profesionales" (por decir algo de las personas a las que les pagan por juntar letras) es la mezcla que tiene el filme de péplum y obra posmoderna. Para que nos hagamos una idea, es de esas películas que a pesar de estar ambientadas en período romano, podemos ver a Nerón (genialmente interpretado por Tom Xander) ostentando unas gafas de sol. Por cierto, como ya hiciera en su momento Derek Jarman con Caravaggio (1986), vamos, que no es que Robert Schwentke se haya vuelto loco de repente y haya hecho algo que no hayamos visto nunca antes.

Servidor no entiende muy bien a que viene tanto revuelo. Podría entender que el uso de estos recursos molestara al público generalista, que esperara ver un Gladiator 2, pero no a personas supuestamente letradas que entienden que realizar una Superproducción Hollywood está solo al alcanza de eso, Hollywood. Séneca es posmoderna en gran parte porque no tiene el presupuesto necesario detrás para mostrarnos un péplum de cartón piedra. Y aún así, si alguien ha leído un poco al escritor estoico, sabrá que Séneca es más realista que cualquier película que se haya hecho en mucho tiempo. Realista, en el sentido de que el filme es capaz de mostrarnos la gran complejidad de lo que fue el pensador nacido en Córdoba (o lo que hoy conocemos como Córdoba).

*Posmoderna en el buen sentido

Porque Séneca también es posmoderna porque el director se sirve de la historia del filósofo para hacer un paralelismo con la actualidad. La vida del escritor fue una vida de leyenda, que tiene todos los condimentos para convertirse en un ejemplo modélico y por ello mismo se ha retratado de la manera en que se ha hecho en la película.

Séneca se codeó con el poder. A diferencia de otros, él tuvo una gran influencia en personas importantes del Imperio Romano, tan importantes como el célebre emperador Nerón. Séneca tuvo momentos en su vida en los que ostentó una gran posición económica y privilegiada. Séneca escribió sobre la muerte, enseñándonos de manera sabia porque es absurdo tener miedo de ella. Además, Séneca fue condenado a muerte, teniendo que llevar a cabo las máximas de las que hacía gala en sus obras (que más vale morir que vivir una vida indigna). En definitiva, Séneca no es solo un hombre que nació y murió en el Imperio Romano, sino que es el modelo de un personaje que se ha repetido y se repetirá mil veces en la historia.

Todas estas complejidades son las que se muestran de manera muy bien resueltas en la película. John Malkovich interpreta a un personaje lleno de matices (porque sí alguien los tuvo fue el filósofo). El hombre que intentó, en vano, cambiar al poder desde dentro, intentando moldear al mal para traerlo a la luz.

*Séneca entre burgueses

Séneca no utiliza la palabra "emperador". Cuando se refieren a Nerón, hablan de él como presidente. Es muy obvio que lo que pretende mostrarnos la película es un paralelismo con la actualidad, con aquellas personas que como Séneca, a pesar de tener una gran voluntad y disponer de grandes virtudes, deben mancharse en el barro para poder seguir viviendo.

Al personaje se le representa literalmente entre burgueses, para hacer más obvia la metáfora. Tampoco olvida el filme el que el Imperio Romano, estaba basado en las contradicciones (así podemos ver la gran cantidad de esclavos que trasladan a los burgueses de la función a casa), contradicciones que repetimos, son extensibles al personaje principal.

*Conclusión

Séneca no es una película para todo el mundo. Ahora bien, podrá gustarte más o menos, podremos tener discrepancias en el uso de ciertas estéticas, pero cuestionar el hecho de que se trata de una obra profunda, mucho más que cualquier producción mediocre norteamericana sobre el período, me parece algo fuera de discusión.

Escrito por Guillermo Sánchez Ferrer

Séneca (2023) se trata de la última película del director alemán Robert Schwentke (conocido especialmente por la maravillosa Capitán), una obra postmoderna que nos presenta los últimos días del filósofo y escritor, uno de los grandes pensadores de la humanidad. La película se estrena en cines el 17 de noviembre.

En sus preestrenos, Séneca no ha tenido una buena acogida por parte de la crítica. Lo cierto, es que lo que más atacan los críticos "profesionales" (por decir algo de las personas a las que les pagan por juntar letras) es la mezcla que tiene el filme de péplum y obra posmoderna. Para que nos hagamos una idea, es de esas películas que a pesar de estar ambientas en período romano, podemos ver a Nerón (genialmente interpretado por Tom Xander) ostentando unas gafas de sol. Por cierto, como ya hiciera en su momento Derek Jarman con Caravaggio (1986), vamos, que no es que Robert Schwentke se haya vuelto loco de repente y haya hecho algo que no hayamos visto nunca antes.

Servidor no entiende muy bien a que viene tanto revuelo. Podría entender que el uso de estos recursos molestara al público generalista, que esperara ver un Gladiator 2, pero no a personas supuestamente letradas que entienden que realizar una Superproducción Hollywood está solo al alcanza de eso, Hollywood. Séneca es posmoderna en gran parte porque no tiene el presupuesto necesario detrás para mostrarnos un péplum de cartón piedra. Y aún así, si alguien ha leído un poco al escritor estoico, sabrá que la película es más realista que cualquier película que se haya hecho en mucho tiempo. Realista, en el sentido de que el filme es capaz de mostrarnos la gran complejidad de lo que fue el pensador nacido en Córdoba (o lo que hoy conocemos como Córdoba). 

Porque Séneca también es posmoderna porque el director se sirve de la historia del filósofo para hacer un paralelismo con la actualidad. La vida del escritor fue una vida de leyenda, que tiene todos los condimentos para convertirse en un ejemplo modélico y por ello mismo se ha retratado de la manera en que se ha hecho en la película.

Séneca se codeó con el poder. A diferencia de otros, él tuvo una gran influencia en personas importantes del Imperio Romano, tan importantes como el célebre emperador Nerón. Séneca tuvo momentos en su vida en los que ostentó una gran posición económica y privilegiada. Séneca escribió sobre la muerte, enseñándonos de manera sabia porque es absurdo tener miedo de ella. Séneca fue condenado a muerte, teniendo que llevar a cabo las máximas de las que hacía gala en sus obras (que más vale morir que vivir una vida indigna). En definitiva, Séneca no es solo un hombre que nació y murió en el Imperio Romano, sino que es el modelo de un personaje que se ha repetido y se repetirá mil veces en la historia. 

Todas estas complejidades son las que se muestran de manera muy bien resueltas en la película. John Malkovich interpreta a un personaje lleno de matices (porque sí alguien los tuvo fue el filósofo). El hombre que intentó, en vano, cambiar al poder desde dentro, intentando moldear al mal para traerlo a la luz.

La película no utiliza la palabra "emperador". Cuando se refieren a Nerón, hablan de él como presidente. Es muy obvio que lo que pretende mostrarnos la película es un paralelismo con la actualidad, con aquellas personas que como Séneca, a pesar de tener una gran voluntad y disponer de grandes virtudes, deben mancharse en el barro para poder seguir viviendo. 

Al personaje se le representa literalmente entre burgueses, para hacer más obvia la metáfora. Tampoco olvida el filme el que el Imperio Romano, estaba basado en las contradicciones (así podemos ver la gran cantidad de esclavos que trasladan a los burgueses de la función a casa), contradicciones que repetimos, son extensibles al personaje principal. 

Séneca no es una película para todo el mundo. Ahora bien, podrá gustarte más o menos, podremos tener discrepancias en el uso de ciertas estéticas, pero cuestionar el hecho de que se trata de una obra profunda, mucho más que cualquier producción mediocre norteamericana sobre el período, me parece algo fuera de discusión. 

Cinemagavia.es

En última instancia, este "Seneca" es una comedia negra, cargada de grandes dosis de reflexión filosófica, acerca del verdadero alcance de las palabras, del contraste que surge cuando se confronta unas frases lindamente formuladas con la fealdad de los hechos.

Accedemos a los últimos días del filósofo romano de origen hispánico, cuya locuacidad es vivamente representada, un pico de oro sin medida que en ciertos momentos adopta los tonos de la cháchara y convierte al brillante orador en un garrulo impertinente. Conocemos como su capacidad para la reflexión y la oratoria le granjeó una posición muy acomodada en la sociedad, disfrutó de influencia entre familias nobles, que le otorgaron acceso a negocios inmobiliarios y llenaron las arcas del estoico, que alababa la vida sencilla y despojada. Tal y como predica en "Sobre la brevedad de la vida", que se cita en cierta hilarante escena, para él esas riquezas eran algo accesorio, mientras que para sus allegados era el mismo epicentro de su existencia. Tal y cómo Schwentke evidencia, esa consideración retórica no impide que luego las compañías del filósofo se compongan de igual forma de esas personas, fatuas y pusilánimes, que mientras el viento sopla a favor son gente de lo más encantadora, pero cuando las cosas pintan magras, esas lindas apariencias muestran su vacuidad. Las palabras falsas conducen a escenarios de igual forma falsos.

Aceptamos la palabra "contradicción" por simpatía a Séneca y para justificar esas disonancias entre hechos y palabras. Sólo he leído un libro de Seneca, así que tampoco puedo juzgarlo en global, sólo puedo decir que si bien en "Sobre la brevedad de la vida" encontré luminosas frases que invitan a reflexionar acerca de la propia existencia y el mundo en general, al final de cuentas sólo resultan pertinentes cuando se observan los hechos desde la distancia, en la confortabilidad de una habitación bien resguardada, no frente a hechos inminentes. El pensamiento que ofrecen esas páginas es en verdad ameno y agradable pero al acabar la lectura me resultó más aparente que no sustancioso. Es en ese vértice dónde entiendo que se coloca Schwentke. En la agradable velada, cuando todo parece ir bien, los encuadres son amplios, plagados de luz solar y abarcan diversos cuerpos que disfrutan del ocio. Puro hedonismo. Pero a raíz del giro de guion esos planos se van vaciando y la luz va menguando, y el luminoso estoicismo deviene apocalíptico frente a la inevitabilidad del desastre.

En el tramo inicial, dónde vemos a un Nerón desatado y frenético, Séneca capea como puede los excesos del "presidente", comprendemos que toda esa violencia le afecta de forma honesta, emociones y pensamientos que luego plasma en unas obras teatrales sumamente crueles y descarnadas, que entendemos que a la postre eran representadas para gentes acomodadas, y que fueron su forma de epatar a los burgueses, como un juego cortesano: transmutar las experiencias perturbadoras en obras perturbadoras que parecen destinadas para asustar al espectador y así exponer la audacia y temeridad de su creador. Me pregunto si en ello no hay también algún tipo de autocrítica por parte de Schwentke. La irrupción del soldado Felix, ejecutor de la orden presidencial, vuelve a triturar las apariencias y el impacto que pueden generar esas obras teatrales nada son al lado de la brutalidad de ese soldado, que representa el opuesto simétrico de Séneca: frente a las formas reposadas, serenas y elocuentes del filósofo, el soldado representa al fascista perfecto, hombre de acción, enérgico, hosco y de escasos conocimientos. Curiosamente, esa ruptura luego propicia ciertos momentos de comedia chocarrera entre la congregación de acomodados romanos.

En el global, la labor de Schwentke me resulta lúcida y justa. Tan pronto percibí ciertas resonancias del cine de Ken Russell (la combinación de teatro enfático, puesta en escena posmoderna e imágenes crudas) he de decir que el visionado fue ganando cuerpo, comencé a sentirme muy cómodo a pesar que en ciertos momentos resulta chocante por el efecto distanciador de los diversos e intencionados anacronismos, su palabrería incesante también puede cargar en otros momentos, pero se entiende que es la forma que el director ha pensado para reflejar parte del carácter del personaje principal. También me hizo reír y me ha hecho pensar. En absoluto es recomendable para todos públicos, no es una obra accesible (sobre todo si eres de los que no conoce bien el significado de la palabra pastiche) y sin embargo, una vez sobre pasado cierto umbral de tolerancia, se comprende la audacia del gesto del director, que no quiere emparentarse con ese demiurgo cruel y narcisista y nos recuerda continuamente que lo que vemos es un artificio. Al quebrar la ilusión de la recreación histórica apartamos un velo de apariencia para que no nos distraiga de su fondo, surtido de profunda carga filosófica. Título sumamente infravalorado, cuya recepción negativa no hace sino reafirmar su reflexión sobre el presente.

Llegué a esta película por su poderosa portada. Como seguidor esporádico de la filosofía estoica, la figura de Séneca debería de ser obligada.
La película en mi opinión tiene una estructura correcta, y su estilo rompedor, con esas notas fantásticas pueden ser perdonables para un purista.
Pero pronto el exceso de vísceras gratuitas obligan al espectador a replantearse qué está viendo. En mi opinión, el director busca trasladar al espectador lo que hubiera sentido aquel público del filósofo cuando este montaba sus espectáculos didácticos a la sociedad elitista de la época.
Aun con todo, la película cumple con una premisa: trasladar parte de las reflexiones del personaje, muy buenas por cierto, al espectador. Tanto por lo civil, como por lo criminal.

Algunas veces (pocas) me recuerda a "Gladiator"; otras, a "Sebastiane"; otras, a "Satíricon"; pecho-latas, salen pocos, nuestro calvete Malkovich se come 3/4 partes o más de las escenas, la Chaplin, una vieja loca con peluca espantosa, que está para lanzarla sin piedad a los leones, Nerón con gafas de sol (¿en serio? venga ya...), y hasta sale un japo vestido con túnica romana, el colmo...
Nuestro viejo Malko se lo ha pasado en grande, últimamente le ha dado por interpretar parodia tras parodia de películas históricas, de hecho ya es una parodia de sí mismo...
Para verla sin prejuicios y echarse unas risas, no tiene que ver nada con la Historia de Lucio Anneo, quien pretenda ver aquí un Péplum fiel, se va a pegar un buen estacazo...parece que algún sesudo crítico la ha calificado de "obra postmoderna" en la que los planteamientos y reflexiones del protagonista pudieran ser extrapolados a la convulsa realidad política actual.
A mí más bien me ha parecido una representación circense, una pantomima con el tío Malko descojonándose de su audiencia, de sus amigos y del público de la sala de cine. Eso sí, le caen tortazos a tutiplén, como en el slapstick...
Regular, tirando a mala.