Críticas de El oficial y el espía (2019) - FilmAffinity
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El oficial y el espía

Drama. Intriga En 1894, el capitán francés Alfred Dreyfus, un joven oficial judío, es acusado de traición por espiar para Alemania y condenado a cadena perpetua en la Isla del Diablo, en la Guayana Francesa. Entre los testigos que hicieron posible esta humillación se encuentra el coronel Georges Picquart, encargado de liderar la unidad de contrainteligencia que descubrió al espía. Pero cuando Picquart se entera de que se siguen pasando secretos ... [+]
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Críticas 81
Críticas ordenadas por utilidad
7 de abril de 2020
10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se ha dicho tanto sobre “El oficial y el espía” la última obra de Roman Polansky (o en su original y menos telenovelesco “J’accuse”) y tan poco a la vez de la película en sí que los titulares lo han englobado lo extra cinematográfico: mujeres abandonando el pabellón tras la victoria de Polanski en los César, Lucrecia Martel no viendo la cinta en público en Venecia pero otorgando el León de oro a su dirección…
Entonces se ha creado un halo en el que casi nadie se atreve a decir que, polémicas aparte, J’accuse es un thriller de estilo clásico que mantiene el suspense, que hace una justicia tremenda al caso real y que contiene grandes interpretaciones y una soberbia dirección. El oficial y el espía es una gran película de investigación histórica sin concesiones.

El argumento gira en torno a un caso real y que sacudió los cimientos de la república francesa a finales del siglo XXI cuando se acusa a un oficial judío, Alfred Dreyfus de traición por espionaje. Entre las personas que echan tierra a su ataúd está el coronel Geroges Picquart que pronto descubre que las pruebas que le filtraron no era tal yque los secretos se siguen filtrando, que ha sido víctima de un engaño que cada vez que remueve saca más y más nombres a un escándalo al que buscaron un chivo espiatorio en el judío de turno.

Es un thriller clásico de espionaje y aquí es donde Polansky demuestra que es un director que por méritos estrictamente cinematográficos merece pasar a la historia del cine. Su forma de crear una ambientación sobria, elegante se basa únicamente en la manera en que coloca la cámara. Logran una tensión e interés constante por querer saber más y eso que la mayor escena de accione la película es alguien comprobando caligrafías. Pero es la manera de narrar con la cámara que te atrapa.

Se le puede acusar de ser una película fría: No lo es. Es una película analítica en la que no se dan concesiones dramáticas o melodramáticas porque no se busca eso. No interesa el drama familiar, o historias de amantes que aparecen muy ligeramente como telón de fondo. El centro de la película es ese laberinto de traiciones y espionaje y no los secundarios o lo que haya alrededor, a menos que aporten luz o información al caso como en Zola, aparecen, aportan información y desaparecen.
En ese estilo se apoya la banda sonora de Alexandre Desplat, nunca trata de subrayar emociones sino de crear ambientes y espacios.

Mención merece el guión del propio Polansky y Robert Harris que adapta su propia novela y que exponen el caso de forma clara para que incluso si no sabes nada del tema (como yo) lo sigas sin problemas pero sin ser adoctrizantet o sin personajes explicando las cosas para parvularios. Hay un gran trabajo en ese guión.

En el centro de todo está Jean Dujardin en una de las mejores interpretaciones del año (y menudo año), Dujardin es un actor que muchos conocimos gracias a la oscarizada The Artist y aquí vuelve a la primera fila tras varias comedias ligeras. Dujardin es un actor cómico, pero no hay nada cómico en su interpretación. Su transformación física, la postura, lo que narra con sus ojos y su manera de hablar da información constantemente y arrastra la película a su ritmo y tono. Está francamente sobresaliente.
Él es el oficial, el espía lo interpreta Louis Garrel, en un papel mucho más secundario pero que lleva con mucho aplomo y dignidad.
La verdad es que todo el reparto está excelente en cada aportación.

En resumen, Polanski se ha marcado una película precisa, concisa, intensa bella y con su propio ritmo interno. Se pueden buscar paralelismo con su caso, con su vida… Pero si nos ceñimos a lo cinematográfico es una película soberbia sobre un caso que yo desconocía al completo y tengo la sensación de saber qué sucedió. Y esa lección histórica me la han dado mientras disfrutaba de cada elemento y estaba entretenido. Casi nada.

Lo mejor: La atmósfera creada
Lo peor: Las escasa concesiones dramáticas para dar oxígeno

Valoración: 8/10
Criticoenserio
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19 de enero de 2020
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
En 1894 el caso Dreyfus, en el que un oficial francés de origen judío fue acusado de alta traición, dividió a la sociedad francesa y ocupó las portadas de los diarios durante varios meses. Sin embargo lo que en un principio parecía un caso bastante claro, se fue oscureciendo progresivamente a lo largo de los años en los que el capitán Alfred Dreyfus estuvo encerrado y aislado en prisión. 125 años después, el caso vuelve a estar de actualidad con "El oficial y el espía" ("J'acusse", 2019), película dirigida por Roman Polanski y en la que el director polaco intenta establecer una analogía entre el caso Dreyfus y su propio juicio por violación, el cual comenzó hace más de cuarenta años.

Tras el juicio y condena de Dreyfus (Louis Garrel), el coronel Georges Picquart (Jean Dujardin), uno de los testigos de la acusación contra Dreyfus, es asignado a la división de contrainteligencia. Allí descubrirá no sólo que sigue habiendo alguien dentro del ejército francés pasando información a los alemanes, si no que las pruebas que se presentaron contra Dreyfus eran muy débiles. Todo ello le lleva a iniciar una cruzada personal que haga que declaren inocente al oficial condenado y juzguen al oficial al que él considera culpable de todo lo acaecido. No obstante, desde el primer momento se encontrará con trabas para llevar a cabo dicha tarea, sobre todo desde los generales que condenaron al capitán judío.

El guión, creado por el propio Polanski a partir del libro "An officer and a Spy" escrito por Thomas Harris, es un prodigio de síntesis narrativa, de tal forma que muestra los hechos acaecidos de forma que puedan llegar de forma clara al cerebro del espectador, sin resultar en ningún momento una narración vulgar o simplista. Sólo unos pocos flashbacks interrumpen una narración lineal, necesaria para poder lidiar con el importante número de personajes que pueblan la historia.

Pero si por algo destaca "El oficial y el espía" es por una puesta en escena trabajada hasta la extenuación. No hay plano o secuencia que no esté diseñada a la perfección, a lo cual ayudan unos excelentes decorados. Todo ello lleva al espectador a encontrarse en el París de finales del Siglo XIX, una época tan convulsa y difícil como la que se vive en el actualidad.

Así mismo la dirección de Polanski es, una vez más, excelente. La película tiene un ritmo envidiable, sin tener apenas escenas de acción, gracias a unos diálogos inteligentes y al talento del director a la hora de introducir al espectador no sólo en la historia, si no también en las motivaciones personales de cada uno de sus integrantes. Además, la película presenta escenas de gran belleza visual, a pesar de que la gran mayoría de las mismas transcurren en los interiores de estancias vagamente iluminadas.

Por otro lado la actuación del protagonista casi único del film, Jean Dujardin es muy destacable y sin duda es su mejor trabajo hasta la fecha. El actor francés clava su representación de un personaje íntegro hasta la médula y con una vida personal caracterizada por la libertad, la cual pone claramente en peligro al llevar a cabo su defensa de Dreyfus y enfrentarse a la opinión de sus superiores. El resto de intérpretes realiza su papel con solvencia, destacando a Emanuelle Seigner como la amante casada de Georges Piquart y al siempre maravilloso Mathieu Amalric, el cual da vida al experto grafólogo cuya declaración fue clave en el juicio contra Dreyfus.

En definitiva, se trata de una película muy recomendable, no sólo a nivel histórico, si no también a nivel cinematográfico y que, una vez más, recomiendo ver en su idioma original para poder disfrutar al máximo de sus múltiples virtudes. Lo que no acabo de entender es que la Academia de Artes Cinematográficas la haya olvidado por completo en las nominaciones a los Oscars de este año. Bueno, en realidad sí que lo entiendo, pero no comparto las razones no exhibidas, pero sí asumidas para dicha decisión. Aunque eso es otra historia que no me compete a mi analizar ni juzgar, yo solamente me dedico a glosar las virtudes o defectos de las obras cinematográficas y no la vida personal de sus creadores.

Gabriel Menéndez Piñera
https://historiasdelceluloide.elcomercio.es
Celuloide
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8 de febrero de 2020
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nos encontramos con otro de los directores que continúan trabajando a pesar de haber cumplido sobradamente los 80 años. Roman Polanski recupera aquí el caso Dreyfus, un hito del antisemitismo acontecido en la Francia de finales del siglo XIX; un caso que suena muy vigente en estos días y que en cierta manera refleja la propia vivencia del director.

En el año 1895 el capitán de origen judío Alfred Dreyfus es acusado de traición y desterrado de Francia. Su caso es reabierto cuando el coronel Picquart, al mando del servicio de inteligencia, comprueba que las acusaciones vertidas contra el oficial son falsas.

Con esta película histórica Polanski demuestra que no ha perdido ningún ápice de su buen hacer detrás de una cámara. Adentrándonos en las vísceras de un gobierno francés carcomido por el odio y la manipulación, con unos brillantes diálogos y un ritmo pausado que no pierde el pulso de la historia en ningún momento, el drama acaba desembocando en un thriller meticulosamente elaborado.

A ello contribuye en gran medida la magnífica interpretación del actor francés Jean Dujardin en el papel de un personaje que, pese a su escasa simpatía por los judíos, es un militar honesto al que mueve el descubrimiento de la verdad.

Una muy interesante cinta que habla de manipulaciones, falsas acusaciones, racismo… Una película, por desgracia, tremendamente actual.

www.sudandocine.com
Cangurito78
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31 de agosto de 2020
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si Polanski (87 años) en su senectud quiere mandar un mensaje exculpatorio o reivindicativo de su situación personal, está en su derecho como cualquier hijo de vecino. Allá cada cual con su conciencia. No parece en cualquier caso que de ser así nadie con dos dedos de frente pueda encontrar similitudes entre sus reiteradas denuncias por abusos a menores en la década de los 70 con el caso Dreyfus por mucho que ambos tengan la religión judía como denominador común.

Pero el asunto que nos ocupa es la quinta y única película francesa sobre el caso. Tres en los años treinta a cargo de alemania, Reino Unido y USA y otra en el 58 también estadounidense. Cuatro documentales y cuatro adaptaciones para la televisión completan el catálogo audiovisual sobre esta sonada injusticia militar de sesgo antisemita sobre el capitán del ejército francés Alfred Dreyfus acusado falsamente de espionaje que dividió a la opinión pública francesa a raíz de la publicación del artículo "Yo acuso" (título original de la cinta) del escritor Ëmile Zola al que le costó el exilio de su país.

El Polansky, brillante, rompedor y vanguardista de "Un cuchillo en el agua" con que estrenó su andadura fílmica en el 62 deviene en este su ¿último trabajo", en un clasicismo formal y narrativo puntilloso con los detalles que templa y aquilata la historia desde el punto de vista del coronel Georges Picquart que destapa el asunto arriesgando su carrera. Jean Dujardin asume con acierto toda la responsabilidad en una interpretación tan mesurada como sobresaliente. El problema (ya quisieran algunos llegar a este nivel) es que pasada la primera hora y más si se conoce el caso el pulso decae y la cosa no avanza con la emotividad y la épica que requiere el asunto. Se ha escrito que es cine clásico, de otra época. Los clásicos siempre son atemporales.

cineziete
ELZIETE
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29 de junio de 2021
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vi “J'accuse” (“El oficial y el espía”, 2019, Francia) dirigida por Roman Polanski [1933-] y escrita por el director junto con Robert Harris, autor británico, basándose en una novela de este último: “An Officer and a Spy” (2013). El reparto es de lujo: Jean Dujardin, Louis Garrel, Emmanuelle Seigner y Grégory Gadebois, entre otros. La película narra, desde un ángulo diferente, una historia que todo francés sabe: el aberrante proceso judicial por traición, a fines del siglo XIX, contra el capitán francés Alfred Dreyfus, judío, quien fue el chivo expiatorio del gobierno y el ejército para quedar bien ante la opinión pública, una vez se supo que había un espía dentro de la milicia que pasaba información al enemigo histórico: Alemania. Digo que es una historia narrada desde otro ángulo, porque no se centra tanto en Dreyfus ni en el escritor que hizo inmortal la canallada de la sentencia condenatoria, Émile Zola [1840-1902], sino en el coronel Georges Picquart, encargado de una unidad de inteligencia quien descubre al verdadero espía y lucha porque se declare la inocencia de Dreyfus. Hay que agregar que esta cinta ha merecido muchos premios como, por ejemplo, el gran premio del jurado y premio FIPRESCI en el Festival de Venecia (2019), tres premios César 2019 (mejor director, guion adaptado y vestuario), nominación a mejor filme, mejor director y mejor actor para los Premios del Cine Europeo (2019), nominación a mejor película europea en los Premios Goya (2020), entre otros.
Pasemos a los elementos estéticos: el filme es un muy buen producto, y no se espera menos de un director tan experimentado y reconocido. Destaca el excelente manejo de los detalles, no solo estéticos sino narrativos. Por ejemplo, se nota a leguas cómo se cuidan todos los aspectos en las locaciones y el vestuario. Agrego que el guion es muy interesante, y atrapa al espectador a la vez que lo conmueve ante tamaño acto de corrupción militar y judicial. Para concluir lo estético, la obra es más que correcta, aunque no es, ni será, la más importante del director.
Pero en lo que quisiera centrarme es en el tema político. En primer lugar, la película, que a su vez es fruto de una novela histórica, está bien narrada, aunque no podemos pedirles a dos piezas artísticas (la cinta y la novela) precisión ni mucho menos fidelidad con los hechos. Saber, entonces, qué tan apegada a los hechos ha sido la cinta es tarea imposible, a la vez que innecesaria; sin embargo, el filme logra narrar con gran destreza, afectando las emociones del espectador, un acto de corrupción militar y judicial que quebró la historia del estatalismo en Francia. Me explico mejor: durante todo el siglo XIX la ideología dominante señalaba que el Estado, al ser soberano y máxima expresión del contrato social, no podía ser cuestionado, moral ni jurídicamente, en sus actos (durante mucho tiempo se creyó que el Estado era inmune jurídicamente por ser soberano). En este sentido, cuando alguien cuestionaba al Ejército de inmediato se enfrentaba a la doctrina dominante que señalaba que el Estado y sus fuerzas armadas eran buenas y sabias per se.
No obstante, ante la injusticia del caso Dreyfus, una pluma altamente reconocida en su momento, Émile Zola, decidió no dejar que esto cayera en el olvido y, sabiendo que esto le saldría caro (incluso, hay quienes sospechan que su muerte en 1902 no fue natural sino orquestada por el Estado), escribió una obra, “J'accuse”, que además de exhibir la corrupción existente en su momento, de lograr que muchos de sus lectores entendieran que lo mejor para el Estado es denunciar sus hechos inmorales, cimentó un concepto que va a durar hasta nuestros días, el de “intelectual comprometido”. Zola reclamó que los intelectuales (entre los que él ubica a los artistas) no pueden quedarse con brazos cruzados ante el malestar de su época. El intelectual tiene un compromiso político con la transformación de su entorno y la denuncia de los hechos repudiables del poder. Sin embargo, en la obra que ahora reseño, el rol de Zola apenas es mencionado, pero aun así va al mismo punto: hay que volver parte de la memoria colectiva a las víctimas de la historia y del Estado, como una forma de evitar que situaciones como esas se repitan, y Polanski así lo hace con este filme.
En segundo lugar, muchos han querido ver que Polanski se ubica como un nuevo Dreyfus, una víctima judicial del sistema estadounidense, que lo acusa de diferentes delitos, como pederastia y violación. Realmente en la película no se infiere esto necesariamente, pero quedo con la duda de si el director se cree una víctima de la historia por esas acusaciones que recaen sobre él desde 1977, y si él quiso que la cinta fuese su forma de confrontar al poder judicial que lo acusa desde hace varias décadas. Al respecto, sugiero leer: https://www.efe.com/efe/espana/cultura/el-j-accuse-de-polanski-se-vuelve-en-su-contra-francia/10005-4109404
Ahora, sin duda alguna, el que vea el filme dejará de presumir ingenuamente que el Estado, sus fuerzas armadas y el poder judicial son buenos y sabios por naturaleza, pues gracias al arte y a los intelectuales, se han podido conocer algunos casos (de los muchos que ha habido) pero que han bastado para poner en duda el estatalismo y su positivismo ideológico (presuponer que la norma estatal, por ser el Estado soberano, es buena y sabia).
La recomiendo entonces, por sus detalles, su buena narración y, especialmente, sus aristas políticas, pues propicia reflexión y debate. 2021-06-28.
Andres Botero
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