Second Act con Jennifer Lopez Skip to content
 

‘Second Act’: Maya la de Queens

Jennifer Lopez derrocha carisma en una película que termina siendo una telenovela.

DIRECTOR: Peter Segal
GUION: Justin Zackham y Elaine Goldsmith-Thomas
ELENCO: Jennifer Lopez, Leah Remini, Vanessa Hudgens, Treat Williams, Milo Ventigmiglia, Charlyne Yi, Dave Foley y Annaleigh Ashford. 
DURACIÓN: 104 minutos


Por si a alguien se le había olvidado, Second Act viene a recordarnos que Jennifer Lopez —el consorcio billonario trasnacional empaquetado en la persona de JLo— sigue siendo Jenny la del Bronx. Nos lo dice su canción sello, “Jenny from the Block”: Don't be fooled by the rocks that I got/ I'm still, I'm still Jenny from the block/ Used to have a little, now I have a lot/ No matter where I go, I know where I came from (from the Bronx!) (Que no te engañen las piedras que tengo/Todavía soy, todavía soy Jenny de la cuadra/Tenía muy poco, ahora tengo mucho/A donde quiera que vaya, sé de dónde vine (¡de El Bronx!)). Todos sabemos que no es cierto, pero Second Act nos abre la puerta de atrás para que vicariamente disfrutemos del espectacular lujo en el que ahora vive. Por cierto, Second Act coincide con el lanzamiento, este año, de la nueva marca de cosmeticos “J. Lo x Inglot”

En el humilde departamento en el barrio de Queens en Nueva York donde vive, Maya Vargas se prepara para un gran día. Además de que cumple 40 años (López en realidad tiene 49), hay una reunión en el supermercado donde trabaja donde espera se anuncie su ascenso a gerente general. Mientras se echa un regaderazo (con todo y maquillaje y pestañas postizas), su novio Trey (Ventigmiglia) la felicita y se le une en la ducha para darle su “regalo”. El comienzo tan promisorio termina mal: a pesar de llevar 15 años trabajando para Value Shop, el puesto va a dar a un joven inexperto solo porque él sí tiene estudios universitarios. Maya apenas se graduó de la secundaria. Por más que le recuerda al jefe cómo sus innovaciones en la tienda han aumentado las ventas, él la deja como asistente.

Jennifer Lopez (derecha) en una escena de la película Second Act

Barry Wetcher

Jennifer Lopez (derecha) y Leah Remini en una escena de 'Second Act'.

Esa noche en la fiesta sorpresa que le ha preparado Trey con ayuda de su compañera de trabajo y mejor amiga, Joan (Remini), Maya pide un deseo: que la educación de la calle sea tan valorada como la de la universidad. El hijo de Joan, quien es un genio computacional, decide concederle su deseo y, en secreto, le diseña una nueva personalidad en las redes sociales y en LinkedIn como graduada de Harvard con los más altos honores y un currículum impresionante. Es así que por error una gigante compañía de cosméticos en Madison Avenue le pide una entrevista. Aunque ella trata de aclarar la confusión, Anderson Clarke (Williams), el dueño, sigue con las preguntas. Sin nada que perder, Maya le dice que si su crema para la cara no se vende es porque promete lo que no es (un producto totalmente natural y sin químicos). Para disgusto de su hija Zoe (Hudgens), Clarke decide contratar a Maya y reta a las dos mujeres a que en tres meses creen una nueva crema orgánica por el mismo precio.

Aunque Maya duda en aceptar el puesto, Joan la convence de que, aunque sus credenciales sean falsas, su talento es real y la sacará a flote. A Trey, por el contrario, le parece mal que haya obtenido el trabajo con engaños y le pide que mejor ya tengan familia. Maya se rehúsa y él termina la relación. A partir de ahí, Second Act se convierte en la historia de la Cenicienta invitando a los ratones a disfrutar del palacio como su nueva dueña. Además de una oficina espectacular con tres asistentes, el puesto ejecutivo le da derecho a usar un departamento lujosamente amueblado cerca de la compañía. Joan la ayuda a mudarse y a gastar las tarjetas de crédito que le dan a Maya de las tiendas más exclusivas, supuestamente para que inspeccione la mercancia. Ellas —y nosotras— se embarcan en una maravillosa expedición por los pasillos de mármol que resguardan los más exclusivos diseños de ropa y calzado. Maya escoge y paga sin mirar el precio. La transformación es total.

Después de ese arranque prometedor, el argumento da un vuelco digno de las peores telenovelas. Ni la magia de Lopez puede distraernos del desafortunado error de “enseñarnos al conejo antes de que salga del sombrero”, eliminando con una cierta revelación la tensión creada por el conflicto central. Para sostenerse, la película necesita también del carisma del resto del elenco. Como Dorothy en El mago de Oz, Maya y sus tres asistentes (excelentes Yi, Foley y Ashford) empiezan una carrera para encontrar la fórmula en forma de crema que le dé a cada uno lo que más anhela: juventud, delgadez y amor. Second Act combina la aspiración por esas frivolidades con asuntos realmente importantes como la discriminación por edad en los empleos, la falta de oportunidades, talento vs preparación, etc. Finalmente, apunta también hacia esa íntima convicción común a mucha gente exitosa de sentirse un fraude

Second Act es, en sí misma, el mejor ejemplo de aquello por lo que lucha Maya: una crema que no pretende dar más de lo que contienen sus ingredientes, sino la ilusión de un cambio. Y por casi dos horas lo cumple, aunque las arrugas regresen saliendo del cine.