Cosas importantes / Columna de Melba Escobar

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Cosas importantes

Alice Munro: una autora que se convirtió en una de las cuentistas más celebradas de la historia.

Melba EscobarProfesora de escritura creativa, columnista y escritora

Alice Munro se hizo escritora después de leer La sirenita. Quiso otro final, entonces lo cambió. Y así, en la pobre y olvidada zona rural de Ontario en donde creció rodeada de mujeres que leían y que contaban historias mientras los hombres salían al mundo a hacer cosas importantes, esta canadiense se dedicó a construir, ladrillo tras ladrillo, una obra monumental. Antes, mucho antes de ganarse el Premio Nobel de Literatura, la comparaban con Chéjov. Pero ella aprendió, en la sociedad luterana donde fue criada, a no darse aires de importancia, a agachar la cabeza y trabajar hasta el cansancio sin chistar.

Y fue de tal manera como esta ama de casa, tan dada a la simplicidad propia de la sabiduría, un día explicó que sus cuentos eran breves no por razones técnicas o filosóficas: porque ella no podía darse el lujo de sentarse durante horas y horas a escribir sin atender a sus hijos, sin preparar la cena, sacar la basura, poner la lavadora. Por eso, no por otra cosa, la autora de noventa y dos años fallecida la semana pasada se convirtió en una de las cuentistas más celebradas de la historia. Y la verdad, no puedo negar cuánto me conmueven su expresión dulce y afable, el estilo reposado, la naturalidad con que sus personajes rurales asumen la complejidad de la vida con una voz propia, un estilo único, la singularidad que a todas y a todos nos define como humanos.
En Munro, como en Chéjov, una vida sencilla no es sinónimo de una vida ordinaria. “Todos tenemos un mundo interior”, decía esta tejedora de palabras, “y, en ese sentido, todas las vidas son extraordinarias”. Sin duda, una lección para tanto periodista y crítico literario que insisten en que su obra se ocupaba de “la gente del común”, “pequeñas vidas sin importancia”. Nada de eso es así, es algo que nos deja claro leer a esta mujer que en sus textos reafirma la dignidad de aquellos que aparecen sin importar si nacieron en tierras arrasadas o ricas, si crecieron entre encajes almidonados o entre gallinas y ovejas.
Y un detalle que no es para nada menor, así sea obvio. Munro era mujer en un mundo donde eran los hombres los elegidos para hacer cosas importantes, a saber: los negocios, la política y la industria. Por eso, sabiéndose pequeña, sin necesidad de vociferar, ni de recibir los focos de luz ni atender los micrófonos, supo dedicarse, como una artesana, a construir inmensos y a la vez pequeños universos de personajes extraordinarios en la Canadá rural.
Antes, mucho antes de convertirse en la ganadora del Premio Nobel, Alice Munro se dedicaba a cuidar de su madre con párkinson. A la madre no se le entendía cuando hablaba, y su hija debía acompañarla a todas partes y llevarla a los actos gregarios donde le servía de intérprete. Para Munro, esta situación le producía mucha incomodidad y vergüenza, porque entonces era una chica y no quería ser identificada con una madre lisiada. ¿Valdrá la pena especular que este malestar la llevó a escribir? ¿A explorar su propia voz en contraposición a la de aquella que apenas se hacía entender?
Alice Munro trabajó con las palabras para enseñarnos que lo extraordinario se lleva por dentro. Si cada uno vive o no una vida extraordinaria, eso solo lo sabe quien es capaz de escuchar el murmullo de la voz interior. Desde la sencillez y la humildad, la escritura logró una profundidad única para capturar actos, emociones y sentimientos humanos de enorme delicadeza. Sutil y poderosa, nos mostró ese estado maravilloso en el cual el arte es un imperativo capaz de levantarse sobre las circunstancias y los contextos para acceder a una consciencia superior desde donde ofrecernos una mirada de la realidad como nadie nunca lo había hecho antes. Cómo nos faltan en Colombia ejemplos como el suyo, cuando la tradición ha sido asociar la cultura escrita con las élites políticas y económicas, no con la excepcional “gente del montón”.
MELBA ESCOBAR
En X: @melbaes
(Lea todas las columnas de Melba Escobar en EL TIEMPO aquí)
MELBA ESCOBARProfesora de escritura creativa, columnista y escritora
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