Lo fácil sería apuntar que, con 83 años cumplidos, Vanessa Redgrave (Londres, 1937) está en ese momento de la vida en el que uno puede hacer o decir lo que quiera. Pero no es el caso: a esta actriz –"La mejor de nuestro tiempo", como la etiquetó Tennessee Williams–, destacado miembro de una destacada estirpe artística, no le han pesado nunca las consecuencias que sus palabras o acciones pudieran tener. "Es cierto que nunca me he mordido la lengua", cuenta a FOTOGRAMAS, "pero también que quizás por eso valoro mucho qué, a quién, cuándo y cómo digo las cosas. No soporto las charletas para matar el rato", asegura. Puede que sea por eso que Redgrave despache sin pestañear tanto el difícil momento por el que atraviesa el cine –"¿El peor que ha vivido el sector? ¿Quién soy yo para valorarlo?"– o su predisposición a trabajar con miembros de su familia –"En el set o el escenario dejan de ser parientes, son solo actores. Buenos actores. Y yo siempre quiero trabajar con los mejores"–. Dos puntos que se pueden aplicar a 'Los papeles de Aspern', adaptación de un relato de Henry James dirigido por Julien Landais que llega dos años después de su premier en Venecia, llenando el vacío dejado por producciones de mayor presupuesto que esperan que el temporal amaine. En Los papeles de Aspern, Redgrave actúa junto a su hija, Joely Richardson, y Jonathan Rhys Meyers.

Cartas a Vanessa

"Esta historia está íntimamente ligada a mi familia", apunta Redgrave, que en 1984 ganó el Olivier a Mejor Actriz interpretando a Miss Tina, rol que ahora en el film encarna Richardson. "Mi padre", dice del dramaturgo y actor Michael Redgrave, "escribió una obra de teatro basada en el texto de James que ahora adapta el film. Era una obra de las de antes, que hoy se consideraría pasada de moda. Pero la historia y los diálogos eran emocionantes. Y los dos papeles femeninos, extraordinarios", comenta sobre el que interpreta en la cinta, la anciana Sra. Borderau. "Y el masculino también es excelente, aunque cuando vi a mi padre interpretándolo, no me pareció brillante. No era el mejor papel para él, declara. Lo que sí me parecía brillante era la trama, la manera en que James hacía suya la historia de las cartas que Lord Byron y Percy Shelley enviaron a sus amantes y cómo esas mujeres se aferraron a ellas".

Ver solo el personaje

"No creo que haber interpretado los dos papeles principales del relato me dé una visión privilegiada de la obra ni que haber estado también en 'Las bostonianas' (J. Ivory, 1984) me convierta en una especialista en Henry James", asegura. "Alrededor de la actuación hay mucho ruido, muchas palabras vacías. Es como cuando miraba a mi hija interpretar el papel que yo había encarnado hace tanto tiempo: solo veía al personaje. Actuar en el teatro, en el cine, consiste en eso: ver solo el personaje y, en el caso de Tina, en una mujer que te hace latir con su pena", afirma Redgrave, quien debutó hace tres años como directora con Sea Sorrow, un documental sobre la crisis migratoria, "y el verano pasado, concede, escribí mi primera obra, que también interpreté. No creo que eso me convierta en alguien especial, comenta asegurando que ahora tengo muchísimas más cosas que decir y hacer que hace 20 o 30 años. Y creo que a muchísima gente le pasa lo mismo que a mí. Yo siento que mi mente, mi mundo mental, sigue creciendo".

La charla con Redgrave se produce días después del fallecimiento de Sean Connery, con quien coincidió en 'Asesinato en el Orient Express' (S. Lumet, 1974) junto a un reparto magnífico, recuerda."Fue un compañero generoso y amistoso. Sean siempre me encantó como actor… y eso que no me gustaban las películas de James Bond. Sobre todo al principio. Creo que a mí no me habría gustado interpretar un rol así, un papel que no puedes rechazar, pero que supone despedirse de una vida normal. Él sí supo hacerlo".