Sobre el papel, ‘Crimes of the Future’ podría verse como un compendio de todo el proyecto cinematográfico y filosófico de David Cronenberg. Con sus imágenes de impacto y una trama que entrecruza lo narrativo y lo conceptual, el cineasta canadiense ratifica su confianza en la idea del cuerpo humano como la última frontera de un turbio y liberador proceso evolutivo. En la desacralización del cuerpo –poroso a la mutación, la agresión, la convulsión–, los personajes de ‘Crimes…’ encuentran un espacio para la transgresión, para el desmontaje de los paradigmas de una sociedad perpetuamente afincada en lo retrógrado. En el “futuro” que dibuja Cronenberg, el dolor se ha convertido en un tabú: ¿vive la población sumida en el aletargamiento provocado por los opiáceos o en un alelamiento provocado por la banalidad de la cultura de masas? Los espectadores nunca llegaremos a saberlo del todo, ya que el mundo que nos muestra el cineasta es puramente marginal: unos bajos fondos salidos de un film noir de serie B por el que deambulan criaturas clandestinas que rinden culto al dolor. ¿Estamos ante el reconocimiento, por parte de Cronenberg, de que su cine ya no puede ocupar un espacio de centralidad en el Planeta Cine? ¿Ha asumido el director de ‘Crash’ que vivimos un tiempo en el que el cine de autor, tal como lo conocimos hasta los inicios del siglo XXI, está experimentando un severo proceso de marginación?

En cualquier caso, sería un error pensar que, con ‘Crimes of the Future’, Cronenberg aspira a “culminar” su proyecto creativo. No hay rastro alguno de grandilocuencia en esta película extraña, árida, panfletaria. Empleando la inagotable metáfora del Manny Farber, ‘Crimes…’ se sitúa mucho más cerca del “arte termita” que del “arte elefante blanco”. Según el crítico estadounidense, los artistas-termita sienten un desinterés absoluto por la idea de la “obra maestra”. ¿Qué sentido puede tener construir algo definitivo en un mundo que refleja su propia verdad en el cambio, en las transformaciones? ¿Qué valor podría tener una película que clausura un discurso, que se aferra a las modas, que rinde culto al imaginario de su propio creador? Cronenberg tira del hilo del arte-termita de Farber y construye en ‘Crimes…’ una obra audaz, ensimismada, hermética, absolutamente desinteresada por la monumentalidad o la espectacularidad que campa a sus anchas por el cine contemporáneo.

En su apuesta radical por un cine de ideas, Cronenberg fabrica un universo siniestro, nocturno, habitado por gurús de “la nueva carne” dispuestos a convertir su cuerpo en una fábrica de órganos inútiles, decorativos (a un personaje iluminado se le ocurre crear un premio al Mejor Órgano Original con una Función Desconocida). Visionarios de un mundo post-humano en el que la tecnología dejará de ser algo ajeno a nuestro organismo. La idea no es nueva para Cronenberg, como tampoco lo son las epifanías y soflamas que enuncian sus personajes. “Surgery is the new sex” (“La cirugía es el sexo de hoy”), le susurra el personaje de Kristen Stewart, una fanática de la “evolución acelerada”, al de Viggo Mortensen, un talentoso incubador de órganos de nuevo cuño.

Solo hay un impulso que podría empujar a Cronenberg hacia el terreno del cine-elefante-blanco, y es la insistencia en proponer una reflexión explícita sobre la responsabilidad del artista en su relación con el mundo. La pareja protagonista de ‘Crimes…’, encarnada por el tumoral Mortensen y su cómplice Léa Seydoux, exhibe sus descubrimientos “orgánicos” en unos espectáculos performáticos pensados para epatar y trastocar la conciencia de sus espectadores. Podría parecer que, por una vez, Cronenberg busca la adulación de sus seguidores celebrando la integridad y el valor del artista sublevado contra la ortodoxia, contra lo normativo. Sin embargo, el canadiense, maestro también de la ironía, llena su nueva película de apuntes críticos sobre el mundo del arte. En la paranoica ‘Crimes…’, muchos de los creadores y artesanos de “nueva carne” son en realidad informantes de la policía, o figuras afiliadas secretamente al poder. Además, en el mundillo bohemio del film escasean los artistas íntegros y abundan los oportunistas, los estafadores. Por su parte, Cronenberg, enemigo a ultranza de la impostura, entrega una película insurrecta. Con una imaginería vintageque rinde culto al maquillaje prostético y unos diálogos afectados –más propios de un mitin antisistema que de una clase universitaria–, ‘Crimes…’ se sitúa fuera del radar del cine contemporáneo. A sus 79 años, Cronenberg sigue abriendo caminos para los que desean mirar más allá.

Para almas rebeldes en busca de inspiración

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Lo mejor: la inclemente radicalidad de Cronenberg.
Lo peor: su condición de rara avis en el panorama del cine actual.

FÍCHA TÉCNICA

Dirección: David Cronenberg Intérpretes: Viggo Mortensen, Léa Seydoux, Kristen Stewart, Scott Speedman, Welket Bungué, Don McKellar, Lihi Kornowski Título original: Crimes of the Future País: Canadá Año: 2022 Fecha de estreno: 2022 Género: Fantástico Guion: David Cronenberg Duración: 107 min.

Sinopsis: A medida que la especie humana se adapta a un entorno sintético, el cuerpo sufre nuevas transformaciones y mutaciones. Con su pareja Caprice (Léa Seydoux), Saul Tenser (Viggo Mortensen), célebre artista de performance, muestra públicamente la metamorfosis de sus órganos en espectáculos de vanguardia. Timlin (Kristen Stewart), una investigadora del Registro Nacional de Órganos, sigue obsesivamente sus movimientos cuando se revela un grupo misterioso... Su misión: utilizar la notoriedad de Saul para arrojar luz sobre la siguiente fase de la evolución humana.

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