70 actores clásicos de Hollywood
Hollywood y el mundo del cine han visto y verán brillar en su inacabable firmamento a miles de estrellas. Seguro que estamos de acuerdo en hacer una lista y nombrar a muchas de ellas, y no hablamos de gustos personales, sino del hecho fehaciente de esas actrices y actores que iluminaron con su presencia esta industria del entretenimiento. Sin embargo, al lado de esos nombres básicos (Monroe, Bogart, Gable, Hayworth y un largo etcétera no sólo circunscrito a los años clásicos) hay otros muchos que fueron estrellas, de verdad: taquilleros, populares y algunos hasta inolvidables. Aquí hay 70, 70 que tuvieron su lugar de honor también las portadas y páginas de FOTOGRAMAS.
Danny Kaye
La comedia se tiñó de pelirrojo durante los años 40. ‘Un gramo de locura’ fue el éxito más popular de un actor experto en los trabalenguas musicales (que le preparaba su esposa y representante, la draconiana Sylvia Fine) y en tragar saliva como nadie. Chico de Samuel Goldwyn, brilló en títulos como ‘El asombro de Brooklyn’, ‘Un hombre fenómeno’, ‘El bufón de la corte’ o la empalagosa ‘El fabuloso Andersen’. Nacido en 1911, hasta que desapareció en 1987 estuvo ligado a UNICEF en labores humanitarias. También, cuentan, estuvo ligado a Laurence Olivier en una larga relación homosexual con querencia por el travestismo.
Maria Montez
Fue la reina del technicolor en la Universal en la década de los 40 y principios de los 50. De hecho fue ella la que salvó de la bancarrota a una productora que estaba en números rojos desde la guerra y que andaba necesitada de estrellas femeninas. Pin up y portada de revistas, objeto de reportajes fotográficos sexys, Montez (1912-1941) se especializó en deliciosas fantasías orientales como ‘Las mil y una noches’, o dramas románticos como ‘Scherezade’, donde trabajó con su entonces marido Jean-Pierre Aumont. Falleció demasiado pronto y en circunstancias trágicas.
Virginia Mayo
Otra chica de la factoría de Samuel Goldwyn, no por casualidad pareja ideal de Danny Kaye en infinitas comedias, incluso en ‘Nace una canción’, el remake musical que el propio Howard Hawks hizo de su ‘Bola de fuego’, trabajo que odiaba (tanto como a Kaye y como a la Mayo). Adorable bizca, Virginia Mayo, nacida en 1920 y fallecida en el 2005, fue una de las estrellas también de la Warner en los 40 y 50, ya fuera en westerns como ‘Juntos hasta la muerte’, en series negras como ‘Al rojo vivo’ o en clásicos de la aventura como ‘El halcón y la flecha’.
John Payne
Hoy completamente olvidado, Payne (quien siempre dijo que John Wayne –al que le unía una fuerte amistad- llegó después con un nombre y apellido que sonaban iguales) fue el actor estrella de la RKO (y más tarde de la Allied Artists) durante más de dos décadas. El público le adoraba y sus películas, muchas de ellas dirigidas por Allan Dwan, eran siempre éxitos de taquilla. Especializado en el western (‘Filón de plata’) o el thriller noir (‘Kansas City Confidential’) había tenido un rol inolvidable en la navideña ‘De ilusión también se vive’ como novio de Maureen O’Hara. Vino al mundo en el año 1912 y se fue de él de manera discreta en 1989.
Troy Donahue
Desde finales de los 50 y, especialmente, en los primeros años 60 fue el actor más publicitado y mimado dentro de la Warner Brothers. Lógico si atendemos a los espectaculares resultados económicos e índices de popularidad (entre las adolescentes femeninas sobre todo) que tenían sus films. Troy Donahue (1936-2001) vería como esos años de arrolladora fama desaparecían enseguida, pero no puede quejarse de haber formado parte, de formar parte, de los elegidos de los dioses del séptimo arte con títulos como el melodrama de Delmer Daves (un poco su mentor) ‘Parrish’, todo un éxito, o ‘Una trompeta lejana’ de Raoul Walsh. Se le relacionó (bueno, fue Tab Hunter, su competidor en la época y ex amante) con Rock Hudson y Doug McClure. En ‘El padrino parte II’ es el noviete del personaje de Talia Shire.
Van Johnson
Woody Allen le puso dentro de la película que veía Mia Farrow en ‘La rosa púrpura del Cairo’ (que ese llamaba así también) como un guiño a tantos años trabajando sin parar en la Metr-Goldwyn-Mayer. Galán un tanto blandito, Van Johnson (1916-1992) no le hizo ascos al musical (había sido cantante y bailarín en clubs nocturnos… gays), como se parecía, por ejemplo, en ‘Brigadoon’, ni a otros géneros como el bélico (‘También somos seres humanos’). Sería, empero, el melodrama donde mayores y mejores resultados obtuvo, en unos días donde era uno de los valores seguros de la MGM: ‘La última vez que vi Paris’, al lado de Elizabeth Taylor.
Tony Curtis
Toda su vida (que en los últimos años era más parodia de si mismo que otra cosa, y si no busquen en FOTOGRAMAS la entrevista que Jorge Fiestas le hizo mientras rodaba junto a Anita Obregón ‘Otelo, Comando negro’) luchó por ser reconocido como actor antes que como galán (sus inicios, y ahí está ‘Su alteza el ladrón’ o ‘El gran Houdini’). Sus películas (‘La carrera del siglo’, ‘Operación pacífico’…) funcionaban de fábula y él se iba abriendo a nuevos empeños (‘Los vikingos’, ‘Chantaje en Broadway’, ‘No hagan olas’…) que culminarían con su excelente trabajo en ‘El estrangulador de Boston’. Nació en 1925 y falleció en el 2010.
Alan Ladd
Se suicidó con 50 años (en 1964; había nacido en 1913), atormentado por una enfermedad incurable y azotado por depresiones debidas a la pérdida de su categoría de estrellato en un cine que empezaba a no entender. De aquellos últimos años destaca su rol de Nevada Smith en ‘Los insaciables’, casi un eco a su esplendoroso pasado en el western (‘Raíces profundas’, por supuesto) y en el género negro (’La llave de cristal’). Su pequeña estatura no fue impedimento (alzas en el calzado o zanjas al lado de sus partenaires femeninas más altas que él) para que los espectadores le adoraran y fuera una estrella durante mucho tiempo. Le recuerdo especialmente inolvidable en ‘La novia de acero’ de Gordon Douglas, director que colaboró habitualmente con él.
Susan Hayward
Víctima de la maldición de ‘El conquistador de Mongolia’ (se rodó en Nevada al lado de donde se hacían pruebas nucleares; todo el reparto y equipo técnico fallecerían más tarde de cáncer), Susan Hayward (1917-1975) fue una de las reinas del melodrama en los años 50 (‘Mañana lloraré’). Como toda actriz bajo contrato tendía que hacer de todo, desde comedias a aventuras románticas africanas como ‘La hechicera blanca’. Dotada de una especial belleza y de mucho coraje (algo que se veía en los independientes personajes que interpretaba), su punto de inflexión (con oscar) fue la desgarradora ‘¡Quiero vivir!’ de Robert Wise.
Bob Hope
Una institución nacional norteamericana y uno de los indiscutibles nombres de oro de Hollywood. Procedente de la radio y del music hall, el centenario Bob Hope (1903-2003) volvió locos a los espectadores durante más de dos décadas (en los 60 sus comedias funcionaban bien pero no a los niveles de las que rodó en los 40 y 50) con sus divertidas películas, fueran al lado de Bing Crosby y Dorothy Lamour en la serie ‘Camino a…’ o en solitario: ‘La princesa y el pirata’, ‘Rostro pálido’, ‘El hijo de Rostro Pálido’, ‘Alias Jesse James’…
Glenn Ford
Uno de los más grandes, a la altura (o superior) a otros muchos actores intocables con una carrera más corta y más irregular que la suya. Glenn Ford (1916-2006) ya era una estrella en los años 40 (‘Gilda’, ‘Deseos humanos’) y lo siguió siendo en los 50 (‘Los sobornados’… Con Fritz Lang se entendió de maravilla), donde ya era el rey del western con permiso de John Wayne (‘El desertor de El Álamo’, ‘El americano’…). En la Metro protagonizaría superproducciones como ‘Cimarrón’ o ‘Los cuatro jinetes del Apocalipsis’, además de comedias inmarchitables como ‘El noviazgo del padre de Eddie’, ‘Un muerto recalcitrante’ o ‘Un gánster para un milagro’. Siguió al pie del cañón (más en TV) en los 70 y 80. Richard Donner le regaló el bombón de ser el padre adoptivo de ‘Supermán’.
Louis Jourdan
Su estrellato fue un tanto fugaz, prefiriendo a partir de los años 60 el más descansado rol de secundario de lujo en las más diversas producciones y coproducciones, llegando incluso a inscribir su nombre entre la selecta galería de villanos Bond en ‘Octopusy’. El francés Louis Jourdan fue el galán imprescindible de Hollywood desde que volviera loca de amor a Joan Fontaine en la magistral ‘Carta de una desconocida’. Más tarde sería él quien se colgara de una niña-mujer, Leslie Caron, en la oscarizada ‘Gigi’, musical afrancesado (Maurice Chevalier andaba y cantaba por allí junto a él). Nacido en 1921 nos dejaba el pasado año 2015.
Ray Milland
Terminaría en subproductos italianos o españoles (la ‘Serpiente de mar’ de Amando de Ossorio) o siendo la “guest star” en miniseries (‘Hombre rico, hombre pobre’). Pero antes de esos días, o de protagonizar psicotronías 70s como ‘El hombre con dos cabezas’ o ‘Frogs’, Ray Milland (1907-1986) fue uno de los grandes, de los muy grandes. Ya era famoso cuando Billy Wilder le hizo ganar un oscar gracias al escritor alcohólico de ‘Días sin huella’, rol que le catapultó a lo más alto, como el del reparto de ‘Piratas del mar Caribe’, superproducción de Cecil B. De Mille. Hizo de todo, incluso dirigir (la excelente ‘Pánico infinito’). En los 60 pasó por la factoría Roger Corman en dos clasicazos: ‘El hombre con rayos X en los ojos’ y ‘La obsesión’.
William Holden
Antes de que Rosalind Russell le arrancara la camisa en ‘Picnic’, William Holden (1918-1981) y su depilado torso ya eran estrellas. Lo comenzó siendo gracias a George Stevens en ‘Sueño dorado’, y ya la consagración le vendría de la mano de Billy Wilder en ‘El crepúsculo de los dioses’ (repetiría con él en ‘Sabrina’ o en la crepuscular Fedora’). Su filmografía está llena de obras maestras, muchas de ellas taquilleras porque él estaba al frente del reparto: ‘El puente sobre el río Kwai’, ‘Los puentes de Toko-Ri’, ‘El mundo de Suzie Wong’, ‘Cita en París’, ‘Grupo salvaje’…
Robert Taylor
Nos extraña que falleciera relativamente joven, ya con un aspecto muy envejecido que paseaba por coproducciones hispano-italianas como ‘La esfinge de cristal’ o ‘El rublo con dos caras’. La razón es que Robert Taylor (1911-1969) llevaba, o al menos eso nos parecía a muchos, toda la vida en el cine, ya desde los años 30 cuando era el Armand de ‘La dama de las camelias’ de Greta Garbo o el oficial que se enamoraba en ‘El puente de Waterloo’ de una “cantante” (léase prostituta) con el rostro de Vivien leigh. Los 50 y sus superproducciones históricas o de aventuras en la Mtero le consagrarían: ‘Quo Vadis’, ‘Ivanhoe’, ‘Las aventuras de Quintín Durward’, ‘Los caballeros del rey Arturo’, ‘Todos los hermanos eran valientes’… También hizo muchos westerns (‘Una vida por otra’, ‘La puerta del diablo’…) y una maravilla con Nicholas Ray: ‘Chicago años 30’.
Leslie Caron
La citábamos antes, al ladito de Louis Jourdan en la multipremiada y taquillera ‘Gigi’ a partir del texto de Colette, Lo de títulos así de eufónicos y cortitos ya le viene de la película que la lanzaría definitivamente en Hollywood: la psicoanalítica ‘Lili’, de Charles Walters, director que la dirigiría en otras ocasiones posteriores. Leslie Caron, nacida en 1931, podía empalagar al personal con su aspecto de colegiala de internado pijo suizo, pero sin ella (y su tirón durante un considerable periodo) no habrían sido posibles obras como la simpática ‘Papá piernas largas’, ‘Fanny’ o su sketch (de Vincente Minnelli) en la deliciosa ‘Tres amores’.
Jeff Chandler
Un devastador cáncer de huesos se llevó prematuramente a un excelente actor de carácter que puso de moda el pelo canoso y plateado antes que Stewart Granger y que Richard Gere. Jeff Chandler (1918-1961) encarnó con absoluta prestancia y verosimilitud a soldados (‘Invasión en Birmania’, de Sam Fuller) y a cowboys, fueran en el oeste o en péplums de estudio como el Atila de Douglas Sirk. O a indios como el de ‘Flecha rota’ de Delmer Daves. Las pocas veces que le dejaron hacer comedia no lo hizo mal.
Stewart Granger
Y de pelos plateados a sienes plateadas, las de Stewart Granger (1913-1993), británico que tras despuntar en su país natal (‘La madonna de los siete espejos’) llego en los años 50 a Hollywood para ser, poco a poco, el sustituto natural de Robert Taylor (coincidieron en ‘Todos los hermanos eran valientes’ y la crepuscular ‘La última caza’, de Richard Brooks) en las películas de aventuras: ‘Las minas del rey Salomón’, ‘El prisionero de Zenda’, ‘Scaramouche’… Solamente por haber estado en esa joya de Fritz Lang que es ‘Los contrabandistas de Moonfleet’ ya se mereció ese estrellato. Se retiró a Marbella, cercad de su amiga Deborah Kerr.
Alberto Sordi
Toda una institución en el cine italiano, europeo y mundial, Alberto Sordi (1920-2003) fue más que una estrella, fue un divo. Un divo irascible, peculiar, enemistado con colegas de profesión y con directores (luego se reconciliaba con ellos… para pelearse al cabo de unos meses). La comedia italiana (‘Venecia, la luna y tú’, ‘El marido’, ‘El gran amante’…) y maestros como Federico Fellini (’El jeque blanco’, ‘Los inútiles’) le elevaron a ese estatus. Desde los 60 escribió, dirigió y protagonizó sus propias películas, éxitos de taquilla como ‘Esa rubia es mía’ o ‘El sentido del pudor’.
Richard Widmark
Tirar a un inválido en silla de ruedas por unas escaleras mientras te ríes como se ríe el Joker de los Batman (en ‘El beso de la muerte’) fue lo que convirtió en estrella al hasta entonces actor de reparto Richard Widmark (1914-2008). Rubio con cara socarrona pero que seguro que escondía algo, ya pasó a ser el protagonista y el reclamo de títulos como ‘Pánico en las calles’, ‘Manos peligrosas’ o westerns de lujo como ‘La ley del talión’. John Ford contaría con él en ‘Dos cabalgan juntos’ y ‘El gran combate’. Trabajó con Don Siegel en ‘Brigada criminal’ y no le haría ascos al cine catastrofista setentero integrando el reparto coral de ‘El enjambre’.
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