Veterana del cine español
María Isbert ha tenido una vida tan larga como intensa. Su rostro es uno de los más conocidos del cine y la televisión en España, pues ha sido secundaria en más de 180 títulos. La actriz, que también se prodigó en el teatro, falleció el 25 de abril de 2011, a los 94 años, por un empeoramiento de sus procesos crónicos. Llevaba varios días ingresada en el Hospital de Villarobledo (Albacete).
Nacida el 21 de abril de 1917, la madrileña María Vicenta Ysbert Soriano fue hija de José Isbert, el inolvidable intérprete de Bienvenido Mister Marshall, considerado uno de los grandes del cine español de todos los tiempos, y de Elvira Soriano Picazo. Su padre intentó por todos los medios que no siguiera sus pasos en la profesión actoral –quería que estudiara–, pero una vez que se dio cuenta de que no podía impedirlo, le brindó todo su apoyo, y posibilitó que debutara a su lado, en 1939, en la obra teatral "Nuestra Natacha". María debutó en el cine en 1944 en La vida empieza a medianoche, de Juan de Orduña, donde interpretaba un pequeño papel.
Intervino en grandes clásicos del cine español, como Botón de ancla, Currito de la Cruz, Recluta con niño o Los ladrones somos gente honrada. Casada con el húngaro Antonio Spitzer, fue madre de siete hijos, entre ellos Toni Isbert y Carlos Isbert, que también se dedican a la interpretación. Su marido falleció prematuramente.
María Isbert también intervino en El cochecito y El verdugo, dos de los films más representativos su padre. Al igual que él, María Isbert tenía una gracia natural muy especial, que la hacía destacar en el terreno de la comedia, en títulos como Operación Mata Hari, ¡Cómo está el servicio!, Un adulterio decente, La tonta del bote, Los chulos, Los caraduros, etc. Pero también destacó en el terreno del drama, especialmente en Viridiana, uno de los grandes títulos de Luis Buñuel, donde era una de las pordioseras que acoge la protagonista. En teatro apareció en numerosos títulos como "Cianuro... ¿solo o con leche?", escrita y dirigida por Juan José Alonso Millán.
Fue una mujer muy creyente, que no tenía ningún complejo a la hora de declarar que comulgaba diariamente. "Los actores somos todos muy creyentes. Todos tenemos los camerinos llenos de estampitas. ¡Hasta el más ateo se santigua tres veces antes de salir al escenario", comentó en una ocasión.
Aún cuando ya tenía una avanzada edad, María Isbert seguía rodando a buen ritmo. Fue la Moucha –una bruja– enEl bosque animado, y la madre del mismísimo Filemón, la genial creación de Francisco Ibáñez, en La gran aventura de Mortadelo y Filemón, de Javier Fesser. Su último trabajo fue el drama Propios y extraños, drama dirigido por Manolo González en 2010.
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