Gracias a un estudio en el que ha participado el Instituto Catalán de Paleontología Miquel Crusafont (ICP) se han podido identificar los restos de una especie inédita de cocodrilo hallada a finales de los años 50 en los yacimientos del Pallars Jussà, en la provincia de Lérida. Se estima que tienen 70 millones de años.

Fue, concretamente, en el yacimiento de Suterranya-Mina de lignito donde se halló el fragmento de un cráneo parecido a un cocodrilo que fue, finalmente, estudiado en 2023 por Riccardo Rocchi (Universidad de Bolonia) y Bernat Vila (ICP), y que ahora se puede visitar en el Museu de la Conca Dellà de Isona.

Según ha informado este martes el ICP, tal y como recoge la Agencia EFE, los restos de este crocodiliforme pertenecen a una especie distinta a las ya conocidas de los yacimientos contemporáneos cercanos, lo que supone una nueva evidencia de la diversidad de fauna de vertebrados, más allá de los dinosaurios, que hubo en Europa durante el Cretáceo superior.

Fueron abundantes en Europa

La investigación, publicada en la revista Historical Biology, determina que el fragmento de cráneo encontrado pertenecía a un ejemplar de la familia de los alodaposúquidos, unos cocodriliformes hoy extinguidos que fueron muy abundantes en Europa durante ese período de tiempo.

Si bien en 2015 ya se describió un tipo de allodaposúquido (Allodaposuchus palustris) en yacimientos de Fumanya, en Barcelona, este ejemplar comparte más semejanzas con Allodaposuchus subjuniperus, una especie conocida solo en yacimientos más antiguos del Pirineo aragonés.

El fósil estudiado y esa especie comparten algunos rasgos de la región entre las órbitas y, a partir de un documento inédito que ahora ha salido a la luz, los investigadores han descubierto que durante su hallazgo también aparecieron unos dientes asociados al cráneo atribuidos a la especie Allodaposuchus subjuniperus.

De acuerdo con los investigadores, a pesar de todas estas evidencias, la naturaleza fragmentaria de los restos no permite atribuirlos de forma concluyente al Allodaposuchus subjuniperus, pero sí puede afirmarse que "indudablemente" no pertenece a la otra especie conocida, el Allodaposuchus palustris.

Vivían en un hábitat de una gran biodiversidad

Este hallazgo abre un escenario donde al menos dos especies distintas de allodaposúquidos posiblemente coexistían en el mismo ecosistema costero del Cretáceo superior.

Esto refuerza la creencia de que estas áreas representaban un hábitat con una gran biodiversidad, incluyendo cocodriliformes, dinosaurios, tortugas, peces, plantas y otros organismos que formaron una compleja red ecológica pocos millones de años antes de la extinción de todos los dinosaurios no aviarios.

El yacimiento de Suterranya-Mina de lignito se formó hace 70 millones de años en un entorno costero salobre, que formaba parte de las costas del archipiélago que corresponde a la Europa actual.

El ecosistema donde vivieron estos cocodrilos era una laguna cercana al mar, con confluencia de aguas marinas y otras que llegaban del continente y una abundante vegetación que favorecería posteriormente la producción de lignito