[Si eres de los que cree en los spoilers históricos, esos que siguen vigentes más de siete siglos después, no sigas leyendo... O reflexiona]

Entendemos que a veces las películas necesitan tomarse licencias creativas para adaptar historias reales a la pantalla, porque, bueno, no todo puede trasladarse en imágenes. Los eventos del pasado son a veces demasiado largos y complejos como para encapsularlos en dos horas de metraje sin alterar ni una coma ni convertirse en una tortura interminable. Pero lo de Braveheart fue otro nivel. Hace ya 25 años que la película dirigida y protagonizada por Mel Gibson irrumpió en Hollywood para mostrarnos un trozo de la historia de Escocia y de paso llevarse a casa cinco Oscars de la Academia. La película es icónica. Y también una mentirosa compulsiva.

Sí, William Wallace fue un rebelde escocés que luchó por conseguir la independencia de su país a finales del siglo XIII batallando espada en mano contra los ingleses y acabó descabezado en Westminster a los 35 años, convirtiéndose en uno de los grandes héroes de la historia de la región. Su figura es leyenda. El filme de Gibson representa ese tipo de producción hollywoodiana que en los años 90 era el pan de cada día en las carteleras y las galas de premios: la película prefabricada que convierte un trozo complejo de Historia en una amalgama de hechos reales e inventados. Objetivo: simplificar al máximo una historia borrando los claroscuros, tirando de millones de clichés y falseando una historia que quedaría para siempre grabada en nuestra memoria. Ese es el poder del cine: darle forma al pasado no vivido y esculpirlo en piedra en el imaginario colectivo.

Con motivo de su 25 aniversario, repasamos todas las mentiras que Braveheart nos contó sobre la revolución escocesa, desde amores que nunca existieron hasta un vestuario anacrónico, pasando por cambios aleatorios de ciudades y batallas que sonaban más épicas sobre el papel.

¡LIBERTAAAAAAAAAAAAAD... CREATIVA!

mel gibson en braveheart
Sunset Boulevard//Getty Images

William Wallace no era Braveheart

A ver, no podemos culpar a los productores de ponerle Braveheart a la película, porque es un nombre muy potente y el personaje tiene, claro, un corazón muy valiente. Pero, en realidad, William Wallace nunca se ganó ese nombre en vida, no hay evidencias de que nadie le llamase así jamás. Empezaron a hacerlo, eso sí, cuando cumplió su última voluntad de que su corazón fuese arrancado de su pecho a su muerte y llevado a Escocia. El que sí que ostentaba el nombre de Braveheart era Roberto Bruce, un héroe escocés que en la película sale muy mal parado.

La línea temporal es un caos

La primera en la frente: la película empieza en la Escocia de 1280, cuando los nobles escoceses se reúnen para decidir quién debería ser rey después de la muerte del Rey Alejandro III. Pero parece que llegaron un poco pronto. El rey estaba vivito y coleando por aquel entonces, y hasta el momento de su muerte en 1286 por un accidente con el caballo. Pero en la película es su muerte (y la masacre perpetrada por el recién alzado Rey Eduardo I en este encuentro) lo que empieza a mover los hilos de la historia, que también sugiere, erróneamente, que Escocia había estado sometida por Inglaterra durante décadas. En realidad, ambas naciones llevaban 60 años de paz y aún tendrían que pasar algunos años para que la revolución de verdad comenzase. La intención de este inicio de la historia quiere sentar las bases del odio de William Wallace a la violencia de los ingleses, mostrando cómo mataron a su padre y destrozaron su pueblo. Algo que, sorpresa, tampoco ocurrió.

braveheart
Paramount Pictures

¡Prima noctis no existía!

Conocida en español como derecho de pernada, prima noctis hace referencia al derecho que tenían los señores feudales de mantener relaciones sexuales con cualquier siervo que fuese a contraer matrimonio con otro miembro de su servidumbre. Como herramienta para mostrar los abusos de poder en épocas pasadas, es un recurso de lo más cruel, pero efectivo. El problema es que no hay ninguna evidencia en absoluto de que esta práctica existía en el periodo feudal, aunque a Hollywood le encante utilizarla en sus producciones.

Roberto Bruce no traicionó a William

Que haya errores históricos garrafales, bueno. Pero que conviertan a uno de los grandes héroes de la historia de Escocia en un traidor, eso ya duele. Toda película necesita un villano, y Braveheart lo encuentra parcialmente en Roberto Bruce, un noble escocés cuyos conflictos representan de forma bastante interesante (se debatía entre la lealtad al rey y sus deseos), pero al que acusan de traicionar a William Wallace. El protagonista le pide su ayuda con los nobles para iniciar la revolución, y más tarde se revela como uno de los soldados que batallan contra los escoceses. Es cierto que Bruce cambió de bandos en la vida real, pero no en ninguna situación que tuviese que ver con Wallace. Al contrario, siempre tuvo su corazón en Escocia, de la que se convertiría en rey en 1306, tras asesinar a su mayor adversario, John Comyn, en uno de los momentos más famosos de este periodo de la historia del país.

sophie marceau en braveheart
Archive Photos//Getty Images

Isabel de Francia tenía 9 años y no se enamoró de William

Eso de recordar a niñas como mujeres jóvenes precoces es una tendencia ampliamente extendida en el cine. Sophie Marceau, que por aquel entonces tenía 29 años, interpretó en la película el papel de Isabel de Francia, que en contra de lo que vemos estaba en su país natal aún ajena a los tejemanejes británicos. De hecho, nació en 1292 y apenas tenía 13 años cuando William Wallace fue ejecutado. No se casaría con el rey Eduardo II hasta 1307, a los 17 años, cuando todos los eventos del filme ya habían ocurrido. Por tanto, no pudo enamorarse del rebelde escocés y solo es un vehículo narrativo para darle un interés romántico. En Hollywood, eso no puede faltar.

¿Kilts y caras azules? No en esa época

No solo hay problemas con la línea temporal y las vidas individuales de los personajes, sino que Braveheart también cuenta con numerosos errores de vestuario y maquillaje. Por ejemplo, las famosas faldas escocesas, conocidas como kilts, quedan muy bien para crear una imagen típica del país, pero en realidad no se empezaron a utilizar hasta el siglo XVI, es decir, siglos después de los eventos que vemos en el filme. Es una de las prendas más reconocibles de la región, y quizás por eso pensaron que era la única manera de hacer que el público masivo relacionase ideas. Otro detalle es el de la pintura azul en la cara de los rebeldes escoceses, algo que los creadores tomaron prestado de la cultura celta de los Pict, y que dejó de utilizarse en el siglo V. No hay constancia de que los scots se pintaran las caras de ese color, ni tampoco de que se hiciesen trenzas en sus melenas largas como si fuesen vikingos. Pero todo el conjunto da una imagen muy rústica y rebelde, ¿no?

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Paramount Pictures

Los escoceses nunca saquearon York

Si no somos muy duchos en geografía británica quizás pasamos por alto que es imposible que William Wallace y compañía viajaran hasta la ciudad inglesa de York para saquearla en el tiempo que sugieren. Según Google Maps, se tardaría una media de 70 horas a pie entre el centro de Escocia y la población del condado de Yorkshire. La que sí saquearon fue Carlisle, a una distancia mucho más cómoda para ellos. ¿Por qué la película decidió cambiar estas localizaciones si no cambia en absoluto el devenir de la historia? Quién sabe. Quizás York sonaba más atractivo.

La batalla de Stirling fue mucho mejor en la historia real

Cada batalla en Braveheart está llena de épica, pero una de ellas sufrió muchos cambios. La batalla de Stirling fue en realidad La batalla del PUENTE de Stirling, donde los escoceses tendieron una emboscada a las tropas inglesas para derrotarlas con ingenio, y no con fuerza fruta. Lo contrario que vemos en la película, donde se antoja imposible que un grupo de hombres apenas armados o cubiertos con armaduras puedan acabar con un ejército bien entrenado como el inglés. En la vida real supieron que tenían una desventaja y utilizaron el espacio a su favor, con un puente por el que los ingleses tenían que pasar necesariamente y que se convirtió en una masacre: los ingleses caían al agua y se ahogaban por el peso de sus armaduras, el puente se rompió en dos por la presión de los soldados que se acumulaban intentando retroceder y los rebeldes consiguieron una victoria increíble gracias a su preparación. En la película, bueno... Tuvieron mucha fe en sí mismos.

la batralla de stirling
Wikipedia

Los irlandeses y los escoceses no se unieron en Falkirk

¡Qué momento! El ejército inglés está frente a los scots y, antes de mancharse las manos, envía a su división irlandesa para que se enfrenten a ellos. Ambos bandos corren al encuentro, pero, cuando se acercan, sonríen y se saludan. Chocan manos y se abrazan ante la mirada irritada del rey Eduardo I. Un momento que simboliza la hermandad entre las naciones oprimidas por la tiranía inglesa, pero que nunca ocurrió. Este enfrentamiento histórico, conocido como la Batalla de Falkirk, no contó con la presencia de irlandeses, aunque en la película esta mentira nos deja un momento entre divertido y reivindicativo. Lo que sí tuvo esta batalla fue un final amargo: los escoceses perdieron estrepitosamente y los supervivientes, incluido Wallace, tuvieron que huir.

La muerte de William Wallace fue más brutal

Si pensaste que la muerte del protagonista es suficientemente trágica, espérate a conocer la verdad de lo que ocurrió. Y no, no se puso a gritar ¡LIBERTAD! como un loco. Wallace fue capturado en 1305 en Glasgow y llevado hasta Westminster para su juicio, que ya estaba más que sentenciado. Condenado a muerte, le engancharon a una carreta y le arrastraron desnudo por el suelo durante todo el camino que le separaba del lugar de la ejecución, que fue pública. Allí, le cortaron la cabeza (hasta aquí llega la ficción) y después quemaron sus entrañas. Entonces, su cuerpo fue descuartizado, separado en varias partes que fueron enviadas a diferentes lugares del país: Newcastle, Berwick, Stirling y Perth. Un castigo implacable que quedó fuera, como tantas otras cosas, de la galardonada Braveheart.

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