El caso de Jimmy Hoffa, el asesinato (desaparición) más misterioso de la historia de EE.UU.

El irlandés de Martin Scorsese

El caso de Jimmy Hoffa, el asesinato (desaparición) más misterioso de la historia de EE.UU.

En la película «El irlandés», que Martin Scorsese acaba de estrenar, se especula con lo que pudo ocurrirle a Hoffa, un antihéroe americano, cuando trataba de recuperar el control del poderoso sindicato de camioneros tras pasar una temporada entre rejas

El líder sindical Jimmy Hoffa, fotografiado en el Aeropuerto Greater Pittsburgh en abril de 1971 REUTERS
César Cervera

Esta funcionalidad es sólo para registrados

Jimmy Hoffa no encarnó el sueño americano, al contrario. El célebre líder sindical forma parte del tanden de las persona más buscadas del país junto con la aviadora Amelia Earhart , desaparecida en el Pacífico durante uno de sus vuelos; los tres presos que lograron en 1979 fugarse de Alcatraz; y D. B. Cooper , el hombre que secuestró un avión Boeing 727 en 1971 y saltó en paracaídas desde la aeronave con 200.000 dólares. En la película «El irlandés» , que Martin Scorsese acaba de estrenar, se especula con lo que pudo ocurrirle a Hoffa, un antihéroe americano, cuando trataba de recuperar el control del poderoso sindicato de camioneros tras pasar una temporada entre rejas.

De la mano de la Fraternidad Internacional de Camioneros , una agrupación de sindicatos y de la que dependía todo el servicio de transporte del país, Hoffa, hasta entonces un camionero con carisma y lo puesto, se elevó en los años cincuenta como uno de los mayores líderes sindicales de EE.UU. Su poderosa organización laboral estaba compuesto, hacia 1957, por cerca de un millón de miembros.

Gracias a unos métodos nada convencionales logró importantes aumentos salariales y la dignificación de las condiciones de trabajo de los suyos. Se valió para ello de tácticas subterráneas, de una personalidad vibrante y, sobre todo, de la capacidad que tenía de chantajear a cualquier poder público con la mera amenaza de ir a la huelga. Hoffa, definido por Robert Bobby Kennedy como «el hombre más poderoso del país junto con el presidente» contaba con un botón capaz de parar todo EE.UU. en un tiempo en el que la red ferroviaria era una promesa.

JImmy Hoffa AP

Interrogado sobre sus agresivos métodos de persuasión, Hoffa contestó en cierta ocasión: «Yo le hago a los demás lo que me hacen a mí, solo que un poco peor». Desde su posición privilegiada, Jimmy Hoffa penetró sus tentáculos en la política y firmó una lucrativa asociación con la Mafia, que en esos años controlaba directa o indirectamente la mayoría de los sindicatos del país. Hoffa y la Mafia convirtieron los fondos de pensión de los camioneros en una especie de banco privado a servicio de sus intereses criminales. A cambio de este lavadero de dinero, la Mafia concedió al líder sindical todos sus deseos, que solían consistir en «pintar casas» y «hacer trabajos de fontanería».

Una lucrativa alianza con la Mafia

La primera vez que Frank «El Irlandés» Sheeran , interpretado por Robert De Niro en la película de Scorsese, habló con Jimmy Hoffa alardeó de lo manitas que era con algunas herramientas. «Me han dicho que pintas casas», afirmó Hoffa, lo que en el argot de de la Mafia significaba que mataba gente. Sí, «y también hago trabajos de carpintería», respondió Sheeran, o lo que es lo mismo: mataba y se deshacía luego de los cadáveres.

Por petición de Russell Bufalino , uno de los grandes capos de la Mafia en Pensilvania , Sheeran trabajó durante décadas de forma estrecha con los sindicatos de camiones. Pintando y poniendo clavos aquí y allá para Hoffa. La Mafia ganó mucho dinero en los cincuenta con un tipo de crimen organizado demasiado sofisticado para los medios policiales de la época.

Sin embargo, a mediados de esa misma década un suceso que rayó lo cómico sacó a la luz que la existencia de una organización secreta de origen italiano y su control sobre los sindicatos no eran ningún cuento. El 14 de noviembre de 1957, el célebre padrino Vito Genovese organizó una reunión con los jefes de la Cosa Nostra de todo en EE.UU., la llamada Conferencia de Apalachin celebrada en la casa neoyorquina de Joseph Barbara , que terminó de forma cómica cuando los jefes se vieron obligados a escapar por el bosque cercano ante la presencia policial. Un desenlace humorístico que colocó a la Mafia en la diana de los medios.

Fotografía de 1964 de un periodista entrevistando a Jimmy Hoffa en un juzgado federal de Chattanooga. APPhoto

El FBI lanzó una ofensiva completa contra el crimen organizado, cuya cruzada fue apadrina a nivel políticos, desde una comisión parlamentaria, por Bobby Kennedy . Hoffa sorteó el acoso judicial que le deparaba ser una figura pública con vínculos casi igual de públicos con mafiosos. Por el camino incluso ganó más poder con su victoria en las elecciones para presidir la Federación Internacional de Camioneros , pero se fue dejando trozos de su popularidad, tan preciada para sostener su posición, con cada lance judicial.

La victoria presidencial de John Fitzgerald Kennedy situó a su hermano en el puesto que Hoffa más temía. Bobby como nuevo fiscal general de EEUU. organizó un grupo de trabajo específico para atrapar al líder sindical con las manos en la masa. De esta manera logró una condena de trece años para el líder sindical por intentar sobornar a un jurado con la ayuda de la Cosa Nostra.

Una victoria judicial enturbiada por los nuevos vientos políticos. Cuatro años después, sin los Kennedy en la escena, el presidente Richard Nixon le indultó a cambio de abandonar la presidencia de la Federación y de no volver a realizar acciones sindicales en la siguiente década. Nixon, que había contado con el apoyo de los camioneros en las elecciones, supo cómo devolverle el favor.

Sin rastro ni pistas... hasta 2003

El camionero, al menos lo había sido en otra vida, no se conformó con la prohibición de participar en actividades gremiales cuando salió de la cárcel. El día que desapareció, 30 de julio de 1975, había quedado en el restaurante Machus Red Fox , en un suburbio de Detroit (Míchigan) , con el sindicalista Anthony Provenzano, hombre muy vinculado a la Mafia, como primer paso para restablecer todo su antiguo poder. Lo que está claro que a alguien no le interesó ni un pelo que lo lograra. Según le contó a su esposo en una llamada de teléfono desde el restaurante, Provenzano no acudió a la cita. ¿Quién lo hizo?

Su desaparición dejó escasos rastros. Además de a su esposa, el sindicalista llamó a un amigo y unos testigos identificaron a Hoffa junto a su coche. Al día siguiente encontraron su coche abierto pero sin rastro del sindicalista cerca del restaurante. El FBI no encontró más pruebas ni su cadáver.

A falta de datos fiables, Hoffa fue declarado presuntamente muerto en 1982. EE.UU. especuló una y otra vez sobre las circunstancias de su más que probable muerte sin dar con una respuesta exacta. La hipótesis más aceptada es que la Mafia, que había encontrado a otro primo más maleable para llevar el control de los sindicatos de transporte, le dieron boleto a «Australia» , o como se suele decir, la palmó. En el extremo más conspiranoico, se vinculó su posible muerte a que sabía quién ordenó realmente la muerte del presidente Kennedy y de su hermano, al que Hoffa no guardaba cariño precisamente.

Ese día a las 14:45 horas había quedado en el restaurante Machus Red Fox, en un suburbio de Detroit (Míchigan), con el sindicalista Anthony Provenzano, un hombre vinculado a la Mafia

La película de Scorsese se sirve, al gusto y de forma parcial, de las confesiones realizadas por Frank Sheeran antes de morir en 2003 para reconstruir los últimos días de Hoffa. En la última de las múltiples versiones que dio a lo largo de su vida, el gánster de Russell Bufalino afirmó que él había sido el responsable directo de la muerte de Hoffa aprovechando que, dado su amistad, el sindicalista no iba a salir huyendo al verle.

Charles Brandt escribió con esas confesiones su libro titulado «Jimmy Hoffa. Caso cerrado» (Crítica) . La causa de que le «pintaran» el cuerpo es que, lejos de aceptar su retirada, Hoffa amenazó a Bufalino de enviar todo tipo de pruebas a la prensa de sus actividades criminales. «Jimmy comenzó a irse de la lengua: en la radio, en los periódicos, en la televisión. Cada vez que abría la boca, soltaba algo sobre cómo se iba a encargar de poner en evidencia a la mafia y cómo la iba a expulsar del sindicato», relata el sicario. La Mafia se encargó de que no hablara más.

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación