“Sermones actuales sobre el discipulado cristiano: 30 reflexiones sobre la vida y mensaje de Jesucristo”, por David Enrique Tomasini - Protestante Digital

“Sermones actuales sobre el discipulado cristiano: 30 reflexiones sobre la vida y mensaje de Jesucristo”, por David Enrique Tomasini

El evangelio es lo primero, a saber, es la buena noticia del amor de Dios.

23 DE JUNIO DE 2022 · 17:45

Detalle de la portada del libro.,
Detalle de la portada del libro.

Un fragmento de “Sermones actuales sobre el discipulado cristiano: 30 reflexiones sobre la vida y mensaje de Jesucristo”, por David Enrique Tomasini (Editorial Clie, 2021). Puede saber más sobre el libro aquí.

Cap. 3 - ¡Sígueme!

Marcos 1: 14-20/ Marcos 2: 13-14

El texto […] presenta algunas verdades fundamentales acerca de lo que significa seguir a Jesús para cada uno de nosotros: 

1. Seguir a Jesús significa decir sí al evangelio del reino (Mr. 1:14-15). 

1.1. El reino de Dios. 

…Jesús vino a Galilea proclamando el evangelio de Dios, y diciendo: El tiempo se ha cumplido y el reino de Dios se ha acercado… El evangelio es lo primero, a saber, es la buena noticia del amor de Dios. Es un acontecimiento que ocurrió en la historia, en el “tiempo oportuno”. Es decir, en el tiempo en que Jesús, en su bautismo, tomó conciencia de los cielos abiertos de la gracia de Dios, de la plena presencia del Espíritu Santo sobre Él, y de su condición de Hijo amado de Dios. Y en ese tiempo comenzó, desde Galilea, a predicar el reino de Dios. El reino de Dios indica su soberanía en tanto creador, dueño y consumador de todo lo que existe. No obstante, el poder del mal existe y acarrea la muerte espiritual en la humanidad y la destrucción de la creación. En nuestro versículo, la expresión “reino de Dios” indica la victoria final de Dios sobre todo poder de deshumanización y muerte. Cuando Jesús dice: El tiempo se ha cumplido y el reino de Dios se ha acercado está afirmando que el reino de Dios ha llegado en Él mismo, en su propia persona, que ha descubierto el amor incondicional del Padre y ha vencido a Satanás en el desierto. Esta es la buena noticia. 

1.2. Jesús, anticipo del reino. 

Jesús, el Cristo, es la anticipación del reino final de Dios. Un nuevo orden ha irrumpido victorioso, aunque la lucha con el antiguo orden continúe. Durante la segunda guerra mundial un cristiano, que volvía desde la iglesia a su hogar, se cruzó con un amigo que le dio la novedad de que Hitler había invadido Rusia; el cristiano, que estaba más informado que el amigo, le respondió “pero los aliados han ganado ya la guerra”. La lucha continuó por varios meses, como sabemos, pero Hitler ya estaba vencido. De la misma manera, aunque nadie sepa Sermones actuales sobre el discipulado cristiano 48 cuándo, la lucha acabará, algo final y decisivo sucedió para el ser humano en la vida y obra de Jesús. El reino de Dios se ha acercado en Jesús; en Él hay victoria sobre el pecado y la muerte. La solución de los problemas que amenazan nuestra vida no depende simplemente de nosotros, viene de Dios. No estamos solos en medio de las adversidades de la vida. Tal como Jesús nos mostró, el Dios que reina es nuestro Salvador. Él es el vencedor. 

2. Seguir a Jesús significa seguirlo personalmente (Mr. 1:16a, 17a, 18b, 19a, 20; 2: 14). 

2.1. El llamado de Jesús. 

Mientras caminaba junto al mar de Galilea, vio a Simón y a Andrés, hermano de Simón… Y Jesús les dijo: Seguidme… Y… al instante… le siguieron. Yendo un poco más adelante vio a Jacobo, el hijo de Zebedeo, y a su hermano Juan... Y al instante los llamó… y ellos… se fueron tras Él. Y al pasar, vio a Leví, hijo de Alfeo… y le dijo: Sígueme. Y levantándose, le siguió. Jesús es la buena noticia del amor incondicional de Dios, con Él llega su reino. Por lo tanto, es Jesús quien nos llama a seguirlo. Siempre el amor de Dios está primero, siempre el llamado de Jesús está primero. Es un llamado de la persona de Jesús hacia la de cada uno de nosotros. El llamado de Jesús es “Sígueme”: “Sígueme a Mí”. No nos llama a cumplir ciertas leyes o convenciones sociales preconcebidas, nos llama a seguirlo a Él. No nos llama a satisfacer algunos ideales sociales, nos llama a seguirlo a Él. No nos llama a adherir a un sistema de doctrina, inevitablemente precario, nos llama a seguirlo a Él. ¿A dónde nos llama? No lo sabemos, no hay un programa. Nos llama a oír su voz diariamente y seguir sus pisadas a cada paso de nuestra vida. 

Hay una canción preciosa que dice: Tú me has mirado a los ojos, sonriendo, has dicho mi nombre, en la arena, he dejado mi barca, junto a ti, buscaré otro mar. La mirada de Jesús es tan penetrante que ve en cada uno de nosotros, no solo lo que somos, sino lo que podemos llegar a ser. No nos llama a seguirlo por nuestros méritos personales, ni por nuestra piedad. Nos llama a causa de su amor inmerecido y eterno. Nos llama con nuestras fortalezas y nuestras debilidades. Nos llama tal como somos, porque Él quiere hacer una obra de gracia en nuestras vidas. 

2.2. La respuesta al llamado. 

Recuerdo la profunda emoción que sentí a mis 17 años, sentado en un banco de la iglesia, cantando el himno que dice: Donde tú necesites que vaya, iré, a los montes, los campos o el mar. Decir lo que quieras, Señor, diré. Lo que quieras que sea, seré. Allí el Señor me llamó. Con lágrimas en los ojos, no dudé de obedecer el llamado. Luego vinieron las preguntas, las vacilaciones y las crisis; pero Dios ya había marcado a fuego mi alma. 

Los pescadores y Leví respondieron “al instante”. Evidentemente no era cualquiera el que llamaba: era un hombre lleno del poder de Dios, cuyo magnetismo subyugaba los corazones de quienes se cruzaban con Él. Pero la gracia de Dios, que nos llama a través de Jesús, se convierte en responsabilidad —habilidad de responder— para cada uno de nosotros. De modo que el amor y la gracia de Dios se hacen tarea y desafío para nosotros.

3. Seguir a Jesús significa arrepentirnos de nuestros pecados (Mr. 1:15b; 2:14). 

3.1. El arrepentimiento como primer paso. 

…el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos… Y al pasar, vio a Leví, hijo de Alfeo, sentado en la oficina de los tributos, y le dijo: Sígueme. Y levantándose, le siguió. El seguimiento a Jesús incluye el arrepentimiento de nuestros pecados. Todo aquel que sigue a Jesús cambia el estilo y el rumbo de su vida. Arrepentimiento (del gr. metanoia) significa cambio de dirección existencial. Leví dejó el banco de los tributos, abandonó esa ocupación a través de la cual traicionaba y robaba a sus compatriotas. Los cuatro pescadores también cambiaron el rumbo de su existencia, y no porque realizaran un trabajo indecente, sino porque Jesús les señaló otras prioridades. De otro modo, se habrían paralizado. Ninguno de nosotros puede seguir a Jesús mientras permanezca atado a algún banco de tributos; es decir, mientras no abandone lo que Jesús le muestra que debe abandonar y obedezca su voz. Nadie puede avanzar en su vida cristiana mientras lo esté desobedeciendo en algún punto. Quizá una enemistad con algún hermano, un pecado que nos tiene cautivos, proyectos en los cuales Dios no ha participado o razonamientos que nos alejan del Señor, pueden ser causas de estancamiento y parálisis en el seguimiento a Jesús. Ante Él es necesario abandonar las justificaciones propias, que nos endurecen más en la desobediencia. Ante su amor se hace muy difícil seguir viviendo en la enemistad, en la soberbia, en la promiscuidad y en la indiferencia: El amor de Cristo nos constriñe (2 Co. 5:14). 

3.2. El arrepentimiento respuesta de amor. 

El arrepentimiento es una respuesta al amor de Dios, a su llamado. Lo primero es el amor de Dios incondicional, ese amor nos vuelve a Él y nos transforma. Por lo tanto, el arrepentimiento no es una condición para entrar al reino de Dios, ni una obra de justicia propia a ser premiada. El arrepentimiento es una respuesta a ese amor inmerecido de nuestro Creador y Redentor. Es la reacción humilde, contrita y decidida de renunciar a todo lo que nos deshumaniza y dejarnos guiar por el Espíritu de Dios.

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