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viernes, mayo 31, 2024
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Cartas desde el Viejo mundo

Las dos historias del ferrocarril

Julio Salas Benavides

Hace más de un medio siglo, abordé con mi amigo un tren con destino al puerto de Arica, desde la histórica y emblemática estación central de trenes en la ciudad de La Paz. En ese entonces, el tren boliviano cubría el tramo entre La Paz y Charaña, donde una locomotora chilena terminaba el tramo hasta Arica.

Pero los días de gloria que yo admiré de mi viaje en mis años de juventud, aventurándome a visitar al puerto chileno de Arica, probablemente quedaron atrás. El servicio de pasajeros cerró en 1996, debido a la poca demanda y al hecho de que ahora hay carreras pavimentadas entre Bolivia y el norte de Chile. Los chilenos habilitaron el tramo de Arica hasta el territorio boliviano y ahora existe un autobús que recorre el tramo desde Chile hasta Bolivia.

El ferrocarril Arica – La Paz tiene una historia muy triste y turbulenta porque sufrió inundaciones y muchos problemas políticos. En algunos tramos los servicios fueron suspendidos por varias razones y poco a poco el tren que fue mi inspiración en los años 60 casi desapareció. Décadas más tarde, la vida me llevó a Inglaterra, un país que tiene una historia de ferrocarriles muy importante, ya que ellos inventaron la locomotora y los ferrocarriles y también ayudaron en la construcción del ferrocarril Arica – La Paz. Mi curiosidad por los trenes me llevó indudablemente a viajar en el ferrocarril más extraordinario del planeta. El sistema ferroviario en Gran Bretaña es el más antiguo del mundo. El primer ferrocarril público propulsado por locomotora fue inaugurado en 1825. La red ferroviaria británica está conectada con la de Europa continental por un enlace ferroviario submarino, el Túnel del Canal de la Mancha inaugurado en 1994.

En contraste de lo que pasó con Bolivia y Chile con el Ferrocarril Arica – La Paz, en 1988 Francia y Gran Bretaña decidieron construir el Eurotúnel debajo del Canal de la Mancha, con 4.000 obreros del lado británico y 4.000 del lado francés, que trabajaron para terminar en la fecha estipulada cada una de sus excavaciones, ya que se encontrarían a mitad de camino. Fue un gran festín de la moderna tecnología del ferrocarril.

El Canal de la Mancha ha sido un símbolo de la separación en el continente europeo. Separan 34 kilómetros de agua las costas francesas y británicas, lo que suponía un problema para el comercio europeo. Tras varios meses de preparativos y comprobaciones, el presidente francés François Mitterrand y su homóloga Margaret Thatcher firmaron el 29 de julio de 1987 un acuerdo para construir el Famoso Túnel del Canal o Eurotúnel, con un presupuesto de 4.500 millones de euros.

Ambos túneles se juntaron en 1991, quedándose a tan solo 35 centímetros de coincidir de manera exacta, lo que supuso todo un éxito. Sin embargo, la demora en el acondicionamiento interior supuso que la inauguración no se produciría hasta el 6 de mayo de 1994, un año después de lo previsto. Cuando la Reina Isabel II y François Mitterrand cortaron la cinta, el presupuesto total se había elevado hasta 15.000 millones de euros, procedentes de financiación privada. Al comienzo el túnel no tuvo una gran aceptación y británicos y franceses preferían utilizar el avión o el ferry. Sin embargo, los 35 minutos que se tarda en cruzar el Eurotúnel, la mitad de tiempo que viajando en barco, supuso un incremento en la afluencia de usuarios, mejorando incluso las previsiones iniciales. De tal manera que en los 10 primeros años de vida lo habían utilizado ya 150 millones de personas.

Desde otros ámbitos, el del transporte y el del comercio, el Canal de La Mancha es la vía marítima más transitada del mundo. A diario, según reportes oficiales, por allí cruzan más de 500 barcos. Algunos accidentes, los riesgos que implica el impredecible clima y, sobre todo, el tiempo y los costos del transporte de mercancías pusieron a todos a pensar en una solución definitiva.

Por supuesto, no era algo fácil, porque había demasiados intereses de por medio. Además, cualquier acción que se ejecutara requería no solo el esfuerzo, sino también el compromiso de Inglaterra y Francia, pero también de sus vecinos que se beneficiaban con el comercio. De hecho, y este es un dato muy curioso, el primero que habló de unir el continente fue el propio Napoleón.

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