No muchos thrillers de dos horas y media en torno a una trama de lavado de dinero son elegidos como su estreno de Navidad por un estudio de Hollywood (Miramax, entonces en manos de Disney). Aún menos si el reclamo romántico es la relación entre dos personajes de edades maduras interpretados por actores desconocidos para el público contemporáneo. Pero un nombre como el de Quentin Tarantino y las señas de identidad que hacen único a su cine todo lo pueden. En diciembre de 1997, hace 25 años, y entre enormes expectativas, el director que había revolucionado la escena independiente con la autoconsciencia, la verborrea explosiva y el pastiche de cultura pop de ‘Pulp Fiction’ (1994) regresaba a las salas con un nuevo trabajo, ‘Jackie Brown’.

Sin embargo, pese a mantener un estilo reconocible y el gancho de la presencia de Samuel L. Jackson, la película tenía un tono muy diferente y una profundidad dramática inesperada para aquellos que contaban con otra comedia violenta marca de la casa.

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Se trataba, y sigue tratándose, de la única vez en la que Tarantino trabajaba sobre material preexistente: la novela ‘Rum Punch’, de Elmore Leonard (que en España también fue editada con el título ‘Cocktail explosivo’), publicada en 1992. Lejos de usar el libro como punto de partida para llevarlo a terrenos conocidos y repetirse a sí mismo, el cineasta sorprendió con una adaptación fiel, que respetaba los temas de Leonard, la lógica de sus personajes y el amor noir, sin coartada ni distancia irónica de ningún tipo. Una de las mejores películas de los años 90.

Era un desafío artístico, con el que aspiraba a demostrar su versatilidad y variedad de registros, lo que no necesariamente implicaba traicionarse a sí mismo: a su gazpacho personal de referencias, esta vez añadió tintes de blaxploitation (como se conocía a las películas de consumo rápido de los años setenta hechas por y para la comunidad negra) y cambió el color de la piel de la heroína de la novela, cuyo nombre pasó de Jackie Burke a Jackie Brown como homenaje a su actriz, Pam Grier, protagonista de uno de los títulos clave del movimiento, ‘Foxy Brown’ (1974). Tarantino también reutilizó la banda sonora que Roy Ayers compuso para 'Coffy' (1973), el otro gran trabajo de Grier.

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Una de las críticas más repetidas hacia ‘Jackie Brown’ fue la de su duración, la misma que la de ‘Pulp Fiction’, pero considerada excesiva para la historia que contaba en solo unos pocos escenarios. En Variety, el periodista Todd McCarthy señalaba la “ardua tarea” que para Tarantino suponía realizar un largometraje que estuviera a la altura del anterior y de ‘Reservoir Dogs’ (1992), para dictaminar que su nuevo trabajo era “indudablemente demasiado largo y carente de la agudeza y la audacia de las películas que lo pusieron en boca de todos”. No obstante, Tarantino encontró un defensor en uno de los críticos más famosos del mundo, Roger Ebert: “Los que dicen que es muy larga han desarrollado un déficit de atención cinematográfico”.

“No tengo ningún problema con quien piense que es larga”, respondió el director en una entrevista para televisión. “Lo que me gustaría es que los críticos, en lugar de creer que estoy cometiendo un error, asumieran que la película es así porque yo lo pretendía”. Durante su explicación, citó otra referencia clave para él: ‘Río Bravo’ (1959), de Howard Hawks. “La historia de ‘Río Bravo’ es aún más pequeña que la mía y dura también dos horas y media. Me interesaba esa sensación de salir por ahí con los personajes, no presentarlos a la manera de una película, sino conocerlos y vivir con ellos”, argumentó.

Lejos de las cifras de ‘Pulp Fiction’ (que superó los 100 millones de dólares en su carrera doméstica), ‘Jackie Brown’ no llegó a los 40 millones en Estados Unidos, aunque cubrió holgadamente su presupuesto (12 millones). En los Oscar, únicamente obtuvo una nominación: la de Robert Forster, el otro intérprete de la película recuperado del olvido, como Mejor Actor de Reparto. Con el éxito del mucho más sangriento díptico de ‘Kill Bill’ (2003-04), que Tarantino estrenó tras seis años de silencio, el tercer trabajo del director quedó momentáneamente como un aparte en su filmografía, un título que no era el favorito de nadie y que pocos fans elegían como ejemplo de por qué amaban al cineasta. 25 años después, sin embargo, los homenajes a la película han acabado llevando a una reconsideración general sobre el lugar que merece en la breve y brillante trayectoria de su responsable.

Envejecer

Ver en perspectiva ‘Jackie Brown’ permite, de entrada, hacerlo lejos del ruido o las apasionadas discusiones que rodean cada estreno de Tarantino, una energía particularmente contraria al ritmo sosegado que tiene la película. Otro factor que ayuda a su reevaluación es la edad del público al que se dirige: los adolescentes de los noventa que habían elegido ‘Reservoir Dogs’ y ‘Pulp Fiction’ como epítome de lo cool a duras penas iban a identificarse con el sincero romance, cocinado a fuego lento, entre un hombre de 56 años y una mujer de 48. Si la película ha conseguido llegar a espectadores que normalmente no conectan con el cine de Tarantino es por su inusual apuesta por la emoción, a contracorriente de la generación de autores independientes de entonces, más nihilistas y cínicos.

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La historia de ‘Jackie Brown’ parece difusa porque el foco no está puesto en el intento de estafa que involucra a los personajes, sino en los propios personajes. Esa atención a lo que está atravesando cada uno es lo que lleva a Tarantino, en su clímax, a obtener “uno de los mejores besos de la historia” del cine, en palabras del prestigioso crítico de The Guardian Peter Bradshaw.

Aunque las mujeres fuertes ya son un tropo en la obra del cineasta, ‘Jackie Brown’ fue la primera película de Tarantino con una protagonista femenina. La Novia que encarnó Uma Thurman en ‘Kill Bill’, el grupo de chicas capitaneado por Zoe Bell en ‘Death Proof’ (2007) o ese Ángel de la Muerte encarnado en Mélanie Laurent que hacía justicia desde una pantalla de cine a los nazis de ‘Malditos bastardos’ (2009) vinieron después del personaje de Pam Grier. También el interés del director en la blaxploitation se ha seguido desarrollando en su filmografía posterior: la sola existencia de ‘Django desencadenado’ (2012) invita, de nuevo, a replantearse sustancialmente la idea de que ‘Jackie Brown’ pueda ser considerado un título descolgado del corpus de su autor.

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Kill Bill

A esos elementos inaugurados aquí se suman otros rasgos del ya conocido estilo tarantiniano que vuelven a aparecer, solo que de un modo distinto al de sus predecesoras. La desmitificación de la figura del criminal como alguien patético que también se equivoca sigue su evolución en el papel de Robert de Niro, un exconvicto poco lúcido que habla con murmullos y que, en un triste intento por retener la autoridad masculina frente a las burlas de la joven a la que da vida Bridget Fonda, acaba sellando su destino y proporcionando la coartada perfecta a sus adversarios. Asimismo, pese a la estructura mayormente cronológica, el uso de la multiplicidad de puntos de vista nuevamente sirve para enriquecer la narrativa, pero no tanto a nivel argumental sino de construcción del drama de los personajes.

En este sentido, ‘Jackie Brown’ contiene uno de los usos de la música más interesantes del cine del director, que no es precisamente decir poco. Además del icónico tema que abre y cierra la película, ‘Across 110th Street’, de Bobby Womack, letra con una historia de supervivencia y lucha en consonancia con lo que vive la propia Jackie, Tarantino recurre a un tema del grupo de R&B de los sesenta The Delfonics como leitmotiv en el enamoramiento de Max (Robert Forster) por la protagonista. El agente de fianzas, al mismo tiempo que escucha por primera vez la canción ‘Didn’t I (Blow your mind this time)’ en el piso de Jackie, parece también, en ese momento, descubrirla a ella con otros ojos y darse cuenta de lo mucho que le gusta. Un momento al que volverá una y otra vez comprándose la cinta de casete para escucharla en bucle en su coche.

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En el libro, la canción no aparece, pero hay un recurso similar: un poema de Barry Gifford, autor de la Generación Beat, que acababa con los versos “Dime, Terry, / cuando eras joven, / ¿tus amantes eran amables?”.

Chicas que adoran las armas

Tarantino, admirador de Elmore Leonard, ofreció al autor de ‘Rum Punch’ leer el guion antes del rodaje, temeroso de que lo desaprobara. Los resultados no pudieron ser más positivos: Leonard lo consideró no solo la mejor adaptación que se había hecho nunca de una obra suya, sino el mejor guion que había leído. No hay desvíos importantes en lo que cuenta la película con respecto al libro: más allá de eliminar la subtrama del asalto de Ordell (Samuel L. Jackson) a la casa de un nazi y omitir que Max tiene una esposa de la que se está separando, ‘Jackie Brown’ sigue casi al dedillo los acontecimientos de la trama. De hecho, la eliminación de la cónyuge de Max inyecta aún más honestidad a su historia de amor, puesto que Jackie ya no es presentada como un soplo de aire fresco en comparación con nadie, sino como una mujer completamente fascinante para el personaje, sin excusas.

Los vídeos de ‘Chicas que adoran las armas’, que Ordell, el villano, enseña a su socio Louis Gara, son también una invención tarantiniana: en el libro, se indica que él muestra vídeos de armas a sus potenciales clientes, pero no que aparezcan chicas en bikini probándolas. Con ello, se retrata la objetivación femenina y la misoginia del entorno, otro tema que será troncal en la filmografía del director.

Otra elección determinante de Tarantino es dejar el sexo fuera de la historia de Jackie y Max. En la novela, ambos tienen relaciones desde la mitad de la narración, mientras que en la película solo llegan a darse un beso en el clímax. Bajo esta idea se encuentra la base del enfoque de la adaptación: todos los personajes se definen en función de las líneas que están dispuestos a traspasar para conseguir lo que quieren, y muchas veces se quedarán sin obtenerlo porque no se atreven o se sienten intimidados. Las mujeres de ‘Jackie Brown’ tienen más arrestos que los hombres. Al fin y al cabo, citando a Pam Grier: "Mi familia me enseñó que las mujeres tenemos que ser autosuficientes". Y no solo es el caso de la mujer del título, también el de la chica a la que interpreta Bridget Fonda, que invita al personaje de De Niro a conspirar contra Samuel L. Jackson, pero los códigos jerárquicos y la actitud pusilánime de él le hacen descartar el plan instantáneamente.

Max elige no irse con Jackie cuando se lo ofrece por un motivo que no se verbaliza explícitamente, pero en el que parece tener un peso importante el miedo al cambio y el miedo a la propia Jackie, de la que se encuentra completamente prendado. En la novela, aún más ambigua al respecto, se apunta también a uno de los policías, Ray, como interés amoroso.

Si bien el personaje no tiene demasiada entidad, la interpretación de Michael Keaton y su visto bueno a repetir en forma de cameo un año después en ‘Un romance muy peligroso’ (1998), de Steven Soderbergh, también basada en un libro de Leonard, ofrece una conexión curiosa entre los dos títulos a modo de pequeño universo cinematográfico. Siguiendo este hilo, ‘Jackie Brown’ también cuenta con una precuela cinematográfica apócrifa: ‘Vidas criminales’ (2013), de Daniel Schechter, que sigue a los personajes de Samuel L. Jackson y Robert de Niro quince años antes de los acontecimientos de la película, con Yasiin Bey y John Hawkes en sus papeles, respectivamente.

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Aunque Tarantino ha admitido que, sin su afán por homenajear a ídolos de su infancia y revitalizar sus carreras, las primeras opciones que tuvo para Jackie y Max fueron Angela Bassett y el propio Robert de Niro (a quien, según filtraciones del rodaje, no gustó nada el cambio de rol), cuando Robert Forster falleció, el director no dudó en señalar que su elección para 'Jackie Brown' fue una de las decisiones más acertadas de su vida. Acabó convirtiéndose en la película más famosa tanto de él como de Pam Grier, cuando parecía que ninguno iba a volver a protagonizar ningún largometraje. Mientras Grier se dedicaba a hacer pequeñas apariciones como guiño cómico y kitsch a otro tiempo en películas como ‘Mars Attacks!’ (1996), ‘2013: Rescate en L.A.’ (1996) o ‘El alucinante viaje de Bill y Ted’ (1991), Forster se encontraba sin representante e inmerso en las profundidades de la serie B, encadenando papeles secundarios en productos como ‘Maniac Cop 3’ (1993) o la doble secuela ‘Scanners 5: Scanner Cop 2’ (1995).

Como la revitalización que experimentaron ambos intérpretes, cuyas emocionantes actuaciones cosecharon alabanzas prácticamente unánimes, ‘Jackie Brown’ ha seguido un recorrido lento pero firme hasta su reconocimiento como uno de los grandes títulos de Quentin Tarantino. En los reportajes que se han publicado por sus sucesivos aniversarios, su título siempre va precedido del adjetivo “infravalorada”. Un cambio de paradigma coherente con el giro que experimentan unos personajes que, a sus edades, tampoco contaban con descubrir a alguien que les cautivase. O una estupenda canción de hace décadas que nunca se habían parado a escuchar.

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Jaime Lorite

Periodista y cantante punk, vio 'Holmes & Watson: Madrid Days' el viernes de estreno y un día se puso el objetivo de que le pagaran por escribir sobre pelis de tortas y de gente con las tripas por fuera. Podría estar consiguiéndolo.