Las 13 lecciones de 'El club de los poetas muertos'
Repasamos 13 lecciones de que aprendimos con 'El club de los poetas muertos', cuando Robin Williams se convirtió en el profesor que todos hemos querido tener.
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Más de tres décadas después desde que Robin Williams protagonizara ‘El club de los poetas muertos’, John Keating sigue siendo el profesor que todos hemos querido tener: inspirador, inconformista, libre pensador, y alguien de quien aprender trece lecciones.
Hace siete años, en agosto de 2014, el mundo del cine recibió la triste noticia. Robin Williams nos había dejado para siempre. El hombre que nos levantó el ánimo tantas veces en la gran pantalla, estaba pasando por una depresión. Paradojas de la vida. Y de Hollywood también. El público tenía que despedirse de una sentada de Parry, del Genio, de la Sra. Doubtfire, de Sean Maguire y de tantos y tantos más. Muy variados y en diferentes géneros, pero un rol en el que siempre se sentó bien Williams, fue en el de mentor. Bien como profesor de cole pijo, vestido de mujer, con melenas y barbas o prestando su voz al Genio de la lámpara creado por Disney. La lista de su filmografía es larga, pero muchos llevan dentro al profesor John Keating.
El mentor de los mentores. El ejemplo de maestro. El profesor que todos y todas hubiéramos querido. ¿Quién no se ha sentido al final de la película con ganas de subirse al pupitre como Ethan Hawke? John Keating es un referente dentro del séptimo arte. Él quería librepensadores en sus clases y no a chavales que se dejaran llevar por las normas y la dura disciplina. Y por supuesto les enseñó uno de los mejores lemas que se pueden aprender en esta vida: "Carpe Diem".
Robin Williams fue encontrado colgado de un armario con su cinturón en su casa de Paradise Cay (California). Un par de años después, su última mujer, Susan Schneider, publicó un artículo en la revista Neurology titulado ‘El terrorista dentro del cerebro de mi familia’, donde explica el infierno que atravesó el actor a raíz de una enfermedad, demencia de cuerpos de Lewy, cuyos síntomas son similares al Parkinson y al Alzheimer. Aunque los demonios podrían haberlo perseguido desde largo tiempo atrás, dados sus problemas con el alcohol y la cocaína, en los 70 y 80, confirmándose, por enésima vez, la teoría del payaso triste: todos los cómicos tienen el corazón herido.
"La cocaína no es nada nuevo; ha formado parte de Hollywood desde el principio", comentó en su día. "Es la presión, creo. La gente la usa para aliviar eso, y para mí era para adormecerse y olvidar. Me metí coca para no tener que hablar con nadie. Para mí era un verdadero sedante, una forma de alejarme del mundo".
Pero quedémonos con lo bueno y repasemos todo lo que ‘El club de los poetas muertos’ nos enseñó.
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