Hasta el fin del mundo (2023), de Viggo Mortensen

Tras la guerra contra Austria y Prusia el danés Holger Olsen emigra a la Unión, en el Nuevo Mundo, donde comienza a trabajar como carpintero. En San Francisco, se enamora de Vivenne Le Coudy, florista francocanadiense de enorme temperamento que se mudará con él a una choza en las afueras de una ciudad fronteriza. Cuando estalla la Guerra Civil, Olsen siente que debe alistarse con el ejército del Norte, así que deja sola por un tiempo a Vivienne, que encuentra trabajo como camarera en un bar. Por desgracia, llama la atención de Weston, joven violento con el que nadie se mete por ser hijo de Jeffries, corrupto cacique del lugar.

Segundo trabajo como realizador de Viggo Mortensen, que al igual que el primero, Falling, también protagoniza y escribe en solitario, y además ha compuesto la banda sonora. La estrella se supera a sí mismo con un western al que se puede aplicar aquella etiqueta tan socorrida de “de hechuras clásicas”, pues a John Ford le habría interesado un libreto similar, que hasta cuenta con un villano con sombrero negro, al más puro estilo de la tradición del género. Tiene muchos elementos en común con Appaloosa, del también actor reconvertido en director Ed Harris, donde Morgensen sólo participaba como intérprete, pues comparte el realismo sucio de la reconstrucción histórica, describe también un oeste lleno de inmigrantes, y pone especial énfasis en mostrar la vida de las mujeres en aquel período histórico.

Qué bien le quedan a Mortensen las secuencias metafóricas que muestran a su heroína, hablando sobre Santa Juana de Arco, con quien tiene similitudes, o de niña esperando un caballero andante. O un simbólico momento en el que Olsen (el mismo Mortensen), en una exposición de cuadros en la que parece no encajar, endereza sin embargo un cuadro torcido, pues le molesta todo aquello que no está colocado como debiera… Como realizador apuesta por un estilo sencillo y tradicional, que apuesta por dejar que se luzcan los actores, en lugar de mostrar complejos movimientos de cámara, la misma estrategia que tan buenos resultados le proporciona a Clint Eastwood. Ha escogido también una estructura a base de flash-backs, que en un primer momento desconcierta un poco, pero enseguida todos los elementos quedan bien hilados.

El romántico relato habla también de temas como el sentido del deber, e invita a pensar sobre el camino de la venganza, despojado de sentido. Aunque Viggo Mortensen borda a su personaje, el típico vaquero lacónico, saca más partido al suyo Vicky Krieps, que compone una Vivienne compleja, autosuficiente pero también con sus puntos débiles. No están mal los secundarios que pintan el típico microcosmos de estos relatos, pues está el villano local, Weston Jeffries (Solly McLeod); su poderoso padre, Alfred Jeffries (Garret Dillahunt); el alcalde corrupto Rudolph Schiller (Danny Huston); y el apacible encargado de la taberna (W. Earl Brown).