Falso movimiento

La quinta película del director alemán Wim Wenders indaga en el fenómeno de la creatividad, de la producción artística, aquí escrita, en la figura de un individuo que se halla expuesto a una temible falta de inspiración. A modo de una pugna desesperada en pos de aquello que más se anhela, Wilheim Meister, personaje goethiano, escritor frustrado, emprende una búsqueda sin destino lógico ni sustento racional; se trata de entender la aleatoriedad de las percepciones como elemento básico de la construcción literaria. Wilheim encuentra en el examen de la realidad una fuente inagotable de sensaciones, a partir de una premisa palpable: para escribir siempre es mejor observar que inventar. La interacción con el entorno, con personajes extraídos de diversas capas sociales, supone para Wilheim una etapa trascendental en ese camino hacia el aprendizaje pleno, hacia la consagración de la autoría. En este caso, la referencia literaria, ‘Los años de aprendizaje de Wilheim Meister’, se convierte únicamente en una excusa para iniciar un nuevo camino exploratorio, en favor de una mirada inédita, alejada de las convenciones sociales.

Uno de los primeros largometrajes del realizador alemán Wim Wenders, basado en un guion escrito por Peter Handke que dejó una estela enorme de diálogos basados en la novela Wilhelm Meisters Lehrjahre (Los años de aprendizaje de Wilhelm Meister, 1795) de Johann Wolfgang von Goethe, a los que el realizador le hizo unos breves apuntes en la ruta que los personajes llevan en el filme.

Para esta primera etapa del cine de Wenders, incluidos sus cortometrajes iniciales, el guion fue su gran problema, mencionando que al provenir de la pintura, la fuerza de las imágenes iban a estar por encima de los diálogos, sintiendo no tener la capacidad de crear buenos diálogos, lo que lo llevó a trasladar novelas del texto al cine sin mayores cambios como hizo con Die Angst des Tormanns beim Elfmeter (El miedo del portero ante el penalti, 1972).

Incluso su filme más reconocido de la época, Alice in den Städten (Alicia en las ciudades, 1974) parte de cierta línea argumental pero que conforme se fue filmando fue tomando su propio camino y construyéndose, así se pueden identificar algunos otros trabajos más que siguen esta idea como Im Lauf der Zeit (En el curso del tiempo, 1976).

Pero más allá de este primer esbozo de la carrera cinematográfica de Wenders, hablando propiamente del filme en cuestión que se sale de ese panorama en cuanto al guion, Falsche Bewegung si comparte otro aspecto que ha sido recurrente en la filmografía del realizador, tanto en ese inicio como posteriormente, sus personajes trasladándose, una Road Movie.

Los personajes movilizándose en la búsqueda de sus intereses o de redescubrirse, en este caso el protagonista es Wilhelm (Rüdiger Vogler), un aspirante a escritor que es impulsado por su madre para salir de su pueblo al norte de Alemania y dirigirse a la ciudad de Bonn, capital de la República Federal Alemana, en la búsqueda de inspiración.

En el transcurso del viaje, va a conocer a una serie de personajes que se van a unir en su aventura, mientras Wilhelm intenta avanzar en la escritura de su libro y en los poemas que escribe, así el filme se desarrolla por distintos parajes, la ciudad poco a poco comienza a apropiarse de la pantalla frente al factor rural que es el primordial.

Si bien es cierto estos personajes le acompañan y marcan ciertas referencias en su viaje, lo cierto es que al protagonista lo único que le interesa es la labor por la cual inició el viaje, en una clara suerte narcisista que claramente también lo va a enfrentar a estos personajes que como es de esperar, en algún momento van a separarse de su aventura.

Wenders presenta una sociedad que se muestra distante y fría, aleja a su protagonista y el mismo de cualquier tema político, también utiliza el humor negro para manejar el drama que lleva en el filme, de hecho, la escena final está cargado de esto, cuando después del viaje llega al borde de un acantilado, ¿qué hizo ahí? Wenders termina su largometraje.

Falsche Bewegung no es una película agradable de ver, el humor está pero no sostiene siempre al filme, la mayoría de las conversaciones se pierden en lo banal y la incapacidad de poder ver concretado un avance significativo en lo deseado por el protagonista, esto hace que la historia se convierta solo en un andar sin pies ni cabeza.

Un escritor en ciernes al que le ha abandonado la inspiración.
Dicen que lo mejor es que si vuelve te pille trabajando, sin embargo nuestro protagonista se marcha de casa y decide ir a una gran ciudad, para buscar inspiración o algo así. En el camino se une a todo bicho raro con el que se encuentra y cuando no se dejan llevar por la molicie y la apatía generalizada, dan algún paseo o mantienen conversaciones desganadas.
Si de esas experiencias saca algo de chicha para iniciar una novela, no se menciona.
Lo dicho, un rollo; el falso movimiento fue pulsar el botón de "play" y si conseguí no apretar el de "stop" hasta completar sus 100 minutazos, es por los bonitos paisajes alemanes, esos ríos majestuosos y navegables y ciudades grises que aparecen.

¿Andaba por entonces Wenders empachado de Dreyer y por eso realizó una ñapa como ésta, sin argumento definido, de personajes estólidos y puesta en escena austera, con la que ingenuamente pretendía inducir a la contemplación y así sumergirse en la intimidad del alma? Sea así o no, está claro que ponerte ante semejante atajo de antipáticos, aburridos de estar ociosos y que lo único que están dispuestos a hacer es dejarse llevar por la inercia y perorar ad eternum sobre las vaguedades más superfluas, es, como poco, una broma de muy mal gusto puesto que querer adentrarse en semejantes sujetos es como hacer turismo en una cámara de gas a pleno rendimiento. No creo pues que haya casualidad alguna en que Handke venere a Milosevic y también haya firmado este guión. Hay que ver lo mal le caemos todos!

Sea falso o auténtico, si algo falta aquí es movimiento. Consigue que las películas de Tarkovsky parezcan la Jungla de Cristal. Es tan machacona que no me extrañaría leer por ahí que tuvieron que repetir un montón de tomas porque los técnicos y los asistentes se les iban cayendo redondos al suelo, mareados por el indigesto tedio de la acción, rompiendo así la lánguida atmósfera del rodaje. Mientras van en tren, dan un paseíto o matan el rato tirados en algún sofá los plastas se van observando unos a otros con el mismo asco con el que uno podría mirar un armario repleto de cabezas humanas y seguro que tácitamente se pican a ver cuál de ellos resulta más insoportable. No consiguen ser mínimamente interesantes ni por error. A personajes así se les esquiva como a apestados, no pasas el tiempo con ellos.

Y te dices que bueno, que de un momento a otro se van a dar cuenta que no merecen seguir viviendo y por propia iniciativa se suicidarán uno detrás de otro si no en grupo. Y no, a ese respecto no hay suerte. El único placer que proporciona esta película es finalizar. Has perdido 100 minutos de tu vida que podrías haber empleado en cosas más provechosas como por ejemplo enviarle un e-mail a tu perro o hablarle en inglés a la nevera. Ahora averigua el paradero de Wim Wenders, ves a por él y tírale de las greñas hasta que pida perdón.

Wendersito, amiguete, las pajas mejor en privado.

Las cosas que uno termina viendo. Yo simplemente estaba buscando una imagen de Mignon en Google. Luego sale esta película que supuestamente está basada en el Wilhelm Meisters Lehrjahre de Goethe.

Como me gusta mucho esa obra me animé a ver la película y lo que tengo que decir es lo siguiente: descontando el hecho de que el protagonista de la película se llama Wilhelm, no existe absolutamente ningún lejano parecido con la obra de Goethe. También hay una niña que se llama Mignon y es una saltimbanqui, pero no por esta clase de detalles vamos a decir que la película está inspirada en la obra de Goethe.

Yo clasificaría esta película dentro del género de "perdedores que no le hallan sentido a su vida y no contentos con amargarse ellos quieren amargar al resto de personas", puah, si pudiera legislar sobre estas cuestiones (según el juego mental de Julian Barnes) prohibiría totalmente este género de películas.

En resumen, la vi completa, y si alguien va a verla esperando encontrar mínimamente algo de la obra de Goethe saldrá inmensamente decepcionado como lo estoy yo ahora mismo.