No te resultará raro oír que casi todo el mundo tiene una abuela, un tío abuelo o algún otro familiar lejano que vivió en Brooklyn, o quizás algún amigo que vive aquí ahora. A principios del siglo XX, esta ciudad fue el destino principal de los inmigrantes que llegaban a través de la Isla Ellis. Un siglo más tarde, muchos artistas y profesionales jóvenes abandonaron Manhattan para huir de sus precios abusivos y eligieron Brooklyn para buscar sitios más asequibles y espacios más abiertos. Barrios como Brooklyn Heights y Park Slope, que habían caído en el olvido y estaban en pleno deterioro, se acondicionaron y resurgieron como referentes urbanos modernos y cosmopolitas. Atraviesa a pie o en bicicleta el histórico Puente de Brooklyn (o coge el metro) hasta llegar a Brooklyn Heights para dar un paseo por la avenida marítima y maravillarte con las arrebatadoras vistas del horizonte de Manhattan. Pasea por el parque Prospect Park y visita el Jardín Botánico de Brooklyn para sentir la naturaleza en esta jungla urbana. Ve a ver algún espectáculo en la mundialmente famosa Academia de la Música de Brooklyn. Los deliciosos restaurantes italianos de Bensonhurst, los bares irlandeses situados junto a las avenidas de Bay Ridge, los perritos calientes, las montañas rusas de Coney Island, los bagels, las pistas de frontón de Greenpoint y muchas otras cosas más no solo contribuyen a que Brooklyn sea una comunidad dinámica, sino también una ciudad con personalidad propia. Descubre por qué los que se vienen a vivir aquí, sea cual sea la zona, se sienten auténticos residentes de Brooklyn.

Conocida como el vecino duro de Nueva York, con un gran aeropuerto internacional, Newark es un destino por sí mismo. La ciudad se está revitalizando y tiene sus propias atracciones, incluidos varios parques grandes, galerías de arte y edificios arquitectónicamente significativos. El Museo Newark es un complejo de exposiciones de arte y ciencia, un minizoo, un planetario y mucho más. Las obras de baile, música y teatro tienen lugar en locales como el Centro de artes escénicas de Nueva Jersey, así como el Salón Sinfónico de Newark.

El condado de Westchester County, una serie de ciudades dormitorio para la limítrofe Ciudad de Nueva York, también es la entrada al valle del río Hudson, una zona que promete una plétora de actividades al aire libre, desde vela hasta observación de aves, pasando por esquí de fondo. En el condado también se encuentra Rye Playland, un popular parque de recreo para niños, sitios históricos que datan de la Revolución Americana, el sendero African American Heritage Trail y varias residencias famosas, incluyendo Lyndhusrt, una mansión del gótico.

Las finas arenas de Varadero son tan seductoras como las suaves olas del canal de Kawama. El conocido mafioso Al Capone solía frecuentar los complejos turísticos de la costa; la ciudad aún conserva el glamuroso lustre que ha atraído de forma histórica a los grandes apostadores. Las mansiones convertidas en museos son los destinos favoritos de los aficionados a la historia cubana y aquellos que sientan inclinación por actividades menos académicas se encontrarán en su salsa en un curso de golf o en un barco de pesca. Los amantes de la naturaleza pueden embarcarse en un día de aventura explorando las cuevas, los cayos y los bosques vírgenes.

Una ciudad atrapada en el tiempo, La Habana cautiva la imaginación como ninguna otra. Su glamour decadente es el resultado de la cuidadosa reconstrucción de la era colonial sobre un fondo de colorido irresistible. Pasea por El Malecón, que bordea el mar; visita La Habana Vieja y la Catedral de San Cristóbal; y disfruta con la música de salsa, los bazares al aire libre y las fiestas hasta la madrugada.

Los ciudadanos americanos aún deben superar algunos escollos antes de visitar Cuba, pero como ya saben los visitantes de todo el mundo, esta isla ofrece increíbles oportunidades de intercambio cultural. La Habana es una mezcla de arquitectura del viejo mundo y cultura actual. Deja la capital y dirígete a la pequeña villa de Trinidad para ver más arquitectura colonial española. Ha sido declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco y es una magnífica base de operaciones para visitar el Valle de los Ingenios, una planicie que antaño era el centro de la industria del azúcar en Cuba.

Claramente influenciada por la cultura tribal de los guanches (sus habitantes originales), a Tenerife llegaron los conquistadores españoles hace 500 años. Aquí se encuentra El Teide, el pico más alto de España, y el conocido complejo turístico de Los Gigantes. Actualmente los visitantes se amontonan para ver las aves tropicales de Loro Parque, el Tenerife Zoo Monkey Park y las formaciones de roca volcánica del Parque Nacional de Las Cañadas del Teide. Explora la isla en coche o con un billete bono bus con el que tendrás descuentos sobre el precio habitual.

Sevilla, que fue fundada en sus orígenes como ciudad romana y ahora acoge tres sitios declarados Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, rebosa del encanto de la antigüedad. El complejo palaciego del Alcázar es un imponente collage de estilos arquitectónicos y la catedral te impresionará por su belleza y por ser el lugar de sepultura de Cristóbal Colón. El Metropol Parasol es la mayor estructura de madera del mundo: una descomunal mezcla de líneas onduladas y entramados que alberga un mirador y una zona comercial.

En Madrid hay tantos edificios con aspecto de castillo, que creerás haber entrado en un cuento de hadas. Incluso el ayuntamiento es sorprendente, con sus pináculos blancos y características neogóticas. Un recorrido autoguiado por la arquitectura podría empezar en la gran estatua del oso en la céntrica Puerta del Sol. Paséate por el fantástico Palacio Real antes de impregnarte de la belleza natural del Parque del Retiro y, después, visita alguno de los muchos museos de la ciudad. Podrías rematar de forma ideal cada día con un poco de paella y pequeños sorbos de rioja.

Barcelona tiene un aire de surrealismo, lo cual es apropiado, ya que Salvador Dalí vivió un tiempo en la ciudad y el arquitecto catalán Antoni Gaudí diseñó varios de sus edificios. Al entrar en el Templo Expiatorio de la Sagrada Familia se tiene la sensación de haber pasado al otro lado del espejo; un viaje que se puede continuar con una visita al Parc Güell. Saborea una sangría en la terraza de alguna cafetería en Las Ramblas mientras observas a los llamativos artistas callejeros y crea tu propio banquete móvil tapeando de bar en bar.