Mathias Malzieu es mejor conocido por su banda de rock Dionysos, pero sus talentos lo han llevado a escribir novelas y dirigir películas. Esas tres habilidades se juntan en “A Mermaid in Paris” (Une sirène à Paris), su segundo largometraje y adaptación de un libro que él mismo escribió.

A Gaspard (Nicolas Duvauchelle) le han roto el corazón muchas veces y parece estar resignado a la soledad. Ama la música, es muy nostálgico y tiene un serio apego a las cosas materiales. Un día, saliendo del romántico restaurante donde trabaja (y canta), se encuentra con una sirena herida, y tras recibir nula atención médica del IMSS parisino, decide llevarla a casa para curarla él mismo. 

La sirena se llama Lula (Marilyn Lima) y no le tiene confianza a los hombres. De hecho, utiliza su canto como arma: cuando un hombre la escucha, cae bajo un hechizo de obsesión y su corazón explota. Pero Gaspard es inmune y puede convivir con la sorprendida sirena sin problema alguno. Así, entre cuidados y canciones los dos comienzan a enamorarse.

Mientras tanto, Milena (Romane Bohringer) la ahora viuda de una víctima de Lula descubre la existencia de la sirena y comienza a reunir pistas para encontrarla y cobrar venganza por la muerte de su amado. Es un conflicto básico que provee de cierta aura de peligro a la trama: sabes que entre el amor de Gaspard y Lula, hay una tormentosa nube acercándose. 

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¿Una criatura del mar enamorándose de un humano? Tal vez estés pensando en “La Forma del Agua”, pero esto es mucho más simple. En “A Mermaid in Paris” solo encontrarás una linda historia de amor con tintes cómicos: no es ningún logro especial pero sí uno que vale la pena explorar.

El filme carece de emotividad y la relación entre los protagonistas no podría haber sido más genérica. Para tener el corazón roto, vaya que Gaspard está urgido porque no tardó nada en enamorarse de su nueva compañera de tina. Al hombre se le cae la baba. Es más, en el primer acto solo tiene afecto por su gatito, pero un día después, tras un peligroso incendio en casa ni siquiera se preocupa por saber si su adorable minino está a salvo. Solo corre a ver cómo está Lulu. Perdón, pero esta relación amorosa desarrollada a lo largo de una noche es risible y cae en los más grandes clichés del género. 

Y es que “A Mermaid in Paris” le falta ingenio en el guión. A pesar de tener una premisa tan valiente, es triste ver que su ejecución narrativa sea tan genérica. El romance es exactamente lo que esperas y los personajes principales nunca te vuelan la mente; más bien, la española Rossy de Palma (“Mujeres al borde de un ataque de nervios”) les roba la película a todos interpretando a una chismosa, amigable y carismática vecina.

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Afortunadamente, el filme cuenta con una hermosa estética visual. El estilo de Malzieu recuerda al de Tim Burton de antaño y sí, tiene un toque de Guillermo del Toro. El realismo mágico se hace presente, y Malzieu deslumbra con hermosa fotografía, imaginativo montaje y uno de los scores musicales más destacados del año. Y aunque la ” target=”_blank” rel=”noreferrer noopener”>canción homónima, interpretada por Dionysos te explica con palitos toda la trama, es una delicia auditiva. Claramente, la música es el núcleo de la película.

Malzieu le sacó el mayor provecho artístico a su reducido presupuesto. Al no utilizar pantallas verdes, el filme se siente más auténtico y no recuerdo alguna toma que haya roto la ilusión de fantasía.

“A Mermaid in Paris” tiene cierto encanto derivado del estilo visual de Malzieu, pero si no te importa el valor artístico del filme, es probable que la inocente historia y el poco convincente romance no logren mantener tu atención.

“Une sirène à Paris tuvo su premiere norteamericana en Fantasia Fest 2020. Ya se encuentra disponible para renta y compra en Cinépolis Klic.