Recep Tayyip Erdogan, 20 años de poder marcados por un creciente autoritarismo - Historia
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Recep Tayyip Erdogan, 20 años de poder marcados por un creciente autoritarismo

En esta foto de archivo del miércoles 16 de octubre de 2019, el presidente Recep Tayyip Erdogan se dirige a los legisladores de su partido gobernante en el Parlamento en Ankara, Turquía.
En esta foto de archivo del miércoles 16 de octubre de 2019, el presidente Recep Tayyip Erdogan se dirige a los legisladores de su partido gobernante en el Parlamento en Ankara, Turquía. AP - Burhan Ozbilici

El actual presidente turco es la figura política más importante en lo que va de siglo en Turquía y afronta este 14 de mayo unas elecciones igualadas que lo enfrentarán a una oposición deseosa de acabar con sus dos décadas al mando. Erdogan llegó a la jefatura de Gobierno en 2003 y con tintes islamistas y nacionalistas ha ido acaparando poder dentro del Estado turco, especialmente tras sufrir un intento de golpe de Estado militar en el año 2016.

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20 años después de su primera victoria, Recep Tayyip Erdogan quiere ser reelegido este 14 de mayo para un nuevo mandato. Enfrente tiene a una oposición que pretende terminar con dos décadas de poder en las que se ha priorizado el ultranacionalismo, el islamismo y un marcado personalismo en torno a la figura del presidente. Algo que no hará fácil la victoria opositora a pesar de contar con aspectos a favor, como la profunda crisis económica y la mala gestión del Gobierno en el terremoto que asoló el sureste de Turquía el pasado febrero. Pero, ¿cómo alcanzó Erdogan tanto poder en este tiempo?

Su ascenso a la jefatura de Gobierno en 2003 fue histórico. Erdogan, un reconocido islamista, ganó unos comicios parlamentarios en una nación que se había distinguido durante el siglo 20 por ser un ejemplo de secularismo. Y lo hizo gracias a una fuerte crítica de la gestión estatal del terremoto que asoló a la ciudad de Izmit en 1999 -un sismo que dejó más de 17.000 muertos- y a un discurso europeísta que contrasta con sus posturas actuales. Así hablaba poco después de ser elegido.

 

"Dado que la mayoría de la población turca es musulmana, el éxito turco en el proceso de la Unión Europea será un gran ejemplo para otros países musulmanes y mostrará cómo la democracia puede convivir muy bien con el islam, con un gobierno muy claro y competente.

 

Erdogan comenzó desde sus inicios a deconstruir un estado levantado durante décadas en la base del kemalismo, es decir, la neutralidad internacional, el acercamiento a Occidente y la laicidad en todos los ámbitos públicos. Y lo hizo gracias a un discurso populista que funcionaba entre la población rural y la clase trabajadora. Erdogan se mostraba como un político con valores islámicos y de orígenes humildes, algo que le ayudó a ser reelegido en 2007 y 2011.

 

El presidente estadounidense Bush, a la derecha, estrecha la mano de Recep Tayyip Erdogan, a la izquierda, líder del partido gobernante turco AK, mientras participan en una reunión en la Sala Roosevelt de la Casa Blanca, el 10 de diciembre de 2002 en Washington. Erdogan, que aspira a un tercer mandato como presidente en las elecciones de mayo, cumple 20 años en el cargo el martes 14 de marzo de 2023.
El presidente estadounidense Bush, a la derecha, estrecha la mano de Recep Tayyip Erdogan, a la izquierda, líder del partido gobernante turco AK, mientras participan en una reunión en la Sala Roosevelt de la Casa Blanca, el 10 de diciembre de 2002 en Washington. Erdogan, que aspira a un tercer mandato como presidente en las elecciones de mayo, cumple 20 años en el cargo el martes 14 de marzo de 2023. AP - Pablo Martinez Monsivais

Protestas en el parque Gezi y giro autoritario

Durante los primeros años, prácticamente nadie cuestionó su talante democrático pero la situación cambió con el inicio de las protestas en el Parque Gezi de Estambul en junio de 2013. Lo que comenzó como una manifestación ecologista contra la destrucción de este espacio, fue contestado con violencia policial y represión gubernamental. Algo que fue duramente criticado y que generalizó la movilización en las principales ciudades del país contra los 10 años de gobierno que por esa época llevaba en el poder Erdogan.

Pero esto no trajo muchos cambios. Erdogan se presentó a la presidencia en 2014 y obtuvo la victoria. El primer paso en su deriva autoritaria, que se confirmaría tras el intento de golpe de Estado en su contra de julio de 2016. En esa sublevación, una parte del Ejército intentó derrocarlo sin éxito, produciéndose unos 290 fallecidos en apenas dos días. El oficialismo acusó al teólogo Fetullah Gulen, antiguo aliado de Erdogan de instigarlo, pero lo cierto es que este evento propició que Erdogan acometiera las reformas que llevaba años esperando.

Estas se aprobaron a través de un referendo que salió con el 51,4% de los votos. Y consistían en la creación de una república presidencialista con casi plenos poderes para el jefe de Estado, la reducción del poder parlamentario, la facultad presidencial de elegir a la mitad de jueces del Tribunal Constitucional y la ampliación de los mandatos a cinco años.

 

El presidente ruso, Vladímir Putin, a la derecha, y el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, conversan durante su reunión, mientras un miembro de seguridad intenta impedir que los fotógrafos tomen imágenes, en el palacio Konstantin, a las afueras de San Petersburgo, Rusia, el martes 9 de agosto de 2016.
El presidente ruso, Vladímir Putin, a la derecha, y el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, conversan durante su reunión, mientras un miembro de seguridad intenta impedir que los fotógrafos tomen imágenes, en el palacio Konstantin, a las afueras de San Petersburgo, Rusia, el martes 9 de agosto de 2016. AP - Alexander Zemlianichenko

Turquía como potencia regional clave en la geopolítica de Medio Oriente y África

Facultades que facilitaron el aumento de la represión contra opositores y medios de comunicación críticos durante los siguientes años. En materia internacional se alejó de sus aliados occidentales y mantuvo una agresiva acción exterior en Medio Oriente y África, lugares donde ha intentado convertirse en una potencia regional a través de su intervención en conflictos como la guerra civil siria, la guerra civil libia o el conflicto entre Azerbaiyán y Armenia por Nagorno Karabaj.

Situaciones a las que se suma la crisis de refugiados hacia Europa, en la que Turquía se ha convertido en un estado tapón de flujos migratorios a cambio de cuantiosas cantidades económicas. Un acuerdo cuestionable que entró en marcha tras la crisis de 2015, provocada por la inestabilidad en Medio Oriente, pero que es de una fragilidad extrema, ya que Erdogan lo ha usado en varias ocasiones como método de presión a Bruselas. Así habló en 2016 frente a refugiados sirios. 

 

"Turquía ha aceptado el acuerdo de refugiados de la Unión Europea no por dinero, sino para evitar que esas personas migrantes reciban un trato despectivo en las fronteras europeas.

 

Desde esa crisis, el papel de Turquía como potencia regional se consolidó al igual que su figura como mediador entre Occidente y otras potencias como Rusia o China. Algo que se ha podido vislumbrar en acuerdos como la exportación de grano en medio de la guerra de Ucrania.

Sin embargo, esta hábil estrategia ambivalente en política internacional -hay que recordar que Turquía es aliado de Moscú pero, a la vez el segundo miembro más importante de la OTAN- puede que no sea suficiente para revalidar su poder, ya que la profunda crisis económica que azota a Turquía desde hace años, sumado a su gestión del terremoto de febrero de 2023, que dejó casi 48.000 fallecidos, podría ser clave para poner fin a 20 años de erdoganismo.

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