Una niña (2020)

El parisino Sébastien Lifshitz es un cineasta especializado en el mundo LGTBI, etc., etc., con una ristra a sus espaldas de documentales sobre la temática homosexual, gay, lesbianismo, transexualidad... Ahora acomete en Una niña un tema especialmente delicado, el de un chiquillo que desde su más tierna infancia siente que es una niña. Es lo que se llama “disforia de género”. Cómo afecta esto a su vida, a sus relaciones infantiles, a su familia, a su madre, a sus compañeros de colegio es el tema de la película.

Sasha tiene ocho años y se siente niña desde los tres años. Aunque en el documental se dice que “no se siente”, sino que es una niña “en un cuerpo de niño”, en palabras de su madre. De hecho, aunque también escuchamos declaraciones del padre, es la propia madre la que lleva el peso de la película: por medio de entrevistas cuenta la historia de su retoño, el impacto inicial, la vergüenza, el dolor hasta aceptar definitivamente la vida y las preferencias de Sasha. Ella misma se siente culpable –¿qué he hecho mal?, se repetía–, sobre todo debido a que cuando estaba embarazada deseaba tener una niña...

Se habla de las dificultades sociales, de la difícil aceptación entre sus compañeros, entre los profesores, personas intolerantes al decir de su madre. Y es que en especial vemos la lucha de ésta para que las autoridades del colegio acepten la condición de Sacha. Y, mientras, se intercalan también imágenes cotidianas y viejas grabaciones familiares, idílicas, de los años de la primera infancia. Cinematográficamente la película desprende sensibilidad pero puede resultar un tanto pesada, monolítica, porque una vez presentado el problema, no hay más.

Lógicamente Una niña se enmarca de lleno en la ideología de género. Y aunque nos hace comprender el drama humano de una situación extremadamente difícil de afrontar en el núcleo familiar (algunas planos de su madre y de Sasha llorando enternecen), en todo momento hay una clara toma de postura hacia una visión de la sexualidad alineada con los estándares actuales de lo políticamente correcto. Hasta el punto de que un niño sin uso de razón pueda decidir sobre su vida y su futuro. De cualquier forma la situación es harto complicada.