CVC. Rinconete. Arte. Retrato de Felipe II, por Elena Paulino Montero.
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Martes, 22 de junio de 2010

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ARTE / Claroscuro

Retrato de Felipe II

Por Elena Paulino Montero

Sofonisba Anguissola, perteneciente a una noble familia de Cremona, se había formado como artista con Bernardino Campi y Bernardino Gatti, y fue una pintora de reconocido talento, especialmente en el ámbito de la retratística. Fue invitada por Felipe II a la corte de Madrid en 1569, donde, sin embargo, ejerció como dama de compañía de la nueva reina Isabel de Valois, no como artista. Desconocemos en gran parte las obras que realizó durante estos años en España ya que ni suelen estar firmadas, ni figuran en los libros de cuentas, puesto que no ejerció la pintura como profesión en Madrid y muy habitualmente regaló los cuadros que pintaba. Pese a ello, las pocas obras de Sofonisba que conocemos con seguridad son enormemente interesantes dentro del contexto de formación y codificación del retrato cortesano.

Su llegada a la corte coincidió con un periodo clave en la formación de este tipo de retrato, con pintores como Antonio Moro, Alonso Sánchez Coello o Jorge de la Rúa que, partiendo de los modelos tizianescos, trataron de elaborar un tipo de retrato cortesano que no sólo debía presentar la imagen concreta del personaje retratado, sino su autoridad. El retrato de aparato debía transmitir la idea misma del poder. Existe, por tanto, una dualidad, una tensión propia del retrato de corte, ya que debe conciliar la verosimilitud y el realismo con el idealismo y la dimensión simbólica y atemporal del poder.

Dentro de esta dualidad, Sofonisba plantea una síntesis entre el retrato propiamente cortesano y el retrato privado, intentando conciliar la naturalidad con lo ceremonioso y el realismo con la belleza. En este caso elimina todo el aparato del retrato de corte, que se centraba en los trajes o en los elementos simbólicos que rodeaban a la figura. La atención se centra en la cara y las manos del rey, que destacan de forma muy marcada sobre el fondo, un rasgo que se percibe ya en sus obras de juventud. Mantiene el modelo clásico de retrato regio español, con la figura de pie, junto a un sillón en el que suele apoyar una mano. Sin embargo no representa la figura de cuerpo entero, sino que la corta a la altura de la cintura y el sillón aparece apenas indicado por el brazo y una parte del respaldo. La mano del rey que se apoya en el sillón originalmente tocaba el Toisón de oro que cuelga de su pecho, y fue modificada en 1573 para que hiciera pareja con otro retrato de Ana de Austria, cuarta esposa del rey.

Destaca la preocupación por la luz, que modela suavemente la figura y se concentra en las partes más expresivas del retrato: la cara, las manos, el Toisón de oro y el puño de la espada. De esta forma consigue resaltar todos los elementos simbólicos propios de los retratos de aparato que, efectivamente, se encuentran en este cuadro, pero evitando la rigidez escenográfica que se había impuesto. Sofonisba parte de la tradición anterior y de los nuevos modelos de retratos de aparato que se estaban configurando en ese momento en torno a la corte madrileña. Pero va más allá e incorpora su propia formación italiana y su sensibilidad para crear un tipo de retrato mucho más cercano y sencillo en el que destaca el detalle religioso íntimo, apenas exhibido, del rosario que lleva el rey en su mano izquierda.

Sabemos que este cuadro fue muy del gusto del rey, que recompensó muy generosamente a la pintora por él.

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