Un interruptor automático termomagnético o breaker es un dispositivo de protección eléctrica que se encarga de cortar el suministro de energía en caso de una sobrecarga o un cortocircuito. Su función es evitar daños en los equipos y cables conectados a la red eléctrica, así como posibles incendios o electrocuciones.
Un breaker está compuesto por dos partes principales: un elemento térmico y un elemento magnético. El elemento térmico actúa como un sensor de temperatura que detecta el aumento de la corriente eléctrica y se calienta progresivamente. Cuando la temperatura supera un límite establecido, el elemento térmico se deforma y libera un mecanismo que abre el circuito. El elemento magnético, por su parte, actúa como un imán que atrae una pieza metálica cuando la corriente eléctrica alcanza un valor muy alto en un corto tiempo, como en el caso de un cortocircuito. Al atraer la pieza metálica, el elemento magnético también abre el circuito y corta el suministro de energía.
Los breakers se clasifican según su capacidad de interrupción, su curva de disparo y su número de polos. La capacidad de interrupción indica la máxima corriente que el breaker puede interrumpir sin dañarse. La curva de disparo indica el tiempo que tarda el breaker en abrir el circuito según la intensidad de la corriente. El número de polos indica el número de conductores que el breaker puede controlar. Existen breakers monopolar, bipolar y tripolar, según si controlan una, dos o tres fases de la red eléctrica.
Los breakers son elementos indispensables para garantizar la seguridad y el buen funcionamiento de las instalaciones eléctricas. Se deben elegir los breakers adecuados según las características y necesidades de cada circuito, y se deben revisar periódicamente para comprobar su estado y funcionamiento.
