Nazismo

Heinrich Himmler, el siniestro nazi que ejecutó el Holocausto judío

Paradójicamente considerado por su amigoscomo una "buena persona", Himmler se convirtió en el ejecutor del Holocausto que llevó a la muerte a millones de judíos.

Imagen de Heinrich Himmler tomada en el año 1942.

Foto: CC-BY-SA 3.0

Heinrich Himmler tal vez sea uno de los personajes más siniestros de la historia, aunque de pequeño era considerado por sus allegados "un buen muchacho". De hecho, el joven Heinrich, nacido el 7 de octubre del año 1900, era un chico enclenque, con unos ojos muy azules, y muy miopes, y tan sensible y delicado que incluso cenar un poco más fuerte de lo normal le producía malas digestiones. Ya de adulto, sus jefes lo verían como a alguien eficiente y muy cumplidor, aunque anodino. Pero el tiempo lo cambia todo...

Aquel hombre gris al que sus superiores solo querían porque "tenía una moto", que adoraba el orden, el ajedrez y que había sido consentido en exceso por su madre, acabó convirtiéndose en unos de los máximos artífices del Holocausto y en la cabeza visible de un enorme entramado militar, económico y policial que lo convertiría en el hombre más poderoso y temido después de Adolf Hitler. Con todo el poder en sus manos, Heinrich Himmler fue el encargado de concebir un plan criminal dirigido a acabar con la vida de más de seis millones de personas conocido como la Solución Final.

Un niño "delator y estúpido"

La infancia del pequeño "Heini", como le llamaba su familia, estuvo marcada por una educación católica y conservadora. Fue un buen estudiante, aunque como deportista dejaba mucho que desear. Durante su infancia, sus compañeros de clase siempre decían que Heinrich no podría matar ni a una mosca (para ello tendrían que pasar algunos años) y que siempre estaba dispuesto a agradar a sus profesores. Aquel enorme deseo de brillar en los estudios le hizo abandonar el deporte y aceptar sin cuestionarla una tarea que le impuso su padre: debía espiar a los demás alumnos para obtener información sobre sus familias. Así, adquirió fama de "soplón" y aquello le hizo granjearse la animadversión de sus compañeros de clase, que además lo consideraban un completo estúpido.

El pequeño Heini aceptó la tarea que le impuso su padre: espiar para él a los demás alumnos de clase para obtener información sobre sus familias.

Heinrich Himmler junto a Adolf Hitler en el año 1941.

Foto: Cordon Press

Finalmente, Himmler dejó la escuela y comenzó su entrenamiento como cadete el 1 de 1918, antes del final de la Primera Guerra Mundial. Pero el 11 de noviembre de 1918, antes de que finalizara su entrenamiento, Alemania se rindió y firmó el armisticio que daba fin al conflicto, por lo que no pudo entrar en combate. Así, tras la firma del tratado de Versalles, Himmler estudió Agricultura en la Universidad Técnica de Múnich, donde ingresó en una fraternidad nacionalista. Allí empezó a leer literatura de índole racista y de ultraderecha. Al terminar sus estudios, Heinrich Himmler no solamente había obtenido su titulo, sino que además se había convertido en un fanático nacionalista y en un convencido activista político.

Culto a la raza

Para algunos jóvenes idealistas de entreguerras, como Himmler, aquellos eran tiempos oscuros, ya que estaban convencidos de que los principios nacionales estaban desapareciendo. Sin pensárselo dos veces, Himmler se alistó en el Freikorps Oberland (una organización de paramilitares voluntarios) para luchar contra los bolcheviques, a los cuales identificaba con los judíos. Así, mientras trabajaba en una planta procesadora de estiércol cerca de Múnich, Himmler contactó con los nacionalsocialistas a través del jefe de personal de las SA, Ernst Röhm, y en el mes de agosto de 1923 se unió al Partido Nacionalsocialista (NSDAP), en el que muy pronto demostró un gran activismo. El 9 de noviembre de 1923 participó en el fallido Putsch de Múnich, un golpe de Estado perpetrado por Adolf Hitler para derrocar al Gobierno, pero su escasa relevancia dentro del partido hizo que la policía no lo detuviera, aunque sí perdió su empleo.

Himmler se alistó en el Freikorps Oberland (una organización de paramilitares voluntarios) para luchar contra los bolcheviques, a quienes identificaba con los judíos.

Heinrich Himmler, Ernst Kaltenbrunner y otros oficiales de las SS visitando el campo de concentración de Mauthausen en 1941.

Foto: CC-BY-SA 3.0

Tras el fracaso del Putsch y sin trabajo, Himmler fue contratado como secretario y asistente personal del político y farmacéutico alemán Gregor Strasser (que fue asesinado durante la conocida como "Noche de los cuchillos largos"). Desde su nuevo cargo, Himmler empezó a labrarse una reputación como gran orador, con discursos que ponían el énfasis en la conciencia racial, el culto a la raza aria y la lucha contra los eternos enemigos de Alemania: el capital judío, el marxismo, la democracia liberal y los pueblos eslavos. Mientras su reputación política iba en aumento, en 1928 se casó con Margarete Conczerzowo, con la que tendría una hija, Gudrun, que nació un año después.

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Pasión por el ocultismo

El 6 de enero de 1929, Adolf Hitler nombró a Himmler Reichsführer (comandante en jefe) de las SS, que en aquel momento dependían de las SA, las Secciones de Asalto del NSDAP. Himmler vio en ello un trampolín para ascender en el partido y no tardó en convencer a Hitler de que le permitiera ampliar las bases y crear una fuerza de élite al servicio del Führer. En sus propias palabras, quería crear "una verdadera orden de hombres nórdicos formada por soldados nacionalsocialistas" que estuviera inspirada en el modelo de los caballeros teutónicos. Himmler se veía a sí mismo como a una reencarnación del rey sajón Enrique I el Pajarero, que según la tradición germana sentó las bases del Imperio alemán.

El 6 de enero de 1929, Adolf Hitler nombró a Himmler Reichsführer (comandante en jefe) de las SS, que en aquel momento dependían de las SA.

Himmler es recibido por Francisco Franco en el Palacio del Pardo en 1940.

Foto: Cordon Press

De este modo, Himmler dio forma a una organización que superaba ya los 200.000 afiliados, creando todo tipo de servicios pensados para el bienestar de los miembros de las SS y de sus familias. Himmler, que en 1931 creó la Oficina de Raza y Asentamiento, fue acumulando poder en sus manos. El 9 de marzo de 1933 fue nombrado presidente provisional de la policía en Múnich y poco después, comandante de la Policía Política de Baviera. A finales de 1934, Himmler dominaba todos los departamentos de la policía política estatal de Alemania y los centralizó en una nueva organización: la Gestapo (Geheime Staatspolizei). El Reichsführer creó asimismo centros de estudio, como la Escuela de Administración SS y la Ahnenerbe (Sociedad para la Investigación y la Enseñanza de la Herencia Ancestral) dedicada a la búsqueda del origen de los arios.

Su pasión por las ciencias esotéricas hizo que cada vez estuviese más interesado en la astrología, y finalmente decidió consagrar el castillo de Wewelsburg como centro de sus teorías espiritualistas y neopaganas. Allí, los máximos jerarcas de las SS debían llevar a cabo diversos ejercicios de purificación. Entre las actividades que auspició esta organización estuvo una expedición al Tíbet en busca del origen de la raza aria y un viaje a la abadía de Montserrat en 1940, un lugar que Himmler identificaba con el mítico Montsalvat de Parsifal (uno de los caballeros de la Mesa Redonda del rey Arturo), para descubrir allí el Santo Grial, que creía que se guardaba en su biblioteca.

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Un cobarde final

La educación recibida por parte de su padre, el cual le inculcó un acentuado nacionalismo, hizo creer a Himmler que Europa tenía que ser un continente ario, un lugar donde las razas inferiores debían ser dominadas o incluso eliminadas. Tras la Conferencia de Wannsee, celebrada el 20 de enero de 1942 y presidida por Reinhard Heydrich, en la que se determinó el destino de los judíos, Himmler aceptó llevar a cabo la Solución Final: "No puedo, sencillamente, arriesgarme a matar solamente a los hombres, y dejar que los hijos crezcan vengadores y se enfrenten a nuestros hijos y a nuestros nietos. Nos [vemos] obligados a llegar a la firme decisión de hacer desaparecer a este pueblo de la faz de la Tierra", fueron sus terribles palabras.

Himmler creía que Europa debía ser un continente ario en el que las razas inferiores debían ser dominadas o eliminadas.

Heindrich Himmler (izquierda) y Heydrich Reinhard (centro), los arquitectos del Holocausto, en París alrededor de 1940-1942.

Foto: Cordon Press

A principios de 1943, ya ejerciendo como Ministro del Interior, Himmler era muy consciente de que el curso de la guerra estaba empezando a cambiar, ya que las derrotas eran cada más numerosas para Alemania. Cuando Himmler vio que el final estaba próximo creyó que ofrecer a algunos de los prisioneros hacinados en los campos de concentración como moneda de cambio sería un modo de salir airoso del conflicto. Su idea era pactar una paz con los Aliados occidentales mediante un intermediario, en este caso el conde Folke Bernadotte, vicepresidente de la Cruz Roja de Suecia, para, así, poder centrarse en su lucha contra los soviéticos. Pero el fracaso fue absoluto. Himmler no solamente no consiguió una paz pactada con los Aliados, sino que desconocía que un enfurecido Hitler, enterado de sus negociaciones con Folke Bernadotte, no solo lo había destituido de sus cargos, sino que además había ordenado su detención.

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Tras el suicidio del Führer, el 30 de abril de 1945, Himmler se postuló como su sucesor al cargo, pero el almirante Dönitz, que por aquel entonces presidía el Gobierno de Flensburgo (un gobierno de corta duración formado tras la muerte de Hitler) decidió apartarlo por considerarlo un traidor. Así, sin saber adónde ir, ni qué hacer, Himmler huyó bajo una falsa identidad, la de un preso de un campo de concentración ya fallecido llamado Heinrich Hitzinger. A pesar de su disfraz (incluso se había afeitado el bigote) fue capturado por soldados soviéticos el 20 de mayo de 1945 y entregado a los británicos, a los que se vio obligado a confesar su identidad. Pero Himmler no estaba dispuesto a afrontar su negro futuro. Así, el 23 de mayo de 1945, mientras le practicaban un registro, Himmler mordió una cápsula de cianuro que ocultaba en la boca, acabando de esta manera con su vida.