El colibrí gigante no es una sino dos especies

El colibrí gigante no es una sino dos especies

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Colibrí gigante del sur
Chris Witt/UNM Newsroom

Colibrí gigante del sur

La evolución de las especies no deja de sorprendernos, esta vez para bien. Investigadores del Museo de Biología del Suroeste (MSB) de la Universidad de Nuevo México han resuelto el misterio de la migración extrema de larga distancia del colibrí gigante (Patagona gigas). Esta especie de ave no solo ha estado ocultándose durante siglos, sino que los científicos han descubierto que los patrones migratorios de estos animales los han hecho evolucionar, distinguiéndose de otra especie de colibrí gigante ya conocida, según establece Europa Press.

Esta investigación, liderada por Jessie Williamson de la Universidad de Nuevo México (UNM), también ha contado con la colaboración del Centro de Ornitología y Biodiversidad de Perú y la Pontificia Universidad Católica de Chile. 

El estudio se inició con el fin de descubrir dónde pasan el invierno estos colibríes gigantes migratorios. Sin embargo, un artículo publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences les ha permitido realizar un descubrimiento relevante: el colibrí más grande del mundo no es una sino dos especies, algo propiciado por la tendencia migratoria elevacional de estas aves, que estimula la diferenciación entre los ejemplares de la propia especie. 

EL COLIBRÍ GIGANTE ¿UNA ESPECIE NUEVA O EVOLUCIONADA?

Las incógnitas alrededor del colibrí gigante de América del Sur han persistido a lo largo de los siglos desde que el naturalista Charles Darwin los observó por primera vez en su expedición de 1834 a bordo de El Beagle. Darwin advirtió que, además de ser ocho veces más grandes que los colibríes comunes, esta especie se reproducía a lo largo de las costas del Pacífico en el centro de Chile, para luego "desaparecer".

En aquel momento, se apuntó a que estos colibríes gigantes pudieron migrar a la región del desierto de Atacama, ubicada en el norte de Chile. Ahora la nueva investigación liderada por Williamson y su equipo de colaboradores internacionales dirigido por la UNM han resuelto el misterio de la localización de esta especie de ave migratoria.

El estudio ha revelado la existencia de dos especies distintas de colibrí gigante en América del Sur: el colibrí gigante del norte, que habita en los Andes, y el colibrí gigante migratorio del sur, que ha estado evolucionando por separado durante millones de años. 

Sin embargo, esta especie de colibrí ha pasado desapercibida durante siglos. Los ornitólogos y observadores de aves solían confundir a esta especie con la de los colibríes gigantes no migratorios, al ser prácticamente idénticas. Fue un cambio en el comportamiento migratorio lo que impulsó la diferenciación entre las dos especies.

Este rompecabezas evolutivo pudo ser resuelto a partir de cotejar los datos obtenidos en el estudio de este tipo de colibrí con el ADN de especímenes de hace más de 154 años, procedentes de las colecciones de historia natural de varios museos, según establece Ethan Gyllenhaal, doctorado candidato en la UNM. 

TRAS LA PISTA DEL COLIBRÍ: DISEÑANDO MOCHILAS DE SEGUIMIENTO PARA AVES

Para realizar el descubrimiento, Williamson desarrolló un sistema de seguimiento basado en conectar dispositivos en miniatura a los colibríes. La investigadora detalla este método en su artículo Journal of Avian Biology de 2021, que se basaba en una especie de "mochila" lo suficientemente ligera y reducida para evitar interferir en el estilo de vida estacionario de estas pequeñas aves. 

 

Colibrí gigante
Chris Witt

En declaraciones a la CNN, Williamson afirma que fue todo un reto trabajar con estas aves de apariencia frágil por sus alas largas y sus patas cortas, por lo que fueron necesarios muchos procesos de prueba y error para lograr un diseño de arnés adecuado para estos "diminutos acróbatas de la naturaleza". 

Como uno de los principales descubrimientos del estudio destaca la detección del viaje migratorio más largo de los colibríes, que abarca un viaje de ida y vuelta de 8.368 kilómetros, equivalente a la distancia entre la ciudad de Nueva York y Buenos Aires. A este hecho se suma que los datos de los geolocalizadores revelaron que los colibríes gigantes migratorios pueden ascender desde el nivel del mar hasta cerca de cuatro metros de altura.

Además, la investigación permitió determinar que, además de volar a grandes latitudes, los colibríes gigantes migratorios son capaces de pausar su ascenso durante jornadas enteras para aclimatar su sangre y sus pulmones, una estrategia similar a la de los montañeros humanos.

Así se han podido detectar diferencias relevantes en la capacidad pulmonar y sanguínea entre las dos especies de colibrí gigante que se conocen: el colibrí gigante del norte de los Andes, más común, y el colibrí gigante migratorio del sur. Tras identificar estas disparidades entre las especies, el equipo de investigación decidió bautizar a esta nueva especie no reconocida anteriormente como Patagona chaski. Esta denominación hace referencia a las singularidades compartidas entre los colibríes gigantes y los mensajeros chaski del Imperio Inka, veloces, ágiles y adaptados a vivir en grandes latitudes.

Confirmada la existencia de estas dos especies distintas, el grupo de investigadores se enfrenta ahora a nuevas incógnitas alrededor de cómo interactúan estas dos poblaciones de aves, especialmente cuando viven en las mismas partes de los Andes durante el invierno.