Vladimir Putin: quién es, biografía y perfil del presidente de Rusia

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Europa

Putin: la historia de cómo un agente secreto se convirtió en líder de Rusia

Vladimir Putin

Vladimir Putin

Foto:Getty Images

En unas tres décadas logró convertirse en el líder absoluto de Rusia. Perfil.

Ilich Vladimirovitch Putin pasó de ser un agente secreto del KGB a convertirse en el líder absoluto de Rusia en unas tres décadas. En este tiempo, Putin ha introducido duras reformas y purgas en el país que lo han llevado a permanecer en el poder.
Sin embargo, su apuesta más arriesgada en estos últimos años fue cuando el 24 de febrero de 2022 lanzó a decenas de miles de soldados a atravesar cientos de kilómetros para invadir Ucrania.
Pero, ¿cómo llevó el hoy presidente de Rusia a su país hasta este punto?
Hijo de obreros, Putin nació en Leningrado -hoy San Petersburgo- en 1952. Allí estudió Leyes entre 1970 y 1975 en la Universidad de Leningrado, desde la que se integró en el entonces conocido como KGB, ahora FSB, el servicio secreto.
Después de un período de formación como agente fue enviado a la oficina del KGB en Dresde, Alemania Oriental. Ahí estuvo entre 1985 y 1990. De Dresde volvió a Rusia con el grado de teniente coronel.

Un camino en ascenso

Su paso por los servicios secretos parece acabar entonces. En 1990 se convierte en asesor del rector de la Universidad de Leningrado, Anatoli Sobtchak, quien había sido uno de sus profesores y a quien se veía como una de las más importantes figuras reformadoras de aquella Rusia en plena perestroika.
Sobtchak fue elegido alcalde de la ciudad en 1991 y se llevó con él al Ayuntamiento a Putin con el cargo de responsable de relaciones exteriores. En 1994 ya es primer adjunto al alcalde de la que ya se conoce como San Petersburgo.
En 1996 Putin se traslada a Moscú para ocupar un alto cargo en la Administración presidencial del entonces presidente Boris Yeltsin. En pocos años se hace con la confianza del antiguo presidente y así pasa a ser en 1998 jefe del FSB y en 1999 el nuevo primer ministro ruso. Es el mismo año en que unos terribles atentados en Moscú permiten a Putin acusar de los mismos a los separatistas chechenos –nunca hubo pruebas claras- y lanzar una campaña militar contra Chechenia.
En diciembre de 1999 Yeltsin dimite y Putin es presidente en funciones hasta que en marzo de 2000 gana las presidenciales en la primera vuelta con el 52,9% de los votos. Las “reformas” no se hacen esperar, aunque se convierten más en purgas que en reformas democráticas.
Putin se deshace de los hombres de Yeltsin y coloca en las palancas claves del Estado ruso a personas de sus círculos de San Petersburgo. Aprovecha para imponer la autoridad central sobre las regiones y sobre todo sobre los presidentes regionales, que pasarán a ser títeres del Kremlin.
En su discurso, Putin acusó a Occidente de “atizar” el conflicto en Ucrania.

En su discurso, Putin acusó a Occidente de “atizar” el conflicto en Ucrania.

Foto:AFP

Las reformas en la presidencia

El presidente se lanza a cambiar Rusia prometiendo imponer “la dictadura de la ley”, una forma de decir que iba a acabar con el dominio político y económico de los oligarcas que se habían hecho, por un puñado de rublos, con las privatizaciones tras la época comunista. Putin agarra del cuello a esos oligarcas, pero aprovecha para hacer lo mismo con los medios de comunicación y la oposición política.
Su deriva autoritaria no sufre castigo en las urnas, donde en 2004 gana por segunda vez con un 71,2% de los votos.
Tras el atentado en la escuela de Beslan, en Osetia del Norte, en septiembre de 2004 (más de 300 muertos, la mayoría durante el asalto por parte de las fuerzas especiales rusas), Putin acaba con los restos de poder de los gobernadores regionales, a los que priva de su elección por sufragio universal. Desde entonces son nombrados a dedo por el Kremlin.
Tras poner bajo su bota a los poderes políticos, Putin se hizo con los mandos económicos colocando a sus hombres, funcionarios salidos de las fuerzas de seguridad y conocidos como los siloviki a los mandos de los sectores clave de la economía rusa. Poco a poco va surgiendo una Rusia que, recuperada de los años 90, intenta recuperar su papel como superpotencia mundial a pesar de que su PIB no es superior al de Italia y pierde población año tras año.
Ese cambio en su política exterior se explica también como una reacción a los movimientos de países que pertenecieron a la Unión Soviética y quieren salir de la órbita de influencia de Rusia. Georgia y Ucrania, con sus “primaveras de colores”, desafiaron ese control del Kremlin. Moscú respondió con ataques “híbridos” y la amenaza implícita del uso de la fuerza.
Los años de Putin como presidente acababan porque la Constitución rusa permitía sólo dos mandatos, por lo que buscó una solución para saltársela. Coloca como candidato presidencial a su delfín Dimitri Medvedev y este, una vez elegido presidente, nombra a Putin primer ministro en 2008. Entonces cambia varias normas básicas para traspasar poderes desde la jefatura del Estado hacia la jefatura del Gobierno.
Mientras, aprovechan para cambiar las leyes y hacer pasar el mandato del presidente de cuatro a seis años a partir de la siguiente elección, para la que Putin volverá a ser candidato. En marzo de 2012 vuelve a ser elegido presidente y vuelve a cambiar las leyes para devolver la mayoría de los poderes al jefe del Estado, quitándoselos al jefe de gobierno.
El juego de sillas se hace con éxito si como tal se toma que Putin sigue en el poder, pero por primera vez desde finales de los 90 los rusos parecen hartarse de ese autoritarismo y salen masivamente a protestar, como habían hecho ya en diciembre de 2011 tras unas legislativas en las que arrasa el partido de Putin, Rusia Unida, y que son denunciadas por fraude. Putin ya no supera en las presidenciales el 70% que había obtenido la última vez, pero alcanza, según los resultados oficiales, un 63,6%.
La invasión rusa a Ucrania cumple un año.

La invasión rusa a Ucrania cumple un año.

Foto:AFP

La mirada puesta en Ucrania

La oposición intenta levantar la cabeza y en las regionales y locales de 2013 obtiene algunos pequeños éxitos. Putin consigue disparar de nuevo el atractivo de su personalidad cuando lanza una operación militar, pero con soldados sin insignias, para hacerse con la provincia ucraniana de Crimea.
Es 2014 y empieza el deterioro de las relaciones de Rusia con Europa. Los europeos reaccionan con sanciones que van endureciéndose año a año por las injerencias rusas en los comicios europeos, sus ciberataques y los intentos de asesinato y envenenamiento de disidentes rusos exiliados en Europa.
El 24 de febrero de 2022 llega la apuesta más arriesgada del presidente ruso cuando lanza a decenas de miles de hombres y miles de equipos militares a atravesar cientos de kilómetros ucranianos para tomar Kiev y deponer al presidente Volodimir Zelensky.
Lo que iba a ser un paseo militar se convirtió en una huida sin ton ni son en la que los rusos dejaron decenas de miles de hombres y gran parte del material. Kiev no cayó y Estados Unidos y la Unión Europea empezaron a suministrar armas y municiones masivamente al gobierno ucraniano.
El fracaso en esa primera ofensiva hizo que los rusos intentaran entonces consolidar su dominio territorial sobre el sureste ucraniano. La guerra fue avanzando mientras Putin llegaba a amenazar en varias ocasiones con el uso del armamento nuclear. Esta próxima primavera europea se espera otra gran ofensiva rusa. Ucrania cree estar preparada para hacerle frente gracias a las armas occidentales.
Los arcanos del Kremlin son insondables, pero Putin no parece por ahora dispuesto a dar marcha atrás en una guerra que iba a durar días, se fue al año y podría durar varios. Mientras su economía sufre las consecuencias de las sanciones y su país quedó aislado del resto de Europa, el presidente ruso debe encontrar todavía cómo sacar la cabeza del agua si sus tropas son incapaces de avanzar en Ucrania.
IDAFE MARTÍN PÉREZ
PARA EL TIEMPO
BRUSELAS
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