VicerteE.C-obaho
GtW)
L,farualde técnicas
de terapia y modificación
decondr¡cta
Los siguientes capítulos del presente volumen
(así como el "Formulario de Autoayuda de la
TRE" del capítulo 20) han sido traducidos y
adaptados del inglés por V. E. Caballo.
Capítulos núm.: 1,
2,7,
L0, 11,, 12, 1,4, 15, 19,
21,22,23,26, 27, 28,29,30 y
32.
MANUAL DE TÉCUCAS DE TERAPIA
Y MODIFICACTÓN OE, CONDUCTA
Por
VrcENrE E. C¡s¡LLo
(comp.)
Departamento de Personalidad, Evaluación y Tratamiento psicológico
Facultad de Psicología
Universidad de Granada
siglo veintiuno editores, sa
CERRO DELAGUA. 248, 04310 MEXICO. D.F,
siglo
veintiuno de españa editores, sa
pFtNcrpE
DE
vFRGARA.78 28006 MADRtD. ESpAñA
Primera edición, abril de 1991
junio de 1993
Tercera edición, septiembre de 1995
Cuarta edición, ocrubre de 1998
Segunda edición corregida,
@ srclo xxl oE EspAñA EDITonrS, s. A.
Príncipe de Vergara, 78. 28006 l\l¿drid
@ Vicente E. Caballo
DERECIIOS RESERVADOS CONIORME A LA LEY
Impreso y hecho en España
Printed and made in Spain
Diseño de la cubierta: Pedro Arjona
ISBN:84-323-0717-3
Depósito legal: M. 35.597-1998
Fotocomposición EFCA, S. A.
Avda. Doctor Federico Rubio y Galí, 16. 28019 Madrid
Impreso en Closas-Orcoyen, S. L. Polígono Igarsa
Paracuellos de Jarama (Madrid)
€-;;
3
,' " -'--'*
.."
INDICE
1"i
l%_*
PRóLoco, Rubén Ardila
PREFACIO, Vicente
E.
XXI
Caballo
xxv
RELACIÓN DE AUTORES
.
XXIX
PRIMERA PARTE
HISTORIA DE LA TERAPIA DE CONDUCTA
I.
ORÍGENES, HISTORIA RECIENTE, CUESTIONES
ACTUALES Y ESTA-
TUS FUTURO DE LA TERAPIA DE óONDUCTA:
UNA REVISIÓN
CEPTUAL, Cyril M.
Franhs
¿iJÑ
I. INTRODUCCIÓN...,........
II. CARACTERÍSTIC,A.S DE LA TERAPIA DE CONDUCTA CONTEMPORÁNEA
III. LA DEFINICIÓN DE TERAPIA DE CONDUCTA.................,.
IV. ALGUNAS CUESTIONES ACTUALES EN TERAPIA DE CONDUCTA..,.................,.....
tv.r. La naturaleza y el papel del condicionamiento y
de la teoría de aprendizaje E-R en la terapia de conducta..........
1v.2. L^ naturaleza del cond.uctis-o y ;.;i;;;;
;;; i; ;;;;;i;;;;;;;;
IV.r. La teoría de aprend.izaje social y el determinismo ,..ipÁ.o-...-:*......
rY'+' La importancia de la teoría, el distanciami"nro.p.og..rivo
de la teo.í" y
la práctica y el problema del eclecricismo técnico
IV.s. La terapia de conducta, el psicoanálisis y la integra.i¿;
....::...:.:..:.... ....
Iv.o. La terapia de conducra y li preponderancia del
i..f"ri.".iir_;:...........
Iv'z cuestiones éticas, legales y áe ricencia de la terapia de conducra
....: ..
lv.a. La imagen de la terapia de conducta
v. ESTATUS PRESENTE Y FTJTURO PRÓXIMO DE
LA TERAPIA DE CONDUCTA.....,.....
VI.
2.
LECTURAS PARA PROFUNDIZAR
.............
3
3
8
12
14
14
15
16
18
t9
20
2l
22
'22
25
SOBRE LOS ASPECTOS CONCEPTUALES Y EMPÍRICOS
DE LA TERAPIA DE CONDUCTA, Alan E. Kazdin
r. TNTRoDUCCTóN............
II. LOS FUNDAMENTOS DE LA MODIFICACIÓN DE CONDUCTA..............
tl.r. El condicionamiento como un desarrollo crítico
tI.z. El surgimiento del conductismo
It.¡. La psicología del aprendizaje
27
27
28
29
32
33
9 90 3,gL
t-
I
EXTENSIONES DEL CONDICIONAMIENTO Y DEL
APRENDIZAJE
ttI.t.
ttt.z.
III.:.
L
i,
IV.
Paradigmas
análogos de laboratorio
Aplicaciones ciínicamenre relevantes
Personalidad y psicorerapia ......
43
45
LA FORMALIZACIÓN DE LA TERAPIA DE CONDUCTA
46
La diversidad dentro de la modificación de conducta
47
CONCLUSIONES ..........
LECTURAS PARA PROFUNDIZAR ...,
VII.
3.
42
sistemática
IV.2. Extensiones del condicionamiento operanre
v.l.
VI.
36
38
40
LA EXTENSIÓN DE LOS PARADIGMAS AL TRATAMIENTO
IV.l. La desensibilización
V.
36
y
49
50
PREHISTORIA DE LA MODIFICACIÓN DE CONDUCTA
EN LA CULTURA ESPANOLA, Marino pérez
I.
II.
III.
IV.
VI.
VII.
INTRODUCCIÓN
LA PROYECCIÓN CTÍNTCN Y EDUCATIVA DE VIVES
EL MOLDEAMIENTO VERBAL EN EL TRABAJO DE
PEREIRA
51
51
53
LA PSICOLOGÍ¡ Og TOS MÉDICOS
AUTOCONTROL ASCÉTICO Y CONSTRUCTIVISMO
MÍSTICO
HABILIDADES DE PÍCAROS Y DE PRÍNCIPES ............
-..........
REMEDIO DE JUGADORES
54
58
6l
64
65
66
VIII. ENUNCIADO DE ALGUNAS IMPLICACIONES
IX.
51
LECTURAS PARA PROFUNDIZAR
SEGUNDA PARTE
ASPECTOS METODOLÓGICOS
DE LA TERAPIA DE CONDUCTA
4. EL SUJETO EN LA MODIFICACIÓN DE CONDUCTA: UN
pére2............
CONDUCTIST
A, M arino
I.
ANÁLISIS
EL SUJETO Y LAS CONTINGENCIAS.......
I.t.
Sujeto operante
r.z. Contingencias, ret¿cion., d;';;;i;;i;;r;
; ,ts"tft.;;::..,::..::::....:.:...:.:::.
t.¡. Conductas adjuntivas y reforzamienro prorn.jio
.....................
II.
CONDUCTA VERBAL Y TERAPIA
It.l.
II.z.
Clases de conducta verbal y control instruccional.
Conducta gobernada por reglas y cognición
II.¡. Metaconducta
69
69
69
71
73
75
76
79
81
III.
IMPLICACIONES CLÍNICAS.................
Iu.l.
Ilt.z.
Un¿ nueva clasificación comportamental........
Objetivos globiles en vez de conducras operativizadas...........................
81
82
83
-{
1Í
,
:-
-.."..¡'
I
i\':
',
n!¡.
I
_!
I
.,
¡
indie
UNA NUEVA IMAGEN DEL SUJETO...
85
Iv.l.
Consideraciones sobre la subjetividad..
85
tv.z. Causalidad final y conjugación sujeto-objeto
88
LECTURAS PARA PROFUNDIZAR
5.
....,....,.
89
EL PROCESO DE LA EVALUACIÓN CONDUCTUAL, Antonio Godoy......
9t
TNTRODUCCION ..................................
_....
LAS FASES DEL PROCESO DE EVALUACION CONDUCTU4L,..............
tl.t.
91
Análisis del motivo de consult¿
91
tt.z. Establecimiento de las metas últimas de tratamiento...................
u.r.
Análisis de las conductas
problema
93
95
98
...........:.........
II.4. El estudio de los objetivos terapéuticos ...................
ll.s. Criterios
III.
9t
directrices para la elección del tratamiento adecuado...
101
II.o. Evaluación de los resultados del tratamiento...................
105
LECTURAS PARA PROFUNDIZAR
108
6. EVALUACIÓN CONDUCTUAL Y EVALUACIÓN TRADICIONAL:
LA
CUESTIÓN PSICOMÉTRICA, Fernando Siloa y Carmen Martorell
109
I.
II.
III.
INTRODUCCIÓN............
109
CONCEPTO DE EVALUACIÓN CONDUCTUAL...........
FIABILIDAD, VALIDEZ Y UTILIDAD
109
t12
t12
ttt.z.
IV.
7.
Yalidez..
113
IIl.¡. Utilidad
118
I-ECTURAS PARA PROFUNDIZAR
t20
LA GENERALIZACIÓN Y EL MANTENIMIENTO DE LOS EFECTOS DEL
TRATAMIENTO, Micbael A. Milan y Z. Peter Mitcbell
I.
II.
III.
INTRODUCCIÓN............
MANTENIMIENTO Y GENERALIZACIÓN NATURALES.................
l2t
tt.t.
r25
La trampa conductual....
LA PROGRAMACIÓN OE
IIl.t.
IV.
121
I-¡
GENERALIZACIÓN Y EL MANTENIMIENTO...............
Generalizaciín del estímulo..
r23
126
126
III.2. Generalización de la respuesta...................
127
III.l.
III.4. Atenuación de las consecuencias reforzantes....
III.5. Entrenamiento de los agentes naturales de cambio
III.6. El empleo del control del estímulo
128
129
131
133
III.z. Procedimientos de autocontrol....................
III.8. Prevención de las recaídas
t39
El mantenimiento..................
CONCLUSrONES.................
LECTURAS PARA PROFUNDIZAR
.........,..........
136
140
143
VIII
Índice
8.
.
LAS VARIABLES DEL PROCESO TERAPÉUTICo, AuToTa Gaoino
II.
145
FACTORES ESPECÍFICOS E IN¡,SPpcÍrIcoS DEL PROCESO
I.l.
lI.z.
IIr.
IV.
.
145
TgR¡pÉurIco
147
Variables del terapeuta.
Variables del paciente
147
151
EL pRocESo rERApÉurrco o EL
LECTURASPARAPROFUNDIZAR
HrLo DE ARrADNA......
153
158
TERCERA PARTE
TÉCNICAS BASADAS PRINCIPALMENTE
EN EL CONDICIONAMIENTO CLASICO
9.
TÉCNICAS DE RELAJACIóN, M.. Nieoes Vera y Jaime Vila
II.
161
FUNDAMENTOS CONCEPTUALES..........,.........,.
rt.t.
III.
161
162
Relajación y emoción
It.z. Relajación y
estrés
u.r.
aprendizaje ..................
Relajació
n
y
162
164
164
PROCEDIMIENTO....,......
165
169
174
176
178
IV.
VI.
10.
179
181
LECTURAS PARA PROFUNDIZAR
181
LA DESENSIBILIZACIóN SISTEMÁTIC A., Ralpb M. Turner....
183
I.
II.
183
DESARROLLO HISTÓRICO
183
III. FUNDAMENTOS CONCEPTUALES Y EMPÍRICOS .......,.........
IV.
185
III.r. Aspectos teóricos......
IIl.z. Hallazgos empíricos..
185
EL MÉTODO DE LA DESENSIBILIZACIÓN SIST¡¡,IÁTICA.............
192
Iv.l.
188
La Escala de Unidad_es Subjetivas de Ansiedad (suos)...........
194
195
IV.2. Entrenamiento en relajación
v.
VARIACIONES ...............
v.l.
vz.
v.¡.
VI.
VII.
209
Variaciones técnicas
Alternativas a la relajación parara inhibición de la ansiedad
La desensibilización sistemática oen vivo,...
210
210
211
RESUMEN
215
215
LECTURAS PARA PROFUNDIZAR
¡*i*'
r*r"1¡f
LA TERAPIA IMPLOSIVA (INUNDACIÓN): UNA TÉCNICA CONDUCTUAL PARA LA EXTINCIÓN DE LA RE-ACTIVACIÓN DE LA MEMORlA, Donald. J. Leois y Patrici¿ A. Rourbe
HISTORIA......
DEFINICION Y DESCRIPCION
217
218
FUNDAMENTOS CONCEPTUALES Y EMPÍRICOS
221
psicopatología...........
síntomas..................
III.:. Desaprendizaje del miedo y de los sínromas.......
III.I.
La adquisición de la
..
uI.2. Mantenimiento de los
IV
LA TERAPIA IMPLOSIVA
PROCEDIMIF,NTO
-UNA
REVISION ..................
v.l. Clasificación de las categorías de los estímulos de
v.2.
v.3.
v.4.
v.s.
v.6.
v.z.
v.s.
V.g.
vL
VII.
12.
evitación
Recogida de información..................
Plan de tratamiento...
La preparación de la primera sesión...........
El entrenamiento de imágenes oneutrales
Presentación de las escenas
La determinación objetiva de las virtudes de los esrímulos hipotetizados
Cuestiones relacionadas con el espaciamiento de las escenas y las sesiones
Tareas para casa......
VI.
231
233
234
235
237
238
238
240
241
VARrACIONES..............-
242
Vt.t. Estímulos reactivados de la memoria...................
242
APLICACIONES
LECTURAS PARA PROFUNDIZAR
INTRODUCCIÓN
II. HISTORIA
III. DEFINICIÓN Y DESCRIPCIÓN
IV. REVISIÓN SELECTA DE LA LITERATURA EMPÍRICA ... -...............
VII.
227
230
EL EMPLEO DE LA INTENCIÓN PARADÓJICA EN TERAPIA DE CONDUCTA, L. Michael Ascher y Marjorie L. Hatch
I.
221
224
228
VIII. RESUMEN.
IX.
217
FUNDAMENTOS CONCEPTUALES
METODO Y VARIACIONES
RESUMEN
VIII. LECTURAS PARA PROFUNDIZAR
245
246
247
249
249
249
251
251
257
260
273
274
275
I.
II.
INTRODUCCION
HISTORIA
275
277
278
I. DEFINICIÓN Y DESCRIPCIÓN
tv. FUNDAMENTOS CONCEPTUALES Y EMPÍRICOS
II
Iv.t.
Condicionamiento clásico..........
279
279
280
t
t
!
Índice
rv.2.
Condicionamiento operanre
280
282
283
IV.]. Teorías centrales
IV.4. Teoría del estado
IV.5.
V.
283
PROCEDIMIENTOS Y VARIACIONES
V,1
v.2
v.l
VI,
VII.
VIII.
Conclusión
284
Estímulos
Diferencias según la forma de presentación de los esrímulos .....
Diferencias basadas en el paradigma urilizado
APLICACIONES ...........
CONCLUSIONES
284
293
295
295
296
296
LECTURAS PARA PROFUNDIZAR
CUARTA PARTE
TÉCNICAS BASADAS PRINCIPALMENTE
EN EL CONDICIONAMIENTO OPERANTE
14. MÉTODOS OPERANTES,
Joseph
J. pear.....
299
I.
299
II. DEFINICIONES Y DESCRIPCIÓN
302
III. FUNDAMENTOS CONCEPTUALES Y EMPÍRICOS
IV.
305
307
PROCEDIMIENTOS
IV.l. Procedimientos para aumentar la conducra
tv.z. Procedimienros para disminuir la conducta...
VI.
VII.
VIII.
VARIACIONES .,....
APLICACIONES
RESUMEN/COMENTARIO FINAL
LECTURAS PARA PROFUNDIZAR
15. LA ECONOMÍA DE FICHAS,
I.
Roger
326
L. patterson.............
HISTORIA
PROCEDIMIENTO
EVALUACIÓN
VI. VARIACIONES
VII, APLICACIONES
VIII. RESUMEN Y CONCLUSIONES
IX. LECTURAS PARA PROFUNDIZAR
EL CONDICIONAMIENTO ENCUBIERTO,
329
329
330
330
332
IV.
340
342
344
346
346
Rosa
M." Raicb
'L
II. HISTORIA DEL CONDICIONAMIENTO ENCUBIERTO
III. DEFINICIÓN Y DESCRIPCIÓN ..............
IV.
312
316
321
32s
II. DEFINICIÓN Y DESCRIPCIÓN
III. FUNDAMENTOS CONCEPTUALES Y EMPÍRICOS
t6.
3Og
FUNDAMENTOS CONCEPTUALES Y EMPÍRICOS
TÉCNICAS BASADAS EN EL CONDICIoNAMIENTO OPERANTE
349
349
350
35r
353
354
'* '
a.¡i.-r
i.¡, lt
r..l
-"1
,
i
I
Índice
XI
V.t. Reforzamiento positivo encubierto....
v.2. Reforzamiento negativo encubierto
v.¡.
VI
VII
Sensibilización encubierra ................
362
TÉCNICAS BASADAS EN LA TEoRÍA DEL APRENDIZAJE SOCIAL
364
vL1. El modelado encubierro....
364
TÉCNICAS BASADAS EN EL AUTOCONTROL........
366
VII.t. La detención del pensamienro .................
vIt.2. La tríada de autocontrol...
366
IX. COMENTARIO FINAL......,.....
X. LECTURAS PARA PROFUNDIZAR
17. BIOFEEDBACK, Miguel A. Simón
I. HISTORIA.,
II. DEFINICIÓN Y DESCRIPCIÓN
II.l.
Concepro de biofeedback
II.2. El proceso de biofeedback
IV.
357
359
v.+. Extinción encubierta
V.5. Coste de respuesta encubierto
VIII, APLICACIONES DEL CONDICIONAMIENTO ENCUBIERTO.
III.
354
FUNDAMENTOSCONCEPTUALES
PROCEDIMIENTO
IV.t. Evaluación inicial
369
369
370
371
373
373
376
376
377
381
383
384
386
387
388
IV.:. Fijación de metas
tv.s.
361
Sesiones finales
390
391
V.
APLICACIONESCLÍNICAS
391
v.t.
Disfunciones cardiovasculares
V.2. Trastornos gastrointestinales...
V.3. Trastornos neuromusculares
V.4. Otros trastornos
VI.
VII.
COMENTARIOSFINALES.
LECTURAS PARA PROFUNDIZAR
391
395
397
398
398
400
QUINTA PARTE
TÉCNICAS BASADAS PRINCIPALMENTE
EN LA TEORÍA DEL APRENDIZAJE SOCIAL
ENTRENAMIENTO EN HABILIDADES socIALES, vicente E. cabailo
TNTRODUCCTÓN
..................
BREVE HISTORIA DEL CONSTRUCTO DE LAS HABILIDADES SOCIALES
403
403
403
I
i
I
Índice
III.
DEFINICIÓN Y OESCRIPCIÓN ............
Iu.t. Definición
IIt.z.
de habilidad
social
..........
C.lases de respuesta..
III.I. El
enrrenamiento en habilidades
sociales.......
406
...................
407
409
FUNDAMENTOS CONCEPTUALES Y EMPÍRICOS DEL ENTRENAMIENTO
EN HABILIDADES
SOCIALES.......
................
411
PROCEDIMTENTO
V
t
!J
412
ensayo de conducta..
420
v.2. El modelado......
425
V.¡. Instrucciones/Aleccionamiento
427
v.+.Retroalimentaciónyreforzamiento.'....'.....'.....
v.o. Procedimientos cognitivos ...............
428
430
431
EL ENTRENAMIENTO DE LAS HABILIDADES SOCIALES EN GRUPO..,..
432
Vl.t. Procedimienros y ejercicios de grupo......
434
V.5. Tareas para casa......
VI.
VII.
VIII.
IX.
APLICACIONES DEL ENTRENAMIENTO EN HABILIDADES
SOCIALES...................
RESUMEN/COMENTARIO FINAL.....,.
LECTURAS PARA PROFUNDIZAR
19. EL ENTRENAMIENTO DE PADRES, Robert McMahon
J.
445
I.
445
II, FUNDAMENTOS CONCEPTUALES Y EMPÍRICOS ................
II'l'
Bases teóricas
III.
446
y empíricas para el-empleo del gp como tratamiento
losProblemasdeconductalnfantiles........'.,........
para
II.2. El desarrollo del entrenamiento de padres ..........
446
449
PROCEDIMIENTOS DE EVALUACIÓN Y TRETRITIENTO...........
452
III.t.
Evaluación ...............
]tt.z.Revisióndelos-programasdeentrenamientodepadres...,..
uI.3. Urr ejemplo del ¡p:
"Ayudando al niño desobeiiente, de Forehr.,d y
McMahon (1931) ...........
III.4. Otras intervenciones en el entrenamiento de padres ...............................
III.'. Inrervenciones
IV.
V.
440
442
443
del Ep para problemas de la cánducta furtiva
CONCLUSIONES..,........
-rob".
....
452
455
456
462
466
469
471
LECTURAS PARA PROFUNDIZAR ....,.........-.. -.
SEXTA PARTE
TÉCNICAS COGNITIVAS Y DE
20.
AUTocoNTRoL
LA TERAPIA RACIONAL-EMOTIVA: UNA CONVERSACIÓN
CON AL-
BERT ELLIS, Leonor
I.
II.
L
Lega
INTRODUCCIÓN
HISTORIA Y DATOS BIOGRÁFICOS
475
475
475
=''ñtñlr1fi
-
Índice
III. DESCRIPCIÓN DEL MODELO TERAPÉUTICO
IV. MARCO DE REFERENCIA EMPÍRICO Y CONCEPTUAL..................'
V. PROCEDIMIENTO.,........,
477
480
481
v.1 El debate filosófico................
482
V.z. Las t¿reas para casa.......'.......
483
483
v.3. Fantasía racional-emotiva......'.........
v.+. Técnicas emocionales
486
486
v.s. Técnicas conductuales
v.o. Ejemplo de un caso
487
489
VI.
VII.
VIII.
490
VARIACIONES
COMENTARIO FIN4L.....,......
491
492
IX. LECTURAS PARA PROFUNDIZAR...........
21. LA pRÁCTICA DE LA TERAPIA COGNITIYA, Keitb S. Dobson y
Louise Franche
I,
II.
Renee-
..................
..
LA PRÁCTICA DE LA TERAPIA COGNITIVA..'
EL MODELO COGNITIVO DE LA DISFUNCIÓN............,
493
494
II.t.
495
499
500
disfunción............'...
I1.2. El producto de la disfunción.............-...
II.3. El tratamiento de la disfunción ................
III.
Causas de la
TÉCNICAS DE TERAPIA
COGNITIVA..,
501
lll.2. La primera entrevista......
III.J. La evaluación del problema
III.4. La estructura de las sesiones siguientes
IIt.s. Técnicas conductuales.............
503
504
506
disfuncionales..'........
IV. TERAPIA COGNITIVA PARA LOS TRASTORNOS DE ANSIEDAD
IV.1. Los aspectos cognitivos más importantes de la ansiedad
IV.2. Aspectos de la evaluaclon...'.....'....
lv.¡.
Técnicas conductuales...............
Iv.+. Técnicas cognitivas
V. LOS RESULTADOS DE LA TERAPIA COGNITIVA
VI. TENDENCIAS FUTURAS..
Vrr. RESUMEN
VIII. LECTURAS PARA PROFUNDIZAR
22. ENTRENAMIENTO
HISTORIA......
DEFINICIONES Y DESCRIPCIÓN C¡N¡R¡.IEL PROCESO DE SOLUCIÓN DE PROBLEMAS SOCIALES.".
EL ENTRENAMIENTO EN SOLUCIÓN DE PROBLEMAS "........".......
E
s,
507
509
514
516
517
518
518
520
522
523
526
526
EN SOLUCIÓN DE PROBLEMAS, ATtbuT M. Nezu y
Cbristine M. Nezu
s
501
III.1. Los principios directrices de la terapia cognitiva.......
III.o. Técnicas cognitivas
ut.7. L^ modificación de las suposiciones
*
493
527
527
528
530
533
¡
I
i
f nd.ice
tv.t. Objetivos del tratamiento...................
IV.2. Estrategias de evaluación en la solución de problemas........
tv.i. Componentes del entrenamiento en solución de probl"mas
V.
533
534
536
VARIACIONES Y APLICACIONES ..
v.t.
549
Pacientes psiquiátricos hospitalizados
550
V.2. Otros problemas
551
VI.
VII.
23.
552
LECTURAS PARA PROFUNDIZAR
553
LA TERAPIA DE VALORACIÓN COGNITIVA,
H anhin-Wessler ..,...,
I.
II.
III.
RiCbArd
L.
WCSSICT
7
SiCCNA|
555
HISTORIA..
555
556
558
DEFINICIÓN Y DESCRIPCIÓN ..............
FUNDAMENTOS CONCEPTUALES Y EMPÍRICOS
III.l.
Reglas personales de vida
IIL2. Las cogniciones justificadoras
xl.i.
El afecto personorípico..........
ru+. Maniob."i d" b,i,qu.d" d. .;";i;;J.::::.::.:::::.:..:::.::.:::.:::...:..:.:.:...:..::.
Itl.s. El punto fijo emocional........................
IV.
I
MÉTODOS
568
)
IV.I,
lV.2.
La alianza terapéutica
El afecto.personorípico......
Las cogniciones..................
Las maniobras de búsqueda
IV.5. Las intervenciones .........
IV.6. Los retrocesor................
IV.3.
IV.4.
VI.
VII,
d. ..g,,rid"J......:.:..:.:..:...::..::...::.::...::..:....
FINALES.
578
VIII. LECTURAS PARA PROFUNDIZAR
24_
579
TERAPIA COGNITIV.ESTRUCTURAL:
EL MoDELo DE
LIOTTI,
Cristina Botella.....,.
I.
II.
III.
Y
581
DEFINICIÓN Y DESCRIPCIÓN...............
FUNDAMENTOS CONCEPTUALES Y EMPÍRICOS
III.1.
Comprendiendo el marco constructivista...
La organización del conocimiento hu-".ro
III.]. Procesos de mantenimiento y procesos
de cambio
581
582
584
584
587
590
PROCEDIMIENTO
tv.t. La evaluación.......
lv.:. El proceso de terapia
V.
GUIDAN.
HISTORIA..
lil.2.
IV,
569
569
571
573
574
576
576
577
APLICACIONES ...........................
RESUMEN/CONCLUSIONES
558
561
563
565
567
592
.... .........
593
596
APLICACIONES.
600
Índice
XV
v.t.
Organización cognitiva del paciente agorafóbico
601
v.2. La estrategia de tratamiento...................
602
604
VI.
LECTURAS PARA PROFUNDIZAR
VII.
...........
606
25. EL ENTRENAMIENTO EN AUTOINSTRUCCIONES,
José Santacteu
607
..................
DEscRrpct;;.......................................
607
608
609
II I, FUNDAMENTOS CONCEPTUALES DE LA
IV. EL PROCEDIMIENTO DE APRENDÍZAJE DE LA TÉCNICA DE AUTOINSTRUCCIONES 612
APLICACIONES DE LA TÉCNICA DE AUTOINSTRUCCIONES Y VALORACIÓN DE
619
sus RESULTADOS
TNTRODUCCTÓN
I.
II. DEFrNrcroN y
TÉCNICA..,....
................
v.t.
Aplicaciones de la técnica en casos de
v.+. Aplicaciones de la técnica en casos de dificultades de aprendiza,e..........
CONCLUSrONES.................
LECTURAS PARA PROFUNDIZAR..........,
625
626
v.r.
VI
VII
impulsividad.................
ansied¿d
619
621
623
623
v.z. Aplicaciones de la técnica en casos de
Aplicaciones de la técnica en casos de falta de autocontroI.....................
26. LA INOCULACIÓN DE
ESTRÉS,
Jtrry L.
Deffenbacber
627
HISTORIA.......
MODELO TEÓRICO Y RESULTADOS DE LA
MODELO DE
I II.
I.
INVESTIGACIÓN..................
TRATAMIENTO...,..........
..
III.1. Fase I: Reconceptualización
'III.2. F¿se II: Adquisición y ensayo de habilidades...................
IIL3. Fase III: Aplicación y consolidación..............
IV. RESUMEN
..
V. LECTURAS PARA PROFUNDIZAR...........
II.
27. METODOS DE AUTOCONTROL, Lynn P. Rehm
I
PERSPECTIVAS TEÓRICAS......
IV
AUTOEVALUACIÓN: MÉTODOS Y VARIACIONES ........... -...
-.
de metas...
Ív.2. La autoeficacia..,
VI
666
666
AUTORREFUERZO: MÉTODO Y VARIACIONES
670
UN PROGRAMA DE AUTOCONTROL PARA LA DEPRESIÓN
671
VI.].
VI.4,
VI.5.
VI.6.
H
653
654
IV.3. Las atribuciones..
vt.2.
s
630
639
647
668
669
VI.I. Sesiones
s#:
628
655
657
662
AUTORREGISTRO: TÉCNICAS Y VARIACIONES...,..............
tv.r. El establecimiento
627
655
DEFINICIÓN Y DESCRIPCIÓN .,.....,..........
II
III
627
Sesiones
Sesiones
Sesiones
Sesiones
Sesiones
I y II: Autorregistro.........
III: Efecto sobre la conducta.......
674
676
IV y V: Las atribuciones................
VI y VII : Establecimiento de objedvos.............................;.....
VIII y IX: Autorreforzamiento..........
X, XI y XII: Continuación y mantenimiento.........................
677
678
681
682
.,
.
jt:/
'¿
i :
,
f ;"",.
Índie
cowcrusróN
VII.
VIII.
682
LECTURAS PARA PROFUNDIZAR
683
SEPTIMA PARTE
OTRAS TÉCNICAS EN TERAPIA DE CONDUCTA
28. HIPNOTERAPIA, E. Tbomas Doud
I. INTRODUCCIÓN
II. HISTORIA DE LA HIPNOSIS
III. LA NATURALEZA DE LA HIPNOSIS
Mitos sobre la hipnosis.....
III. l .
IIt.2. Teorías sobre la hipnosis
III.3. La profundidad dei tranc..
La lógica del trance ........
III.4.
IV.
Preparación para la hipnosis
Inducción de la hipnoiis
Profundización dei tranc.
.................
IV.+. Fmpleo del trance hipnótico............
tv.s. Terminación de la hi
IV.2
IV.3
il
APLICACIÓN DE LA HIPNOSIS
v.t.
v.z.
V.r.
v.+.
v.5.
VI.
VII.
29.
689
691
692
693
La hipnosis en el control del dolor.............
Tratamiento del dolor por medio de l;
hi;";;i;....................................
Tratamiento hipnótico i" lo, t."rto.".r-aii'fraU;,o............................
....
Tratamiento hipnótico de los rrastor;;;
;;. uso de sustancias...............
La hipnosis en la reesrructuración .ognit'iur.......
693
694
697
699
702
702
/v)
703
704
706
707
708
RESUMEN
709
709
LECTURAS PARA PROFUNDIZAR
EL ESTADO DE LA CUESTIÓN EN
LA TERAPIA MULTIMOD AL, Maurits
G. T. Kteee
I.
INTRODUCCIÓN A LA TERAPIA MULTIMODAL
I.l.
1.2.
h
r"otí^ del aprendizaje social .... ................:.................
I.l. Conceptos multimodales
':"1""""'
D ^^:-L4. Resistencia
y rrrar¡rvur4)
maniobras
J
I.5.
I.6.
II,
ucrcnslvas.....
defensi
Teoría de sistemas: estrucruras .-.-.
Teoría de sistemas: procesos........
La ganancia secundaria..,
fe'dida r..""d;;i;:.........
II.2,
La
II,3.
La ganancia primaria
La pérdida primaria..............
11.4.
711
711
711
713
715
718
721
723
MACROANÁLISIS
Il.1
E.
687
688
689
LA PRACTICA DE LA HIPNOTERAPIA
IV.I
V.
687
725
'
726
727
729
730
ind.ice
III.
MICROANALISIS
737
emociones
IILI. La teoría
de las
III.r. .Órdenes
disparadoraso
738
739
740
III.2. Las modalidades dominantes
secuenciales.................
III.4. Rastreando la secuencia..................
III.s. El eclecticismo técnico..........
742
III.c. Conclusiones
746
743
............
IV. RESUMEN
V. LECTURAS PARA PROFUNDIZAR...........
30. LA ENTREVISTA CONDUCTUAL, Barry A. Edelstein
I. HISTORIA..
II. DEFINICIÓN Y DESCRIPCIÓN .......,......
tt.t. Objetivos de la entrevrsta...............
tIl
IV
..
749
y Jerome
Yoman........
FUNDAMENTOS CONCEPTUALES Y EMPÍRICOS ................
METODO
w.1. El establecimiento de un¿ relación
748
terapéutica
751
751
752
752
752
754
754
IV.z. El entrenamiento de la conducta del rol de paciente (cnr,)..................... 755
IV.l. CRPs para la terapia de conducta
756
Iv.+. Métodos de evaluación de la CRP...............
IV.s. La enseñanza de las conductas del rol de paciente...
IV.6. La resistencia: una falta de colaboración.................
rv.7. La obtención de información para un análisis funcional
Iv.s. Análisis e idendficación de las conductas objetivo
RF],SIJMEN
VI-
31.
LECTURAS PARA PROFUNDIZAR
757
759
762
767
771
774
775
TÉCNTCRS DIVERSAS EN TERAPIA DE CONDUCTA, Vicente E. CabaIIo
y Gualberto 8ue1a............
I.
II.
777
INTRODUCCIÓN
TÉCNICASMOLARES
777
778
modelado.....
racional.........
II.J. Reestructuración racional sistemática....
II.4. El entrenamienro en el control de la ansiedad
II.s. Ciencia personal
II.o. Terapia familiar.........
II.t.
Procedimientos de
tr.2. La terapia de conducta
II.z. Terapia de pareja
It.s. Terapia sexual ...........
rr.
TÉcNrcAS MOLECULARES
...................
III.t. El recondicionamiento orgásmico.................
III.2. El contrato conductual
778
785
789
792
793
794
799
gO3
803
804
XVIII
f ndice
ut.:.
Biblioterapia .............
.
rtra La
I^ interpretación
l^r^---^---::
rIII.4.
alternariva
806
La jerarquía de valores
III.s. El e-pleo de imágenes..
üuü
111.7.
III.ll. La silla vacía.........
tI.rz. El conrrol
d;l';*r-;"..:........
..........._...
:::
811
'
811
Itt.rs. El empleo del metrónomo
815
rv. RESUMEN/CONCLUSrONES.................
V. LECTURAS PARA PROFUNDIZAR.....,.....
l,
g16
816
OCTAVA PARTE
{
EXTENSIONES DE LA TERAPIA
DE CONDUCTA
J2'
TERAPIA DE GRUpo
I,
. rr.
rrr.
cocNITIVocoNDucrrJAL,
Ricbard
L.
wessrer....
HISTORIA..
DEFrNrcróN y ¡rscRrparo* .................
FUNDAMENTo' coNCEpruALES
uroioi.ói'...........................:.
.
"
tu.r. Supuestos básicos
rr.z. Un modelo integrador..................:.........::..........:.................:......:......:.
rv.
rv
:'
lv.+.
;';F;;;;; ;;l;;;;
cognitivoctndr;ilri;;';;ff ;;;;t;;;;;..
l" "o._"
Estabrecer un
marco
L: ir¡"-b.o, .....
Establecer y poner en piáctica
un modelo para el cambio.........
v.t. Fnfoques del entrenamienro
en habilidades
v.2. Autocontrol de la conducta.._...
v.3. Los enfoques psicoeducativos
v.4. Grupos de terapia amplia............
VII.
VIII.
819
819
820
820
821
¡r,rÉTooos
IV.r. Formación del grupo....................
rv.z. Establec.l
d. .bri;r;
VI.
819
APLICACIONES
RESUMEN/COMENTARIO FINAL
LECTÜRAS PARA PROFUNDIZAR
825
826
826
826
827
829
829
830
831
832
839
840
841
xIx
Índice
33. PSICOLOGÍA CONDUCTUAL COMUNITARIA, lz¿s Fernández Ríos """"'
I. INTRODUCCION,..........,
II. DEFINICIÓN Y COMPONENTES DE LA PSICOLOGÍ¡' CONOUCTUAL COMUNITARIA...........
III. PSICOLOGÍR CONOUCTUAL COMUNITARIA Y PROMOCIÓN DE LA SALUD '""'''
IV.
COMUNITARIA EN
PSICOLOGÍ¡ COI'IUNIT¡RIA Y PSICOLOGÍA CONDUCTUAL
AMÉRICA LATINA
LA PSICOLOGÍA CONDUCTUAL COMUNITARIA EN ESPAÑA
LA CUESTIÓN AMBIENT AL,
V1CCNIC
E'
CAbAIIO....
849
851
851
852
853
855
855
r. INTRODUCCION........'...
Ii.
III.
844
845
847
Salud mental comunitaria
V.
VI. COMENTARIO CRÍTICO Y PERSPECTIVAS FUTURAS"
VII. CONCLUSIONES (A MODO DE RESUMEN)
VIII. LECTURAS PARA PROFUNDIZAR
34
843
846
III.1. Inmunogénesis conductual"':
tlI.z.
843
AMBIENTES, SITUACIONES Y ESTÍMULOS.............."...
UNIDADES DE ANÁLISIS DE LAS SITUACIONES
857
858
situaciones""""""""
IV. EL CONTEXTO COMO FACTOR DETERMINANTE DE LA CONDUCTA'"
V. PSICOPATOLOGÍA Y CONTEXTO AMBIENTAL..'
v.t. Algunas implicaciones prácticas
860
VI. UN COMENTARIO I'INAL............
VII. LECTURASPARAPROFUNDIZAR
869
III.I. La búsqueda de una taxonomía
de las
I.2. ConcePto
II.
conceptuales en medicina conductual""
ÁMBITO DE APLICACIÓN DE LA'MEDICINA
CONDUCTUAL"."""'
Evaluación y tratamiento de trastornos específicot ":"':""""""
rr.z. potenciaciOÁ de la actividad de otros profesionales de la salud....
II.¡. Promoción y mantenimiento de la salud y prevención de la enfermedad
tI.l.
III.
UN EJEMPLO DE ESTRATEGIAS DE INTERVENCIÓN EN MEDICINA CONDUCTUAL:
EVALUACION Y TRATAMIENTO DE LA MIOPÍA ...........,........:
IV.
LECTURAS PARA PROFUNDIZAR
REFERENCIAS
ÍNOICE ANALiTICO
871
87r
871
872
873
Historia.
l.+. Modelos
865
870
35. MEDICINA CONDUCTTJLL, Juan F' Godoy
I. INTRODUCCIÓN CONCEPTUAL' HISTÓRICA Y METODOLÓG]CA
I.t. Introducción ..."..........
t.¡.
862
863
876
880
880
886
886
887
890
891
971
I
I
i.&r
E
PRÓLOGO
Desde comienzos de la década de los sesentd, la terapia de la conducta se lta
conaertido en unA alternativa aiable para los problemas tradicionales de Ia
psicoterapia
y de Ia psicología clínica en general. Se trata de un enfoque de
-los
trastornos del cofiTportamiento qwe se caracteriza Por ser válido y fiable,
basado en la ciencia y fundamentado en las investigaciones de laboratorio.
Nada de esto tenía la psicoterapia tradicional, ante todo de corte psicoanalítico.
Sin embargo, este nueoo enfoque no llegó de inmediato a España ni a
Latinoamérica. Sólo a comienzos de la década de los setenta se tradwjeron los
primeros libros sobre el tema y se escribieron algwnas obras de psicología del
aprendizaje, modificación de condwcta aplicada al retardo en el desarrollo, etc.
En esa época, los países latinoamericanos líderes en el campo de la terapia de
la conducta, incluyendo también la inaestigación básica, erAn fundamentalmente México y Brasil. Sín embargo, en otras naciones también se trabajaba
con gra.n entwsiasmo y en forma sistemática sobre análisis comportamental
aplicado a la educación, análisis conductwal en las organizaciones, diseño de
está- terapia de la coñdwcta.
cuhuras y
.Walden
-claro
En México se fundó pronto una de las comunidades basadas en
II que más ha resistido el paso del tiempo y se ha solidificado, aaanzado con
rnayor asidero en las ideas de Skinner: se trata de Los Horcones, en el estado
de Sonora (al norte de México, muy cerca de los Estados Unidos), fundada
en 1973. Se publicaron también importantes obras, se creó un programa de
Magíster en Análisis Experimental de la Conducta, se llevaron a cabo inaestigaciones de laboratorio y se pwblicaron obras de trascendencia internacional.
Brasil no se quedó atrás, y aunque sus trabajos ban tenido menos inflwencia
se escriben en Portugués y no en castellano- la inflwencia de este
-porque
gigante suramericano en la terapia del comportamiento es mwy relertante.
La fundación de la Asociación Latinoamericana de Análisis y Modificación
del Comportamiento (luuoc) en 1975, en Bogotá, merece destacarse como
hito en el desarrollo del área. Atluoc ha organizado Congresos Latinoamericanos de Análisis y Modificación del Comportamiento en Panamá, Bogotá,
Santiago de Chile, Lima, Caracas, Montevideo, San José de Costa Rica, etc.
Publica además una reaista y wn Boletín, y busca unir a los especialistas del
área en América.
Señalemos que de todos estos desarrollos, en la década de los setenta,
fr
XXII
Rubén Ardila
Ng es que no bubiera esfuerzos aislados de inaestigadores, ti.no.qur.-!ol se habían sistematizado y estructurado. En Espanal la
psicología científicá estaba reapareciendo, después de varias décad.as'd, ,ilrrcio, que los lat'inoamericanos extrañábamos mucbo y que nos preocupaba sobremanera. Los psicólog.os hispanoparlantes ,tolríimás los ojos a Éspaña y
esperábamos encontrar directrices a nivel de investigación y áe aplicaiian.
En la década de los ocbenta, la situación ,o*bi¿ y' Españ'a pasó a la
vanguardia en psicología
,científica, incluyendo diaersoi ,o*po, áe trabajo
y aplicado- y dentro
de él la ierapia de conduct a tueo ,n poirl
-bás.ico
prioritario.
España recuperó el liderazgo que aquí, en Latinoamérica,'todos
esperábamos que recuperara. Se crearoi laboratirios, se bicieron publiíaciones
de alcance internacional,-se publicaron libros, se
fundaron impoitantes reaistas. I os ocolegios inoisibles, Iticieron su aparición, la psicología alcanzó autonomía, prestigio e impacto social. La psicología espaiola de- la década de los
nooenta es internacional, científica., con una adecuada imagen pública, con
buena financiación, co.n nTetas a.largo plazo, y está contribuyínd,o'eficazáente
al acervo de conocimientos de la piicología mundial. '
Una prueba de ello es el presente libro. Entre sus autores, se encuentran
distingwidos investigador.es y terapqutas de muchos países de'l mund.o, u:n
!
b.uen conjunto de los p.rincipales psicólogos españolei que trabajan ,n íríojlo
de la conducta. sws.ocho partes iborroi t9dá k go*) de la tárapia comportamental: bistoria de la terapia de la conducta, alpectos metodolágicos, técnicas basadas en el condicionamiento clásico, técnicás basad.as en el"cond.icionarniento operante, técnicas con-fundamento en el aprendizaje social, aspectos
cognoscitiaos y de autocontrol, otras técnicas, y exiensiones'. No qu,ed.i nod.o
fyrro y, aún así, el libro se ciñe estrictamente'al enfoque científiio del área,.
Encontramos aquí.tanto las técnicas y estrategias mhs rlátiro, o'tradicionales,
como las más modernas. No es común qut ,i un libro como éste se d.ediqwi
wn.capítwlo a lahipnoterapia (el 2S) o a la psicología conductual comunitaria
(el 33) o a problemas ambientales (el S4).
Junt2 a ^es-tos capítwlos ono tradicionales, tenemos los clásicos, sobre economía de fichas,
condicionarniento encwbierto, desensibilización sistemática,
relajación, etcétera.
Es wn libro bien equilibrado,-que brindará a los estud.iantes y profesionales
una importante-fwente de consulta sobre rcrapia de la conducta y sus aaances
reci.entes. Psic.ólogos, psiquiatras, médicos geierales, educad.ores, trabajadores
sociales, estudiantes y todos aquellos interelados en beneficiarse de este'campo,
tienen aqwí una obra de inmenso ,ualor.
El.profesor vicente E. caballo ha sido pionero en el mwnd,o d.e habla
castellano en terapia de conducttt, como lo demuestran sus anteriores obras,
entre ellas u-na
.mwy bien docwmentada sobre habilidades sociales. En el plrsente libro ba logrado rewnir trabajos originales, escritos por especiatistas de
estu'uo ausente España.
-{d--ilml
,rT't-r]ffi-,ñ
É
\L
Prólogo
xxrlr
primera lnagnitud, que son los protagonistas de la inaestigación contemporánea en terapia de la conduAa.
Damos Ia bienaenida a este inTportdnte libro y lo recomendanTos con gran
entusiasmo. Consideramos que tendrá un lugar de enorme relepancia en España y América Latina y que serairá corno texto pala cursos sobre terapia de
la conducta. AI público no especializado le mostrará lo que está aaanzando
este campo de trabajo y el lugar tan decisivo que ha alcanzado la psicología
española de hoy. Le auguramos mucbos éxitos a este libro y estamos seguros
de que todos ztamos a aprender mucbo de é1.
RusÉN ARou-¡
Universidad Nacional de Colombia
ru
PREFACIO
La modificación o terapia de conducta es, sin lugar a dudas, el movimiento
más importante dentro de la psicología clínica
lrs últimas décadas. Toda
una nueva concepción de las tradicionalmente ".t
denominadas *enfermedades
mentales' ha sido aportada por dicho movimiento. Este nuevo (y distinto)
e-nfoque de la
"enfermedad menral, ha constituido una ruprura .ó., los -odos y métodos de enfoques tradicionales anteriores. No sólo se emplean
términos nuevos (..trastornos conductuales, usy5u5 oenfermedades mentáles")
que encierran actitudes radicalmente distintas, sino que el mismo p.o."ro dá
aproximación a un determinado problema tiene muy poco que 'rrer con los
métodos de la psicología clínica tradicional. Desde .i Áit-o momento de la
aproximación al problema, siguiendo con la evaluación del mismo v finalizando con su rratamienro,.el enfoque de la modificación de conduct" pr"r.rrr"
aires nuevos y f1esc9.s y, lo q_ug es más importante, su aplicación práctica es
inmediata.y verificable. La calidad de un pri.ólogo clínico ya no depende de
su arte. El psicólogo clínico no nace, t" h".e. E] estudio, ia i.r.,"rtig"ción y
la prácrica clínica forman al terapeuta de nuesrros días. La intuiciói lr. p"'sado a la historia. Los psicólogos de hoy no son (o al menos no deberían
ser) los confesores del ayer. La modificación de .o.rd.r.t" ofrece numerosos
procedimientos de intervención para encarar los trastornos conductuales que
presentan los individuos. De esos procedimientos o técnicas de intervencón
tata e,l presenre manual. De igual manera que la profesión médica dispone
de toda una serie de fármacos y récnicat qri.ri.giias para el tratamiená de
problemas orgánicos, así también la psicología clíiica dispo.re de un conjunto
de procedimienros terapéuticor p".i el traámiento y la modificación i. lo,
problemas conductuales.
El objetivo de este manual es la presentación, a los psicólogos y psiquia:r"..9.r.. se dediquen .a la práctica clínica, a los residentes deIo, hárpii"l.,
implicados en la salud mental y a los estudiantes de los últimos .rrrroi d. l.
carrera de Psicología, de las técnicas de modificación de conducti más importantes de que se dispone hoy día. La intención ha sido ofrecer un libro
eminenremente práctico (dentro de las limitaciones del espacio disponible),
insistiendo para ello en la forma de llevar a cabo cada técnic, .rp".íii." y
"í
las variaciol:r qy. presenra (o puede presentar) la misma. pÉ.o t"-po.o
hemos querido olvidarnos de todos los otros aspecros de la terapi" d" .orrducta, es decir, de la historia, de los fundamentós conceprual", y .-piri*r,
Vicente E. Caballo
y.de,factores que eiercen una importante influencia
sobre Ia prácticade la terapia de conducra. por elro hemos incluido
pequeña parte del espacio dedicado a cada técnica
p^r^ ir^r^, estos remas.
Dada la gran diversidad de procedimientos de la'modificación
de conducta que exisren y la imposibilidad material de ser un experro
en todos ellos,
en el presenre manual iada técnica es descrita por un
en la misma.
Todos-los.capítulos, excepro uno, han sido esc.ito, "rfi.irtirr,
libro' Pa¡ticipan en él mái de 40 doctores en psicología-p".r".r"cientes
"irgi".r-""r. f-"-.r*
a 25
universidades, nacionales y extranjeras, y a áirti.rtor'
.árro, privados. El
libro se compone de 35 capítrrlo, ágrup"áo,
.,r".1", ."Jiorr.r.
U; p;_;;
".,
bloque reúne tres capítulor d"di.adá, irr.rd"-"rrr"r.r*"i"-"
l"
hi.tári"'¿;-l;cluso la "prehistoria"¡ de la modificación de condu.t".
El autor del primer
capítulo, el Dr. Franks, fue uno de los fundadores d" la
Árro.iation for Ad_
vancement of Behavior Thera_py (Estados unidos), ,u
pri-., pr.rid..rt. y .l
primer director de la revista Béhario, Therapy,
1920, que tanto
ha influido en todos los terapeutas de conducra."ó;;;ff;;"
. El segundo bloque del libro lo forman cinco capítulos dedicados a cues_
tiones básicas de la modificación de conduct", t"lÁ
.o-o l,
generalizaciól y.mantenimiento de los efectos a.l
,r.ir-i.nro ".r¡.,".i0;,-i"
y la conside_
ración de variables, ranro relativas ar paciente ..;"
estar influyendo en el proceso de terapra.
"i;;;i".rrr, que pueden
Las secciones de la rres a la siete están dedicadas
a la descripción de las
disrintas técnicas. Se las.ha agrupado pot bloqr.r,
¿;."d,."do
del modelo
que parece sustentar Ia base teórica de cada técnica.
F.ro .rto se ha hecho
con fines principalmente didácticos y de claridad
ya que no existe
en terapia de conducta un modelo o modelor qu."*poriri*,
nan las disrintas récnicas, ofreciéndos" fr...r..ri.;"";;;;licaciones
"lpli!;.; po, qué afuncio_
poste_
riori o planteando meras especulaciones sobre r"; ;.;r;'ií;os
irnpricados en
la eficacia de las técnicas. Ásí, ras técnicas b^r^d;r;;;;-r$)i*rnr,
en el con_
dicionamiento clásico conllevan frecuenremente numeroro,
.1.-"";;r;"g"i_
tivos, elementos del condicionamienro operanre y/o
facto* d.r ;;;J;;j;
social. Lo mismo sucede con ras técnicas'agrupl{",
b"jo io, orros aparrados.
No puede decirse que alguna de las técnica"s ¿"1 libro í. u.r.
exclusivamente
en uno de los modelos de aprendizaje que en
él se ."porr"rr.
Aunque los autores han tenido cieita libertal ;;'1"-á;r.ripción
de ras
técnicas, cada una de éstas. si-gue un esquem a
organizado alrededor de los
siguientes punros: tt:l:ilr,defi'icio' y a"r.rip.io,i,
¡;;;;;""r"s conceprua_
procedimienro, variaciones,
,"ru-"n/comenta"To"lcos,
rro L
trnal
y lecturas para profundizar. De. esta"pri...ior,"r,
Tor-", pensamos que el lector
puede.adquirir los conoiimientos esenciares a" ..á"'r?.rri.a,
especiarmente
cómo llevarla a cabo, y, si aún quiere profundiza.;;r
;;l;s,
pueda hacerlo
a través de las lecturas que se incluyü ar final
a. Ira" .r¡,"r".
,"-bil";;;;# i"."ti;J;;;;;
f:
xxvll
Prefacio
ElúltimobloquedelpresentemanualtratacontemasquePuedenconside las técnicas de terapia de conducta'
derarse extensiones
";'i"';;ii;ación un formaro_grupal e.incidir sobre un
Muchas de estas ré..ri.a, p.r.d..r romar
mismo sucede.rr".dó eias técnicas se aplican
grupo de persona,
^l^u"r.Lo
el grupo es mucho más numeroso y muchas
a la comunidad, pero'ltr t"tt"'o
a prevenir que a curar' Los aspectos
veces la intervenció" p"tat dirigirse"más
.on mu.ha frecuencia por los teraPeuambientales y .on,.*lJ"i "ftfr"¿o,
externos omoleculares>)' se enfatizan
tas de conducta ."'i;;;; át estímulos
riur", ,eralt*do la importancia de considerar el
en el penúl,i,,'o
""piüá^¿.i
rodea a la cond.,cta. Finalmente, el
contexto mas ampllo que frecuen."-.,,..
hasta hace muy poco a los médicos
último capítulo ,bordl ,r., área reservada
yt donde la terapiaá" to"dt"ta tiene también mucho que decir'obietivos para
";.;;;"t;-ffi;;;p";;".r,
de que esre manual cumpla los
rerapia de conducta llegan a hacerse
los que fue proyectrii. Si las técnicas de
psicólogos clínicos y a los que ya
comprensibl", lo, Jt'u'o' p'iquiatras y
"
de este libro habrá merectdo la pena'
;át, la realización
il "Fi;"i;.rrr.,
,"
a la editorial siglo XXI de España, y esq.ríri.r"
"gr"d""".Abásolo, no sólá la ayrda prestada en la
pecialmente , ,,, iir**"¡*i.r
,irro t"-bi¿" i" .rp"r"nra y el ánimo infundidos
realizaciónde este ;;;;rJ,
la impresión de que esta fluida relación
en los momentos ,ri¿, áiti.it"s. Tengo
consft .¿itorial y .1 ""'"t, qt'e h"" tenido :l pl?tT de experimentar"
por ello!
"",."
.i;;;li.io
-.r"do de la .di.ion. ¡Gracias
tituye una isla
""
VtcsNtr, E. C¡'sA'I-Lo
RELACION DE AUTORES
Rubén Ardila, Dpto. de Psicología, Universidad Nacional de Colombia, Bogotá,
Colombia.
Michael Ascher, Department of Psychiatry, Temple University Health Science Center, Philadephia, Pennsylvania, Estados Unidos.
Cristina Botella, Dpto. de Personalidad, Evaluación y Traumientos Psicológicos,
Universidad de Valencia, Valencia, España.
Gualberto Buela, Dpto. de Personalidad, Evaluación y Tratamiento psicológico,
Universidad de Granada, Granada, España.
Vicente E. Caballo, Dpto. de Personalidad, Evaluación y Tratamiento Psicológico,
Universidad de Granada, Granada, España.
José Cáceres, Dirección de Salud Mental, Servicio Regional de Salud, pamplona,
Navarra, España.
Jerry L- Deffenbacher, Department of Psychology, Colorado State University, Fort
Collins, Colorado, Estados Unidos.
Keith S. Dobson, Department of Psychology, Faculty of Social sciences, The university of Calgary, Calgary, Alberta, Canadá.
E. Thornas Dowd, Department of Educational Psychology, Administration, Technology, and Foundations, Kent state university, Kenr, ohio, Estados unidos.
Barry Edelstein, Department of Psychology, college of Arts and sciences, 'west
Virginia lJniversity, Morgantown,'$ü'esr Virginia, Estados Unidos.
Luis Fernández Ríos, Dpto. de Psicología Clínica y Psicobiología, Universidad de
Santiago de Compostela, Santiago de Compostela, La Coruña, España.
Renee-Louise Franche, Department of Psychology, University of British Columbia,
Vancouver, British Columbia, Canadá.
cyril M. Franks, Graduate School of Applied and Professional psychology, The
State university of New Jersey ar Rurgers, Piscataway, New Jersey, Estados
Unidos.
Aurora Gavino, Dpto. de Psicología, Universidad de Málaga, Málaga,
España.
Antonio_Go_doy, Dpto._de Psicología, Universidad de Málaga, Máliga, España.
Juan F..Godoy, Dpto. de Personalidad, Evaluación y Tratamiento psicológico, universidad de Granada, Granada, España.
Sheenah Hankin-vessler, cognitive Psychotherapy Associates, Nueva york, Estados Unidos.
Mariorie L. Hatch, Department of Psychology, Temple lJniversity, philadephia,
Pennsylvania, Estados Unidos.
Alan E. Kazdin, Department of Psychology, Yale university, New Haven, connecticut, Estados Unidos.
#
a,
m
Relación de autores
XXX
Maurits G. T. Kwee, Psychiatrisch Centrum JORIS, cR Delft, Holanda.
Leonor I. Lega, Psychology Department, St. Peter's College, Jersey City, New
Jersey, e Institute for Rational-Emotive Therapy, Nueva York, Estados Unidos.
Donald J. Levis, Department of Psychology, State University of New York at Binghamton, Binghamton, Nueva York, Estados Unidos.
Carmen Martorell, Dpto. de Personalidad, Evaluación y Tratamientos Psicológicos,
Universidad de Valencia, Valencia, España.
Robert J. McMahon, Department of Psychology, University of Süashington, Seattle,
Vashington, Estados Unidos.
Michael A. Milan, Psychology Department, Georgia State University, Atlanta, Georgia, Estados Unidos.
Z. Peter Mitchell, Mitchell and Associates, New York City, Estados Unidos.
Arthur M. Nezu, Department of Mental Health Sciences, Hahnemann University,
Philadelphia, Pennsylvania, Estados Unidos.
Christine M. Nezu, Department of Mental Health Sciences, Hahnemann University, Philadelphia, Pennsylvania, Estados Unidos.
Roger L. Patterson, Veteran's Administration Clinic, Daytona Beach, Florida, Estados Unidos.
t
r
E
r.
I
I.
Joseph J. Pear, Department of Psychology, The University of Manitoba, \flinnipeg,
Manitoba, Canadá.
Marino Pérez Alvarez, Dpto. de Psicología, Universidad de Oviedo, Oviedo, España.
Rosa M" Raich, Dpto. de Psicologia de la Salut, Laboratori de Psicologia Clínica,
Universitat Autónoma de Barcelona, Bellaterra, Barcelona, España.
Lynn P. Rehm, Department of Psychology, University of Houston, Houston, Texas, Estados Unidos.
Patricia A. Rourke, Department of Psychology, University of Iowa, Iowa, Estados
Unidos.
José Santacreu, Dpto. de Psicología Biológica y de la Salud, Universidad Autónoma
de Madrid, Madrid, España.
Fernando Silva, Dpto. de Personalidad, Evaluación y Tratamiento Psicológico, Universidad Complutense de Madrid, Madrid, España.
Miguel A. Simón, Dpto. de Psicología Clínica y Psicobiología, lJniversidad de Santiago de Compostela, Santiago de Compostela, La Coruña, España.
Ralph M. Turner, Department of Psychiatry, Health Sciences Center, Temple University, Philadelphia, Pennsylvania, Estados Unidos.
M" Nieves Vera, Dpto. de Personalidad, Evaluación y Tratamiento Psicológico, Universidad de Granada, Granada, España.
Jaime Vila, Dpto. de Personalidad, Evaluación y Tratamiento Psicológico, Universidad de Granada, Granada, España.
Richard L. Vessler, Department of Psychologl, Pace lJniversity, Pleasantville, Nueva York, Estados Unidos.
Jerome Yoman, Department of Psychology, College of Arts and Sciences, !üest
Virginia University, Morgantown, 'Süest Virginia, Estados Unidos.
*fl
PRIMERA PARTE
HISTORIA DE LA TERAPIA DE CONDUCTA
1.
ORÍGENES, HISTORIA RECIENTE, CUESTIONES ACTUALES
Y ESTATUS FUTURO DE LA TERAPIA DE CONDUCTA:
UNA REVISIÓN CONCEPTUAL
CyRII- M. FRANKS
f.
INTRODUCCIÓN
La terapia de condwcta (TC), un término que emplearemos de forma sinónima
al de mod.ificación de conducta, tiene un amplio pasado pero una corta historia. En su cuarta década como cuerpo de conocimiento formalmente desarrollado y sistematizado, podemos decir que las técnicas predominanres en
lc_ sol tan antiguas como la historia de la humanidad. Los principios básicos
del refuerzo y del castigo positivo y negativo se han utilizado durante miles
de años de manera intuitiva, desprovista de proposiciones formales sobre los
principios implicados. Fue a finales de los años cincuenra cuando se registraron notables intentos para sistematizar estos principios. En cierto r"ntiáo,
se podría considerar que tales intentos constituyeron el nacimiento de la TC,
tal como la conocemos hoy día. Pero, por otro lado, la terapia conductual
tiene muchos orígenes y ningún fundador o punto de partida únicos. Ningún
país o escuela de pensamiento puede reivindicar en exclusiva el campo dé la
TC y ninguna técnica puede hacer lo mismo.
Algunos_ experros en la mareria, como London (1972), alegan que la TC
-un
se contempla mejor como un conjunto de técnicas, rnás que cómo
enfoque. Sin embargo, es la metodología de la TC como enfoque lo que define a
la terapia conductual ral como la conocemos hoy día. Existen en ella diferentes estrategias, técnicas y conceptos teóricos. Pero lo común a todos los
que se llaman a sí mismos <terapeutas conductualeso es un compromiso con
la evaluación, la inrervención y los conceptos que descansan en algún tipo
de marco teórico de aprendizaje E-R (estímulo-iespuesta), inmerso a su vez
dentro de la metodología del científico comporramental.
Cuando la psicología fue capaz de abandonar las especulaciones filosóficas
en favor de la metodología cientificoexperimental, el terreno estaba preparado
para que la TC germinase. En 1971, en el primer artículo dedicadb exclusivamente a la TC de la Annual Reuiew of Psychology, Krasner reseñó quince
áreas de investigación que concurrieron-en los añoi cincuenra y sesen ta para
formar el núcleo de este
partir de entonces- nuevo .r,foqrr". Ent.e
-a
Rutgers University (EE UU)
Cyril M. Franks
aquellas áreas se encontraban ra psicología
experimental, er condicionamienro
clásico
y el operanre, los prir,.1pio, ,JO,ri.o, a"
zaje de Hull y de
Pavlov, la cada vez más
"f.."ai
disciprina d. r"'pi."iogía
-"du."
crínica t"#i
y una
crecien te insatisfacción con Ia corrienre
psicodinám
i.;
r*
^"^"q'
;;
;;;;;;
rrLL
llos momenros en el campo d" l" ;"1;j
_.;;rl.
Aunque el trabajo dé pavrov sobre el condicionamiento
clásico, el de
\flatson sobre el conductismo, er de Thorndike
,;L;;;;prendizaje
y el de
skinner sobre el condiciona*i".r,o op.ranre
consrituyen ras piedras angulares
de la Tc, hubo que esperar hasta loi ,1f,i..,
para que, por las
razones señaladas anteriormente, estos
"n; il"""
frnda-"rrto,
.a"*pr""res
se encon_
traran preparados para sostener toda la
estructura. La Tc está ahora entrando
en su cuarra década. La primera, Ios años
sesenta, co.,stituyó la época pio_
nera, una época llena de ideologías y polémicar,
;; f,;;; ío, ,.r"i",,;J;.
conducta intentaron presentar u., f...rie
unido contra Éi _"rr._igoo común
psicodinámico. Duranre esre período turbul*o,;';;;",
de la gran resis_
tencia enconrrada, la Tc empezó a establecerr"-;J-;tr.ri.rp.rrbre
método
de tratamiento. como escriÜió London
en 1g72, era enronces er momenro
de acomodar el campo,
Io que se llevó a
Tí, que dedicarse .a defenderlo,
^rlr'',
cabo conforme se désarroilab,
t" r"g""a a décadta. ó.
graduar, pero
progresiva, los terapeutas de .o'd.rJr"
d"¡.ron d. ;;;;;p"rre por _y Io
abandonaro.r .n g."n medida- .t ."i"--i.ionero
*?r;;;;" ra búsqueda de
nuevos horizontes dentro de su propio
campo. Entre las nuevas fronteras
colonizadas se enconrraron la pr;;i;
médiá g";;;;i .i""urof."dback,, la
psicofarmacología, la.psicorogía'ecorógicaJ,
pri."J;;í;'.o'-un;,.¡a y er mun_
do de la adminisrración y. dü gobi"ri". grr;
ra época exciranre
de la expansión interecruár
".. ,J-biJr.,
;.;;;;;r,
metodorogías
y modos de conrem_
plar los datos más allá de "n
lo, .onria".ados por l"-"r.árá del aprendizaje"
tradicional. Se desarrollaron méto¿"r
J. tr"t"-i..rto más sofisticados, se per_
feccionó la metodol ogla y r"
,,'.,o.", p.o.-r-rentos para ra
"r;;bl.;".o.,,
evaluación de los r.r.urt"dor. y,
d.*"nr"ndo ,ábr"
menos segura,
la "rsv6¡r.rón cognitiva" invadiá i, ió,
"'-;;;;r.." una
ig""i;;;
J;;;ró
gran pa.e
de las áreas de la psicología.
"r
Esta tendencia continuó en la tercera_
décad,a, dándose un menor interés
er cuanro a la expansión, una mayor inclinacián'h;i;i;;etodología
sofis_
trcada y un salto todavía más grande
hacia persp;;;r';;; van mucho
más
allá de la n¡ss¡i¿ der aprendi t^irl rr^a;aonal
E-R. Ahora, .r, ,u .,rrr, a década
la que uolueré en er úrtimo
der presente capíturo_ er énfasis
-sobre
se cenrra en la dificurtad para
"p".i"do
h
;"i;;'i;;;;';"rf:.cionada
sofisti_
cación metodolósica (proveni".rr""d"
'ogr". .rn ,..o.ro.imiená caaa vezmayor
de
las limitacione, d"" la metodorogi,
.".J".ruar rradicionar), junto con una viva
conciencia de Ias contribucione! potenciares
d" ñ;i;r;;;', /io.-", de pensar
que no se habían considerado dignas
de ser ."pi.;á;;;;Jr,; hoy día,
por ra
rdag
(Jna revisión
concePtual
TC tradicional.
5
Al mismo tiempo, como intentaré demostrar, se da un retorno
se basan la TC,
n".i" los fundamentos intelectuales en los que
ñ;r;;o,
g.".."f, y la Association for Advancement of Behavior Therapy, AABT
"í
progreso de la Terapia de Conductal, en particular...
ñril;;i;;'p^r^
"rro,",.
"l
' Co-o ," h" h..ho
ningún país puede reivindicar
"nte.iorrnente,
.o-o ,uy" la TC. Sus orígenes y su alcance actual son, realmente, internase dio
cionales. En Rusia, y ..r ío qre -á, tarde sería la Unión Soviética,
del condiciona-
una norable ,irt"-rtir"ción de los principios y de los datos
tal como
,,,l"rrro clásico, bajo la batuta de Pávlov y tnt seguidores. Si la TC'
en gran
debido,
fue
ioy'día, no floreció en la Unión Soviética,
i;;";;os
enconse
del condicionamiento pavloviano
;"|.f a que 1", Éar"s filosóficas
hallarse ligatraban íntimamente unidas al materialismo dialéctico, en vez de
primeraTC que se
das al materialismo más mecanicista que caracterízaba a la
de forma
no
aceptable,
vista
de
punto
desarrolló en el mundo occidental
-""
tradición
la
aun-que
.r-pr."rrule, d"rd" un marco mar"ista. Sin embargo,
ni
no fue aceptada y no influyó, siquiera
;;;i;;i";", .á*o ,irt.-a filosófico,
lo mismo
indirectamente, en la psicología norteamericana, no se puede decir
y e:P:occidental,
mundo
el
En
á. i" ,""r1" y á. l" t"..,ologá pavlovianas.
traduio
se
pavloviano
lo, Estados Uiidor, el condicionamiento
cialmente
"n
aversivo
en la práctica por medio de técnicas tales como el condicionamiento
y l" i"r".rribilización sistemática, por nombrar sólo dos de ellas'
En el Reino unido, la TC surgió de los esfuerzos de un pequeño. gruPo
el que *" .rr.Jnr.aba yo- para intentar desarrollar una
de personas
-en
preponderante modo de intervención teramás viable
"nro.r..,
"l
psico"lr.irr.,irr"
oéutica en los denominados rrastórnós -entales, es decir, el modelo
'd;;i.. (Franks, 1987b). Eysenck, en aquel entonces .grofesor" de Psicolú; (-ár'tarde catedrátíco) en_el Instituto de Psiquiatría (Hospital \laud¡.
r.yl ¿. la universidad de io.rd..r, tenía un ambiiioso y atrevido plan. El
p.l-", paso era que algo.llamado *personalidado tenía que descomponerse
medien un pequeno ,r,r-.ro" de dimensiónes, definidas operacionalmente'
bles factorialmente y exploradas experimentalmente' La idea esperanzadora
sin
consistía en que, ,l ,el".ionar estas dimensiones con sus, hasta entonces
deinstancia,
última
en
identificar, dáterminantes fisiológicos, sería posible,
,"rrott"r un amplio modelo de la-actividad piicológi91 e.l cual explicaría cada
iable intento de establecer
del fu.rcionamiento humano
;;t;
no
era.desalentada por el
que
búsqueda
una
la^unificación en psicología,
hecho de que 1-r.rri',..oror" predecesorei distinguidos lo habían intentado y
gehabían fracasado. considérese, por ejemplo, la búsqueda de los factores
de inteligencia, por Spea.ma", o-la búsqueda, por parte de.Lashley'
""t"t"t
que explicase, de forma general, las funciones del
de ese evasivo
"rrgr"-"
cerebro.
Para facilitar este ambicioso plan, Eysenck se rodeó de un selecto equipo
CTril M. Franhs
de estudianres de carrera y doctorado (incluido yo mismo) y juntos
empezamos a labrar nuesrros proyectos individualer. Él
guíá
era
el
de un
-od.lo
estudiante amable, pero crítico, envez de er de un discípulJci.go.
La invesl
tigación. siempre tuvo preferencia sobre
ideología, .rrr" p"r"rp"ctiva que
_la
caracterizó no sólo a los años de formación
de la tó, sino ,"-uiÉr, 1",
d;;
"
les siguieron.
consideraron y descarraron mucho-s modelos y sólo la rcoríadel aprendizaje E-R, en particular el trabajo de.Hull y p"uror,, pa,recía,
en aquellos
momentos, ofrecer esperanzas para el desarroilo de predicciones verificables
y una base de datos para la inrervención terapéutica. y así fue, .., for-"
sucinta, como nació en el Reino Unido el co.rcepto de .ts¡¿pl¿ de
condrrcta".
A lo largo de los años, los estudiantes de Eysenck establecieron enclaves del
Maudsley por todo. el mundo.-Es importanre señarar que el énfasis
en la
investigación científica , en vez de en la obediencia ciega,'condrjo
q,r. -.r_
chos de esos centros desarrollasen sus
indiváualid"d., y" ;;;-;"
-propias
produjeran
"'
y.
menos
agudas,
diferencias de opinión.
_agudas,
sigu-iendo con la historia, hry q.r. señalar .r' h".ho notable,
.
como es el
desarrollo
en Africa i"l b.,.
en
los
Er;;;",
unidos- por
¡.]uego
-primero
de la p.sicoterapia por i.riribicÉ.r .ecípro."
d.
[o]ne (1958)
la técnica de
I
la desensib jlización iistemátiia, sin duda la p.imerá
verbalo
viable
"trlripi^
ofrecida como ahernariva. a la psicoterapia tiadicional.
Ef he.ho-J. q;;;l
laborioso procedimiento de \flolpe haya sido modificado .n.r.h",
veces como
consecuencia de esrudios posteriores y el hecho de que su
explicacio" ,J¿.,
original, en términos del condicio.r"-i.rrro.clásico y a. t" i"Éiui.lá"
,t;;;;:
t?"i""l haya sido rechazada desde hace tiempo, io d"r-.rece en absoluto
el significado del imponanre logro de Volpe.'
o.l.gr dos pioneros de Africa del sur, que obtuvieron reconocimiento
mundial, primero en los Estados unidos y
R"i.ro unido y luego en los
Estados unidos y canadá, fueron Lazarus "l
y Rachman. Sin'emba-rgo, h"f
que
.señalar que Lazarus, aun reconociendo'lealtad ,rr" amplia ,í^á;r;iÁ
"
ya no se considera un terapeuta de conducta.
Según afirmación
lonductual,
prof]a:
es un <rerapeuta multimodal" (Lazarus,19g1).
Si la primera Tc que se desarrolló en Gran Bretaía se apoyaba,
en gran
medida, en el condicionamiento clásico, no se puede decir
lo mismo sobre el
desarrollo de la Tc en los Estados unidos. guiz;s a causa
de la creencia de
que el ambiente se encuenrra donde está pari ,.. .o.rqrrirtado
y d. q;; h;;
pocos límites, si es que hay alguno, para hacerlo, el ¿'"r"ri,
en las variables
externas' en las influencias ambientaies y en el condicionamiento
op"."rri.
ateórico de Skinner' predominó en los ÉE.uu y, h"rr"
.i"rto punto, sigue
predominando hoy_ día. La tradición proveniente del Maudsley
dá 1", i;fl";;_
cias genéticas y de los determinanres constituciot
....orr"yéndose
;*"l"r,
mo Pavlov, se arrinconó en favor de un ambientalismo
"l
más'bien ,il;li,,;,
Se
.iq-é-
U na
reoisión concept ual
*-
-.
-
-.* **".. .l 7
que predominó en la TC norteamericana hasta la llegada de la cognición, de
li teoría de la interacción recíproca de Bandura (1982) y de los modelos más
sofisticados que surgieron en los últimos años ochenta.
Parece ser que el término uterapia de conductao se introdujo, de modo
más o menos independiente, por tres grupos de investigadores. En 1953,
Lindsley, Skinner y Solomon se refirieron al empleo del condicionamiento
operanre en pacientes psicóticos hospitalizados con el término de "terapia de
có.rducta'. En 1959, Eysenck utilizó por primera vez este término de forma
impresa, para referirse a un nuevo enfoque de la terapia, definiendo a la TC
como la aplicación de las.modernas teorías del aprendizaie,, en el tratamiento de trastorhos psicológicos. Mientras que Lindsley y cols. conceptualizaron
a la TC exclusivamente en términos del condicionamiento operante de Skinner, Eysenck adoptó una perspectiva mucho más amplia. Para Eysenck' la
TC abarcaba el condicionamiento operante, el condicionamiento clásico y,
posteriormente, el modelado, con un notable reconocimiento hacia Pavlov,
Mowrer y a los neoconductistas como Hull, Spence y (con ciertas reticencias)
Bandura. En 1958, en Africa del Sur, Lazarus acuñó, de forma independiente,
el término oterapia de conducta>> para referirse al hecho de añadir procedimientos objetivos de laboratorio a la psicoterapia tradicional. A este respecto,
Lazarus pensaba, tanto antes como ahora' que la TC es solamente parte de
una totalidad multimodal que podría incluir procedimientos derivados de
cualquier fuenre, siempre que hubiera evidencia experimental de su utilidad
(Lazarus,1981). Esta estrategia se conoce como eclecticismo técnico.
Como señala Krasner (1971),las raíces de la TC se remontan a muchas
escuelas de pensamiento, a metodologías contrapuestas, a sistemas filosóficos
y teóricos diversos, a países distintos y a líderes diferentes. Algunos individuos enfatizan el condicionamiento clásico y su aplicación práctica por medio
de técnicas como la terapia aversiva y la desensibilización sistemática, otros
confían en la tradición skinneriana del condicionamiento operante y el análisis experimental de la conducta, / un tercer grupo se cent;a en los datos de
la psicología experimental en conjunto, en vez de fiarse exclusivamente de la
teoría del condicionamiento per se (\Wilson y Franks, 1982). A veces la TC
presenta aspectos idiosincrásicos, como, por ejemplo, el énfasis de Yates (1970)
en el caso individual como concepto básico y necesario.
Desde 197Q,la European Association of Behaviour Therapy, EABT fAsociación Europea de Terapia de Conducta] ha organizado congresos anuales
en distintos países europeos. En el séptimo de dichos congresos, que tuvo
lugar en Uppsala, Suecia, en el verano de 1977, se acordó celebrar el décimo
congreso en Jerusalén. Por acuerdo explícito de todos los implicados, esta
reunión científica se convirtió en el I Congreso Mundial de Terapia de Conducta. Desde entonces, la TC ha florecido por todo el mundo. Existen hoy
día multitud de asociaciones de terapia de conduct^ y, por lo menos, cin-
Cyril M. Franhs
cuenta
revistas dedicadas exclusivamente a algún aspecro de este campo _si
se incluyen ramificaciones como la medicina"co.rdrrctrral, el
"biofeeJfr.r." y
una amplia variedad de métodos de intervención con base cognitiva.
El II con_
greso Mundial se celebró_ en vashingron, DC, el te.ceró en Edimbur!á,
Escocia, y el cuarto tendrá lugar en Bogotá, colombia, en 1993 1.
. Hasta aquí esta breve revisión histórica. Seguidamenre pasaré a discutir
las numerosas definiciones de la Tc y las caracrerísticas más sobresalientes
de
la Tc contemporánea. Puesro qu" Í, TC es un enfoque de amplia base,
es
comprensible que haya muchas perspecrivas diferent", de.rt.o i" .llr,
p."sentand.o, a primera vista., un p*or"-, de mutua discordia. si.,
e-úargo,
todo ello concuerda con la no.iótr de la Tc como enfoque, .o-o ,"g1" ,i.tod,ológica., más que- como una serie de técnicas específicas o como
una unidad estrechamenre delimirada que todo el mundo ,i.n" qrr" ac^tar.
II.
CARACTERÍSTICRS DE LA TERAPIA DE CONDUCTA
CONTEMPORÁNEA
Muchas voces alegan hablar en nombre de la Tc. Existen
grandes disensiones,
normalmente.(aunque no siempre) en armonía, sobre,'ui.t.ial-"rrte,
cada asun-
to coxceptual, teórico, profesional y técnico d" .r.r"rt.o campo.
mucho
f1:l::.iibii y pensar sobre sisiemas_más unificados, como elE,s
psicoanálll
hsrs, donde la elección de técnicas está limitada. Aun
así, examinando las
muchas ramas de la TC, existe ese núcleo E-R de amplia
b"r" ,"¡rl"do anteriorm.ente. Empleo el término .de amplia base, delib!rrá"-"",.,
puesro que,
especialmente en los últimos años, la nogi-ón de lo que
.o"r,ir"yi ,., ,'"'r.o
E-R
está cambiando radicalmente. El significado.de r",
p"l"ü.", *estímuro, y
<respu€sra> en los años novent" r"
lejos d" ü, formulacion.,
-á
específicas utilizadas en los últimos ".r*"ntra
años cincuenta.
TC conremporánea.refleja una combinación de procedimientos
.La
verbales
y de
acción, el empleo de métodos multidim.rrriorr"i",
;;;", de abordajes
únicos, una atención cada.vez mayor,en la.respo"r"uiiiJ"¿
d"l .li.;;;'";
d9l. terapeura, un énfasis
loi determinantes acruares más que en los
fa.
"n datos y una prudente
h,istóricos,.un.respero }acia los
disposición a ir más
allá de los límites restringidos del condicio"rnli*"
ráJi.ii""r o incluso de
la rcoría del aprendizaje E-R, para obtener su base de datos.
La Tc es un
enfoque de solución de problemas, en el que r.
l,
evaluación
y la intervención p"." g".r"r"r valoraciones continua,
""r*-.r.i"r,
d"l progr"ro.
I
Parece ser que el IV Congreso
1993, sino que se celebrará en The
compilador).
de Terapia de Conducta no tendrá lugar en Colombia en
Coast, Queensland, Australia, en julio 2e itrl92. (Nota d.el
Y":9i"]
Gold
Una repisión
concePtual
9
Algo muy importante (al menos en principio, aunque no siempre en la
práctica) es que las actuaciones clínicas surgen de formulaciones basadas en
datos y de predicciones comprobadas, en vez de provenir de la intuición y
de la impresión clínica. Estos últimos procesos tienen valor sólo cuando se
utilicen para generar una estrategia conductual de investigación. Se considera
que métodos como la terapia racional emotiva de Ellis (1979), la terapia
multimodal de Lazarus (1981) y la terapia cognitiva de Beck (1976) caen
dentro de la órbita de la TC sólo en el grado en que siguen el precepto
señalado anteriormente.
Un clínico experto sólo en técnicas de TC no es un terapeuta conductual:
el concepto y la metodología son lo principal y las técnicas específicas lo
secundario. Esto no trata de rebajar a las técnicas o a la práctica clínica.
Después de todo, son las técnicas las que producen el cambio y la TC posee
muchas técnicas efectivas que lo acreditan. Entre ellas (se aconseja al lector
que consulte alguno de los numerosos libros sobre TC que existen hoy día,
siendo un buen ejemplo el que tiene en las manos en estos momentos) las
más conocidas incluyen el ensayo de conducta, la desensibilización sistemática, el entrenamiento asertivo, el reforzamiento por fichas, el establecimiento
de contratos, el modelado y una variedad de procedimientos cognitivos y de
autocontrol. Además, el biofeedback, la medicina conductual, y la psicología
comunitaria y ambiental están convirtiéndose progresivamente en una parte
del campo de la TC.
En sus comienzos, se consideraba ala TC como un enfoque limitado que
se emplearía, principalmente, con fobias específicas o problemas localizados;
se veía comb una estrategia de ayuda añadida al proceso .,real' de cambio
de la personalidad. Sin embargo, debería quedar claro que, hoy día, la TC,
como enfoque, es aplicable a todas las clases de trastornos, de individuos, de
situaciones o lugares. Esto no significa que esté garantizado el éxito. Por
ejemplo, aunque la TC puede ser el tratamiento de elección para el autismo,
no puede considerarse, de ninguna manera, como un remedio total. La fuerza
de la TC yace, no en la demostración del éxito terapéutico, por grarificante
que pueda ser, sino, cono se ha señalado anteriormente, en la singularidad
de su enfoque. Los fracasos investigados de forma apropiada pueden ser tan
útiles como los éxitos (Barbrack, 1985; Foa y Emmelkamp, 1983).
Cuando se formó la AABT en 1967, el intento de sus fundadores fue el
modelar esta organización conforme a las British and American Associations
for the Advancement of Science, fAsociaciones Inglesa y Americana para el
Progreso de la Ciencia], de ahí su nombre. Inicialmente, la organización se
llamó Association for Advancement of Behavior Therapies [Asociación para
el Progreso de las Terapias de Conducta]. Posteriormenre, dos licenciados
desconocidos, G.T. Vilson y Ian Evans
tarde figuras importantes del
-másNewsletter
campo- escribieron una carta al Association
lBoletín de la Aso-
Cyril M. Franhs
ciación], llamando la atención sobre el hecho de que no se debería malinterpretar a las distintas técnicas de TC, todas derivadas de la teoría del aprendizaje, como diferentes clases de TC, implicado por el plural orerapias', sin una
justificación teórica. Se reconoció inmediatamenre que esro no era una surileza semántica, sino un asunto de considerable importancia, por lo que se
cambió el nombre de la Asociación. Desde enronces hasta hoy día, se conoce
como la Association for Advancemenr of Behavior Therapy fAsociación para
el Progreso de la Terapia de Conducta]. Sin embargo, el dar un nombre a
algo no produce, por sí mismo, un cambio y se ha mantenido, desde entonces, una pugna constante dentro de las filas de la TC. Lo que suceda en un
futuro sólo él lo sabrá y es por lo que, teniendo esro en mente, escribí en
1981 un artículo titulado: "2081
muchas o sólo una? ¿o quizás
-¿Serán
ninguna?". Esta cuestión tiene el mismo
interés ahora, en 1990, que hace una
década.
Lo cierto es que la TC actual es capaz de incluir una considerable variedad
dentro de sus límites conceptuales sin una aparenre desintegración. Están
aquellos que consideran a las teorías del rasgo altamente compatibles con una
posición conductual y aquellos otros que manrienen un punro de vista diametralmente opuesto. También están aquellos que piensan que no se debería
hablar de autocontrol o control de sí mismo (self-control), porque no exisren
cosas como el
"sí mismo" (self) y aquellos otros para los que el autocontrol
o control de sí mismo es una importante realidad. O también aquellos que
adoptan una, quizá intelectualmente poco honesra, posición intermedia, para
los que no existe un "verdadero> autocontrol o control de uno mismo, pero
que consideran que es mejor vivir sus vidas como si existiera. Igualmente,
están aquellos que se apoyan notablemente en factores fisiológicos, constirucionales y genéticos y aquellos que piensan que esos determinantes no exisren
o son, como mucho, irrelevantes. También encontramos a aquéllos para los
que el marco de referencia es el conductismo radical, rechazando totalmente
cualquier variable interviniente entre el estímulo y la respuesta y a aquéllos
cuya única fidelidad se limita a la metodología conductual. Para orros, los
principios del condicionamiento clásico y del condicionamienro operanre,
con la posible añadidura del modelado, son suficientes, mientras que orros
piensan que el condicionamiento es sólo una parre de la película. Para algunos, los datos son suficientes y la teoría tiene poca importancia, mientras que
para otros la teoría es esencial para el progreso de la TC.
Puesto que hay muchas dimensiones (de las que he mencionado algunas
y, dentro de ellas, una serie de puntos de su especrro), es posible, lógicamente, que la terapia de conducta tolere muchos puntos de diferencia dentro
de su marco conceptual. Algunas de estas diferencias han dado lugar a disputas más encarnizadas que otras. La terapia de conducta cognitiva, considerada por sus defensores más entusiastas como un cambio de paradigma,
::
b
*rf
!{¡a-gg
Una revisión
concePtual
71
anunciador de una nueva era en terapia de conducta, es un caso que merece
una atención especial.
La reacción contra el oestigma" del mentalismo llevó a muchos de los
primeros terapeutas de conducta a centrarse en las respuestas manifiestas y
i ig.to.ar completamente cualquier forma de proceso cognitivo. También era
mucho más fácil trabajar con fichas y recompensas relativamente específicas
que con procedimientos más vagos. Además, la tecnología para trabaiar con
pro."ror y sistemas de grupo no existía todavía, de modo que los primeros
i"t"p.nt"r de conducta ponían el énfasis en procedimientos específicos dirigidós hacia el individuo. El reconocimiento de las influencias más sutiles de
la sociedad se encontraba, por lo menos, a una década de distancia.
La denominada .revolución cognitiva", introducida por líderes como Mahoney (1977) y Beck (1976), consrituye un acontecimiento de notable significación en la historia de la terapia de conducta. Muchos extremistas consideraron este suceso como un cambio de paradigma de trascendencia decisiva,
a pesar de que se podría alegar que la TC se encuentra todavía en una etaPa
pre-paradigmática, de modo similar a como se encontraban las ciencias naturales en los siglos XVI y XVII. Tal como lo emplea Kuhn (1970),la noción
de paradigma descansa sobre tierras movedizas y el concepto se utiliza de
modos muy diversos (ver Fishman, Rotgers y Franks, 198S). Si es discutible
de manera distinta al uso
que una cosa como es un paradigma
-empleado
limitado e incorrecto que frecuentemente se hace de él como modelo o teoría
específicos- exista en psicología, menos aún existiría en TC. Es cuestionable,
por lo tanto, si hay algún paradigma que cambiar. Sea como fuere, algunos
consideran a la TC cognitiva como un nuevo enfoque de intervención, enfoque que ya no se podría clasificar como parte de la terapia de conducta. Los
pros y los contras de este argumento, y el apasionado debate que ha suscitado
y continúa suscitando, se han tratado en muchas ocasiones, por lo que se
remite al lector interesado a otras fuentes de consulta (p."1., Franks, 1982).
Mi punto de vista es que toda TC emplea la cognición en mayor o menor
medida. Lo que se necesita, si se quiere aclarar el tema, es que las cuestiones
pertinentes sean trasladadas desde la escena de debate al ruedo de la investigación empírica. Los prerrequisitos incluyen un consenso sobre la definición
de la TC, especificaciones técnicas precisas de los métodos empleados y una
aceptación de estos métodos por los terapeutas de conducta (ver Rachman y
lWilson, 1980). Incluso Mahoney reconoce ahora que todas las terapias son
simultáneamente cognitivas y conductuales, en mayor o menor medida, y que
lo que se necesita es investigación sistemática más que continuos debates
(Mahoney y Kazdin, 1979).
Parecería, entonces, que han surgido varios modelos teóricos diferentes
de TC, de los cuales la modificación de conducta cognitiva es uno más. Dichos modelos incluyen, además de la terapia de conducta cognitiva, el análisis
t2
Cyril M
conductual aplicado, basado en el condicionamiento operanre de Skinner; las
terapias basadas en el apren dízaje o condicionamiento pavlovianos, filtrádas
a través de la visión de neoconducristas como Hull, Spénce, Eysenck, Rach-
-1" I volpe; la teoría del aprendizaje social, con Bandura lbel¡ como su
principal represenrante; y la terapia de conducta paradigmátjca d,e Staats
(1981)' una versión puesta al día de su planteamientó del cánductismo social
(Staats, 1975).
III.
LA DEFINICIÓN DE TERAPIA DE CONDUCTA
Prefiero evitar cualquier definición comprehensiva y rigurosa de la TC en
favor de alguna fórmula general que subráye simplementá el hecho de que la
T.c .: un enfoque
,enraizado, que no esrancado, en la merodología de las
ciencias conductuales y con una fuerte, que no exclusiva, predilección hacia
alguna forma de teoría de aprendizaje r-n. Esto prepar"
t".r".ro para que
"[ Kazdin (197ga)
coexistan la estructura y la fluidez. Hace más de una década,
señaló las características más sobresalientes de los rerapeuras de conducta:
L Un énfasis en los determinantes actuales de la conducta, en vez de en
los determinanres históricos.
2. un énfasis en el cambio de la conducra manifiesta como el principal
criterio por el que se evalúa el tratamiento.
3.. Especificación del tratamiento en términos objetivos, de modo que
pueda ser posible la réplica del mismo.
4. Confianza enla inve_stigación básica en psicología, con el fin de generar
hipótesis generales sobre el tra-tamiento y las técnicas*terapéuticas
"rpáífi.rr.y
5. Especificidad en las definiciones y explicacion.r,
el trata-ierrto
"n
en la medición.
y media, con la posible añadidura de un énfasis
lineal, con la aparición de una perspectiva multidimensional y con una
drástica reinterpretación de lo que significa la metodología de la ciencia conductual, estos crirerios se siguen apliiando.
Las primeras definiciones se esforzaron por vincular a la Tc con doctrinas,.teorías, leyes o_principios de aprendizáje específicos. Ejemplos típicos
son la confianza de Eysenck (1959) en algo denominado la u-oáerna teo.ía
d.el aprendizaje" y el refugio idiosincrási.o d" y"t", (1970) en la investigación
sistemática del caso único como la esencia de la Tc. La siguiente defüición
de Tc, respaldada originalmente por la AABT en 1975, i.rienta cubrir todos
los frentes. Dice lo siguiente:
Después de una década
no_
,.*.-4^
Una reoisión conceptilal
l3
La_terapia.de conducta implica, principalmente, la aplicación de los principios derivados de la investigación en la psicología experimental y social, para el
d.l
"liuio de
sufrimiento de las per-sonas y el progreso del funcionamiento humano. La terapia
conducta pone el énfasis en una valoración sistemática de la efectividad de estas
aplicaciones. La terapia de conducta implica el cambio ambiental y la interacción
social, más- que la alteración directa de los procesos corporales por medio de procedimientos biológicos. El objetivo es, esencialmente, educativo. Las técnicas facilitan
un mayor autocontrol. En la aplicación de la terapia de conducta, normalmente se
negocia un acuerdo contractual en el que se especifican procedimientos y objetivos
mutuamente agradables. Aquellos que emplean los enfoques conductualós de modo
resPonsable se guían por principios éticos ampliamente aieptados
fFranks y Vilson,
1975,
p.
ll.
Las disdntas definiciones de TC tienden a caer dentro de dos clases: doctrinales o epistemológicas. Las definiciones doctrinales inrentan vincular la
TC a doctrinas, reorías, leyes o principios de apren dizaje. Las definiciones
epistemológicas se encuentran más inclinadas a cáracterizi.ar a la TC en rérminos de los distintos modos de estudiar los fenómenos clínicos. En general,
las definiciones doctrinales tienden a ser más limitadas y, por consi[uiente,
lo s-e ajustan a toda la TC, mienrras que las definiciones epistemólógicas
tienden a ser excesivamente acomodaticias y, por consiguiente, potenciahiente aplicables a muchas terapias no conductuales. Cuaná más fLxible y comprehensiva sea la definición, mayor es su porencial para solaparse .ó.,
-odelos no conductuales, y pudiera ser, .o-o sugiere Erwin (1978), que no sea
posible actualmente una definición de TC que sea aceptable para lá mayoría
de los terapeutas conductuales. Por esta razór', quizás, envez de intentar una
definición, Davison y Stuart (1975) listan, simplemente, uvarias caracterísricas
unificadoras importantes>, la mayoría de ellas acordes con las señaladas anteriormente. La caracferización de Erwin (1978) de la TC como <una forma
no biológica de terapia que se desarrolló, en gran medida, a partir de la
investigación sobre la teoría del aprendizaje y que, normalmente, se aplica
de modo directo, gradual y experimental en el tratamiento de patronei desadaptativos específicos" (p. 44), es consisrenre con esta posición.
Teniendo en cuenta lo que se ha escrito hasta ahora, no es sorprendente
que tengan lugar vivas controversias dentro de la TC, así como entre los
terapeutas de conducta y aquellos que se encuentran fuera del movimiento.
En la siguiente sección, resaltaré algunas de estas áreas de controversia.
Cyril M. Franhs
IV.
ALGUNAS CUESTIONES ACTUALES EN TERAPIA
DE CONDUCTA
ty't' La naturaleza y-er paper der cond.icionamiento
"" y ra tuoría
de aprendizaje E-R en terapia d, ,ord.rrio
se supone que la TC se basa en los principios de aprendizaie
del estímulo v
la respuesta. pero esro no nos dice
-u.h.á. ¿qr¿ ó;.,p_;d.;;;#;¿
de, los muc.hos y distintos que existen, d.b.'.á-.:-;;pi;r,
como nuesrros
pilares fundamentales? ¿eué evidencias apoyan
a esras teórías a.
Si lateoría del aprendizaji es necesaria.á*o.b"r"
"pr*áir";.i
pararaTc,
¿es,
no obstanre, suficient",l
".fri."il" parecida
ejempro,.¿se aplican d;
manera
ü;;;
l'.r
los principios del condicionamiento clisico'y d"l ."ji;;;namienro
operanre
a.los procesos inrernos, encubierro.s. y son rúfi.i"n,",
ros datos?
f"."
así, ¿es. necesario ampliar los fundam.rrro', ¿" "rpri..r
l" rc p"r" i".f"i,
l:,::,ji^":.,y conocimienros
p.ncrpros
exrraídos de l_"^l:i..]:qía social, ¿. i"'rirl"r"si,
"la
y de la sociología? (Kanfer y
1980). Si
Tc se ampría de esta
.Grimm,
manera' ¿se convierte.en algo distinto a lo que
constituyó o.igirrrl-"rrt. i,
Tc o incluso a como Ia conocemos hoy diai Desde-"quí,'"p"rras
es posible
hacer más que prestar atención a estas iuestiones
u ,"-iti. .'to, t"*i.r"q";.
quieran profundizar,en elro a argunos de los;;.h;;';;;tos
de Tc que se
encuenrran disponibles en esros
(p."j., Eysenck y Martin, rggT;
-o-.rrto,
p'L¡ary-y vilson,..t]:r¡ En especial, ," ,.io-iá"a" qu" lector
consulre
la obra de Erwin (197q;, rr.ro di
"r de esra
po.o, libr"; ;p;antes
área
_lo,
que trata exclusivamente con problemai conceptuale,
y .rerrtifi.", a";rt;;;
significativo que Erwin ,., .,r, filósofo y .ro .rn psicóiogo.
Es fácil utilizar la palabra
"condiciona-i".rto,l. o.rgi".i"aamenre, ésre es
un concepro desprovisro de un-significado
sobre er q". f;;;;un común
do. A veces se emplea para referirse a un procedi#ierrto'op.ri-ental, acuer_
otras
veces para referirse a la eficacia de este
prácedimiento f, .n orr* ocasiones,
para referirse al proceso que se cree
p"rri.urar, ras
"rpri."extrapolar
dificultad.es ,e plantean crrando se inrentan
"r;;; .f*í.ri'E'
los datos derivados de
los experimentos con animales a los seres h.r*".rár.
a¿.-¿r, la relación exac_
ta entre el condicionamienro
y
el
condici""r-;;;;
operante sigue
.crásico
siendo ambigua. y no gs' en absoluto,'po.o
razonable dudar si el condicionamienro, en el sentido de una
entre el
"ro.i".ión .;";;;r.-lir"-eri.,
estímulo y la respuesta, existe claramente.
Las relaciones entre el condicionamiento en er
laboratorio, er condicio_
namiento en la clínica.y el condicionamienro
l" rriJ" dlrri" ro'complejas
y están abiertas a muchas interpretaciones. Esto
"nhace difícil
extrapolar (como
eran.las esperanzas de
p.imeros rerapeuras de conducta) ros estudios
sobre
condicionamienro en ello¡ratoratorio a la u;d" ."rr.-¡;;;;:n)ur"-o,
de bue_
15
Una reoisión conceptual
y malos individuos para llegar a condicionarse, como si hubiese evidencia
clara de un factor general de "condicionabilidad". Realmente, no ha llegado
nos
factor. Además, si se demostrase dicho factor por medio
de un preciso análisis factorial de las distintas medidas de condicionamiento
en el laboratorio y en otras partes, rcndría que explicar una Parte significativa
de la varianza para tener una relevancia significativa en la vida real. Hasta
hoy día, ni el condicionamiento clásico, ni el condicionamiento operante, ni
el análisis conductual aplicado son capaces de explicar adecuadamente las
numerosas y variadas complejidades de las neurosis contemPoráneas. Explicaciones sofisticadas como la teoría de los dos factores de Mowrer (1962)
sobre la conducta de evitación o la más reciente explicación de la incubación
condicionada de Eysenck (1982) sobre las neurosis, no llegan mucho más
lejos. Los inrenros de actualizar la teoría del condicionamiento en términos
cognitivos (Hillner, 1979), de la experiencia subjetiva (Martin y Levey, 1985)
o de patrones .de la respuesta de interacción (Henton e Iverson, 1978), parecen complicar más que clarificar el tema. Así, en estos momentos, la evidencia
con respecto a los distintos conceptos del condicionamiento y sus relaciones
con la terapia de conducta contemporánea siguen siendo muy ambiguas.
a demostrarse dicho
rv.2.
La. natura.leza del conductismo
de condwcta
y
su reldción con la terapia
Contrariamente a la creencia de muchos profesionales, de dentro y de fuera
de la TC, el conductismo dista mucho de ser un concepto monolítico. Tiene
que entenderse dentro de un contexto histórico y en función de líderes específicos del campo como Watson, Hull, Eysenck y, más recientemente,
Herrnstein y Rachlin (ver, p.ej., Franks, 1980; Herrnstein, 1977; Kendler y
Spence, 1971). Por lo menos, pueden identificarse dos clases de conductismo.
Para el conductista metodológico, la conducta puede investigarse y explicarse
sin un examen directo de los estados mentales. Este conductismo tiende a ser
mediacional, se acepta la existencia de estados mentales sobre una base inferencial, y las variables mediacionales, intervinientes, constituyen la base habitual para la investigación formal y la consistencia teórica. La metodología
hipoteticodeductiva constituye, normalmente, la estrategia de elección para
dichas investigaciones. Es perfectamente posible ser un conductista metodológico y apoyar conceptos tales como el libre albedrío, el autocontrol, la
cognición y el darse cuenta.
En oposición, se encuentra el conductista metafísico o radical, que niega
la existencia de estados mentales como proposiciones útiles. El conductista
radical tiende a ser no mediacional, antimentalista, nunca inferencial, y a
favorecer a la inducción sobre la comprobación formal de las hipótesis. In-
16
Cyril M. Franks
dividuos como \üTatson eran conducdstas metafísicos,
mienrras que Hull,
y, virtualmente, todos los terapeur", i" .orr¿ucta contemporáneos pueden considerarse, de forma más airopiada,
como conductistas
metodológicos (algunos dirían uconducual.sn ,r
J" ...orra"oi.ár"¡. fr"r,
estos individuos, la metodología tiene prefer.rr.i"".i
.or, ,".p..ro , 1". .íp"..rlaciones_ y a las implicaciones-filosóficas. En lo
que .orr.Lr.r" a la práctica,
parece difícil ver' con pocas (o posiblemente ninguna)
excepcio.r"r, .ó-o u.,
terapeura de conducta podría tiabajar.con su pii..ri",
en una ,.Í".ior, ,ig_
nificativa, sin recurrir arp"ctos cognitivos ,rir. a.i
i".Lrrr" como del te_
"_
rapeura. Es difícil ve.r cómo
podría responder.u., p".iáte, incruso .,r, p-cedimiento delimitado como un sistema de fichas ; ;;;;;i-"lo
"
,i,,
implicar a la cognición o al darse cuenta. Sea esro como fuere, "',r.rrirroi
el debate sobre
la,naturaleza, el-papel yel significado del .orrd.r.tir-o
." ta sigue estando
a la orden del día. (ver FranÉs, 19g0, l9g2; Tryo' y .oir.,
19g0, para una
discusión más profunda sobre estos támas).
spence, Eysenck
tv.t. La teoría de aprendizaje social y el determinismo recíproco
Bandura (1977b) es uno dr los proponenres, más claros y
ampliamenre reconocidos, de un modelo
y_significativo de la rc dásJe una perspectiva
2flcy
del conductismo metodológi.o.
Erir., formulación
ip..;i, n..r^á, ^u^nzad,
d.ura, 7982), la reoríadel apre.ndizaje sociar es interaccio**",
;"r.riirffirr"ria y multimodal. Si los conducrisias radicales tienden igrror",
o rebajar el
"
papel de la
los
rerapeuras
cognitivos
a
mirrimiza,
t" i*porirr.i,
.cognición.y.
de la ejecución, los teóricos del aprendizaie s.ocial ,"ú.;t;;;rnto
la ¿";;i;i¿;
como la ejecución. Mientras qui el .orrái.iorr"*i".rro'.üri.o
tiende a centrarse, casi exclusivamente, en los acontecimientos estimulares
externos (el
modelo de condicionamienro encubierto de cautela y K;;;.y,
19g6, es una
notable excepción), el condicionamienro operanre ,úb."y"
r"í .."ri"g*.;,
de reforzamiento. La. teoría del aprendizaje social ,o-"'.r, cuenta
estas dos
situaciones,.empleando .o.t..p,o, derivadás d. l" t"o.ía
á" l"
del,modelag.o p"r, construir Ls mecanismos de enlace
""roJ;;r;";
necesarios.
La teoría
oe la autoetlcacra, en estos momentos un componente
esencial de la teoría
del aprendizaje social, proporciona a Bandr* lo,
-"di., necesarios para
esclarecer la interdep".rá".rii" enrre los cambios ..g;l;;;
y conductuales,
integrando, por consig-uiente, los rres sisrema, ,"grridores
de los anrecedentes' consecuentes e influencias mediacionales, eriun marco
único, .o-pra_
hensivo (Bandura, 1977a; 1978a; 19g2; 19g6).
Aunque h-ay muchos asp.e*os que requieren más investigación,
la reoría
se encuenrra formulada de tal manei" qrr" conduce
fácilmerrte"a r".rpror".lá"
experimental y, por consiguient", ,ro .o.rrrituye ningun,
,orp."r" que forme
{Jna revisión
conceptual
17
la base de numerosas tesis doctorales y propuestas de investigación. Según
Bandura, la autoeficacia influye en los patrones de pensamiento, en las acciones y en la activación emocional a lo largo de un amplio rango de experienciai humanas, que va desde la fisiología del individuo hasa los esfuerzos
colectivos de grupo.
Los procesos causales los concepttaliza Bandura en términos de lo que
él denomina .determinantes recíProcos>>. Esto implica una interacción recíproca, continua, entre las influencias conductuales, cognitivas y ambientales,
y es aquí donde surgen las dificultades conceptuales. El argumento de Bandura eitá pensado de forma inteligente. Se las arregla para nadar y gtardar
la ropa, en el sentido de que crea una apariencia de libertad humana que
p"r*it. el libre albedrío, mientras retiene al mismo tiempo el concepto de
áeterminismo. En esencia, Bandura sostiene que, al igual que sucede con la
conducta humana, un ambiente puede tener causas. En otras palabras, la
relación entre la conducta humana y el ambiente es recíproca. Las acciones
humanas influyen sobre la naturaleza de los acontecimientos ambientales que,
a su vez, influyen sobre las acciones humanas de una manera continua y
recíproca.
Para aquellos que se sienten ofendidos por la idea popular de igualar la
terapia de conducta con la manipulación coercitiva, la conformidad y la restricción de la libertad de elección, el determinismo recíproco puede constituir
una opción seducora. Pero el empleo del determinismo recíproco para salir
de este dilema puede ser también, lógicamente' Problemático' A aquellos que
creen en el libre albedrío, y en último caso es una cuestión de creencia, les
es posible planrear numerosas objeciones legales, filosóficas y teológicas al
dererminismo. Otra táctica consiste en aceptar la existencia de algún tipo de
determinismo, pero evitar el empleo, en psicoterapia, de métodos que asuman
la aplicación de dicha creencia (p."i., los programas de refuerzo). No está
claro cómo el determinismo recíproco puede solucionar estas objeciones.
¿Cómo explica el determinismo recíproco la manera en que las acciones humanas afectan al ambiente? Si los principios que gobiernan este Proceso no
son diferentes de los que gobiernan la influencia del ambiente sobre la conducta humana, entonces no queda claro qué añade el determinismo recíproco
a la libertad humana. Por otra parte, si estas influencias son distintas, no
queda claro qué principios adicionales gobiernan la interacción conducta-ambiente. Quizás el determinismo recíproco cree más una ilusión de libertad
humana que libertad real.
I
18
rv.4
Cyril M. Franhs
La importancia de la teoría, el progresiao distanciamiento de
la teoría y la práctica y el problema del eclecticismo técnico
Se supone que la TC se encuentra comprometida con el empirismo
r
y la investigación de la teoría pero, en realidad, se conoce po.o rbbr. el i-pacto
de e^ste compromiso sobre Ia práctica. En 1972, la encuesta realizadi por
Kanfer entre treinta líderes del campo de la TC insinuó que la relación entre
la evaluación y la investigación clínicas es mínima. Las cósas no han cambia49 "" años posteriores. cuando Swan y MacDonald (1978) exploraron la
discrepan_cia entre la investigación y la práctrca en una muestra representativa
de miembros de la AABT, enconrraron que pocos rerapeutas d^e condrcta
practicaban lo que predicaban. También se daba ,rn, .é.onocida tendencia
hacia el eclecticismo. Otras encuestas arrojaron inquietantes hallazgos similares (p.ej., \Va{e y Hartmann, 1979). Quizá sea hó.a de que los térape.rtas
de. conducta apliquen la metodología conductual ¡para ,.r-"nt". s.,
iropia
adherencia a los principios por los que se aboga erla TC!
Lazarus (1981), en su enérgica defensa de lo que llama eclecticismo técnico, plantea que, si bien un científico no se puede permitir el ser ecléctico,
e.l c,línico no puede permitirse el lujo de no ser ecléctico. Con esto quiere
decir que, mienrras que- el eclecticismo teórico es lógicamente imposibie (el
adoptar una teoría significa hacer una elección, no importa lo prorrision"l qr.
sea), el eclecticismo récnico, es decir, el empleo de cualquier técnica validada
sin importar su origen,
estrategia esencial p^t^ él clínico cuya preo_e: .ura
cupación principal sea el bienestar del paciente.
Existen dos puntos. de vista contrapuestos. Por una parte, se puede alegar
qu.e la investigación sistemáticamente programada es la .rt."t.gi. ideal, "no
sólo para la investigación sino también para el progreso de la práltica clínica.
Desde.esta perspectiva,y a largo plazo,la inÍormación más útil, y por lo
tanto de más, ayuda a los pacientes, podría ir acumulándose , p".ii.^d" .r.,
enfoque consistente dentro de un marco teórico. Después de todb, existe una
gran cantidad de posibles técnicas y parecería más efectivo centrarse en el
desarrollo de aquellas que surgen como parte de un programa de actuación,
de la. investigación y de la acumulación áe datos, lle"adol a cabo d"
-".rerá
consistente y sensata dentro de un marco determinado. Desde esta perspectiva, es menos eficaz practicar el eclecticismo técnico, puesto que no hay
modo de saber qué es lo que funciona si no es por medio de buenos estudios
de validación y, a la vista de las numerosas técnicas que surgen continuamente, esto constituiría un proceso inviable.
Un problema adicional que los defensores del eclecticismo récnico tienden
por alto es que el término "validación" significa cosas diferenres para
{.Pasar
distintos teóricos (ver el siguiente apartado). El validar técnicas q,r. pro.Éd".,
445-éñ--
IJna revisión
19
concePtudl
de un único modelo teórico nos llevaría, por lo menos, a una utilización
consistente de la palabra "validación".
Por la ot." prit., el clínico de orientación conductual en el aspecto teórico, pero ecléciico en el aspecto práctico, podría ale^qa1. que algunas técnicas
p"r.."., ser más prometedór"r q.r" otras y de más fácil investigación. Estas
,on 1", que debeiían investigarse en_p_rimer lugar, sin importar sus orígenes
teóricos.'se alega que, en üterés del desr,e.tturado paciente, es- preferible
clínicos y agarrarse a casi todo aquello sobre lo
y
confiar.r,
"r.o1.
"nl"yo
"l
que existe alguna'r^.ón o intuición para pensar que posiblemente podría ser
útil.
Mientras tanto, el debate conrinúa, con apasionados oPonentes .que se
entre
expresan enérgicamente en ambos lados y, al mismo tiempo, la distancia
hacen
realmente
lo
que
y
escriben
que
lo
la'teoría y la In.,restigación y entre
los terapáutas de conducta se va haciendo cada vez mayor'
rv.5.
La. terapia de condwcta, el psicoanálisis
y la integración
Los terapeutas de conducta y los psicoanalistas se han enzarzado durante
mucho tiempo en debates hostiles, mutuamente denigrantes y potencialmente
destructivor. últi-"-ente, ha habido una llamada pzr^ un acercamiento tanto conceptual como práctico. El que esto anuncie un sano espíritu de prode una retrógrada inutilidad, es una cuestión de
gr"ro.o.t;.rnto o el
"ip..r.o
ópinion"r. Mi posición en este debate es clara: los dos son básicamente irrecánciliables .tirr.l", conceptuales y teóricos, y la integración a nivel de la
"
práctica clínica plantea numerosos problemas (p."i., F-ranks, 1984). No es un
,r,rn,o de ser -"¡o. o peor sino una cuestión de ser diferentes. Los terapeutas
de conducta y los psicoanalistas se basan en paradigmas distintos, entienden
y formulan lór p.obl"-as psicológicos de manera diferente, confían en méiodo, diferentes de verificación y aceptan .hechoso distintos como datos
legítimos. Por ejemplo, la impresión clínica es a menudo validación suficiente
p"'., .l psicoanalist", p"to no para el terapeuta.de conducta' Por consiguiente,
poriÜl. que los dáfe.rsor.s de ambas,posiciones sean lógicamente consis"r
,"nr", .on i", suposiciones y límites de sus respectivos paradigmas y., en
consecuencia, qué puedan llegar a conclusiones contradictorias y, posiblemente, i.reconciliables. Desde mi punto de vista, una solución, al menos en
un futuro cercano, sería que cada sistema ofuese a Su avío', con la esperanza
de desarrollar una teoría y una práctica más viables dentro de su propio
sistema.
Muchos terapeutas de conducta renombrados toman posiciones. diametralmente oprr.rir, (p."j., Goldfried, 1978; Wachtel, 1.971). Goldfried, por
qrr. el dirtan.iamiento entre la TC y el psicoanálisis podría
ejemplo,
"1.g"
2A
Cyril M. Franhs
reducirse en un nivel medio de abstracción, que sería algo intermedio entre
con respecro
.teoría y la técnica, Sugiere que examinemos iistinro,
".rToqrr.s
a las estraregias de intervención empleadas por difererrr.,
,.."p.utas de'cada
grupo r 9ue, de,esta manera, sería posible alcanzar rr., acrrerd-o con respecto
a alguna forma de intervención común. Supuestamente, esto daría lugar'bien
a la integración o bien a un nuevo modelo conceptual. En mi opiniói, dicha
síntesis, si ocurre alguna vez, sería más probable que se diese cómo un subproducto de la investigación programada, calculada, denrro de cada campo.
la
L
ry.e
La terapia de conducta y la preponderancia del profesionalismo
La AABT comenzó como un g.ypo de interés
la palabra interés es muy
-y
importante: puesto que no conlleva ninguna implicación
con respec ro l^
competencia clínica- en la comprensión y aplicación científicar, e., ¡rez^ de
en el desarrollo del Profesionalismo y de una-mentalidad corporativista. Lamentablemente, por lo menos en mi forma de pensar, el .umbo seguido ha
sido otro
igual que ha sucedido con la American psychologiál Arro-al
ciation [Asociación
Psicológica Americana]- y son las cuestio.r"es clínicas,
metodológicas y profe_sionales las que dominan el campo de la TC hoy día'.
Aunque la metodología y el .5¿[s¡ hacero clínico ha., p.og.esado sigáificativamente en las últimas cuarro décadas, no ha habido r'r., dlr"r.ollo p"aralelo
similar del aspecto conceptual. se ha escriro mucho sobre los pros y los
contras de estas dos-perspectivas opuestas (ver Franks, 19g2, l9g7a). tri".ro,
mal que la reciente formación de un Grupo de Interés Especial de¡tro de la
AABT, orientado explícitamente hacia el impulso y el apoyt de intereses teóricos, filosóficos y concepruales, refleja el comienzo d" u"a vuelta, dentro de
laterapia conductual, hacia el progreso del conocimiento, envez de centrarse
solamente en la potencia profesional.
Aunque estas actividades pueden influir, y de hecho lo hacen, en el rerapeuta de conducra aplicado, es más probable que las futuras generaciones de
terapeutas de conducta sean influidas por el entrenamie.rro q"rr. reciban. En
principio, TC
penenece a una única disciplina. En la práctica, al menos
!a
.no
en los EE uu, la mayoría de los programas ftrmales y piolo.rgráo, d" e.,trenamiento (en contraposición con los programas erp".i"lir"d"os de breve
duración o con el entrenamiento de pa.aprolesionales y ayudantes conductuales) tienen luqar, generalmente, dentro-de la órbita j.
programas
"igr.ro,
doctorales cientificoaplicados de cinco años, a tiempo .o-plio,
en psiJología
clínica. si dichos.programas enfatizasen
progr.ro del cónocimi.rr^to, d. t,
conceptos y de la metodología, además"l de una adhesión secundaria a las
técnicas.y procedimientos, entonces sería más probable que los futuros terapeutas de conducta volvieran a nuestros principios originarios.
IJ na
21
reeisión concePtual
teraPeutas de conducta son Psicólogos clínicos. Pero
si la TC tiene que llegar a ser interdisciplinaria, necesitará tener un mayor
peso en el entrénamiento de los psiquiatras y-de los asistentes sociales' Los
duración, para profeirog."-", especializados de enrrenamienro, de corta
en
el
suPuesto de que esos
importantes,
rioál.t no conductuales son también
entrenamientos centrados en las técnicai no sean considerados como habilitaciones para conseguir la etiqueta de <teraPeuta de conducta>' como tal.
acirral-ente en el entrenamiento de
Los prr.rtos débiIes que se
La mayoría de los
"rr..r"n,r".r
caer dentro de tres grandes áreas' En
lo, te."p".rtas de conducta parecen
primer irrgrr, la mayoría de los terapeutas de conducta no reciben entrena'-i..rro pia llevar á .abo investigación clínica (Barlow, 1981). En segundo
lugar, 1."rr-arr,. se da a los teraperrtas de conducta una comprensión ade.rrád" de la psicopatología desde una perspectiva conductual y no. son_entre.t la práctica de un diagnóstico satisfactorio (Hersen,
nados
"d".rrrd"-i.tt"
19S1). En tercer y último lrrga., puede ser que los terapeutas de conducta no
estéí preparados para vérselas con las reacciones negativas del paciente y con
l" -"jorá de las'relaciones paciente-terapeuta (p.ej., Kazdin y Cole, 1981;
M^y y Franks, 1985).
rv.7. Cuestiones éticas, legales
y
de licencia de la terapia de condwcta
Las cuestiones de licencia, legales e, incluso, éticas dependen básicamente de
la situación. La extrapolación a un medio diferente es arriesgado' Aunque
il, .,r1o.., pueden -".r,..t.rr. por medio de la legislación, el mayor impulso
tiene que prorr".rir. de los responsables del entrenamiento y de los que se
dedican a la práctica, en cada país en que se planteen estas cuestiones' También es ,rec"r".io hacer notar que la éiica de la TC no es diferente de la de
otras profesiones pertenecientei al ámbito de la salud mental. Sin embargo,
es el énfasis en crra.ttificación, en la claridad' en la objetividad y en la sensibilidad a los determinantes internos y externos lo que convierte en única a
la TC.
En los comienzos del desarrollo de la TC, Bandura (1969) distinguió entre
valores y ciencia. Los valores, señalaba Bandura, contribuyen a la selección
del objetivo, mientras que la ciencia dirige la selección de procedimientos-.
Al hacer esta distinción, Bandura evadió la cuestión de si la TC, el estudio
científico del cambio de conducta, es o no independiente de las consideraciones éticas. Hoy día existe el consenso de que no pueden evadirse las
consideraciones éticas en la aplicación de la tecnología conductual (p'ej',-Farkas, 1980; Kanfer y Grimm, 1980). Si la aplicación de cualquier te^cnología
está repleia de l,ralores y no se pueden aplicar, de form.a exclusiva, formulaciones estrictamente lógicas, ..rtorr."t los terapeutas de conducta deberían
22
Cyril M. Franks
apearse del terreno científico/tecnológico en la búsqueda
de una superestruc_
tura ética. Entretanto, es importante que los t.r"p"rrtas de conducta
conti_
núen debatiendo estas cuestiones. La legislación puede ,", ,r.."r"ria,
pero no
suficiente.
La imagen de la terapia de condwcta
Existe una lamentable tendencia, en el público, a contempl ar a
la TC como
un conjunto de poder?tT, y potencialmente dañinas, téánicas, para el
fomento de la conformidad y
.ontrol de la .o.rd.r.t" humana, sin apenas
"[ y_ ros sentimientos
consideración hacia los derechos
de los d"-ár. Err'. ;;_
norama ha sido expuesro en ar1i9llo9 (Turkat y Feuerstein,
197g), en libros
populares sobre las prisiones (Milford, 1973), pá. psicoterri".rr", (Éhr.rrb"rg
y Ehrenberg, 1977) y. en orras partes. rrt"r i-a[".r", ,r"frtivas, reforzadas
por una desafortunada, pero firmemente estabñcida, t.7-i.roiogi", .o-o
'controlo.,. *castigo, y condicionamiento aversivo, i-p".t"n negativamente
sobre la disposición de-la gente a considerar alaré.o1,"
una opción viable
de tratamiento, al igual que afectan desfavorabl"-"r,r. los
.errrltados del
tratamiento (Mays y Franks, 19g5).
"
seguramente no se encontrarán fuera del alcance de las capacidades
de los
terapeutas de conducta el encontrar y desarrollar estrategias
correctoras adecuadas. La sofisticación técnica y metodológica ha aualzado
enormemenre
en las últimas rres o cuarro décadas y y"
lo, pro.ámienros necesa_
""iit".,
rios para ello.
Relacionada tangencialmente con estos temas se encuenrr
a la tan debatida
cuestión de la terminología y el modelo médico. Todavía
seguimos pensando,
hablando y escribiendo iobre opacientes,, otratamiento,, .is¡¿piao,
etc. LJna
ventaja de esta asociación .on l" medicina es la meno.
p.oúrÉi[aáa á" q".
la TC,seainterpretad":"I-" algo dañino..por orra p"rr.,i"ia
empezó como
una desviación radical del módelo médico, desrriació.,
,ro se fomenra
l,r"
r
precisamente con la continuación de esta terminología.
V. ESTATUS PRESENTE Y FUTURO PRÓXIMO DE LA TERAPIA
DE CONDUCTA
Muchas cosas han sucedido desde la Historia de la modificación
de conducta
de Kazdin (1978.b-) y-también, sorprendentemente y en otro senrido,
pocas
cosas han ocurrido. Los terapeut"i d" conducta ,.
hoy dia fi.r
"rr.r".r,ran
memente introducidos en el entramado de la salud mental
y ya no es nece_
sario que se les ponga a prueba. Los terapeutas de .ondu.t"'puede.,
tomarse
-¡,*
IJna reoisión
23
concePtual
las realizaciones presentes y las implicaahora tiempo para reflexionar sobre
ciones para el futuro'
dique seco en lo que a la innovación
Parecería q,r. h,,tié'"mos entrado en
o.,rr.iendo avancés tecnológicos' €l
teórica se refiere, incluso aunque ,rg"n
trae consigo desarrollos alentadores' En
comienzo de la cuarra década áe tC
ti p'og"'i'"o interés"en una vuelta a nuestras bases
primer lugar se
"n."J"*"
quizás Porque los reforzadores del éxito
teóricas y concePtu"f"'' H"'á ahio'"'
ionli"'',a el progreso del conociprofesional ,on *er lo;;;;;; qu. lo, qu.
a1;onducta se encuentran intelectual y
miento, la mayoríai|i;;;;i""i*
profesional' Conozco pocos
emocionalm"nr. .o-ptometidos con. el -asPecto
incluso principalmente' con temas contextos que traten exci"'i'"amente' o
h" t*"t"do' ""a de las contribuciones más
ceptuales en TC, y;";;;",,* filósofo, no un psicólogo (Erwin, te78).
la ieotía es actualmente peEl número d. ,."rár-.;.i;;; orientados hacia Rotgers y Franks' 1988;
queño (p..1., l,yr"tt.t y M"tti", 1987; Fischman'
y Franks' l9B2).
\ii¡ilron
" "ü;;;*";;
menos claridad pero igual de impor#;;á, articulado conun
modelo E-R simplista a una perstante, se ,^r^rrr^i^ p"t tf cambio de
igual que
,io lineal, pero metodolóEicamente rigurosa. Al
;;i;;;;lri.l"r.r,
con poca imaginación, bajo la.dola física avanzó de forma consranre, pero
de causalidad fiminación benevolente de las errto.r."i o-rrip.ár"..rtes-ideas
con la TC' Por
sucede
así
la relatividad,
sica, hasta l" ll.g.á" i. l" i""ti" de
falta de conla
se enfrentaron con
eiemplo, cuando ü,ftt"t y- Hann (1986)
d. los niños ocon problemas de
tinuidad observada entre el comporramí.nto
a corto plazo' que operan en las
conductao y las contingencias ambientales'
explicación.empírica por medio dt 5
interacciones familiares, buscaron una
situacionales' De
de lo,
análisis
".o.tt".imiéntos
'..,a, "-plio-y'rofir,i."do
aplica el término lineal a las intervenciones
cári]"í.,.J
#*ffi;r'úlii.
;;i;r;;.
;ü";r;.;,
iiq8+l
localesenlasq.r.-r.definerlort."t"*ientospormediodelosproblemas
presentesy"lte,-i"o'oti"olpar.areferirsealempleodeintervenciones
por los problemas presentes
tanto locale, .o-o--J.t sistema total, iniciadas
De esta
pero
dirigidas hacia distintos sistemas comportamicnto-contingencia' útiles
t*;;.;;,-T;;
[*;i;t y no lineal.r'r. .o,t'"ierten en formasdetermi-v
"r'eliri
en cuenta las variables
legítimas d. inrr"r,'ig".iJ",-*il."do siempre
nantes.
Sobreloquepuedeconstituirunainnovadoracontribuciónalaliteratura
y
D"lP."i;i;" p*"t"1 ofrece un enfoque. no lineal que consid'era
evolwtitso
varias á;;-;;;;r..,én,. relacionadar' El i'tt'occionismo
sobre TC,
combina
de Delprato
reciente de varios
,. d;i;. ;o (un desarrollo relativamenteherencia
X medio
in.l,ry".tdo al interaccionismo
movimiento, .";i;;;;,
evopensamiento
¿. la irrtegra.ión del campo,.al
ambiente, t, p.ffir*"
embriología
la
a
"
de Scñneirla,
lucionista, la psicología comparattrroávol.rti''oa
.,*.
#
24
Cyril M. Franks
conducrual, a la psicología evoluriva de
rodo el ciclo viral, una huida del
red,uccionis-o y ál enfo{ue de sistemas,.
Denrro
rrollo se convierte en un proceso interactivo ." de este conrexro, el desa_
como el ambiente son pa.ticipantes actrvos.
"i;;;;anto el organismo
En consistencia con la formulación anterior,
se encuentra el resurgimiento
del interés en la, durante mucho tie-po olvidada,
psicología inrerconductuai
de Kantor (1959.)- con ra.e.xcepción i.
importantes te_
rapeu¡as de conducta de Méxicó. de
"lg.,rr;ai-i.r'"ie,
ciertis
áreas
de
iatinoamérica,
¡
Kanror
ha sido olvidado o. incomprendiáo.
Esto se d"b;,-;"-;;.e, a causa de su
premarura insistencia €n que ra rcoría y Ia
terapia.""J"i*"les deben ser ran
científicas como las ciencias físicas que
el
cánducti;;;'., un primer paso
r
necesario, pero esrá lejos de r"r."r ob¡átivo.
finar. K;;;;;; una figura no muy
conocida
9n psicología a p.esar de su áotabr. pr"aroi;;il,
crítico del dualismo metafísico. En su lugar,'K;;;;';i;Jir, fue un conocido
ur," reoría con_
ductual de campo con,un lugar importante
para er organismo, centrándose
en las interacciones recíprocal y ri-'ultaneas
enrre er organismo y el ambien_
re. Para Kanror, el sujetó de la
isicologí a era ra.oordirilán horista y natural
de todo el organismo.
,rna
relción
_No.hay
linear
uno-a-uno entre el estímuro
"rriri.i.r-y-Jr".r,rri.,rr-"nte
y la respuesta (ver
R.rbeí, tgse ; nub"n y Der_
prato' 1987). Es importante recono.", y .omprender
ía
de Kantor
j: ::: :1'.-r prrrprrti'u" holista ,i""" que implicar una fosición
vuerra
a
una
forma
"" q.re embroir,
de pensamrento conJus:, u.n déficit
ro, oul.riuo, g.n.rd-";i.
loables del terapeuta de .srstemas>.
Lo que añade todo esto es que la Tc se esrá
cons¡ruyendo de forma lógica,
e incluso predecible, ,obr. ,r,, fundamentos.
Er énfas'i" origirr"t en ra cuantificación, el pensamient.o riguroso. p.ro
,.."ptivo, la -"todología científica
y Ia teoría del aprendizaie siguen siendo, prácticamente,
los mismos. Lo oue
ha cambiado ha sido ra comfrejidad
de ros
la necesidad de adoptar ura perspectiva
-ulri¿i-"rrri.".l,l"r"rdisciplinaria,
que tenga en cuenra los datos, las formulaciones
i".lurá h, ;;;á;i;;;
provenientes de disciprinas encuadradas,
en otros"tiempos, fuera der campo
de la Tc tradicional. üna imporr."i"
or"r, con ra q,r. i" enfrenra ra Tc hoy
día, consiste en cómo tener en cuenta
estos desarrollo, innovadores e incoi_
porarlos a un modelo general que rerenga.l
á.i"'i",.g.iaad científica
que llevó a la Tc a estar ..r. r.r, posiciói
"rpfi,,, rrr,
d. pililú".
duaridad
es lo que caracteriza lo mejor ¿. r"
"iu.ante
ic á" r.áy ai"
¿.r"ri"
para
erfuturo.
Estos horizonres en conrinua expansión,
¿,'os-lleuaá"
tipo
de
armonía
conceptual o quizás a ,rna fragmentación
" "ü;;
ioi"-;iHf;'lo
decidirá.
Si el
creciente interés en estas .,r"rlion", y
lo, nu-".osos congresos, revistas y aso_
ciaciones dedicados exclusivame.rr.
¡rdi.., .,,?l-iiü'".rro.,.", nuesrra,
"i"ittir",o.,
todavía joven, disciplina se encuenrr"
y coleando . irr.i.rro con un prós_
pero aspecro. Probablemenre tengamos
un úrillanteilr;;;;. nuesrros ojos.
p'.br;;;;';ü;;il;r';,";;"i::
i.r
nJi
U na
revisión conceptual
VI. LECTURAS PARA PROFUNDIZAR
Erwin, E., Terapia de conducta, Madrid, Pirámide, 1985. (Or.:
1978)
Eysenck, H.J. y Martin, 1., Theoretical foundations of bebavior tberapy, Nueva York, Plenum
Press,1987.
Fishman, D. B., Rotgers, F. y Franks, C. M. (comps.), Paradigms in behapior therapy: Present
and promüe, Nueva York, Springer, 1988.
Reiss, S. y Bootzin, R. R. (comps.), Theoretical issues in bebavior therapy, Nueva York,
Academic Press, 1985.
tVilson, G.T.y Franks, C. M. (comps.), Contemporary behaaior therapy: conceptual and
empirical foundations, Nueva York, Guilford Press, 1982.
2.
SOBRE LOS ASPECTOS CONCEPTUALES Y EMPIRICOS
DE LA TERAPIA DE CONDUCTA
AI-RN E. KAZDIN
I. INTRODUCCION
La terapia de conducta o modificación de condwcta 1 refleja un enfoque de
tratamiento de la disfunción clínica y de la conducta desadaptativa. En la
literatura contemporánea se puede identificar una serie de posiciones conceptuales y teóricas, enfoques metodológicos y técnicas de tratamiento, diferentes (Bellack y Hersen, 1985; Fishman, Rotgers y Franks, 1988). El campo ha
aumentado enormemente su especializaciín a lo largo de los aproximadamente treinta años transcurridos desde su origen. Cuando la modificación de
conducta surgió formalmente, había un consenso que se centraba en los aspectos comunes de las distintas posiciones. Hoy día, es difícil detectar los
res.tos de un enfoque unitario y un solo movimiento. Con seguridad, los
fundamentos de la modificación de conducta reflejan diversas posiciones conceptuales sobre la conducta. Con el tiempo, éstas se han vuelto más explícitas
y se han ido desarrollando más en la literatura contemporánea.
El surgimiento de la modificación de conducta puede rastrearse históricamente por medio de la discusión de muchas de sus influencias. Realmente,
no se pueden ignorar los factores contextuales críticos, especialmente aquellos
que reflejan la progresiva insatisfacción, dentro de la psicología clínica y de
la psiquiatría, con respecto a los puntos de vista tradicionales sobre la conducta anormal y su tratamiento. Las posiciones psicodinámicas, y más específicamente las psicoanalíticas, eran una fuente de descontento y proporcionaban un punto de arranque para el desarrollo de un <nuevo> enfoque (ver
Kazdin, 1,978). Este descontento proporciona un telón de fondo contra el
que se pueden examinar los desarrollos críticos.
Los factores contextuales son muy diferentes de los fundamentos del trabajo contemporáneo. Los fundamentos pueden examinarse a diferentes niveLa realización de este capítulo fue facilitada por una Research Scientit Deoelopment Au:ard (MH00353)
del National Institute of Mental Health
Universidad de Yale (EE UU)
I Los términos modificación de conducta )) terapia de conducta se emplean de forma sinónima en el
presente capítulo. Históricamente, estos términos se han desarrollado desde distintos enfoques teóricos,
dependiendo de diferentes técnicas básicas de tratamiento, de la manera en que se aplican las técnicas y
de los países en los que han surgido las técnicas (Franzini y Tilker, 1972;Keehn y \flebsten, 1969; Krasner,
1971; Yates,1970). Sin embargo, dicha distinción y sus fundamentos no se han adoptado de forma
consistente.
Alan E. Kazdin
les' En el nivel más molecular' se podrían localizar
inrervenciones específicas
de us.o contemporáneo y rrr, .o.r&iones con p_aradigmas
teóricos y de raboratorio. Este enfoque riene obviamente ,,., .,rrro., p1;;;;;q". determinadas
técnicas en terapia de conducta se obtuvieron de io.-"
bastante directa a
partir de.esos paradigmas. Sin embargo, con el paso d. io, años
muchas de
las conexiones especíiicas se han v.relio menos .r"rrr.
Tanto 1., p";";;;-;;
de laboratorio como las técnicas de tratamiento se contemplan
:;; ;;;;
complejidad. El
"6s¡d¡cionamiento clásico-, po,
se ve como
"j.-pi;,;" (p."j.,
un simple medio mecanicista.y asociativo á. ,pr".ráir^¡á
"" Rescorla,
1988)' como se ha representado frecuentem.nt"
l" -áaifl.r.io., d".o.rducta' Igualmente, téCnicas fundamentales como f"".r¿.r.riüi
lización sistemática, desarrolladas a partir de paradigm", d" .o.,tiú;il,^;"
no parecen ex_
plicarse bien por los
aprendizaie
offi'rt",
d.'i;;-;;. ;.
_plantea-ientos-de
sacaron (p."j., Emmelkamp, 19g26).
Al rastrear los fundamentos de'ra modificación de conducta contemporá_
nea' es útil considerar los rasgos centrales que. subyac".,
li *oui-i""rJ y
rrabajo contempoúneos. A tin niver más molar, ;"
"t
p;;;;"
identificar dos
amplias característicar. írrta, consisten .rr.
?.-*,oao,
("objetivos") de investigación y en la conf "l "-pl"o
l;
del"-fi.l.o,
aprendi_
za)e como un punto de arranqu e, para el.i¿n'¿
"; ;;.;iogía
tratamienrt.
E'
I"a investig;;;;;
psicológica no pueden r.prr"rr. el iesarrollo de métoJo,
ob;"rirro, ;i ;;sarrollo de métodos de aprendizaje . El movimiento
hacia una psicología más
objetiva tuvo_lugar,
g."., -.áidr, en el conre"ro a" tr--investigación del
aprendizaje. De esre "n
modo, el desarrollo de. un
establecimiento de unos fundamenros explícitos ,"
""roq.r"--"todol3gi.o y-"i
entrelazados.
El capítulo.presenre se cenrra en los fundamentord.i;;;;;j;
"":;;;;;anconremporáneo
y discute las bases de la modificación a. .o"a".rr';;;; un enfoque
de
tratamiento. En vez de identificar los paradigmas
.rp".irr.or, .l ."pír,,I; ;;
centra en dos remas s_ubyacentes, es de.ir, .l i"s".rolfo
á" -¿io¿", áu;.i1",
de estudio y,la psicología del aprendizaie. Estos
,"-r, ,ir""" como los funconremporáneo. El capítulo examina el surgimie'to
d.
lrT:.T:,r^::t.rj*ro
ta
rnvesrlgacrón experimental, las extensionés de
los paradigmas de la inves_
ttg".¡ól experimental, y el desarrollo formal d" .rt"s ert"iriorr",
como un
movlmlento.
II.
LOS FUNDAMENTOS DE LA MODIFICACTÓN
DE CONDUCTA
En el siglo XIX, el desarrollo de las ciencias biológicas
y físicas influyó no_
tablemente en Ia nsicología. La investigació.
bi.l3g;'.-j.ro
a progresar
identificando Ia, base, di determinrdrro enfermedades
orgánicas y su rrara!,
;s
ib
Sobre los aspectos conccptuales
I
empíricos de la terapia de
conducta
29
miento. El estudio del cerebro y de su relación con las funciones humanas
(p."j., el habla, la memoria y la conducta) aumentó en esta época. La teoría
v la investigación de la física mantenían un enfoque científico básico para
comprender la materia física. También, el desarrollo de la teoría sobre la
evolución, realizado por Darwin (1859, l87l), tuvo su impacto no sólo sobre
las ciencias biológicas, sino también sobre las ciencias sociales. Darwin enfatizó la adaptabilidad de los organismos a su ambiente y la continuidad de
las especies, ideas que influyeron directamente sobre la investigación en psicología. lJn tema común, sobre el que actuaron distintas influencias, fue el
que la ciencia y el enfoque científico proporcionan los medios para comprender el mundo. Muchos de los principios y de los enfoques del conductismo
reflejaban un amplio movimiento hacia una mayor valoración de la ciencia y
un enfoque materialista y mecanicista respecto a los temas de las ciencias
físicas, biológicas y sociales. También, la psicología del aprendizaje empezó
a surgir como la base crítica para la comprensión de la conducta.
il.l. El condicionamiento cotno un desa.rrollo crítico
Al comienzo del siglo XIX, aumentó en Europa la influencia de la experimentación e investigación científicas. El movimiento se extendió hasta Rusia,
principalmente a través del trabajo neurofisiológico de Ivan M. Sechenov
(1829-1,905). Sechenov, considerado "el padre de la fisiología rusan, estaba
interesado en temas relevantes para la psicología, que en aquella época era,
en gran medida, un área de especulación y exploración subjetivas sobre los
estados de la conciencia. Creía que el estudio de los reflejos representaba un
punto en el que la psicología y la fisiología podían converger. Sechenov
(1,865/1,965) sugirió que la conducta podía explicarse por medio de varios
"reflejos del cerebro'. Sechenov mantenía que los complejos reflejos que
explicaban la conducta se desarrollaban por medio del aprendizaje. Distintos
estímulos del ambiente se llegaban a asociar con los movimientos musculares;
la asociación repetida de los estímulos con los movimientos hacía que los
actos se volviesen habituales. Los puntos de vista generales de Sechenov sobre
la conducta reflejaban posiciones que más tarde serían adoptadas por conductistas como John B. 'W'atson y B. F. Skinner. La conducta se consideraba
como una función de los acontecimientos ambientales y del aprendizaje.
Básicamente, Sechenov proporcionó dos contribuciones, relacionadas entre sí, a los fundamentos de la investigación conductual. Primero, defendió
el estudio de los reflejos como una manera de abordar los problemas de la
psicología. Creía que el estudio de los reflejos proporcionaba las bases para
la comprensión de la conducta. Segundo, defendía la aplicación de los métodos objetivos de la fisiología a los problemas de la psicología. Pensaba que
Alan E. Kazdin
los métodos de investigación de la fisiorogía
mejorarían notabremente los
métodos subjerivos e. inirospectivos
de h ;;;r"ú.';T;;.o,ro.imiento,
por
parte de sechenov, de ra impo.t"n.i"
d. i;-;;ñ:i;r; ;; ruerre defensa de
los métodos objetivos. d. inu.rtig".ion
ru..on -ry iríp"rranres. Los puntos
de vista de sechenov infruyerot';;
;o, jóvenes dá ,u
Ju 'é;;.r,
LPU
Ivan p. pavrov
(184e-1.e36) y Vladimir M. Bechr.r".,,-fr
ss.--i;l-.
La investigación de pavrov .ontinró b;ri."-ánte
los puntos de vista de
sechenov. utilizando métodos a. in.,r.rtigr.ion
f¡rioroii.á
funcionamiento neurorógico. E"'" ;r;L;ñ,;;.;'i;;ü;,iór,, p"r, examinar er
p"r,lov inves_
tigó los refteíos
,
1", p.;;;;';.;:i;;.,
glandulares.
En
el proceso d" ,.,"::^'i4i..,.b",,
i'u.rrigación, que re'prop_orcionó er premio
pavrov
Nober,
(1902) descubrió las secleciones psíquiia.r.'Encontró
q;;1, secreciones gás_
tricas del perro empeza6an r
de que se re presentase er estímulo
-"n.ra'o
(p'"j', comida); la visión de la comid""ntes
o ;.1-"r"p;;;;i"d';. que se acercaba
podía estimular las secrecio.r"r. Érr",
,e consideraba que se debían a la esti_
mulación psíquica' Pero psíquiro ," ,"f)"rí^a
estados srrtjeti'o, del organismo
y de aquí que se
.r.
,ér-i.ro
y
fuese
,"^pr;;;dopor el de refrejos
"b"trdon"r.
condicionales (pavlov,
lg)3/IgS, 2.
La invesrigación de pavrov." di.igio
hacia los reflejos condicionados.
Su
trabajo se exrendió a.ro largo a"
e implicó a un gran número de
investigadores en ru labo.á.;o, ""ri8,
"ños
;nrr"riigadores
que metódicamenre elabora_
ron diversos Drocesos asociados .o., d..".rollo
f i""Jii*"ación de los
reflejos condiáionador, .o-o
"i
la diferencia_
ción. EI interés orincipar_d. prurou,'"r
estudia-r 1", ;J;;;;, era comprender
la actividad d"t
l;"";;;.i¿";1;;;rii .'ir?,y
..."brá. c;;;i;;';i" r",
rrr'i;;;l;;", porros refrejos
se extendieron a la comprensiótr
"¡.r,
d. r" conducta,'viZ"¿.*
."flejados en remas
como el lenguaje y la psicopatología.
La principal contrib.rción de Fa,nrou fue
er investigar objetivamente ros
reflejos condicionados desde
prrrr. ¿. ,irl"a"'uÍ"irrlu,o*o. Defendió
"t;ír.r,ig".ion
fuertemenre el obietivism:
y .riti."f, rol'."rgo, subjetivos
:r 11(p."i.,
p"?.lou, 1906).Su
trabajo demostró tam_
Í:,!
bren l:l.trigación.psicológica
la tmportancia del aprendi.^¡,
l"
.*pli."ái;
J;l;'..nducta
animal
y, finalmenre. DroDorcionó un p.."aig-,
"n d" l";.rrü.iin'i"r,
estudiar
tam_
bién la ronduit,'hr-"n". De este i'rodo, pavrov
proporcionó
er
modero
metodológico de trabajo conductual
qr. ,. tenía que seguir. su desarroilo
del condicionamienro respondienr" -piopor.ionó
una bri-- .orr."ptuar para
explicar la conducta
en úrtimo término, se utilizJa como
/
9ui,
una base
para explicar y desarrollar técnicas
de traramiento.
2
Aparentememe' refleio condicional
se encuenrra más cerca del término
ruso que utilizó pavlov; este
conui'tió
r"-tli;^'
contticionado ¿luil.'.'l',r.ducción
-¿'
"r
(Hilgard y
;:'fl:,!*'|'se
*
iEtri
Sobre
los asPectos conceptuales
y empíricos de la terapia de
conducta
31
Bechterev, un contemporáneo de Pavlov, que estaba también influido por
Sechenov, desarrolló un programa de investigación que aplicaba los métodos
de la fisiología al estudio del funcionamiento del cerebro. La mayoría del
trabajo de Bechterev se centró en los reflejos del sistema motor (es decir, de
los músculos estriados), en vez de en las glándulas y el sistema digestivo
estudiados por Pavlov. Bechterev también se encontró con los reflejos condicionados (a los que se refirió como "reflejos asociativos") e investigó los
procesos asociados con su desarrollo. Curiosamente, el método de Betcherev
era más fácilmente aplicable a la conducta humana que el método de Pavlov,
ya que empleaba una descarga eléctrica y la flexión del músculo como el
estímulo incondicionado y la respuesta incondicionada, respectivamente. La
intervención quirúrgica especial y la evaluación de la salivación, requeridas
por los primeros métodos de Pavlov, eran más difícilmente aplicables a los
seres humanos, por razones obvias. Betcherev (1913), más que Pavlov y Se-
chenov, desarrolló la idea de que el condicionamiento podía explicar una
variedad de conductas humanas y que proporcionaba una base objetiva p^r^
la psicología. Betcherev creía que los temas de la psicología podían estudiarse
examinando los reflejos y desarrolló lo que él consideraba una disciplina
separada, a la que se refería como oreflexología" (Betcherev, 1932). La reflexología abordó muchos problemas de la psicología, incluyendo explicaciones
sobre la personalidad y sobre la conducta normal y desviada.
El desarrollo del condicionamiento en Rusia es, obviamente, crítico para
los fundamentos de la modificación de conducta. El surgimiento del condicionamiento a parÍir de la fisiología es significativo, pu€sto que los métodos
objetivos de la investigación fisiológica proporcionaron una alternativa respetable a los métodos introspectivos, subjetivos, de la psicología. También,
el papel del aprendizaje asumió una mayor importancia en la explicación de
la conducta. Sechenov, Pavlov y Betcherev señalaron la importancia del ambiente como fuente de conductas.
Pavlov estableció relaciones, en forma de leyes, en el condicionamiento y
proporcionó años de investigación sistemática, años durante los que se elaboraron muchos procesos básicos. Betcherev también llevó a cabo trabajos
básicos sobre el condicionamiento, pero se distingue más fácilmente por su
interés en la aplicación del condicionamiento como una base conceptual para
la conducta- y para el tratamiento de la conducta anorla conducta
-toda a la psicología, Betcherev desarrolló una nueva disciplimal. Para remplazar
na, la reflexología, que tuvo un considerable impacto en Rusia. La reflexología, en sí misma, no tuvo mucho impacto directo en la psicología de los
Estados Unidos. Sin embargo, el movimiento conductista de Estados Unidos
se apoyó notablemente sobre la reflexología y proporcionó la desviación radical que Betcherev había contemplado para la investigación psicológica.
Alan E. Kazdin
tr.2.
El surgilrTiento del condwctismo
El trabajo sobre el condicionamiento en Rusia era pafte de
un movimiento
.amplio hacia un aumenro del objetivismo y ¿.i.n"i..i"lir-o derrt- á"
más
las ciencias. Este movimiento más amplio tomó'la
r".-"-á.1 conducrismo
en
los Estados unidos, tar y como lo adopto \ü;;;
Er
iilzi'-rrss;.
interés
inicial de \üi/atson era la psicología animal, que se t
t.rr"ficiado de los
métodos experimenrales objetivoi .".".t"rísticos de la"ui"
fisiologí" ;; ;;;;J;
mucho mayor que otras áreas de la psicologí". c""r*-"
contin.raba con su
investigación' 'warson se fue .on'o..rii".rdo iada
a"
"., -¿, que la pri.olo;;
animal era una ciencia,objeriva, que podía funcionarl"á.f""ai""temente
de
la caracterísrica menralista de orá, ár.", de la psicoi"gr": a"
esa época, la
psicología.r.g.rí1 la escuela del funcionalismo, q;
;d;L"" l" .o'ci"ncia. Se
había empleado la introspección para
ir,
de la concien_
"""-i.r".
cia, haciendg qrr" la genie .obrerrrare'
sus propios"p;;;nes
pro..ro, mentares. \ilatson criticó el estudio de la conciencia por
dé l" ;.rt.orpección, como
algo extremadamenre mentalista y subjitivo.-"iio
Básicamente, \warson cristarizó un movimiento
hacia er objetivismo que
ya estaba en marcha. El movimiento hacia métodos
a" irrrr.rdgá.i0" obl"ti".
se enconrraba claramenre en marcha en ia^psicol.gí;
,;i;l ; .;ñ;;;;
que se había extendido notablemente
fi"4
d.f
;igi;
xix. nrp..i"lmente
.l
destacable enrre los_muchos ejemplos disponibles
.ir."u"i" de Edward L.
Thorndike (1874-ts4sl
",
ill:itigó, el'^.pr"y.do^¡"-;;^;;;.rr"s
especies de
,qr,.
animales hacia el final de
la última" década aet siglo *i*^ r"-uién, Robert
Yerkes (1876-1956) empezó a. investigar sobre
dis"tin,"r-.rp".i., y ayud,ó a
introducir el método de condicion"-i""nro ¿. pr"lár-Jn
irtpri.otogía de los
Estados Unidos (Yerkes y Morgulis, lg}g).
La posición de \ü7atson, desarrollad,
primeros años del siglo xx,
manrenía que la psicología era puramente"n.los
".*.l.ri"
objetiv" y
y
a la inrrospección .o-o método de estudio y (^."i.i.".i,
""p"ri-entar
como rema
apropiado (\flatson, r9r3, r.914). \fatson ruvo'mucho,
^
p.rrrio, d. rrir,"
cíficos sobre una variedad de temas de ra psicologi".
"-rp.l
E.ri i-porr"rrr. mosrrar
que el conductismo podía abordar distintos ,.-"i
de la psic'ología, como los
pensamientos, las emociones y los instintos._Los
puntos i" .,rir,""q.r" \r"ir*
proclamó pueden distinguirse fácilmente de los
pii".ip., Letodológicos, los
cuales ejercieron el impácto más durade.o
,obrá .Áiu.iismo. Estos prin_
cipios metodológicos ér".,
"l
-.ry similares a aquellos
nov, Pavlov y Betch.erev, qrienes habían deferrdido "d"l".ri"do, por seche_
,"i..¡r-""te la sustitu_
ción de la investigación. especulativa e inr-rospectiva
de estados subjetivos por
el.estudio objetivo de la ionducta manifierá. er
p-pi. ,."uajo de \Tarson
sobre el condicionamiento había sido estimulado
aié.i"-".rte por ras tra_
4
.&
ii
r
Sobre los dspectos conceptaales
I
empíricos de la terapia de conducta
tt
ducciones del trabajo de Betcherev y, posteriormente, del trabajo y los métodos de Pavlov. Realmente, Betcherev había extendido el condicionamiento
a un amplio rango de conductas humanas; sus escritos habían proporcionado
a \?atson una detallada visión de las implicaciones del condicionamiento.
En el conductismo, el condicionamiento fue inicialmente un método de
estudio diseñado para remplazar a la introspección (Vatson, 1913) pero, finalmente, se convirtió en un concepto central empleado para explicar el desarrollo de la conducta (\Watson, 1924). Al igual que sucedió con Sechenov
v Betcherev antes que é1, Watson consideró a la conducta como una serie de
reflejos. Esta suposición tuvo un notable valor heurístico, puesto que sugirió
que la compleja conducta humana podía investigarse estudiando los reflejos
simples y sus combinaciones. Watson hizo del condicionamiento la piedra
angular de su enfoque sobre la conducta.
tt.t. La psicología del aprendizaje
El trabajo sobre el condicionamiento en Rusia y en los Estados Unidos enfatizó la modificabilidad de la conducta y, realmente, esto era consistente con
el influyente punto de vista de Darwin sobre la adaptación al medio ambiente. .Waison y Betcherev proporcionaron amplias teorías de la conducta basadas en los reflejos condicionados. Se consideraba al condicionamiento como
la base de la conducta y el aprendizaje se estableció firmemente como un
tema central. Las conductas compleias se veían como combinaciones de respuestas simples, aunque las explicaciones que se limitaban a los reflejos condicionados se hicieron cada vez más forzadas.
En los Estados Unidos, la psicología del aprendizaie empezó a recibir
cada vez más atención y se utilizó para explicar cómo se adquirían las conductas. Los principios metodológicos del conductismo generalmente se mantenían, pero los paradigmas específicos de investigación y el rango de teorías
del aprendizaje aumentaron. Para la modificación de conducta, los primeros
trabajos sobre la psicología del aprendizaie suministraron una base importante. La psicología del aprendizaie proporcionó las posiciones teóricas y los
paradigmas de laboratorio sobre los que la modificación de conducta se desarrolló posteriormente (p.ej., Levis, 1,982).
Como ya se ha señalado, antes del desarrollo del conductismo, Thorndike
empezó una sistemática investigación animal que empleaba métodos de invesiigación objetivos. La investigación de Thorndike sobre el aprendizaie era
distinta a la de Pavlov y a la de Betcherev, aunque en esta etapa de la investigación, la distinción no estaba totalmente clara (Hilgard y Marquis, 1940).
Thorndike no estudió cómo la conducta reflexiva podía ser provocada por
otros estímulos nuevos. Por el contrario, estaba interesado en cómo apren-
Alan E. Kazdin
dían los animales nuevas respuestas que no se encontraban inicialmente en
su repertorio. Entre los muchos y cuidadosos experimentos, el más conocido
es su trabajo con gatos que aprendían a escapar de una jaula para obtener
comida. Por medio del "e¡53ys y error>>,los gatos se volvieron cada vez más
habilidosos para escapar de la jaula. Sobre la base de su exrensa investigación,
que mostraba la influencia de las consecuencias sobre la conducta y de la
práctica repetida, Thorndike formuló varias "leyes del aprendizaje,. La más
influyente desde el punto de vista de la investigación actual fue la ley del
efecto, que señalaba que las <<consecuencias satisfactoriaso fortalecían el lazo
entre un estímulo y una respuesta y que las oconsecuencias molestaso debilitaban dicha conexión (Thorndike, 1931). Aunque las distintas leyes que
Thorndike desarrolló evolucionaron con el curso de su trabajo (Thorndike,
1932, 1933), la importancia de las consecuencias positivas para el fortalecimiento de la conducta permaneció y ha tenido un constante impacto sobre
los avances contemporáneos del aprendizajey delamodificación de conducta.
En los años posteriores al conductismo, surgieron algunos otros teóricos
y otras posiciones del aprendizaje. Guthrie, Tolman, Hull, Mowrer y Skinner
proporcionaron puntos de vista especialmente influyentes sobre los avances
de la psicología del aprendizaje y sobre aspecros de la modificación de conducta. Por ejemplo, Guthrie (1935) consideró aI aprendizaje como una función del emparejamiento repetido de esrímulos y respuestas. Creía que una
respuesta podría establecerse emparejando repetidamente su o.ur.".rii" .o.,
las condiciones estimulares deseadas. De igual manera, para eliminar una
respuesta, se necesitan ejecutar nuevas respuestas en presencia de estímulos
que habían evocado previamente orras respuesras (indeseables). Aparte de la
investigación experimental, Guthrie adelantó recomendaciones práiticas para
terminar con hábitos no deseados. Por ejemplo, para vencer el miedo, Guthrie recomendó el introducir gradualmente estímulos provocadores de miedo y emparejar respuestas incompatibles con el t.-oi, con esos estímulos.
Esta recomendación posee una clara similitud con la práctica contemporánea
de la desensibilización sistemática. Realmenre, la fueite defensa po, parte de
Guthrie sobre la práctíca repetida de las respuestas deseadas y iobr. el emparejamiento de respuestas con condiciones estimulares apropiadas, puede
-.otrt.-po.án""r.
verse en la aplicación de muchas técnicas conductual"r
También Mowrer (1947, 1960) estaba interesado en el desarrollo y la
eliminación de la conducta de evitación y proponía la combinación de
"dos
factores, para- proporcionar una explicación adecuada. Mowrer razonó que
inicialmente el miedo se establece por medio del condicionamienro pa'oloüano. El miedo se desarrolla en el organismo y se reduc" .r."p".rio de la
situación a través del aprendizaje thorndikeano. La teoría de los-dos facrores
proporcionó una explicación sobre un imporrante problema de la conducta
humana, a saber, las reacciones de evitación. A paitir de aquí, hubo impli-
{ i
it*
* t
{
*q-g**-
de conducta
Sobre los as¡ectos conceptuales y emPíricos de la terapia
a la explicacaciones inmediatas para exrender los conceptos del. aprendizaie
de tración de la conducta'der"d"pt"da de evitacióny, quizás, al desarrollo
tamientos basados en el aprendizaje'
o
De todos los individrror qr" pueden identificarse con una Posrcron
el
tenga
quien
,"";";;;;fir" ,ob.. J "p.".riiraje, quizás sea B. F. Skinner
El
i-p".,"'-¿s dire.to-robr! la -oiifi.ación de conducta contemPoránea'
i-ir.r" es claramente aParente, Po.'qt:-los,principios del condicionamiento
sido extrapo;il;;. á.rrrroll"do, ".r l, invÉstigación dé laboratorio, han
las p.rimeras
En
1989).
láo, "*pliamente a lugares apli.aJos (ver Kazdin,
el aprenJ¿."d", d.l ,iglo xlx, laiistinción entre el aprendiz.aie pavloviano y
entre los
Jir";.-irr.r"di'k.rrro no estaba siempre clara. Las diferencias básicas
de
p".Jaig*", d" inrr.riigación se confundían debido a las distintas clases
combinados
paradigmas
respuestas que se.rr.rli"U"" y a la.investigación.de
operante y el
de aprendizaie, en ¿á"¿. se mezclab"., eI .ondicioñamiento
de apren;#á;á;;i". d" hi.i"ron intentos para clarificar los diferentes tipos
¿lá1., ."r.cándolos bajo un único marco teórico o explicando su interrela(1935,1937)
.i¿rr, .olno hicieron t.óri.o, al estilo de Hull y Mowrer' Skinner
en un
oPerante
y-el
.olo.ó la distinción enrre el aprendizaje respondiente
aParenteo.irn., plano v describió .",o' t'p"tiales en los que la distinción
',,,,..rr. no
clara (es decir, casos en los que las resPuestas oPerantes son
"rr"ú"
haya bajo control
una función de estí-uios antecedentes y el aprendizaie .se
no era
aprendizaje
de
tipos
estos
discriminativo). Aunque la distinción entre
sido
habían
no
distinción
nueva, la importan.iJ I f"r implicaciones de esta
establecidas.
en una serie de
Skinner (1938) empezó a desarrollar la conducta operante
tipo de aprenestudios ."p".i*..rtalis. Además de defender un determinado
y _humana,
animal
conducta
ü;l; p^.; la explicación de la mayoría de la
de la maSkinner se asoció a un enfoqr" p".ii..rlar en la conceptualización
El
i.ri" ¿. estudio d" l" pricoi"giá y en el desarrollo de la investigación'
;;f"q;., conocido .o,,'o anAl"isis'experimental de la condwcta, tendía a yre-a
,h^ri, la teoría, a centrarse en la frecuencia o en la tasa de la respuesta,
.rt.rdi", los organismos individuales empleando diseños. experimenlilt ::1"^1938, 1950,
ciales que .. áp"rt"b"n de la investigación habitu_al, (Skinner,
y
igilil]Áp".t. i.l trabajo experimentil, Skitttt". señaló la relevancia social
apuntó
teóricos,
otros
que
grado
mayor
en
clínica d.i".o.rdrcta operante y,
hacia posibles aplicaciones (Skinner, 1953a)'
l; psicología del apreniizaie oc.upó un papel central en la investigación
prl.otOgl." deípués d"i d.r".rollo de[ .ottd.t.tit-o. Los distintos puntos.de
;il q; se des^arrollaron y la investigación que generaron, proporcionanenlosla
g"n"r"l., y áe las técnicas -específicas
frrndamentos de los
".rfoq.r.,
conmodificación de condu.t" .onr.- poránea. Realmente, muchos debates
claro
un
tienen
,"-f.*"."s sobre la investigacién condrrctual a menudo
.}--
Alan E. Kazdin
precedenre en el desarrollo de la teoría del aprendizaje.por ejemplo, el debate
sobre la necesidad de variables intervinienies, de í".ror., cog.riti,oos, y las
limitaciones de las explicaciones estímulo-respuesra sobre la .J.rd.r.t", ,eflejan cuestiones. importanres en la historia de la psicología
del aprendizajelsp."
ce' 1950) y sigue siendo un tema relevante en la modificaiion d" áo.rd.r.t"
contemporánea (Reiss y Bootzin, 1985).
III.
EXTENSIONES DEL CONDICIONAMIENTO Y DEL APRENDIZAJE
Poco después de comenzar la investigación sobre el condicionamiento, sus
concePtos se extendieron mucho más allá de los paradigmas del laboratorio,
de los que.surgieron. Esas exrensiones
aron rápidimente a la conducta
humana, siguiendo el temprano trabajo^lr^n
de Betcher"rr. po, ejemplo, en 19oi
en Rusia y unos pocos años más tarde en los Estados unijos,'el condicionamiento, como método de estudio, se aplicó a niños normales y a niños
mentalmenre retrasados (ver Krasnogorskr, 1925; Mateer, lglg). También
distintos tipos de psicopatología se inierpretaron sobre l" úar. del condicionamiento y los métodos se exrendieron ál diagnóstico, estudio y ,r"r".rri..rio
de^determinada-s poblaciones clínicas (ver Aidrich, ígzg; BeÁterev,
1923,
1932; Gant y Muncie, 1942). La relevancia del condicionamiento p^r^
lá
psicopatología.,ll personalidad y la psicoterapia se hizo cada vez
.lar"
-á,
con.el paso de los años. (Jna serie-de aconiecimienros, en especial,
hacen
resaltar esta evolución, incluyendo determinadas
a. p"r"aig-r,
""t".rriorr"s
de laboratorio al estudio de la conducta perturbada,
una serie a. ,pri.".l?"",
del condicionamienro a la conducta clínicam.rt. i.l",o"nte y las irr,.rp.","ciones y exrensiones del aprendizaje a la psicoterapia.
tlt.t. Paradigmas
y
análogos de laboratorio
I'Jna.extensión especialmente significativa del condicionamienro
fue la investigación de la neurosis experimental, que consistía en esrados inducidos
experimentalmente que se parecían a la óonducta neurótica encontrada
en hu_
manos. Las reacciones de los animales de laboratorio ante varios
métodos
que inducían la oneurosiso v¿¡i¿["n, dependiendo de la especie,
pero a menudo incluían evitación, retirada, aceleración de la tasa d"'p,,rlro, d"
l" t"r,
cardíacay. de la respiración, irritabilidad y otras reacciones q'rr.
go..d", .i"._
to parecido con la ansiedad humana (ver Hunt, 1944). L"r' de-orrraciones
iniciales de la neurosis experimental se derarroil".orr,'.o..ro parte
de la investigación, en el laboratorio de pavlov. En investigaciones separadas
en 1912
r
Sobre
los aspectos conceptudles
y empíricos d'e Ia terapia de
condttaa
37
v en 1913, los investigadores del laboratorio de Pavlov encontrafon que cuando se requería que los animales hiciesen discriminaciones sutiles sobre el
estímulo condicionado, se perdían todas las reacciones condicionadas previamente entrenadas. Además, los animales mostraban distintas perturbaciones
en la conducta y se volvían agitados y agresivos. Pavlov (1927) denominó a
las perturbaciones emocionales resultantes como oneurosis inducidas experimentalmente> y especuló sobre las bases neurológicas de la reacción.
Pavlov dedicó gran parte de sus esfuerzos investigadores a estas reacciones
neuróticas inesperidas. Consideraba a estas reacciones, lo mismo que al ret-lejo condicio.rado, como una manera de investigar los procesos neurológicos
superiores. Así, reconoció también la conexión potencial entre sus resultados
o' ia psicopatología de la conducta humana. Con este fin' se familiarizó con
iot ti"rtoi.tos piiquiátricos, visitando distintas clínicas y especuló sobre la
base de muchoi síntomas de la psicopatología, incluyendo Ia apatía, el negativismo, los movimientos estereotiPados, el miedo y la catalepsia (Pavlov,
1e28).
El estudio de la neurosis experimental se convirtió en un área de investigación por derecho propio y se continuó en los Estados Unidos por investigadorei tales como \W. Horsely Gantt y Howard S. Liddell. LJna extensión
especialmente importante de la investigación sobre la neurosis.experimental,
desde el punto de vista del desarrollo del tratamiento, se debe a Jules H.
Masserman, quién llevó a cabo investigaciones sobre neurosis inducidas experimentalmente en animales, principalmente en gatos. Masserman (19a3) in-
tentó integrar los conceptos del condicionamiento con la psicopatología y la
teoría psicoanalítica. Además, desarrolló distintos procedimientos para vencer
las reaiciones neuróticas de los animales. Estos procedimientos incluían análogos animales de técnicas de modificación de conducta contemporáneas como
el modelado (colocando un animal sin miedos en la misma jaula que el animal
con los miedos), la exposición (forzando físicamente al animal a que tomase
contacto con el estímulo provocador de miedo) y el autocontrol (attoadministrándose comida por medio del control del aparato que la proporcionaba).
El principal interés de Masserman en estos procedimientos era el proporcionar una base experimental para los procesos psicodinámicos empleados en la
psicoterapia. Se utilizaron conceptos de la terapia psicodinámica (p.ej., la
penetración) para explicar los mecanismos a través de los cuales los procedimientos de laboratorio habían mejorado la ansiedad de los animales. De
aquí que este planteamiento general sea especialmente interesante, puesto que
muchos de los progresos posteriores en la modificación de conducta se dieron
en la dirección opuesta, es decir, usando procedimientos y conceptos del
aprendizaje basados en el laboratorio para generar nuevos procedimientos
terapéuticos.
Akn E. Kazdin
tl.z. Aplicaciones clínicamente rele,uantes
La investigación sobre el condicionamiento, con
, empezó
con su¡'etos infrahumanos. sin embargo, lor
,.
.*t"rrdieron a la
-Étodo,
conducta humana de distinta,
-"r,.."i. Entre las muchas extensiones oue
poc_as excepciones
pueden citarse,.algunas de ellas fueron especialmenr"
,;gnin.*;;;;;1, il:
toria de la modificación de conducta. u'a de lr,
-á, influyentes
del condicionamiento a la conducta humana ," d.be
"pi.;i;r,",
a \ratson, que estudió
las reacciones emocionales de los niños. \üTatson estaba
interesado en las
reacciones emocionales condicionadas, en parrc
paramostrar que los conceD_
tos y los métodos conductuales podían .-pr"".r.
p".;.;ilJi;r';;";;;";_
tos y la experiencia privada.
, watson. y Rosalie fayner comunicaron un influyenre caso, en 1920, en
el..que se inrentó condicionar el miedo
meses llamado
"" ;;-;i;á-ii'r,
Alberto' Alberto no renía miedo de toda ,.r"
,..i" á. .rri-,rtor, incruyendo
una rata blanca, un conejo, un perro y otros que
se re presentaron como
parte de una batería de evaluaciór, qu" se pasaba
antes dér estudio. La rata
se seleccionó como un estímuro n".rt."l
porque,.ar iguar que otros estímulos,
no provocaba temor..El emparejar la piesentación
áe la'."t" a Alberto con
un fuerte ruido, producido al golpear'una barra d"
con un martillo,
provocaba una respuesta de roñr"i"lto. con
"."ro
sólo ,i"t.
*p"rejamientos
del
estímulo condicionado (rata) y er estímulo in.orrdi.l"""a"'r'r"i¿o),
la presen_
tación de la rata sola provoclla que er niño, ll"r";;
;" i"|i."r". Además, la
reacción de miedo se transfirió a otros,obj"tor, ;
i.rlny""¿.
un conejo, un
perro' un rrozo de algodón y, un abrigo de pieres,
no provocaban
temor antes de los ensayos de condic]ionamienro. "b;"rátlr"
El caso fy.. *yy significativo,.puesro que se consideró
que proporcionaba
una clara evidencia
los miádos p,r.d"r, condicionarr.. L* implicacio_
l^:.:-""eran enormes,
nes de esa interpretación
sugiriendo que
aje podría
explicar los miedos y la conducta de *ir;;;-;,
"t "p."rrai,
r-pircación,
que esas
ü
conducras podrían v:ncerrg por medio a.
rzaje
ahernarivas. La significación del ."ro
"tp"á.í.irr'j.t"pr"rra
espec.ialmen,"
;;;bl;,;a
que
los
fenó_
",
menos que se produ¡eron se mosrraron
d. ,.pIi.". (Bregman, 1g34;
.difíciles
English, 1929)' Además, el mismo estudio original
rá r" .ir" habitualmente
de forma correcra, d:
que
los
r,Jrrrg*?;;l;r';
,"i..r"r,rr' errónea_
menre (Harris, 1979). Tgdg
Finarminte, la crrestlón de si
condicionamiento respondiente, como se consider" "l "ri.r¿io demostró er
.ror-"1-ente, puede ser
fácilmente rebatida examinando lo, pro."di-i;;;; ^r;;;;"
,. emprearon
1978)- A pesar de esros
críricos, .".o-.i..ció un impacto
fKazdin,
lmPortante.
"rp..ro,
"l
El informe original sobre Alberto fue sólo un primer
paso y el significado
Sobre los asPectos conceptuales
y
empíricos de la terapia d.e conducta
completo de la demostración fue acenruado, tres años más tarde, por M. C.
lWatson.
Jones, una estudiante que trabajaba bajo la dirección de
Jones (19246)
relató el caso de Pedro, un niño de 34 meses, que era una conrinuación
natural de Alberto. Básicamente, Pedro tenía miedo de los distintos estímulos
a los que Alberto llegó a tener miedo debido al condicionamiento. La tarea
era desarrollar formas de vencer los temores de Pedro. Como un conejo
provocaba más temor que los otros estímulos en la situación de prueba, se
empleó como el objeto temido durante el tratamiento. Se utilizaron varios
procedimientos para vencer el miedo, principalmente la presentación gradual
del conejo a Pedro, bajo condiciones no amenazantes. Mientras que Pedro
comía, se le acercaba gradualmente una jaula con un conejo sin que le provocara miedo. El propósito era asociar esrímulos (comida) y respuesras (comer) agradables con el objeto temido. Finalmente, Pedro no reaccionó adversamente cuando el conejo tuvo libertad para salir de la jaula y, lo que es
más, jugaba con é1.
Además del tratamiento con éxiro de Pedro, Jones (1924a) publicó un
informe más extenso que incluía diferentes métodos para tratar a niños institucionalizados que tenían una serie de temores (p..j., estar solo, estar en
una habitación oscura, y encontrarse cerca de pequeños animales). Dos métodos parecían tener éxito especialmente, a saber, el condicionamiento directo, en el que un objeto temido se asociaba con reacciones positivas (p.ej.,
como se había hecho con Pedro); y la imitación social, en donde niños que
no tenían miedo modelaban una interacción sin temor con el estímulo.
Las demostraciones por parre de \Watson, Rayner y Jones de que los
miedos podían condicionarse y descondicionarse tenían, por sí mismás, una
significación obvia. Así, los puntos de vista sobre la naturaleza del condicionamiento y los métodos de investigación proporcionaron un paradigma a
seguir en el trabajo clínico. Los mismos investigadores eran explícitos al
señalar las implicaciones de los hallazgos para los conceptos existentes sobre
la psicopatología. Por ejemplo, '$ü'atson y Rayner (1920) se burlaron de las
interpretaciones psicoanalíticas que podían ser aplicadas al miedo adquirido
por Alberto, interpretaciones que se aplicaban a pesar del hecho de que el
miedo se había condicionado en el laboratorio. De este modo, las demóstraciones del condicionamienro y del descondicionamiento del miedo se colocaron en el campo más amplio de la psicoparología y su rraramiento y se
plantearon como un desafío para los enfoques existentes.
Alan E. Kazdin
40
rrr3. Personalidad
y psicoterapia
III.3.1. Teorías integradoras de
la conducta
Las extensiones del condicionamiento no fueron aplicaciones aisladas de los
hallazgos de Pavlov, como la anterior discusión podría implicar. El condicionamiento tuvo un notable impacto en muchos niveles diferentes. Desde
los años treinta hasta los cincuenta (del presente siglo), se hicieron intentos
para desarrollar teorías generales que explicasen la conducta normal y la
anormal y el progreso terapéutico basado en el aprendizaje (p."i., French,
1933; Kubie,1934; Mowrer, 1950b). lJna teoría integradora que merece resaltarse especialmente fue la propuesta en 1950 por John Dollard, un sociólogo, y Neal E. Miller, un psicólogo experimental, intentando proporcionar
una teoría comprehensiva de la conducta que uniese el aprendizaje,la psicopatología y la psicoterapia. El trabajo se inspiró en gran medida en Pavlov,
Thorndike y Hull. La posición fundamental era que la psicopatología y la
psicoterapia podían explicarse por medio de conceptos de aprendizaje y que
tanto el desarrollo como la eliminación de los síntomas podían conceptualizarse en términos de aprendizaje. Los conceptos y los procesos de la teoría
psicoanalítica (p.ej., el principio del placer, la transferencia, el conflicto neurótico) se volverían a explicar en términos de la teoría del aprendizaje (p.ej.,
reforzamiento, generalización del estímulo e impulsos adquiridos). Conceptos que no tenían una buena base y que no habían sido bien investigados, se
apoyaban en conceptos del aprendizaje que constituían la fuente de la teoría
y la investigación en la época en que Dollard y Miller desarrollaron su teoría.
Otras personas, aparte de Dollard y Miller, desarrollaron otras teorías
sobre la personalidad y la psicoterapia que incorporaban la teoría del aprendizaje. Por ejemplo, Julian B. Rotter se apoyó en el trabajo del aprendizaje
y de la psicología experimental en general y en teóricos específicos (Tolman,
Thorndike, Hull y Kurt Lewin), para desarrollar una teoría general de la
conducta (Rotter, 1954). La terapia se consideraba también como un proceso
de aprendizaje y se aplicaron conceptos de la psicología del aprendizaje para
explicar la terapia convencional.
La teoría y la investigación sobre el aprendizaje habían logrado una preponderancia, si no un dominio, en la psicología experimental y se consideraba
el mejor candidato para una sólida base conceptual en la comprensión de la
psicopatología y la psicoterapia. Las teorías específicas de Dollard y Miller
y de Rotter han tenido poco impacto directo sobre las prácticas contemporáneas de la modificación de conducta. Las teorías explicaban, principalmente, los tratamientos existentes en términos del aprendízaje. Progresivamente,
los principios del aprendizaje fueron considerados como una fuente de nue-
Sobre
los aspectos conceptuales
y emPíricos de la terapia de conducta
4'l
vas técnicas de terapia que, en último término, tuvieron el mayor impacto
sobre el trabajo acrual. Sin embargo, la conceptualización de la psicoterapia
existente como un proceso de aprendiz aie y la aplicación seria de la investigación contemporánea sobre el aprendizaie, ala personalidad y ala Psicoterapia, fueron unos primeros pasos muy importantes.
:,tr.3.2.
El condicionamiento verbal
El reexplicar simplemente la terapia convencional en términos del aprendizaje
no estimuló mucho la investigación en psicoterapia. Sin embargo, las extrapolaciones del condicionamiento operante a la interacción diádica de la terapia, ge.reró una considerable investigación gue proporcionó un importante
paro"irrte.*edio en su camino hacia las aplicaciones de lo-s principios del
Zprendizaje para propósitos de tratamiento. De forma específica, los métodos
operantes ," t.tl,"rtrg"ron en el contexto del condicionamiento verbal. Skinner
h"bí" ett".rdido los-principios del condicionamiento operante a una variedad
de conductas, incluyendo la conducta verbal, al comienzo de los años cuarenta. Skinner propuso que la conducta verbal era una oPerante mantenida
por las consecuencias del que escucha (Skinner, 1953a,1957).
La investigación de laboratorio empe zó a examinar la influencia del experimentador-sobre las verbalizaciones del su¡'eto. Al diseñar una situación
e*pe.ime.rtal para investigar la conducta verbal humana se adoptó el modelo
ge.rer"l de la investigación de laboratorio, en el que un animal que respondía
iecibía una consecuencia reforzante. La conducta verbal (P..j., seleccionar
pronombres cuando se construyen frases) sirvió como la respuesta y era
seguida por reacciones del experimentador (p.ej., expresiones de "bienn o
"ri..,--h-m,). Distintos estudios mostraron que tiPos específicos de habla
v conversación podían ser influidos por las consecuencias proporcionadas por
el que escucha (Greenspoon, 1962).
La investigación sobre el condicionamiento verbal comenzó en los años
cincuenta y se realizó principalmente con estudiantes universitarios en una
situación de tipo enrrevista. En unos pocos años, el condicionamiento verbal
á.."r de la investigación clínica, aplicando los métodos a disse extendió
"
tintas poblaciones clínicas y a situaciones de diagnóstico, en las que_ la conducta áel paciente podía ser influida por el examinador. La extensión más
importante del condicionamiento verbal se dio en situaciones que,se parecí.an
a la psicote rapia. La investigación sobre condicionamiento verbal se empleó
en tareas que se parecían más a la conducta del paciente real (P."j.' hablar
u"i de construir frases), mientras que el terapeuta respondía a
libremente
"n
determinadas clases de palabras. Las clases de palabras aumentaron en el área
clínica (p..j., respuestas emocionales, expresiones de aceptación de uno mis-
42
Ahn E. Kazd.in
mo' expresiones ..alucinatorias") y las poblaciones. incruían
pacienres psiquiá_
tricos en vez de estudiantes univérsir"rior. Se estableci.ror,'prr"l"lismos
cada
vez mayores entre el condicionamiento verbal y la psicoierapia
(Krasner,
1955, 1958, 1962), una anarogía apoyada *á..trráe
p"; i;il"r;á, ¿1, q".l"i
terapeutas realmente respondían áe-forma selectiva
a 1., .orrár.rr; á;i;;_
ciente (Truax, 1,966).
En general, el condicionamienro verbal proporcionó un
anárogo en donde
se podían investigar los procesos aisrados d^. l" irrt.ra..iár,
aiaaica. El hecho
de que la conducta verbal podía condicionarse sirvió
para indica, ;i t;;ü;l
aprendizaje de maneras. concreras (es decir, cómo
t
pr.i"rir.'r.u*
las.cosas).que fuesen,relevantes par)
"utJ" "rAdemás,
d.l p;;;.
el condicionamiento verbal suste.rtaba un "r."-tio
enfoque g.".;;i-á;-]" .orrdu.ra en la
sesión de terapia, a saber, que la .orrdrr..ta poii,
,., p"r.i"l_.";";;-q;i;;;
incluso principalmente, una función de los á"r";;i;;,irJrll,..rro,
en vez de
intrapsíquicos. Aunq,r.
t;;;;,,g"d;;J|.,ri.ro' en duda
-r,.ho,
l:'.0_1?::'is
la srmrhtud con la psicoterapia de las situaciones
en"las que se llevaba a cabo
er condrcronamienro verbar (Heiler.y Marlatt,
r.969; Luboirky y strupp, 1962),
de que se pudie.ran ert"br".", p".ri.lir-L;;;;;"
crara aumenró
i] .hrrh"
ra lmporrancla der aprendrzaje en relación
con los procesos terapéuticos. Igual_
mente' Ias demosrraciones de que la conducta i"ru"i
p.a? ser modificada
por las consecuencias-proporciónadas por los ¿"-¡r,
ilirrJ-, .r,"nriones di_
rectas en el trabajo clínico con la modificación
de la .orrd,rcta verbal p-ui"_
mática, como el habla incoherente o irracionar
llon y Michael, 1959; rsaacs, Thomas y Goldiam""d:6¿ó;nickard,
";";;;;;;;Js psicóticos (Ay_
Dignam
y Florner, 1960).
rv. LA rxt¡NsróN DE Los pARADTcMAS AL TRATAMTENTo
¡
&
;f
La extensión de los paradigmas de aprendizaje a los
problemas de conducta
era claramente evident"
trabajo de vatson, R"yT." rr¿ c.
Jones y los
Mowrers, por mencionar".r11
ejempros especialm"",;
Estos
inves_
;;;;i;*,.r.
tigadores no sólo aplicaron lo. pri"cipios. del
qr"
colocaron
^a-pfi",
su trabajo en el contexro, más
a" t. ^ir"r{i¡.^¡r;^;i;"
pri.l;;;;üg* y de la psicoterapia en general. Básicament., .onrid"."b"n
q.," J1;;b;; representaba un
nuev.o enfoque de la psicopatología. De aquí
qu. ,u tr"b"jo inicial ilustre un
movimiento hacia el t.ata-iento-que es airi.¡i J.
áirr*f,li d" .""*p;;di_
zaciones y aplicaciones posterio-r."!. q". f.r.ro.r
J";;;f;as
exprícitamenre
modificación de condu.t". Er difícil señarar
i;h;-J.-r.]lrir,"¿" en la que
""" No .uri""r", en
la modificación de conducra.surgió formalmenre.
los años
cincuenra y sesenra, se pueden ldenrificar dirtirrtor;;;;;,
en los que el
Sobre los aspectos conceptuales
y emphicos de la terapia de
conduaa
43
tratamiento esmba explícitamente unido a los fundamentos del aprendizaje y
a los métodos objetivos de investigación. Algunos ejemplos presentarán la
formalización del movimiento y las conexiones con los fundamentos de laboratorio mencionados anteriormente.
N.t. La desensibilización sistemática
Realmente uno de los acontecimientos más significativos en el surgimiento
de la modificación de conducta fue el trabajo de Volpe en Africa del Sur.
El desarrollo, por parte de Volpe, de la desensibilización sistemática no sólo
proporcionó una técnica innovadora, sino que de distintas maneras ayudó a
cristalizar el cambio conceptual más amplio hacia la terapia de conducta.
Wolpe estaba interesado en la psicología del aprendizaje como una fuente
posible para comprender las reacciones neuróticas y para desarrollar técnicas
de tratamiento. Estaba especialmente interesado en el trabajo de Pavlov y de
Hull y empezó la investigación sobre la neurosis experimental con gatos,
utilizando como punto de partida el trabajo de Masserman (1943).
Wolpe señaló que la reacción neurótica, establecida en los garos, se extendía a situaciones diferentes a aquellas en las que se había inducido inicialmente la reacción. Algo interesante era que la gravedad de la reacción neurótica parecía ser una función de la similitud del entorno, en el que se encontraban los gatos, con el de la situación original. Cuanto más parecido era
el lugar en el que se colocaban los gatos al sitio en el que se había establecido
el miedo, más graves eran los síntomas. Para establecer inicialmente estas
reacciones neuróticas, V'olpe asoció una descarga con la aproximación a la
comida; finalmente, la reacción neurótica inhibía la conducta de comer. Este
resultado sugería que el comer podría, bajo circunstancias diferentes, inhibir
a la ansiedad; es decir, las dos reacciones podrían
"inhibirse recíprocamente,
(ver \Wolpe, 1,952, 1954).
Para vencer las reacciones neuróticas, \Wolpe colocó a los animales en
situaciones que se parecían, en distintos grados, a la situación original en la
que se habían desarrollado las reacciones neuróticas, y proporcionaba oportunidades y ayudas físicas que alentaban a comer. Después de que se había
restablecido la conducta de comer, Wolpe inducía la conducta de comer en
lugares que se parecían mucho al sitio original, y continuaba con este procedimiento hasta que el animal podía comer libremente en el lugar original,
sin ansiedad. Cuando se llevaba a cabo satisfactoriamente la conducta de
comer en la situación original, se eliminaba el miedo.
Wolpe (1958) explicó las ocuras, sobre la base de la inhibición de la
reacción de ansiedad y formuló el principio general de la inhibición recíproca: "Si se puede conseguir que tenga lugar una respuesta antagónica a la
+4
Alan E. Kazdin
ansiedad en presencia de estímulos evocadores de ansiedad, de modo que se
acompañe por una completa o parcial supresión de las respuestas de ansiedad,
se debilitará la conexión entre esos estímulos y las respuestas de ansiedad"
(p. 7l).Este principio sirvió de base para el desarrollo de tratamientos que
venciesen el miedo humano, un paso extremadamente importante que amplió
en gran medida el trabajo previo sobre las neurosis experimentales. Volpe
desarrolló la idea de que los humanos podían exponerse a situaciones provocadoras de ansiedad de modo similar a la exposición de los gatos a lugares
asociados con el miedo. Aunque Volpe expuso inicialmente a los pacientes
a situaciones reales en las que se provocaba la ansiedad, exploró el uso de la
imaginación por medio de la cual los pacientes se imaginaban una serie gra-
I
!
,l
i
+
*
Y
H
s t*
duada de situaciones. También, siguiendo el trabajo del fisiólogo Edmund
Jacobson (1938), que había utilizado \a relajación para trarar la ansiedad y
otros trastornos, lVolpe seleccionó la relajación muscular como una respuesta
que podría inhibir la ansiedad, de la misma manera que, entre animales, se
usó el comer como una respuesta incompatible con el miedo.
El procedimiento que \üfolpe desarrolló fue la desensibilización sistemática, que se componía de la relajación, el desarrollo de una serie graduada de
situaciones provocadoras de ansiedad (jerarquía), y el emparejamiento de la
imaginación de los ítems de la jerarquía con la relajación. Este procedimiento
constituye la técnica más importante desarrollada a partir del principio de la
inhibición recíproca, pero puede llevarse a la práctica en distinras formas
(p."j., empleando respuestas diferentes a la relajación como la respuesta incompatible, la presentación en vivo de las situaciones provocadoras de ansiedad, etc.).
El desarrollo de la desensibilización fue muy significativo. En los comienzos de la modificación de conducta, la desensibilización se convirtió en una
de las técnicas de tratamiento más investigadas y practicadas. Sin embargo,
no era la técnica en sí misma lo que era crítico. Aproximaciones parecidas,
así como la explicación subyacente, estaban disponibles y habían sido aplicadas en múltiples formas mucho antes del desarrollo formal de la desensibilización en la década de 1950 (p."j., Alexander, 1928; Brissaud, 1894; Meige
y Feindel, 1907;Pitres, 1888).
El desarrollo y el contexto teórico de las terapias de inhibición recíproca
eran consistentes con el zeitgeist.'S7olpe se apoyó en la psicología del aprendizaje, incluyendo las investigaciones de Pavlov, Hull, Mowrer, Miller, Masserman y otros, y en la fisiología, al explicar los mecanismos por medio de
los cuales se llevaba a cabo el cambio de conducta. De esre modo, la técnica
se colocó sobre una base conceptual con un alto grado de respetabilidad
científica. También, hizo afirmaciones muy específicas y comprobables sobre
la terapia. Sugirió que deberían incluirse ciertas condiciones en el traramienro
b..1., la relajación, la construcción de Ia jerarquía, y el emparejamiento de
Sobre los aspectos conceptuales
y
empíticos de la terapia d.e
cond.uaa
45
la relajación con la imaginación de la jerarquía de ítems). La especificidad del
'$trolpe,
tratamiento propuesto por
las conexiones con el laboratorio, y el
apoyo en los paradigmas y en los conceptos del aprendizaje ayudaron en
gran medida a formalizar la terapia de conducta. La formalización se logró
cimentando el tratamiento con los fundamentos críticos de la psicología del
aprendizaje.
rv.2. Extensiones
del condicionamiento oPerante
En los años cincuenta y sesenta, el condicionamiento operante se extendió a
la conducta humana a lo largo de una serie de frentes diferentes. Las aplicaciones ilustran una progresión sistemática, comenzando con las extensiones
conceptuales de los pri"iipios operantes, siguiendo con las extensiones de los
métodos operantes a la experimentación con humanos, hasta las aplicaciones
clínicas directas.
Para empezar, el alcance del condicionamiento operante se reflejaba en
las extensiones conceptuales a diversas áreas de la conducta humana (p..j.,
Keller y Schoenfeld, 1950; Skinner, 1948). Por ejemplo, el libro de Skinner,
Ciencia y condwcta humana (1953a) explicaba el papel de los principios del
condicionamiento operante en el gobierno, en la ley, en la religión, en la
psicoterapia, en la economía y en la educación. De especial interés fueron
sus extensiones a la psicoterapia, que sugerían que las contingencias de reforzamiento por el terapeuta constituían el principal responsable de cualquier
cambio que se lograse en el paciente.
Al principio de los años cincuenta, Ogden R. Lindsley y Skinner empezaron a aplicar métodos operantes a pacientes psicóticos. Estudiaron, de modo
individual, a pacientes adultos e infantiles así como a personas ..normales,,,
en una cámara experimental, con el fin de evaluar los efectos del reforzamiento. Lacámara permitía la ejecución de una respuesta simple (tirar de un
émbolo) seguida por el reforzamiento (p.ej., la entrega de dulces o cigarrillos). La conductas de los pacientes individuales se evaluaba diariamente durante extensos períodos (hasta varios años para algunos pacientes), sobre la
base del grado de respuesta del paciente a las contingencias operantes. Aunque el propósito de la investigación era simplemente extender los métodos
operantes a la conducta humana, las implicaciones clínicas fueron evidentes.
La conducta sintomática (p.ej., alucinaciones) interfería en ocasiones con la
conducta operante. El desarrollar respuestas hacia el aparato competía con
las conductas sintomáticas y de aquí que disminuyesen los síntomas. En
general, el significado de esta extensión inicial fue la aplicación de los métodos científicos a una investigación de la conducta de pacientes psicóticos y
Alan E. Kazdin
de su grado de respuesta a distintas manipulaciones experimentales (Lindley,
1956, 1960).
En las décadas de los años cincuenta y sesenta, el condicionamiento operante se extendió como un método para estudiar la conducta (p.ej., Barrett
y Lindsley, 1962;Bijou, 1957; Ferster y DeMyer, 1,961) y para modificar la
conducta con objetivos aplicados (p.ej., Barrett, 1962; Baer, 1962; Flanagan,
Goldiamond y Azrin, 1958). A mediados y finales de la década de los sesenta,
los métodos de condicionamiento operante se habían extendido a diversas
poblaciones en la escuela, en los hospitales psiquiátricos y en las instituciones
para pacientes mentalmente retrasados.
V.
LA FORMALIZACION DE LA TERAPIA DE CONDUCTA
La terapia de condu'cta se convirtió en un movimiento visible a principios de
los años sesenta. Aunque es difícil marcar el punto en el que el movimiento
se hizo identificable, determinadas publicaciones parecen haber cristalizado
los avances existentes. Eysenck (1960) publicó, como compilador, el primer
libro que incluía el término terapia d.e conducta en el título, juntando distintos escritos que aplicaban los principios del aprendizaje a problemas terapéuticos r. La identificación del campo fue delimitada más tarde en 1963, cuando
Eysenck puso en marcha la primera revista de terapia de conducta, Beharsiowr
Researclt and Therapy. En unos pocos años, surgieron varias publicaciones
más, juntando las aplicaciones terapéuticas que se basaban en el apren dizaje.
La conexión con los paradigmas de laboratorio, enfatizando el papel del
aprendizaje y los métodos objetivos de estudio, estaba clara en las primeras
publicaciones del campo (p..1., Eysenck, 1,964; Franks, 1964; Staats, 1964;
Volpe, Salter y Reyna, 1964).
A principios de la década de los sesenta, la terapia de conducta se había
convertido en un movimiento formal, extendiéndose las ideas a través de
distintos límites conceptuales y geográficos. La terapia de conducta provenía
de distintos desarrollos, incluyendo diferentes enfoques teóricos y técnicas
de tratamiento. Sin embargo, se extrajeron denominadores comunes del enfoque para proporcionar unidad al campo. Esos denominadores consistían en
un enfoque hacia el tratamiento que se apoyaba en el aprendizaje, como un
3 Aparentemente Lindsley y Skinner fueron los primeros en emplear el término terapid de
conducta
(Skinner, Solomon y Lindsley, 1953; Skinner, Solomon, Lindsley y Richards, 1954). Sin embargo, el
término permaneció en informes sin publicar, por lo que no recibió una amplia circulación. El término
se hizo popular principalmente por medio de los primeros escritos de Eysenck (1959, :F.6q sobre el tema.
Lazarus (1958) había utilizado el término antes que Eysenck. pero no se había adoptado su empleo ni se
le había dado publicidad.
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Sobre los aspectos conceptuales
!
empíricos de la terapia de conducta
47
punto de partida conceptual, y en los métodos objetivos o experimentales de
investigación.
vt. La dipersidad dentro de la modrficación de conducta
La modificación de conducta no es una posición uniforme o monolítica. En
el comienzo de la existencia del campo, muchos esfuerzos independientes que
intentaban proporcionar unos fundamentos científicos, basados en el aprendizaje, a la psicoterapia, se unificaron bajo los encabezamientos de terapia de
conducta y modificación de condwcta. La justificación para la unificación de
desarrollos diferentes fue la reacción común contra la posición preponderante
en la psiquiatría y en la psicología clínica y la adherencia a la teoría del
aprendizaje, concebida de forma amplia. Las diferencias dentro de las áreas
de la modificación de conducta eran minimizadas o ignoradas, con el propósito de desarrollar un movimiento relativamente unificado que se opusiese al
modelo tradicional de enfermedad sobre la conducta anormal y su rratamienro.
En la realidad, la modificación de conducta es muy di,rersa. La diversidad
era evidente desde el comienzo del campo, pero en los últimos años se ha
hecho cadavez más aparente. Después de que surgiese la terapia de conducra,
se desarrollaron enfoques individuales dentro del campo a lo largo de los
años y las diferencias entre los enfoques se hicieron más fácilmente identificables. Consideraremos algunas de las principales dimensiones a lo largo de
las cuales existe la diversidad.
r'.t.t. Enfoques conceptuales
l
a
4i
{
Dentro de la terapia de conducta se pueden identificar fácilmente distintos
enfoques concepruales, incluyendo un punto de vista mediacional del estímulo-respuesta (r-R), el análisis aplicado de la conductay la modificación de
conducta cognitiva (ver Fishman y cols., 1988). El punto de vista mediacional
E-R consiste. principalmenre en la aplicación de los conceptos del aprendizaje
y e.nfatíza el emparejamienro estímulo-respuesra, según se deriva i" l"r pásiciones del aprendizaje por contigüidad, de Pavlov, Guthrie, Mowrer y otios.
Se apo_yan en variables intervinientes y en constructos hipotéticos para explicar la conducta. Ilustrativas de este enfoque teórico general ,. .rr.rr"rr,r".,
técnicas como la desensibilización sistem ática y la inundación, que se cenrran
en la extinción de la ansiedad subyacente que explica y
-antiene la conducta
de evitación. Característico de este enfoqu"
.l intento de ligar los cons"r y respuest"r q,l" puedan
tructos mediacionales con estímulos antecedentes
ser fácilmente operacionalizados.
Alan E. Kazdin
El análisis aplicado de la conducta es un enfoque diferente denrro de la
terapia de conducta, ya que descansa principalmenie sobre la herencia merodológica y de contenido del condicionamiento operanre y del análisis experimental de la conducta. El énfasis se coloca sobre los acontecimiento,
"nt.cedentes y consecuentes; se evitan los estados mediacionales, los acontecimientos privados y las cogniciones. El tratamienro se cenrra en modificar los
antecedentes y las consecuencias, con el fin de cambiar la conducta problema.
El análisis aplicado de la conducta también está caracrerizado por,rn enfoque
metodológico singular e incluye la evaluación experimental áe la actuación
de. los sujetos empleando normalmente diseños inirasujeto de medidas repetidas, en lugar de los diseños entre grupos. El análisis aplicado de la conducta
incluye una,serie de técnicas que se basan en el reforzamiento, el castigo, la
extinción, el control del estímulo y en otros principios derivados de ia investigación de laboratorio (Cooper, Heron y Heward, l9B7).
- La terapia de conducta cognitiva es un enfoque que pone en un primer
plalg a los pensamientos, a las creencias y a la supósición de que la ge.rte
moldea activamente su propio ambiente. La conducta desadaptaiirr" r.t-.onsidera el resultado de cogniciones erróneas y la terapia ,. ...ri." en eliminar
estas cogniciones y remplazarlas por pensamientos y creencias que fomenten
una conducta más adaptativa. Aunque la conducta se considera un resultado
de los procesos cognitivos simbólicos, a menudo se emplean métodos conductuales para modificar estos procesos cognitivos, como, por ejemplo, el
recibir consecuencias reforzantes por expresar autoverbaliziciones que fomenten las conductas deseadas. Entre las distintas posiciones existentes, los
modelos con base cognitiva son los que han recibido más atención en la
última década (ver Fishman y cols., 1938).
v.t.z. Dimensiones adicionales
w
s
$
,#
't,
La diversidad de la terapia de conducta puede resaltarse señalando brevemente varias dimensiones. Por ejemplo, las iécnicas de terapia de conduct a varían
en el grado gn qye se apoyan en la teoría psicológica y en los h"llazgo, á.
laboratorio. Muchas técnicas provienen de^ la teoiía
.rn
"i y las sentido
"i-,pliá,
como_ el aprendizaje E-R, el condicionamienro operanre
teoría, .og.ritivas. otras técnicas no se apoyan en la teoría. Realmente, algunos autores no
"la
han alentado
teoría y de la
.qrr: los_recursos se obtengan únicamente de
investigación básica. ?or ejemplo, Lazarus (1971) ha sugerido qrr" l"'t"r"pi"
de conducta debería incluir téinicas útiles para ,r","rnf"rrto, se obte.rg"., o
"í Finalmenre, otras
no de la teoría o de la investigación de laboiatorio.
récnicas
han surgido de una orientación general del aprendi zaje, pero se han desarrollado a partir de la práctica real en lugares ailicados'(Á)rin, lg77). En resu-
Sobre los asPectos conceptua.les
y
empíricos de la terapia de conducta
49
men, las técnicas de terapia de conducta difieren norablemenre en el grado
en que provienen de los paradigmas de la teoría o de la investigación de
laboratorio.
VI.
I
)
)
)
a
a
J
.s
)-
t-
CONCLUSIONES
Cuando la terapia de conducta surgió inicialmente como un movimiento formal, abarcaba diferentes posiciones conceptuales y distintas técnicas de tratamiento. Sin embargo, las diferencias que había en el origen del movimiento
se pasaron por alto para fomentar las características comunes más importantes, a saber, los procedimientos de tratamiento basados en el aprendizaje y
una alternativa conceptual a los enfoques intrapsíquicos. Las primeras definiciones subrayaban los lazos de la terapia de conduca con la teoría del
aprendizaje y con los principios del condicionamienro, como ingrediente común. Cuando la terapia de conducta se desarrollaba inicialmente, disfrutaba
de la claridad engañosa asociada a menudo con la juventud. La polaridad de
los enfoques intrapsíquicos y conductuales parecía clara, tanto si se discuría
a un amplio nivel conceptual (p.ej., teorías psicoanalíticas aersus reorías conceptuales) como si se hacía en relación a fenómenos clínicos específicos (p..j.,
sustitución del síntoma). Igualmente, los defensores de la modificación de
conducta consideraban que los fundamentos de la "¡ss¡i¿ del aprendizaje,,, a
menudo tema de debate, proporcionaban una base mucho más firme que las
<arenas movedizas" conceptuales que ofrecía el psicoanálisis.
Con el paso de los años, lateoría,la investigación y la experiencia clínicas
han modificado, de muchas formas, las caracrerísticas básicas del enfoque.
Aunque el aprendizaje ha representado un énfasis crírico, las ambigüedades
a nivel teórico en el más básico de los paradigmas, como es el condicionamiento clásico (p..j., Rescorla, 1988), hacen que los fundamentos no esrén
muy claros. Igualmente, se reconoce más fácilmente que la relación de técnicas conductuales específicas con reorías del aprendizaje o con modelos de
laboratorio está forzada. La intolerancia sobre los enfoques psicodinámicos
se ha moderado. La tendencia hacia posiciones cognitivas dentro de la modificación de conducta ha ido emparejada con una orientación más amplia
respecto a la integración de muchos enfoques teóricos. El acercamiento y la
integración de enfoques anteriormente opuesros se discure y se defiende activamenre (p..i., Arkowitz y Messer, 1984; Goldfried,lgB2A; Vachtel, 1977).
El objetivo de desarrollar un enfoque conductual claro y distinto se ha convertido en algo subordinado ala tarea de comprender los fenómenos clínicos
y a Ia de fundamentar y comprobar posiciones teóricas diversas.
La modificación de conducta se ha desarrollado notablemente en los rreinta años transcurridos desde su origen. El campo no se puede caracterizar con
Alan E. Kazdin
precisión apunrando a un conjunro parricular de reorías o áreas de la psicología como las bases para el trata-ie.rto. Una de las características princ'ipales
de la modificación de condu.cta conremporánea es un enfoque
-br.
"-p?ri.o
el tratamiento r-" evaluación. curiosamente, este rasgo común
de los enI
foques_dentro de la rerapia de condu,"a reileja los prin"cipios metodológicos
generales del conductismo, a los que ,. p.r"á. ,"-orr,", el movimie.á
general. Dentro del enfoque metodológióo general, se alienta la diversidad
"r,
dentro del campo, ranro á niveles .or.""pt.rj.s como a niveles técnicos. Se
da la bienvenida a nuevos_enfoques siempre que estén sujetos a la evaluación
empírica. Por otra parre, la modificación de conducta .ró defiende un empi_
nsmo crego con respecto a la psicoterapia, puesto que muchas técnicas y
procedimientos difícilmenre se pugden dáducii a partii de la psicología cien'tífica en-general y de las teorí"i d"l aprendizaje án particular.
Los fundamentos de la modificación de .orrdrcá pueden remonrarse fácilmente a modelos de aprendizaje específicos y a prücipios metodológicos
con los que dichos modelos estaban asociados. P.r*".r.." el fuerte én"fasis
e.n la investigación empírica.
.sin ^embargo, los lazos con modelos d"
diz.aie específicos se han vuelto forzados.
"f.."Esra cuesrión se ha discutido
anteriormenre en el desarrollo de la modificación de conducra (p."1., Breger
y
McGaugh, 1965, 1966). En años más recientes, la fortal"r^ dL lá;."fü"á
conductuales se ha obtenido a
.partir de la investigación acumulada, q"¿ ;;
vale por sí.misma. De esre mod-o, los modelos del"aprendizaje
lo, q.r. r.
"r, frecuencia,
apoyaba el enfoque conductual son contemplados, .o., *"rro,
como asPectos centrales.
VII.
LECTURAS PARA PROFUNDIZAR
Bayés, R.
y Pinillos, l. L,^Tratad.o tre psicorogía generar 2: Aprend.izaje
y condicionamiento,
Madrid, Alhambra, 1989.
Fishman, D' B', Rotgers,T' y Franks, c. M.
(comps.), paradigms in beharior tberapy: present
a,nd promise, Nueva york, Springer. l9gg.
Kazdin, A. E., Historia de ta iodtfícar¡¿, d,
conduüa, Bilbao, Desclée de Brouwer, 19g3.
(Or.: 1978).
Kazdin',A'E'' Modtficació"1!1.ra condwcta y sus apricaciones
práaicas, México, El Manual
..Moderno, 1978. (Or.: 1975).
-Keller,
F' S' y Schoenferd, \í. N., Fundamentos de psicorogía,Barcelona,
Fontanella, 1925.
(Or.: 1950).
whaley, D' L. y Malott, R. \í., psicorogía der comportamiento,
Barce\ona, Fontanelr a, r97g.
(Or.:1971).
Tarpy, R., Aprendizaje y motiaación animal,
Madrid, Debate, 19g6. (Or.: l9g2).
,#
ltf
if
*t
jl,S:,jS-;
3,
PREHISTORIA DE LA MODIFICACION DE CONDUCTA
EN LA CULTURA ESPANOLA
MRRTNo PÉnrz
I.
Árvnnsz
INTRODUCCION
Se describen una serie de referencias de la tradición cultural española relativas
a técnicas de cambio psicológico, reconocibles como formas más o menos
claras de modificación de conducta. Sin embargo, no se ha urilizado la modificación de conducta como una plantilla que se haya superpuesro a un
panorama histórico, sino que más bien 1o que se encuentra se reconocería
como tal. Obviamente, quien hace esto no es ingenuo (en cuanro a las técnicas vigentes), de modo que se analiza el pasado desde ciertos criterios del
presente. Ahora bien, lo enconrrado es en algún senrido modificación de
conducta antes de su constitución formal. Así pues, no es tanro que se haya
utilizado ésta como una red con la que caprurar ciertas formai, sino que
quizá lo que hay es modificación de conducra más o menos elaborada y en
contextos más o menos decorativos para la sensibilidad actual.
II.
LA PROYECCIÓN CLÍNICA Y EDUCATIVA DE VIVES
Fn Vives (1492-1540) se encuentran antecedentes firmes de importanres cuestiones psicológicas acruales. Su punto de partida está comprometido con el
interés práctico. .No nos importa saber qué es el alma,
sí, y en gran
manera, saber cómo es y cuáles son sus operacione s"".trqrr.
(Tratad.o del alma,
1538,
p. 55).
se ocupa de la asociación de ideas, del conocimiento y de la memoria, y
en este contexto hace la siguiente observación: oEn ocasiones, simultáneamente con una voz o un sonido, nos sucede algo agradable, y así nos gusta
siempre que volvemos a oírle, o nos entristecemos si lo que ocurrió frre tiirte;
cosa que también se observa en los animales: si al llamárlos de cierro modo
se les da una cosa que_les guste, acuden alegres corriendo cuando oyen el
mismo sonido; pero si han recibido daño, tiemblan al oírle, por el ,ec.rerdo
Universidad de Oviedo (España)
52
Marino pérez Ál¡rarez
de los golpes' (o.79.). Dicho esro,
lo relevanre aquí es apreciar ra proyección
clínica y educativa de ,.r, pt""i."-i.rrror.
En cuanro a ra proyección crínica, un
aspecro de interés ha sido puesro
de relieve por Zilboorg.y
pp.
1,79_195). Al caract erizarla .p¡i_
ftih,
.Henry
mera revolución nsiqui átrica_,...ono..n
en Vives
p;i;.,p;i;ffi;*;:;;
ha dirigido L
"ícurtu.ares
hr.¡,
io,
,o.irres.
y
de ra época.'La
transcendencia"tá.ión
"runro,
de esto está en ver
ra condició" h;;;;; J"nrro de
la cultura
(frente a la gracia divina) y
."r¡".
del arma (frente a ra glorificación
""
religiosa). En este sentidá, Viu., "i,ugi"."
que los ,."*"aior'aeben acomodarse
a las condiciones de vida. uno, ,,"'Áit"rán
un ,;;;;;l;;," amisroso, orros
instrucciones (v otros fuerza y ."J"r,"r,
si son ,i.r;;ró. pero sobre todo,
lo que se debe'prop"..;o"",
ffi:i"rr*[Jue
Á ,.""q"iria"d, ;;"r;;-;;;'re" poribr". Ha
de
.,rrr!.,," y rantos años después del Malreus
esro está escrito
Otro aspecto concierne a las pasiones. El
libro ttt del Tratado d.el alma
psicorógicor,'"""
lirt"-J"li;;;,
tradicionalmente
en el dominio de ra-mo.al."Er át pri-.i
"-pti,estudio
-od"r.ro de las pasiones,
anrecesor del tratado de Descartgr
(.Guy, L972, pp.6l_67). Un hito de
esta
proyección clínica se encontrará cincuenta
a¡ói
d"rp.rÁ
en
M.
sabuco.
La proyección educativa tiene ,.-uiJ"
J"¿.".r0"
d,er Tra_
tado del alma titurado uDe tr
"íll ."pir.rto
i.
,p.;;¿;;;;;;,
-".,..1
ar considerar los
sentidos como los primero,
-".rrror,; ,f;;; l;;:;*..,iva
analiza, en términos
de ras con_
lo oue'hay.que
decir, en ra iaciriración de ra tarea.
""t;;;;, "r l"
De todos -odor, ,.r'obr" u.¿ri.r-rlir.
.i,.r.r.io" *""r
diciones de
rratad.o de ra
enseñanza (1531). Identifica la cuestión
principal de la enseñ anza con ra
ac_
tividad del arumno. .,Frav q"" p..;;;;;,
rr;'.;;r;';; tal modo que se
manifieste su inteligen.i, .á., á"",_i", "l "i¡i
sarenestadod"q.,-i"t.,d,Ar;;;;;;;";2"!r;:i::,;:,r?f
Hrr:.,1li#;
la elaboración der oropio rib.o d"
;";;., ra repetición anre orros y er escribir
Io que se va a -"-or;rr.. E;;;.;ir"".ior.on
rrr.iJiila'a.r arumno pone
énfasis en la disposición ¿. rr
or"", fJ. pr.r" aer profesor, en un orden
de
creciente dificultad' tarque
resurte accesible y fác,,
ciendo poco a poco, Iá "t "p."nair"je
"introdu-rt..l" ;;
leia, y en el uro de modelos.
Propone, asimismo' una evaruación :._p
der prágr;ro'-"i¡*," la comparación
del niño consigo
-i,ao g"'-d-.;l;;;;ipi., u
i"g."io-ciencia,
o sea' aptitudes-tarea- Sería Hua.é
^Á"rr^iii"
de san.Juan quien
tema
tizaríaesta
cues_
tión en el Examen de
f*ti)t
un
impacto
,ingenios
pa.icurar
de
.ciencias.
estos planteamientos eduütivos,'d"
hay que reconocerro
en la aportación españ ola a la r;;p;;;;,
"rf".id notoriedad, "",
i
d.Ll;;;;;;:'
Prebistoria
III.
d.e
la mod.ificación
d.e conducta en
la cubura española
53
EL MOLDEAMIENTO VERBAL EN EL TRABAJO DE PEREIRA
Sin olvidar a Ponce de León, Ramírez del Carrión y Juan Pablo Bonet, hay
que señalar que es Jacobo Rodríguez Pereira (1715-1780) quien ha desarrollado un avanzado método de educación del lenguaje en sordomudos, fundando la logopedia. Eduardo Seguin ha escrito en 1847 un libro reivindicativo
del mérito de Pereira, en el que hace un análisis razonado de su método (ya
que su autor no lo ha dejado escrito), cuya exposición se seguirá aquí. No
se puede menos que decir, de entrada, que el trabajo de Pereira tiene una
alta densidad psicológica, dada por la construcción de un ámbito de relaciones funcionales consistentes en el moldeamiento de la conducta verbal y su
mantenimiento por medio de la interfuncionalidad comportamental.
El procedimiento de Pereira se puede resumir en los siguientes componentes. En primer lugar, el diagnóstico diferencial de la sordera respecto a
otras afecciones aparentemente similares y su clasificación en alguna de estas
tres categorías: 1) absoluta, 2) la de los que son sensibles a ruidos, aunque
sin discriminarlos y 3) aquélla en que se distinguen algunos sonidos vocales,
(Seguin, 1,932, pp. 171-174).
En segundo lugar, el inicio de un mínimo de relación maesrro-alumno
por medio de signos ya establecidos en el sordo, de modo que permitan la
instauración de un sistema de "escritura volante, hecha en el aire con los
dedos y destinada a reemplazar la palabr¿", llamado dactilología o
"alfabeto
manual a la española", 1OO. 175-183), ya descrito por Bonet. El aspecto crítico de este procedimiento es que .cada especial posición de los dedos designa a la vez, de una parte, la disposición y la acción de los órganos de la
palabra propios para producir el sonido, y de orra parte el carácter o caracteres que la ortografía usual exige para representar este mismo sonido" (p.
179). Así, podía ser usado en la oscuridad (y por ciegos) hablando a alguien
moviéndole los dedos según el sistema dactilológico (p. 178). En consecuencia, la dactilología no era meramente una manera de comunicación, sino un
sistema de articulación coadyuvante de la lectura labial, y visual, para poner
los órganos productores de la palabra en actividad útil.
En este sentido, y en tercer lugar, incorporaba la percepción táctil de las
vibraciones sonoras como gimnasia del órgano fonador atrofiado y ejercicios
de los movimientos propulsores de la voz, de manera que se susriruía el oído
por el tacto para la autopercepción de la propi a palabra. Se empleaban en
este desarrollo propioceptivo ejercicios de imitación de los órganos vocales
y el moldeamiento. Obviamente, en los sordos de la osegunda especieo era
más fácil hacer llegar la percepción de la voz por el tacto (que en los de la
primera), mientras que un osordo de la tercer especie percibía muy bien la
palabra por el tacto>, para los cuales, por lo demás, disponía de ejercicios
tVí
arino
para el cultivo de la
audició
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s rrucción .o"'""]r.ion"r'
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En definitiva' se está
pr"r;;;i; a;
r,íii-,r"terapéutico en un
problema concrero que "n
se puede describir
.l
;ér-;;r'i"
Ia conducta verbar, ii'.iüíi.t
="i'p'.".J
de
i,l],".tu" y r, ,"rri;;.;" _ord"amiento
que son decisivas r"
sensorial y en el
p.e.ri.r"a.r
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se da aquí.
¿;;", i,",."i,.;_d."*i;:. Va¡és y
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Migler
rerevancra psicorósica,
lay ar menos cuarro médicos
aunque en disíinto
gJ"dg
H^y que recono:", qr",
la^importante obra
Examen de ingenios
para
d" s'"i"""'.frece
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i:;,:Tr("'r1ljlro;"y"""
escaso rerieu.
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.;,i""r,,1",,üi,''i,"",,_!*:;,i:,X:.fhtf,:",;:.-#[* j:il,:,J,ü#L".rrr, j* iirigencias
venrente que piden
sus.obraso r'i..*"r,rv).
De
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y
co.,,ojo,-;;,;; Ári^íu,j; :j fiT*
es anricuad a
rancia.
vencronrsta relativo
a. acoplar
rareas' a.es, ar ingenio
;;ü;
l"r,.i*.irr, es decir,;;r**0",i".:l"oj:.lf:::
Ios ofici
,"gúr, .rri
air"*".i"lir."i'JrJi;rllll:$...:
"r
"rü"
española
Prebistoria de la modificación de conducta en la cuhura
no sólo establece diferencias cuantitativas' sino tamo el entendibién cualitatiuar, ,"gún predomine la memoria, la imaginativa
en la conseiercitada
miento (Examen,Vfir-XW). La doctrina de Huarte está
psicológica de Don Quijote. (Iriarte, 1948' pp' 3ll-332)'
i.".llO"
-el
Orro atisbo á. irri.*""cióir p""d" verse en el réconocimiento de que
en
influye en el estudio. itecomienda que los estudios se realicen
madre,
la
de
regalo
"-bi"rrt"
nporque
el
una ciudad diferente de la que se es natural,
profesión' es grande
de los hermanos, parientes y a-igot que no só" di su
en los estudiantes naturales de
;ffi
;;;; rprláa".. Erto ," ,,,"".1"r"-e'te ninguno
de los cuales, si no es
irrllf"r'y l.rgi.", donde hay Universidades;
l)'
por gran marárr.illa, jamás sale letrado" .(Examen'
la
Un mayor ,rr,.rá, fsicológico en el sentido destacado aquí lo ofrece
cuatro
Formula
doctrina del auromatisáo de lás animales, de Gómez Pereirade la presencia
causas del movimiento de los animales. La primera depende
sonas.
A
este respecto,
según su naturaleza,
de los objetos, que causan directamente en los órganos,
(según sea conevitación
o
de
,rn moviÁi"rrto proporcional de acercamiento
nocivo y repelente)' La segunda ocurre en ausencia de
u.rri"n," y
",r".rirro'o
son ocorpúsculos
objetos presentes, merced , ,.r, f"nttsmas. Los iantasmas
,"Jitiri-fr, prodúcidos y transmitidos de modo oculto-por los objetos exte;i;r;;, d"*irr"do, ^ obi^, en ausencia de las cosas a las _que corresponden
se conozcan nuevamente los objetos-previamente
¡...1, n".l."do que por ellos
d"'.nüo que pueden iniciar un movimiento hacia las cosas ne-
io.ro.idor",
(y'. Solana, 1941, p.219 del t' t)'
La causa tercera r. dLü. a cierta enseñanza, sin la cual no se explicatían
fantasmas.
,lgrrrro, movimientos que no dependen de objetos Presentes ni de
movimientos
producen
E,i- posible g."ci"s a que lós sonidos del habla
la que salen
",
del aire que, a través del oido, act1o^n en la parte del cerebro de
juslos nervios motores, dando lugar a un morrimiento que se corresponde
,r-".r,. con la peculiar *"rr"á del sonido. En cuanto a la cuarta causa' se
cesarias
trata del instinto natural.
En
En los animales estos movimientos tienen una naturaleza automática'
uno
que
cambio, el conocimiento humano se comPrueba por la experiencia,
es que-e.1 conocise da cuenta de sus operaciones intelectivas. Lo relevante
El alma se
conocer.
de
facultad
mienro sensitivo e i.rtelecti.ro es la propia
se tiene
q'e
las
de
objetos
resuelve en sus acros, en operacionei ráferidas a
sueños,
los
o
experiencia. Esta ."perie.r.i" es más segura q.".. :l raciocinio
todos
aorr¿. los pensamie.rtos ocurren sin nirigún objetivo ext€rno. Es más,
tiene
como
el
conocimiento,
P.to
ilusioner.
podrían
ser
los actos d.l
"l-a
obieto
al
considerar
Al
firme.
qrr" ,", de algo externo al alma, es la evidencia
á-o .o.rdicló., d"l sujeto, se puede ver en G. Pereira, no ya un Precursor
forman la
de Descartes, sino una áoctrina más avanzada, pues sujeto y objeto
es'solipsista).
cartesiana
prueba
la
que
(mientras
unidad firme de la experiencia
Marino Pérez Áloor""
f,
La obra de Francisco Vallés titulada sagrada filosofía (1582) está ya directamente comPrometida con la clínica. Su planteamiento de la medicina es
psicosomático, de modo que enrre la imaginación y el cuerpo puede haber
una relación recíproca. "Se sabe que la imaginación y la generación, en un
mismo animal, son acciones unidas entre sí por mutua simpatía, siempre van
de acuerdo; así, cuando los genitales abundan en semen, la imaginación se
llena de fantasmas libidinosos, lo mismo sucede cuando la imaginación comienza a imbuirse en tales imágenes, pronto los genitales aumentan su acción" (Sagrada filosofía, xI, pp. 132-133). Esre comercio enrre el alma y el
cuerpo está también asumido en el capítulo 35 de los Proverbios, de lo que
se hace cargo Vallés
"Dad sidra a los tristes y vino a los que sufren
guras, beban
p.
y olviden
su necesidad
"*".y no recuerden más su dolor, (xxvrt,
210).
Sin embargo, se ha de considerar,así mismo, que la desmedida en el beber
r .un error dietético perjudica por igual a ambas parces> (el cuerpo y el
espíritu). Para defender la salud del cuerpo y del alma se necesira que los
humores sean compuestos, <porque uno y otra perturba cualquier
".ro.
".t
la comida". Pero no sólo se ha de tener en ..r".ti" la comida, iino el
movimiento y el descan.-o, .l sueño y la vigilia, el aire, lo que se expulsa y se
retiene, y las perturbaciones del ánimo. .Por lo cual fué dicho p-or Gaieno
con mucho fundamento que "una parte de la medicina es la filoiofía de las
costumbres"" (LXXIII, p. 59g). Todo ello requiere el uso de la moderación
mediante la disciplina de los apetitos corporales por parre de Ia razón, de
acuerdo con esta doble fuerza que compone la naturaleza humana (XLIV).
En cuanto a las enfermedades del alma, propone la logoterapia. Las palabras, si bien no..llevan en sí una fuerza.titrrtrlo, sin em-bargo
ayudan a
alguna enfermedad por la sola confianza del enfermo, a la manera
^partar
que el miedo,
la tristeza y la desesperación crecientan muchas enfermedades, dañando
a los enfermos, pof el contrario, Ia confianza y el buen ánimo socorren a muchos y
les anima como si hubieren mejorado. Esta encantación resulta accidentalmente bue'|a PoI los efectos satisfactorios que produce, aunque no sea por el poder natural de
las palabras. No falta quienes su ignorancia les hace ver la utilidad; por. eso, algunos
sabios y médicos entendidos conceden esto a la necesidad de los enfermor, .orrlo lo.
que curan la.locura, y les permiten emplear la encantación aun sabiendo que en sí
carece de todo poder (tIr, pp. 80-81).
Efectivamente, vallés es presenrado como logoterapeuta en la historia de
la psiquiatría (Diechófer, 1984). En fin, recuerdiValléi la melancolía de Saúl
y su curación con la música y otras distracciones, con las que alejó la rristeza.
P.or lo demás, ya es sabido por el Eclesiástico que .el rrino y la
alegran
-úsica
el corazóno (xxvIII, p. 21,\.
La obra de Miguel Sabuco titulada Nueva filosofía de la natwraleza
d.el
Prebistoria de la modificación de cond.ucta en
k
cultura
española
57
hombre (1587) ofrece tácticas para el rratamienro de las pasiones y, también,
una doctrina psicosomática. Sabuco considera que las pasiones son causa de
enfermedades e, incluso, de la muerte, y las virtudes medios de conservación
de la salud y de la vida. Las enfermedades no provienen de un desequilibrio
de los humores ni de alimentos inadecuados (según doctrina tradicionál), sino
de algún estado del cerebro (relativo a la pérdida de jugo o humedad), en
cuanto que regidor de los compuesros corporales y sede de las pasiones. Con
todo, la terapéutica de las pasiones se resuelve en algún cambio psicológico.
El remedio contra la ira es la "insinuación retóricao, consistente en la
siguiente ayuda proporcionada por un amigo. De entrada se ha de reconocer
a uno que tiene sus motivos para estar con ira, pero se le acons eja aplazar
la venganza, de modo que se pueda reconsiderar el asunto más adelanie, en
cuyo distanciamiento se analizan las consecuencias de lo que se va a hacer.
Así, la cólera se atenúa e incluso se olvida, (Nueaa filosofía, pp, 19-20).
.Para remedio de la tristeza toma estos avisos. cuando la esperanza de
tu bien pereció, luego busca, inquiere e imagina orra>. Se han de apartar las
cosas que producen pena. Se remedia también .así por las razones del alma,
como por_alegrías exteriores, y corporales" (p.22). Respecto ala esperanza,
recomienda además representársela oa¡¡qse sea fingida" (p.31). Peró el placer y la alegría también pueden ser peligrosos, así que una noticia de ngrande
alegría no se ha de decir de golpe improvisadamenre> (p. 3O).
Para vencer el miedo, la primero es <<conocerle la condición, y naturaleza,
para no da¡le crédito>, esto es, saber que más daño produce el temor que la
cosa temida cuando llega. "Lo segundo, es alegría, buen olor, músiia, el
campo, el sonido de los árboles, y agua, buena conversación, tomar placeres
y contentos por todas vías" (p. 24). Ha de renerse en cuenra que li imaginación "hace lo mismo que la verdad, ya que es "como un moláe vacío, q-ue
lo que le echa eso imprime", y "como un espejo, que todas las figuras que
vienen, las recibe y muesrra: así si la imaginación es de miedo, daña, como
verdadero", de manera que si uno tiene imaginación de estar dichoso y felí2,
esto obra "como si fuera verdad". Y por tanto te doy este consejo, juzga el
día presente por feliz" (pp. 92-93).
congoja y preocupación se ha de rratar de acuerdo a una agenda,
dejando los cuidados .a tiempos, y ponerlos en un lugar, como en ,rn papel,
haciendo lista, y fijarla en la p_ared, y alivia la congoja, y miedo de la memoria, y sin pena se miran allí los cuidados, y se hacen, y a la noche se
duerme mejor' (p. 35). ol-a gran congoja se aliviará con razones del alma, lo
que es' ya es' o lo que ha de ser, será, mi fatiga no la mejora, ni remedia'
(p. 36).
En el exceso de amor, dado que este afecto puede matar) se ha de usar
el re-medio de la prevención, diciéndose que si ,rno h" perdido esro que tanto
amaba, ¿sería uno ran apocado y pusilánime de perdér la vida t"-tié.r po.
58
Marino Pérez Álztarez
ello? En el caso de que no se pueda alcanzar lo deseado, <está claro,
y común
el remedio, que es Lur."r, y tomar otros amores, que un clavo con otro
se
saca" (p.29).
Pero también hay afectos saludables, parricularmente la esperanza
y la
alegría, el conrento y el placer, (p. 45), dei mismo modo que sus
conrrarios
son nocivos. Las virtudes también son causa de salud. Rerpe.to a ellos
no
da procedimientos, únicamente sugiere parala templanza que <en
todo caso
huye el exrremo, y demasíao (p.Sb
En definitiva, oEl principal y general remedio de la vera medicina, es,
componer el ánima con el cuerpo, y quirar la discordia, y desconr".rrá"...
para ello uEl mejor medicamentó, o remedio es palabr"r, y obr"r, qr"
lo,
adultos engendren aleg.ría, y esperanza de bien" (p. 207í. Así pues, "r,
sabuco
tiene un notable interés.lo-o psicólogo de las p"riorr"r y pr".rr.ror
de la
medicina psicosomática (Guy, 1,98Z¡.
I
V. AUTOCONTROL
ASCÉTICO Y CONSTRUCTIVISMO MÍSTICO
La ascé.tica y la místic.a constituyen orra zona de contenido psicológico.
El
logro de la experiencia.mística requiere dluna pr;.ti."-"r.éri.", !i.,
necesariamenre ésra rermine en aquéila. Los Ejercicios
espirituales para
q.r.
rrir*
a sí mismo y ord'enar su. ztida (1521-1541) dá sa., tg.r".io de Loyola
,"" .r
manual más represenrativo del autodomínio ascétiá. El
dominio ¿" ,i r.
refiere al control de los pecad,os, que.puecl_en pr"r".rrrrr"
,.g,i' l" tripl" _o_
dalidad de. pensamiento,
y
oÉt^.
su
análisis
y
.ontrol
se realiza de
.palab¡
acuerdo a las rres potenciis del ^alma: memoria q.orrtÁpi".lo¡
sobre los pecados y su penitencia), entendimiento
a"p;;;;,
de rr.r p".riá i" i;,
y ..r"¿iml¡ár,
me avergonzar
y confundir, rrayendo en comparación
Ang.ler"t".,to,
y voluntad o movimie.rto del.aferr" g,¡rrririor,"pp. 45_54;.
pecados míos")
contiene,técnicas para el entrenamiento de la imaginaciZ.,
.o-á l, ".o-fJsición del lugar"
lot-t2t)
de
Ia
el *si5¡srn¿ ¿.
v
\4], ?6,
"ol""i";;;;-;
eleccrones' (169-1BZ)..se contemplan reglas específicas
*para ordenarse en el
comer>
,,para alcanzar el amor)>
.(210),
e3o), etc. Este iutocontrol conlleva
ciertas disposiciones ambientales relativas al'íetiro d"
l" ;i;; .otidi".r", p.á._
ticas posturales, soledad de la noche, etc.
La Guía de pecadores (1556/1567) de fray Luis de Granada
consiste en
"avisos_y documentos para hacer un ho-bre ,rirt.roro,. ófr"." remedios
contra los vicio.s y ejercicios para la virtud. Entre los
prime.os están las
técnicas de
"¡g515¡i¡ al principió>> puesro que es más efectivo que cuando la
pasión está encendida, evitar las ocasione, i ..,r.,r.rr,..";;; ,
otro (G w ía, rr, 7, 1 ). para to r"gr,ráo, ;,1
:J:'i:';:JJ""ot:;ili;i:: :T
:*4¡F"'ldf
Prehistoria de la modificación de conducta en la cultura
española
59
cuerpo, puesto que difícilmente se hallaría <un espíritu recogido en un cuerpo
inquieto_y-desasosegado" (II, 15, 1). En esre se;rido, da réglas sobre el autocontrol de la comida y de_l beber. Ahora bien, para alcanzal estas disciplinas
se requiere una reforma del entendimiento, o virtud de la prudencia. La
prudencia se refiere al gobierno equilibrado de las pasiones dei cuerpo, unas
veces aflojando las riendas y orras recogiéndolas, pero también es sabe, haa tiempo, ono fiarse de todos', oentender las artes y celadas
lly y callarse ..saber
del enemigo,,
cuando es ganancia perder, y cuando perder é, grr,".,
(rr, 15, 8).
una vez establecido el aurocontrol ascético, el logro siguiente puede ser
(en ciertas personas).la experiencia mística. En términos de modificación psicológica se vería en la construcción del mundo interior una técnica del éxtasis. LJna.vez disciplinados los apetitos y oscurecidos los senridos, (en la noche
oscura del alma) se ilumina y conrempla un mundo interior. Ahora bien,
estos escenarios son construidos a imagen y semejanza del mundo externo.
Precisamente, lo que permite la exploración del interior es la construcción
d:.ll alma que en rigor es alguna forma de vida social o algún escenario
público.
Así, Luis de Granada concibe la parte superior del alma como .la cabeza
espiritual y bodega d: u]lo precioso y ve en su esencia, en su cenrro, la
imagen y semejanza de Dioso, de modo que *arrollase denrro de sí
[...] y
comienza a dormir aquel sueño veladoro (d Morales Borrero, 1925, p. 3í6j.
Fray Luis de León (De los nombre de cristo, 1583) construye la cónerión
mística a rravés de lo_s nombres que Cristo recibe en la Biblia, qr" .., realidad
son figuras sociales bien reconocibles: Pastor, padre, cordero, Esposo, ela.
boradas para servir de modelo de vida interior. por ejemplo, la ?igura del
Pastor sugiere
!a guja.de las opiniones, apetitos y deseos al bien, porque
"cierto es que el verdadero pasro del hombre está dentro del mismo hómbie"
(De los nombres, p.236).
san Juan de la cruz construye su unión de amor divino mediante las
figuras, precisamente, del amado, del esposo o del marrimonio espirit ual (cántico espiritual, 1578). Ello supone, entonces, una idenrificación i.l
"-"io "r,
sus rasgos fisiognómicos (hermosura que se puede dibujar) y una asimilación
del otro con uno. El amor dibuja
"la fig.ria del Amádo y ta., co.rjrlrrta y
vivamente se retrata en é1, cuando hay .rnió.r de amor, q,r" ., l,.rd"d d..í,
que" hay una rransformación.murua. (cántico, XII, p. 1g3). capanaga (1950,
pp..246 ss.) expone estas nociones de asimilación-rransforma.ió.r. H"y qrr.
decir que.esta im-agen del amor conlleva efectivamente el aspecto p.rlriórr"l o
porque, el inierior iel alma es
pasional de los afectos o
"aficioneso del alma.
racional,
que
tiene
capacidad
pr."
.o-rr.ricar con Dios, cuyas ope"la.parte
raclones son contrarias a las de la sensualidad". El alma es como u.ra ciudad,
cuyo centro (elevado) es propiamente el alma racional, siendo l" p"rt" ,.rr-
.-3=
60
Marino pérez Álaarez
sitiva sus (arrabales>- o.barrios bajos
de los apetitos. ..pero, porque hay
na_
rural comunicación,de la gente qu"
en estos arrabares
-or"
con la parte
[...]
d"
qu" to que obra
inferior, ordina_
:,1pj::..: l'..I
srenre en la orra inrerior,,
lo que se ,"q;i... tener apartadas
'amente
estas aficiones en sus barrios (cánt:ico,_xvlll.
"i ry: pp. 224-225),un
modo de decir
bajos
de I" p"rso'ar;¿"J".-'ar
"barrios
a"
ra cruz es el
vencimiento de unos apetitos (er amor
,".rribr.¡ -.¿iá"i" la potenciación de
otros (el amor espirituil¡, ,errrrtando, como
no, que er amor espirituar exa_
cerbado es Ia misma p"riór, corporal.
Sanra Teresa de Jesús .o.rrrrry" su
mundo interior según la semejanza de
un castillo con siete moradas (Lás morad.as,
1577). En sü recorrido ascético
e introspectivo hacia ra unión plena con
el esposo, en la sexta morada re
ocurren grandes
"tribulaciones áel cuerpo>, ,rdii.rrt. deseo y .operación de
amor> (Las morada.s,
PP. 96-97), así como arrobamientos quedándole los
sentidos abso.os y .o.t muchas íiriorr.,
de ra moraJ" á.ra" está el esposo,
"embebida en goia.le, (p. 110), f-"r. enfrían hr;;;;,
y el cuerpo de
manera que no parece ti¡ye^1Jma" (p.
\r 112). Una "sps.ación de amor, Ia
:ilT,"J,
";;;;;e
;p;;";; jíi^
describe en Su
,ido 1pp.96_97);
via un ángel cabe mí hacia el lado. izquierdo
en forma.corporal [...] rro era grande,
sino pequeño, hermoso mucho,.t.olr.o,"r,
encendido...'veiale en las manos un
dardo de oro largo, y al fin d.l'hi"r-.
p are c ía
. o,i .i c o r a z ó n ar gun a s
LT
;:,
:i::
iI:,'i ru;#"
.11,t;:1:
",.,
Ji:
me parecía
las llevaba consigo,-y me dejaúatod"
grande
de
Dios.
Era tan grande el dolor, quá
"br"r"'d";;;",
-. hr.i. j- aquellos
;*,,d;;,1,'rrn ."..riva la sua_
vidad que me pone este glndísi-" á"1".,
qu."..ro_fr"y á.r.".,q.r. r. quite
[...]. No
corporal, sino esiirit,r"l,
li..r.roo
algo,
y aun
"urrqrr.-,rr'á.;"1.'p,"r*;;;
;:.*l"r
.i::
La séptima morada es de tranquilidad.
Es decir, el esrado místico e, ,r."r,r"do
mediante ejercicios ascéticos
consrrucción
v la
de un expresivo.espacio introspectivo
r.-.;l;;;;TJti;
cotidiana (el castillo
un" ,.,"rogir, p.- h"y'ri ;";"; " or."l
rr..", con veinte
", el interior'J"i"i-"1'(cf.
denominaciones para.
Morales--ñ".r".o,
1975, pp.
236-237), y de. acuerdo con ,., .-bi".rt"
cúrturar
un
estado
mís_
trco que' en cie*o sentido, tiene poco
"";;i";;
d.
p;;;;;",o ocurren más
turbaciones del cuerpo que en crraiqrrie, -irti.o,
ot.a sitrra.ür
mulos externos. La geome.tría. según la
"rrril,r".ida con estícual ,. ¡r" .."rrrria.
alma resulta
en esrados corporalei cambiados]
"f
Prebistoria de la modificación de conducta en la cubura española
W.
HABILIDADES DE PÍCAROS Y DE PRÍNCIPES
El interés de la picaresca viene dado por dos circunstancias: el declarado
y en la habilidosa tecnificación de la conducta.
En cuanro al primer aspecto, en efecto, el ambiente familiar condiciona el
ingreso del niño en la clase de los buscones y el consiguiente contacto con
énfasis en el aprendizaje social
los ya existentes. Como reconoce Estebanillo González (de autor anónimo),
por ella sacarás
"tan hijo de mis obras, que por si la cuerda se saca el ovillo,
mi noble descendencia" (Estebanillo r, p. 57).El niño pícaro estaba Preocupado por su educación escolar, a pesar de su familia, como condición para
el ascenso social. Recuérdese, por ejemplo, la estancia de Pablos en la escuela,
en la creación de Quevedo. Es interesante referir el método utilizado por su
maesrro para castigar y corregir la travesura de llamar Poncio Pilato a Poncio
Aguirre (cosa que, por lo demás, hiciera para agradar a otro niño del que
quería ser amigo),
más Poncio Pilato?" Yo respondía:
- "¿Diréis
a otros tantos azotes que me dió. Quedé tan
señor'; y respondilo veinte veces,
azotándome, decía tras cada azofei
-uNo,
escarmentado de decir Poncio Pilato, y con tal miedo, que mandándome
al día siguien-
te decir (como solía) las oraciones a los otros, llegando al credo..., dije: "padeció
so el poder de Poncio Aguirre". Dióle al maestro tanta risa de oír mi simplicidad y
de ver el miedo que le había tenido, que me abrazó y dió un papel firmado en que
me perdonaba de azotes las dos primeras veces que les mereciese lEl Bwscón, p. 110].
El aprendizaje de la escuela de la vida surge como .avisos para vivir". El
caso paradigmático es el del ciego respecto aLázaro (de autor anónimo), que
osiendo ciego me alumbró y adiestró en la carrera de vivir" (Lazarillo, p.
97). Las formas educativas del ciego son la experimentación práctica (el caso
del toro), el ejemplo continuado (el caso de las uvas) y el consejo prudente
y oportuno (*necio,
aprende, que el mozo de ciego un Punto ha de saber
más que el diablo", p. 96). Igualmente, enseñanzas mundanas están en la
cofradía de Monipodio descrita por Cervantes, donde se perfeccionan Rinconete y Cortadillo, y en las reglas para vivir en la Corte que refiere un
hidalgo a Pablos (El Buscón, pp. 171-l7a).
En cuanto a las habilidades sociales se destacan cuatro tipos. Uno es el
mimetismo o imitación, de acuerdo al refrán "Haz como vieres" (El Buscón,
p. 132). Así Guzmán de Alfarache (1597/160a) (de Mateo Alemán) cuando
tuvo que hacerse pícaro se juntó con otros principiantes, "diestros en la
presa. Hacía como ellos en lo que podía; mas como no sabía los métodos
para el robo, ayudábales a trabajar, seguía sus pasos... [y así] íbaseme sutilizando el ingenio por horas" (Gwzmán, p. 275). Por demás, se tiene el continuo mimetismo de Estebanillo González según requieran las circunstancias.
62
Marino pérez Áloarez
con "el alemán soy alemán; con el framenco, flamenco; con
el armenio,
y con quien voy, voy, y con q.,i", .,r..,f;,';ñ"" (Estebanillo,
"rT::ior
t,
p.61).
Otro. tipo de industria, solidaria con la anrerior, es
la simulación o usurpació,n d". e.rg91"r, Aquí se.rienen, por un lado,'los-prp.l",
de hacer de
mendigo, habilidades muy útiles
.or,r.xto de l" .".id"d .rl"l""i-y^p".
"r, "f
otro' la simulación de riqueza, osrentando
,igno, i"Ji."*", de no ,;;;
;;;
trabajar para vivir, con{orme ar desprecio. p3.
El
hidalgo
pablos
arruinado amigo de
es paradigmático: "i ""bñ,ir.r.r"l.
Mi
amigo iba pisando tieso, y mirándose a los pies;
sacó unas migajas de pan que
*aía para el efecro siempre en una cajuela, y derámánd"r.r"r'p..
la"barba y'r.r,;áo,
de suerte que parecía haber comid o.'y^ yL ib; ;;;;;;y
.riJ.u-ao,
por simurar
mi flaqueza, limpiándome los bigotes ,
y I^ ;;p:r.Ir. .r hombro izquier^rrLb,or^do
d" ["]'Togg: los que me.,,eíai me.juzgaban;.í;;;i[,ir;
l, fuera de piojos,
no erraran lEl Buscón, p. lg2l.
Los recursos m,ás preciados para ra ostentación son la
ociosidad, er uso
de vestidos,y de adorno, ,.r.r.,rrdos p.ara los srrpe.ior.r,-Jl
gasto desmedido
en las comidas, la casa propia o su alquil"r y át prr"o'J.r.o.h",
siendo la
novela picaresca donde mejor se refleja t"l f"r,o..,"rrá
;"1;";;i, (Maravay,19g6,
pp. Saa-se)).
Otra habilidad es la adulación. *Es la lisonja llave maestra,
que abre a
todas voluntades en tales pueblos" (E/ Bwscón,'p. rzó¡.
ieanse ras insrruc_
ciones del hidalgo a pabloi pr., .o-.. en casas
de conocidos:
casa, visitar a la hora de comer con un asunto
";;s;;r;
,ceptar
si invitan,
"logioro,
ofrecerse a servir de om¿gs.¡¡ssala' si yahan.;d;;;áJ.rr"
oportunidad
elogiar. los guisos cogiendo
a'ra guisandera en no
r.a ,,qué "sería
"g."uiorr*i""i.,
probarlo. ¡Qué buená mano ii.n.i". y dicie.,io
va en pruebas
/
medio.platon (El Buscón, p..r71). otro ejemplo íot"b[
"ru "n er escudero
pero que ya Labía ái.ho q,.r. táUir .o*,i¿o,-"oígote,
Lázaro,
que rrenes en comer la mejor gracia que en mi vida
vi a hombr.: y é"; ;;i;
te lo. verá hacer que .ro le po"ngl g"n" aunque.no
la tenga>, de modo que
empieza a comer, facilitado pol Lá\.^ro q.r" y"
h"bi"
cidad del disimulo (Lazarillá, p. 141).
"rrtr'J. ." r" ."liri_
Finalmente, otra habilidad es er sentido del humor,
que tendría la función
saludable_que los médicos de la época reconocen
en la alegría ante la vida,
máxime si ésta es adversa. se referiría aquí el g.r.ioro
condena a muerre de Estebanillo Gonzálá
"irá.r,r-i".rto de ra
1t, pi. i¡r:lü'otras formas de
humor están en las personificaciones y .oririó".iorr.r,-"rr'i"
transfiguración
semántica de las cosas y en la recre".ió.r dirr"nciada'd.1"
Un
estudio de las clases d_e ir onía y de humor en er
"drr..sidad.
Lazarillo está
en García de
la Concha (198t, pp. 217-235).
lll,tl-
,*d##gl-
:-¿):tstoria de la modificación
d.e
conducta en
La
cultura
española
63
La conducta del pícaro representa la actitud de prudencia característica
Barroco, referida a la astucia, la desconfianza, el disimulo, el acecho, la
ücasión para actuar y la vigilancia. Es el
"avivar el ojo y avisar, del Lazarillo,
.jos nociones de la práctíca venatoria. Todo ello supone una ascética mundana
ai servicio del medro y de la instalación social confortable, de acuerdo a la
iigura emergente del bomo economicws que define la integración del individuo
en el Estado (según una suerte de "cuerpo místico del Estado"). De hecho,
es legítimo coordinar la razón personal del pícaro con la razón de Estado.
-\mbos se atienen a un proceder calculado, pragmático, según el interés propio. En efecto, los estadistas hablan de la
"industria y sagacidad del Estadou
r-las novelas picarescas de "razón de estado> para referir las razones del
obrar del pícaro. Es más, los príncipes que han de regir los estados habrán
ie ser educados en la pragmática política, que tiene mucho de la prudencia
jel pícaro, caracterizándose ambas por el proceder maquiavélico.
Ante todo, la educación del príncipe ha de ser muy cuidada. El tratado
de Saavedra Fajardo Empresas políticas (1640) es el manual más represenratii'o. Es de destacar, en este sentido, un marcado énfasis en el ejercicio práclrco de acuerdo a una elaborada disposición de las condiciones ambientales.
Así, para enseñar a leer, <<es menester la industia y el arte del maestro,
procurando que en ellos y en los juegos pueriles yaya tan disfrazada la enseñanza, que la beba el príncipe sin sentir [...]. Aprende a escribir teniendo
qrabadas en una lámina sutil las letras. La cual, puesra sobre papel, lleva la
mano y la pluma, ejercitándose mucho en habituarse en aquellas letras de
quien se forman las demás. Con que se enamorará del trabajo, atribuyendo
a su ingenio la industria de la lámina" (Empresa 5). Si se descubrieran *al-
iel
u
I,
c
o
.S
o
),
e
e
n
[,
a
e
n
n
e
gunas inclinaciones opuestas a las cualidades que debe tener quien nació para
qobernar a otros, es conveniente ponelle al lado de meninos de virtudes
opuestas a sus vicios [...], pues, al príncipe avaro acompañe un liberal; al
rímido un animoso; al encogido un desenvuelto; al perezoso un diligente;
porque aquella edad imita lo que ve y oye, y copia en sí las costumbres del
compañero" (Empresa 2).
En cuanto a las pasiones, es muy adecuado para el príncipe el dominio de
la vergüenzay la conmiseración, que <se vencen y sujetan con algunos actos
opuestos a ellas, que enjuguen y desequen aquella ternura del corazón, aquella fragilidad del ánimo, y le hagan robusro, librándole de estos remores
serviles [...]. El miedo a hablar y salir en público y la desconfianza de sí
mismo se curan introduciendo audiencias de los súbditos y de los forasteros,
sacándole por las calles y plazas a que conozcala gente, y conciba las cosas
como son, y no como las pinta la imaginación" (Empresa Z). El remedio de
la ira está en la demora dela respuesta, mediante el recurso de pedir consejo
v en el disimulo (Empresa 8), y así mismo, <es menesrer disimular las ofensas,
l-que primero se vean los efectos de la satisfación que la amenaza [...] Nin-
Marino Pérez Álvarez
guna venganza mayor que un silencio mudo> (Empresa 11). Se consideran
también habilidades del príncipe el disimulo de sus intenciones y acciones,
lo que es obieto de la Empresa 43: .,Para saber reinar, sepa disimular". Se
recomienda el recato, el uso de palabras generales y equívocas, se advierte
que decir osiempre la verdad sería peligrosa sencillez, siendo el silencio el
principal instrumento de reinar". Se toma como modelo la astucia de ciertos
animales; "no hay virtud moral que no se halle en los animales. Con ellos
mismos nace la prudencia práctica", y, así, la Empresa 44, dedicada a ocultar
los propósitos tiene como emblema la culebra (con su movimiento incierto),
y la 45 el león con su vigilancia, tan necesaria ante el engaño y acecho de
los demás. oNo se fie el príncipe poderoso en las demostraciones con que
los demás le reverencian; porque todo es fingimiento y diferente de lo que
parece. El agrado es lisonja; la adoración, miedo; el respero, fuerza; y la
amistad, necesidad".
Las figuras del pícaro y del príncipe representan los extremos de la escala
social. Se puede decir que el perfil psicológico del hombre medio de la época
participa de estas características. Se trata del hombre prudente, ingenioso y
con buen gusto, de acuerdo con una conduck instrumental y con una actirud
individualista de salvación personal (no tanro en el cuerpo de Cristo como
en el cuerpo del Estado).
REMEDIO DE JUGADORES
Entre las habilidades indispensables del pícaro estaba la de jugador, obviamente, valiéndose de cualquier arrimaña. A este respecro) el mundo del juego
ofrece, sin duda, interesantes situaciones en las que se reconoceríah formás
de control psicológico; así, por ejemplo, el oeng¿n.1-tadoro en cuanto que
preparación de mode\ado. Por lo demás, se trata, en principio, de una diveriión t."o*endable. Ahora bien, en la época barroca era un ovicio nacionalo.
En oEspaña se jugó siempre, y cuanto más se jugó fue en el momento del
b"r.o.o, cuando Madrid y Sevilla, las dos grandes capitales, se habían convertido en un enorme g".itoo (Luján, 1988, p.160). Dado el problema, se han
escrito varios tratados,-en los que se encuentran técnicas psicológicas. Pedro
de Covarrubias en Remedio dl jugadores (1'543) ofrece doce reglas que da la
industria para remediar el juego iompulsivo. En las primeras se enfatizan
ciertos afro.rta-iento, .ogt orcitivos, relativos a estar alerta y apercibidos' a
reconocer que en la aparie.tcia del juego se esconde el camino de- mayores
adversidadei y tristezas, al uso de imágenes contrarrestadoras de las tentaciones, .onii", en que dios no deja que la tentación sea mayor_ que la que
"
se pueda resistir y, e; fin, a no contentarse ni estar confiado en haber supe-
Prebistoria de la modificación de conducta en la cubura española
65
rado una tentación, sino a mantenerse sobre aviso. La
regla nueve <es que
puesto que estás bien apercibido y determinado, ,i.-p.""seas
humilde hu_
yendo de las ocasiones y aparejosi" p..rr,. La'diez
qr"
las
tenraciones
"i,
y malos pensamientos resistas al principio y no los d.;"J"r"rrtar
real en el
reino de tu ánima: más a la entiada .;.t.i,. rr^ f.r"rr"r, que
ligeramenre
".r, .,r..
vencerás"' I a
.regla once recomienda que cuando se sea ,árrüdo,
d"
c.omparar. el placer del juego con el
r.rro del resistir, se coteje el placer
del pecado' que es poco á.rradero, "ri
con la s.rauidad f'*rrr.rrr"miento de
haberlo superado, qo: .: el verdadero placer q". ¡;;".'s.g,i"
l" ."g1" Jo*,
uno no se ha de senrir desamparado pór rener enfermedad"es
y trabájos afli_
gidos ya.que, al ser la soberbia nuestio más sutil y
.para la
defensa de ella es menesrer con débiles tentaciones y-"yo, ".remigo,
.íf".-"dades hacernos
conocer lo poco que somos> (Remedio, pp. LXXXVII_XC).
I
;rl
ENUNCIADO DE ALGUNAS IMPLICACIONES
La referencia a la tradición cultural en un texto de actualización de la
mo_
dificación de conducta riene, enrre orÍas, tres implicaciones.
Ante todo, ofrecer el estado actual en un perspectiva histórica (aunque
aquí hay.a.sido muy limitada), de manera qr"
proporcionar una
cierta solidez intelectual, al menos que p.i'e- de"r,o'prreda
c."., qrr. l', psicología se ha
inventado hace unos años. La puart"
,"fe.".r.ia de té..ri.", actuales con
".,
procederes del pasado, .to rrrpori necesariamentealguna d.gr"d".iá, t;q"a
llas,_sino
poJ el contraiio., pueden c_obrar l"
lue'
ior"rr.i"'de la proy"..-io"
histórica. con todo, como ha dicho Freud, la originalid"J"
-"rrrrdo es haber
leído poco.
Particularmente, el análisis de los problemas psicológicos y sus
soluciones
quizá_requieren reparar más e.r el conte"to..rlrur"l p.8pio (qrr"
una rápida importación). Tres referencias fuera de.o.r,.rro,
"f".r".r. ",
q"ira.t
por el .apoyo social, al menos en las formas que usualmente se citan
"-p"no
como
tales, tienen poco sentido en.España: por cuanro que tar apoyo
aquí yaforma
parte de la vida cotidiana; de la solución de p.otl.-"r,'"í...r,
se tiene la
impresión que es meramente formalista, pues, el ,,rirt.*"
de eleccion;;";;:
nera akernativas. que bien son ilusorias o ,esultan triviales;
el ent.e.ra-ieito
en asertividad tal vez,no sea la principal habilidad social q.rá
," pueda ofrecer,
pues el
"éxito, social pued" t"n", oi.as modalidades 1po', .,l.-plo, habilida_
des picarescas o de arte de ingenio).
En tercer lrg-1r, se.sugiere que tal vez.se ha exagerado el origen
experimental de la modificación de conducta en detrim".r,o"d" la tradicián
c.rltl.r.al,
incluyendo la literaria. Aunque, cierramente, el laboratorio ya ro.-"
f".r.
$
66
Marino pérez Áloarez
de la cultura, el control psicológico tiene más corrientes. La tradición cultural
debiera considerarse junto a las dos disciplinas de la psicología científica. En
la línea de este trabajo se defendería la tesis relativa al carácter técnico de la
psicología frente a la pretensión de su figuración como ciencia. Para la modificación de conducta en particular se reivindicaría su origen y naturaleza
en relación con las técnicas mundanas dadas. El análisis y la modificación de
la conducta humana están ocurriendo continuamente en la vida cotidiana.
IX.
LECTURAS PARA PROFUNDIZAR
Dieckhófer, K., El desarrollo de la psiquiatría en España. Elementos bistóricos y culturales,
Madrid, Gredos, 1984.
Iriarte, M. de, El doctor Huarte de San Juan y su Examen de ingenios. Contribuciones a la
bistoria de la psicología diferencial, Madrid, csrc, 1948. (Orig.: 1938).
Luján, N., La oida cotidi¿na en el siglo de oro español Barcelona, Planeta, 1988.
Maravall, J. A., La literatura picaresca desde la historia social, Barcelona, Taurus, 1986.
Zilboorg, G. y Henry, G. \í., A bistory of medicalpsychology, Nueva York, \ü. 1il/. Norton,
1941.
"{
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*
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""t't**-'ct*'
SEGUNDA PARTE
ASPECTOS METODOLÓGICOS DE LA TERAPIA DE CONDUCTA
4.
EL SUJEJO EN LA MODIFICACIÓN DE CONDUCTA:
UN ANALISIS CONDUCTISTA
MRRTNo PÉxnz Álvnnpz
El presente capítulo es un ensayo, es decir, un intento de formular la noción
de sujeto psicológico que corresponde al análisis aplicado de conducta y, en
general, al conductismo radical.
I.
EL SUJETO Y LAS CONTINGENCIAS
Es una simplicidad dar por hecho que la noción de sujeto asumida por el
conductismo radical tiene un carácter pasivo. Quizás sea cómplice, en alguna
medida, de esta apreciación el que únicamente se tenga como aportación del
análisis de conducta los programas de reforzamienro y, aun ello, entendido
como unas cuantas legalidades empíricas de la (mera) conducta, cuyo inrerés
aplicado (aunque importante) sería muy limitado. Lo que se ofrece en esra
sección es una acnalizaciín empírica y conceptual.
t.t. Sujeto operante
como una cuestión históricamente establecida, se puede decir que el ámbito
de la psicología se organiza en rorno al comportamiento. La separación de
las distintas doctrinas está cifrada, principalmenre, por las condiciones de las
que se haga depender el comportamiento /, en consecuencia, también respecto a ciertas consideraciones definicionales del mismo.
El análisis de conduct a y el conductismo radical, que es su reoría, ponen
el énfasis en la determinación ambiental. En principio, valdría decir que la
conducta de los sujetos ocurre (se desarrolla y modifica) en función de ciertas
condiciones ambientales especificables. Es decir, aunque la conducta es de los
sujetos, está en función de las situaciones circundantes. Es más, precisamente
el sujeto de la conducta está ..sujeton a (y es función de) un ambiente. De
un ambiente físico, cultural y social preexistente (obviamente, histórico) que
posibilita y determina al sujeto psicológico. De modo que el análisis de cóni
¡,
r
t
1
$
--5---
Universidad de Oviedo (España)
Marino Pérez Álvarez
ducta se resuelve en su análisis funcional, esto es, en la especificación de las
condiciones ambientales de las cuales depende. Dicho en fórmula orteguiana,
lo cierto y evidente es la coexistencia de mi yo y mis circunstancias, de modo
que para salvarme a mí necesito salvar el mundo en el que estoy. Como ha
señalado Yela (1987, p.261,), el planteamiento de Ortega y Gasset prefigura
el análisis de Skinner. En términos skinnerianos, la pregunta relevante es
acerca del control, de cómo se puede crear, mantener, modificar o extinguir
la conducta a través de cambios ambientales (no qué es la psique o cómo se
cambia la mente).
Puede asumirse la condición de libertad radical en el sentido de que el
sujeto en una situación cualquiera tiene que hacer algo, está necesariamente
libre (la <operante libre"). Sin embargo, lo que puede hacer lo tiene que hacer
con arreglo al ambiente. En realidad, su libertad está organizada en el mundo
en el que (co)existe. De modo que las necesarias operaciones en el entorno
son seleccionadas, moldeadas, mantenidas y modificadas según sus consecuencias, técnicamente denominadas refuerzos (esto es, fortalecedores de la
probabilidad de ciertos comportamientos). En otras palabras, se concibe un
sujeto actiao, cuya actividad, oboiamente, está en función de los objetos a los
que se dirige.
En la noción de conducta operante está implícito este carácter activo,
precisamente, en su sentido práctico manipulativo, de intervención en las
condiciones dadas. Es el ambiente el que responde, con respecto a lo cual el
sujeto se modula sucesivamente al seguir operando de nuevo. Es importante
reconocer aquí que ciertas condiciones de las que depende la conducta pueden estar creadas por el propio sujeto. En efecto, vna vez que se da la
conducta, ésta o sus logros ya son condiciones objetivas del ambiente interactivo, sobre las que se puede operar de nuevo diferenciadamente, (ver apartado II, sección II.3). En definitiva, si el sujeto es activo, lo será de un modo
fáctico. Quizás mejor que decir que el sujeto (re)construye el mundo (mentalmente) es asumir que aprende cada vez formas más diferenciadas, discriminativas y sutiles.
Es importante advertir, también, que esta actividad psicológica, cuya presentación misma se declara interactiva, no consiste en pautas comportamentales prefijadas mecánicamente, en aprendizajes estereotipados, como han supuesto algunos críticos (Breger y McGaugh, 1965). Por el contrario, se trata
de clases de conductas de acuerdo, a su vez, con una definición genérica del
estímulo, según habría señalado tempranamente Skinner (1975) y reparado
Viest (1975), en respuesta a las críticas de Breger-McGaugh y, también, de
Chomsky. Lo relevante en la concepción conductista es la función, no precisamente la topografía, por lo demás de acuerdo con una potente tradición
en la que es interesante recordar a W. S. F{unter, J. R. Kantor y E.Brunswik.
Valdría hablar aquí, en este mismo sentido, de relaciones medios-fines (Fuen-
El sujeto en la modificación de conducta: un análisis cond.uctista
71
tes Ortega, 1989a; Lee, 1988). Consiguientemente, si se representara este
análisis de la conducta en términos de estímulo y respuesta, el esquema sería
en todo caso respuesta-estímulo, según un esencial carácter interdependiente.
Se podría decir que la causa de la conducta es su consecuencia, esto es, una
causa final, en vez de una de naturaleza mecánica antecedente (ver apartado
I\', sección IV.2).
t.z. Contingencias, relaciones de equiaalencia
y
significado
El análisis debe incluir, además, ciertas condiciones en cuya presencia la conducta logra sus efectos. Son los estímulos discriminativos, relativos a la ocasión y a la selección de las acciones apropiadas. Es decir, junto a los estímulos
consecuentes reforzantes, el análisis de conducta requiere de la especificación
de ciertos estímulos antecedentes discriminativos. Sea este ejemplo: Si está
presente un cuadrado, apretar el botón de debajo logra una ficha (cualquier
otra acción no trae este efecto). Si hay un círculo, ni apretar el botón ni
cualquier otra conducta consigue el resultado. Esta es la contingencia de tres
términos, tradicionalmente ofrecida como unidad básica del análisis de conducta y que en terapia se representa usualmente con el esquema A-B-C. Esta
referencia tan elemental está al servicio de introducir el concepto de discriminación condicionada (o contingencia de cuatro términos), de especial interés para dar cuenta del significado y, consiguientemente, de la aparición de
conductas nuevas.
Los estímulos discriminativos pueden estar condicionados a otros estímulos contextuales que llegan a funcionar como selectores de la contingencia de
tres términos. Se disponen unas condiciones en las que ahora el cuadrado es
discriminativo si está presente el color verde (que se llamará selector): Si
verde, presionar el botón bajo el cuadrado produce el efecto, pero sin este
color o con cualquier otro presente, aunque esté el cuadrado, la conducta no
funciona. Ampliando esta condición, todavía podría ser que si está el rojo
(otro selector), funciona el botón bajo el círculo (pero no el del cuadrado),
con lo cual se tiene el verde y el rojo seleccionando el tipo de contingencia
actí.va. Lo relevante es que verde y cuadrado, por una parte, y rojo y círculo,
por otra, resultan miembros equivalentes de una clase de estímulos. Es conveniente rep^rar en la emergencia de la equivalencia a partir de la condicionalidad, cara a apreciar el alcance del análisis de conducta en el entendimiento
del significado.
El surgimiento de la equivalencia a partir de la contingencia de cuatro
términos se demuestra comprobando las propiedades de reflexividad, simetría
y transitividad, relativas a los estímulos en cuestión, (Gatch y Osborne, 1989;
Sidman, 1986).
>{i}---
Marino Pérez Álvo,:-
La reflexividad (o identidad) se demuesrra al poner como selecror el mismo estímulo discriminativo (o como estímulo discriminativo el mismo select9r); porejemplo: si.esú presenre el cuadrado (ahora como selector), apretar
el botón bajo el cuadrado (que sigue como estímulo discriminatiyo¡ prfdu..
los efectos. Los sujetos q,re ha.r aprendido la discriminación condicionada.
actúan con éxito ante esta contingencia ala que nunca fueron expuestos.
La
simetría consiste en.invertir selecior y esdm;lo discriminativo. igualmente.
ante esta nueva configuración se mantiene la ejecución eficaz. Pari probar
la
transitividad es necesario introducir un nuevo estímulo discriminatiro y
der también la discriminación condicionada anre un selector de los pr^it;r^
"pr..,dos (anterior selector o estímulo discriminativo, dada la simetría). pues bien,
cu.ando se expone al sujeto el nuevo estímulo inrroducido (sea como
discriminativo o selector) junto con otro de los anteriores que nunca ha estado
emparejado con é1, el sujeto mantiene las respuestas correctas.
. .se_puede decir que,el sujeto responde al significado. Estímulos, en principio bien distintos, adquieren
significado áquivalenre, se .orrrrirrry".,
.yn
una clase, en virtud. de su significadó ope.atoriá, y ,ro po, simple gáerali"n
topográfica. De otro modo, la conducta op.r".rrá
11ció2
-arriprl"tiia sobre
discriminaciones co.ndicio¡adas comporra el significado en el
!rr" .o.rrirt"n
estas relaciones de identidad y.de equivalencia."El caso es qu"
significado
ha brotado de las operaciores del suieto con ros objetos, pero "l
está contenido
en las relaciones consrruidas entre ellos. ortega y'c"rr.i expone muy
bien
esta noción. Merced a las operaciones de_ identi"ficar y discrimin",
lo, Jb;.rá,
adquieren nuevas cualidades. De múltiples ,elacioné, .or, .l amarillo
d" ,r.,
armario y el amarillo de otro
resulta que no sólo son amarillos ambos sino que además son iguales
[...]. Amarillos
pueden ser estos colores cada uno rep".ad"..r..rte; iguales, e., i.-biá, Jor.
pr.¿.,
serlo en relación uno con otro. La igualdad es una áahdad relativa. pero esta
relación en la_ gu9 han entrado y merced a la cual ha nacido, ha brotado en ellos esa
nueva cualidad, es obra mía subjetiva. yo soy quien los ha puesto en relación.
No
sé si se dan ustedes bien cuenta de la paradoil
l1r. resulta. Los objetos no son iguales
sino en tanto en cuanto yo.los po.rgo e., .e1aciórr; parece, prr.., qrr" su ser i[uales
depende de mí y. que sin mi interveniión no lo serían jamás. y ,ii ...,u"rgo,
.t !f..ro
de mi intervención, a s.aber, la igualdad, es igualdaá de elros y entre ellos,
es un
c.arácter objetivo, tan objetivo como su amariÍIez que no .orrr.*"
.l *e.ro. ,astro
de mi subjetiva actuación. La igualdad entre
io, colores l,r. p.i-"ro parecía
"r,o,
d.epender de mí es, por orro lado, ajena e independiente
de -í;'.ro ,oy yo ei ig.r"l,
sino ellos fOrtega y Gasser, 1981, pp. 74-75).
Así pues, lo decisivo es considerar que. el significado brota de las propias
operaciones con los objetos y está conienido iñherentemenre en la .orrdrr.ta
un análisis conductista
El sujeto en la modificación de conducta:
significativa de acuerdo con las
oDeranre. La conducta ya es esencialmente
cántingencias. Como ha señalado Sidman:
permite al análisis de
de la condicionalidad
La emergencia de la equivalencia.a Partir
lo menos de corréspt"tdencias semánpor
.rt"bl..i-i.n,o
conducta dar cuenra d-.f
di"'to para cada
,.,'.i'i;;'-t"h';;'
ticas simples, ,1.,
eiemplo. En vez d.
Éi'iÁ á":*::lX:tó
alma-
,p.i.. a'cogniciones, represenraciones y correspondencias
puede
iniclal i. .o.,du.t. nueva aPropiada, se
cenadas para explrcar-il;;";;r;ia
cuatro téiminos que son los
en las
enconrrar una explicación completa
.rni¿¿.,
;#;tJ;;
[Sidman
ü; i';;;d"'t""-"gente
'
de
te86' p' 236)'
Dentrodelanálisisexperimentaldelaconductasehademostrado'tamO^"i:jl"tt"l contextual'
puede estar
bién, que ,ig,lifii";o'"ii ton"r"ido
"l
qrre matiza o cambia el sentido. Por
..d"n
un control .or,,"*ri,liá";;g"";.
y-ti 'o¡o y el. círculo mantienen tal
ejemplo, ahora .f t"'¿"-y-ll tt'"d'"do
en.presencia del tono l)' pero en otro
relación en un.on,*a (por ejemplo'
ttátt y roio y cuadrado otra (ante el
verde y círculo podrían comPoner t'-"'
más (Bush, Sidman
a cinco términos, y
'6n
y De Rose, 1989; Sidman, 1986)'
i. 1", relaciones de equivalencia (una de las
De .r,,
"pu.rd""^ ".p"li.i¿"
aún r" p-odrí"n sugerir algunas
vanguardias en Ia ;;;G;i;".."Jr..ista),
de condt'cta' Por ejemplo' en
aolicacione, d" ,"1";;;;; p^r^ t^ modificacíón
a la formación de concepros y al len-
]i"",i, üñ5i;;;;.i;s;;"ia
:i'ffii;;d*;;;;;;;;;l,etati,,o
guaje.Sinembargo,*p.",.ntaci'ónaquítieneuninterésconceptual,quees
define la estructura de la conel interés ¿" .or*r, qí.-"i,ig.ificadt,.que
ioi-.rlación en la teoría conductista'
ducta (yela , 197\,*;ie;. .rrr" .áh"....,r.
un buen fundamento para el análisis del lenpor orro lado, ello;;;;ú.
a la conducta
guaje, puesto que las clases
lerbal (\Waughan, 1989)'
óptt""t"'
rt. Cond,uctas adjuntivas
y
emergentes son ielevantes
reforzamiento Prornedio
Sinembargo'antesdeentrarenlaconductaverbalesoPortunohacersecargo
gle de tematización' de ciertas
aquí, aunqu. ,." -á' a modo recordatorio
por
operante, q.rirá po.o invocadas, siendo
extensiones del condicionamiento
límites'
sus
q". ú;;;;'i;r^q.,.áUt".t r..it"r, á menudo como
en la
establecidos
bien
están
En primer l"g"i; t;. i; dt."to'á"r qu.e
principio) adventicios o adiuntivos
investigación op.i"nr. ciertos efectos (en.
d".ir, .i..t", conductas inicialmente
de los progr"-r, de reforzamiento. i,
el contrario
noespecificadasporlasconting.'.i".Peroque.resultancolateralmentede
,r-biét su nombre de conducta
cierros progr"-"J de reforzamiáto, de'ahí
1983). El caso es que algunas de estas
inducida por el ;ü;;lii"J¿"",
74
Marino Pérez Álooret
conductas son relevantes al ámbito clínico, tales como polidipsia, fumar, patrones obsesivocompulsivos, hábitos nerviosos de morderse las uñas, el "pi-
car" comida entre horas, rituales de autoestimulación, episodios maníacos,
agresión, hiperactividad en la anorexia, etc., (Cantor y \Wilson, 1985; Epling
y
Pierce, 1988). Aunque ciertas cuestiones metodológicas requieren mayor
atención (Roper, 1981), es de destacar, al menos, el modelo del alcoholismo
basado en la polidpsia adjuntiva (Colotla, 1980; Riley y Vetherington, 1989).
Así mismo, la conducta ritual también puede ser entendida en el contexto de
la conducta adjuntiva (Falk, 1986).
En definitiva, el interés por el condicionamiento operante no se centra
sólo en sus efectos lineales en la conducta objetivo, sino que, incluso programas de reforzamiento que pueden darse en la organización convencional
de la vida (en casa, en el trabajo, en la escuela, en las rutinas de la hospitalización), conllevan importantes pautas colaterales. La aparente simplicidad
de un programa de reforzamiento remite a complejos efectos comportamentales, por no hablar de complicados programas concurrentes.
En segundo lugar, se ha de tener presente que la conducta puede estar
controlada por las contingencias, aun sin darse una relación directa conducta-consecuencia. Una conducta puede mantenerse sin sus reforzadores puntuales y, aún más, ocurrir a pesar de sus consecuencias aversivas. Similarmente, la tasa cero de conducta extinguida puede mantenerse ante posibles reforzamientos contingentes.
Para entender estos hechos experimentales, sin duda de alta relevancia
aplicada, hay que tener en cuenta la ley del efecto basada en la correlación,
según la cual las operantes son adquiridas y mantenidas sobre los promedios
de la conducta y del reforzamiento considerados en períodos largos. Este es
el caso de la mayoría de las operantes humanas que, aunque se estudien en
el laboratorio, pueden tener similitud funcional y cierta continuidad con la
programación asistemática del ambiente natural, de modo que el experimento
(aunque prolongado) no deja de ser un episodio insertado en la historia
personal de reforzamiento. Un análisis del experimento en el que se encontraran tasas de conducm sin reforzamiento contingente no indicaría que la
conducta es ajena al reforzamiento. (Remitirse, en este caso, a la historia del
reforzamiento no implica un argumento infalsable, puesto que el criterio para
comprobar el reforzamiento, y falsar su innecesariedad, es construir experimentalmente la conducta, lo que supone su explicación). Una situación similar se presenta a menudo cuando el clínico analtza las condiciones que
mantienen ciertos problemas actuales y trata de identificar los eventos presentes que pudieran cambiar tales conductas. Puede encontrar las paradojas
aludidas, pero ello quizás es una consecuencia de analizar un episodio aislado.
Un ejemplo extremo es la indefensión aprendida, en la que se ha ..consrruido" una correlación de cero entre la tasa de conducta y la tasa de castigo, de
El sujeto en Ia modificación
d.e
conducta: un análisis
conductista
75
modo que al introducir una correlación positiva entre hacer algo y eliminar
la estimulación aversiva, el suieto sin embargo soPorta <estoicamente> su
suerre. La posible correlación actual esta codeterminada por la correlación
pasada, de cero. Al remover, de alguna manera, al sujeto Para oPerar sobre
el ambiente y así alterar la contingencia, se ve que la depresión no era <endógena,. El análisis del ambiente contiene todas las claves explicativas. Si no
se ionsideran estas cuestiones, difícilmente se puede entender que se sigan
echando paladas de carbón al fuego siendo que de inmediato lo apagan.
El análisis operante humano se hace bien complejo si a lo anterior se
incorpora la eleición conductual, es decir, el estar a la vez bajo dos o más
p.ogü*r, de reforzamiento relativos a conductas distintas. Se ha demostrado
q.r.-rrn" conducta determinada depende más del reforzamiento relativo que
de su cantidad absoluta, resPecto a la otra conducta alternativa, lo que sugiere, en todo caso, que cualquier conducta debe ser analizada en relación a
Iodas las fuentes de reforzamiento disponibles simultáneamente (Rachlin,
1977). Aunque los sujetos no hagan las ecuaciones hiperbólicas, sus conductas de elección se pueden describir según ciertos análisis matemáticos (Bradshaw y Szabadi, 1988). Diferencia ésta (entre las contingencias concurrentes
v las ecuaciones que las describen) de importancia para no incurrir en el
postulado metafísiio de invocar una suerte de gramática universal de la eleciio". El hecho de que se descubra una regularidad legal, no quiere decir que
los sujetos hagan los cálculos. Su conducta, aunque compleja, se explica analizando las contingencias. Las implicaciones para la modificación de conducta
han sido expuestas por McDowell (1982)'
Finalmente, estaría la consideración del lenguaje, en cuanto que puede
afectar a los programas de reforzamiento y como conducta de interés por sí
misma, pero esto lleva a la prometida sección siguiente.
II.
CONDUCTA VERBAL Y TE,RAPIA
Lo que más ha (pre)ocupado a Skinner es el estudio del lenguaje,
siendo
t.gui"-.nte su obra principal la titulada Verbal behapior (1957). En ella se
haie un análisis funcional del lenguaje y se ofrece una taxonomía de las
funciones psicolingüísticas. Así, se distinguen tipos de conducta verbal de
acuerdo con condiciones antecedentes específicas y con las consecuencias
producidas. Las clases de conducta verbal definidas tienen gran importancia
en el análisis de la psicoterapia (Hamilton, 1988). A continuación se enuncian
estas clases de conducta verbal y se sugieren sus intereses en la modificación
de conducta. Establecido esto, se estará en condiciones de ver el alcance del
análisis skinneriano en otros procesos psicológicos complejos.
Marino Pérez Álrtorez
nt. Clases de conducta aerbal y control instruccional
El primer tipo de conducta verbal al _que Skinner hace referencia se define
poi .i"rta, Jorrr..rr.rr.ias instrumentales mandatarias' relevantes a una con-
ái.iOn de privación o de estimulación aversiva. El caso tipo es mandar hacer
dado un estado de necesidad. Sea decir "fuego> en presencia
algo a
"lgrri"n
que lo pueda proporcionar cuando uno necesita encender algo.
d."
"lgrriá
Co-á es conocido, recibe el .ro-bre de mando ("mand") en la terminología
,kin.r"ri"n" y cubre numerosas variantes comúnmente denominadas solicitud,
orden, súplica, ruego' Pregunta' llamada, etc. (Skinner,.1957)'
Es interesa.rt. ,it.r", eita función en la continuidad evolutiva de las acciones manipulativas directas sobre las cosas y-las personas. A la acción
manipulativ" d"l .ri¡o (por ejemplo;p^ra,coger algo que necesita y que está
al alánce de la mano) ii comunidad acopla alguna expresión verbal y qtizás
responde, también, proporcionando el objeto intentado' De esta manera, la
instrumental'1dél niño) se convierte en un gesto que más adelante
"..ió.r
puede ser sustituido por la palabra(adjuntada). De ahí, el.carácter mandatario
áel lenguaje, en el mismo ientido que Vygotski_entiende.165 "signos como
h..."-i"ní25o y \Wallon habla de la transición "del acto al pensamiento''
LJn caso párticular del mando es el automando, es decir' la instrucción
acción no verbal del mismo sujeto que_habla (aunque sea
dirigida
".rrr"
sileñciosamente), lo que es posible precisamente porque la comunidad antes
lo ha hecho con uno' y uno ha controlado así a otros.
Uno de los determinantes de que las curvas de ejecución oPerante en
humanos sea distinta a la encontrada en animales, bajo el mismo Programa
de reforzamiento, está, probablemente, en lo que se dicen a sí mismos los
sujetos (Lowe, 1g7g). Esio es, en alguna suerte de automandos o autorreglas.
.o-o t" dirá después, aunque no sean una descripción adecuada de las contingencias, pueden influir en la conducta ejecutiva_ no-verbal (Lowe, 1983)'
Prñic.rl".*.nte, el entrenamiento autoinstruccional puede ser analizado desde esra perspectiva (Hayes, zettle y Rosenfarb, 1989; Lowe y Hinson, 1981:
Zetde y U"y"t, lg82), de cuyo análisis se generaría como mínimo claridad
-
conceptual.
Un segu.rdo
tipo de función psicolingüística cubre las relacidnes del lenguaje y a{,rello q.r. r" refiere o de lo que se habla..Se trata' en definitiva.
"
áel'significado refeiencial, es decir, de la conducta verbal que "hace contacto
.orro él mundo físico, conducta denominad^ tacto ("tact") (cap. 5). El aspecto
decisivo ahora está en algún evento, obieto o propiedad ambiental que evoca
o en cuya presencia se fortalece determinada oPerante verbal, que -la comunidad .ttt.ñ" y refuetza' Sea decir "fuegoo al observar un incendio en un
cine: la condición de control es un evento y el efecto en los demás es carac-
EI sujeto en Ia modificación de conducta: un análisis
conductista
77
cubre, adererístico (por ejemplo, disrinto def dg pedir fuego). Esta función
*as d. la'refe."ncia,la metáfora, la abstracción y la formación de conceptos.
parricular i" .rr" función es el conocimiento de sí mismo. Existen
ü;;.
.r"rio, -Édio, en virtud de los cuales la comunidad, que no tiene acceso a
rlo, privados, puede enseñar conducta verbal como resPuesta a los mis-
"riir
mos (Skinner, 1957).
inaDe interés directo para la modificación de conducta está -la -posible.
de la realidad y
decuación o disto.rü.r",e.bal que un individuo puede tener
depreejemplo,.
(por
negátivas
de sí mismo, con repercusion", p.rro.r"les
las
definen
se
que
los
;¿;t. il;.aariade.,ln d"r"jrrrt" entr" lot t".tot según
supuesto
..*i"á.".i", y 1", .orrting"n.ias que..efectivamente se dan. Es el
del contacto disrorsion"do""on la iealidad (Skinner, lg57), que tradicionales
9":' .d.
mere se asume como distorsión cognitiva. Algo importante aquí
cabal, las
más
modo
de-un
acuerdo con estos criterios, r. p.r"á"n analízir,
ái-."ri"""s cognitivas de la deiresión, tanto en su asPecto atribucional (Ha-la
milton, 1988), como en el lógico (Zetie y Hayes,. lg82), y reconstruir
i"ñi"'.ogrriiiu" de Beck y la-TRE de Ellis en términos más coherentes con
los que,'de hecho, consisten (Zertle y Y"I:t'.1982)' Asiil;;.d]r",
".,
autoeficacia también ganaría claridad conceptual
-ir*o, la oscura teoría'dela 1989).
Por su Parte, la-reestructuración cognitiva
en estos términos (Poppen,
verbal (Hase reconocería como ,¡n" for-" de modifiiación de la conducta
milton, 1988; Hayes, Kohlenberg y Melancon' 1989)'
La conducta verbal presenta Liras funciones psico_lingüísticas que se definen de acuerdo .o.t .rn criterio común, a saber, el de estar bajo el control
de estímulos verbales anrecedenres (por demás, sin dejar de atenerse a la
relación contingencial entre respuesta verbal y,-por lo común, un reforzador
g"rr.."l co.rdiciánado). El análiiis skinneriano describe tres funciones de este
Iipo' la ecoica, la intraverbal y la texrual (cap' 4)'
La ecoica (oecoic') es una operanre verbal cuya Pauta es similar al estímulo verbal de la que depende (a modo de eco), considerando relevantes en
la definiciór, l" corr"rpondencia'.modelo-resPuesta> y la unidad del evento
episodio contiguo con conexión funcional. Sea por ejemplo, que el
.n
""
hablante dice .fuego'" ante el estímulo verbal del oyente consistente en "di
,,fuego",,. Aunque"tiene el formato del mando, lo decisivo es la condición de
.o"i|ot, p.r", h"y otras siruaciones en las que el oyente no pide.y en cambio el hablá.rte e, ,áfort^d,o por la repetición, y otras, todavía, en las que se da
una repetición como re[üo o -".t"r" de tomarse tiempo al responder. Tiene
u.r -"icado interés educativo infantil, Pero está presente, también, en numerosas otras contingencias de la vida adulta. Se contempla, asimismo, la conducta autoecoica, áonde incluso el estímulo verbal inicial puede ser encubierto, presentándose formas patológicas como la palilalia y la perseveración psicótica.
78
Marino pérez Álztarez
La intraaerbal descrtbe una conducta verbal que depende también de
estímulos verbales, pero la relación no está ..r la .o.r"rpo.ráerrci" formal,
sino
en la secuencia establecida, en el sentido de que los anteriores <<arrastran>
probablemenre respuestas (en buena medidaj pautadas. sea la secuencia
<¡apunten' disparen,. fuego!"- Cubre formas .rtetrdr. de secuenciación
(salu-
dos, pautas convencionales, frases hechas) y los ejercicios formales de
la asociación de palabras. Puede ser ran pequeña como una letra del abecedario
o
un número correlativo y1anlarga como un estribillo o una.frase prestada,.
Puede esrar tan instaurada .o-ó .rrn obsesión.
La conducta textual se refiere a la lectura, es decir, a la conducta verbal
bajo el conrrol de estímulos verbales escriros (por ejemplo, leer
"f".;o"t. J;
distinción viene marcada. por el tipo y
-od"lid"d áel esti-ulo co'iol, ob_
viamente, denrro de una historia dé reiorzamiento, por demás, de alto
irterés
educativo. La conducta autotextual, la modalidad silenciosa y i" ,r".rr..¡.io.,
forman parte del mismo conrinuo. La importancia teórica y práctica
de l,
lectura da lugar a num.erosos y diversos planteamientor, g"rr.irl*.rrr.,
dentro
4:.lf
.premisas cognitivas, óon sofistiiados nivele, i"'irr,.r"cción mental,
diciéndose, incluso, que es una temática que desborda el alcance
conductista.
Sin embargo, es bien posible desarrollar un modelo conductista,
de la l".trrr,
de amplio alcance y'.así, se ha propuesto uno que se hace cargo,
a su vez,
de los modelos cognrrrvo.s, permitiendo la viabilidad de éstos, ciertamenre,
no sin antes ser reconstruidoi en términos de contingencias de ieforzr-i.rrto
(Pérez Alvarez,l985a). En.particular, problemas esp"eciales
en el
de la lectura rienen un fértii abordaje
^prrndir^)"
.r,. perspectiva.
Finalmente, correspondería alinear ".,
aquí un ,""to tipo de control verbal,
llamado. awdie.ncia (-r.tdi"n.eo) (.ap. 7). EI énfasis ,.
io.r. ahora en el carácter discriminativo y selector, debido al.oyente (que puede
ser una persona,
un grupo o un auditorio), de determinadas formas .'"rb"l., y ,.-",
del hablante, en el sentido de que diferentes audiencias .orrt.ol".r-diferentes
subdideJ repertorio del hablante. Sea, por ejemplo, la probabilidad
Je
It,i?"rr,
hablar del fuego ante bomberos. La audiencia
..ry" presücia se refuerza
"r,
la conducta verbal, puede tener, a su vez, un valor'r"forr^n
que la convierte en un poderoso estímulo de control. Las dimensiones",
físicas de la
audiencia, así como otras características de predispori.io., r."rp.cto
al hablante' junto con el lugar en su sentido físico, son especifi.".iórr., ;-po.i"*.,
de sus funciones de control. Asimismo, ," .o.rr"*pla
hr6lrnte como su
propia audiencia,, lo que remire a ra consideración d"l"sl
p.rrr"-iento.
sin dejar de reconocer un desarrollo aún insuficienti en términos empí,Tlo por lo que respecra a la evolución de la conducta verbal (catan'ia,
lt::_t
1985; skinner, 1986b), como- por el afianzamiento y Ia.r,.rrtr"l
-"io." i.rinicional de las funcion-es .efeiidas (chase,
Johnsoá y srrlr.r-A.^ráff, r9g5;
Lamarre y Hollan, 1985; Michael, 198ga; jgSSu; ZLttle y yung,
]f,AZ), Iá
] 1..:oggr
,,,.,',,.,',,,,-,',,'.,",,,,',,,,,,,"'",,"'I,*''"',"",";;;,"',"',,,',,',',,.
El sujeto en Ia modificación de conducta: un análisis
conductista
79
y, consiguientemente' los procesos cogque se org^niza en torno a la conámbito
nitivos forman parte del mismt
ducta, y tienen un coherente Planteamiento conductista'
relevante es señalar que el lenguaje
tt.z.
Conducta gobernada por regla's
y
cognición
un modo apropiado de abordar el pensamiento conforme a los criterios que
,. ,if""" ", ,it.r", el asunto como un caso en el que el hablante se comPorta
.o.rrigo mismo como un oyente. Hablante y.oyente son la misma persona,
la
;ü; A;";.r.J. d".r" públícamente y, de hócho, se da con frecuencia endel
i;?;";, ,, oo. lo d"Lás, se .ecoáaría qu.: la lectura' una actividad (se
h"rt" l" Edad tvtedia era una actividad abierta
"ámbito íntimo, hoy día,
a leer en silenleía e' voz alta y, ,úponí", incluso, un fuerte castigo obligar
que forma
cio). Al decir esio, ,"'.".ono.. el pensar silencioso en un continuo
p"í," á. f, .orrd.r.t" abierta, a su vez, en distintos grados. Por lo demás, las
i.r-rr rit""res pueden ha."ir. públicas en ciertas circunstancias. Se considera
q;. ü "á..rd.n.i2, de las formas abiertas y su mantenimiento inaudible,
con el debilitamiento de las variables de
tienen que ver, respectivamenre,,
otrá, o""riones las harían fuertes) y t9t la mayor ventaja y
control iqrr"
".t
iacitidad'para hablarse a sí mismo en silencio (de hecho, cuando es conve,rio ," habla en voz alta). No sería correcto hacer corresponder el
"i.",.,
atenuado, ya qu_e también se puede p:ns.ar h,a,
p""r"ái.",o con el lenguaje
"."ro,
lenguaje enóubierto es un cas-o particular del
todo
.i.rrdo algo
"y y, en
"l
é, q.t., también, ," p.,édt pensar ::7 vo.z alta' El caso es que el
lenguaje,
i;ü;;j;'io ,"'d"iir,., p.".irr-".tt", pot el silencio' Del mismo modo' la
,oli.iár, de problem* y l"r operacionei mentales son, ante todo, operaciones.
La p^r," encubierta de la solución de problemas (el pensar en silencio y
las operaciones mentales), que puede.ser bien compleia y larga' se concibe
.o-ó .r., curso de operaciones verbales, como un momento que suPone y
pide continuamente ál .o-porramiento positivo. El comportamiento sileniioro r-ro es la negación de la cond.rcta, ,i.ro su grado cero entendido dentro
(Fuendel propio d.re.r.,,álui-iento de las relaciones distales relativas a objetos
,., b.,"g", 1989a; Kanror, 1924;Ortega y Gasset, 1.981,;Pérez Alvarez,1989).
<ProcesaEsta coridrrcta implícita puede devenir, y de hecho así es, en un
acuerdo
de
práctica,
la
de
efecto
miento automáticó,, qt. en realidad es un
resultan'
, pr..iro, arreglos estimulares (Pérez Alvarez,1986). Los_estímulos
.n' uirtrrd de la"prácti ca reforzada' en reorganizaciones cada vez más complede nuevas unidades constituiias en las que la co.tducta se hace dependiinte
previamente formaban otras
que
ár, po. l" ,""rt.rr.turación de estímulos.
co.rfigrrraciones separadas más simp-les (Cheng, 1985)..Por ejemplo, primer.o
,..rr?rr,, por los'dedos o con p"lot.r comó unidades, y después, con la
80
Marino Pérez Álz'arez
práctica, se cuenta por las manos o Por medio de grupos de palotes como
nuevas unidades.
(Jna persona resolviendo un problema se diferencia Por el hecho de que
cambia ot." p"tte de su conducta y es reforzado y fortalecido al hacerlo. Un
proceder carácterístico consiste en la construcción de estímulos discriminaiirror, los que se responde diferencialmente en adelante y, así, se va selec"
cionando la tonducta apropiada a la solución. Un tipo de estímulos que se
puede generar en las operaciones quizá consiste en conducta verbal en la
iunción de mando (oahora debo hacer esro,,) o de tacto en la que se especifica
alguna contingencia ("si se hace esto, entonces resulta aquello"). De esta
-árr"r", la conducta es moldeada por las consecuencias, es decir, por los
efectos propios de las operaciones, / gobernada por reglas que controlan las
ejecuciones y que describen contingencias, es decir, que regulan y discriminan las conductas apropiadas (Skinner,1988;1981b). Las reglas, por suPuesto, pueden estar dadas como un producto cultural, de modo que ya se dismuchas situaciones problemáticas de pistas verbales acerca del propo.ri
"ttt.
ceder conveniente.
Esta distinción entre contingencias y reglas tiene una importancia decisiva
en la teoría psicológica y en la modificación de conducta, como ha puesto
de relieve Blackman (1935). Particularmente, la noción de conducta gobernada por reglas da cuenta de la "actividad psíquica superior, (Vaughan, 1.987).
La calidad funcional de la regla viene conferida por formar parte de un conjunto de contingencias de reforzamiento, de las cuales brota con una entidad
objetiva, (Glenn, 1987; Skinner, 1988). A este resPecto, es conveniente recordar el significado construido e incorporado en las operaciones en que
consistían las relaciones de equivalencia. Las contingencias tienen ya un significado, esto es, dicen algo de por sí, de modo que la palabra se incardina
con los demás ingredientes de una circunstancia que no es palabra. Vaughan
(1989) ha puesto en correspondencia la conducta gobernada por reglas con
la investigación sobre la equivalencia de estímulos. En este sentido, se han
tipificado varias clases de reglas según su relación con las contingencias. IJna
clase se diferencia porque las consecuencias de su seguimiento (de la correspondencia entre la regla y la conducta relevante) están mediadas por las
personas; otra, por depender más bien de la disposición del ambiente; y otra,
por el efecto aumentativo que la regla puede tener sobre el carácter reforzante
o punitivo de los estímulos (Hayes, Zettle y Rosenfarb, tlsl¡. Estas especificaciones han resultado, precisamente, del análisis de las terapias cognitivas
(Zettle y Hayes, 1982). Dicho esto, es importante destacar que el sujeto
puede tener como objeto su propia conducta verbal.
EI
de conducta: un análisis
sujetoen la modificación
81
conductista
[.J. Metaconducta
un elemento del
dándose constituye ya
o
dada
verbal
La propia cond.ucta
con er q* pu.a.
"*Éi"ni.
i:i:: ::*i
.l "'
relevante
dicho...?,
i.,ll,1l?o
::
t"r:1i:'::'"li*[ttti:ru:1."; Jj"[.]lÉ
en
que
.o n, i.' g" n'iai
:n'i:'::,li H;;;;;"1 r,,diii"tl'
¿"es cierto"'?' ¿has
C*"¿
de su
h ac
"p"'"i"Jffi;;;.t1-t""a"t'i
Io 0". *J¿"ü l" r".pr"r;J;:i
etc.),
"ontrol
del hablante
;,; ¡r ::i: ;l,:i#ti *íli.i' ":*u;:;ii:: il l',"l?!tii:
ilpt"pi"
ttidY-"t].
tratamiento:"-" tt o"-"^irÍ'":"
de awrcclítica. Delr-plio
"
1
;
dt't"tan varias clase's' Los autocttttcos
lo";;;ü;i;;"
duda aerb,/ '
"
á.,.,ip, i"o' :' I f:;;'"'"'u't" 1': ^i"¡lf,T,i, W;hltf : J*:"il fl ;
que''
;;;''"r"''o*o """erdo
<es
necesa.o"'D'
:.:'*::1",",'J::f":T'Ji#lT:";r'Ji;o;' <se dice que"'"'
.lo eue voy a otii" ti'rt"'dl't"tti{"r"'>'
t: que se altera decisi-;.i
";
otros a'toclíticos"i""* "*.1""'l9J;;iiü;;;'
en el ovente' como en la
tttt'o
ilitección
i"tt"'ii;";
Skinner, el nombr'
t'
de autoclítico
vamente
La
en los ."""'.iii."¿ores'
y
'lotiótt
f"
gramática v a
y
la
a
da
negación
;;ii;i;;;".ional
"tirri"¡ó.
.l
el
cubre también er ;;;;iJr;'qu"
conducta verbal que hacen
y
tanto
composición
la
y
aquí
la sintaxis.
"rr"*ioJ'¿."r"
a? .i"Iá' .f"""'' Se considera
il;i fág..
mas
hablante y .f "r.rLl;:
?tit:i to-o los arreglos de segmento's
la composi.'u"
it"o"i;ü;i t
""',
srandes,dadosp*"¡"-pro.io-ot;;;discursos'Asípues'estetrPode
;
;
;.. u, i' l' J;
: ;;
::{:JTi i,?,::,:}' : : # :}X:'i ff | H
"
q"" erecti'o amente
ámb ito
"r::f
"r
-*'T;'::"r?i':l;t;"i
""
:3;:"
mismo su'eto'
;j;U
conducta Por otra del
.rt"
d"
.""irJf
i"
del espífo, p.oJilf
;;
i:
il
ocurren
hasta invoc-
suPuestas en el reino
no se tiene
-","ilri""r-"ie..rcioo"r-l"nrr"l.'
iJ''*;;
¿'
oo,'1"-*Tás'
E,"J;;;"'*'¡"'
ritu puro'
otra
de
noticiaquelaejecucióncomPortamtn'"i'i"iu'riendoentautología'yaque
para exolicar efcontrol
metacogn*i"trl"t..ados
Alprocesos
ésta (Pérez
finalmente los
|o, l" ocurrencia'de
Ser
una conduc.,,iin.n que
"*pli."'d"o,
v^rez) 1986)'
nr.
iMPLIcAcIoNES ct-ÍNtcls
(adicioimplicaciones clínicas
se han sugerido algunas
tópicos'
dos
anteriormente
Aunque
se van a seleccionar
"r't'?
nales a las dadas t'i::;;;i;;;?'i'
82
Marino Pérez Aloarez
Uno relativo a la reconstrucción de la (insatisfactoria) trimcdalidad de respuesta y el otro concerniente al (injustificado) empeño por la operativización
de la conducta.
tr.t. Una nueaa clasificación con'rportamental
En terapia de conducta se utiliza comúnmente la taxonomía que distingue
tres modalidades de conducta: cognitiva, fisiológica y morora. Como es conocido, la modalidad cognitiva se refiere al pensamiento, la imaginación y,
en general, la actividades encubiertas. La fisiológica remite a las emociones,
los sentimientos y, en general, a la activación nerviosa. La motora alude a la
acción observable que implica movimiento corporal, generalmente, con cambios espaciales o logros ejecutivos. A pesar de ser una clasificación bien
razonable y del, asimismo, razonable entusiasmo a que ha dado lugar relativo
a la aplicación de técnicas específicas según la modalidad más comprometida
en un trastorno determinado, lo cierto es que actualmente resulta insatisfac-
toria, sobre todo porque la correspondencia enrre modalidad de respuesra
(más) alteraday técnica específica no parece muy relevante (Dance y Neufeld,
19B8). Los efectos de las técnicas resultan entrecruzados, desincrónicos y,
generalmente, inespecíficos respecto a las modalidades rratadas. Ello puede
deberse, en parte al menos, a la propia taxonomía conductual, en cuanto a
su incidencia en la definición del problema y en la configuración de las técnicas.
Las dificultades de esta taxonomía se aprecian en lo siguiente. La llamada
conducb cognitiva implica también (y aun se diría esencialmente) acciones
observables verbales y no verbales (recuérdese lo dicho para el pensamiento).
Por su parte, la llamada conducta morora puede tener una .manifestación'
encubierta, como son las respuestas preparatorias (por ejemplo, de relajación
o de tensión muscular). Por lo demás, la conducta emocional psicofisiológica
comporta, a menudo, formas observables motoras y verbales. En definitiva,
Parece ser que la distinción cognitivocomportamental asentada en el criterio
encubierto-observable no es adecuada para el análisis psicológico. Lo abierto
y encubierto está presente en las conductas que pretendidamente se trataba
de diferenciar. Por su parte, lo emocional también parece parricipar de todas
estas dimensiones.
Así pues, según parece, la tradicional tripartición debería recomponerse.
Suinn (1984) ha ofrecido una interesante reconstrucción. Aun manreniendo
las mismas categorías (si bien ya redenominadas), dentro de cada una considera tres manifestaciones. Así, el canal de respuesta afectivosomático, además
de la activación autónoma aumentada, incluye los sentimientos subjetivos de
malestar y posibles alteraciones psicofisiológicas. El somaticoconductual, jun-
El sujeto en la modificación de conducta:
un análisis cond.uctista
to a las alteraciones en.la ejecución, contempla
la
no sea públicamente observab]") 11 vigiláncia tensión muscular
(aunque
aumentada. Er
r
rd"iá,
r.rg"irr*l
canal de respuesra cognitiva,
de lo", p";;;;;;;or'd" pr.o.upación
y
las verbalizaciones,
las interferencias
f"
"*-"
sin embargo, quizá sea conveniente (por ""
";*".i0".
lo di.io
l" r"..i¿n anterior)
establecer declaradamente una categoría'io-o
"l verbar
.o.rdu.t,
(a su vez ya
con varias funciones), que vendría á suplir l"
d"d;-;;;o
cognitiva.
Eilo no
sólo por las
connotaciones mentalist
;;;;Íi;*1
:;:*:: il:
." r., I á .l uo. rt,,i"ri o rel ati,,o ;
i
acoplarse a (o serle acoprado) ro .o,'r"po.tr-.nt"r,
"t:f"ty ;;;q;.
",T: sóro sea porque
srempre se expone y defiende lo cogn,truo
(cu'osamente) mediante la con_
ducta verbal.
fi
De acuerdo
con los criterios funcionares, parece necesario
reconocer una
categoría a las conductas de búsqueda
y ,.1...ió., d. .rri-,rlos discriminati_
vos. Tales conductas ponen ,uj.to en
contacto con estímuros discrimina_
tivos correlacionados con el "l
de las ;;;ó;r"d"
,"forrrmiento, ro
que permite disponerse anre"rt"do
la tarea o el ambiJnr.. i, ,opo grafía de estas.
conductas puede consistir en la orientación
que f;.;iir;"; mejor exposición
a los estímulos relevantes, la ,t"rr.iár,
,"r".rirr",
cióno' el
"r "*-"" previo, la .6¿¡¿'vs¡ sin la.cosa pr-esenre>,.1 ."p"ro jtl*t*rt"
y el ensayo encubierto de lo que
se i.rt.nta hacer o d"cir. En la ,r;il;¿;
funciones se denomin an conductu ¿, obrr*)r¡ir"iüil;;"" conductista, esras
, 1977), y así se
propone en esta nueva taxonomía conductual.
consiguientemente, la clasificación conductuar
tro modalidades principales, cada una conteniendopropuesta consiste en cua_
ro.-r, públicas y priva_
das' a saber: conducta motora, conducta
,erbar,.orr¿u.r" , iscerary conducta
o bseraacional (P oppen,
19g9).
nr'z' objetiaos globales en aez de
cond.uctas operatiaizad.as
¿
ü
t
¡
t
Es casi un dogma en la modificación
de conducta definir operacionalmente
las conductas óbietivo de una;"i..,r"r,.ior
embargo, es que
!.
la especificación de conductas .on...*,
cambiar";d";;^r;"
y
rograrno es exacramente
un asunto exigido por el análisis funcional
" d. l, .Jndu".,l.
t*..pro en tareas
en las que la propia naturareza d. lr-.o.,d.,;;"
;";";;;ír,
io,rrrol
estimular
preciso', como' por ejemplo, en la
er intÉrés ?r,l
en
ra
función
-e,
que en la topografti:^a'^"::iente, '..ru.",
hay d"t.._inrd", ,;;n';, comporramen_
tales que realizán más
"económicamente,, i, f;;;;;, ;,'ol demás, ra con_
ducta alguna objetividad ha de ,"n".,
ouur"menre. En Io que se quiere insistir
es en la definición de ra condu.r,
función d"l .orrt"r]to, a"
-oao que el
".r
84
Marino Pérez Áloaret
objetivo habría de estar más comprometido con el fin (a lograr) que con el
medio (para conseguirlo).
Efectivamente, los problemas se presentan y las ayudas se ofrecen en su
contexto social natural, que se habrá de reconocer complejo en cuanto a la
multitud de matices que concurren continuamente. Quiere ello decir, entonces, que la operativización de la conducta puede resultar en un catálogo de
formas escasas y poco flexibles respecto a los infinitos matices del contexto.
La cuestión coherente con los criterios conductistas está en atenerse a clases
de conductas, definidas precisamente por fines genéricos (no en el sentido de
vagos, sino de clases generales).
Este asunto tiene ante todo una transcendencia empírica respecto al tema
de la generalización. Es interesante reparar que las instrucciones en las que
se operativizan las conductas, por ejemplo, en el entrenamiento en asertividad, podrían hacer, sin embargo, el logro así conseguido poco flexible en su
adaptación real. Es decir, la dependencia de las instrucciones puede dificultar
la generalización. Frenre a ello, un enrrenamiento mediante la exposición
directa a las condiciones, recibiendo feedback, pero. sin definir operacionalmente las conductas se ha mostrado efectivo. oEl entrenamiento social a
menudo recurre a especificar reglas o instrucciones, a pesar de que la conducta social normal no parece desarrollarse de esta manera. Mientras que los
efectos de las instrucciones son en general rápidos, la conducta bajo su control puede ser menos sensible a cambios en el ambienre que aquellos bajo el
control de la experiencia directa" (Azrin y Hayes, 1984, p.182). El feedback
proporcionado se atenía a la habilidad social considerada de manera global.
En efecto, la apreciación de habilidades sociales son frecuenremenre Íiabl.t
debido a su cargado carácter social.
"En definitiva, las habilidades sociales
fueron evaluadas y mejoradas sin haber definido previamente cuáles era necesario cambiar" (Hayes, Kohlenberg y Melancon, 1989, pp. 365-366).
Lo que se insinúa es que, a veces, tal vez el clínico confía excesivamente
en la definición operativa de las conducras a cambiar, lo que podría, en
ciertos casos, ser una dificultad porque, por un lado, los objetivos concretados quizás fueran demasiado limitados respecro a los fines r, por orro, los
logros sean muy dependientes de las instrucciones.
En este sentido, lo que se sugiere es el uso del reforzamiento de la exposición directa (del cliente) a las situaciones, de un modo social convencional, esto es, sin <<exagerar>), incluso, el carácter reforzante, cara a evitar la
dependencia con respecto al terapeuta, que actuaría conforme a la naturalidad
social.
Según los aurores proponenres (Hayes, Kohlenberg
y Melancon,
estas formas implican ciertos repertorios del terapeuta, relativos a
l9g9),
la discri-
minación de conductas clínicamente relevantes (por ejemplo, aquellas dadas
en la terapia que sean similares a las del ámbito extraclínico)y ala consrruc-
-I
El sujeto en la modificación de conducta: un análisis
conductista
85
ción del contexto terapéutico (por eiemplo, disponiendo elementos idénticos
a la vida real en la que son Pertinentes las mejoras).
Se supone y enfatiza que el terapeuta al funcionar como tal, incorpora (o
debe incórporár) represeniatividad del mundo social al que pertenece el cliente. De esté modo, ie considera que sus reacciones <Privadas> forman parte
inherente de la ayuda profesional (y no sólo el protocolo); de ahí, entonces,
su importancia, io qrr. no deja de insinuar que_ el clínico disponga de las
habiliáades en cuya dirección debe mejorar el cliente. Esto también remite
al interés por la creatividad del pacient e, cara a una adaptación más flexible
a las circunstancias, y cuyos comPortamientos concretos no se pueden esPecificar de antemano.
Es decir, la posibilidad del control Por Parte de las reglas permite reconocer algunas siiuaciones en las que, sin embargo' sería mejor quizás evitar
su incidJncia, en favor de la estrategia del moldeamiento por exposición directa.
IV.
UNA NUEVA IMAGEN DEL SUIETO
del sujeto, según una argumentación escaloel car.ácter operante de
nada. El primer
"f".t"do
y_ el. presente, la subpasado
del
lo, pro.eros psiciógicos, la simultaneidad
jetividad .o-o depo"sitada en la objetualidad y la.regulación ambiental. El
s"gr.rdo apartado áesarrolla la noción de causalidad y se establece el sentido
que se da a la imagen dialéctica.
Se ofrece una imagen dialéctica
se ocuPa de estos Puntos:_
tvt.
Consideraciones sobre la swbjetioidad
la noción de sujeto psicológico de
la de suieto oPerante' con las sies
anterior,
acuerdo con el planieamiento
La
caracterízación que más conviene a
guientes consideraciones.
t
Se significa con ello que los procesos psicológicos son. ante todo oPeraciones, es decit, interacciones del sujeto en relación con objetos. Relaciones
que pueden ser de varias clases, según las funciones, y de muchas formas en
cuanro a su ropografía. Recuérdese la taxonomía propuesta de cuatro clases
de conductrr, d".tt.o de la cual, por ejemplo, resPecto a la conducta verbal
se diferenciaban, a su vez, seis tipos y, aún, la reconsideración de algunos de
esos ripos en términos de reglas remitía a varias subclases de éstas. Todo ello
dándoie simultáneamente en multitud de formas en continuo cambio funcional.
J
86
Marino Pérez Áloorrz
El aspecto que se subraya es que las operaciones comportamentales cambian el ambiente y éste, recíprocamente, modifica al sujeto en sus interacciones futuras. El cambio del ambiente se refiere al efecto ejecutivo de alguna
operación manual o autoclític a, cvya nueva disposición puede repercutir en
las acciones sucesivas, pero también ala modificación de su función, aunque
físicamente no haya sido alterado, haciéndolo, de este modo, psicológicamente distinto. Por ejemplo, después de escuchar numerosas veces una pieza
musical, ésta resulta distinta en sus efectos, no se percibe igual a la primera
yez, y en cambio es la misma en su dimensión fisicalista (o, más exactamente,
en la realidad psicológica, no es la misma de antes). Así pues, lo que se riene
correlativamente es un sujeto cambiado, o sea como resultado del efecto de
sus operaciones en el ambiente, sea como modificación de su sensibilidad, es
decir, de la manera de experimentar y operar en adelante. Naturalmente, esta
cuestión remite al aprendizaje anterior, a la historia de reforzamiento. Lo
único que se quiere decir aquí es que el pasado se concibe como un positivo
estar ausente (Pérez Alvarez, 1989). Es decir, la historia de aprendizaje es el
sujeto cambiado en cuanto a su manera de experimenrar y probabilidad de
operar de acuerdo a las contingencias presentes. El pasado está presenre como
probabilidad comportamental, cuyas formas e intensidad están seleccionadas
por el ambiente que, naturalmente, es complejo en cuanto a sus matices
discriminativos. En términos de K. Lewin, se diría que el pasado y el presente
se dan simultáneamente, de acuerdo con el
"principio de la contemporaneidad" (Lewin, 1936). El sujeto dispone o tiene ciertas conducras en el mismo
sentido que un actor de teatro puede hacer sus papeles de acuerdo con un
repertorio y dadas las circunstancias apropiadas.
La oposición entre procesos y productos, según la cual los primeros serían el funcionamiento cognitivo que darían lugar y explicarían los segundos,
los cuales aún siendo importantes como tales resultados, no tendrían, sin
embargo, tanto interés psicológico como aquéllos, se reconsrruiría así. Esquemáticamente, lo que se diría aquí es que los procesos son otros productos
que han quedado segregados en el curso de las operaciones. Su contribución
está incorporada al logro, formando parte de los moldeamientos y aurocorrecciones acaecidos, pero que necesariamente resultan eliminados. Cuando
se invocan procesos mentales (encubiertos, automáticos o no) para explicar
la ejecución comportamental o producto logrado, resuha que aquéllos tienen
que ser explicados por las contingencias de reforzamiento.
La consideración de la individualidad psicológica, según esro, se ofrece
como una tarea (bien complicada) de definir los repertorios comportamenrales de acuerdo con las circunstancias. Las clases de conducta funcional aludidas, y sus subclases, podrían ser un crirerio para establecer el
"perfil de
personalidad", contando con el escenario pertinente, es decir, con algún criterio de la tarea. En cuanto a la introspección, más rigurosamente, se enten-
El sujeto en la modificación de conducta: un
análisis conductista
dería
como retrospección relativa a las experiencias
pretéritas o de una ins_
pección o descripción fenomenológica d. l;
.*;";l;;;i;;r.r.nres,
que siem_
pre son de algo. Lu..qg, no ," pu"á" aisrar
una subietivid'ad pura puesro que,
subi¡lividad está,depositada
i"
;5;;,
ll,:1._.1::,
la es el a:pecro
se
rnspeccrona
subjetivo de los objetos (Fuentes Orrega, 19g9a).
."
;b;;;;;;;J,;
l; ü;
curiosamente, el énfaiis conductisra en .rro
ú"i;; ;;"1;"d;::'ri":#
bargo, un interés por la rcmatización de "l
la ;;;;;li;"á]
ri bi.r, se dispone
de una rigurosa metodo.logía experimental
para el estüdio de las diferencias
entre los individuos y la ionsiirencia, y variabilidad,
inrrasujeto (Sidman,
1973). se considera que la rcmatizació.,
á".1" p".r;;;lil;á'.r rrr asunto pen_
diente del análisis de conductJ, que concierne
dir".t"."rrre a los intereses
aplicados relativos. a la generalizacion y grado
¿" .orrroiiáación del cambio.
En definitiva, la imágen que se tiáe"del r";","
pri.Jógico es la de un
sujeto operante situado *
contextopi"oirr".rre.
se acomoda
""ya está adaptado,"r..iir"-""re
al ambiente' enrre ranro ésre
"nuol'o.rrt"
por
los indivi_
duos anteri"r"r, t"ll,lto::d"
Esre estar en el mundo supone
"l "d"ptarse.
que el sujeto necesariamente tiene
q.r" .o-portarse de alguna manera. Este
tener que hacer argo ya está prefiguiado.
.n .r entorno, ;;;"
cierro que ra
realidad de este -.rnáo .i..undrni. .,
",
J;;;;.?r
sujeto,
según su
"r f""ro
La perspectiva es un componente
de l" ,""lid"i. Ahora bien, esta
f::T::1"r.
persp.ectiva personal rampoco ,. h, á.
concebir .o-o ,* subjetividad in_
coordinable con la de otrts. precisamente,
el sujeto ,. .orrrrr"ye sociarmente
y la objetividad surge de la multiplicidad i.
(Fuentes ortega,
1989a)' Dentro de esta..consideiación,
"-;r;ü;*-:
,ráliri;;r'üiiii..
siempre hace
referencia a alguna condición ,.rt"."d"rrt"
"r con fu.rciones
dilcriminarivas, que
puede consistir en los propios efectos comportamentales,
y alguna condición
consecuente a la cual tiende. Se concibe.
un sujeto ,uyí íibrrrad comporta_
mental está organizada por la esrrucruración
cerámorri"í á"i
ello decir que las opeiaciorre, ," d"., d"
"-biente. euiere
;;;;,
respecto a unos ,es.,ltados, ;;r;;i",
"..r"ráá
o fi.r.r.
L", ;;;.";l:t;tí:[:HJ
menrales se verían mejor como formas
de organ izaciónder ambiente (Neisser,
1985; Pérez Alu^rr.,19g5b), es decir,
como esrímulos
tor' 1982) o, en los términos más usados_aquí, como institucionales (Kancontingencias.
se regula por la texrura causal ¿'"r
múrtiples
^_^l] ::i",o recomp-one su organización.
operacrones
Así "-li""r.l-"ai""te
pues, ni se concibe
,ri*
naturalista como .si fuera un oiganismo
yr*t"prr.rto a las cosas, con"r,
la
insig_
nificancia de una hierba ."
.,i ur, ,ri";;-;;;tarista que haya
"r';;i;;;ró,
absorbido el mundo, como una hierba
pensanre donde el mundo fuera representación' consiguienremente, r.
.o' una causa_
lidad final (frente
mecanicisra,"r,"bI..";..;;;;;iro,
sea de í"d"i";;,'"tir,
o E-R) y con
una consideración ".r.r,
dialéctica der sujeio (d" .".á.t", J""iirrrl.
88
Marino Pérez Áloor",
tv.z. Causalidad
final y
conjwga.ción swjeto-objeto
El análisis de las contingencias que, como se ha visto, requiere de n-términos,
más allá de los tres tradicionalmente establecidos, remite a la noción de causalidad. Las contingencias definen las condiciones que toma el ambiente respecto a la conducta de los sujetos. En esquema resumido, establecen la relación si... (están dadas ciertas condiciones), entonces... (la conduca probablemente tenga tales logros). En este sentido, se puede identificar con la <rextura
causal del ambiente" de la que hablaran E. C. TolmanyE. Brunswik (Lee,
1988). Ni que decir tiene que el ambiente psicológico es bien complejo en
cuanto a la multiplicidad de condiciones estimulares, formas comportamentales posibles y efectos probables, continuamente cambiantes. Quiere ello
decir que en principio el sujeto está situado ante una variedad de perspectivas
y es libre de actuar de diversas maneras operatorias. Pero el caso es, como
se ha visto, que ante la perspectiva del ambiente, algunas circunstancias seleccionan y modulan el comportamiento y reorganizan las restantes condiciones estimulares. Estas circunstancias con el poder de poner al sujeto en
cierta dirección son, dicho técnicamente, los refuerzos.
El sujeto queda *sujetoo a ciertas circunstancias que van a mediar
el
conjunto de perspectivas disponibles. Se podría decir que psicológicamenre
el sujeto está circunstanciado por las condiciones de reforzamiento. La probabilidad del reforzamiento en cuanto que condición del ambiente re .ónrtituye en determinante de las operaciones del sujeto. Es el l'gro por conseguir lo que determina la acción y ello lo hace de un modo probable (no
seguro), esto es, contingencialmente (contingencias de reforzamiento). Lo
que mueve la conducta son ciertos objetos (del deseo o motivos), presentes
en una cierta perspectiva, pero que se logran como consecuencia de alguna
acción operante. Unavez logrado, deja de funcionar como reforzador, siendo
otros objetos los que estarán ahí de nuevo moviendo el comportamiento. Lo
que mueve al gato para estar al acecho es la perspectiva de un posible rarón,
no el ratón ya ingerido. Permítase este crudo ejemplo para indicar el carácter
adaptativo que tiene precisamente la causalidad final. Se podría decir que el
gato conoce esas contingencias, pero no se comporta como lo hace porque
tenga el conocimiento. Con toda seguridad, el taxista tiene un buen conocimiento de la ciudad, pero no es por eso por lo que transita por ella (Skinner,
1,977). (Una coordinación de las nociones de perspectiva y circunsrancia en
sentido orteguiano con las skinnerianas relativas a los estímulos discriminativos y reforzantes está en Pérez Álvarez,1,989; la noción de causalidad final
en psicología está desarrollada en Fuentes Ortega, 1989b).
En la exposición precedente se ha enfatizado la consideración conjunta
de la conducta y de las condiciones ambientales. Ahora bien, se habrá de
El sujeto en la modificación de conducta: un análisis conductista
89
insistir todavía en que el ambiente relevanre al sujeto es uno que tiene un
significado subjetivo. El sujeto interactúa con el mundo, pero no en función
de su definición física, sino de su sentido psicológico. Se trata de un ambiente
psicológico, del que sin embargo es imprescindible su consisrencia física, en
el sentido de la distinción establecida por Koffka (1935) entre ambienre <geográfico" y ambiente <conductual". Recuérdese la construcción operante de
las relaciones de equivalencia entre estímulos físicamente distintos, pero resultando psicológicamente iguales. Se podría decir que el estímulo psicológico
surge de las operaciones del sujeto. El estímulo se objetiva precisamenre a
través del sujeto operante. Pero al mismo tiempo, cualquier operación del
sujeto requiere de objetos. Percibir, pensar y manipular suponen necesariamente algo que se percibe, sobre lo que piensa o que se manipula.
En consecuencia, el estímulo llega a ser tal y se define por la conducra
del sujeto en relación con é1, y la conducta hace relación al estímulo en
cuestión. La estructura de la conducta es la interdependencia entre el estímulo
v la acción del sujeto (Yela, 1974). Esta redefinición mutua ha de enrenderse
como la oposición dialéctica sujeto-objero, ninguno de cuyos miembros es
pensable sin el otro, pero que no se reduce o absorbe el uno en el otro, ni
resultan meramente yuxtapuestos. Técnicamente dicho, son conceptos coniugados, al igual que la cara y la cruz de una moneda, el punto y la recta, o
el movimiento y el reposo, no una definición circular viciosa ni tautológica
(del tipo "el opio duerme porque tiene propiedades dormitivas").
Este planteamiento es solidario de una consideración fenoménica del hecho psíquico (Fuentes Ortega, 1,989a; Ortega y Gasset, 1981;Pérez Alvarez,
1989). Las consecuencias decisivas de este planteamiento están en su carácrer
adualista, en el que se reconstruye el par interno-externo (correspondientes
a lo psíquico y a lo físico), por la distinción entre las relaciones distales en
el sentido definido de medios-fines (que caracteriza el ámbito psicológico) y
relaciones por contigüidad o mecánicas (que caract erizan los ámbitos fisicoquímicos).
\¡.
LECTURAS PARA PROFUNDIZAR
Catania, A. C., nRule-governed behaviour and origins of language", en C. F. Lowe, M.
Richelle, D. E. Blackman y c. M. Bradshow (comps.), Behaviour analysis dnd contemporary psycboiog2, Londres, Lawrence Erlbaum, 1985.
Hayes, S. C. (comp.), Rule-governed behavior. Cognition, contingencies, and instructional
control, Nueva York, Plenum Press, 1989.
Pérez. Alvarea M., .Propuesta conductista de aplicación social de un modelo cognitivo de la
lecturao, Análisis y Modificación de Conducta, 1,1, 1985, pp. 5-41.
Skinner, B. F., Conducta uerbal, México, Trillas, 1981 . (Or.: 1957).
Skinner, B. F., Sobre el conductismo, Barcelona, Fontanella, 1977, (Or.: 1974).
5.
EL PROCESO DE LA EVALUACIÓN CONDUCTUAL
ANtoNro Goooy
r.
rNTRoDuccróN
Distintos autores suelen proponer un número diferente de pasos en la realización de una evaluación conductual (Barrios y Flartman, t98e ; Fernández
Ballesteros, 1980; Llavona,1984; Nelson y Hayes, 1.9g6b; Silva, 19g5). En la
mayoría de los casos se está de acuerdo en que pueden distinguirse, al menos,
tres fases principales:
a. Selección y descripción de las conductas problema.
b. Selección de las técnicas de intervención con las que se
sobre
las conductas descritas en el paso anterior
c. Valoración de los efectos producidos por la intervención realizada.
_ Algunos aurores (p."j.l Llavona,
1,984), tras la fase de selección y descripción de las conductas problema (análisis topográfico o morfológico'y análisis
funcional de las mismas) sitúan, ..r rrnertá ópinión muy acer-rada*ente, la
elección de los objetivos del tratamiento.
. En el presente capítulo se añadirá alguna fase más, en un intento por
describir y clarificar los_ distintos pasos a través de los cuales .l t"."p"rrt" d"
conducta se enfrenta a los problemas que le planrea el paciente y le^ayuda a
solucionarlos. Las fases,
_pues,_que a continuación se detall"rr'..prá"rr,".,
aquello que el terapeuta hace desde que se dispone a enterarse de los problemas que aquejan al paciente hasta que finaliza su intervención.
Seguidamente describiremos cada una de las fases del proceso de evaluación conductual.
II.
LAS FASES DEL PROCESO DE EVALUACION CONDUCTUAL
tt.t. Análisis del motiao de conswlta
Posiblemente no existe una fase del proceso de evaluación conductual menos
estudiada que el análisis del motivo por el que el paciente acude a consulia
Universidad de Málaga (España)
92
Antonio Godoy
o por el que otras personas importantes,
de su medio lo traen. prácticamente
toda la literatura."irt".rt"
el resto ¡;ñfr"r*,
""rr'",tür"
argu_
nas hayan sido estudiadas con
-r;h; mayor profusión que"u'cuando
orras. Es más, ra
mayoría de los
pasarra,casi compl.rr-"n'," por
"y'or:: sueren
comenzando con la traducción
d.l ;;i;;'¿. .o,,r.,irl-;;;;;;".tas alto,
operacional_
menre definidas, de tar forma que
a ro más qr. ,u.t"r, u;;r, es
a dar algunos
de tipo general. Asi, algo f*.rr"r,r"_".,t"
,".o_.ndado,
::T.l:r
es pedir al
pacrenre que ponga ejemplos del
problema del que
;¿;";;;
deberían ocurrir para que éste mejorara
(Nelson y 1dr"j",
Hayes, 19s6b). Lazarus
(1971), por su pa.e' pid"
pácientes que señare., í."r.or",
en que su
vida podría -.iorr.- sin ".ros
resurra obvio, antes de traducir
conductas es absolutamente"-u".g;,;;-"
n.."!"¡oi"ner perfecta-"n,. .1".o qué es Io a
que
se necesita traducir. sin embargo,
la imporrancia de atender a una
descripción
completa de cuáles pueden,r.T r"r
qu.j", y d"-an;;:;; pacrenre y de su
ambiente, aparece .[r..
los lram#i.ntJ,
para que
evaluador conductuar ," "n
J" qr. r. ."";;p;r"J;'l^r;zrteórica que er
hace
del problema represenra "r"gr..
adóuada-.'*. to, -oriror'p;.'l;, que
se rearizara
consulta (Baer, te82; Fvans,
te85; Kazdin.
.1985b) Así, por ejempro, Baer (r wzj
air.;prina
(er aná_
""J,"
funcional apricado) ,,ecesita .ono."r....
^^nti"r,"
cómo traducir cuarquier queja
'srs.
del
pacrenre en conducras a cambiar,
de modo qr", ,i^r" i". .l-bi",
convertirán
las conducras de queja d.r p;;i;";.
Para ello, desde lufgo, es necesario "n.onáu.r", i"-.rriJfac.iór,, (p.286).
conocer con exactitud y de forma
com_
pleta cuáler ron l"sL.rdu.r", J"-;;i"
del paciente. Igualmente ilustrativo
puede resukar el siguiente .rro
p.opr'rárro po, Hawkins (1975):
;;;iil;r"]u,o..,
resi;-H;;il;;;r?,t;;".,
q*
Se rrataba de un ioven biólogo,,con
el grado de doctor, que recientemente
desarrollado, sin causa.o rgániJarrgun"
había
o"?'rq justificara, un"'..gu..r, supuesramenre
histérica' y había perdido su pu.rr"o
¿. i.ru"lo. como profesor universirario.
peuta de conducta consrruyó
El tera_
un ,pr..,o ál irbo.r,o.io .."
.l paciente debía
realizar discriminacion., ui.u.r.r
0".
ñ;;;, ;.cibiendo choques"l i¿.r.i.o, en caso de
no realizarlas' conforme..l p..i.,ir.
iul-orrtr'd" ."d;;;;."yo, efectividad en
la reahzación de ros orobr.-'"r
¿.'¿;r."ri-inr.;¿n que se re proponían,
éstos fueron
haciéndose cada vez
-ár..ompr.t.;-;;;ii., hasta que er paciente mostró
crimínación visual consid.r.¿"'ná.rnil.
una dis_
Esta forma de acruar, como dice
Hawkins al describir el caso, puede
razonable para muchos terapeutas
resultar
conductuales. Sin embargo, un
estudio más dete_
nido de la vida del paciente'-.ri.¿-á..1i,
des diricultaa* p"'l,..minar
sus
era su primera ocuoación, lo
se quedó
"ciego',
l: ffi .n::lili;f
iu.rn,.
', ;:1,
;;j;;'"T'ff"¿fi,"'jtj;':.-;ht::lil'i:*:::;
tev¿ba
a.r.*p.;-d" ,ór; ;;;;;;;,".
meses cuando
-orr..b. grandes signos de ansiedad en todo
esta época
;t;;'b:'''-'''i#0" ñ"ui' --?i;;;J; un
i
nusuar grado
El proceso de la ez,aluación
conductual
9J
como concluye Hawkins en un escrito posterior, al comentar el caso
(Hawkins, 1986),
"los problemas del paciente eran, desde luego, bastante más
que una ceguera histérica" (p. 357).
Esta necesidad de arender y clarificar todo el conglomerado de quejas y
demandas que presenta el propio pacienre, así como las demand"r q". él
entorno en que vive le presenta, requiere una exploración minuciosa y áctiva
por_parte del evaluador, si es que no quiere quedarse únicamente en aquellos
problemas más llamativos o más molesros que son los primeros en salir a la
luz en las entrevistas diagnósticas iniciales y que pr"d..r quedar como los
únicos existentes (al menos durante un largo período del proceso evaluador
y terapéutico), si el terapeuta no se manriene vigilante.
.Esta exploración acriva de los posibles morivos de consulta parece necesaria aun en aquellos casos en los que el problema aparentemente resulta
umonosintomáticor, como es el caso anteriormente expuesto de Hawkins
(1975). Si el sujeto-acude a consuka es porque el *5i¡¡j¡t"o es imporranre.
Esto es, porque influye sobre aspectos importantes de su vida o d" rr,
"n-a
torno. Por ejemplo, nadie acude a consuha porque le tenga miedo a subir
los aviones si ello no acarrea consecuencias importa.rt.r
su vida diaria.
".r
Aparte de estas llamadas de atención y ejemplos señalando
la necesidad
de realizar un estudio exhaustivo de lo que puedi ser el motivo de consuha,
poco se ha hecho en el estudio de esta fase de la evaluación. Así, en el
momento Presente, se echan en falta guías teóricas o reglas de procedimiento
que permitan enfrentarse con esta fase de la evaluación de fo.mi segura. Cabe
destacar, no obstante, algunos esfuerzos realizados en este sentidJpor autores como Lazarus (1981) con la creación de su Cuestionario Multimodal de
la Historia de Vida, o, entre nosotros, el tratamiento recibido por la historia
clínica en el libro de Bartolomé, carrobles, cosra y Del ser (ilzz).
tt.z.
Establecimiento de las metas últimas del tratamiento
H,aceya algunos años que Rosen y Proctor (1981) diferenciaron enrre lo que
ellos denominan los oresultados finales" (lo que nosorros hemos venido llamando nTetas últimas, "goals"), los oresultados instrumentales, (condwctas
objetiao, <target behavior") y los .resultados intermediarioso del tratamiento.
Para estos autores (Rosen y Proctor, 1981), los resultados finales hacen
referencia a los criterios utilizados para considerar el tratamiento como un
éxito. A estos resultados, por ranto, se les pedirá que posean validez clínica
y social. Por ello, los cambios directa o indirectamente logrados deberán ser
clínicamente relevantes y socialmente significativos. Ello supone que su valoración debe enfocarse desde diversos puntos de vista: ta.ttor .o-ó criterios
94
Antonio Godoy
puedan urilizar los distintos valoradores sociales que resulten perrinenres.
Esto es, los resultados finales deben haber soluciónado las demandas del
paciente y de los agenres sociales significativos que lo rodean.
Los reswltad.os instrwmentales, para Rosen y proctor, son aquellos que son
suficientes para alcanzar otros resultados sin intervención aditio.ral. beben,
pues, poseer validez clínica, en el sentido de que con su consecución se logre
afrontar con éxito las respuestas clínicas qne i" persiguen (p..j., tod", y .áa
una de las conductas que se conciben propias di la deprerió.r;. D" la misma
forma, deben valorarse también según su iontribución en la consecución de
los resultados finales. Esto último tiene una doble verrienre: que los resultados instrumentales sean suficientes para alcanzar los resultadoi finales, y que
exista alguna forma de intervenir sobre los resultados instrumentales.
Por último, Rosen y Proctor diferencian lo que ellos denominan reswltados intermediaríos, es decir, aquellos que facilitan la continuación del tratamiento o posibilitan la aplicación de determinadas técnicas de intervención
(p."j', \a capacidad de imaginar para aplicar la desensibilización sistemática
por medio de la imaginación).
Con las expresiones <metas>,
.
"objetivos últimos de la terapia,, o .resultados finales,,,
palabras
de
Rosen,y
Proctor (en la literaiura de lengua
.:.n
inglesa suele utilizarse el término ogoals,), suele hacerse referencia l"r
-."t",
"
o efectos finales que s.e espera produzca el tratamiento (por ejemplo,
un
mejor rendimiento académico, un mejor ajuste laboral, la mejoría de las relaciones familiares, etc.). Las conductas objetivo (otarget behavior,) hacen
referencia a aquellas variables concretas de la conducta=o del .orte"to .n .l
que ésta sucede y sobre las que se enfoca el tratamiento (de ahí que se las
proponga como <resultados insrrumenrales"). Los objetivos últimos de la
terapia,. por el contrario, se- expresan en términos de los efectos que deben
producir las conductas cambiadas duranre el tratamiento. No ," ti"t" va de
que la conducta o la situación manipuladas se hayan modificado en la ái...ción deseada. se hace necesario que hayan cambiado en la magnitud y con
la generalización y perdurabilidad necesarias para producir lo,
qu" ,"
"Te.to,
pretendían. Estos cambios, pues, deben haber alcanzado las meras
úliimas
deseadas incidiendo en el comporramiento y el ambiente del sujeto.
_ Puede pensarse, pues, que a la vista de ia diferenciación .oÁ."ptrr"l pr"viamente realizada, no siempre_ explicitada en los escriros ,ob..'te."pi" y
evaluación conductual, queda claro que la famosa frase de Eysenck qnoó¡
"controla el síntoma y habrás eliminado la neurosiso queda ya lejos'de lá
que se pretende sea la moderna terapia de conducta.
Dada la.complejidad e interrelación entre las distintas parres de la intervención, quizá conviene, como han señalado algunos
no olvidar que
existen covariaciones enrre distintas clases de .o.rd.r.t","rrtor.r,
(p..j., Kazdin, 19gib)
y dependencias funcionales enrre conductas, r gue, ,.rá, qr" modificar uÁ
ll
proceso de la ettaluación conductual
95
es sobre
conjunto inconexo de las mismas sobre lo que se está interviniendo
un sistema funcional (Evans, 1985; Voeltz y Evans, 1983).
tr.z.t. Yariables de las que dependen las metas
últimas del tratamiento
de los juicios
Las metas últimas del tratamiento dependen fundamentalmente
en la terapia (\flilson
,je valor de los que directa o indirectamente intervienen
los obietivos finales
que
supone
se
lggo). E;'r-"ñ* á. .o.rdrr.ta
paciente (o, como
'qrr.o,Leary,
el
entre
son un asunto.a consensuar
J"b.í
^lr^nL^rr"
sobre el mismo) y
en el caso de los niños, orros que tlenen responsabilidad
;i^;"p.;r" 1N"lro' y'Hry9t, irseu¡' Res"Áidamente' Pues' las metas últidál trat;iento in.d"'decirse que dependen de:
-.,
a'Elsistemaconceptualydevaloresdelterapeuta.Distintasterapiasy
distintos terapeutas pr*..n iener objetivos finales diferentes'
Las
b. El sistem, .o'n."prual y de valores de quien realiza la consulta'
se expresan
qt.i;tt á.*".tdrt proi.dt"its de los pacientes :"," {T::t"cia
1985b).
Kazdin,
1g68;
en rérminos vagos i d" t"ori^, d" ."sgo, (Mischel,
en la
activa
Dado que t.."p.íta de condut" "tá1" "áop'"t una Postura
emsin
*..piü.i¿""lde iniormación, los datos que. proporciona el paciente'
sis¡91a conceptual embrrg'o, con frecuencia se encuentran i"füidát P9t :.1
1985)'
Kratochwill'
pi"i¿á por el terapeuta (Kazdin, .1985b;
que vive y se desenel
en
c. Los ,.qrr"rr,,'i".tiol ¿"t medio físico y social
vuelve el paciente.
nt. Análisis de las condwctas problema
otros usuarios de la psicoteDesde el punto de vista del paciente, o de los
tipos: a).queia.s' y,b) deraoia. los problemas que se pl,ntttn son de dos
en lo que se considera "el motivo de con;:;il:ffi;;;'*1";
"grup'rr'.
se quiere eliminar' a lo
sulta'. Las qwejas t""l.""ttfitirse a lo qtt" u" mal y
su vez) hacen
a lo negativo.y -olt'to 'Las demandas' a
;;;;;plobí"*"r'
Las demandas no siempre
referencia a lo que ,. q,,i"tt ídqt'itit, a lo positivo'
una. queja. En general,
coinciden con la elimlnación de lo que consriruye
una
encierra
p""ai J".itse sin .-brrgo que toda queia
io.*, de comportarse (p.ei., más_desinhibida, menos tmpulstva' mas Persrs-
d:Ti:.1"'il':::,:i
ambiente (q't,'' en.los padres' en un determitente, etc.) o un cambiJ
"t
"í
etc')' Tanto las queias t?*1 las demandas' en
tr- p".eia,
^pi""r"rrí"
nado alumno,
"n
bien en términos de clases de conductas
nuesrra cultura, r""r.t"
¿i" tJ"'"¿or>, <<rlo hace más que llorar'' etc')' o bien en
il;;-"*;rt"'"f
96
Antonio GodoY
términos de capacidades ("no soy capaz de...,', <me gustaría poder"."' etc').
Las quejas y demandas del paciente, tal como éste las Presenta' son reinrerpreradas'd.ie las distintas óorrientes teóricas zubyacentes a cada una de
las terapias existentes. De la misma forma, en evaluación conductual lo que
el paciüte experimenta como un sentimiento sordo de malestar puede pasar
iorr..pt., alízarse como resPuestas específicas a nivel motor' cognitivo y
"fisiológico.
En lo que llevamos dicho hasta aquí puede verse que estamos diferenciando enr; lo que son: a) los motivo, d.^.o.rr.rlta, b) las cottdrrcta.s probléma, c) el punto sobre el que debe incidir la intervención, y d) la¡ m.etas
¡lti-ár dei tratamiento. Aun cuando con frecuencia tiendan a confundirse
los tres últimos elemenros, en el estado actual de nuestros conocimientos
parece ventajoso el mantenerlos diferenciados.
Las conductas problema hacen referencia, pues' a la traducción, en términos conductualei operacionales, del motivo de consulta presentado P9. :l
usuario (paciente ,, oót.o, significativos, de su medio). Cuando se habla de
delimitaiión o definición de las co.rductas problema en terapia de conducta
suele hacerse referencia a Ia operacionalización, en términos conductuales,
tanto de las quejas como de aquello que produce las demandas del paciente.
En algunós casos la conducta problema propuesta por el terapeuta apa,..rr"-.nl. se aleja de las quejas tel paciente. Ello no quiere decir que el
evaluador haya descubierto "el problema real, o algún problema "Tá: P.9.
fundo,. Ú.ri.r-e.rte el evaluador se ha creado un modelo de trabajo del
funcionamiento del paciente en el que aParecen otros comPortamientos' previos en la ucadena causalo, de los que dependen las quejas presentadas y que
es necesario eliminar, o instauraf para hacer desaparecer las quejas o conseguir las demandas que se hacen.
Algunos autores (Evans, 1985 y Voeltz y Evans, 1983) señalan que Pueden dÉtinguirse en terapia de conducta y en evaluación conductual dos enfoques r.rÜy"."n,"s: el énfoque mayoritario en la actualidad, centrado en el
próbl"-" (o "enfoque eliminador>>, en rérminos de Goldiamond, 1974), y
b,ro prrrrto de vista, siempre existente pero Poco destacado, en el que se
defiende que las metas def tratamiento no siempre llegan a coincidir con la
traducción operacional en conductas aisladas de las demandas del paciente
(enfoque al que, a p^rtir de ahora, llamaremos .enfoque constructivo> o
1974,1984]). En el extremo de este último enfo"sistémico" [Goldiamond,
que cabría siiuar los intentos por construir positivamente (en contraposición
a la eliminación del problema, típico de la visión anterior) una nueva forma
de ser y comportatté del paciente, de relacionarse con su medio, e incluso
de ca-tiar el medio, o de cambiar de medio (Goldiamond, 1974; Hawkins,
1gg6; Kanfer, 1985; schwartz y Goldiamond, 1975). No se tratafíaya, Por
tanto, de eliminar algo (las conductas problemas), sino de dotar al sujeto de
El proceso de la e,ualuación
$
:.
r{
il
conductual
97
toda una serie de herramientas comportamentales con las que valerse mejor
en su vida diaria.
El elegir uno u otro enfoque influye profundamente sobre todas las fases
de la evaluación. Desde el punto de vista centrado en las conductas problema,
el ideal parece consistir en llegar a una situación de conocimientos tal que
permita un acto diagnóstico completo: la clasificación de las conductas problema de tal forma que sea posible la indicación del tratamiento más adecuado (Kanfer y Saslow, 1965, 1,969; Pelechano, 1981b), es decir, el tratamiento
que elimine el problema a lo largo del tiempo y a tr^vés de las situaciones.
Desde el punto de vista centrado en la construcción positiva de una nueva
forma de comportarse, la generalización a través de las respuestas, de las
situaciones y del tiempo cambia de perspectiva. Ya no se trata de que el
efecto producido sobre la conducta traada se generalice a otras condrrctas,
a otros ambientes y que perdure en el tiempo. El objetivo consisre, más bien,
en cambiar muchas clases de conductas en muchas situaciones, de tal forma
que se automantengan y desencadenen una nueva forma de relacionarse con
el ambiente y/o proporcionen posibilidades de acceder a otros ambientes. Se
trata, en suma, de cambiar el curso de la vida del sujeto.
Desde el punto de vista centrado en el problema, o enfoque eliminativo
y tópico (en contraposición al enfoque consrrucrivo y sistémico) se ha propuesto que, dado el estado actual de la cuestión, los trastornos componamentales, más que con etiquetas diagnósticas, deben conceptualizarse como
excesos o déficit (Kanfer y Saslow, 1969). Para esro se dice que una conducta
se puede catalogar como exceso o déficit atendiendo a los parámetros objetivos de frecuencia, duración o intensidad, a que se produzca de forma adecuada o bajo condiciones en las que socialmenre se espera que ocurra. Sin
embargo, aunque en clínica los parámetros de frecuencia, tasá, duración, latencia y, en menor medida, intensidad pueden ser bastante objetivos, no lo
es tanto el "que se produzca de forma adecuada o bajo las condiciones en
que se espera que ocurra>r /á eue con frecuencia distintos valoradores soc.iales poseen ideas diferentes de lo que puede ser adecuado o no, o de lo que
debería o no ocurrir, dadas unas determinadas condiciones ambientales. Éor
otra parte' es obvio que conociendo la frecuencia, la intensidad o la duración
de una conducta problemática no se sabe aún si debe catalogarse ésra como
exceso o como déficit. Se necesitan para ello, además, normas o criterios acerca
de lo que es adecuado o normal, con los que comparar la frecuencia, la
duración o la intensidad obtenidas en un caso particulár. Catalogarlas de una
u otra forma sobre la base de lo que el terapeuta o evaluadoi conductual
considera que es lo normal o adecuado, posiblemenre no es más objetivo que
catalogarlas como tal o cual enridad nosológica.
Barrios y Hartmann (1986) han señalado que para clasificar de forma
objetiva a las conductas problema como excesos o como déficit es necesario
98
Antonio Godol
disponer, bien de normas estadísticas de actuación del
grupo sociar al que
pe.enece el sujeto, bien de criterios de ejecució., d"rii"do,
d; i; ;;.'r;
Propone en el desemp:ñg c.orpleto de las tareas o frrncio.res que se anahzan
o de criterios de bondad de los resultados pr"d";¡;;
fo, dichas tareas o
funciones, o bien de criterios de validación social br"rr..ri"rrt"
expresados en
propuesta por Barrios y Frartman"
expec_
ll.lq:t:ll:lresuntl
tatlvas existen, en,el medio social que rodea al paciente, lilse;, ¿qué
i"
,,
ción y de los niveles que debe arcairzar, de tal for*"
".,.rr_
q""a. roo'"tido
rl
l*r "..r.,
juego normal de refueizos en dicho medio?
. Ante lo que acaba de decirse en er punto anterior, como es obvio, los
criterios contra los que debe contrastarse^la bondad d.l tr"ta-i.nto
son completamente distintos en uno y otro enfoque de la te.api". pr,
primer caso
(enfoque eliminador) se_ rrara de averiguar si la conduit"-probl.-a
"t
ha desa_
parecido tras la aplicación del traramiÁto y si continúa ,ii,
apar.."r durante
el seguimiento. El.mejor punto de compaiación en.rte
ill;;;
base. En el se.gundo caso (enfoqrr. .orrri.uctivo), se rrara".rfáqr".,
más bien de con-ñr"
trastar si las herramientas .o-port"-entales piopo.cionadas
al ,";"r"
orientado su vida diaria por un camino mejor quá tru.r.ado
por'eL rr"r""l
miento. La valoración, en este último ."ro,'."rrrlta bastante
más compleja y
supone
se evalúen muchas facetas de la vida del sujeto y, poribl"-"rrtJ,
-que
de muchas formas distintas. Desde esta perspectirra, los'pu.rio,
d" .o-p".r.ió."
otra,
parte,
rro
,"
traiaría
de
sabei
cuánro
nos hemos
:o".múltiples..Por
alejado de la línea base (multilínea base), sino cuánto nos
hemos
los criterios positivamenre propu.r,or. El éxito de to, ."*uior, "....ráo-"
p"o-;;"r;
juz,gará. por la magnitud de la-diferencia
enrre el .rr"do-].,.r^i y
reflejado en la línea,bT"r d: rnanera que cuanro mayor
"r'estado
sea dicha -rgrrirud,
tanro más efectivo habrá sido el traiamiento. La Éondad
de los li-ui.,
vendrá dada, más bien, por la magnitud de la difere";;;;;.
el estado actuar
y. los estados propuesros como metas, de tal f.;;
;;;^.rr"rrro rnenor sea
clrcha magnrtud, tanro mayor habrá sido el éxito
del tiatamiento.
u.+.
El esrudio de
los
objetiaos terapéuticos
Las conductas meta, o conductas objetivo,
constituyen aquella clase de con_
ductas a
]1 9ue se dirige, . ,?!:J ,l;';."" se cenrra lá irrt"rrr".,.ión terapéutica
(Evans, 1985). IJna viz modificada, 1".
.orrductas objetivo ,.
deben haber quedado igualmenre r",irf..i"r^i;;"^';'i"-",ra", ,rrporre que
del pa_
ciente (Baer, 1982)' si; embargo, no toda ¿"--¿á
o'qJ"¡"
produce
una
condu*a objetivo. con frecuer,"cia una d;;r.d;-;";";.";;p.ne
que
el
terapeuta debe proponer varios puntos sobre
ros q". l"'i"l"pi" a"u. incidir. y
El proceso de Ia ez,aluación
conductual
99
al revés, en algunas ocasiones se espera poder cubrir varias queias o demandas
con la intervención sobre un único punto.
Aunque suele hablarse de conducras problema y de conductas objetivo,
en muchas ocasiones el terapeuta de conducra propone como problemas o
como puntos sobre los que debe incidir la terapia, no clases de conductas,
sino más bien determinadas condiciones ambientales. Así se hace cuando lo
que se ve como problemático no es la conducta del niño, sino más bien la
relación entre los padres, o de éstos con el niño, o la disposición de determinados enseres en el hogar, en una residencia o en la clase, o el momento
y/o el lugar en el que sucede la conducta, etcétera).
1r.4.1.
La elección de las conductas mera
Desde un punto de vista cenrrado en el problema, Nelson y Hayes (1986b)
señalan algunas consideraciones que utilizan los terapeutas de conducta para
guiarse en la elección de las conductas objetivo y de la secuencia más idecuada en que debe abordarse cada una de ellas. Dichas consideraciones son
las siguientes:
1. Deben cambiarse los comportamientos que son física, social o económicamente peligrosos para el paciente o para los que le rodean (Kanfer, 1985).
2. una conducta es anormal y debe modificarse si es aversiva para el
propio sujeto o para orros, bien porque se aparra de lo que se espera del
sujeto en ciertas situaciones, bien porque resulra impredecible (Ullman y
Krasner,1969).
3. Se debe cambiar una determinada conducta si así se flexibiliza el reperto_rio_del paciente, de tal forma que se aumenta el bienestar individual y
social a largo plazo. Por ejemplo, cuando con la implantación de una nueya
conducta o con la eliminación de la actual se maximiza la obtención de reforzadores a largo plazo (Krasner, 1.969; Myerson y Hayes, 1978).
4. La conducta a implantar en lugar de la conducta problema debe establecerse en términos positivos y constructivos, en oposición a la visión supresora o negativa. La razón de este consejo reside en la idea de que las
conductas positivas, constructivas, tenderán a mantenerse si tienen validez
ecológica, en,tanro que la eliminación de las conducras negativas puede ser
sólo temporal, especialmente si tenían por función, como i.t"l" s.r el caso,
obtener reforzadores que con la eliminación de dichas conductas ahora no
se obtienen (Goldiamond, 1974; McFall, 1982; \Winett y Vinkler, 1972).
5. Deben obrenerse niveles óptimos de funcionamiento, y no sólo niveles
medios (Foster y Ritchey, 1979;Yan Houren, 1979).
,
6. Se deben seleccion ar para su modificación únicamente aquellas con-
100
Antonio Godol
ductas_que el conrexro conrinuará manteniendo (Ayllon y Azrin,196g). Debe
entenderse aquí por <<contexto> no sólo el entorno físico y social que rodea
al paciente, sino también su sisrema de valores y .r..rrói.r, .rp""i"l*..rr.
cuando éstas son consonantes con el medio sociai en el que se iesenrruell'e
(Kanfer, 19S5).
7. Sólo se deben considerar como conducras objetivo aquellas que son
susceptibles de ser rraradas, dados los recursos con que ..r"át"r, el paciente
y el terapeuta y con los medios disponibles en un determinado momento de
desarrollo de las técnicas terapéuticas (Kanfer, 1985; Kanfer y Grimm,lgTT).
u.4.2.
La prioridad en las conductas objetivo
La cuestión acerca de qué conducta objetivo se debe inrenrar alcanzar en
primer lug.ar se plantea siempre que el problema no es <<monosintómaticon,
es decir, siempre que exista más de una conducta objetivo. En estos ."ror,
la conducta a modificar en primer lugar será:
1. La conducta que resulte más molesta para el paciente o los otros significativos, ya que de esta forma el propio p".ietrt" o los orros, como mediadores, estarán más motivados a conti.rrrri.on el tratamiento si se benefician con la inrervención (Tharp y Wetzel, 1969).
2. La conducta más fácil de modificar, ya que los resultados rápidos motivarán al paciente y/o a los otros significativoi y los llevar án a eiforzarse y
a colaborar en los intentos terapéuticos (O'Leary, 1972).
3. La conducra que produzca la máxima gáneralización de los efectos
terapéuticos (Hay, H^y y Nelson, 1977).
4. La primera conducta de la cadena en el caso de que varias conductas
constituyan una cadena comporramental (Nelson y Hayes, 19g6b).
, Estos consejos generales, surgidos del sentido común o de las teorías
subyacentes a los modelos conduituales, no parecen universalmerr"
"pli."bles,, excepto en lo que respecta a los puntos rres y cuatro. Así, por ejemplo,
puede aducirse con respecro al primei aserro, qrré cuarrdo se elimi,ra't"
-¡,
molesto para el paciente o p"t" los orros significativos, existe cierta probabilidad de que se. abandoné el tratamiento,"ya q.r", hábi.r,do eliminado la
conducta más molesta, el. coste de seguir con el tiatamiento pudiera ,"r.rlt".
mayor que el que supondría abandonarlo. Algo semejante p*d" decirse con
respecto a la segunda afirmación. Aunque en algunos .".o, el elegir una
conducra sobre.la que los efectos de la iniervención"sean rápido, pr"d? ll.1rr.
al sujeto a implicarse. más en la terapia, en orros ."ro, prr"de ..e".1"
""f".-a
tativas de que todo lo que resra es igualmen te fácil y_rapido, llevándoio
El proceso de la eaaluación
conduaual
101
desanimarse, e incluso a abandonar, ante los primeros inconvenientes, dificultades o recaídas.
En nuestra opinión, parece más sensato intervenir en primer lugar (excepto en aquelloi casos en que existen conductas_ peligrosas o muy aversivas
pir^ el sujáto o los que lo rodean) sobre aquellos elementos
(conductas_ o
ir.ror., ambientales) que produzcan ln Proceso de intervención más úpido,
más generales. Aunque el análisis de tipo
parsimonioso y dotadó dé
"f".tos
iistémico es mucho más complejo y prolonga el tiempo necesario P^ra realizar la evaluación pretratamiento' Pensamos que posiblemente resulte más
económico a largo plazo, teniendo en cuenta la duración total del Proceso
evaluación-tratamiento-valoración de los efectos.
l.s. Criterios directrices para la elección del tratamiento adecuado
como se ha dicho anteriormente, que la evaluación debe señalar,
cuál es el tratamiento más adecuado. Ello supon! 9ue la
manera,
alguna
de
existácia de un sistema de conocimientos que permita que' conociendo el
diagnóstico, se sepa igualmente si existe o no tratamiento /, en el caso de
que
- lo haya, cuál es el apropiado.
Nelson (1984) y Nelson y Hayes (1986b) han propuesro que las estrategias principales para elegir tratamiento pueden agruParse_en tres categorías
funcional, la estrategia de la conducta clave ("beysIlarifi.atotirrt
"lanálisis
tone behavior,) y la estrategia diagnóstica' A estas tres estrategias de -actuación posibl.-"tti. pueda añadirse una más, denominada <estrategia de la guía
teórica".
Se supone,
II.5.t. La estrategia del análisis funcional
la estrategia clásica en terapia de conducta para unir
evaluación y tratamiento, esto es, para derivar el tratamiento adecuado a
partir de los datos de la evaluación'
con frecuencia, sin embargo, el análisis funcional, fiel a sus orígenes
dentro de las teorías operantes, ha sido un análisis funcional oPerante Y, con
más frecuencia aún, se ha venido haciendo en exclusiva cuando lo que se
pretendía era la eliminación de conductas problema. Fn estos casos' como
repetidamente se ha señalado, el estudio de las conductas problema d-ebe
,"ilit rt" mediante un cuidadoso análisis topográfico, al que sigue el análisis
funcional propiamente dicho.
Cuandt di lo qne se trara no es de la eliminación de alguna conducta
problema, sino más bien de la creación de nuevas conductas en el repertorio
El análisis funcional
es
-..'il
-
102
Antonio Godoy
del paciente, parece ser que el análisis funcional no se realiza con el mismo
esmero' limitándose, en la mayoría de
casos, a exponer de forma gr.r.r,
-los
en qué debe consistir la conducta a implanrar,
pero prescindiendo de d"Ti.rirl"
en términos de los mismos parámetros de f.ecuencia, intensidad, duración,
erc., empleados en orras ocasiones. De la misma forma, el anáiisis de los
estímulos ambientales que deben evocar y mantener la conducta a implantar
ha consistido, más en señalar qué estímuio, ," van a emplear durante la fase
de tratamiento que.en prever qué estímulos deberán p.o,ro.". y mantener la
conducta en el medio natural én el que vive el sujeto'.
Por otra pane, como han indicado Nelson y Hayes (19g6b), el análisis
^
funcional
realizado en la clínica con frecuencia úa distado brrtaie d;
t"r;cerse al análisis experimental del.comportamiento en el que decía basari,
r"
que las variables controladoras de la io.rdrrcta que se propo.r.., son bipoíéticamente controladoras y no ha habido .o-p.obr.ión previa de que
"i"ctivamente conrrolan la conducta a modificar. En la mayoría de los' casos,
el
tratamiento constituye la única contrastación empírica de las hipótesis fun-
cionales formuladas.
Por último, conviene hacer notar que en algunos casos el análisis funcional (operante) parece resultar basta.rte irrelevaite, especialmente en aquellas
ocasiones en las que se ha dado una explicación pavloviana a los probiemas.
rr.s.2.
La estrategia de la conducra clave
Dentro de la evaluación conductual se ha venido desarrollando cada vez con
más fuerza una nueva tendencia,
tal como es propuesta por algunos
-que
autores. (p..j., Patrerson, 1976; Wahler,
1975; Evans, ilSi¡, más que .Jrrrrr_
decir el análisis funcional clásico, lo complem"rr,". Érr" .í.i"rrt" ha venido
ganando terreno, especialmente desde la entrada dentro de la modificación
de conducta de la terapia.cognitiva. La estrategia de la condwcta
claae (okeystone behavior") parte del supuesto de que loi trastornos conduct.r"l.,
constituidos por clases de conduct"t q.r" se interrelacionan en los tres "ríán
sistemas.de respuesras: -o:gj, cognitivo fitrologr.o (Evans, 19g6).
se supone,
f
igualmente, que el modificar i.lg-""" ciase de á.rdrr.trr, o .lg.rrr",
.orrju.,",
de una determinada clase,
-odifi.a orras clases o la clase ..rré.r. Un ejemplo
de ello son las conductas qu9 se conciben como cadenas.rurrl",
y'"rri",
qr: t: espera que el cambio de la primera conducta (conducta .l"rr"; cambie
toda la cadena.
En palabras de Evans (1986), la estrategia de la conducra clave pretende
cambiar una conducta para que ésta cambié oúa, y ésta a otra, y
así sucesivamente..-_Por ejemplo, podemos aumentar las habilidades
de cómunicación
para facilitar las relaciones sexuales que, a su vez, disminuirán t" a.p..riorr,
El proceso de la eztaluación
conductual
103
lo que
debe reducir la ingesta de bebida. O podemos enseñar estraregias de
autocontrol para reducir la impulsividad, de tal forma que aumenten los
logros académicos, de manera que mejoren las habilidades y conocimientos
básicos que, a su vez, facilitarán las oportunidades laborales.
Desde este punto de vista puede fácilmente concluirse que raramente existe una conducta objetivo de tratamiento que deba elegirse en primer lugar,
sino que se extrae de un conjunto de conductas objetivo de más o menos la
misma importancia. Este enfoque implica que lo que existe son ciertos puntos
de comienzo, anteriores a las conductas objetivo a cambiar, que se eligen por
la facilidad o rapidez con que el terapeuta puede modificarlos y por los
efectos en cascada que sobre tales conductas objetivo producen.
Como puede apreciarse, pues, en tanto que el análisis funcional pretende
descubrir relaciones estímulo-respuesta, la estrategia de la conducta clave intenta descubrir relaciones respuesta-respuesra (Evans, 1985; Kazdin, 1985b).
La estrategia diagnóstica
Aunque en otras ramas de la medicina el diagnóstico suele hacerse en función
de los factores etiológicos que causan la enfermedad, en psiquiatría el diagnóstico se basa más bien en la forma, topografía o propiedades estrucrurales
de la conducta, en oposición a sus propiedades funcionales.
A pesar de estas diferencias importantes con los enfoques más usuales en
evaluación conductual, la estrategia diagnóstica es encontrada de utilidad por
muchos autores de este campo (Nathan, 1981; Taylor, 1983).
Según este enfoque, una vez que se le ha asignado a la persona un diagnóstico determinado, se elegirá el tratamiento que se ha encontrado más
efectivo para ese tipo de trasrorno, suponiendo que tal tratamiento exista.
Así, para la depresión puede aconsejarse la terapia cognitiva de Beck; para
las fobias, técnicas de exposición; para el exhibicionismo, sensibilizaciórencubierta, etc.
Posiblemente, como han señalado Nelson y Hayes (1986b), este enfoque
esté siendo frecuentemente utilizado por los evaluadores conductuales, aun
cuando suela hablarse con más frecuencia de la utilización del análisis funcional. Por ejemplo, los hallazgos de Felton y Nelson (1984) señalan que los
evaluadores conductuales concordaban más acerca del tratamiento ináicado
que.acerca de las variables controladoras de las conducras a modificar, lo que
desde el punto de vista del análisis funcional resulta poco explicable. Posiblemente, como concluyen Nelson y Hayes (1986b), muchos evaluadores
conductuales para elegir el tratamiento, más que el análisis funcional, utilizan
estrategias diagnósticas.
104
rt.s.4.
Antonio Godoy
La esrraregia de la guía teórica
si se admite' como
hace ya casi veinte años propuso yares (1970), que la
terapia de conducta.se,basa en cualquie. teoría o^sisrema
d. .orroá-Lrrro,
procedentes de lapsicología científici, y no únicamenre
en aquéllos d".irrrJo,
de las reorías del aprenáizaje,-puede'proponerse una cuarta estrategia
de
diagnóstico a la que podemos dé.romina,
l"
g"i"
,"óri.",
y
de
l"
"d"
a;.;i
análisis funcional no es sino un caso concrero.
- El procedimiento, brevemente expresado,-puede describirse de la siguiente
forma: enfrentados con las quejas y d"-"nd"r a.r
f".r""r", "t r.."p"'*"-r"curre al arsenal de teorías y conocimientos cienríficos existentes
en busca de
un sistema conceprual que verse sobre.Ia región de fenám.nos con
que se
encuenrra' de tal f"..-" que.le sea posible d"escribirlos con
precisión y encontrar estrategias de actuación para pasar de un estado a (óoinciderrrá
.o'
el que acrualmenre presenra el pacienie) ,rn .rtrdo u
con
las
1."i".iaente
"
metas últimas propuestas)
Esta parece ser la forma de actuar de algunos autores conductuales.
Así,
ante algunos problemas de tipo depresivo,"_pueden_llegar.
pl".r,""rr.
o;
estímulos discriminativos los pto.t o."., y qué estímulos "reforzantes
los man_
tienen (hipótesis operante de las
"g".r".r.im secundarias de los síntomas,), de
cara a someter al sujeto.a procesos de extinción. En
tanto que ante otros
.,,an acompañadas
."-ro.:,. en los
de una exrensa
_que las mismas conductás
pérdida de reforzadores puede recurrir a.las hipóteJir-J"
F"rr.. (1965), o a
la de Lazarus (1968b),
9i 1"9 que se considera á* .i1r;.á "rte sometido a
un programa de extinción
de las conducras más
(y, quizá, a un
programa de refuerzo de conductas de evitación). "d"pt"ti,u",
En otr", o.ário.r.r, po, .i
co.ntrario, puede pensarse que la.s quejas y dema.rdas
del pacient" y'*, f"miliares quedan mejor conciptualir"arr ¿Áa. u ,irii"
a. í"-i.,ro hn (1974),
en la que se ProPone que el paciente carece de las habilidadls
necesarias para
obtener reforzadorer
,,, medio social habitual; o ü¿ la teoría de la
".r
"indefensión.aprendid.a",de Seligman (.1975;,qbr";ror,, S;lig-"" y Teasdale,
1978), o d.esde la posición cogniti'a de Beck (r97g),
il. esre
las
quejas y demandas planteadar d" fo.-" ,"-.j".rr.,'rr.,
";..u' análisismodo,
más deconceptualizadas en una forma distinta y requerir
la
li:i1::,1:.j"1
,t".drr
evaluaclon
de unos
u otros contenidos, así como desembocar en uno u otro
tipo de rraramienro.
. Sobre las ventajas relativas de uno u otro enfoque de elección del trata_
mienro exisren discrepancias entre los distintor
io qu" sí parece
claro en esre mome"r9,..: q"r"
se justifica l" ",iror"r.
.".o-"rÁció.,
que hacen
lo
algunos.de que el análisis iuncionar
debe hacerr" j. ¡;;;a rurinaria. En
primer lugar, porque en algunos casos pued. ,"rrlt' i"irif.
e" *g""¿r,
El proceso de la eaaluación
conductual
lo5
porque en otros casos, aun cuando no resulte gratuito, la razón coste/bene_
ficio, si.se compara con otros procedimientos,"no lo hace aconsejable.
Posiblemente, como han señalado algunos aurores (Haynes, 19g6; Nathan' 1981; Nelson y Hayes, 1986b),
Jlg.r.r", situaciones'sea mejor el em"r,
una esrraregia y en otras el empleo
de otra. Así por ejemplá, Nathan
fJ::
{..
(1981) ha propuesro.que en los trastornos con una etioügía 6i"ügi.".elativamente clara, puede resuhar de más utilidad el enfoqüe diagnéstico. En
tanto que el análisis funcional sería más idóneo en los ir".tor.ró, almmenre
dependientes del ambiente circundante. Haynes (19g6), por su parre, propone
que el acercamiento diagnóstico puede resulmr pr"f.ribl" al a.ráliri, f.rrrcio.r"l
cuando. existe, para un
.determinado tipo de tiastorno, un tratamiento que
sea. suficienre y proporcione una alta piobabilidad de éxito (p..j.,
la deserisibilización sistemática o las técnicas di e"posición con t". roüi"rj.
l.o. Eoaluación de los reswltados del tratantiento
II.e.t. Razones Para realizar una valoración sistemática de los resultados
Existen muchas razones que aconsejan la realización de una valoración sistemática de los resultados de las intervenciones psicológicas (Hayes y Nelson,
1986; Nelson y Hayes, 1986b). Entre las señálad"r Áá, frecue.rte-enre se
encuentran las siguientes:
1. La calidad del
.servicio al paciente se mejora, ya que la valoración
proporciona información acerca de la magnitud y direóción de los cambios,
así como acerca de en qué medida se camina hacia la consecución de las
metas
últimas del tratamiento, permitiendo con ello la corrección de los fallos o
deficiencias que se observen (valoración formativa).
2. Cuando la valoración se realiza tras la terminación de la intervención,
bien inmediaramente después de la misma, o bien durante el período de
seguimiento, la valoración. permite apreciar el grado con el qrl. ,. h"., alcanzado las metas últimas del tratami"nto y, por"tanto, si el tratamiento puede
considerarse o no como un éxito,.en qué medida lo es y con respecto a qué
criterios de los utilizados (valoración normativa).
3. La valoración normativa realizada sobre los procedimientos de intervención nos da seguridad acerca de su calidad y per-ite diseminar mejor
los
tratamientos' como productos psicológicos que son, entre sus .orrrrr.rrídor"r,
teraPeutas' responsables de la administración indirecta de intervenciones
psicológicas (gerentes, directores médicos, responsables de salud, .,..;, p*i*-
I
tes (Pelechano, 1980b, 1980c).
4. Por último' la realización de valoraciones sistemáticas y cuidadosamen-
te realizadas hace avanzaÍ las ciencias clínicas
nuestros conocimientos técnicos y aplicados.
II.o.z.
y contribuye al aumento
de
Valoración de las meras últimas del tratamiento
Las conductas objetivo, sobre las que se realiza la intervención, habitualmente son escogidas por el terapeuta de conducta, con frecuencia de forma consensuada con el paciente, sobre la base de su consideración como conductas
adaptativas; es decir, sobre la base de su adecuación para alcanzar las metas
últimas del tratamiento. Éstas se eligen sobre criterios de valores culturales
y personales (vilson .y o'Leary, 1980) y para establecerlas en terapia de
conducta se debe reahzar un contrato, p..rri"-ente consensuado, errtr.
"l
rerapeura y el paciente o quien lo ,epresenta (Davison y Stuart, 1g75; Nelson
y Hayes, 1986b).
Desde yn punto de vista cenrrado en las conducras problema, puede pensarse que el establecimiento de las metas últimas de la intervención d.p"nd"r,
del paciente o de las personas bajo cuya tutela se encuentra, en el .rro d"
los sujetos. incapacitados. Desde.un punto de vista sistémico, más amplio, el
establecimienro y la valoración de la consecución de las *.,", últimas p"áa"
resultar bastante más
_complejo. Desde este último punto de vista, el esiablecimiento del éxito del tratamiento depende de diversos criterios que pueden
diferir según los agentes sociales ., oi.r, personas significativa, q,r. 1.""Ii..r,
la valoración de los resultados. Esto hace qrr" ,"" .recelario hacer un muestreo
de los. otros significativos en los distintoi ambientes en que se desenvuelve
el paciente para establecer cuáles son los criterios de éxitf que utilizan. De
un ambiente a otro y de un valorador a otro estos criterios pueden diferir,
tal como se. ha puesto de manifiesto en algunas obras relacionadas con la
y{oJacioi .de programas de intervención é."j., Stufflebeam y Shinkfield,
1987). Así los criterios empleados para ,ralo.ar una misma actuación
difieren
dependiendo del sexo, la edad o el orol, del que actúa (McFall, f fSZ;. De
la
misma forma, los criterios con los que se .,oaló.a la adecuación de ,r.rá
d.,.rminada actuación pueden ser muy distintos, según quién sea el que l,
Así, parece simplista suponer qu9 la adecrac.-ión áel cambio diperrde";i";;.
única
y exclusivamenre del grado de cambio que se ha producido con respecro a
la línea base y d.e la dirección del misml. u'a
-irrn" magnitud de cambio
en determinada dirección puede ser valorada como
-ry ,"lJr,"nte y adecuada,
o irrelevante y contraproducente, según los criterio, á.
que .rti"de.rración
licen los agentes sociales que se ,o-á., como jueces.
El proceso de la evaluación conductual
II.6.3.
Procedimientos de valoración de los resultados
Puede decirse que existen dos formas fundamentales de valorar los resultados
del tratamiento: con resPecto alalínea base y con resPecto a los objetivos
meta o fines últimos de la intervención.
base
II.6.3.1. Valoración d.e los resultados del tratamiento con respecto a la línea
La comparación del estado del paciente, en cada una de las conductas elegidas
objeto de intervención, y su situación en las mismas durante
-.no .orducta
la línea base es propia de los acercamientos centrados en el problema, y más
del impacto
lrr. rrrrr r,,"lora.iórrie la mejoría o eficacia supone una valoración
del tratamiento.
La diferencia entre los valores actuales y los valores de las mismas variables durante la línea base proporcionan una medida de la magnitud y dirección del cambio producidá .rrr.. ,rrro y otro momento. Si el diseño según. el
r; ha llevado a cabo el tratamiento resulta metodológicamente adecuado,
il"
j""d" concluirse además que dicho cambio probablemente. ha sido debido a
i"*"rriprrlrción o inrerverrción realizada. Sin embargo, no siempre es posible,
en la práctica clínica diseños metodológicamente apropiados. que
"-pl."i
p"r*i,"., .orr.l.rir, con un alto grado de seguridad, que ha sido el tratamiento
'aplicado y no algún otro factoi el responsable de los cambios producidos'
' L, .o-p"rr.i"ó.r de los valores actuales en las variables elegidas .9t :Yt
valores .r, L lírr." base a lo más que llega es a mostrar que se ha producido
cambio en la dirección esperada, pero no que dicho cambio sea altamente
relevante.
t1.6.3.2.
$
i
i
*
j
*
Valoración de los resuhados de la intervención por comparación
con las metas úhimas del tratamiento
Como acabamos de manifestar, quizá no interesa tanto la magnitud del cambio como su relevancia clínica y social. Sin embargo, la relevancia clínica no
se exrrae de la comparación del estado actual con el estado durante la línea
base, sino de la comp aracíón del estado actual con los obietivos meta Pre,rir-"nt" fijados. Cua.tto mayor es la coincidencia del estado producido por
el tratamiento con los objeiivos meta propuestos ' t^fita mayor relevancia
clínica posee el cambio operado. El criterio de bondad qu_9,- segú¡r Parece'
.o.rrri..r. utilizar no es la significación estadística de las diferencias pre y
postratamiento, o entre el gr,rpo control y el experimental, sino la concordancia entre el estado ptodrr.idt tras el tratamiento y el estado que se deseaba
-_--.:ianl
Antonio Godot
108
conseguir, así como la estabilidad temporal del estado alcanzado. Es esta
estabilidad la que asegura que el nuevo estado no es una fluctuación azaros^.
Por otra parte;la concordancia entre el estado deseado y el estado conseguido
asegura q.re el cambio no es despreciable, que es clínicamente relevante' sea
o no estadísticamente significativo.
En nuestra opinión, pues, la línea base es de utilidad para esmblecer si se
ha de emprendeio no algún tipo cie intervencióny Pafa calcular la magnitud
del cambio producido tras el tratamiento. En ningún caso Para iuzgar acerca
del éxito de dicho cambio, dando Por suPuesto que se haya producido.
Si el comportamiento que el sujeto manifiesta en el estado conseguido
concuerda con los comportamientos del universo (o universos) definido
como meta y el estado instaurado perdura, el terapeuta dirá que el tratamiento ha tenido éxito, ya que se ha logrado la meta que se buscaba. Esto, obviamente, supone que los universos definidos como metas, así como el muestreo realizado de cara a la evaluación de los mismos, se han elegido con
cuidado, habiéndose incluido qué conductas deberá manifestar el sujeto, qué
conductas no deberá manifestar, en qué situaciones deberán aparecer y en
cuáles no..., así como qué criterios de adecuación va a emplear el propio
paciente y los distintos agentes sociales que van a valorar los resultados alcanzados. De esta forma, más que una medida del cambio o impacto de la
intervención realizad¿, se obtienen diferentes valoraciones de la adecuación,
bondad o éxito del cambio logrado.
III.
LECTURAS PARA PROFUNDIZAR
Barrios, B. A., "On the changing nature of behavioral assessment>, en A. S. Bellack
y M.
Hersen (comps.), Bebar¡ioral assessment: a practical handbook,3.'ed., Nueva York, Pergamon Press, 1988.
Egan, G., Tbe skilled belper,3.'ed., Pacific Grove, Calif., Brooks/Cole, 1986.
Fernández Ballesteros, R. y Carrobles, J. A. I. (comps.), Evaluación conductual: metodología
y aplicaciones, 3." ed., Madrid, Pirámide, 1986.
Goldfried, M. R., "Behavioral assessment: an overviewo, en A. S. Bellack, M. Hersen y A.
E. Kazdin (comps.), International bandboob of bebaoior modification and therapy, Nueva
York, Plenum Press, 1982.
Kanfer, F. y Schefft, 8., Guiding tbe process of tberapeutic change, Champaign, Ill., Research
Press,1988.
Nelson, R. O.
y
Hayes, S. C. (comps .), Conceptual foundations of behaoioral
Nueva York, Guilford Press, 1986.
assessrnent,
6.
EVALUACIÓN CONDUCTUAL Y EVALUACIÓN
TRADICIONAL: LA CUESTIÓN PSICOMÉTRICA
F¡RNRNoo Stlva Y CARMEN MRRtoReI-l
I,
INTRODUCCIÓN
Este capítulo se inserta en el problema de las relaciones entre la novel disci-
durante el desarrollo de la modiplina de la eztaluaciór rorduciual
-nacida
?icación y terapia de conducta- y lo que, desde esa disciplina' se ha venido
llamandó (en verdad, de manera algo despectiva) ..evaluación" o "diagnóstico
rrrr comienzos, la evaluación conductual se
tradicionai". Es evidente que,
".rfrente a la evaluación tradicional, siguiendo
anti;ética,
autodefinió de forma
con ello la tendencia usual de una nueva disciplina, de proponerse antitéticamente en relación con otras que la han precedido dentro de un mismo
ámbito de acción (p..j., Goldfried y Pomeranz, 1968; Mischel, 1968). Sin
embargo, lo que .r'L"no, comprensible es que en una etapa como la actual,
más alanzadi d" la evaluación condnctual, resurja con fterza y de manera
polémica, el problema de sus relaciones con la evaluación tradicional' Así lo
.tó obrt".tt", muchos trabajos tanto presentados en reuniones cien"tertigrr"rr,
tíficas como publicados en libros y revistas especializadas (p.ej., Barrios, 1988;
Barrios y Hartmann, 1986; Cone, 1981, 1986,1988; Nelson y Hayes, 1986b)'
Antes de introducirnos de forma sistemática en este problema, y deseando
acotarlo de modo más preciso, deben decirse algunas palabras acerca del
concepto de evaluación conductual.
II.
CONCEPTO DE EVALUACIÓN CONDUCTUAL
Intentar aclarar ciertos aspectos del concepto de evaluación conductual en la
actualidad no constituye solamente una cuestión de elegancia expositiva. Al
contrario, de él se desgrana en realidad todo lo que seguirá a continuación.
Observamos que a la expresión oevaluación conductual" -históricamente
tardía- se le ieco.roce hoy un carácter comprehensivo que recoge anteriores
expresiones tales como la de diagnóstico conductual y (al menos en parte)
Universidad Complutense de Madrid (España) y Universidad de Valencia (España)' respectivamente.
110
Fcrnando Siloa
y
Carmen Martorell
análisis conducrual aplicado. Asimismo,
y siguiendo a la gran mayoríade los
aurores, incluimos el anárisis funcional
á" .;;i;.; ;;;;-. de la evaluación
conductual y, a saber, como su tarea centrar
,"rrro-arraruación de pretra_
ramiento: realizar una exploración.que_ permita
".,formurar
hipótesis acerca de
enlaces funcionales .r,tr. i", variables
d; ,.;;;r;"^.*r.
de estudio y aque_
,.,'" inados p,o.",o, p,i."fu
qí"
Ji.,
llX'
"p,"íat
La historia más reciente de la evaruación conductual
habla claramenre a
favor de una fuerte expansión o ampliación,
ranro ."
,."¡ao
reórico como
metodológico
;i;;,
fl::*::::,,f
ilpri.,"
"" iri, po, ejemplo,
v apricado (Strosahi y rináha", tisi¡i.^
er
concepro de conducta abarca ros t.é, sistemas'J.
;;ip;;.a
propuesros
por
Lang (i968), donde el sistema cognitivoverb"r
.ro,
nión de la gran mayoría de los
"t.'";;t menos en ra opi_
a acontecimierrtos.encubiertos>;
en
"tr"ro..r,
buenas cuentas' subjetivos. El objeto
,"n,o de estudio ;;;" de intervención
llamada conducta mera o <target brhr;;";,,:;ir"o'.,
considerado
-la
forma puntual (vahler y
trs'i; Err"ns, 19g6). Existe cad.a vez más de
.Fox,
la
tendencia a una aDroximáción ,i.rdroáeai.a
que acerca a los evaruadores con_
ductuales lo, .riuerzos raxonómicos
de la psicopatología actual (p.ej., Her_
" llsgu¡.
sen y Bellack,
Esto conileva una
aienciói a las relaciones R_R,
no va tan sólo de utilidad, en el capíturo -mayor
de lás efe;;;;;;
irn"rarir^rión, sino
también en el momento de for*ur", hipot.ri,
Io que se
extiende hasta hacer,que algunos autores
"tpli;;;;r",o=r-o,,
vean la
rr".erid"d'de reintroducir el
concepto de personali!:^/-,".r:"nrpretado
,,, ,,.r--r,J,]Jr.,"f-"nte) (Staats,
l986)' Asimismo. la vertiente esiimura, es
" vista.on
-ryo. amprirud que
anraño' dejándose ver la crara infruer,.¡,
á. rr"pri..i"grr'l-ui.rrrrl, que ha
hecho a los evaluadores .""a".r.r"i",
,"rrribl", a- ra consideración de
influencias mediatas, tanto del ambiente-;,
sobre ra conducta, como de la con_
ducta sobre el ambiente, abriéndos"
;;, ro tanto i. .-.rriaeración de pe_
ríodos temporales más dilatado, (Mrit"ns
y \X/itt. "lggg). Todo esto, en fin,
ha hecho necesaria ra apertura , ;;;;r",
.rpli.at'i.,ro, á'" r, conducra quizás
d" r;;
'r.á'i;; v q"lnpri",, o,o."sos me-
::J':ffff'::l..';;::-{:':l:.'
;; ,li
es,
;
iTi ?:Tji:l;ffTT: 1::ffi : i J..'#ilffi I T"',jX_
toobservación ";t
y de iutoinform.
1H".r"r, y Bellack, l9gga).
Naturalmenre' esra,fuerte expansión ¿"
r. .""1"".1" .J"¿"ctual ha pues_
to en peligro su identidad. Hay
q"" di.;;;;;;;y
una evaluación
"uror.,
conductual, sino muchas (coíe,.
.,g¿).'s"
ru1.i,rl.'i"remicas
y posi_
ciones encontradas entre ttr .""1""¿oí.,
.orrdrr.tuales,
'*
coexistiendo
de ma_
nera casi
"esquizofrénica, planteamientos muy diferentes. para decirlo con
palabras de R. o. Nelsorr
lirsr¡, tr" ,.r-i""¿o ¿.rrr;*"*".rte el pe.íodo de
"luna de miel. de los años ,"r.nr".
Ahora bien' aunque sin duda existen
cuesriones conceptuales de fondo
y
m en,ar
i;
Evaluación cond,uctual y ez,aluación tradicional: la cuestión
psicométrica
111
será seguramente allí donde, en definitiva, se resuelva el problema, es en el
plano metodológico donde, en estos momentos, la polémica es más candente.
Baste señalar, como ejemplo, que la obra más importante de la última década
ltbro Conceptwal foundations of behaaioral
en evaluación conductual
-el
Hayes (19S6a)- trata menos de cuestiones
y
assessrnent dirigido por Nelson
estrictamente conceptuales y más de cuestiones metodológicas.
Detenernos en ello nos ayudará a precisar nuestro campo de indagación.
Esa polémica entre evaluación conductual y tradicional de la que hablábamos
al comienzo y que se ha reavivado recientemente dentro de la primera, toma
la forma más concreta de una discusión en torno alaintegración o alrecbazo
de los principios psicométricos, de los fundamentos que hacen posible la evaluación psicométrica I de los criterios psicométricos que han de orientar la
recopilación de información así como de valorar la calidad de la misma.Tal
cuestión, que se plantea desde que los evaluadores conductuales toman conciencia de la necesidad de asegurar la calidad de la información recogida a
través de sus estrategias e instrumentos de recopilación de información, acapara ahora buena parte de su atención. La mayoría de los autores están en
pro de una integración entre evaluación conductual y principios y criterios
psicométricos (aunque a menudo <con reparos"). Sin embargo, un grupo
influyente donde sobresalen J. D. Cone y R. O. Nelson, ha tomado al respecto una postura de claro rechazo. Para ellos, el modelo conductual y el
modelo psicométrico diferirían, fundamental y de forma resumida, en ties
vertientes (Hayes, Nelson y Jarret, 1986): a) la de algunos supuestos acerca
del comportamiento (supuestos de consistencia y estabilidad en el enfoque
psicométrico, que no son compartidos por el enfoque conductual), b) la del
nivel de análisis (grupal 'uersus individual), y c) la de los modelos de causalidad (causalidad estructural intrasujeto aersws causalidad funcional ambiente-sujeto). Todo esto conlleva, en mayor o menor medida, un rechazo de las
interpretaciones nomotéticas y normativas, así como de los criterios psicométricos de fiabilidad, validez y utilidad. Con ello tienden a subrayarse y
agudizarse las diferencias entre "las dos disciplinas de la psicología científica,
de que hablaba Cronbach (1957), el distanciamiento entre distintas aproximaciones a la evaluación psicológica que podría llevar, según la no velada
amenaza de Cone (1981), a una total escisión.
Tocaremos ahora solamente algunas cuestiones relacionadas con los criterios psicométricos de fiabilidad, validez y utilidad.
Fernando Siloa
III.
y
Carmen Martorell
FIABILIDAD, VALIDEZ Y UTILIDAD
ut.t. Fiabilidad
Comencemos con la cuestión de la fiabilidad en evaluación conductual. Es
muy posible que la crítíca más extendida de los evaluadores conductuales al
:."j"-qY" psicométrico se concentre en los supuestos de consistencia y estabilidad de la conducta que la interpretación cláiica de la fiabilidad lleva consigo
(Mischel, 1968). Sin embargo, el pensamienro psicométrico ha evolucionaáo
ya lo bastante como para dejar claro que el núclio de la teoría de la fiabilidad,
es decir, la teoría del error de mediiión, no riene por qué esrar necesariamente atado a supues.tos, por así decirlo, ontológicos-sobre el comportamiento; ni a una pretendida consistencia, ni a una pretendida estabilidad, ni a
ningún otro supuesto. Así por ejemplo, Raven, ya en el año 1966, áejaba
!i9n e1 claro que la estabilidad tempóral (que técnicamenre se conoce como
fiabilidad test-retest) no es deseable, ii r. ,rrpor. que se está intentando medir
conducras cambiantes a través.del ,í.-po, y c"rr.it (19g6) viene proponiendo
insisrentemente la exclusión de la estibilidad temporal áel .o.r..p- de fiabilidad. Por otra parte,la necesidad de la consistencia inrerna d"los instrumentos viene siendo también repetidamente cuesrionada en la vertiente psicométrica. Franzen (1989) resume la idea central al respecro:
grado de
fiabilidad de consistencia intern a varía según la homogeneidad"elteárica del
constructo que el test mide" (p. 25).Estabilidad y coisistencia dependen,
pues, de cuestiones
sustantivas que abordaremos próximamar*, y ,ro
.más
tienen por qué ser visras como requisitos ¿ priori de la calidad de un irrrrrr-
mento.
Hoy en día, y recogiendo el sentir de muchos evaluadores de la vertiente
psicométrica, los problemas de fiabilidad son visros, de forma pragmática y
más.realista, co.mo problemas. de .generalizabilidad" de las mediciáes
fuaá
emplear el neologismo introducido por cronbach y cols., 1963, 1972i. Lo
'generalizar,
esencial. reside en qué faceta €s en I,a_ que inreresa
y hastá qué
punto. Asimismo, inrerpretar los problemas de fiabilidad como pioblemas'de
genetalizabilidad nos ayuda a diluir los límites enrre los .o.r."iro, de fiabilidad y validez en su acepción tradicional. Con ello nos damos cuenra de
que.,_previo a to.d9 planteamiento concreto sobre la posibilidad de generalización de la medid a a úavés de una faceta determinada, esrá la cuestión acerca
de la definición de la conducta a medir y de si nuesrros insrrumenros dan
efectivamente cuenra de ella; para ponerlo en términos clásicos, la cuestión
acerca de si efectivamente estamos midiendo aquello que pretendemos medir,
todo ello y sólo ello, es decir, la cuestión
de^ la validez. No ., or.,
^rirr^
cosa lo que algunos evaluadores conductuales
pretenden con la introducción
Et,aluación cond.uctual
y ettaluación tradicional: la cuestión psicométrica
113
del concepto de <precisión, (oaccuracy,,,) (Cone, 1981; Jonhston y Pennypacker, 1980; Kazdin,1977), que a primera vista podría Parecer nuevo I 9ue,
én realidad, par€ce conllevar el peligro de un verdadero retroceso en la teoría
de la calidad de la medida (Barrios, 1988; Silva, 1989)'
ttt.z. Validez
Al entrar, pues, en la cuestión de la validez, no Pasamos de un tema a otro'
como se p"r" d" un lugar a otro diferente; más bien profundizamos en la
misma cuestión de inteniar desentrañar lo que esencialmente significa evaluar'
según el pensamiento psicométrico, y su eventual vigencia en evaluación conla médida en que este enfoque ha significado realmente una
du"ct,ral. P.ro
"t
evolución del propio pensamiento psicométrico, que no Parece haber estado
presente en etapas antériores, consideramos necesario detenernos brevemente
de la concepción más actualizada de la validez. Manteniéne.r dos
"rp..toi
dose fiel , l" d"fitti.ión clásica, la teoría psicométrica ha dado un paso hacia
adelante al insistir en que la validez se refiere, no a las puntuaciones o datos
en sí mismo, sino a lai inferencias que se hagan a partir de ellos bajo determinadas circunstancias (Cronbach,lg7l; Vernon, 1964). Asimismo, se insiste
en que el concepto de validez es esencialmente wnitarlo (Anastasí,.1,986;
Lanáy, 1986; Meisick, 1980, 1989), en que debemos evitar en adelante hablar
de otlpos, o ..claseso de validez (al menos en su sentido psicométrico) y
referirnos más bien a tipos o clases de evidencia, a énfasis determinados en
determinadas aplicaciones. Conservemos, sin embargo, la trilogía clásica "validez criterial", "validez de contenido,, "validez de constructo,, sólo con
fines expositivos, para discutir su eventual vigencia en evaluación conductual.
En óuanto a li validez criterial, debemos ante todo subrayar el aporte de
la evaluación conductual al esfuerzo por aproximar las variables predictoras
a las variables de criterio. Sin embargo, esto no significa, como pretenden
algunos autores (Cone, 1988; Hayes, Nelson y Jartet, 1986; Hersen, 1,976),
que los problemas de validez criterial tiendan a .desaparecer' de la evaluaiión conductual. Al contrario, subsisten en la medida en que no sea posible
que
prescindir de una estimación indirecta de las variables criteriales
-lo
ocurre con extfaordinaria frecuencia-; mmbién cobran mayor importancia
en la medida en que la consideración de las variables criteriales mismas se ha
hecho, como veíamos al principio, más molar y, en fin, mantiene plena vigencia la pregunta central que da sentido al concepto de validez criterial, es
áecir, la de predecir, dadas determinadas características de los sujetos y determinados prog.r-"s de tratamiento, los resultados de estos últimos. A algunos autores puede haberles engañado la apariencia, por así decirlo, <<camuil"d"" de los iratamientos que se relacionan típicamente con los estudios
tj4
Fernando Silva
y
Carmen Martorell
psicométricos de valid ez
.criterial (cuando se predice, por ejemplo, un derer_
minado rendimiento académico
o iaboral). sirl
a"ra. hace ya tiem_
po cronbach (1957) ha subrayadg
"r,rr".g;
.3.".;"1 a" r, f.áJi.J"
lue
"íp.obl"-"
es el de enconrrar el cruce óptimá Aptiiud
* Trrrr-i".rto, dando a este
último término una acepción, al,pli1..eni" q.r" ."il,;;;.
.r., prog."_a tera_
péutico como una determinada pünificación escolar
o ,rn d.,.r-inado puesto
de trabajo (Cronbach y Gleser, 1965).
Si entre algunos evaluadores conductuales ha existido
resistencia respecto
a la aplicación del concepro de varidez crirerial
er, ,,, dir.ipri"",
de aalidez de contenido.ha gozado, .r, ."-bi;, á;
"1.o":;;;
general.
se ha
llegado. a sugerir que el ún]co criierio psicométrico
"..ffi;0"
que tiene vigencia en
evaluación conductual sería el de la valide, d.
.";;;ii"lcrrar.i.; ; u;
han, 1977; Linehan, 1980).
A la gran popularidad. .or
.q.u. la validez de contenid o goza enrre los
evaluadores conductuales, ha colaborado
sin duda ru
relación con lo
que se denomina un .enfoque de muesrras, (.sample "rrr..h,
approach)ri ;;;;;;,;:
mienro. En efecto, los evaluadores condu.ru"i.,
," i¿"liri."n con esta apro_
ximación rechazando, a la vez,1o que se denomin"
"""f"q"" a. Cfí.r"
(sign approo.rh), q\" sería prop_io d" ,r.r,
concepción""tradicional de la con_
du*a, en el sentido de esiar ieterminada por ;",i;";;;;ntrapsíquicas,
no
observables ni contrastables
,.r" .or.Épción de la conducta que es tí_
-de
pica, ya sea de un enfoque psicodinámico,.ya
sea-de una psicorogía de rasgos.
sin embargo, exisre aqyí u.r pertinaz malántendid"
;;.';;, obriga a ftatar
este punro con mayor detalle.
Goldfried y Kent (1972), que ayudaron significativamenre
a popurarizar
esta distinción entre apro"imación a signos
y a muestras entre los evaluadores
conductuales, nos remiten a la fu.nte"original:
.r lib;o ;; Goodenough de
1949. No obsranre, sorprende observar que
aurores como c.o.rba.h
rigsaj
o wiggins (1973), citando también .r
,r"u";o-J.'óood..ro,rgh, vean
las cosas de manera distinta. Así, por-irmo
ejemplo, r"'ia"",rn.a al enfoque de
signos con la aproximaci ón actu.ariáI, que es esencialmente
empír ica y nada
inclinada a referencias intrapsíquicas, a l^
se afirma que la perspectiva
.u".que
de la,psicología de ras.gos
iarti.ipa -e, bi*T. ;;;';;rj-ación muestrar
que d¡ una aproximaciótr áe.signts.(crgnbach,
téri+1.ñl'q"eda,
pues, más
-'remedio que regresar a Goodeio"gh
1tl+f¡.
La autora introduce la distinció*n .n,r" ,igno
y muestra cuando, ar hablar
de técnicas.proyectivas, nos dice que d.b"
á-"'.r.
;."f"que distinto del
que en su libro se estaba tomando i"r,"
momento. cuando se trataba de
instrumenros psicométricos de inteligencia
"r. y de personaridad
(autoinfomes
sobre intereses, sentimientos, .reenciás, .r..j,
," i"rogi^^ *uestras de comportamientos que <se suponen represenrrtiuá,
de áreai -a,
de habi_
lidades, conducras o afirmaciones de las que
presumiblemenre"-plirs
se han extraído
.
Ez,aluación conductual
il
*
{
y e,Laluación tradicíonal: la cuestión psicométrica
las m.uestras" (Goodenough, 1949, p. s3). En las técnicas proyecrivas, en
cambio, se ve al comportamiento como signo, ya que .es inÉerente'a la
naturaleza de la misma de.un signo que sus caracreristicas aparenres no se
asemejen necesariamente a la cosa signlfi cada" (ibid).
Lo anterior nos hace ya adivinar que los rasgos estarán más cerca de un
e_nfoque de muestras, y el enfoque de signos, en ámbio, se encontrará
dentro
de los problemas de predicciói 1ré^t" lb;d, p. 100). Sólo rras esras observaciones puede entenderse el cuadro .o-p"r"tir,o que ofrece la autora entre lo
que llama el "mf¡e6[o de muestrar" y
ométod^o
signos,, en el cual, si
"l dirían de
no estuviese escrito por ella misma, muchos
qr. ," han cambiado los
encabezamienros... Lo reproducimos rexrualment"
icood.rrough, 1949, p.
1
00):
METODO DE MUESTRAS
METODO DE SIGNOS
Definición del uniaerso
Predefinido
Emergente
Límites del wniaerso
Arbitrario
Empírico
Designación del universo
Usualmente un nombre
Conductual en términos de
abstracto
probabilidad
Varía en mayor o menor
grado con diferenres
Comparativamente uniforme
Interpretación de la
terminología
investigadores
¿Qué mejor caracterización de un enfoque de rasgos que el que la determinación del universo esré predefinida, que sus límiies ,É"r,
q.r"
"rbitr".ior,de la
se trabaje usualmenre con nombres abstiactos y que la interpretación
terminología_ suela variar de un investigado. , oitoi pues bien, esro es
lo que
caracteriza al
"r¡{¿s¿o de muestras,. En cambio, el *método á" rigrror"
rec.e como más empírico, objetivo y ligado a lo conductual. Así
"pr_
p,r".r, .rr".rdo
ubica Goodenough a las técnicas proyectivas dentro del enfoqu. d" ,i;;;,
no es'. como podría pensarse, por la frecuente referencia ,
iñtrr"rriid"d",
psíqricas, sino. porque tanto el estímulo como la respuesra al
test son t;;;qáficarltgnte diferentes de aquéllas q-ue, a rravés del tert, se prerende pr"d..ir.
E¡. realidad'. 19 h_"y en Goodenougt ninguna referenci" .orrr,rrrcás hipo"
téticos, entidades intrapsíquicas, est;dos iriternos, rasgos subyacenres
que causan y explican la conducra, o cosas por el estilo. EI
d.
,igrror"
,"
"método
"criterial,
mueve en el ámbito de lo
.que_posteiiormente se llamará la validez
subrayando a la vez su obligadó carácter empírico.
N9r.".9To:, pueS, obligados a dar la ,^rón a Wiggins y a Cronbach, y
G.gldfried y Kent y a ranros orros aurores, en l" i,iá.p.étación que h";á
1o I
de la distinción de Go_odenough entre orientación a muestras y orientación
a signos. Goldfried y Kent (1972) no parecen inspirarse e., Goodenough
-a
Fernando Silz,a
y
Carmen Martorell
quien
9ij""- sino, por ej.emplo, en Mischel (1968), quien en distintos lugares
de su libro apunra a la distinción signos-muestras que se atribuye .rró.r."mente a esa autora. En realidad, sólo queda en pie, de la distinción original
de Goodenough, que en el caso de la orient"iió.t a muesrras ,. tr"tá d.
ceñirse lo más posible a un tipo determinado de conductas. Nada más.
Pero si nos volvemos a cenrrar en la importancia dada el concepto de
validez de contenido, la cuesrión resulta también algo paradójica. iuando
parecíamos encontrar al menos un punto de unión en el que había total
acuerdo entre los autores de la vertiente conductual respecto a los criterios
psicométricos, ocurre que se nos escurre de entre las manos. ¿por qué? porque la aproximación psicométrica está francamenre en vías de abandonar el
concePto de validez de contenido. En efecto, diversos aurores han señalado
ya desde hace tiempo su debilidad (Fitzpatrick, 1983; Guion, 1977;Loevrnger, 1957; Messick, 1975;T,enopyr, 1977). Pero tampoco se rrararía aquí de
descubrir cómo el único eslabón firme entre et'alrració.r conductual y
iri.ométrica se rompe. Los evaluadores de la aproximación psicométrica abandonan el concepto de validez de contenido, pero no los problemas tradicionalmente tratados en torno a,é1. Lo que ocurre es que, en su mayoría, parecen
e.star meior conceptualizados si se les enfoca a través del concepto de validez
de constructo (véase, por ejemplo, la recapitulación de Messict, 19g9).
La aalidez de constru-cro ha pasado a ser, sin lugar a dudas, el capítulo
más importanre denrro del tema de la validez, puesro que los co.rcepios de
"validez" y "validez de construcroo han terminado poi confundirse (Anastasi, 1986; Cronbach, 1980; Guion, 1977; Hogan y Nicholson, 19gg; Loeyllg"tr 1957; Messick, 1975, 1980, 1989) . Para comprender esro hemos debido dar anres dos pasos indispensables. Uno estala en la evolución del
c_oncepto mismo de validez: en la medida en que ésra se esrima en función
de la calidad de las inferencias que se hacen a partir de los datos obtenidos,
identificar los conceptos de valide z y validez dé constructo significa,
b.re",
nas- cuentas, que se reclama para tales inferencias un soporteleoricoconceptual cuya carencia durante muchos años ha ido en claro detrime.rto del psicodiagnóstico como disciplina científica alavez que aplicada (p.ej., Anast^asi,
19.67). El otro paso ha consistido en reinterpretár loi problemas de validez
c.riteriaf por un lado, y de validez de contenido, por oi.o, .o-o problemas
de validez de constructo (Anastasi, 1986). En el iaso de la valideL cri¡3rial,
esto se.logra al preguntar por los fundamentos teoricoconductuales que justifican la predicción y gún sus pasos, más allá de un empirismo .ie[o. Ásí,
las relaciones enrre predictores y criterios son vistas d"rrtro de uia ored
nomológica" donde se relacionan elementos observables entre sí, elemenros
observables y conceptos, y conceptos entre sí, tal como ocurre en cualquier
teoría científica. En el caso de la validez de contenido, se rrata de darnos
cuenta de que, cuando en ella se habla de .u¡iys¡so de contenidoso y d¿
Eaaluación conductual
y e,aluación tradicionar:
ra cuestión psicométrica
<muestra representativa" de los mismos, se debe
recurrir necesariamente a
conceptos que los fundamenten, les den sentido y marquen
sus límites
(Drenth, 1969; Silva, 1992).
. P.^r? poder discutir la cuestión de la vigencia de la validez de consrrucro
(es decir, hoy en día, de lavalidez psicomZtrica sin
más) en evaluación con_
ductual, se debe no sólo hacer lai acraracione, p;;á.;res,
sino precisar
tambjén qué se ha.de enrender por consrru.to y
validez
de
construcro.
io,
Así, hay que insistir en que a la noción
.orrrt.,r.ro,
d..i.,
d;
;;;..p*
-d.
inserro.en el.quehacer ciéntífico, no se le
",nirrgr.r, pr.,."riJ"
debe adscriúir
,,materiahzadora' (Loevinger, 1957; Messick, 19g1).
El estatus de los cons_
tructos es esencialmente epistemológico, y rro
el .orrr,r.r.ro
rr'
-.t"Íísico;
medio de conocimiento; ,ro e, ,rrra-"ntijad q". ,opo.rr, o
"r de
detráso
la conducta, sino *delante, de ella, entre la .orrd,.,'.,* y'.i ".rtá
.i"rrrifi.; ;;.1;
estudia, siendo su función ayudar a la hora d" ..u d.r.r'ip.io"
y de su l,rpri_
cación. Por ello, los constructos no deben ser, ni nunca
ñ"., .iio, porr.ri"áo,
-f
como desligados del dato empírico (cronbach- y Kirk, lgze
ó.""u".r,
,
Meehl' 1955). Al contrario, los .o.rrrr.r.ror, y lá validacrón
del .orrrr.r.iJ,
han sido vistos por los aurores como indisoiuLle;.;;;iü;os
a la evidencia
empi.ca; su tarea original esrá en potenciar la predicciórly ,r,
valor se j";g;
r".utilidad (Loevinger, 1959:Nunnally y Or.h"*,'1975). Dentro
del
ryl
necesano
rigor que implica la cientificidad, se manifiesta l^ ír. en la vali_
dación de consrructo toda la libertad de ql! d"b;
;;;; ^"l .i"r,,in.j-r, *
particular, el científico aplicado: no e"iste' límites,Zrp..ro
l.r.rrrrrJgl"r,
procedimienros, instru-énto, y tipos de datos p"r".r.i"l-ente
" útiles en una
validación de consrru r\o y, eria, i ra vez, ," i.r-r".p."ra
como un proceso
siempre inacabado, perfectible, en el cual se puede
d*;";. y del cual ninguna información,
coeficiente prrr,,r1i, d" .;;;d
razón (Anastasi,
*.r":-Messick, 19g9).
1986; cronbach, 1971;
En buenas .,.r.'rror, ra valijación de
constructo o,-repetimos, la validación sin.más desde.l
prr.rto d" uir,,
métrico, se identifica con.el proceso de formula.io. y'.o.rtrastación fri.ode hi_
pótesis científicas
decir, áe hipótesis teóricamente mediadas- en el cam-espsicológ_ica (óronba.h
po de la evaluación
y..!r"e!I, iñ;j. rt ,."/".r-q.r"
lleva desde la elaboración del concepr-o d" ,Lridr.
il ;;;J;".to a principios
de los años cincuenra, hasta su ideniificación con
.;;;;;;. de validez que
ha quedado firmemente establecido más recientemenre,
"i ;i; significado
otra
cosa que un esfuerzo por reinsertar a la evaluación
pri.oiogil" q,.r" h" á.
servirle sjem.¡r9 de soporte y de inspiración.
con lo dicho has_ta. aquí, que
.r..-or, reflejo fier del desarrolro del
"rl
pensamiento psicométrico, las frecuentes
críticas q.r" ,. ha., hecho desde la
evaluación conductual a la validez de constructo
quedan desvirtuadas. Tales
críticas se han centrado sobre todo en ver lo, .o.rrt..,.,o,
en una perspec"
tiva "materialista" o sustancialista (cone
,1g76,197g,1979;Goldf.ied'y K:;;,
118
Fernando Siloa
y Carmen Martorell
1972;Mischel, 1968) que ninguno de los aurores importantes en el desarrollo
de tal concepto ha defendido. Tampoco debe tenerse de los consrructos,
necesariamente, una visión estática; más bien al contrario, se viene insistiendo
cada vez más en la necesidad de centrar la indagación en el campo de los
procesos que dan cuenta de la génesis y de la modificación del comporramiento (Cronbach, 1984). Por otra parte, se ha señalado con frecuencia que
en evaluación conductual puede prescindirse de los constructos, puesto que
en ella se trabaja con conductas muy concretas (p."j., Fiske, 1979; Goldfried
y Kent, 1972). Sin embargo, y además de que, sobre todo en sus desarrollos
más actuales, parece imposible que en evaluación conductual puede prescindirse de la categorización conceptual del comportamiento (a lo que Skinner
nunca se ha opuesto...), el problema del grado de abstracción en la descripción
del comportamiento es, en relación con Ia validación de constrwcto, por así
decirlo, secwndario. El momento fundamental en el que interviene la valida-
ción de constructo en evaluación conductual es el de construir hipótesis explicativas acerca de la génesis, mantenimiento o modificación de una conducta en función de determinados procesos de aprendizaje; es decir, el momenro
de intentar un análisis, funcional de conducta. Dicho en forma más simple,
el proceso diagnóstico conocido como análisis fwncional de condwcta es un
proceso de validación de constructo (Silva, 1978, 1989).
III.3. Utilidad
.f
{{
$
:
Pero los evaluadores conductuales no se han planteado solamente cuestiones
relacionadas con la calidad o "bondad" de la evaluación, sino también, y
últimamente cada vez con más fuerza, cuestiones relativas a la wtilidad de la
misma. E,s nuevamente el grupo de Nelson el que se ha ocupado con más
detenimiento de esta cuestión, a través de su concepto de
"validez de tratamiento> (Nelson y Hayes, l9V9a, 1979b,1981, 1986b), que últimamente han
rebautizado como "utilidad de tratamiento" (Hayes, Nelson y Jarrett, 1986,
198Z; Nelson, 1988). La pregunta más general es, en sus propias palabras, la
siguiente:"¿Mejora esta evaluación los resultados del tratamienro?o. Tal pregunta puede formularse, asimismo y de forma más concreta, respecto a cada
componente del proceso de evaluación y también puede plantearse teniendo
como punto de comparación o bien la ausencia de toda evaluación (evaluación conductual aersws no evaluación) o bien, lo que es más realista, otra
aproximación evaluativa (por ejemplo, comparar la eficacia de la aproximación conductual en relación con la aproximación taxonómica).
Esta compleja cuestión de la utilidad de tratamiento comienza en los últimos años a atraer la atención de los evaluadores de conducta (más allá de
observaciones, por desgracia aisladas, que han existido siempre) y no pode-
Evaluación conductual
y
eztaluación tradicional: la cuestión
psicométrica
119
mos sino aplaudir que así sea (p.ej., Ciminero, 1977; Hartmann, Roper y
Bradford, 1979; Hayes, 1983; Mash, 1979). En efecto, la pregunta por la
utilidad nos parece, en una disciplina aplicada como es aquella con la cual
estamos tratando, de importancia capiml. Ahora bien, también en este capítulo se observa que algunos autores (Hayes, Nelson y Jarrett, 1986,1987) se
esfuerzan por desligar la "utilidad de tratamientoo de la aproximación psicométrica, en dos sentidos: por una parte, postulando que aquélla es independiente de los criterios psicométricos de calidad (fiabilidad, validez) f, por
otra, postulando que el concepto de "utilidad de tratamiento, es diferente
del concepto psicométrico de utilidad (que está inserto a su vez en la interpretación psicométrica de la evaluación como un proceso de toma de decisiones).
Nos ha parecido grave intentar desligar la utilidad de tratamiento de los
criterios de calidad de la medición, puesto que ésta es orra vía para terminar
por caer en un empirismo ciego. Por ello, nos inclinamos decididamenre a
ver el concepto de utilidad
como ocurre, por lo demás, en la aproxi-tal
mación psicométrica- como
distinto, pero necesariamente ligado a los criterios de calidad (Cronbach y Gleser, 1965; Viggíns, 1973). Asimismo, el
intento de distinguir la utilidad de tratamiento del concepto psicométrico de
utilidad nos parece fallido; aquí surge nuevamente el error frecuenre de algunos evaluadores conductuales, de no interpretar de forma adecuada la teoría psicométrica. Al contrario, defendemos que el concepro psicométrico de
utilidad puede ayudar a aclarar algunas cuestiones todavía confusas en el
concepto de utilidad de tratamiento (así, por ejemplo, si la utilidad de tratamiento se trata o no de un problema de coste/beneficio). El problema de la
utilidad de la evaluación
decir, del valor relativo de cada resultado,
respecto a otros resultados -es
posibles- es, en realidad, común a las aproximaciones conductual y psicométrica.
Con todo lo dicho hasta ahora, nuestra conclusión respecro a la pregunta,
"¿integración o escisión enrre evaluación conductual y evaluación psicométrica?", es clara y rotunda: integración No es difícil descubrir cómo los
evaluadores conductuales ayudan con importanres aportes que son de alcance
general, y que se ven desvirtuados cuando aparecen intentos separatistas,
exclusivistas. Asimismo, son evidentes los aportes de la aproximación psicométrica a la evaluación conductual, a condición de que los conceptos psicométricos se interpreten correctamente y se tomen en cuenta sus desarrollos
más recientes. Por otra parte, la integración nos parece no sólo conveniente,
sino necesaria. Concebida toda evaluación psicológica como un proceso siempre renovado, siempre en parre inédito, que debe llevar consigo el diseño de
su propia validación y abocado a la común tarea de predecir los mejores
resultados posibles en relación con determinados comportamientos de un
sujeto (o grupo de sujetos) sometido o enfrentado a una determinada cons-
Femando Siloa
120
y
Carmen Martorell
telación estimular, es difícil, Por no decir imposible, suponer que - ello se
logrará sin el concurso tanto de una aproximación descriptivocorrelacional
cJmo de una aproximación manipulativoexperimental. En nuestra opinión'
la evaluación conductual debe ser considerada dentro de un contexto más
a-plio (McReynolds, 1986; Mischel, 1988), donde a la.vez su aPorte pueda
dar'los *tyoát frutos. Con ello no hacemos sino alinearnos con quienes
disciplinas aplicadas,
fi.nr"n qrr" ..r evaluación psicológica, tal como en otras
t;g¡¡(fisa", la
psicologi,
la
de
oias
disciplinas
dos
iOlo ,r.r" integración de
a las
adecuada
respuesta
una
dar
l^ experimental,hará poiibl.
.or..l".ior,
^li,
preguntas que la sociedad nos plantea'
IV.
LECTURAS PARA PROFUNDIZAR
Fernández-Ballesteros, R. y Carrobles, J. A. I. (comps.)' E'ualwación conductual: metodología
y aplicaciones, 3' ed., Madrid, Pirámide, 1986'
u.íi.k, S., .validity", en R. L. Lynn (comp.) , Educational measurement,3'ed., Nueva York,
American council of Education y MacMillan Publishing company, 1989.
Nelson, R. O.
y
Hayes, S. C. (comps.), ConcePtual foundations of behavioral assessment'
Nueva York, Guilford Press, 1986.
Silva, F., "El análisis funcional de conducta como disciplina diagnóstic¿", Análisis
cación de Conducta,4, L978, pp.28-55.
Silva, F., E\aluación conductwal y criterios psicométricos, Madrid, Pirámide, 1989.
y Modífi-
LA GENERALIZACIÓN Y EL MANTENIMIENTO
DE LOS EFECTOS DEL TRATAMIENTO
MIcuREI- A. MTIAN Y Z. PETER MITCHELL
&
$
$
ü
I
{
.'l;
$
$
¡l
i1
s
l
I.
INTRODUCCIÓN
procedimientos surgidos de los principios del- aprendizaie
Las técnicas y los ^-".t"t"
convincente, su potencial para modificar la conhan mostradó, d.
ducta humana. Estas técnicas, incluidas con frecuencia bajo los rótulos de
uanálisis aplicado de la conducta>, <modificación de conducta> o <teraPia- de.
conducta> (ejemplificados, a su vez, Por revistas como Journal of Applied
Bebavior A'n'alysis [Revista de Análisis Aplicado de la Conducta], Behaaior
Modification fModi]icación de Conducta] y Behaaioar Researcb and Tberapy.
con éxito en el
[Investigación y Terapia de Conducta], se han utilizado.
i."t"-iáto de un impresionante conjunto de trastornos psicológicos experimentados por una sorprendente variedad de poblaciones de pacientes. 4 q"sar de ,., ü*ptobada eficacia, el enfoque conductual no se ha librado de las
críticas, tanto-de los psicólogos conductuales como de los no conductuales.
Una crítica frecuenre ha sido que los resultados de las intervenciones conductuales, siendo tan beneficioios, pueden estar limitados con respecto al
lugar y al tiempo (p."j., O'Leary y O'Leary,1976). Expresado de forma más
téJnica, las críiicas plantean las cuestiones del mantenimiento de los efectos
del tratamiento a lo latgo del tiempo y de la generalización de esos efectos
a lugares diferentes a aquellos en los que se ha desarrollado el tratamiento.
la crítica de que loi efectos del tratamiento puedan no generalizarse al,
omundo real,>, a menudo se plantea como si fuera un
mantenerr"
y
"r,
"1,del enfoque conductual. Ést" no es exactamente el caso
problema exclusivo
y, .o-o se verá en esre capítulo, la crítíca puede ser más_relevante para los
e.rfoques no conductuales que para el enfoque conductual. Por ejemplo,,en
los Estados Unidos, donde la terapia y modificación de conducta está lejos
de ser la forma más común de tratamiento psiquiátrico, un conocido problema es lo que se denomina la opuerta giratoria" del hospital psiquiátrico.
carson, Buicher y coleman (1988), por ejemplo, informan que hasta un 45"/"
L<¡s aurores expresan su agradecimiento a Kevin Baldwin por la ayuda prestada en la realización de
capítulo.
Georgia State University (F.E UU) y Mitchell and Associates, Nueva York (EE
UU)'
respectivamente'
este
122
Micbael A. Milan
y Z. peter Mitchell
de los pacientes dados de alta en los hospitales
psiquiátricos son readmitidos
antes de un año. Realmenre, el planteami.rrto^d.-'lr;-;;
," puede esperar
que se mantengan con el tiempo o que se generalicen
a través de las sit.ra_
ciones ios efectos del tratami"r,ro, ,rruo ,i !"
p.og.a-an'dicho, ..*loárr,
está presente en los
de investigación
1]::o.r los efectos" de dá Ín?a base .,iltipl. q.r" f#
den emplearse para evaluar
interrre.r.iorr"r-.o.rauctuales y no
conductuales (Barlow y Hersen, lgg4).
La inves.tigación conductual inicial estaba preocupada,
fundamenralmente,
lfi"il"*""i;'rt;;tl
i:l'ff i*l['o!]ll"i*ljl':,J""f.lii,'.1,'r?::"1,,T:::LllT::Xi:nÍl:,1
:,:"::.'::..1!:..1 i;definir
procedimientos
d.'r."r"-'i.r,rá
más allá de los
"laboratorios natuialer, óo-o las salas de clase, las institu_
y
las prisiones, en donde se llevaba .ruo ir-i.r".";gr.io".
:i"l"_r
Sólo cuan_
"
dó Hayes, Rincover y Solnick (19s0) revisaron
¿r"" J.'ra generalización
y el mantenimiento,.en los prim..o, o.ho
"r
ll'¡o*rar of Apptiect
""tJ-.r.r'Ji
Behaaior
psicólogos
conductuales ,rolr.i"r-# su mirada hacia
.Analysis,-los
estos fenómenos. Hayes y cokl enconrraron
que sóro er 19,3o/o de los artículos aparecidos a lo largo de los vorúmenes \-+
lles-tizt¡ ^bordaban la
g:!::^li??:ió1 v el mantenimiento. En los ,ig,ri.r,á'..rrrro
volúmenes
(1972-1975), los estudios
incluían .1.-"r,t"nl-i"";;
g.rr"r"-ü.il;
;t"
aumentaban al 24,8To,de -que
los artículos publicados- n"reraár" en esros
daros,
Hayes y cols. consideraron que el mantenimi""ro
y--r" )eneralización del
cambio de conducta eran los dos problemas más
imptr,"rr?", con los que se
enfrentaba el análisis aplicado de ia conducra
en l.;;;;-;.henta.
Anres de embarcarDos g¡_s¡¿ amplia discusión
r"ur" l, generarización y
el mantenimiento, debería señalarse q"", h"ri;
h;;;;;;,;stos
dos aspecros
no se distinguían claramenre como concepros separ"áor.
B""r, s7orf y Risley
(1968), por ejemplo,. incluyeron el mant9"i1i"*"
u";. Jr¿rrlo de ra generalización, en su influy".rt. dir..rsión sobre 1",
di-eírio.r., i-portantes del
análisis aplicado de la conducta. Sin embargo,
K;.;.i'i'Rin.ou" r (1977\
proporcionaron una demostración experime.fu 'a"
qr"" ir: i;;'r;;';"*;"]
nos independientes. Fn ese estudio, se enseñaba
*., niños autistas a que
siguieran una serie de instruccio.r"s
una sala "a" ,"."fi". Los resultados
indicaron que la conducta de dos de "r,
los niños se g.""."firrua a lugares ex_
ternos a la sala de terapia, mientras que no sucedíaásí
con la del tercero. No
obstanre' Ios niveles áe
de
i"rr."..ion"r""^air-r"u
'segu;rni.ná
ían rápid,amenre. en los lugares fuera de la sala de
terapia, indicando un a farta de man_
tenimiento de la conducta generarizada..o.u¡i.
q"; ,; podí"r, medir, de
forma separada, los déficit"e,, l" g"r*."ri.^¿i¿;;"
;;'"i',í"nrenimienro, se
con_cluyó que los dos eran proceso's diferentes.
No sólo existe ahora una distinción entre la generarización
y er manteni_
miento, sino que también se da una distinción'"¿r.io""i
do, tipos
"ritr.
de
La generalización
y el mantenimiento de
los efectos
del
tratamiento
n3
Seneralización. Esta distinción se hace entre la generalización del estímulo y
generalización de..la respuesta. La generalizición del estímwlo tiene lugí
cuando_ el paciente lleva a cabo la conducta aprendida en lugares diferenies
a aquellos en los que se le ha enseñado la corrd.r.t". La generalización de la
respwesta ocurre cuando el paciente lleva a cabo conductai similares, pero no
idénticas, a aquellas que se le han enseñado durante el curso del tratarniento.
la
En la práctica real, la generalización del estímulo, la generalización de la
resPuesta
y el mantenimiento constituyen los resultados deseados en la ma-
yoría de los programas de traramiento. Es decir, los pacientes llevan a cabo
variaciones apropiadas de las conductas que han adquirido (generalización de
la respuesta) como adecuadas a las demandas únicai de las Jisti.rtas situaciones en l1s qu9.se desenvuelven (generalización del estímulo), después de la
terminación del tratamiento (mantenimiento).
Stokes y Baer (1977) evaluaron los estudios conductuales iniciales sobre
Ia.gener.aliza.ción y el mantenimiento y clasificaron las esrraregias que se habían utilizado en esos estudios. Se dieron cuenta de que los"investigadores
se habían preocupado principalmente por procedimienios de discrimlnación
I grr-e se consideraba que la generalización no era nada más que el resultado
del fracaso del paciente para discriminar entre siruaciones diierentes. Desde
el punto de vista de Stokes y Baer, esro fomentaba una conceptualización
"pasiva" .sobre la generalización del cambio de conducta, mie.rtras que las
dificultades que se encontraban en la terapia sugerían claramente que se debería perseguir activamente la generalizaclón.
y Byr (1977) identificaron un rot"l de nueve estrategias para me.jorarstokes
\a generalización: Entrenar y Esperar, Modificación secueicial, programación de Estímulos Comunes, Generalización Mediada, Enrrenar en Generahzación, Entrenar Muestras Suficientes, Entrenar de Forma no Estructurada, Introducción a las Contingencias Naturales de Mantenimienro v Contingencias no Discriminables. Sin embargo, se ha cuestionado el g.ado en el que
las.¡ueve estrategias rep,resenran realmente principios diferente"s. Kirby y Bi.kell (19s8), por ejemplo, señalaron que.l Enti.nr. en Generalizíciln, el
Entrenar Muestras Suficientes y el Entrenar de Forma no Estructurada son
lógicamente idénticas. Además, señalan que el grueso de las nueye estrategias
representan variaciones de procedimientos del control del estímulo y del-'reforzamiento que, por sí mismo, constituye un ingredie.rt" i*poríante del
entrenamiento en el control del estímulo.
MANTENIMIENTO Y GENERALIZACIÓN NATURALES
A pesar de las cuestiones planteadas sobre el sistema de clasificación de Stokes y Baer (1977), su traba;'o representa uno de los primeros y más influyen-
124
Micbael A. Milan
y Z. Peter Mitchell
tes intentos de sistematizar la literatura sobre la generalización y el mantenimiento y por esta razón se describirá aquí. Sin embargo, la primera de las
nueve estrategias, denominada oEntrenar y Esperar) por Stokes y Baer, no
puede ser considerada una verdadera estrategia de generalizací6n- En esta
estrategia, se comprueba el mantenimiento y la generalización, naturales o
espontáneos, de los efectos del tratamiento, pero no se emplean procedimientos especiales para fomentar su ocurrencia. Antes de repasar las restantes
ocho estraregias verdaderas de mantenimiento y generalización señaladas por
Stokes y Baer, se examinarán algunos de los datos que demuestran la eficacia
ocasional de la estrategia "Entrenar y Esperar". Estos datos proporcionan
indicios que plantean las condiciones bajo las cuales la estrategia puede ser
eficaz.
Un ejemplo de mantenimiento, por lo menos a corto plazo, a pesar de la
ausencia de una programación orientada a lograrlo, lo proporcionan Jones,
Kazdin y Haney (1981a). Emplearon un paquete complejo desarrollado para.
enseñar habilidades para escapar del fuego a cinco niños provenientes del
gueto (edades 8-9) que no conocían dichas habilidades. Los niños aprendieron una secuencra determinada de respuestas en cada una de las distintas
situaciones, que permitía un escape seguro. Se registraron mejorías significativas de las habilidades de los niños inmediatamente después de terminar el
entrenamiento y en un período de seguimiento de dos semanas. Un seguimiento a los cinco meses encontró un mantenimiento mínimo de estas habilidades flones, Kazdin y Haney, 1981b), debido, quizás, a que no hubo oportunidades de practicar la conducta durante ese período de cinco meses.
Forehand, Sturgis, McMahon, Aguar, \lells y Breiner (1979) demostraron
un mantenimiento considerable de los efectos del tratamiento bajo condiciones de .Entrenar y Esperar". Estos investigadores trabajaron con diez díadas
madre-hijo, remitidas para tratamiento a causa de la falta de adherencia al
mismo por parte de los niños. Un programa de entrenamiento, en dos fases,
enseñó a las madres a reforzar la conducta de sus hijos, a emplear peticiones
apropiadas en vez de órdenes o amenazas y a emplear procedimientos de
Tiempo Fuera de manera adecuada. Las observaciones en casa y los cuestionarios pasados a los padres indicaban cambios positivos, tanto en la conducta
de los niños como en las percepciones de los padres sobre sus hijos. Estas
mejoras se mantenían en seguimientos a los 6 y a los 12 meses.
Más recientemente, Milan, Mitchell, Berger y Pierson (1982) desarrollaron
y enseñaron a los padres un programa de encadenamiento y desvanecimiento
conocido como "hábitos positivos", como alternativa a los programas de
extinción usados habitualmente para la eliminación de las pataletas que tienen
lugar a la hora de irse a acostar. Los hábitos positivos tuvieron éxito en la
eliminación de las pataletas a la hora de acostarse. Además, los hábitos positivos no provocaban los largos períodos de pataletas que normalmente ocu-
La generalización y el mantenitniento de
los
efeaos del
tratamiento
125
rren en los programas de extinción y que' frecuentemente, dan como resultado el prematuio abandono del programa Por Parte de los cuidadores. Aunq". estaba.incluido en el programa ningún comPonente_ de mantenimien"" segurmlenro al año ináicó que todos los niños seguían sin tener pataro, un
letas a la hora de irse a la cama.
un último ejemplo de éxito con la estrategia oEntrenar y Esperar" lo
propor.iorrrn B.rko*itz, sherry y Davis (lg7l), que emplearon un procediLiáro de guía manual p"r" .tttóñ ar a 14 niños profundamente retrasados
1Z) a comÉr.Laguíamanual se fue eliminando luego de forma
(edades d"í
^
g.adual. Todos los niños aprendieron a comer en dos meses. Hay que suÉr^y^, que 10 de los 14 niños continuaban sabiendo comer a los 3 años una
el enrrenamienro, sin una programación adicional.
u"i
^r^É^do
Los estudios descritos anteriormenté muestran que la estrategia ds "Entrenar y Esperaro es eficaz, a veces, para producir mantenimiento y/o genelos esrudios son ltípicos, porque la mayoría de los
,alizací6n. Sin
"-b"rgo,
estudios que utilizan la estrategia de .,Entrenar y Esperar" informan, nor*"I-e.rte, de un completo o casi completo fracaso Para generalizar o manrener las beneficios iniciales. No obstante, el éxito ocasional de la estrategia
<Entrenar y Esperar' proporciona ciertas aclaraciones sobre las condiciones
qrre fomeniarái la generalización y el mantenimiento'
|.J. La. tranxrya conductual
Gran parte de la generalizacióny el mantenimiento observados bajo las condiciones de oEntrenar y Esperai, puede atribuirse a la 'trampa conductual"
encuentra atrapada cuando'
aB;.; y'$lolf, l97o). se ¿ic" q.t" ü conducta se
r.r" ,r", q.ta ," ha emitido, obtiene reforzamientos naturales tan consistentes
y potentes, que se convierte en un poderoso comPonente del repertorio.conárr.,rr"l d"i ia.i"nte. En las clases, por ejemplo, el profesor y muchos.de los
,rino, propo..ion".r numerosas oportunidad.t p"t" el refuerzo social de la
conducta correcta. Esto parecería constituir la clase de contingencia-s. naturales que Baer y \wolf contemplaban como una trampa conductual. Si esto es
corrr.g.ril. el apoyo (t por lo menos el evitar la resistencia) de las
"l
"rí,
puede ser una ayuda válida para la prop"rron", sign"ificativar ¿ét
"-Ul"nte,
de la genetalizaciín y- el mantenimiento'
gramación
o
Un" segunda"explicación de la generalización y el mantenimiento de alqrr., una vez adquiridas, las conductas mismas son direcgunas cond"uctas
",
i"-.nr. (.intrínseca-.rrt."; ,eforza.ttes. Por ejemplo, las. habilidades de coresultado que, de forma inmediata,
-.. ,..id.r aprendidas p.r.á.n dardecomo
tamaño apropiado a un ritm_o apropiado.
lo, ,,r;.ro, prr"drn .orrr", trozos
D" ig""l rárr.r", el no vivir con los propios excrementos puede ser negati-
126
Micbael A. Milan
y Z. Peter Mitchell
vamente reforz^nte para el suieto encoprético tratado con éxito. Por consiguiente, la trampa conductual puede llevar a efectos duraderos de tratamieni-o, si.r haberse incluido una programación específica de la generalización o
el mantenimiento en el progrima de tratamiento. No obstante, el éxito de la
estrategia .Entrenar y Esperaro requiere un conjunto fortuito de circunstancias qrr.-e puede que no etltt"tt en el ambiente natural de la mayoría de nuestros óli"nt.s. Poi consiguiente, en la mayoría de los programas de tratamiento
es necesario incluir procedimientos para la generalización y el mantenimiento.
III. LA PROGRAMACIÓN DE LA GENERALIZACIÓN Y EL MANTENIMIENTO
I
ti
Como se ha señalado previamente, ocho de las nueve estrategias identificadas
por Stokes y Baer lllZZ¡ se diseñan para fomentar, de manera activa, la
y el mante.nifeneralización del estímulo, la generalización de la re-spuesta
i'ri.nro. Realmente, gran parte de las ocho estrategias fomentan una o ambas
formas de generali záción y mantenimiento, mostrando las dificultades que
existen en la práctica cuando se realizan intentos Para separar estos tres procesos. Sin em-bargo, haremos un intento para clasificar las ocho estrategias en
función de su efecto más importante'
url. Generalización del estímulo
Cuatro de las restantes ocho estrategias propuestas Por Stokes y Baer (1977)
parecen centrarse o enfatizar la generalización del estímulo. La primera de
.ll"r .r la Modificación Secuencial. Esta estrategia se emplea a menudo cuando
falla la de oEntrenar y Esperar> en la producción de la generalización del
estímulo. En esta estrategia, los procedimientos de tratamiento se repiten en
las circunstancias o en los lugares en los que se tiene que dar la generalización, con el fin de extender los efectos de la intervención. Uno de los primeros ejemplos de esta estrategia lo proporcionan Kale, Kaye, \V}elan y
Hopkins (1968), que tuvieron éxito en hacer que pacientes esquizofrénicos,
cuya conducta verbal era muda, hablasen con extraños, por medio -de la
inólusión de una sucesión de miembros del personal hospitalario en el programa de tratamiento, hasta que se produjo la generalización del estímulo
requerida.
La segunda estrategia, el Programar Estímulos Comunes, es una aplicación
del entrenamiento en el control del estímulo, un procedimiento conductual
sobre el que se ha investigado mucho. En esta estrategia, los estímulos más
importantes están presentes en los lugares de entrenamiento y en los de
La generalización y el mantenimiento de los efectos del
tratamiento
127
generalización. Lo que se espera es que los estímulos comunes establezcan
la ocasión para la misma conducta en ambos tipos de lugares. Ejemplos de
estímulos potencialmente eficaces incluyen a la gente, materiales académicos
o simples objetos caseros. El empleo del control del estímulo se discutirá con
detalle en un apartado posterior de este caPítulo.
La tercera estrategia de Stokes y Baer (1977) implica el enseñar una conducta mediadora designada para aumentar la probabilidad de que los pacientes pongan en práctica la conducta que es el centro del tratamiento, en la
variédad de situaciones en que se requiere dicha conducta. Esto se denomina
Generalización Mediada. La aplicación más común de esta estrategia es el
lenguaje. Israel (1,978), por ejemplo, ha resumido una buena cantidad de
investigación en la que los investigadores reforzaban la correspondencia entre
la conducta verbal y la posterior conducta no verbal de los Pacientes o, en
otras palabras, decir qué se haf y.luego hacerlo. Israel alega que ese <entrenamrento en asoclación" ayuda a los pacientes a desarrollar sus propias señales verbales en ausencia de estímulos externos que establezcan la ocasión
para una conducta determinada. Las estrategias mediacionales son un componente importante de los procedimientos de autocontrol, que también se
discutirán en un apartado posterior de este capítulo.
La cuarta estrategia se conoce como Entrenamiento en Generalización y
consisre en el entrenamiento directo de la generalización del estímulo. Stokes
y Baer (1977) alegan que la generalización se puede considerar como cualquier otra respuesta oPerante I que, por consiguiente, se pueden reforzar
muestras de ella. Un ejemplo de sentido común de este método lo ofrecen
Stokes y Baer, al plantear la idea de un profesor que urge a los estudiantes,
después de aprender un eiemplo de un principio general, a que <consideren"
otros ejemplos como la omisma cosa>> y que requieren la misma resPuesta.
La misma clase de enfoque podría aplicarse a los problemas de la generalización de la respuesta, en donde se podría animar a los estudiantes a que
oconsiderasen> respuestas alternativas que pudieran emplearse para vérselas
con la "misma cosa)>.
rrr.2.
Generalización de la respuesta
Las estrategias quinta y sexta de Stokes y Baer (1977).Parecen enfatizar la
generalizacfun de la respuesta. La quinta estrategia,.el Entrenar Muestras
"Suficientes,
implica el enseñar tantos ejemplos- de una clase de respuesta como
sean necesanos para que ocurran otros ejemplos no entrenados de dicha clase
de respuesta. Si la definición de esta estrategia de generalización Parece ser
ambigua, puede ser porque el procedimiento real y el número de ejemplos
están"deteiminados po. las caraiterísticas de las conductas y Por la nautraleza
128
Michael A. Milan
y Z. peter Mitcbell
del repertorio. del pacienre. como señalaron stokes y Baer (1977),la palabra
clave es osuficienreol p.uesro que el propósito d" i" .rtr"i.gi"'", árpl.",
procedimientos económicos (cuantos
-".ró, ejemplos sean necesarios enseñar
para_lograr la generalización, tanto mejor es la técnica). parece que el Enrrenar Muestras Suficientes requiere una habilidad y una planificación subsranciales por parte del rerapeura.
Stokes y Baer (1977) describen la sexra estrategia como Entrenar de Forma, no Estructurada. Se ha empleado más frecue.rt"-".rt" para fomentar la
generalización de la
pero también puede ser eficaz para ayud,ar a
la generalización del-respuesta,
estímulo. Ambas cosas pueden lograrse prográ-rrdo
variaciones en las situaciones o circunstancias a las que ii.tt" q.r. i"spo.rd".
el paciente y_ alentando la variabilidad, dentro de límites aceptables,^ de las
respuestas del paciente. Supuestamente, el Entrenar de Formj no Estructurada aumenta la
del paciente para responder a situaciones nuevas,
-capacidad
al igual que amplía también el repertorio d" r"rprr.stas del pacienre, de modo
que las..respuestas sean apropiadas a
situaciones. La estrategia no
"r"r.rrr.rr"i
se ha discutido con detalle én la literatura,
quizás porque parece ser iicompatible
las.exigencias de.la investigación
H".t-ann y Ar9on
""p".i-.rrral.
kinson (1973) han comenrado esos conflictos
,p"r.nr., entre el pri.álogo
conductista como clínico y como investigador.
ru3. El mantenimiento
Las dos últimas estrategias de stokes y Baer (1977) parecen
tener un efecto
fundamental sobre el mántenimiento de los efectos áá ,r"i"menro
a l" l".g;
del tiempo..La séptima esrraregia, denominad a Introd.ucció,n
a las c""il"gr";
cias Naturales de Mantenimieito, subraya la necesidad
de tener .., .u".rri lo,
factores culturales, étnicos y otros simiiares, cuando se
desarroll" ,r., pt"r, J"
tratamiento. En esta.estrategia, se tiene cuidado d"
que l" rr.r"rr"
"rag.rr".se
conducta es apropiad a para las contingencias de ,eforzímrento
del ambiente
natural.del pacienre, de modo. que dicÉa conducta obtenga
.eforzamiento en
ese ambiente. como se señaló anreriormente, la .orrdr"ct"
qrre obtiene un
reforzamiento poderoso del ambienre naruraÍ es más
fr"urur. q"; ;""á;
"atrapada> y sea mantenida por ese ambiente.
En su ocrava esffaregia, stokes y Baer (1977) defienden el uso
de las
contingencias No Discrim.inables. El objetivo'de la .r,r",.gi"
consiste en ha_
cer que las contingencias de reforzamienio,
las situacion8, d" .rrrr".rr-i"rr_
"n ran
to y de generalización o mantenimiento, sean
poco discriminables como
s.e p¡eda.lograr, con el fin de manrener la
conducta. pl
.o.ro.iJo
de. contingencias No Discriminabres es el progra-" "i.-pto -á,
¿.'..iárzamienro inter_
mitente (Ferster y Skinner' rg57), que es ,frr"lt p"r" proáu.ir
una ."rp.r"rr"
La generalización y el mantenimiento cle los efeaos del
tratamiento
129
y durante los períodos de extinción. De modo
que las Contingencias No Discriminables
Baer
sugieren
Stokes
y
similar,
pueden aplicarse tanto a lugares físicos como al tiempo.
Aunque Stokes y Baer (1977) identificaron ocho estrategias reales de generabzaciín y mantenimiento, una revisión de la literatura sugiere que han
sido cinco los enfoques generales de generaliz ación y mantenimiento que han
recibido la mayor parte de la atención de la comunidad conductual. Dichos
enfoques se solapan con las estrategias identificadas por Stokes y Baer, pero
van más allá, en el sentido de que representan una tecnología en desarrollo
de la generalizaciín y el mantenimiento. Los cinco enfoques consisten en: 1)
atenuación de las consecuencias reforzantes (como el cambiar del reforzamiento continuo al intermitente); 2) entrenamiento de agentes naturales para
el cambio, como son los padres en la continuación del programa; 3) utilización del conrrol del estímulo (como estímulos discriminativos eficaces, incluyendo a determinadas personas);4) transferencia gradual del control de la
conducta a los participantes, a través de procedimientos de autocontrol; y 5)
entrenamiento de los pacientes en la prevención de recaídas.
duradera a lo largo del tiempo
rrr.4.
Atenuación de las consecuencias reforzantes
La atenwación de las consecuencias reforzantes se refiere a cambios graduales
en el programa o en la manera en que se dispensan los reforzadores establecidos, de modo que las consecuencias naturales puedan lograr el control de
la conducta. Un ejemplo habitual de esta estrategia implica el cambiar gradualmente del reforzamiento continuo al reforzamiento intermitente y luego
del reforzamiento intermitente al no reforzamiento. LJna clara aplicación del
principio de que ,,el reforzamiento intermitente mejora la resistencia a la
extinción" lo proporcionaron Kazdin y Polster (1973). En un taller protegido, dos hombres moderadamente deficientes, que eran considerados socialmente aislados, recibieron, de forma continua, fichas de reforzamiento por
interactuar con los iguales. La interacción aumentó en los dos hombres. Se
dejaron de entregar las fichas y la tasa de interacciones disminuyó rápidamente a los niveles de la línea base. Kazdin y Polster reintrodujeron luego
el reforzamiento por fichas, según un Programa de reforzamiento continuo,
para un sujeto, y según un program a de reforzamiento intermitente para el
segundo sujeto. Se dejaron de entregar las fichas una segundaYez. El número
medio de interacciones disminuyó otra vez rápidamente para el primer hombre, pero permaneció en niveles elevados para el segundo hombre, demostrando, por consiguiente, el efecto mantenedo r del reforzamiento intermitente.
Reisinger (1972) empleó una estrategia similar para PreParar a una mujer
de 20 años, que mostraba un síndrome de "ansiedad-depresión', a abandonar
r30
Micbael A. Milan y Z. peter Mitchett
un hospital psiq-uiátrico y volver a su comunidad. Un programa de economía
de fichas modificado tuvo_éxito^ para supera, ,r, p.óblá", d"
depresión en el hospital. Las fichas se retiraron ^"rr,o.rr., de una
""ri;¡;J ;
-".r.á
gradual, mientras se. empleaban procedimientos de reforzami"rrto ,o.id
mantener los beneficios del tratamiento. El desvanecimiento de las frr"
.orrr"cuencias artificiales, que eran necesarias para tratar su problema
y ?a,."",
ferencia a
tipo de reforzamiento más ,r"t.rr"r, .o.r fin de
-un
-"rrt".r", lo,
efectos del tratamiento, iban dirigidos específicamente"ial mantenimiento
de
las conducras en la comunidad. Reisinger informó que la paciente estaba
funcionando bien 14 meses después de ñabe, obtenido el alta.
En un estudio más detallado sobre los efectos de la atenuación del reforzamienro sobre el mantenimiento, Greenwood, Hops, Delquadri y
é"iia
(1974) enseñaron, en primer lugar, conducras de clase
, áino, á"
"p.opiá"r,
tres diferenres clases, por medió del uso de reglas, ..trfali-".rtación
y consecuencias para el paciente y. el_ grupo (una alradable actividad
d" g."p"t
LJna ve" que se alcanzaron niveles deseables d! conducta apropiada
r"
menos el 807"), Greenwood y cols. programaron el mantenl-l*ro [p.i
hacierrdo
que los estudiantes trabajasen p"." .onr.guir unas consecuencias de
grupo
cada vez más demoradas. primero, los niños tenían que comporrarse
apropiadamente el Bo% de cada sesión en 2 d,e 3 días, rrr"io
3 ie 4, r.r";; ;"
"., 11 sesiones anres
4, de 6.y así progresivamente, hasta alcanzar rna
de-oia de
de. poder participar en la actividad de grupo. Los datos
,.f"r.rr,", ;i ,;;;imienro se. rccogieron rres semanas d"rp"ei de terminarse todos lo,
;.;:Ji_
mientos. del. orograma. Los niveles de conducta apropiada
se mantenían, a
los niveles del entrenamiento, en las tres clases.
.Koegel y Rincover (1977) estudiaron dos factores que afectaban a la duración conductual en seis niños autistas. se empleó ,rn progrr..ra
de refuerzo
continuo. para enseñar a todos los niños a i-ita, y ,"g,ri.'las
instrucciones
en una.clase especial. Algunos niños siguieron ,".ifi.rráo reforzamienro
so_
bre la base de r"t progá-a de refueáo conrinuo,
que
otros
se
-r.ri.",
pusieron bajo programas de refuerzo intermitentes (nE
z ó Rp i), todo ello
en la. clase. especial. El propósito del progr"-" irrr"r-itente
era aumenrar la
similitud de la clase especiiJ y de la .lar" i.grrl"r en la qrr" p"rrb""
l" ;;y;;
parte del día' cuando, ruvo lugar la genelarización a ra il"r.
..g,rl";,-i;,
mejores resultados se obtenían cón el piogr"-" de reforzami..rto
-?,
(RF 5).
"-ptio
E] que el reforzamienro intermitente manrenga la conducta de
forma más
^
efectiva que el reforzamienro continuo ha sido
documenrado en
"irpti"-".*
la investigación animal (p.:j., Fersrer y_ Skinner,
frttt. ñ; es sorprendente,
por consiguiente, que se. obtengan resultados similarei en las investiga.io.res
con seres humanos- En algunas áe las investigaciones citadas
en este apartado,
el reforzamiento intermiténte solo manteníalas conductas deseadas;
en otras,
La generalización
y el mantenimiento
de los efectos del
tratamtento
131
el reforzamiento intermitente
se combinaba con una transferencia de los refuerzos artificiales, como las fichas, a los refuerzos naturales, como la alabanza. Algunos investigadores comenzaron el tratamiento con un paquete
complejo y luego, gradualmente, eliminaron algunos o todos los componentes. Aunque existen algunas diferencias en los procedimientos utilizados por
estos investigadores, el denominador común es que en cada caso el tratamiento empezó con una relativamenrc alta tasa de reforzamiento y fue reemplazada gradualmente por una tasa más baja. Dado el éxito informado en
estos estudios, está claro que esta estrategia es una de las más poderosas de
que disponemos y debería ser considerada de forma habitual cuando las condiciones bajo las que se administra el tratamiento lo permitan.
trr.s.
Entrenamiento de los agentes naturales de cambio
Los agentes natwrales de cambio pueden definirse como aquellas personas que
pertenecen de forma natural y están de modo relativamente permanente en
el lugar en el que tienen que ocurrir los cambios de conducta. Los profesores
y los compañeros de clase en la escuela, los padres y los esposos en casa, los
hermanos y los amigos en la comunidad, y los supervisores y los compañeros
laborales en el trabajo, son agentes de cambio potenciales que se encuentran
disponibles para llevar a cabo o apoyar los procedimientos de tratamiento en
el ambiente natural del paciente específico. Valker y Buckley (1972) evaluaron los efectos de tres diferentes estrategias de mantenimiento que implicaban
agentes de cambio naturales actuando sobre la conducta escolar de niños que
habían participado en un programa de economía de fichas. La economía de
fichas, que tuvo lugar en una clase distinta, corrigió de manera eficaz la
conducta de 44 niños y niñas, de 3" a 6" grado 1, remitidos por sus problemas
académicos y de ajuste. Los sujetos se asignaron a tres procedimientos de
mantenimiento que implicaban agentes de cambio naturales, o a un grupo de
control sin mantenimiento.
El primer procedimiento de mantenimiento consistía en igualar las condiciones estimulares entre la clase con economía de fichas y la clase normal,
extendiendo los procedimientos de tratamiento y los materiales que eran eficaces en la clase especial, a la clase normal. En el segundo procedimiento,
que se denominó <reprogramación por los iguales", se enseñó a los compañeros de los niños y niñas a alabar la conducta apropiad a y a ignorar la
conducta inapropiadar / se les reforzaba por hacerlo. La tercera estrategia
I Aproximadamente el 1." grado en los Estados Unidos corresponde al 1." de ¡cn en España (alrededor de los 6 ¡nos). E! tercer y el cuarto grado (unos 8 y 9 años, respectivamente) correspondería, por lo
tanto, a 3." y 4." de ¡cs. La etapa que se denomina preescolar en los Estados Unidos abarcaría a los niños
de tres y cuatro años. [Nota del compilador.J
+.
1,32
Micbael A. Milan
y Z. peter Mitcbel!
consistía en el entrenamiento de los profesores en técnicas normales de modificación de conducra, como el refoizamienro y el manejo de las contingencias, y luego se les animaba para que diseñasen su propió programa d. .ñ"rrtenimiento basado en lo que habían aprendido. Loi datos d. ir..rr".rimiento
de la conducta apropiada se recogieron a lo largo de dos meses. Dos de los
procedimienros, el igualar las condiciones estimulares y la reprogramación
por los iguales, produjeron un mantenimiento similar eátre eilás
/significativamente más alto que el grupo conrrol. Sin embargo, no había'difóencias
significativas enrre el enrrenamiento de los profesores" y el grupo control. En
este estudio se resalm la importancia de próporcion"r'..rrré.,".niento específico-en los.procedimientos de manteni-iá"to y luego reforzar a los paciintes
conforme llevan a cabo esos procedimientos.
Russo y Koegel (1977) desarrollaron una esmerada intervención, a largo
.
plazo, para adaptar a la vida normal a una niña autisra de 5 años
-.ry páblemática. La niña mosrraba un habla muy inapro piada y frecuenres p"irl"trr.
El tratamiento consistía en el reforzamiénto io.r fichas del habla
y de la conducta social, por un rerapeura que trabajaba con la niña"pr"pi"á,
drrrrrrt.
todo el horario escolar. Durante ..r.ro de tratámiento, se aumentaban
"i
gradualmente los requisitos de la respuesta
y se eliminaban gradualmente las
fichas, remplazándolas por el refuerzo sociai. Aunque el tera"perrta abandonó
la clase, se enrrenó a los profesores de la niña i"r" qrr. mantuviesen las
mejoras conductuales que ella había obtenido. un ieg,rimiento a los dos años
mostró que la niña no tenía- problemas imporranres y q". se había integrado
satisfactoriamente en una clase normal. Eite ."ro ,ép..renta un uso combinado de la atenuación de las consecuencias reforzanies y del entrenamiento
de los agentes de cambio naturales, como un medio p"."
-"rrr"ner la conducta apropiada. Los resultados de esta Écnica ,o.,
i-fr"rio
"sp"ci"lmente
nantes cuando se considera la gravedad de los probleÁas
de conducta de la
niña.
Halle, Baer y
-spradlin (1981) estaban interesados en aumenrar y luego
mantener el uso del.lenguaje en niños con retraso en el desar.ollo. ilipoi"_
tizaton que adultos bienintencionados podrían evitar que el niño habláse al
intervenir verbalmente anres de que el niño pudiera ,.rporrd.r. Errr"¡rrorr,
por.consiguiente, a d.os profesores de educación especial
un .procedimiento
de demorar,, por medio del cual los profesores tenían que ofrecer reforzadores a seis niños con retraso en el lenguaje, pero .ro ,.rrírn que proporcionar
el refuerzo hasta que los niños lo pidlesen verbalment". D1rra.rt" 10
semanas
se llevaron a cabo observacion"t robr" el mantenimiento. Los
resultados indicaron que un profesor empleaba la técnica de demora con la misma
rasa a
lo largo del mantenimiento, mientras que el uso del procedimie.rro po, .t
otro profesor disminuyó de manera cóntinua. L" .orrdrr.ta verbal ie lo,
niños se mantenía cuando los profesores utilizaban la técnic" d"
-odo
"p.o-
rú
La generalización y el mantenimiento de los efectos
deL
tratamiento
r33
cuando no lo hacían. Los resulmdos de este estudio
piado, pero desap
^recía de cambio naturales pueden ser muy eficaces
el
i;ái.# que los "g"r,r.,
.en.
los
de
mezclada
naturaleza
rn"rrr.rriái"nto de" l" .orrd.r"t". Sin embargo,-la
mantener la
resu¡ados indica ,"-bi¿r, que la cuestió; de cómo se puede
cambio a lo largo de una f.rania de tiempo
;ñt;;;;d.rcta de lo, ,g.ni., de
."l"iirr"-"ttte larga, es un tema a debatir'
l^ escasez '.."I"ti.,r" J" "strrdios sobre el empleo de agentes de cambio
las dificultades inhenarurales puede consriruir muy bien un testimonio d.
o ge,."r., a tiabaiar con estos "gé.rt.r de cambio con el fin de mantener
muestran un
neralizar la conducta. Los ñallazgos de los estudios citados
ejempJo' q:'
cuadro mixto (pero esperarrzadorarilente desafiante). Parece,-por
los.benefique
probable
más
es
de conocimiento,
con nuestro estado
""'trrrl
conconductuales
cios del tratamiento se mantengan cuando los especialistas.
naturales
,i"¡* con el progrr-", qn. .,i".rdo se entrena " "g.t t.t de cambio
pi." q.r. conrinúen con los ptocedimi"ntos conductuales, a
y se les
propi". Sin'embargo, cuando el entrenamiento de los agentes de
áir.r".iO."rrima
llevar
cambio ,r"*."i", se combina"con un programa de reforzamiento -por
cambio,
de
a cabo los programas en los que se ha enirenado a esos agentes
por los. espelos resultado, Io.r menudo comparables a aquellos logrados
" Parece qrr. lor investigádores conductuales deberían
.l"firi", lorrdrrctrrales.
modos de vigilar y ,ifort r la conducta de los agentes de cambio
es probable
""lorri.".
narurales, al menos ,oür. ,rí" base periódica. El no hacer esto
agentes de
los
disminuciones de las conducms relevantes en
;;;;;;a
I,a
y, consecuenremenre, en las conductas objetivo de.los pacientes"r-Éio
iuÁ pr'oa^bl.-.rri. variará en dificultad, dependiendo .de la cantidad de
i"ii""i.i" que el inr,estigador conductual tenga sobre un lugar determinado'
rt.6.
El
em.pleo del control del estímulo
EL control del estímulo es una amplia estrategia por la cual la pre-sencia .o
influye, de
ausencia de un estímulo particular ó d. ,ttt compleJo de estímulos
;;¡" fiable, sobre si ,.r.r" ,.rp.r.sta o una clase determinada de resPuestas
estendrá lugar o no. Connis (17\ empleó procedimientos de control del
del
incapacidade.s
con
personas.
de
c,tatio
tímulo pJ.. nr".rr.ner la
".trr".ión
J.r"r.oilo, después de haber sido entrenadas para r3alizar trabajos en talleres
Se necesiró una estraregia de mantenimiento p"T"g los pacientes,
fr"i"gidor.
'urr.^
uZt que habían sido entrenados, e"pe.imentaban dificultades Para emPe,^, ,^rr^, sin directrices o instrucciones. La estrategia de control del estímulo
q* .."ff"O Connis consistía en colocar fotografías_ de conductas relacionadas
de trabajo,
Jon .t trabajo en la pared que veían cuando entraban en el lugar
realización
la
f.rn"io.,"bar como esrímulos incitadores para
i;;;;;"fr;r
i.r"
-!
@
,-iimd
134
ii
,¡
Michael A. Milan
y Z. Peter Mitchell
del trabajo. Además, Connis proporcionó a los pacientes papel y lápiz para
autorregistrarse la actuación. Ésta mejoró y se manruvo despuéi d" .rn
período de seguimiento de 10 semanas. El estudio mosrró cómo un potente estímulo de control, combinado con un procedimiento de autocontrol,
puede emplearse para asegurar el mantenimiento de las mejoras del tratamiento.
Otro de los pocos ejemplos con datos sobre el mantenimiento de la conducta de los agentes de cambio naturales es una investigación de Ivancic,
Reid, Iwata, Faw y Page (1981), que se centraron en el mantenimiento de la
conducta de los agentes de cambio por medio de una estrategia de control
del estímulo similar a la anterior. Se entrenó al personal hospitalario, que
estaba a cargo del cuidado directo, para que estimulara las vocalizaciones de
niños muy deficientes. Se proporcionaba retroalimentación sistemática por
medio de reuniones regulares de supervisión y entrenamiento. Además, se
colocaban en las paredes posters que mostraban a un niño alegre y hablando,
como recuerdo constante para el personal hospitalario del propósito de su
trabajo. Dicho personal adquirió la conducta de estimulación en el lugar de
entrenamiento. Hay que resaltar que dicha conducta se generalizó a un segundo lugar. Ivancic y cols. llevaron luego a cabo un programa de mantenimiento, que era básicamente un modelo de control del estímulo y de desvanecimiento. Continuaban con la supervisión, la retroalimentación y la presencia de posters, pero las reuniones se mantenían con una menor frecuencia
cada vez (el 19% de los días comparado con el 47"/" durante el enrrenamiento). A lo largo de un período de manrenimiento de 19 semanas, la conducta
de estimulación continuaba con la misma tasa.
Ayllon, Kuhlman y Varzak (1982) mosrraron el potencial de un objeto
importante para facilitar la transferencia de los efectos del entrenamiento. Los
participantes eran ocho estudiantes con problemas de conducra, entre 8 y 11
años, que terminaron correctamente tareas de matemáticas y de lectura a
niveles casi perfectos en una clase especial. Sin embargo, en sus clases normales terminaron correctamente menos del 60% de sus tareas. En una condición de línea base, Ayllon y cols. instruyeron a los esrudiantes para que
trajeran un "amuleto de la suerte> (un objeto portátil positivo como una foto,
una medalla o una chuchería) a la sala especial, con el fin de que les recordase
que tenían que trabajar bien. Se instruyó a cada estudiante para que llevase
los amuletos de la suerte a la clase normal de lectura o de matemáticas, con
la explicación de que los amuletos les ayudarían también allí. Los datos indicaron que la tasa de precisión de todos los niños mejoró rápidamenre hasta
niveles excelentes, en las clases normales, después de la introducción de los
amuletos. Los autores concluyeron que su enfoque es válido para la generalízación de las habilidades académicas o de otras conductas que se encuenrran
ya en el repertorio de los participantes.
La generalización
y el mantenimiento
d.e los efectos del tratamiento
135
Barton y Ascione (1979) enseñaron a sujetos de preescolar a <compartir>,
empleando tres enfoques diferentes: instrucció., ,r.rb.l, guía física
y,.r.r'" .o-_'
binación de la instruición verbal y la guía física. A los ,iiño, ,. les observaba
posteriormente
durante cuatro semanas,.en un lugar diferente, con el objetivo
puesro en la genera.lización y-el mantenimiento. "Aquellos los qrr.
1., i"fi"
"
enseñado una combinación de instrucciones físicas y verbales
-ort."ro¡ l"
gener.alización y el mantenimienro mayores de la.onár.," a".o-p".ii;;;;
sólo ligeramenre más que los niños a los que se les había enseñfoo ,áto
a.
forma verbal. Los niños a los que se les había enseñado sólo de modo
físico
no mostraron ni generalización ni mantenimiento. Los resultados duraderos
de los dos- primeros enfoques ruvieron lugar a pesar de la ausencia de
un
programa formal para lograr la generalizacién y el mantenimiento. n"....
qrr"
Ios pacientes adoptaron las instrucciones ueÁal", como esrímulos verbales
producidos por ellos mismos, estímulos que conrrolaban efícazmenre
la conducta en los lugares de mantenimiento y generalización.
Se esperaría que un término g.n.rri cómo el de oca¡¡¡sl del
estímulo,
.
c.ubriese un amplio rango de aplicaciones. Realmenre, en los
estudios revisados en.este apartado, los invesrigadores emplearon procedimienros
que tienen
entre ellos poco parecido-superficial. sin.Lb"rgo,',rn examen más
profundo
revela que la mayoría se.incluye dentro de tresi"i.gorí"r, 1)
la pre'sen.;á;
otras. personas significativas; 2) la presencia de cieltos objétos
o estímulos
tangibles; y 3) la colocación de señiles visuales en lugares prorrrirrerrter.
En.estudios que implican la presencia de otras p.iron* como factor
de
generalización o mantenimiettto, er"s personas (p."j., profesores,
;".r";"1
hospitalario) se encontraban nor-al.rrent"
l'r.r"'pori.ion de autoridad con
respecto a los pacientes. Muchos de esros ".,
investigadores alegan q". i" p*sencia de esas otras personas significativas actúan éo-o una
señal o estímulo
facilitador p-ara las cond.r.t"r ob;.tivo deseadas. Si., embargo, lo, prof.r;;;:,
los paraprofesionales, los supervisores de los hospital.r, .?.. a
menudo realizan otras funciones importantes que tienen pr.fá..r.i, *ur. la
realjzación
de programas conducruales. cuandb sea esre ál ."ro, el dewanecimiento
gradual de una supervisión-muy estrecha a una supervisión más diseminada,'una
vez que se noran los efecros del tratamienro, o el empleo de iguale,
;" ;i
Programa de tratamiento' parecen constituir estrategias'eficaces á" g".r"ralización y mantenimiento. otra estrategia de gerreralüa.ión o
mantenimiento
implica el colocar carteles con információn álevante o fotografías
sobre las
conducas de interés, en lugares prominentes.
el dicho de
euizás
"rto "p-"oy".*pt..r-prque una imagen vale más que mil palabras. Ei conclusió",
cientes,- objetos o información prominentes, con el fin
"l
de manrener
o generalizar la conducta, es una auténtica aplicación d.l .o.ri.oi del
estímul" ;,
práctico y tiene una buena relación coite-eficacia. El confiar
en los obreiuadores o supervisores humanos no es tan efícaz como ,.rrn ior-"
de control
136
Michael A. Milan
y Z. Peter Mitcbell
del estímulo y está marcado por inconvenientes pragmáticos, como es un
mayor coste y un mayor esfuerzo.
ur.7. Procedimientos de
autocontrol
Como sugiere el término, el autocontrol es un conjunto de procedimientos
diseñados para permitir a los pacientes que conrrolen su propia conducta.
Rosenbaum y Drabman (1979) y O'Leary y Dubey (1979) fueron unos de
los primeros en abordar los procedimientos de autocontrol, procedimientos
que han asumido un papel central en la investigación y en la práctica de la
generalización y el mantenimiento. Rosenbaum y Drabman observaron que
el propósito del autocontrol es el permitir a los pacientes que conrrolen tanro
como sea posible su propia conducta. Advierten, sin embargo, que las técnicas de autocontrol tienen, como mucho, únicamente efectos modestos, a
corto plazo, cuando se utilizan solas. Los mejores resultados se obtienen
cuando constituyen componentes de paquetes de tratamiento que también
contienen procedimientos de cambios de conducta y contingencias de reforzamiento.
Basándose en la revisión de la literatura que hicieron, Rosenbaum y Drabman (1979) han recomendado que los investigadores incorporen una serie de
procedimientos en sus programas de tratamiento:
1. Enseñar a los pacientes alguna forma de autoobservación, de auroevaluación y de autorregistro.
2. Introducir un criterio de "emparejamiento>, como el de que las autoevaluaciones de los pacientes sean comparables a las evaluaciones por los profesores o por otras personas significativas.
3. Arreglar la situación para el refuerzo de la conducra deseada.
4. Enseñar a los clientes a autoinstruirse y/o a autorreforzarse para guiar
su propia conducta (como lo han ejemplificado Meichenbaum y Goodman,
1e7t).
5. Transferir gradualmente el control del reforzamiento a los pacientes.
6. Retirar gradualmente las contingencias artificiales cuando se ha demostrado el autocontrol.
Un ejemplo del empleo con éxito de un modelo de aurocontrol para
mantener la conducta
proporcionan Broden, Hall y Mitts (1971), que
-1o
evaluaron los efectos de procedimientos de autorregistro sobre ios hábiios
de estudio de ocho esrudiantes. En un caso, una Áica ,egistró su propia
conducta de estudio en clase sobre tiras de papel. Esto prodirjo ,rr, ,rr-.rrto
del estudio. La eliminación y la reinstaurr.ion d. las tiras dá papel llevó a
La generalización y el mantenimiento de
los efectos
del tratamiento
117
una disminución y a un aumento, respectivamente, de la conducta de estudio.
El profesor alabó luego, ocasionalmente, la conducta de estudio de la chica,
lo que mantuvo dicha conducta a un nivel elevado. En un segundo caso, un
chico que hablaba excesivamente en clase se autorregistró dicha conducta,
después de lo cual la conducta disminuyó. La eliminación y la reinstauración
del autorregistro condujo a un aumento y a una disminución de la conducta
de hablar, un patrón similar al caso de la chica.
\flood y Flynn (1978) compararon un sistema de fichas autoevaluado con
un sistema de fichas externo, administrado por personas adultas, en un lugar
residencial para jóvenes predelincuentes. En el sistema administrado por los
adultos, los cuidadores de la residencia evaluaban la actuación y recompensaban con puntos a los jóvenes por la conducta correcta. En el sistema autoevaluado, tanto los jóvenes como los cuidadores evaluaban la actuación y
los cuidadores recompensaban a los jóvenes con puntos por la conducta correcta cuando las evaluaciones de los jóvenes coincidían con las de los cuidadores. Cuando se dejó de emplear el sistema de puntos, los jóvenes del
grupo de la autoevaluación mantenían su conducta con una tasa significativamente mayor que los jóvenes del grupo administrado por adultos.
Frederiksen y Frederiksen (1.975) proporcionan un ejemplo de los procedimientos de autocontrol con una población con retraso en el desarrollo.
Estos investigadores establecieron un programa de economía de fichas en una
clase de educación especial de 14 alumnos de sexto y séptimo grado (CIs entre
50 y 80). Se podían ganar reforzadores de respaldo, como el escuchar discos
o echar un pulso, por medio de los puntos recibidos por un elevado porcentaje de conducta dedicada alatarea y una baja tasa de conducta perturbadora.
Inicialmente, el profesor determinaba la tasa de refuerzo. Después de
14
semanas, se permitía a los estudiantes que determinasen ellos mismos la can-
tidad de re{uerzo que tenían que recibir. Esta condición, que esruvo funcionando durante un total de 11 semanas, mantuvo niveles de conducta deseables, aunque los autores señalaron que los estudiantes autoevaluaban su conducta de un modo algo más indulgente que los profesores.
Bornstein y Quevillon (1976) utilizaron un paquete de autoinstrucciones,
una
en
clase especial, para enseñar conduch relevante a las tareas de clase a
tres niños de 4 años, hiperactivos. El entrenamienro se basó en el modelo de
autocontrol de Meichenbaum y Goodman (1971), en el que un profesor o
entrenador modela primero una tarea, luego ayuda al niño con insrrucciones
/, gradualmente, permite que el niño realice la tarea de forma cada vez más
independiente. Se lograron excelentes resultados en el aumento de la conducta relevante a las tareas de clase, en una sala experimental. Después de volver
a su clase normal, los niños continuaron con una alta tasa de conducta relevante a las tareas, durante 20 semanas.
Bornstein y Quevillon (1976) atribuyeron el mantenimiento y la genera-
138
Micbael A. Milan
y Z. Peter Mitcbell
lización a dos factores. El primero era la <tramPa conductual" de los cuidadores de los niños y de los otros niños, Que a menudo moldean y refverzan,
de modo natural, la conducta aproPiada. El segundo factor se refería a las
instrucciones dadas a los niños, que consistían en que se imaginasen que se
encontraban en la clase normal mientras estaban realmente en la clase especial. Esta intervención puede interpretarse como una forma de control del
esrímulo, ya que se inténtó igualar ciertas condiciones estimulares entre las
dos habitaciones. El estudio también es reseñable debido al empleo de procedimientos de autocontrol con niños tan pequeños.
En otro estudio a reseñar, Drabman, Spitalnik y O'Leary 0973) transfirieron los deberes de evaluación y reforzamiento desde el profesor a los
estudiantes (con conducta perftrbadora) de 3' grado (aproximadamente 3."
de EGn) de una clase de recuperación de lectura. Inicialmente, el Profesor
administró un sistema normal de economía de fichas, que disminuyó la conducta perturbadora y aumentó las realizaciones académicas. Se enseñó también a-los estudiantes a que autorregistrasen su conducta perturbadora. Luego, se recompensaba a los estudiantes con puntos si coincidían.con el registro
áel profesor sobre su conducta (de ellos). En la última fase de autocontrol'
en e;te trabajo, los estudiantes evaluaban, de forma independiente, su propia
conducta y determinaban sus propios refuerzos. La conducta perturbadora
permaneció en un nivel bajo y la actuación académica en un nivel alto durante
la fase de autocontrol, de una duración de 25 días. Además de este mantenimiento satisfactorio, los niños continuaron autoevaluándose con precisión,
a pesar de la libertad para.maximizar,, el reforzamiento autorrecompensándose con puntos independientemente de su conducta. Los autores sugirieron
varios poribles factores para este resultado, hasta cierto punto inesperado.
Primeró, se había reforzado la autoevaluación correcta (emparejándola con
las evaluaciones del profesor); segundo, no se esPecificaron, a los estudiantes'
los criterios exactos de evaluación, un método consistente con la estrategia
de Stokes y Baer (L977) de .Entrenar de Forma no Estructurada>; tercero,
estaba presente el refuerzo social, bajo la forma de presión por los iguales
para ser honrado. Por ejemplo, los niños que se daban a sí mismos Puntuaciones bajas por haberse portado mal, hacían comentarios como oMe comporté mal, pero soy honrado".
Los resultados de los estudios de autocontrol muestran, de modo convincente, que toda una serie de poblaciones puede aprender a evaluar de forma
precisa y a control ar eficazmente su propia conducta, de acuerdo con criterios definidos externamente. Quizás la ventaja más práctica de los Programas
de autocontrol y de autoevaluación es que se evita la vigilancia e implicación
continuas de otras personas para mantener las mejoras conductuales. IJna
desventaja potencial de permitir a los pacientes autoevaluarse es la posibilidad
de que adopten criterios más indulgentes que los exigidos en el programa de
La generalización y el mantenimiento de los efectos del tratamiento
139
tratamiento. Un modo de reducir dicha posibilidad es la frecuente udlización
de procedimientos de "emparejamiento" durante las primeras fases del trata-
miento. Los procedimientos de emparejamiento requieren normalmente que
las autoevaluaciones estén de acuerdo, en un elevado porcentaje de ocasiones,
con las evaluaciones del personal que aplica el programa, anres de que se
confíe en las autoevaluaciones como base para el reforzamiento. El emparejamiento puede considerarse como un moldeamiento del juicio de los pacientes hacia una dirección deseable. El que se mantenga y cómo se mantenga la
precisión de las autoevaluaciones después de la completa desaparición de las
contingencias externas constituye, con seguridad, unas de las cuestiones más
cruciales a las que tiene que responder la investigación furura.
rrr.B.
Pre'uención de las recaídas
El trabajo reciente en el área de la prevención de las recaídas (Marlatt y
Gordon, 1986) representa una extensión y una variación importantes de los
procedimientos de autocontrol. La recaída constituye una crisis o un retroceso de los intentos del paciente para cambiar, o mantener los cambios, de
su conducta. El modelo de preaención de las recaídas se desarrolló originalmente para mantener el cambio de conducta en los programas de tratamiento
para la ingestión excesiva de sustancias (drogas). Sin embargo, los procedimientos de prevención de las recaídas son aplicables también a otras adicciones, como el alcoholismo, la conducta de fumar y el comer en exceso, así
como también a los programas de cambio de conducta, en general. La prevención de las recaídas tiene una serie de componentes. La autovigilancia se
emplea para identificar situaciones de alto riesgo en las que es probable la
recaída. Además, la autovigilancia requiere que los pacientes presten atención
a su conducta y, haciendo esto, inhiban su conducta habitual. Gran parte del
éxito del modelo de prevención de las recaídas se atribuye a su fuerte énfasis
en la enseñanza de habilidades de afrontamiento, que los pacientes pueden
utilizar en las situaciones que son de alto riesgo para ellos y, lo que es más
importante, cuando se encuentran a punto de ser desbordados por esas situaciones. También se enseñan a menudo procedimientos de manejo del estrés y de entrenamiento en relajación, con el fin de fomenrar una sensación
de autocontrol y de maximizar Ia probabilidad de que los pacientes sean
capaces de utilizar sus habilidades de afrontamiento cuando se encuentren en
peligro de ser desbordados por situaciones de alto riesgo.
La prevención de las recaídas incluye una serie de procedimientos adicionales. Éstos incluyen la educación sobre los efectos inmediatos y demorados
por adherirse y desviarse del programa de tratamiento. Se anima a los pacientes para que realicen cambios de su estilo de vida y p^ra que desarrollen
Michael A.
140
Mikn y Z. Peter Mitchei-
actividades agradables que sean incompatibles con sus antiguas
formas d. .o-po.ta-ienio. Los terapeutas negocian- a menudo contratos de
recaídas .o., ,rri pacientes, contratos q,t. to.t diseñados para limitar el grado
de desviación, pór parre de los pacientes, del programa de tratamiento en
.aro d" qrr. ,"Ág, lugar la recaíáa. La reestructuración cognitiva se emplea
f.e..rerrte-.rrt. f.r" Jontrarrestar las reacciones de fracaso, culpa- e indefen,iór, p..rorral qtt" se asocian típicamente con una recaída,y, P.gt el contrario'
centár l" aterr.ió., en los aspectos del ambiente y del estilo de vida dei
paciente que precipitaron la reiaída, de modo que el programa de tratamiento
-ódifi.rtt. para minimizar futuras recaídas'
'prr.da
E' la fase final iel programa de prevención de las recaídas, se emplea un
procedimiento de ,ec"íáar p.ogramadas, en el que se pide a los pacientes-que
le desvíen del program" d" t.át"-iento en un momento y lugar específicos
designados poi .l"t.."peuta. Al hacer esto, los p-acientes aprenden que.:e
' La recaida
frr"i"r, d"rrri", del, y i r.go .'oluer -al, prograT" {t tratamiento
progr"-"da minimiza la posibilidad do que abandonen el Pr9g.t"T1 de trai"-í.rrro cuando ocurra lá recaída y que á,r-"ttt"tt la probabilidad de que la
duración y.sea suPerada por
recaída sea de pequeñas dimensioner, d.
"ort"
de los- programas-de
potencial
El
de tratamiento.
una vueha
irog."-a
-recaídas
"l
de áreas' Fitvariedad
se ha demostrado en una
prevención de las
ierli.rg, Martin, Gramling, Cole y Milan (1988), por ejemplo, incluyergn u.n
.o*pán".rre de preven.ótt de las recaídas en su Programa de ejercicios .de
or.robi., para iacienres con cefaleas vasculares. El programa de ejercicios
fue eficaz p"r" tn-".ttar la aptitud, para el "aerobic', de los pacientes, qrte
disminuciones asociadas en la actividad de las cefaleas. De
""p"ri-e.riaban
los cinco pacientes, cuatro continuaron con los ejercicios 3 meses después de
la terminación del Programa y tres continuaron haciendo ejercicios 6 meses
después de la terminación el mismo.
intereses
IV.
y
CONCLUSIONES
a partir de la literatura revisada' Algunos de éstos incluyen ideas o conocimientos que Pertenecen a los temas
á"1 -"rrtenimiento y la generalización; otros refleian áfe^s de incertidumbre
o de cuestiones pendi".ti"r, tanto con resPecto a las estrategias de investiga-
Se puede destacar una serie de puntos
ción como a las aplicaciones prácticas. Es evidente que la investigación conductual tiene que continuar abordando las cuestiones del mantenimiento \de la gener alízición, con el fin de alcanzat un impacto verdaderamente significañvo en la terapia y en otros lugares de énfasis aplicado. Hasta hace
poco, se había prestado relativamente poca atención a estas cuestiones' La
La generalización
e
f
$
y el mantenimiento de los efectos del tratamiento
investigación, en las últimas dos décadas, ha examinado la eficacia de una
variedad-de estrategias que se han desarrollado para mantener o generalizar
los beneficios iniciales del tratamiento. Esras estrategias han impñcado normalmente la extensión y
.la elaboración de estrategias y procedimientos, ya
establecidos, de cambio de conducta, en vez del descubrimienro y der"rroÍlo
de nuevos p.rincipios sobre la conducta. Las .,.nuevas> estrategias consiste.r,
por consiguiente, en el uso novedoso y creativo del conocimiento ya establecido, para vérselas con los problemas de generalizaciln y
-".rt.rri-iento.
La evaluaci6n crítica de las distintas estrategias revela ventajas y desventajas, la mayoría de las cuales son predecibles a parrir de la teoría del aprendizaj.e o a partir del conocimienro recogido pór el análisis aplicado ie l"
con-ducta. Los programas de refuerzo intermitente constituy"r .rrr" técnica
poderosa para el mantenimiento y la generalización de la conducta, un hecho
bien establecido en la investigación animal hace muchos años. Cuando ocurren problemas en-la aplicacién de estas técnicas, los problemas son atribuibles, a menudo, al amplio esfuerzo requerido para vigilar y reforzar la conducta en el ambiente narural. Los agentes dJ cambio naiurales, como los
profesores, a menudo no siguen esos procedimientos. Se aconseja, por consiguiente, a los psicólogos clínicos, que desarrollen procedimiento, p"r"
"r.gurar la actuación correcra de los agenres de cambio narurales o p^ti emplear
el desvanecimiento rápido de técnicas formales de este tipo, mientr", ," ir"rrtienen y se g€neralizan los beneficios del tratamierrto .on los procedimientos
del control del esdmulo o del aurocontrol.
El entrenamiento de agentes de cambio naturales, aunque correcto desde
un punto de vista teórico, está lleno de problem.r
i., aplicación. Los
"n de generalización
agentes de cambio pueden no aprender los procedimientos
y mantenimienro, pueden aplicarlos de forma incorreca o no aplicarlos, o
pueden experimentar_ disminuciones progresivas de la actuación, del mismo
tipo que ocurre con lo.s pacientes, los participantes o los sujetos con los que
tienen que llevar a cabo los procedimientos. Se ha realizado relativamente
poco trabajo en la medición de la conducta de los agentes de cambio. Los
pocos estudios que informan de resultados positivos uiilizaron técnicas similar-es a aquellas que se han encontrado eficaces para los participantes (un
hall.azgo inesperado), tales como el refuerzo intármitente y la *pe.rrisiór,
periódica de la conducta de los agentes de cambio. Una cónsid..".iór, i-Portante para el trabajo futuro es el aspecto práctico de esas intervenciones.
En muchos casos, las intervenciones a largo p1^to
las escuelas, en las casas
"n
y en otros lugares de énfasis aplicado, presentan importantes
obstáculos a los
investigadores, como cuando, por ejemplo, los padres de niños inmersos en
un proy_ecto de investigación se han trasladado a un lugar alejado en el momento de intentar realizar el seguimiento al cabo de un año.
Se ha demostrado que los procedimientos de conrrol del estímulo son
142
Micbael
A. Milan y Z. Peter Mitcbell
válidos en una variedad de lugares y con una serie de problemas. La aplicación conlleva, normalmente, la presencia de personas significativas, objetos
importantes o señales visuales prominentes para controlar la conducta. Sin
embargo, las aplicaciones del control del estímulo con personas significativas
pueden implicar propiedades estimulares más complejas, en los pacientes participantes en el programa, que las reconocidas por los investigadores. Por
ejemplo, muchas de esas personas se encuentran a menudo en una posición
de autoridad con respecto a los pacientes y su presencia implica, por consiguiente, la posibilidad de consecuencias positivas o de consecuencias aversivas
si la conducta de interés se lleva o no a cabo. Los efectos sobre la conducta,
de la naturalezay la calidad de las relaciones entre los pacientes y las personas
que trabajan con ellos, necesitan de un examen más detallado.
El enseñar a los participantes a controlar su propia conducta con técnicas
de autorregistro, de autoevaluación y de autorrefuerzo, constituye un vehículo excelente para el mantenimiento y la generalización de la conducta ya
establecida por otros procedimientos determinados externamente. Se plantean
cuestiones con respecto al grado en que se deben utilizar controles externos
antes, durante y después del comienzo del autoconrrol por los participantes.
Como comenmban Rosenbaum y Drabman (1979), los investigadores han
demostrado sólo *débiles> formas de aurocontrol, ya que el control exrerno
ha estado presente, en un amplio grado, en todos los estudios realizados hasta
la fecha. Se desconoce si los participantes continuarían satisfaciendo los criterios conductuales en ausencia total de controles, como cuando, por ejemplo, los relorzadores se encuentran disponibles sin conringencias, sin la presencia de figuras de autoridad y sin la posibilidad de que se descubra la
desviación del programa.
Aunque queda mucho por hacer, las últimas dos décadas se han destacado
por el progreso significativo en la identificación de enfoques conducruales
eficaces para los problemas de la generalización y el mantenimiento de los
efectos del tratamiento. Realmente, el interés de los psicólogos conductuales
sobre estos problemas ofrece un marcado contraste con la falta de interés que
parece caracterizar gran parte de la investigación sobre el tratamiento no
conductual. Como señalan Stokes y Baer (1,977), el interés de los psicólogos
conductuales sobre la generaliz ación y el manrenimiento ha conducido a una
rudimentaria tecnología de la generalización y el mantenimiento, basada en
los principios bien establecidos del aprendizaje y la conducta. El desafío para
los psicólogos conductuales ahora, al igual que sucedía en 1977, es fomentar
activamente el desarrollo de esta tecnología, con el fin de lograr cambios más
generales, más duraderos y, por consiguienre, más significativos, en lugares
con énfasis aplicado.
La generalización y el mantenimiento de los efectos del tatamiento
V.
LECTURAS PARA PROFUNDIZAR
Barlow, D. H. y Hersen, M., Düeños experimentales de caso único, Barcelona, Martínez Roca,
1988.
(Or.:
1984).
y
H. (comps.), Generalización y transfer en psicoterapia, Bilbao,
(Or.: 1979).
Kazdin, A. E., Modtficación de la conducta y sus aplicaciones prácticas, México, El Manual
Goldstein, A.
Kanfer, F.
Desclée de Brouwer, 1981.
Moderno, 1978. (Or.: 1975).
y Gordon, J. R. (comps.), Relapse prevention: Maintenance strategies in the
treatment of addictive bebao¿ior, Nueva York, Guilford Press, 1986.
Shelton, J.L.y Levy, R. L., Bebaoioral assignments and treatment compliance: a handboob
of clinical strategies, Champaign, Ill., Research Press, 1981.
Marlatt, G. A.
8.
LAS VARIABLES DEL PROCESO TERAPÉUTICO
AURoRR GRvTNo
I.
INTRoDuccróN
En los últimos años parece evidente que la famosa máxima de Paul (1967)
continúa siendo actual. Tomándola como referencia, Kazdin (1986b) insiste
en la necesidad de identificar qué tratamientos son los más adecuados para
qué problemas clínicos, con qué personas y bajo qué condiciones.
Quizás este planteamiento se deba a la controversia existente respecto a
la eficacia.de la psicoterapia en general y al éxito diferencial de las distinras
pslcoteraplas.
Efectivamente, aunque hoy día existe consenso entre los autores al afirmar
que la psicoterapia, en general, beneficia a un gran número de pacientes
(Bergin y Lambert,1978; Shapiro y Shapiro, 1982; Smith, Glass y Miller,
1980), es evidente que se necesira conocer a qué se debe dicho beneficio, es
decir, qué aspectos de la psicoterapia son los que favorecen los resultados
positivos, máxime cuando en el momento actual existen unas implicaciones
sociales, políticas y económicas que exigen una demostración palpible de que
los tratamientos en el campo de la salud mental ron tt"."sários (Van Den
Bos, 1980, 1986). Este hecho es preocupanre /, sin duda alguna, concierne
especialmente a los clínicos que diariamente se enfrentan a una variedad de
alteraciones y pacientes, no sabiendo a menudo cuál será el resultado final
de su intervención.
Todo ello ha morivado distintas líneas de investigación, que se pueden
agrupar en tres: a) el abordaje directo del
"problema>, es decir, la creación
de estrategias y técnicas dirigidas al tratamiento de la patología (por ejemplo,
la desensibilizaciín sistemática [os] para el tratamiento de fobias, la terapia
cognitiva de Beck para el tratamiento de la depresión); b) el estudio diferincial de las técnicas de los <paquetes terapéuticos" (McFall y Lillesand,l.97l;
McFall y Marston, l97O;McFall y Twentyman, 1973); y c) la investigación
de las variables que están presentes en el proceso terapéutico.
De estas tres vías de investigación, últimamente se esrá incidiendo de
manera especial en la última, es decir, en las variables del terapeuta, del
paciente, y de la interacción enrre ambos (Boget, Clariana y Balés, 1982;
Universidad de Málaga (España)
146
Aurora Gatnc.
Howard, {9pr", Krause y Orlinsky, 1986; Jones, Cummings y Horowitz.
1988; Schaff er, '1,982, enrre orros).
De este modo, en un tratamiento psicológico nos encontramos con los
siguientes elemenros: terapeuta, paciente, técnicas y problemas. Hasta hace
poco tiempo los dos últimos elementos han sido los más estudiados. Se han
pretendido encontrar técnicas específicas para problemas concretos; así, por
ejemplo, tenemos la tan conocida relación desensibilización sistem ática-[obias. Sin embargo, nunca el éxito ha sido del cien por cien. Así, tenemos que
la literatura nos muestra casos de fobias en los que la DS no se ha
-ostrjo
eficaz. Las causas de ello no esrán claras, pudiendo deberse a que la técnica
no se haya aplicado adecuadamente, a que no se tratase realmente de una
fobia, o a que estuviesen incidiendo variables ajenas al problem a y a la técnica, es decir, variables relacionadas con el terapeuta, con el pacienie y/o con
la propia relación enrre ambos.
Así, en las distintas psicoterapias, incluyendo la terapia de conduca, se
ha comenzado a dar importancia a variables hasta no hace mucho relegadas
por determinadas corrientes. Se ha incorporado la famosa tríada rogeriana de
empatía, aceptación y awtenticidad (Beck y cols., 1979) corno elementos si
no suficientes sí necesarios para que la terapia consiga sus objetivos. Por orra
Parte' nuevas teorías incitan a contemplar variables personales del paciente
que pueden favorecer o enrorpecer el desarrollo de laierapia (Bandura, 1977a;
Ro^tter, 1'954). ¿Hasta qué punto las creencias de conrrol exrerno del sujeto
influyen sobre la conveniencia de tal o cual técnica? ¿eué expectatirras de
éxito tiene?, ¿Cómo influye su autoesrima?, erc. Es más, el propio rerapeura
no está exento de estos interrogantes. Por ejemplo, ¿influyen lis diferencias
sexuales?, ¿influye la edad?, ¿la experiencia o inexperiencia es un factor a
tener en cuenta?, etc.
.. En general,podemos decir que existen rres posturas: a) aquellos que consideran que el factor fundamental que decide el resultado teiapéuticó son las
propias técnicas terapéuticas, siempre y cuando se apliquen de manera apropiada (Marks, 1978; Mahoney y Arnkoff, l97B); b) aquellos que defienden
la relevancia de factores no específicos como determinantes de ios resultados
(Bergin y Lambert, 19.18; Orlinsky y Howard, 1978; parloff, \Waskow y
\wolfe, 1978); y c) aquellos orros que mantienen que las variables
del paciená
y del terapeura son realmenre relevanres (Bergin y Lambert, l97g).
Desde hace unos años, como indican algunos autores (Bernstein y Nietzel, l9B0; Korchin y Sands, 1983; Segura, 1.985, enrre otros), se observa un
intento por investigar los procesos terapéuticos en general y, en especial, su
papel en el éxito del tratamiento. Estos procesos, que en parre parecen comunes a todas las terapias, podrían ser para el clínico una vía de cómprensión
respecto al éxito de un tratamiento en un momento determinado. Algunos
autores proponen nuevas estrategias para investigar el cambio en psicoterapia.
Las variables del proceso terdPéuttco
147
por ejemplo, Gendlin (1986) plantea 18 estrategias,de investigación en psimás
.ot.rrpir'que, según é1, p".áá hacer las investigaciones en este campo
estrategias
Estas
ahora.
hasta
rfu1iri."ii.,,", q,r". las realizadas
;;;ñ;"i
que constivan enfocadas a inrrestigar variables específicas de la psicoterapia
los subproc.tot y microprocesos de la misma'
tuven
'*';ri;;;;,
cen;. l, i""Jstigacio' sobre la psicoterapia, el debate puede de
la
los
efectos
a)
pt"gntttas:
ir",
trarse en este momento en torno a estas
esPeo
estrategias
técnicas
osicoterapia, ¿son el resultado de la aplicación de
concretos?; b) En-lugar.de esas.técnicas o estrategias ¿no
fi;.;;;;;ti;;"r
terapérrtico los
r.", -at'Ui"rr' "lgrr.to, f".tor., específicós del propio Proceso
obr".rr"áor?; y .) .ti¡19" faJtotes inespecíficos a lo
en
tireo ¿" las sesiones terapéuticas que eitán incidiendo de manera decisiva
en
centrarnos
a
vamos
ior'r"r.rl,"dos del tratamiento? En el presente trabajo
a
referencias
los dos últimos p.rn,or, aunque " lo l"tgo de él habrá algunas
la primera pregunta.
il;ffi;""'tor""f..ro,
II.
TERAPÉUTICO
FACTORES ESPECÍFICOS E INESPECÍFICOS DEL PROCESO
No todos los autores se ponen de acuerdo a la hora de diferenciar entre
por faci";;; específicos " ir,.rp..ific-os' En general, podemos decir.que
terapeuta,
del
se enrie;den las actuáciones intencionadas
iár",
"rp.iíficos
,o^o iitrrpretación, habilidad. de co-mprensión o la corrección de creencias
el contrario'
ürtorrionoáo, ,obr.'1" realidad. Por faciores no específicos, por-
relación humana satisfactoria que
factores la popu-.
afecte positivamente al individuo. La importancia de estos
y el.rol
larizó Fr"rrk (1961tqni"n consideraba qrr. fa.tot.s como el estatus
q"" ,.."p"rrr" ,i"'rr.'.n la sociedad juega¡ un papel importante' En realidad'
"f
h.rmana 9!e ¡e da en toda psicotef"
-r^{o
;;; ;; áefiende es que la interac.ció.r
de alguna -".t.',, igual -que en toda relación humana'
'A*bor',ipo,
^rrir^,
á. factores Á"".o.rf.t.tden muchas veces y' en general, los
,rrror", habla.t indistintamente de unos y de otros a lo largo de. sus investilos inespecíficos
gaciones. Por otra parte, tanto los factores específicos como
.,,.r'"n
y aquellos
teraPeuta
propio
al
refieren
se
aquellos que
se dividen , ,r.,
otros que implican directamente al paciente'
se enrienden las cualidades inherentes a una
u.
Variables del teraPeuta
Greenberg (1986) se plantea estudiar los resultados que se obtienen en cada
dirrid" ésta en procesos específicos que contribuyen a
sesión, y" p'^r^
"ilo
148
Aurora Gat:tn.:
dichos resulhdos. cada uno de estos procesos es un niyel esúndar de unidades' Las principales unidades serían, para esre auror, los niveles de contenido, el acto de hablar, el episodio y lis interrelaciones. El contenid.o es el
más indispensable de los.niveles y comprende todo aquello que aconrece
durante la sesión terapéutica, /2 seá verbal o no verbal, por parte del terape-uta o del paciente. Los actos de bablar, como ,r', ,rornbr. indica, hacen
refere.ncia al.lenguaje verbal que utilizan los participanres en la terapia y su
sentido en el conrexto específico en el que ol.r.r.rrr dar informaciór, h"...
una promesa, advertencias, explicación, etc. Los diferentes sentidos que se le
den a este lenguaje dependerá de la fuerza y directividad con que se exprese.
Greenberg, siguiendo aMa.tar.azzo (Matarazzo y cols., 19oa) irrcluy. r"ibién
en esta unidad la calidad delavoz,la duración del discurso y los silencios.
Los episodios son porciones de comunicación claramenre diferenciadas unas
de
po.r l.os. participanres, con un senrido terapéutico. son unidades sig.otras
nificativas de la interacción terapéutica, ya que genéralmente se dirigen a fi.rls
específicos dentro de la misma (por ejempló, el .e¡d6¡ del día"
t.rrpi,
".r"1"
cognitiva de Beck). Por úldmo,las interrilaciones comprenden las
cualidaáes
concretas que debe poseer el terapeuta para conseguii un contenido, acto o
episodio determinados, y se podría .o.tiid"."., po. t".rto, un factor inespecífico.
. . P".." Greenberg el estudio de estos niveles permitiría conocer a qué se
deben los resultados de un tratamiento, así como cuáles son los más frecuentes
en cada tipo de terapia y los que permitirían mejores resultados.
. Schaffer (1982) plantea como variables de estudio en el terapeuta el tipo
de conduca qu.e manifiesta en la sesión clínica, su habilidad pa." aplica, ias
tácticas adecuadas que permitan conseguir los fines terapéutico, y i" forma
de comportarse en la.reLció.n interpe.só.ral con el pacienie. Las dÁ primeras
las considera específicas y la t"..er" no específi.". El tipo d.e conáucta de/
te-rapeuta se refiere a las tácticas que éste utiliza p"r. .órrr"guir los fines u
objetivos terapéuticos que se plantéa de acuerdo .on l" teoríaáe l" qr" parte.
La habilidad de la conducta del te.rapeuta se refiere a la manera comperenre
de aplicar las úcticas. La forma de iomportamiento interpersonal haie referencia a la manera en- que el terapeuta se relacio.r" .on el paciente. Esta
variable se evalúa mediante.onstrrr.to, tales como la famosa^tríadade empatía,
.autenticidad y aceptación (Rogers, 1957), o según medidas de la contribución del terapeuta en el establecimiento de-la aliaizaterapéutica (Hartlev
y Strupp, 1982).
Schaffer ProPone, para estudiar las variables anteriores, la división de la
sesión terapéutica en unidades de evaluación. Cada unidad es una parte de la
s5si91.eue comprende un determinado tipo de conducta del terape.rta. cuar,do.dicho tipo de co1d.uc.t1_c1mbia, r" p"r" a orra unidad. Lo que se mide en
cada una de ellas es la habilidad y la foima de comportamiento inrerpersonal.
Las variables del proceso terapéut;co
149
Sin embargo, no existen unidades de estudio unánimes para todos los autores.
Schaffer llama la atención para que se establezcan unidades por consenso que
dirijan las investigaciones futuras, ya se refieran esas unidades a espacios de
tiempo o a variables específicas, como, por ejemplo, el tipo de conducta del
terapeuta, como él propone, o el contenido, los actos de hablar, etc., como
propone Greenberg. De este modo, los jueces que evaluasen esas unidades
pudieran distinguir claramente cuándo termina una y comienza otra, evitando, de esta manera, la diversidad de fragmentos a estudiar enrre los diferenres
jueces y la faha de claridad y especificidad de los procesos que se estudian.
Es evidente, entonces, que el motivo de incidir en las unidades de estudio
no es otro que el de llegar a un consenso entre los autores dedicados a este
tenaa, par¿- obtener así resultados que pudieran generalizarse. Podemos destacar en esta dirección, el trabajo de autores como Cook y Kipnis (1986),
que trabajan con las unidades propuesras por Schaffer, peró atetrdi"ndo
clusivamente a las tácticas que usa el terapeuta para cambiar la conducta "rdel
paciente (información, instrucciones, explicación, refuerzo verbal, interrupción, apoyo, entre otras). Estos autores esrudian la influencia del terapeuia
de acuerdo con la teoría del poder social y parten de la hipótesis de que el
teraPeuta intenta influir en sus pacientes para cambiar la condu.t", cog.ri.iones o sentimientos del mismo. Esta influencia tiene una fuerza dererminada
y unos fines concretos, existiendo diferencias entre rerapeutas de diferente
sexo. Estos autores hallaron algunos resultados verdaderamente interesantes.
Cada terapeum había tratado a dos pacientes y aparecía consisrencia de las
categorías utilizadas para los dos pacientes. Los rerapeutas masculinos usaban mayor cantidad de tácticas de influencia que los terapeutas femeninos.
La proporción de inrerrupciones era significativamenre mayor en rerapeutas hombres (un l2"A del tiempo) qr" en rerapeuras mujeres 1un z"/" del
tiempo).
Los autores comentan en la discusión que las diferencias individuales sugerían una dimensión de actividad-pasividad. Algunos rerapeuras eran acrivos, usando tácticas de influencia de todo tipo, y algunos eran pasivos, usando pocas tácticas. Los terapeutas eran también consistentes, de ,rn paciente
a otro, en el uso de ciertos modos de influencia específicos.
Esta información, que a priori parece interesante, no la relacionan los
autores con los resultados obtenidos en los tratamientos, ni tampoco informan de la. proporción en que cada una de estas tácticas se utilizaba dependiendo del tipo de terapia que se aplicaba. Hubiera sido de gran utilidad el
haber recogido estos datos, ya que hubiera permitido al
-enos esbozar algunas hipótesis sobre la influencia de tales tácticas en el éxito terapéutico, así
como si su uso es diferente según el tipo de terapia.
. varios investigadores han seguido en esra línea intentando responder a
alguna de estas cuesriones; por ejemplo, Elliot y cols. (19g7) han encontrado
150
Aurora Gavino
que la may-or frecuencia del uso de una u. otra táctica, por parte
del terapeuta,
depende efectivame_nte del tipo de terapia que se
"rt¿'rtill"ndo.
como se ha indicado- más arriba,
inrr"rtigaciones
van referidas más
"it",
bien a la relación entre determinadas variables d"ipro."ro terapéutico
y va_
riables concernientes al mismo terapeuta, como
.l ,""o, o a la formación
teórica, de éste, operativizadas generalmente en el",tipo de terapia
que realiza.
Sin embargo, no plant"a.t, co-o objetivo el conocer qué influencia
tiene sobre
los resultados del tratamiento el que se utilicen ,.r", r., otras tácticas.
Elliot
(.1987) concluyen que no hiy en general un modo de respuesta
mejor
para. todas las terapias y que estos modoi d.b".r estudiarse
segú.r
.o.,te*to
en el que se encuentr".r, 1", características del paciente, el tipá "l
de relaciones
que se pretende establecer entre rerapeuta y p".i"nt",
t6 prioria"J.,
"rí.onro
inmediatas que plantea el mismo p".i.trt". ^Sin emúargo,
y y"rdo ,r, po.o
más lejos, se podría añadir a esras afirmacione, q,r. rro"rói¿t^y
q.r".Á.r'o..,
los modos. de respuesta más adecuados según la terapia d. qu.
se rrate, sino
también, dentro de éstas, qué tácticas son más eficaces en cada
técnica terapéutica para conseguir los mayores éxitos.
Quizás a causa de esta falta de información , y por la misma dispersión
de los estudios realizados hasta ahora, los resuhaáos obterridos
no J; ;;t
alentadores. Así, el uTemple Study" (Sloane y cols. 1975)
no enconrró relaciones significativas enrre la conáucta del terapeura y lá, ,.r.rlt"dos
de la
terapia' Otros investigadores tampoco han
relaciones significati".r.óntr"dó
vas entre el tipo de co.nduc.ta del terapeuta (Kilman
y Howell, tgz+;"¡vlarlÁal¡
1980), la habilidad (Rice, ts6s, 1973) y l^ for^^ d" .o-forr"_
Ll:l-!"l":
mrento_inrerpersonal
(Marziali, Marmar y Krupnick, 19g1) respecto a los
resultados terapéuticos' Schaffer propone .r.r"
a" estos resu¡ados
diciendo.qug se deben a que
f".torer r"""pli.r.i¿.r
h"n estudiado como aspecros
"rtá,arroja resultados
de una simple dimensión, lo que
p.br;r.Según este autor'_los ejemplos que ofrece la lite.atura sobre
este tema
demuestran que- estudiar prediccion", d. ..rrltados con
dimensiones simples
de la conducta del t"r"p"rt, hace que se ignoren orro, porrbl",
d.t".-irr".rt",
del impacto en el resultado de l"r'di-".rJiones del pr.i";;",
estudiadas en
el proceso. Schaffer propone estudiar los factores'
"o
f. -"".i""ados de una
manera multidimensional, atendiendo a cómo ,o., ,ál"..ionadas,
....;;;:
ljzadas
,y utilizadas las medidas de la conducra d.l ;;;;p;; a para predecir
resultados. Estudios multidimensionales evalúan ."d" ,r.ridrd
de la conducta
del terapeuta en dos o más dimensiones, seleccionan m.diáa,
de dos o más
dimensiones de dicha conducra, y formulan hipó;;ri,
; air.rr"r, resurtados
en términos de dos o más dimensioner l" ,r.r. Schafíer
opina que la mrrr"
tidimensionalidad de la conducta del terapeura
no ha sidó adecuadamenre
evaluada en la investigación existente d"bido probl"-"s
metodológicos.
" deben cambiarse
schaffer sugiere que los métodos de investigacián
en la
y cols.
Las variables del proceso
teraPéutico
151
dirección por él recomendada, ya que de esta manera se conseguiría hallar
dimensiones independientes.
El argumento de Schaffer de conceptualizar la conducta del terapeuta en
términos de las dimensiones de tipo, habilidad y forma de comportamiento
interpersonal está basado en los siguientes puntos. Primero, este autor cree
que las definiciones de las dimensiones son claras. Segundo, es capaz de
clasificar las medidas usadas en investigaciones previas en términos de dimensiones, lo cual sugiere que esas dimensiones son generalizables. Tercero,
las dimensiones son similares para los factores específicos e inespecíficos.
Tipo y habilidad se refieren a factores específicos, y forma de comportamiento se refiere a factores no específicos. Cuarto, estos métodos llevan a la
formulación de nuevas e interesantes cuestiones de investigación. Según Schaffer, la claridad, generalizabilidad y valor heurístico de las dimensiones de
tipo, habilidad y forma de comportamiento interpersonal deberían considerarse como una base conceptual para futuras investigaciones y permitirían
conocer su influencia en los resultados terapéuticos.
l.z. Variables del paciente
El poder predictivo de las variables del paciente es otro asunto controvertido.
Bergin y Lambert (1978) consideran que las variables del paciente son las
más importantes para explicar los resultados terapéuticos. Garfield (1978),
sin embargo, ha mostrado que las medidas sobre el estatus inicial del paciente
no son predictores poderosos del resultado.
Si atendemos a los trabajos publicados sobre este tema se puede ver que
no es nada extraño encontrar tales contradicciones, ya que existe una gran
disparidad entre ellos en la selección de las variables. Al igual que sucedía
con las variables del terapeuta, no existe un consenso sobre la elección de las
variables del paciente. Las distintas investigaciones que versan sobre ellas
parten de variables diferentes, dando lugar a resultados dispares. Veamos
algunos ejemplos.
Strong (1978) sugirió que un determinante importante del resultado es la
manera en que el paciente percibe al terapeuta) con estatus, credibilidad,
valores similares y los recursos que el paciente necesita. Orlinsky y Howard
(1978) concluyeron que el éxito de la terapia está asociado con la manera de
ver el paciente al terapeuta como confidente, profesional, comprendiendo,
aceptando y animándolo a la independencia. Sin embargo, otros autores han
relacionado los éxitos con momentos, en la terapia, en los que la calidad de
voz del paciente se caracteriza por actividad, energía, expresividad, viveza y
riqueza de las palabras utilizadas (Butler, Rice y Vagstaff, 1.962;Rice, 1.973,
1974; Ftice y V'agstaff , 1967). Gomes-Schwartz (1978) relaciona los buenos
152
Aurora Gaaino
resulmdos de la terapia con la implicación del paciente y su enganche acrivo
en el proceso de terapia, es decir, con el gusto por comunicarse, el compro-
miso para cambiar, la confianza en el terapeuta, el reconocimiento de responsabilidad de uno mismo para realizar el cambio, el gusto de relacionarse
con el terapeuta, y el reconocer sentimientos y conductas.
En una revisión de estudios en la que se examinaban las relaciones de los
buenos momentos en terapia con los criterios de éxito, Orlinsky y Howard
(1978) concluyeron que los buenos momenros se caracrerizaban por una comunicación expresiva, concreta y no excesivamente racional; por pacientes
hablando sobre sí mismos de una manera personal; y por pacientes con unas
relaciones fluidas con sus terapeutas. otros autores consideran buenos momentos aquéllos en los que los pacientes evidencian maneras de ser y actuar
que son generalmente aceptadas como sanas, maduras, ajustadas, o normales.
Por ejemplo, Hoffman (citado por Raskin, 1949) consideraba buenos momentos aquéllos en los que los pacientes evidenciaban o aporraban conducras
que los jueces consideraban maduras, y Haigh (1949) veía los buenos momentos como aquellos en los que la conducta defensiva era reducida. También se consideran buenos momentos cuando el paciente demuestra altos
niveles de cooperación, coincidencia y complicidad. Rice y Saperia (19s4)
aportan una serie de estudios donde los buenos momentos se caracteri zaban
por una elevada consciencia, entendimiento, reconocimiento, y reexamen de
constructos superiores de orden personal relativos a la resolución de situaciones problemáticas y abiertos a opciones de vida.
si atendemos al tipo de terapia sobre la que se han investigado las variables del paciente parece lógico concluir que la selección de dichas variables
y su influencia en los resultados del tratamiento dependen de la terapia de la
que se parte, aunque en todas se considere como requisito imprescindible la
e-liminación del problema. Sin embargo, en un intento de aunát esfuerzos y
llegar a establecer categorías claras que permitan estudiar el papel del paciente
en los buenos momentos de la terapia, algunos autores han eitablecido unas
normas o puntos de partida. Quizás el más represenrarivo sea el de Mahrer
y Nadler (19s6), quienes han elaborado una lista de buenos momenros en
psicoterapia que intenta ser lo más precisa posible, con una conceptuali zactón
compatible con la mayoría de las corrientes teóricas. Sin embargo, poco se
puede decir de la utilidad de tal listado, ya que no se han llevadó a cabo, o
al menos publicado, investigaciones basadas en é1. Es evidenre, no obsranre,
que una mayor unanimidad por parre de los aurores a la hora de establecer
unidades de estudio permitirá resultados menos confusos que los obtenidos
hasta ahora.
Las aariables del proceso terdpéutico
III.
153
EL PROCESO TERAPEUTICO O EL HILO DE ARIADNA
En todo lo expuesto hasta aquí es fácil apreciar que el estudio del proceso
terapéutico es arduo y complejo, sin conclusiones claras hoy por hoy y, al
mismo tiempo, con una gran cantidad de interrogantes por resolver.
Desde nuestro punto de vista, el problema principal es la falta de acuerdo
entre los autores a la hora de establecer líneas de investigación comunes. En
realidad, éste es un defecto que se mantiene en todos los campos de estudio
de la psicoterapia, como ya hemos expuesro en orra parte (Gavino, 1988).
Se supone que en toda interacción humana hay una influencia mayor o
menor de una persona sobre la otra. Sin embargo, muchas veces las investigaciones que estudian las variables de esa interacción, en el proceso terapéutico, dan a entender que ésa es la verdadera raz6n del cambio terapéuiico.
Se ha pasado, pues, de dar a las técnicas el papel más importanre en el cambio
del paciente a relegarlas a un lugar bastante irrelevante. Quizá ello se ha
debido, como ya se expuso al principio de este trabajo, al deseo de los cli
nicos de dar una respuesra clara acerca de las causas de la utilidad de la
psicoterapia en general y de los motivos de éxito o fracaso de cada terapia
en particular.
Como afirma Kanfer (19s5), el proceso terapéutico es una conrinua inrerrelación entre la información que se recoge, la formulación de objetivos de
tratamiento y la retroalimentación de cada uno de los pasos, y el refinamiento
de hipótesis sobre la elección óptima de los objetivos. La intervención clínica
puede ser, entonces, vista como un proceso de solución de problemas y toma
de decisiones. Esta visión implica un modelo básico sobre la mrea del ólíni.o.
El paciente presenta un estado inicial (A) que es insatisfacrorio, debiendo
definir el clínico, en muchos casos junto con el paciente, un estado meta (B)
que aliviará el malesrar o insatisfacción presente, y propone una serie de
pasos (C)' así como los instrumentos para la transformación del estado A en
el estado B. La selección de objetivos se refiere, entonces, al acto de elegir
la combinación adecuada de objetivos situacionales y conductuales y los niétodos de cambio que consigan esta transformación. Claramenre, las decisiones clínicas dependen de la definición del problema (estado A) por parte del
clínico, de la selección de un estado final apropiado (B), y del conocimienro
y fuentes de procedimientos para producir el cambio (vei capítulo 5).
El conocer las variables que intervienen en el proceso terapéutico es, por
lo tanto, algo importante para esclarecer los resuliados que se obtienen. p.ro
dentro de esas variables se incluyen también algunas completamente olvidadas en los estudios planteados. Entre estas variables destacan la selección de
la(s) conducta(s) problema(s) y la de los objetivos a conseguir, aspecros que
algunos autores que estudian las variables del proceso terapéutico io.tsideian
154
Aurora Gaoino
de máxima importancia (Kratochwilr, 19g5; Rice
y Greenberg, 19g4). por
ejemplo, en un intenro integrador, Rice y Greenberg
(19g4) se plantean res_
ponder a las siguienres pregunras:
1'
¿Qué acruaciones del paciente duranre la terapia sugieren por sí mismas
un estado del problema requiriendo por tanto intárvencLn?
2. ¿Qué operaciones del terapeut. ,o., apropiadas?, es
decir, ¿qué opera_
ciones facilitarían
,r., pro..ro d. ."-bio .r, lor'p".i"rrt.r l
T.j"l
3. ¿Qué acruación del paciente lleva ar cambio?, Ire,
bien,
son
de la actuación del paciente que parecen"conducir ¿cuáles
ar proceso de
l::trl.,.r"s
camDlo /
Rice y Greenberg enfocan,.pues, ra investigación sobre
los procesos terapéuticos a parrir de unas cuestiónes op"."rirr"r] si"
;-L;r;o, su pranreamien_
to a lo largo del trabajo es mucho
-á, co*pr.jr q";l;"q;e pueda suponer
responder a tales preguntas. En efecto, estos
autor", ," pl*t.";, ;;;^;i
estudio de procesos dé cambio, arender a variabres
rales
como er probrema
-p"á,of
la inrervención del,.r"p*L
;i
$:"*lli:
:t^ 11.':"r",
blema y la respuesra.que_d-a
paciente a.rte li intervenció"".i""i.
a.t
r"."fJrrá,
9l
todo ello en cada sesión. El planteamiento expuesto
sigue las mismas direc_
trices que las señaladat po, oiro, aurores ya mencionadós
al principio de este
rrabajo (paul, 1967; Kaidin, r986b). se intenta ."rp;;;;;l
io, irrér."gr;;;;
de qué intervenciones produc.n que. tipo de_imp"ir.
."^qre
Y" paciente deter_
minado y en qué momentos p"rti.ul"rá, d. t;;;;i".-"
Incluso esta inte
l:
;;;:
Exis,en"".iJi;;;s"T'ii,tffi1l"i:';y"??lT;:Jr?:::T:t."_0,.*".J,T:
rrco y que esros r"rr:1.r han sosrayado. variibl"r
t"1., como las ."p".;;;;;,
de éxito por parre del
paciente y del terapeura, er lugar (*locus,) de
control
(externo-inrerno, controlabre-incontrolau[¡
a"í q";;;;r;;'ar comienzo de la
terapia, o las atribuciones que ambos p".ii.ip"rrr"r'.r,
t" ,.r"pia hacen res_
pecto a ésta.
Todo clínico sabe por experiencia propia que la
motivación y las exoec_
tativas que el paciente tien. i.rp..to ,'1, i.r"pi"
y a su ,.r;i;;;",r;; ,ffi;_
tanres. Esre conocimiento práctico no ha t.rriáo
ú.r,
adecuada hasta
hoy día en la investigación. sin embarg
"r..r.lánlo,
l^
aurores que
investigan en el área.líni., lo mencionri",.o-o^^;;;í;-JJ
algo evidente y básico para
el trabajo clínico. Las expectativas del paciente.
a.i*"a."'¿e la percepción
que éste tenga del rerapeura, es decir, de variable,
i".r""rrls y terapéuticas
acordes con su idea de cómo tiene que ser
un terapeuta (Kanfer y Grimm,
1980), de la efica.iij:.la_terapia,."., g"r,er"l,
y;;
Jrro,
particular
(upper y cautela, 1979). Expectativas 'e.ró.reas'..qri"."rr-rrrp
"r,
irrt".u.nción
rápida y esclarecedora por parte del rerapeura,
d.p.rrdi..rJo muchas veces la
Las aariables del proceso terdpéutico
155
continuación del proceso terapéutico de una intervención satisfactoria a este
respecto.
I
il
*
{
*
$
Pero estas expectativas pueden deberse también a otros motivos. El considerar que el problema que uno padece no riene solución, porque depende
de características propias inmodificables (atribución interna-incontrolabl"¡, o
de la intervención de otras personas a las que no hay posibilidad de hacerles
cambiar de manera de acruar (arribución externa-incóntrolable), da lugar a
unas débiles expectativas de éxito terapéutico. Por el conrrario, p..rr"i qr"
el problema creado depende de uno mismo, pero que puede sei ca-biüo
(atribución interna-controlable), o que se debe otr"i p".rona, sobre las que
"
se puede intervenir (atribución externa-controlable),
favorece la intervención
del terapeuta hacia el cambio propuesto como objetivo. y no sólo son variables relacionadas con el éxito del tratamiento sino que también implican una
particular del propio terapeuta. Ante las expecrativas de incontro1c_tua9ión
labilidad, el terapeuta tiene que utilizar los medios que tenga disponibles
(registros'-ej-emplos, etc.) para modificarlas. En pacientér .o.r e"pectativas de
controlabilidad, es preciso distinguir muy bien si el planteamie.rto del paciente es correcro en la atribución que hace del motivo que origina y
-mtiene su
Si
es, hay que buscar esrraregias de interiención q.re
-problema. -lo
lo modifiquen;
si no.lo es, primero hay que de-ostrar al paciente, al igual
que en .los casos de incontrolabilidad, el error de partida, y a conti.ruación
desarrollar el plan terapéutico que requiera el problema seialado.
euizá un
buen ejemplo de este planteamiento sea la terapia elaborada po. Bec-k (Beck
y cols., 1979;Dobson y Franche, esre rrolumen) en la que.rn'o d. lo, prr.rto,
principales es comprobar si las creencias que tiene .l paiiente sobre las causas
de su situación son reales o no, o la eitrategia de solución de problemas
(D'zurrlla y Goldfried, 197.1; Nezu y Nezu, este volumen) en la que se
enseña al sujeto a plantear de manera adecuada su problema y a darle soluciones realistas y con el mayor éxito posible.
Las atribuciones respecto al tratamiento también pueden influir en la evolución de la terapia. Su estudio se ha realizado desde varios frentes. Algunos
autores han investigado la posible influencia de las variables atribuciJnales
que los terapeu.ras y los pacienres hacen respecro a la responsabilidad, por
parte de estos últimos, de la causa de su problem a y de la soiución del mismo.
Existe consenso en afirmar que las asunciones sobre la responsabilidad de la
causa del problema y su remedio se manifiestan en la orientación teórica del
clínico,-en la diagnosis del problema, en el tipo de intervención, en los fines,
la elección, y el resultado del rratamienro, y án los roles esperados del clínico
y del paciente. Es posible, como afirman McGovern, Newman y Kopta (19g6),
que estos asPectos estén influyendo en la manera de enfocar el tratamiento,
encontrándose que los enfoques que atribuyen menores niveles de responrabilidad a los pacientes tiendan a rener esrraregias directivas q.re ofr.r.a.,
156
Aurora Gaoino
tratamientos concerntrad.os a corto plazo,
y orientaciones que enfaticen la
responsabilidad del paciente p"r" .a-birr'.r,"Ul.r.""
rlr,r-i..,ros menos
direcrivos de larga duración, ,.rurr"náo
q;;].
il-i"".i0.
de ra respon_
"i;
'abilidad del paciente (en ra causa y:.r..1.á,,'u¡"1,-J;'i;g",
a un aumenro
del esfuerzo clínico o ie la ."rpor,rábilidrd J;i;;;il;,;.
son muchos' pues' lo¡.{a9t9..es que intervie".r,
J-oro."ro terapéutico.
Quizá esra misma complejidad hacé i""irbr". ioy "i
su integración en
ü;í;
una investigación. Seguiamente sea ésre urro
d"lá
il",ir"íque
la diversidad de trabájos y ros resultados p"r.i"i.r-"".""'rr"a., ha propiciado
en eilos.
Por lo tanto' sería conveniente, p,ues,^ atender
pri-"ro
a
los
requisitos
necesarios de cada técnica y estudiar iespués
q"e ,írirüüs
der proceso rera_
-prra
péutico intervienen y de qué manera ,. p.r"d".rconseguir los
mayores resultados positivos posibles. t:
"pri.",
r;;;;r¿.e
que
se dirigen
algunos aurores. Estimos de acuerdo con ,"r:i
Schaffe, .;;"i;i.r,.rrr" dar sentido
al estudio de las variables del terapeuta encuadrándoras
en un todo dentro
de la ter-api a y de un marco teóricó determinado.
Schaffer (1986) plantea ra necesidad d..rr"lrrar
ras habilidades der tera_
peuta' a la hora de usar las tácticas adecuadas
pnl^ a^ ,i^r"]',i".rro, en reración
con variables tales como la conducta a u.aÍ.art
las mismas técnicas terapéu_
ticas. consideremos el valor heurístico de
un
si la técnica es aplicada adecuadamenre. si el"r*ai"-.r.ique no se conoce
resurt"d; ; un
concluye que la técnica es ineficaz, se pierde.pr.;;;;nte fracaso, y se
ra posibilidad
de saber si la técnica funciona .r"rrdo es
apricada con habilidad suficienre.
sin embargo, si se comprueba que la técnica es
.fr."J, iJ*".r"r, apropiada
y el resultado es insatisfactorio, enronces r".r."b.
q". r"ie."ica era inapro_
piada para el tipo de paciente para .r
proble-"!r.'"rr"uan
siendo estu_
diados' cuando ," .o-p"."., I
ié..ri.r, y er nivel de habilidad es co"lgr'",
nocido como adecuado,..rron.á,
se puede *ío".ril"1?.rr¡." es o no
la
mejor para un problema determinado.
Parece razonable pensar que ra evaruación
de ras habilidades der terapeuta
es una necesidad importante.
er
problem; p;;;;;;i radique en esra_
euizá
-.orr."pto
blecer criterios
y fiabrls a"t
d" habiiiJad, y medidas de
".t"br",
evaluación adecuadas
pari ar fin. precisa-.rrt. .o., er propósito
de conseguir
estos crirerios v medios de evaruación,
schaffer .o"'riJá.", como objetivo
inmediato, el dásarrolto d. ,'r'" i;;;;;.1;n!;;;*';¡;
y ra psicoterapia
que permita definir las cualidades de la
.orrd,,.r. hrbiüdor" del terapeuta.
según este auror' si se utilizan diversas
reorías de.psicopatorogía y psicote_
rapia para definir dicha habilidad, entonces.ras
df.r"p;;;;as de los jueces
sobre sus respectivas
constiruirse
en
de dificultad
1eo¡í1s.¡yedán
a la hora de evaluar la
""1?""","
habilidad. Ari p.r.r,
plausible
que
se pueda
maximizar el nivel de.fiabilidad interjueces .parece
utilizando jueces que concuerden
en las cuestiones teóricas ,"l"rr".rt"r.'
Las variables del proceso
terapéutico
157
Otra dificultad respecto a los jueces es que éstos a veces evalúan la conducta del terapeuta comparándola con la que ellos hubieran tenido en el
mismo punto de la sesión que están evaluando. Schaffer sugiere que es posible entrenar a jueces para evaluar la habilidad del terapeuta considerándola
desde el punto de vista de la teoría que está siendo estudiada y no de otra
manera.
Así pues, para Schaffer, el impedimento más serio para desarrollar medidas de habilidad terapéutica es la falta de especificidad de la mayoría de las
teorías y las medidas. Schaffer sugiere la necesidad de desarrollar teorías de
terapia que tengan muy pocos niveles de abstracción e inferencia para, de
esta manera, conseguir altos niveles de especificidad. Sin embargo, esto no
desembocaría, a nuestro juicio, en una teoría general de la terapia, sino en
un listado de casuísticas. Más que limitarse a los conceptos concretos quizá
lo que hay que hacer es definir los conceptos que se utilicen (concretos o
abstractos) de forma clara y precisa, y ser rigurosos en los razonamientos
que sobre los mismos se realicen. Hay que huir de los conceptos vagos y de
los razonamientos endebles, no de los conceptos ni del razonamiento.
Un ejemplo patente de la propuesta de Schaffer es la labor realizada en
esta dirección por los investigadores del Ntuu Treatment of Depression Collaboratfue Research Program, quienes, en opinión de Schaffer, han conseguido importantes progresos en la tarea de describir teorías de rerapia en
términos específicos. Dichos investigadores desarrollan omanuales de tratamiento" que sirven como componentes de un intensivo programa de entrenamiento en cada tratamiento (Beck, 1976; Beck y cols., 1979; Dobson y
Shaw, 19S8).
Schaffer anima a los investigadores a usar medios semejantes a estos manuales, que permiten desarrollar medios altamente específicos en cada tratamiento, que permiten verificar en qué medida un tratamiento dado es aplicado, y en qué medida esa aplicación se ha llevado a cabo de manera habilidosa.
Por ejemplo, el ítem llamado "Orden del día" (Agenda) en la escala de
terapia cognitiva (Young y Beck, 1980) es una de las medidas más altamente
específicas de habilidad del NltrlH, según Schaffer:
0 -El terapeuta no hace un orden del día.
elabora un orden del día que es vago o incompleto.
4 -El terapeuta ha trabajado con el paciente usando un orden del día
' 2 -El terapeuta
satisfactorio.
6 -El terapeuta ha trabajado con el paciente usando un orden del día
y estableciendo prioridades.
específico, apropiado para el tiempo disponible,
Es evidente que la propuesta de Schaffer es un intento de esclarecer la
terrible maraña de información que, a partir de investigaciones independien-
Aurora Gattino
158
res, está apareciendo en la literatura científica. Por lo pronto, elimina el grave
prábl"-" de estudiar el proceso terapéutico desde distintas teorías de manera
indiscriminada, dando l.tgat a unos iesultados poco útiles, ya que cada tera-
pia, basada en una teorí1, tiende a sobreenfatizar tna dimensión de la coni.r.r" del terapeuta en tanto que minusvalora otras, resaltando uno o dos
tipos de conducta y olvidando otros.
Estas reflexionei de Schaffer han llevado a algunos autores (Henry, Schacht
y Strupp, 1986) a plantearse métodos de investigación congruentes con las
pr.-itrt ieóricá, sobr. "l proceso interpersonal en psicoterapia y atendiendo
'"1
.onj.rnto de variable, qrle irrte*ienen en_ el proceso terapéutico' a saber:
a) antácedentes del paciente, b) técnicas del terapeuta, y c) relaciones entre
variables ("no específicas").
IV.
LECTURAS PARA PROFUNDIZAR
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1984'
Nueva York, Guilford Press,
of change: intensiae analysis of psycbotberapy
TERCERA PARTE
TÉCNICAS BASADAS PRINCIPALMENTE
EN EL CONDICIONAMIENTO CLÁSICO
9.
TÉCNICAS DE RELAJACIÓN
M.' Nrsvrs V¡RR v JRrrvrE Vrr-e
r.
rNTRoDuccróN
Las técnicas de relajación constiruyen un conjunto de procedimientos de
intervención útiles no sólo en el ámbito de la psicología clínica y de la salud,
sino también en el de la psicología aplicada en general. Su desarrollo histórico
es relativamente reciente, dado que las principales técnicas de relajación, tal
como se uttlizan actualmente, tienen sus orígenes formales en los primeros
años de nuestro siglo. Las primeras publicaciones sobre la relajación progresi'ua de Jacobson y la relajación autógen¿ de Schultz son de 1929 y 1932,
respectivamente. Otras técnicas de relajación, como las basadas en el biofeedback o retroalimentación, son bastante más recientes, ya que se desarrollaron
formalmente a partir de los años sesenta y setenta.
A pesar de los orígenes relativamenre nuevos de los procedimientos de
relajación, sus antecedentes históricos son anriguos. Existen, por ejemplo,
importantes conexiones históricas entre las técnicas de relajación, basadai en
la sugestión, y los primeros intentos de tratamiento de la enfermedad mental,
basados en el magnetismo animal y la hipnosis, tal como fueron aplicados
en los siglos XVII y XIX. Asimismo, los avances en el conocimiento de la
anatomía y electrofisiología de los sistemas neuromuscular y neurovegetativo a lo largo de los siglos XVIII y XIX
del carácter eléctrico de las contracciones musculares y -descubrimiento
de las funciones antagónicas de las
ramas simpática y parasimpática del sisrema nervioso aurónomo- fueron
decisivos para el posterior desarrollo de las técnicas psicofisiológicas de relajación.
La evolución de las técnicas de relajación a lo largo del siglo XX y su
consolidación como procedimientos válidos de intervención psicológica, se
ha debido en gran medida al fuerte impulso que recibieron dentro de la
Terapia y Modificación de Conducta, al ser consideradas como parte integrante de otras técnicas
ejemplo, la desensibilización sistemática- o
-por de conducta en sí mismas. Este impulso inicial
como técnicas de modificación
se vio reforzado por el lugar relevante que continuaron teniendo en los ámbitos de aplicación más recientes de la medicina conductual y la psicología
Universidad de Granada (España)
I
162
M., Nieves Vera y Jaime Vila
de la salud. sin embarg.o,.una parre imporrante
del proceso de consolidación
de las técnicas de relajació.r, ,. h, ¿euiao ,
h
marcos
concepruales derivados. de
""l;;;.ia de unos
investigación *p".r-""r"i-rob."
i";;;;;;;;
.ra
emocionales y motivacionales,
desde"ros que nos ha sido posible entender
la
naturaleza y los mecanismos de acción ¿.
¿i.r,"s ;¿;i;;ri
En el presente capíturo se describen los funda;.;;;;";"rceptuales
de ras
técnicas de relaiación y r" presenran
en detaile ro, prá."dimienros para
ra
aplicación de las siguientes i¿.ni."r,
."r;É;:;;;.iiü,
rerajación
pasiva,
relajación autógena y la respuest
d" ,"í^j^rióri. il;l"lgo a"l capítulo se
resalta la necesidad de integr", l*^
t¿..ricas de rerajacióndenrro de ras
habi_
lidades clínicas de interacc.i;" p;;;.;;-terapeuta,
adaptándolas a las caracre_
rísticas individuales de cada p*ro.rr.
II.
FUNDAMENTOS CONCEPTUALES
Aunque se ha tendido a definir la relaiación
por referencia exclusivamenre a
su correlato fisiológicl
ejemplo, ausencia de tensión muscular-,
la
relajación, en sentido esrri*o,
-,.por .onriit.ry" un típico
proceso psicofisiorógico
de carácter inreracrivo, donde to firioiogico
y lo psiiológico no son simples
correlatos uno del otro, sino que ambos
interactúan siend-o partes integrantes
del proceso' como causa y como producto
(Turp;n, rlsrj.
De ahí que cual"nli"r"r;".enre
quier definición de ra rer'ajación á"b" h".",
,.i;;;.i;
a sus
componenres fisíológicos
reducido d"
,o-e,i., y autóno_
-patrón
Dá-, subjetiaos
".,;".r¿r,
verbares a" ,r""q";r;lJ'y'rrrrego_
y conduc_
-informei
tuales
de
quiescen.i, -oto."-, ,rí .o-o á sus
posibles
-estado
vías de
interacción e influencia. Existen diferentes
marcos concepruales desde los que
es posible abordar el estudio psicofisiológiil;;;i;;:ta"
Los principares
proceden de las investigacio.r., ,ob."
procesos emocionales, motivacionales
y de aprendizaje.
n.t. Relajación
y
emoción
Desde el ámbito de ra emoción,
la rerajación se ha entendido
como un esrado
con características fisiológicas,.subjetivas
y..orrdu.t.r"l., ,^i]iit"."s a las de
estados emocionaler, p.rJ
los
a" r;g"í.;rrii"rio r". i""rtr,
,;1.. las emociones
difieren en el paper qu"
t*-r"rpuesras corporales en Ia
"rign"i,
evocación
U,ra d" ür- porr,rr"s teóricas
inftuyenres,
ff"tj.,Tro"J;ti";I;.ionall
.más
productoo";^;;;i!,i,i,,:::::i;,31,,*:.riii:**"'x,.,T,:ffi
i,l
i:.¡tcas
de
rekjación
rc3
¡roceso cognirivo d.e.percepción y atribución
causal de dicha activación a
:laves emocionales del-ambie.rr". í"
activación dñüü
o arousardetermi_
raría la cualidad emocional. Ambos componenres
son necesarios de forma
:ntera*iva: si no hay acrivación fisiolágica
,ro h"y ;;;;i;", pero si no hay
cognición tampoco hay emoción.
La teoría del arousal-cognición supone que la
activación fisiológica es
inespecífica
es, similai en las diiri.rt", ;-";i;;-,
siendo su princi_
-esro
pal mecanismo
de acción la activacián der ,irt.-" ,r.*iáro
simpático. De
acuerdo con la propuesra inicial de
cannon a principios Je siglo, se supone
que la
.s-ra responsable de
1a.ma;iygáiica der sisrema nervioso
los cambios
"u,¿norlo
fisiológicos presenres en las emociones.
su
función es la de pre_
parar al organismo desdé un punto de
vista
aporre sanguíneo necesario para acruar
"".rgéii.o,l.opor.iorrándore el
de forma
ras demandas
ambientales. por el .o.rr."iio, en ros
"?"pi"iií" ante
esrados d.';;;;;;;rt
dad, y quiescencia
en el caso de ra rerajación- er niver ¿.
-como
fisiológica se
supone mínimo, siendo su principar
".iir".ión
¿.
,.liár,
la
activación
_mecanismo
del
sisrema nervioso parasimpáti.o ..ry"
función ., a" ,ig;'Jon,r"rio, conservar
a.
lnergía del organis-o. A-b", ,"''"r, a*uarían s9gún el principio de inhi_
f
brcrón recíproca: cuando una se activa
ra otra se inhibe y viceversa.
Frente a esra concepción de la emoci¿"-y
a" l""l.iiu".i¿r, fisiorógica,
eriste una alternativa teárica qrr" .orrriJ.ra
1", .-o.iorr", como er producto
del feedback aferente d" p"tárre,
" específicos.
Existirían distintas
emociones carauerizad", por.p"tror,.,
"*po..l.s
dirti.rtorá;;;;ir*iá
rrrrro aurónoma
""*pr.rión
;omo somática, siendo uno di los nrincipal",
,¡rr.-rr'á"
emocio_
:ral el de los músculos faciates:
d;
;;;;;,
irr',
,rirr.r"
atesría,
,
"ó;r,,;..:fisiologica
etc' Desde esta perspectiva, la activación
cl.rriUU.r, tanto a la
j, ., rtdad emocio"d. p;; ;;;;;;,;""", la relaj
:T:Tl X*",T,., ;
..,iu,.i¿,,ii,r"iágii,ir#,i;H:'3;f;T":..,1ff
ación po_
'::r;ji,g.:Ji¡ff tJ;
por un patrón de activación fisiológica
dr.srmro u opuesto al de las emociones
:nrensas. La investiqación actual
pirece fruor"..r-i i;;;"
de la especifici_
dad de la activaciói, p"ro ,in. qrr"
,uporrga aceprar una interpretación
periferalista o rro .ogrritiva
"llo
de l"r .-o.lorr.i.
R"..o.rocer ra importancia de
activación fisiológica"periférica .,
;;;b,é" compatibre ;;;;" interpretaciónra
cognitiva de carácter
.cen1r1l, ya que ro, .a-Éior-.;rp.;;;, pueden ser la
consecuencia de la activación.d.
piog.*"s motores centrares, tal como pos_
tulan algunos modelos. cognitivás d""
r"
basado, .r,
paradigma
"-o.ión
de la iifor-".iJ ó"rr*,
"r Tomarf,en,
1985; Leventhal y
iilaSltttt"miento
164
M.' Nieztes Vera y Jainte Vila
l.z. Relajación y
estrés
En cuanto a.los
.procesos motivacionales, la investigación sobre el estrés ha
sido, sin duda, el marco conceptual más relevanrf^r^ef estudio de la relajación. El estrés se tiende a conc€pru arizar a,'ual-"rrr"
como l. ,.rp,r"rl
biológica ante situaciones percibidas y evaluadas como amenazantes
y anre
ljr qy" el organismo.no posee recursos para hacerle frente adecuadaiente.
Esta forma de entender el estrés resalta .l .o*po.r"nte biológico
de h ;
Pugs1a., pero al mismo ,i:Tp" pone de manifiesto la impoñancia de dos
variables psicológicas mediadóras: la valoración cognitiva di f"
r""..iá" fi,
capacidad
por_ orá parre, se acepra
que la
-del sujeto. para hacerle frente.
respuesra biológica incluye componenres de los ,iri.-".
,r.rroiiriotáji.Á,
neuroendocrino y neuroinmunitário, además de ir acom pañada
d" .oriponentes subjetivos y conductuales.
La respuesta biológica de estrés ha sido investigada en el conrexto
de orras
respuesras que han recibido diferentes denomináciones:
reflej" d. d.f*r,
(Pavlov), reacción de lucha o huida
_(cannon) o reacción ¿.
é;ry;):
Estas denominaciones sugieren que ra ,.rp.r"rr" biológica
de "i".*.
estrés ,i;"¿;i
menos inicialmente, un carácter adaptatiio, y^ q,.r" f"".ilir"
org"rrir¡.;
poder defenderse ante las amenazas ambienraÍes. sir, .-b".go,"t
"i
.,r".rdo la res_
Duesta.se.repite con demasiada frecuencia o su intensidad
las demandas objetivas de la situación, entonces se puede .orrrr"rri. ""*.ede
,r., importante
factor de riesgo para la.salud, c.omprometiendo el funcionamiento
",
de los rres sistemas biológicos impiicador, .r ,r..rrofiri,oló;;",
"a"p,riirro
el neuroendocrino y el neuroinmunitario.
Desde este marco_ c.onceptuar, la relajación se considera
una respuesta
biológicamente antagónica a i" ."rprr.rt" á.
q"" p".¿. ,.,
"rtrér,
y convertirse en un importante re..rrro personal
"p.á.rJia,
p^r^'roir^rrestar los
efectos
negativos del estrés (Benson, 1975).
l.t.
Relajación
y
aprendizaje
El-aprendizaje de resPuestas biológicas constituye orro
marco de referencia
teórico para entender las técni.r, á. relajación.'r", áir".""tes
récnicas pre_
tenden facilitar el aprendizaje del
a.
."rpr"rr"
ui"iogi."
.o.r"rp'orr.patrón
diente al estado de- relajación, utiiizando
pro.Édi-üi"r'ai*rsos. por lo
general, las técnicas. de relajación no ,rr"lá.,
lá, -..r.rirmos de
aprendizaje implicados. sin embargo, en la "rpli.it-,ro es difícil
-r;";;;;ár",
identificar. posibles mecanismos i.rrr"eriigado, .*rérrrÁ;"-;r,
orros conrex_
tos' Por ejemplo, en el caso de ra relajáción progreri.,r" á.
Jacobson
-;;
*¡----
l¿.zrcas de relajación
165
rls versiones simplificadas- el principal mecanismo de aprendizaje podría
'er la discriminación perceptiva de los niveles de tensión EMG en cada grupo
inuscular, a través de los ejercicios sistemáticos de tensión-distensión. En el
;¿so de la relajación autógena de Schultz, el mecanismo podría estar relacioiado, según la teoría ideomotora de Villiam James, con la representación
:nental de las consecuencias motoras de la respuesta
de peso y
-sensaciones
;¿lor- que dispararían las eferencias somáticas y viscerales
correspondientes.
En el caso de las técnicas de relajación basadas en la respiración, el principal
necanismo estaría basado en las interacciones cardiorrespiratorias del control
". agal.
Se sabe que el entrenamiento de patrones respiratorios caracterizados
f,or tasas respiratorias bajas, amplitudes altas y respiraciones predominante:nente abdominales incrementan el control parasimpático sobre el funcionaniento cardiovascular a través del sinus arritmia
en el ritmo carJíaco asociados a las fases inspiratoria y espiratoria-cambios
de cada ciclo respiratorio.
Aunque en el presente capítulo no se incluyen las técnicas de relajación
'¡asadas
en el biofeedback, es importante resaltar que han sido precisamente
estas técnicas las primeras en abordar explícitamente el estudio de los mecanismos de aprendizaje de las respuestas biológicas de relajación, partiendo
Jel modelo de condicionamiento instrumental u operante. Por otra parte, se
ha considerado que la respuesta de relajación, una vez emitida o evocada,
puede ser condicionada a estímulos neutrales del ambiente o ser contraconJicionada a estímulo evocadores de ansiedad, de acuerdo con el modelo de
.-ondicionamiento clásico o pavloviano. Este último mecanismo de aprendizaje es el que se ha supuesto como responsable de los efectos terapéuticos
de técnicas de modificación de conducta como la desensibilización sistemática
v el entrenamiento asertivo (V'olpe,
III,
1.973).
PROCEDIMIENTO
El procedimiento de relajaciín que presentamos en este apartado, es una
adaptación de la técnica de relajación progresiva de Jacobson (1934), basada
'$ü'olpe
(1973) y Bernstein y Borkovec (1973). La técnica
original es mucho más larga que la presentada aquí, ya que introduce más
en las realizadas por
variedad de ejercicios para cada grupo muscular; en cada grupo se suelen
emplear de 7 a 12 días. El tipo de instrucciones son, sin embargo, similares,
con la salvedad de que están elaboradas para ser autoaplicadas. Para ello, se
ilustra con dibujos detallados de forma que el sujeto pueda comprender por
sí mismo cómo realizar el ejercicio.
La mayoría de los autores que utilizan la técnica de relajación progresiva
han adaptado y simplificado la técnica de Jacobson por dos razones : 1) Se
166
M." Nieves Vera y Jaime Vila
pueden obtener los mismos resultados con 8-10 sesiones, más las sesiones de
práctica en casa, que con las 90 sesiones originales de Jacobson (Bernstein y
Borkovec, 1.973; Mitchell, 1977; Volpe, 1973); y 2) parece que los sujetos
siguen mejor la técnica cuando, al menos al principio, es el propio teraPeuta
quién los dirige en los ejercicios de tensar-relajar (Rimm y Masters, 1974).
Antes de presentar los elementos formales de la técnica, queremos hacer
hincapié en una serie de aspectos necesarios para la aplicación de la técnica.
En concreto, vamos a considerar aspectos referentes a la evaluación, la relación paciente-terapeuta, el ambiente físico, la voz del terapeuta y la Presentación de la técnica.
Aspectos refere.ntes a la, ev.aluación. En clínica, es importante tener en
cuenta que ni siquiera una técnica aparentemente sencilla I "buena para todo",
puede ser aplicada directamente sin evaluar primero el problema. Sería una
pérdida de tiempo y un esfuerzo inútil llevarla a cabo si no se está seguro
de que un incremento en la habilidad para relaiarse va a ser un factor importante en la resolución del problema que presenta el paciente. Podría ser
incluso contraproducente. Esto es así, porque si el paciente no percibe una
mejoría progresiva perderá la motivación para seguir_ trabajando, no sólo con
ese terapeuta sino probablemente mmbién con cualquier otro. Por ello, es
necesario asegurarse durante el período de evaluación, mediante las distintas
técnicas de que disponemos
autorregistros, cuestionarios, ob-
o uno de los principales problemas del paciente
servación-, que el principal -entrevistas,
es la tensión excesiva a la que se ve sometido diariamente.
Relación paciente-teraPeuta. "El psicólogo no es un simple técnico" es
una frase hecha, ampliamente conocida pero poco aplicada. Tanto los aspectos anteriores concernientes a la evaluación como los incluidos en este apartado, hacen referencia a ella. No es suficiente conocer y saber aplicar bien la
técnica de relajación; es necesario saber por qué y cuándo, y no sólo que el
rerapeuta lo conozca, sino que éepa comunicárselo al paciente. Efectivamente,
mnto el proceso de evaluación como el terapéutico deben pertenecer al paciente; éste se tiene que convertir, en última instancia, en su propio psicólogo. Para ello, es necesario establecer una buena relación de trabajo en la que
esté claro que es el paciente quien va a aprender a resolver sus problemas
con la ayuda del psicólogo. Por eso, el terapeuta debe esforzarse en no foejemplo, mediante el uso
mentar en ningún momento la dependencia
-por
voy a hacer sentir mejor con
de frases implícitas de "yo te voy a cvrar, te
este método, etc.>-. Por el contrario, fomentará continuamente la indepenfrases específicas, como por ejemplo: "puedes aprender
dencia
-mediante
algo que te sirva para sentirte mejor, tú eres el que elimina la tensión, no
hay varitas mágicas, etc.>-. Efectivamente, el éxito de la relajación no de-
Técnicas de relajación
167
pende de que el terapeuta sea muy bueno con la técnica sino que sea muy
bueno motivando y asegurándose de que el paciente aprende a: 1) reconocer
y relajar la tensión muscular, 2) practicar diariamente en casa, 3) aplicar la
relajación en su vida cotidiana y ante situaciones estresantes específicas, y 4)
convertirla en un hábito.
Ambiente físico. El ambiente físico hace referencia sobre todo a la sala de
relalación y al mobiliario donde se lleve a cabo la rela¡ación, aunque también
puede incluirse aquí el atuendo del paciente.
Hay diversidad de opiniones, aunque muchos autores coinciden qn que
la sala de relaiación sea tranquila, pero no completamenre insonorizada, para
que se asemefe al medio real (Bernstein y Borkovec, 1973; Jacobson y McGuigan, 1982). La temperatura debe permanecer constante, entre 22-25" C, y la
luz tenue, de forma que no moleste pero que rampoco deie la habitación
totalmente a oscuras.
El mobiliario en el que se practique la relajación varía según los distintos
autores. Así, Jacobson (1961) utiliza una colchonera en primer lugar, pasando
luego el sujeto a la posición de senrado, para lo que se utiliza una silla
normal. Otros autores, a los que nos unimos (Bernstein y Borkovec, 1973;
Cautela y Groden, 1978), utilizan un sillón reclinable con soporre para pies
v
cabeza.
En cuanto al atuendo del paciente cuando aprende relajación, lo importante es que se encuentre cómodo y que no lleve prendas ceñidas que dificulten la circulación. Aunque algunos autores recomiendan que se quiten los
zapatos (Bernstein y Borkovec, 1973), nosotros no lo creemos necesario, y
sí que puede ser motivo de malestar, aparre de que los pies pueden quedarse
así fríos durante la relajación. Como norma, es mejor observar al paciente y
pedirle que se desprenda sólo de aquellos objetos (ejemplo: gafas) que puedan
obstaculizar la tensión-relajación de algún grupo muscular.
Voz d.el terapeuta. El tono y la intensidad de voz que el terapeuta urilice
cambia según el procedimiento de relajación que emplée
progresiva, pasiva, aurógena, hipnosis, erc.-. Esto es así debido-relajaiión
a los fundamentos
y- a la lógica que hay detrás de cada técnica. La relajación progresiva, al
fomentar el proceso de discriminación tensión-relajación, es en la q.r.
-..ro,
se utilizan tonos de voz sugestivos. La voz sigue un tono normal, un poco
bajo y pausado, pero que no va perdiendo en volumen ni haciéndose cada
vez más lento. Por el contrario, las técnicas de hipnosis pretenden alcanzar
estados de relajación profundos mediante el uso de frasei y palabras sugestivas.
Presentación de la
*x
$
8.
La presentación de cualquier técnica de rela-
168
M.'
Nieues Vera y Jaime
\'::
jación debe comprender los siguientes punros: finalidad parala que se va
a
enseñar_y relación_con el problema del paciente, en qué consistó la técnica
en términos generales, cómo
va a proceder en las ,"iio.r.r, importancia de
,se
la práctica en casa /r por último, en qué consisre la sesión actual.
Duranre esra presentación, y después de ella, el terapeuta debe asegurarse
que el paciente comprende y acepta la información recibida. Es dec"ir, que
ti_ene sentido para éste el porqué, para qué, y cómo va a aprend", ..1"j"^..
Hay que tener en cuenta que la presentación de la técnica se hace "al final del
período de evaluación. En ésre, ranro el terapeuta como el paciente han ido
observando y analizando las conductas problemáticas, de fórma que ambos
s.1b.en ya que el componente, o uno de lós componentes más importantes de
dichas conductas, es la tensión y, por tanro, tiene sentido
algo para
hacerle frente.
"p..rrd.,
A continuación se. presenra el tipo de información que el terapeuta puede
dar. No son instrucciones para memo rizar y declamai al pacienie, sirro ,r.ra
gr,ía para ser adaptada a cada persona concrera. El terapeuta puede decir:
como hemos aisto, wna gran parte de tw
radica en la tensión que
-problema
experimentas diariamente. Esa tensión es la
respuesta que tu cuerpo d.o o iro
serie de situaciones que. exigen que actúes. Li tensiói pwede ser ad.aptatiaa
(buena, beneficiosa), si le sirve a un^o para hacer
frente a esa situació, y ,rsolperla. Por ejemplo, cuando tu jefe ie dice que'necesita wn informe iáportante en poco tiempo, tú tienes que sentarte a tu mesa y tecleaí tu máqiina,
y eso requiere tensar ciertos múscwlos de tu cuerpo. Sin'embargo, no neiesitas
tanta tensión Qle llegwes*a romper una tecla, ni necesitas
frincir tu frente,
tensar tus bombros, etc. Tampoco necesitas seguir tensando'tus múscrios d.espués de acabado el trabajo. ¿cuál sería entoices, según lo pes tú, el ideal
de
tensión en esa situación?... Justo, sólo el necesario para realizar la tarea, el
resto.sobra y sólo te,ua a causar malestar y dolor'de cabeza. Eso es lo qu,
pwedes aprender aquí: a distingwir la tensiin innecesária y eliminarla.
, La técnica d.e relajación progresiaa consiste ,, oprrri'r a tensar y luego
relajar los distintos grupos musiulares de tw cwerpo, d,
¡or*o que sepas qwé
se siente cuando el músculo está tenso y qué cuando e"stá relaiad.o.'De
,rto
f3t*1, und yez qwe dicbo aprendizaie i, hoyo conztertid.o ,n iábito, identifigyQ rápidamente, en las situaciones de caia día, cuánd.o estás tensa,nd,o más
all! !'e lo que necesitas'. Esta identificación será tu señal para automáticamente
r.eQiyte. Pero, fíiate que estamos hablando de un hábito, conTo cualquier
!
bábito, para llegar tÍrl.o: necesita ser aprendido y practica'di primero. Aíora,
?
me gustaría dejar de bablar u,
-o*erio para que me cuentes, según lo d.icho',
en qué consiste la técnica de la relajación y para qué sirae...
_ Mry bien, vamos a aprender la técnica- di forma progresi,ua en la sesiones.
De manera que hoy aas a aprender a tensar y-relajar^lorbroror; en la segunda
. ¿tttc¿s de
relajación
769
na.riz; en la tercera, la boca y las mandíbwlas; en la
.1tArtA, el cuello; en la quinta, los bombros, pecho y espalda; en Ia sexta, el
tbdomen; en la séptima, Ios pies y piernas; y en la octtvA, a relajar sólo, sin
:ensar, todos los músculos. Cada una de las sesiones durará 20 minutos aproximadamente.
Mucbo rnás importa.nte que aprender a tensar y relajar bien en las sesiones
es practicar en casa. Sin esta práctica no se puede consolidar el aprendizaje,
t' por tanto, no se puede aplicar a la oida real, así que sería abswrdo continuar
con las sesiones. Es necesario que practiques como mínimo media bora diaria.
En la práctica bay un mínimo, pero no un máximo; cuanto más practiques
mejor. Lo que sí es importante, es que te reseraes un horario y un lugar
:ranquilo para practicar. Elígelo de forma que nadie te moleste y no te quedes
'iormido (por ejemplo, no lo bagas despwés de comer o iusto antes de dormir).
Sí esto ocurriera, no pasa nada, es sóIo señal de qwe realmente te has relajado
bien; pero mientras duermes no puedes aprender, y acuérdate que de eso es
de Io qwe se trata. ¿Cómo aes tú eso de la práctica en casa?...
Bien, hoy van'ros a aprender cómo tensar y relajar los músculos de los
brazos. Yamos a conlenza.r con los de la m.ano dominante. Los músculos de
!.t mano y antebrazo se tensan apretando el puño. Así, bazlo conmigo...¿notas
i;t tensión en la mano, en los nwdillos y en el antebrazo?, ffiuJ bien. Abora
-rueha la mano completamente, ¿notas la diferencia entre Ia tensión anterior
t' la relajación de abora? Eso es lo que te pediré que hagas cuando te relajes
en el sillón. Cuando hayamos relajado los músculos de la mano y antebrazo
por dos 't)eces, pasaremos a los músculos del bíceps y baremos lo mismo. El
e.iercicio para. tensar es el de apretar fuertemente el codo contra el brazo del
sillón. Prueba tú ...así ...muy bien. Cwando relajemos el brazo completamente,
practicaremos los mismos ejercicios con el brazo contrario; el resto de la sesión
Ia dedicaremos sólo a relajar. No te preocupes por recordar nada porqwe esto
te lo iré diciendo Pa.so a paso cwando te encwentres en el sillón. ¿Tienes alguna
tesión, la frente, ojos
y
duda?...
Bien, abora colócate en el sillón en posición reclinada, reduciré Ia lwz de
la habitación...Ponte cómodo, aflójate cualquier prenda que te oprima, y quítate pulseras, gafas o cwalqwier objeto que te pweda molestar. Cuando te
encuentres en una posición cómoda, procura n7o'uerte lo menos posible y no
bablar durante la sesión. ¿Tienes algwna pregunta? Bien, aamos a comenza.r.
III.1.
fo ,¿rr¡ro
de la relajación Progresi,ua
El orden en que se tratan los grupos musculares, el número de sesiones y el
tipo de ejercicios de tensión viene recogido en el cuadro 9.1.
Antes de comenzar la secuencia de ejercicios de tensión-relajación, se le
170
CUADRO
M-" Nieoes Vera y Jaime Vih
9.1. Técnica de rekjación progresiva.
Grupos musculares
Sesiones
Ejercicios
Mano y antebrazo dominantes
Se aprieta el puño.
Bíceps dominante
codo contra
el brazo del sillón.
Igual que el miembro
Se empuja el
Mano, antebrazo y bíceps
no dominantes
Frente
y cuero cabelludo
dominante.
Se levantan las cejas tan
alto como se pueda.
los ojos al tiempo
Ojos y nariz
Se aprietan
que se arruga
Boca
y
mandíbulas
Se aprietan
lt ¡ariz
los dientes mientras
se llevan las comisuras de la
boca hacia las oreias.
Se aprieta la boca hacia afuera.
Se abre la boca.
Cuello
Se
Se
Hombros, pecho y espalda
Se inspira profundamente
manteniéndo la respiración
al tiempo que se llevan los
hombros hacia atrás intentando
que se junten los omoplatos.
Estómago
Se mete hacia adenrro conteniendo
dobla
dobla
Se dobla
Se dobla
hacia la derecha
hacia la izquierda.
hacia adelante.
hacia atrás.
la respiración.
Se saca hacia afuera conteniendo
la respir*ción.
Pierna y muslo derecho
Pantorrilla
Pie derecho
Pierna, pantorrilla y
pie izquierdo
Secuencia completa de
músculos
Se intenta subir con'fuerza la pierna
sin despegar el pie del asiento
(o suelo).
Se dobla el pie hacia arriba
tirando con los dedos, sin
despegar el ralón del asiento
(o suelo)
Se estira la punta del pie y
se doblan los dedos hacia adentro.
Igual que el derecho
Sólo relalación.
i:cnicas de relajación
Vl
cide al paciente que deje que sus ojos se vayan cerrando, y que se relaie.
Después de 1 ó 2 minutos comienza la secuencia de ejercicios, para lo que
se sigue una guía relarivamenre esrandarizada. Por ejemplo, r. pnid" .orn".rzar con el primer grupo muscular diciendo:
.Estas cómodo y relajado. Ahora me gustaría que siguieras dejando relajado
todo tu cuerpo, mientras concentras tu atención en tu rnano derecha (o izquierda si es sw brazo dominante). cuando yo te diga, cierra el puño muy,
muy fuerte, todo lo fuerte que puedas. ¡Abora! Fíjate lo que sieites ,uondo
los músculos de Ia mano y antebrazo están tensos. Concéitrate en eie sentimiento de tensión y malestar que experimentas.
Después de aproximadamenre 5 ó 7 segundos (prácticamenre lo que duran
las palabras del terapeuta), éste dice:
Abora cuando te diga
o57,¡,sl¡4,,,
quiero que tu mano se abra completarnente
hagas gradualmente, déjala caer de
1' la dejes caer sobre tus piernas; no lo
golpe. ¡Suelta!
A menudo el paciente no deja caer su mano sino que la coloca sobre las
piernas. Si ocurre esto, el terapeuta le recordará las instrucciones, suavemente, sin romper la situación de relajación. A continuación, repetírá el ciclo,
sujetándole esta vez el brazo y dejándolo caer cuando diga:
"¡Suelta!". Si lo
consigue, le indicará que eso es lo que tiene que hacer; si no lo consigue, el
terapeuta tendrá que modelarlo. Una vez que el paciente ha .,soltaáou la
tensión, el terapeuta continúa enfatizando ahora las nuevas sensaciones de
relaiación en contraste con las anteriores de tensión, como por ejemplo:
Nota abora cómo la tensión y la incomodidad han desaparecido de tw
mano y,tw antebrazo. Fíjate en las sensaciones de relajaciói, de placer, de
tranquilid.ad que tienes ahora. Fíjate en el contraste, ein la diferencia entre
tener la mano tensa y tenerla relajada. Continúa soltando esos músculos,
d.eiarldo que se hagan cada vez más lisos, más relajados. No bagas nada, sólo
déjalos sueltos.
Después de 30-40_ segundos de relajación, se repire de nuevo el ejercicio, y
los ejercicios de los brazos. El resto del tiempo hasta
así hasta completar
aproximadamente 20 minutos que dura cada sesión de relajaciótr, o d.di.,
sólo a relajar. Pafa esto, se continúan repitiendo las instrucciones anteriores
de relajación. También se puede intercálar con ellas algunas de relajación
pasiva (ver el apartado siguiente). En cada nueva sesión, el rerapeura procederá a relajar, en el mismo orden, pero esta vez sin rensar, lor grrrpoi
-rrsculares aprendidos en la sesión anrerior y practicados en casa, á¡ji".rdo ,
172
M.' Nieoes Vera
Y
Jaime
'';
esro los ejercicios de tensión-relajación correspondientes a la sesión. Es irnportante que el paciente aprenda a mantener relaiados todos los múscule-,.
el que esté tensando. Es decir, que, por eiemPlo, no tense otra ve¡
""."pto
los ójos miéntras tensa la boca. El terapeuta deberá indicárselo antes de comenzar la relajacíón, cuando le presente los ejercicios nuevos, y recordárselr
cuando el paciente no actúe así. Este aprendizaie de tensar sólo los músculc'.
que voluniariamente quiere, le aytdará a generalizar a la vida diaria, practrcando en ella la relaja,ción diferencial, que veremos en el aPartado de aplicaciones.
Estas sesiones de relajación tienen lugar generalmente dos veces .Por seman¿
lo aprendido en ellas. Para la práctíca en casa' e:
conveniente uúlizar autorregistros donde el paciente anote la hora del día. ¿grado de relajación (escala de 0 a 10) antes y después de la práctica, y.lc''
problemas encontrados durante ella (interrupciones, no concentración, dormirse, etc.).
practicándose diariamente
III.1.1. Principales problemas en
la aplicación de la técnica
Durante las sesiones de relajación es muy importante observar al paciente.
con el fin de evaluar si se está presentando alguno de los problemas que s.
citan seguidamente. Asimismo, al final de cada sesión, se le pide al pacienre
que comente la misma. Es decir, que señale si ha habido alguna frase que l.
haya ayudado especialmente o, por el contrario, le haya dificultado la relajaci6n; si ha tenido problemas con algún grupo muscular, etc. En definitita.
es necesario adecuar la técnica a las necesidades individuales de cada person¿
Por eso, las 8 sesiones estándar pueden alargarse, repitiéndose alguna de ellas.
en función de que el paciente no haya relajado bien algún grupo muscular.
etcétera.
Si la dificultad en relajar músculos persistiera, el terapeuta puede modelar.
o ayudar físicamente (ejemplo: cogerle elbrazo y dejarlo cabr, etc'.). Asimismo, si el ejercicio presentado no da resultado, se puede sustituir por otrL
destinado también a tensar-relajar ese grupo muscular (ver Bernstein y Borkovec, 1,973; y Jacobson y McGuigan, 1,982). De todas formas, es necesari.
tener en cuenta que algunas personas aprenden a relajarse mejor con otr.
método (por ejemplo, con la relajación pasiva). Por ello, si los problemas corel procedimiento que se está empleando persistieran sería aconsejable cambia:
de técnica (ver apartado sobre las Variaciones, más adelante).
De los distintos grupos musculares tratados, el que frecuentemente presenta problemas para ser relajado es e! del cuello. Cuando el terapeuta dice,
o¡Suelta!", el cuello deberá volver a la posición en la que estaba, es decir.
apoyado sobre el sillón. Para facilitar esto, se le puede pedir al paciente que
Técnicas de relajación
s
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1ü
tñ
r4
,$
t
r::,
:il
!
ir.
173
imagine que suelta un muelle que sujetaba el cuello hacia la dirección en la
que esté tensando.
Otros grupos musculares que presentan problemas son los de los pies. Al
tensarlos, el paciente puede experimentar calambres, si es propenso a ellos.
Si es así, la duración de la tensión deberá ser más cortay/o menos intensa.
El problema contrario es que el paciente se relaje tanto que se duerma.
Si esto ocurriera, el terapeuta lo despertaría suavemente y seguiría relajando
a partir de donde se quedó. Si esto ocurre con frecuencia en casa, el paciente
cambiará el horario, de forma que no practique la relajaciín cuando esté
cansado o sea hora de dormir. También podría hacer más sesiones diarias de
menos duración.
Los ejercicios de respiración, introducidos en la sesión 5, también pueden
presentar problemas. Aunque en general ayudan a la relajación, y de hecho
muchas técnicas se basan en ellos (por ejemplo, la meditación), hay personas
que se .obsesionan> con su respiración. Si esto ocurriera, es preferible no
seguir presentándolos. Los mejores procedimientos son aquellos que así lo
demuestren para cada paciente.
Quizás uno de los problemas más preocupantes consiste en que el paciente verbalice que se encuentra "relajado muscularmente> pero no <por
dentroo, .en la cabezarr, etc. En estos casos, es conveniente asegurarle que,
con la práctica, la relajación de los músculos externos llevará a la relajación
de fibras menos periféricas que pueden estar causando la tensión. A medida
que vaya aprendiendo a relajarse, aprenderá también a relajar esos músculos.
Si la "tensión internan está causada por pensamientos perturbadores, aparte
de la posible necesidad de utilizar técnicas cognitivas si esos pensamientos
son muy persistentes, el terapeuta puede aumentar la parte hablada para acaparar así la atención del paciente. En la práctica en casa, puede plantearse
como alternativa el cambio de pensamientos a imágenes placenteras. También
puede proporcionarse, al menos hasta que el paciente aprenda a relajarse, una
cinta de relajación pasiva (ver apartado sobre las aariaciones), ya que en ella
lavoz del terapeuta está continuamente controlando la conducta del paciente.
Para mayor profundización de éstos y otros problemas, el lector puede remitirse a los manuales que se incluyen en el epígrafe de Lecturas para profundizar.
Variaciones
Además de la versión adaptada de Jacobson que presentamos anteriormente,
existen otras adaptaciones. En general, se puede decir que no difieren entre
ellas ni con la original sustancialmente. Las diferencias son únicamente de
procedimiento y residen básicamente en lo siguiente: más o menos número
174
M." Nieaes Vera y Jaime
Vik
de ejercicio-s para rensar los músculos; distintos tipos de ejercicios para conseguir tensión en los distintos músculos; repetición de los ejercici,os más o
menos veces (oscila enrre 2 ó 3 veces); aprendizaje de pocos músculos cada
sesión o. de todos junros desde la primera sesión; orden que siguen los ejercicios (de los brazos a la cabeza y de ahí bajando hasta los pi"r, o de los
brazos a los pies y de ahí subiendo a la cabeza); uso de auroinstrucciones,
o instrucciones dadas por el rerapeura; r, por último, posible mezclade frases
de relaiaciín autógena o de relajación pisiva. Ninguna de estas variaciones
ha demostrado ser superior sobre cualquier orra (lt4itchell, 1977; F.imm y
Masters, 1974).
Después de la relajación progresiva, quizás las técnicas más utilizadas en
relajación ha¡1n sido las siguientes: la técnica dela relajación pasiva, la técnica de la relajación autógena, y la respuesta de relajación, de ilenson. Éstas
son las técnicas que vamos a ver a continuación.
rrr.2.
La técnica de la relajación pash)a
Se diferencia de la relajación progresiva en que en esra técnica no se utilizan
ejercicios de tensar, sino sólo de relajar grupos musculares. Aunque la relajaciónprogresiva permite percibir estados de tensión muscular de forma muy
específica, la técnica de la relajación pasiva tiene algun a ventaja sobre la anterior. Así, puede ser muy útil en los siguienter .asort 1) Con personas que
encuentran difícil relajarse después de haber rensado los músculos;2) con
personas en las que no esré aconsejado tensar ciertos músculos debido a
problemas orgánicos.o tensionales; y 3) como ayuda inicial para personas
que encuentren difícil relajarse en casa. Para ello, las instrucciones se graban
en una cinta con la que el paciente practica diariamente.
Las instrucciones. que. se especifican a continuación son una adaptación
de la técnica de la relajación pasiva utilizadapor Schwartz y Haynes (1974).
Estas instrucciones pueden ser dadas en la clínica o grabadas én cinta. En
ellas, además de las frases propias de la relajación pasña, se inrercalan también frases típicas de la relajación autógena
que hacen referencia
-frasis fócalizadas en la respi-a
sensaciores de peso. y calor-- y breves indicaciones
ración. Las instrucciones son las siguientes:
tu
Estás confortablemente reclinado con los ojos cerrados, todas las partes de
cuerpo están cómodamente apoyadas en el sillón de
forma qui no bay
ninguna necesidad de tensar ningún músculo. Déjate llevar lo *A*i*o qi,
puedas por el sentimiento de relajación (pausa).
Ahora focaliza la atención en tu maná derecha y deja que desaparezca de
..
ella cualquier tensión... Concéntrate en los múscilos dt t, *ono d.erecha...
MUüM!ü!rU!!¡uuu@uu
Té
175
cnicas d.e relajación
puedes aerlos... ve dejándolos sueltos, rnás y rrtás suehos..Deja que esos rn,is'culos
se nueh)an rnuy, rnuy relajados; muy, Tnuy calmados; rnuy' fnuy tran-
sentin'tientos y deja
tus músculos
relajado
qr, ,ro, *úrrrlo,
más y
suelten
se
que
déjalos
irtán *ry sueftos, n'ruy largos, ffiu! calmados...
más (pausa).
iioro focaliza til atención más arriba, en tn tntebra.zo d,erecho; p.ued'es
sentirlo, cáncéntrate en esos músculos y deja que tu a.tención se focalice en
rnás y .más
esos sentimientos. Deia que tus músculos se relajen más y más,
diaaatención
tu
Si
tranquilos"'
r:elajad.os, profund.amLnté relajados, sueltos'
muy
altrgados,
nTuy
ga,'r:wélvéla'd.e nueao a tus músculos relaiados. Están
tranquilos, muy relajados (pausa).
Áho,ro, forátiro i, otrriión más arriba, en tu brazo derecbo... A medida
que concentras tu atención en esos músculos los aas dejando más y más relajodor, muy suehos, ntuy calmados, nTuy tra..nquilos. Dé.jate lleaar más y más
'profínd,o*ente.
Si notas que tu atención divaga, uueltte centrarla en esos
'*úrrrlor. Deja que ,ro, ^*,irrnlos se rsuelztan más y más.a
calmadgy
-largos,
sólo
relajación,
de
la
profundo
por
sentirniento
el
tranquilos.. ae¡oi lleaar
déjate llevar (pausa).
Mientras que cántinúas con todo tu brazo, antebrazo y rna1o derecha
profundamenie relajados, concéntrate ahora en tu ntano izquierda".
quilos... déjate llevir... continúa concentrándote en
se suehen más
y
esos
n'tás-... cuando estás
De esta forma, el terapeuta avanze- relajando todos los grupos musculares
en el mismo orden q.r. r. haría en la relajación progresiva. cada vez que
termina de relajar u.to, lruelrre a mencionar los anteriores, de la siguiente
forma:
...La relajación se extiende altora por tus brazos.'. toda tu cArt..' tu cueIlo... y baja'bacia tws hombros. Focaúza abora tu atención en esa parte de tu
,urrpo, nota cómo los rnúsculos se aan soltando más y más"'
Se procede ahora a relaiar esos músculos. Es aquí cuando
introducen las frases autógenas mencionadas:
y
los autores
A menud.o cuando estás muy relajado, sientes una pesadez en esos músculos
un calor suaae. Deja que ise sentimiento te inaada. Ésa es una señal de
qwe tus músculos se están relajando más
y
más."
A partir de aquí se introducirán frases de ese tipo al relaiar los grupos
musculares:
Deja que tus músculos
se
auelaan más y más pesados, cálidos, relaiados..'.
1'76
M..
Nieaes Vera y Jaime Vila
Las breves indicaciones sobre la respiración, a las que nos referíamos
anteriormenre, son dadas al final. El final de las instrucciones, después de
haber relajado los pies (último grupo muscular) es el siguiente:
Concéntrate en los sentimientos de relajación. Si tu atención divaga, tráela
de nwevo a esos sentimientos. Deja todo tu ser tnuy, muy relajado; i""y, *ry
tranquilo.. Deja tus pi:t... tus piernas... tus muslot... tu éstómago... t, pirbo.'..
t-u espalda... tus bombros... tus brazos... tu cuello... tu cdra... muy, muy relaiados; tus músculos están muy, muy suehos; rnuy tra.nqultot. Dijo qí, ,,
respiración lleve su proplo ritmo monótono, tranquilo. tiéjate ller)r...dé¡ot,
lleaar por el estado profundo de la relajación. Tádas los partrs d., t, ,u,rrpo
e.stán muy relaiadas, muy c(lidal *uy pesadas. No hag)s nada, sólo défite
lle71r.
qye tu respiración siga su' propio ritrno pesido, monótono, tíor_Deja
quilo. Déjate lleaar, déjate llevar-más y *Zt profrnio*entí por to relojoriir.
Estas instrucciones duran unos 20 minutos, durante los cuales la voz del
terapeuta sólo se interrumpe duranre breves pausas (2 ó 3 segundos, señaladas
en el texto mediante punros suspensivos). Ei tipo d. lro, ,ri.l. .".'r.rás lento
y.pausado que el utilizado en la relajación piogresiva, aunque sin llegar a
adquirir ronos hipnóticos. Debido r
..rtorr".iá.r, la relajación prriu"'prr."rt"profundos en una
de producir esmdos de.relajación más
pii-.." sesión. sin
embargo, también produce más depeniencia a la voz d.i t"r"perrta, por lo
que recomendamos que, si se utiliza, se haga especial énfasi, Ér, q.r.'el paciente interiorice las instrucciones lo
pÁibre, de forma que la éirrr" did"
"nt.r
para casa vaya siendo progresivamente
retirada.
trl.:. La relajación autógena
La técnica de la relajación aurógena de Schukz (1932), es otra de las
técnicas
clásicas más conocidas en relajáción. consiste ."
serie de frases elaboradas con el fin de inducir en el sujeto estados "íá
de relajación a través de
autosugestiones sobre: 1) sensaciones de pesad ez y calor.í ,r,s
extremidades;
2) regulación de los laridos de su corazó"; 3) sensaciones a" ,rr"q"iiia.ll
confianza en sí mismo y 4) concenrración pásiva
.r, ..roiración.
Al igual que con las orras récnicas, er sujeto ha ".,
de practilarla varias veces
.
al día hasta que llegue a conseguir relajarse de fo.m'a
L,as instrucciones son las siguientes:
"uio-eti.".
una uez sentado.en una posición cómoda, con ros ojos cerrad.os, v,nTos a
la r_elajación aut-ógena. primero, quiero qu, ,o*r, conciencia d,e
cwalquier ruido fuera de la-babitación (10 iegund.ás). conciencia
d.e cómo
com,enz.ar
Técnicas de rekiación
t77
tu cuerpo en el sillón ... de los puntos de contacto entre tw cwerpo y el
sillón, los puntos de contacto de la cabeza, la espalda, los brazos y las piernas
(t0 segundos). Ahora quiero que te concentres en tu respiración; a medida
que inspiras tu abdomen se elezta, y cwando espiras, el abdomen baja suavemente... de forma qwe la espiración es un poco más larga que la inspiración
(10 segundos). Ahora, concéntrate en tu mano y brazo derecbos y comienza
a decirte mentalmente: Siento mi mano derecba pesada (se repite tres veces),
mi mano derecha es pesada y cálida (tres veces), siento mi mano y brazo
derechos pesados (tres ueces), siento una oleada cálida inuadiendo mi mano y
brazo derechos (tres aeces). Viswaliza tu ma.no y brazo derechos en wn sitio
cálido, dándoles el sol, míra cómo los rayos de sol descienden y tocan tu nTano
y brazo derechos... cómo los calientan swaaemente. Imagínate que estás tumbado sobre Arena caliente, siente el contacto de tw mano y brazo derecho sobre
la arena... o introducidos en agua caliente... o cerca de una estwfa. Dite: mi
tnAno y brazo derecho se vwehten muy cálidos y pesados. Respira profunda y
lentamente, a cada espiración lenta y larga, déjate lleaar un poco más, mandando un mensaje de calor y relajación bacia la nTano y brazo derecbo (10
sientes
segundos).
De esta forma el terapeuta repite el mismo tipo de instrucciones para la
mano y brazo izquierdo, pie y piernas derecha e izquierda, volviendo después
sobre todas la extremidades y pasando al abdomen:
...Mis brazos y ma.nos están cálidos y pesados (15 segundos repitiéndolo).
Mis pies y piernas están cálidos y pesados (15 segundos repitiéndolo). Mi abdomen es cálido (3 veces). Mi respiración es lenta y regular (3 ueces). Mi
corazón late calmada y relajadamente (3 aeces). Mi mente está tranquila y
en pdz (3 aeces). Tengo confianza en poder resolver los problemas cotidianos
(3 z.,eces). Toda tensión y estrés en mi cuerpo se aa disipando a cada larga y
suótue espiración (3 aeces). Cwalqwier preocwpación acerca de mi pasado o
fwtwro se disipa cada aez que espiro (3 aeces). Puedo mandarme mensajes
positivos a.cerca de mi propio valor (3 veces). La esencia de la relajación estará
conmigo durante todo el día (3 oeces). Gradualmente puedo empezar a vohter
a la babitación manteniendo mis ojos cerrados. Soy consciente de nuevo de
Ios sonidos fuera y dentro de la habitación. Voy sintiendo mi cuerpo sobre el
sillón (o la cama). Cwando estés preparado, puedes empezar a mover tus dedos
y poco a poco ir abriendo tws ojos.
Como ha podido observarse, este tipo de relajación es de los que utilizan
más elementos de sugestión. Sin embargo, aunque es el terapeuta quien enseña y dirige al principio, será después el propio paciente quien lo interiorice
y practique solo en casa. También ha podido observarse que en esta técnica
M.'
t78
Nieves Vera y Jaime Vila
no se relaian grupos musculares, sino que exclusivamente se focaliza la atención en las exiremidades para calentarlas, y en el abdomen para favorecer la
respiración. Como comentamos anteriormente, muchos autores han encontraáo útil incorporar a sus técnicas de relajación algunas de las frases de calor
y pesadez en las extremidades, así como la concentración en la respiración
(Budzynski, 1974; Mitchell, 1.977;Turk, Meichenbaum y Genest, 1983).
rrr.4.
La respuesta de relajación
La orespuesta de relajasifn' de Benson (1975), es un Procedimiento adaptado
de las t3cnicas de meditación. En ellas se utiliza un <mantra" o palabra secreta
susurrada al iniciado para producir estados de meditación profunda. Según
señala Benson (1975), cualquier palabra puede causar los mismos cambios
fisiológicos que el <(mantra>. Los cambios fisiológicos más.consistentemente
iont decrementos en el consumo de oxígeno, decrementos en la
"r,"ort-.-r"do,
eliminación del dióxido de carbono y decrementos en la tasa respiratoria.
Las instrucciones dadas por Benson y su equipo para producir esos cambios son las siguientes:
1) Siéntate en wna posición cómoda; 2) Cierra tus oios;3) Relaja profwndamente todos tus músculos, empezando por tus pies y subiendo hacia tu cara.
Manténlos relajados; 4) Respira a traflés de la nariz siendo consciente de tu
respiración. A medida que expulses el aire di la palabrA <uno> (one) para tí
*ir*o
(puede ser <Paz>, orelux,, o cualqwier otra palabra). Por ejer-npl-o,
respira idrntro... afiera, <uno>; adentro... afwera, <nno>; etc. Respira-fácil y
naiural*ente;5) Continúa durante 10 ó 20 minutos. Puedes abrir los ojos
ner la hora, pero procura. hacerlo poco y no wtilices despertador. Cuando
para
'termines,
siéntati durante aarios minutos, primero con los ojos cerrados, y
lwego, con ellos abiertos. No te levantes hasta qwe pasen algwnos minutos; 6)
No te preocupes si no te relajas completamente al principio. Deja que la relajación ocrrro a su propio ritmo, no la fwerces. Practica unt o dos veces al
día. Con la práctica la respiración ocurrirá sin ningún esfwerzo.
Como puede comprobarse, la originalidad de Benson radica en sus instrucciones acerca de la respiración activa, esto es, de la concentración en una
palabra que ayude a respirar más lenta y pausadamente, favoreciendo de esta
forma la relajación.
Técnias de relajación
IV.
179
APLICACIONES
La importancia de las técnicas de relajación no reside en ellas mismas
igual que ocurre con cualquier técnica- sino en la aplicación que se haga-al
de
ellas. No son fines en sí mismas, sino medios para alcanzi nna serie de
objetivos. El objetivo fundamental de estas técnicas es dorar al individuo de
la habilidad para hacer frente a situaciones cotidianas que le están produciendo tensión o ansiedad. Estas situaciones pueden ser:
L Actividades rutinarias que el sujeto está llevando a cabo con más rensión de la necesaria para su correcta realízaciín, y que le está provocando
un elevado estado de activación o ansiedad generalizada, y
2. situaciones específicas anre las que el sujeto experimenta ansiedad o
estrés.
Como se recordará, enla introducción de la técnica al sujeto, la finalidad
de la relajación es presentada al paciente antes de co.'enzar el aprendizaje,
de forma que éste tenga sentido. una vez que el paciente ha aprendido y
practicado la relajación, comienza a aplicarla a su vida diaria de la forma en
que especificamos a continuación.
Para el primer tipo de situaciones a la que nos referíamos, es útil el
aprendizaje de la llamada
"relajación diferencial' (Bernstein y Borkovec,
1973). Esta consiste en identificar la tensión implicada al realizar una actividad habitual, eliminando tanro la tensión de los músculos que no participan
en la ejecución de la area como el exceso de tensión
l,or múiculos en"., usar el teléfono,
vueltos en ella. Así, se aprende a escribir, limpiar, conducir,
etc., de forma "relajada". Para ello es necesario:
1. Identificar diariamente la tensión durante las actividades cotidianas.
Esto puede realizarse llevando consigo un autorregistro en el que se anote el
grldo de tensión (en escalas subjetivas, por ejemplo de 1 a 10) en cada actividad diaria.
2. Utilizar la identificación de tensión como .señal, para aflojar los músculos y relajarlos, y
3. Practicar esto hasta que llegue a converrirse en un hábito, y por ranro,
en un proceso automático. Aunque la relajación diferencial puede conseguirse
aplicando-cualquier técnica de relajación, la relajación progresiva parele facilitarla, al enseñar al paciente a relajar como conrrrrt. l" tensión producida
"
previamente.
En cuanto a las situaciones específicas que producen rensión, la relajación
180
M." Nieoes Vera y Jaime Vila
se suele aplicar de forma parecida a la anterior,
o bien, utilizando la llamada
(Bernstein
Borkovec,
condicionad¿"
y
1973). Ésta consiste en aso"relajación
ciar una palabra (por ejemplo, .tranquiloo, .s6n¡¡o1", etc.) al estado producido por la relajación, de forma que ante la situación esrresanre, el paciente
utilizará esa palabra como ..señal' para relajarse inmediatamente. El aprendizaje de la asociación de la palabra con el estado de relajación se puede
realizar después de haber aprendido cualquier técnica para relajarse, o al
mismo tiempo que se está aprendiendo. Por ejemplo, Bernsrein y Borkovec
(1973) se la enseñan a sus sujetos después de la técnica de relajación progresiva, mientras que Benson (1975) u¡iliza una palabr^ para enseñar a relajarse.
La técnica de relajación se utiliza también, con la misma frecuencia, como
componente de la técnica de la desensibilización sistemática (Turner, esre
volumen; 'Wolpe, 1973). Esta técnica está indicada cuando el grado de ansiedad ante situaciones específicas es tan elevado que el sujeto no puede enfrentarse a ellas, evitando dichas situaciones aunque eso le reporte graves consecuencias. Estos problemas son los llamados clínicamente miedos o fobias.
Otra árev donde la relajaciín se ha urilizado ampliamente es en los llamados problemas psicosomáticos. Así la relajación se ha aplicado con éxito
en problemas de insomnio (Karakan y Moore, L984; Lacks, 1987; \üilliams,
Karakan y Moore, 19BB); asma e hipertensión (Appel, Saab y Holroyd, 1985;
Rice, 1987; Taylor, 1982) y cefaleas (Blanchard y cols., 1983; 1985; Janssen
y Neutgens, 1986), entre otros.
En la aplicación a estos problemas psicosomáticos no parece que haya
una técnica de relajación superior a cualquier otra. Sin embargo, se uriliza
con frecuenciala relajación autógena a las cefaleas de migrañas. El objetivo
es aumentar el flujo sanguíneo en las extremidades, con lo que, supuestamente, disminuiría en las arterias craneales.
La técnica de Benson también se utiliza con frecuencia anre problemas de
hipertensión aunque, como dijimos, no esté demostrada su mayor eficacia
con respecto a las otras técnicas. Sin embargo, esta técnica podría estar contraindicada en problemas asmáticos, sobre rodo si enconrramos que el paciente tiene dificultad para respirar abdominalmente.
Otra área importante de aplicación de la relajación es la referenre a los
procedimientos quirúrgicos y hospitalarios (\Weinstein,l976). Además de estas áreas principales, la relajación se ha aplicado también a problemas psicóticos (\ü/einman y cols., 1972); a problemas de diabetes (Hartman y Reurer,
1983) y en general a cualquier problema en el que haya implíciro un componente ansiógeno.
Mención aparte merece la aplicación de la rela¡'ación en niños (Alexander,
1972;\leil y Goldfried,1,973). Cautela y Groden (1978) presenran una excelente adaptación de la técnica de relajación progresiva para niños.
Técnicas de relajación
V.
RESUMEN
En este capítulo se han presenrado en detalle los procedimientos para la
aplicación de distintas técnicas de relajación. En concrero, las siguientes: la
relajación progresiva, la relajación pasiva, la relajación aurógena, y la respuesta de relajación. Cada técnica enfatiza unos elemenros sobre orros. Así, el
principal énfasis en la relajación progresiva recae en la discriminación entre
tensión y relajación musculares; en la relajación pasiva, en el aprendizaje de
la relajación de distintos grupos musculares; en la autógena,
la prorro.ación de sentimientos de calor y pesadez en las extremidades y"n
en la concentración pasiva en la respiración; y por último, en la respuesta de relajación,
en la concentración, siguiendo las técnicas de meditación, en una palabra
o <<mantra> asociada con la respiración.
Estas técnicas han sido ampliamente aplicadas a una gran variedad de
problemas, haciéndolo de forma individual, o en combinación con orras récnicas, o como elementos básicos de técnicas más amplias (por ejemplo, la
desensibilización sistem árica).
Aunque algunas técnicas de relajación han sido más usadas en el rraramiento de algunos problemas, no existe evidencia definitiva de que ninguna
sea superior a cualquier otra en la resolución de dichos problemas. Sí se han
encontrado, sin embargo, diferencias individuales. Como conclusión final,
creemos necesario resaltar los siguientes elementos básicos, aplicables a cualquier técnica de relajación:
1. Es necesario que el aprendizaje de la técnica tenga sentido para el
paciente. En otras palabras, que comprenda bien no sólo qué es lo que va a
hacer y cómo, sino tambiénpara qué. cuanto más seguro esté del beneficio
que puede obtener con el aprendizaje de la relajación, mayor probabilidad
de éxito tendrá la técnica, independienremenre de la que sea.
2. Es necesario adecuar la técnica al paciente. Es decir, antes de aplicar la
técnica hay que evaluar cuál puede ser la más adecuada para esa persona en
c-uestión, qué elementos necesitan ser más enfatizados, qué problemas se pueden presentar, etc. En definitiva, la mejor técnica de relajáción es la que así
lo sea para cada persona.
VI. LECTURAS PARA PROFUNDIZAR
Benson, H., The relaxation response, Londres, S(. Collins and Sons, 1925.
Bernstein, D.A.y Borkovec, T.D., Entrenamiento en relajación progresiva, Bilbao, Desclée
de Brouwer, 1983. (Or.: 1973)
1'82
M.,
Nieoes Vera y Jaime Vila
Budzynski' T. H., Relaxation training program, Nueva york,
BuA Audio cassettes, Guil_
ford, 1.974.
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\roglfolk' R. L: v Lehrer, p. M. (comps .),'principres and practice;i t;;r;; *t .gement,
Nueva
York, Guilford, l9B+.
10. LA DESENSIBILIZACIÓN
SISTEMÁTICA
RRrpH M. TunNEn
r.
rNTRoDuccróN
La desensibilización
(Ds) es una inrervención terapéutica desarro.sistemá.tica
llada p.ara eliminar la
conducta de miedo y l"; ;r"j;;;e, de erritación.
El
procedimienro consra de dos componenr..'drr,irrior.
ei
p.i-*
componenre
consiste en enseñar ar paciente ü" ..rprr"sta
contrar ia a ra ansiedad. La
relajación progresiva, o argún orro p.o..di-i;";;--;;;"h
¿" relajación, se
utiliza normalmente para este propósito; aunque
cualquier respuesta contra_
ria a la ansiedad qrr. h"g" el pa.ierrt", c.omo
tr'r.tp".ri" J. ,r.r.iórr, bastará.
Por ejemplo, una respuesra iserti'a inhibe o
;**;iI'¿.
."riá;-r,;;
consecuencia, serviría adecuadamenre como.
u' agirrt" antiansiedJ. pi ,Jgr":
do componenre de la DS imprica una exposicióniradu"á"1
estímulo provo_
cador de miedo. La exposición se puedé il",'".
;:"b.
;;1"
i-agirra.ión
o en
vivo.
La literatura empíric.a que apoya la eficacia de la
DS es muy exrensa.
Turner, Di romassó y Deluty
1ilés¡ hicieron,*;ir"ón de los estudios
de casos y de los experimentár'll"rr"áo, a
cabo ;;" ;";res reales. Había
una abrumadora evidencia de que la desensib
ilizació¡í irui" a"-ostrado ser
un rratamiento eficaz para los ir"rto..ro, fóbicos
fen ffi;; y en adultos), la
ansiedad ante los exámenes, ra asistencia
al dentisifl"r^-i"¿., generales, er
asma, las cefaleas debidas a contracciones
muscur"."r, 1", -ig."Rrr, diferentes
tipos de disfunciones sexuales y es útil .r,
,r"r-"-i""," i?r-J..lh;iir_r;
del síndrome de Gilles de l" Tárrrett.."t
La DS es una d.
técnicas. psicoterapéuricas más investigadas
.r":,
y más
empleadas por los psicólogos
y los psiquiatras. El resto-J"
capíturo
se
cenrra en una descripción detairada i.
"rr"
r., hirror;" y J.-rrrJ aplicaciones.
rr.
DESARRoLTo HrsróRrco
(195s) desarrolló la DS como un método
para reducir ras reacciones
Ides/olpe.
ansiedad. El
procedimiento se basa en los
Temple University Hospital, Filadelfia
(EE UU)
p.r*ólá, á"il""ai.ionamienro
184
Raeb M. Turner
clásico de I. v. pavlov (1927). La suposición
básica que subyace a ra DS es
que una respuesra de ansiedad anre un estímulo
prorrocado, de miedo
ñJ;
eliminarse o debilitarse generando una respuesta
contraria a la ansiedad. cual_
quier respuesta que
in.o-patible con l,
""Jansiedad.
inhibir la respuesra de
"";i";;J f*d" "riur"rr" pá
Anres del trabajo de volpe, varios investigadores
habían creado las con_
L .,er.osis induc-id; ..d;;nralmente (Gantt,
fliongs para el estudio de
1944; Masserman, 1943; pavrov, 1.927, rg41).
El hailazgo inherente a todos
estos trabajos era que los animales de laboratori.
¡;;;;:;llaban asociaciones
de temor enrre un ácontecimienro neurral y .r,i-.'rio,
á"i.orrr"*,o en donde
se presenraban condiciones a'ersivas. En el
modelo ,ipi.o, los animales de
una dererminada jaula experimental recibían ,.p",iJ.,
;;;'rrr" descarga eléc_
trica mientras realizabalLuna conducta deseada. p,'
.o.rr"a,rencia, los anima_
les desarrollaban, mientras se encontrabr"
i"l;;i;';;;r."., de conducta
"; p;;;;;'"i,';.r.lrrro
"típicos de la ansiedado, como la incapacidrd
cuando se
tiene mucha hambre.
John B' slatson (1925), empleando un modelo de condicionamiento
pavloviano, demosró q.r".loi mieáos y las fobiasG;;;Jr.,
to, niños en ros
primeros años de su vida, no son i...drdo,
po, medio der
condicionamiento. El más famoso de los experimentos
de \üatson mostró el
condicionamiento de una respuesta de temor
a una rata blanca, en un niño
llamado Albert. A lo largo de ,rrra secuencia
¿"
o.ho;;";o, de laboratorio,
rüTatson fue
capaz de próvocar una respuesta de miedo
gorpr^, una barra
de acero con un -".tiilo de..carpinter;, .";;J;;ñ
jr,l".,rru" rocar
^i
una
rata blanca. Exploraciones adicionales mostraron
una propagación o transfe_
rencia de la respuesta emocional condicionada
, un .áqá, un perro, a un
abrigo de piel, al algodón, a. ra rana ., ¡n.r,.,ro,-"i;rb"il "
;anoso der propio
v1tson.'.E¡re propuso decididamerrr.
.l -od.ro d"-1" i.rp.r"rra emocioirr"
nal condicionada experimentalmente
.l i;;r;-il de todos ros tras_
"*pli.ab"
tornos de ansiedad.
Las principales contribuciones de volpe
al campo de la neurosis experi_
mental fueron el ampriar ra base.empírica
que
idea de que las reac_
ciones de ansiedad p-ueden .ondi.ioi-rarse
a'los ^poy^la
Jrrí-ulo,
*nrexruales en los
animales, el desarroilar un procedimiento
para descondi.i;.la
respuesta de
"h;ri;;g*;
ansiedad v,la más importante, el exrende;
;:;,
ros
seres huma_
nos' En su primer experimento, \worpe replicó
1., ;;ir:;;", hallazgos sobre
la neurosis e*pe'ime'iar, que ¿á-"rri"u"T.gy.
,pr;.", p"queñas descargas
eléctricas a Ia iaula de
yn, anima.r podra inhiúir, "1
d;
i;;;" íJur., su conducta
de comer y_ conducía ar desarroilJ á"-orro,
sínromas de ansiedad. posterior_
menre' volpe desarrolró un rratamienro para
eliminar i" ,"rp.r"rr, de miedo
condicionado. Basándose en la idea a.
drr"rri"g,r"-irqoll"de la inhibición
recíproca, volpe dedujo que el rraramiento
deÉería .o'i,i, en inhibir de
,il;;;iliio,
/
L
a
d e s e ns i bilización
s
is t
e
mática
185
alguna manera la respuesta de ansiedad del animal y luego
trasladar gradualmenre a dicho animal cada vez más cerca, físicamente, i" l, jaula
yZ;l i;;^
experimental asociada con -la descarga. volpe, que realizó srrs e"perime.rtos
con gatos, seleccionó comida como el métódo para inhibir la
ansied
y^
que es fácil de administrar y proporciona una g."r, tr".rq.rilidad .r, lo, ^d,,
ñ;"
Sus especulaciones se mostraron correcras. Loi síntomai ,reuróticos
de"cada
animal experimental se redujeron por medio de la combinación de una
exposición gradual al objeto temido, más la inhibición de la ansiedad a través
de la conducta de comer.
. Más tarde, Volpe dirigió su atención hacia el rraramienro de la neurosis
humana. siguiendo el precedente de \watson y Rayn er (1920), wolpe
desa-
rrolló
procedimiento de la desensibílización rirt"-áti.a. La técnjca terapéutica funcionaba
.rápida,y rotalmente. Esto creó las condiciones p^r^ l^
revolución que siguió en el tratamiento de los trastornos neuróticos de
base
su-
ansiógena.
Hoy. día,- hay literalmente cienros de experimentos e informes de casos
que evalúan la eficacia de la desensibilización. Es, sin duda, la técnica
p;i.;_
terapéutica más investig.a{1 eue exisre actualmenre. A lo largo del
,esio del
capítulo, inrenraremos delinear algunos de los rrasrornos p"i" lo, q""
i" oi
es el tratamiento a elegir.
III.
FUNDAMENTOS CONCEPTUALES Y EMPÍRICOS
lt.t.
Aspectos teóricos
Desde una perspectiva teórica, existe una gran controversia sobre
el mecanismo terapéutico real responsable del .r--bio de conducta en la
desensibilización. Baste decir que estas controversias sobre el mecanismo
de cambio
han servido.para ampliar el rango de aplicaciór, del p.oceJi-i".rro,
así como
para permitir usos crearivos del mismó que incluso volpe .ro
haúría ,orf"_
chado.
. La posición de volpe a lo largo de los años (o.ej., 195g, 1g73,1g76, rggl)
ha sido que la inhibición recípóca subyace a"la'DS, de'Áodo
q.r"'ri u.rá
conducta aumenta su potencia, antona"r'otras conductas) en
compensación,
tienen que disminuir
suya. por ejemplo, ra relajació" l^ ansiedad son
.la
v
respuestas que se inhiben recíprocamenie. como ,esultaio,
si un estímulo
provocador de ansiedad, .on pó." potencia se presenra .u".ráo
p".i";;" ;;
encuentra relajado, rcndrá lugar ef cont.acondicionamiento. Dicho
"l estímulo
ya no provocará ansiedad, sino que, por_ el contrario, evocará
l" ,"rp.r"r," á"
relajación.,9,rrr__Igrpuesras, además ie la relaja.io.r,'prJ",
inhibir también
la ansredad (ver Volpe, 1973).
186
Ralph M. Turner
En s¡-r empleo del consrrucro de la .¿n5lscl¿do, \ülolpe la define como un
patrón de la actividad del sistema nervioso simpático que tiene lrrgrr. .,r"rráo
una persona cree que esrá expuesra a amenazas o daños. La aciividad
del
comPonente simpático del sistema nervioso autónomo es la que está asociada
con una activación emocional elevada. Los cambio, corporal"s asociados con
un aumento de la activación autónoma consiste.r ..r ,r.r" elevación de la presión sanguín-ea y de la tasa cardíaca, un aumenro de la circulación ,"rrgrirr."
e.n los grandes grupos de músculos voluntarios junto con una disminución
de la circulación sanguínea en el estómago, la dilatación d. ú pñii;;-;
sequedad de la boca. se. consider" q.r.
fenómenos definen r"J ,.r'g* a'.
"rto-,
la respuesta de ansiedad
. \flolpe postuló que la respuesra de ansiedad puede ser condicionada clásicamente a estímulos que pasan desapercibidos
el enrorno vital del individuo.. Por ejemplo, un niño que an-teriormenre"nno tenía miedo
de ir a la
escuela, podría desarrollar miedo hacia la escuela a causa del trato
hostil de
un determinado profesor a lo largo de un corro período de riempo. Incluso
aunque el niiro hubiese tenido rálaciones positiás con orros prof.ror"s,
elevado nivel de ansiedad provocado po.
"l
profesor hosdi llerra a ,rr, ,.Áo,.
"i
condicionado hacia la.escuela por
-.iio dei proceso de generalización. In_
cluso pueden llegar a darse r".rii-i".rto, d. *"lertar con
pensamiento
"iroloe., l" estrat"gi,
de ir a la escuela' La evitación de la escuela se convierre ahora
más conveniente para evitar la experiencia de esta ansiedad condicionada."
. volpe (1958, 1923) postuló posteriormenre que el tratamiento psicológico
de esas.respuesras de miedo puede utilizar el co.rtra.orrdiliorra*i.rrro, 'o
l,
sustitución por una respuesra émocionalmente adaptativa de t",
,.rpr"ri", j.
evitación conductual y de un activado sisrema .,"*ioro simpático.
El mecanismo específico que subyace al contracondicionamiento es la inhibición
recíproca' La ansiedad se inhibe por medio de una respuesra opuesta.
IJna
respuesta opuesra eficaz.tigne.que estar asociada con,r.,
en la preponderancia de la actividad del iistema nervioso parasi-pático.
",,-"r*volpe irrái.¿
que respuestas como la relajación, la aserci ón y la.orrdrr.r"
,"".ral, que au_
mentan la actividad
serviría
n
p'ara
inhibir
recíprocamente
la
.parasimpática,
ansiedad y sus correlatos def sistema ,r..rrioro simpático.
.. Esta explicación sigue en_cajando bien en la literatura acruar sobre er aprendizaje animal. El contiacondicionamiento pavlovir.ro
por.rrr. fenómeno
", ""
que.tiene lugar en una serie de procedimi.rrro, de condicitnamienro
animal
(pt.i., Pavlov, 1927; Pearce y Dickins on, 1975). Además, una serie
de teóricos
del aprendi zaje han sugerido que la inhibicián .".íp;" ;byace
.orrr."_
condicionamiento (p-ej-, Estes,
"l ," i"
Asimismo, .n l" Áer^¿^ p"r"d",
-1969).
propuesto una.variedad de modelos cuanrirativos del condiciona-i..r,o
op._
rante y pavloviano. A pesar de la diversidad de los modelos
que * i;
propuesto, todos asumen la inhibición recíproca. Esro .ro qrri.."
d..i, qrr.
Lt
desensibilización
sistemática
187
todo lo que esrá implicado en el condicionamienro operanre o pavloviano
consiste en inhibición recíproca, sino que parece que la inhibición recíproca
es un aspecto importante del aprendizaje. De todos los modelor qrre ri hart
ProPuesto, dos han sido los más influyentes. En el caso del condiciónamiento
operante, el propuesto por Hernrsrein (1979). En el caso del condicionamiento pavloviano, el modelo propuesro por Rescorla y Vagner (1972) y \Wagner
v Rescorla (1972).
sin embargo, los experimentos con sujetos humanos han debilitado uno
de los supuestos básicos de la teoría de volpe. La ansiedad no parece esrar
causada por la actividad simpática. Schachter y sus colaboradorei (Schachter
r- Singer, 1962; Schachter y rVheeler, 1962) llevaron a cabo una serie de
experimentos que mostraban que el miedo estaba controlado por factores
perceptivos. Se inyectaba a los sujetos adrenalina, lo que hacía que las glándulas adrenales liberasen aún mayores cantidades de adrenalin il^.or.i"rrt"
sanguínea I, por lo mnto, que aumentasen la actividad simpática durante un
largo período de tiempo. Los sujetos de estas investigaciotris ,ro experimentaban unas claras emociones de ira y de ansiedad. Por el contrario-, experimentaban emociones de euforia o de ira, dependiendo del tipo de conducta
mostrado por un colaborador del experimento. Las percepciones de la situación, por parte de los individuos, como amenazantes mediaban si se iba a
experimentar ansiedad o no. Así, en vez de provocar estados emocionales, el
aumento de la actividad simpática tendía a aumenrar un esmdo emocional ya
existente. En consecuencia, el punto de vista teórico de volpe de que-la
relajación muscular funciona reduciendo la ansiedad, por mediodel mecanismo que hace que el sistema parasimpático contrar.érte e inhiba al sistema
nervioso simpático, parece cuestionable.
otras explicaciones de la DS ponen en tela de juicio a la teoría de la
inhibicjón recíproca. Se ha sugerido que es simplemente la exposición al
estímulo temido por el paciente lo que da como resultado una disminución
de la ansiedad (p.ej., Marks, 1981). La exposición produce la extinción o
habituación de la respuesta de ansiedad (Delprato, tg13;Kazdin y \Wilcoxon,
1976; Lader y Matthew, 1968; 'W'arers, McDonald y Koreska, i972; Watrr,
te7e).
En la- década pasada, se han propuesro distintos tipos de explicaciones
procesuales. Las explicaciones cognitivas sugieren que lás desensibilizaciones
reestructuran las cogniciones de los pacientes (p..j., Beck, 1976) o cambia su
autoeficacia (Bandura, ll77a), de modo qu" yi no sienten ansiedad en presencia del estímulo temido. Rachman (19s0) y Lang (1977) han sugerido que
la desensibilización permite que renga lugar un proiesamiento emJcional, de
modo qu,e los estímulos activadores de ansiedad son incorporados e integrados satisfactoriamenre por el paciente.
Además, Goldfried ha ofrecido una interpretación de la desensibilización
188
Raeh M. Turner
en rérminos de un mecanismo de afrontamiento
o de autocontrol. Finalmen_
te, debería señalarse que se ha presentaao ,rrr"
.rpri*iüi'pricoanalítica (sil_
verman, Frank v Dachinger, tlz+¡ en término,
á. .f.rr,"sías inconscienres,
del paciente
ár"p""o, pero hay evidencias en su conrra
"fundiéndor."" á"
"r
(Co¡don y Allen, 1.980; Emmelkamp'y
St.aatman, igZef.'
En resumen, se h-an propuesro rnu.h"r .*pli.ráon", 't.¿.i.",
arternativas
'para explicar cómo funciona la DS. Actualmán,.,
de las p"ri;;";;
teóricas ha logrado una preponderancia sobre
"i"g"""
las a.-?r.-p"r...
piriui. qr.
sean operativos una serie de fenómenos. segurament.
,"-"li.r"., lo',
cognitivos de la respuesta de ansiedad, pero también
"rq,r"ri*
ocurren cambios
fisio_
lógicos, así como cambios en Ia respuista cond.rctuar
grobar. se sabe que
estos rres sistemas de respuesta están unidos
d" ,lg.rn" -ln.r", d"
-;¡; qt;;
cada uno de ellos podríá estar afectado por
influencias directas e indirectas
compartidas, así como por bucles de reiroalimentación
-,rrrr". podríamos
PresuPoner' entonces' que la DS proporciona nueva información sobre
una
situación, objeto o
r"-idor, infor"r..;0"-q"";;;;"."r. en ras áreas
"-oiiór,
cognitiva, fisiológica y conductual y sirve para
i.rhibi, ü e"peri.ncia de la
"ansiedad" y de la evitación.
ut.z. H allazgos empírico
s
Los estudios que evalúan la eficacia de la DS
son demasiado numerosos para
ser revisados aquí.
una
exposición
breve de algunos de los
li" :T!r.go,
primeros estudios sobre
fobiar"y-robr. l"
;;;;l"""""ruación sociar,
servirá para dar una idea de la eficacia de"rrsi"dad
la or g"."", ,ig;ifi;;ii,-;:i
uso innovador de la desensibirización
con otros trasrornos; al contrario, ápo_
yamos las aplicaciones creativas.
ur.2.1. Fobias
En uno de los primeros estudios con una
población fóbica, Lazarus (196r)
sometió a prueba una variación de la DS,en
un r*-"ao g.rp"r y ra comparó
con un grupo de terapia de introspección.
se sereccioJ;;; treinra y cinco
pacientes fóbicos, incluyendo
sujetos con fobia
"..ofóbi.or,.claustrofóbicos,
sexual v orros con fobias
p"riir;.
p"u"rtes
voruntarios, sobre la base de si suriT,."r,
"; ;;;;.1".
fobi" "
prod.'r".íaias diri.rr.,ciones siguien_
"rp!.rfi.,
tes: 1) limitaciones sraves de la movilid"¡
;;;;i; t ;;;;"rencia con las
3) limitación de ras ;;;:^;:d;;;r".o.,rrr,r.rivas
v
::1Tr".""r,o't"p."o,i.res,
del
pacrente'
La naturaleza.y gravedad de la fobia á'.-."¿"
l"¿ividuo
se
había
confirmado ya por medío áe l"
conducrual llevada a cabo
"rralrración
antes
L
&
#
#
-á¡---
a
de
s e
n
sib iliz ació
n
sist emática
189
del tratamienro y se habían excluido los pacientes que habían recibido trata.ni.n,o psiquiátiico. Los suietos fóbicos ie emparejaban por el sexo y la edad
(dentro de ,¡ r."rrgo d. .rl"t.o años), así comó por la nafuraleza y gravedad
del problema y l.tégo se les asignaba al.az r a varios gruPos'
i" .".rrp.."ción" posterio. a'i tratamiento se evaluaba por medio de una
p.rrJ" objátiva de evaluación conductual para el tipo específico de la fobia
i.r..rpo"áiente. También se utilizaban los autoinformes del paciente' El resultado de la terapia se clasificaba bien como un fracaso o bien como una
,.."p..r.i0.r .o-pl.r" (es decir, una <neutralidad" absoluta hacia el grqp.o
de
de eitímulos originalme.tte co.tdicionados). Los datos apoyaban la eficacia
tratamientos
dos
otros
los
con
la desensibilizacton en comparación
-gruPo
más relajación'
de
- introspección y gruPo de introspección
Á""q1" los dáto"s originales ," "rp."r"ron en frecuencias, un modo más
preciso áe describir los rlesultados es por medio del porcentaje de pacientes
i".rrp"r"do s. El75% de los pacientes desensibilizados se recuPeraron' mien,r", irr. el o"/" del grupo de introspección y el25'/" del grupo de.introspección más relajación"co.tstitrryen el porcentaje de recupe'ación en dichos grupos. De los s.rjetos ...rrp"."do, .n ,r.r pr.incipio, el 23"/t de los suietos desensibilizado, i".ry.rorr, -i.ntr", q.re áel grupg de introspección más relajación fueron el5O'"/". Aunque todoi los resultados Parecen aPoyar realmente
ia desensibilizaciin, hay algunos fallos en este estudio, incluyendo la falta.de
u.r grrpo de control y.l h..ho de que el mismo investigadoÍ traf^ra a todos
los sujetos.
G"ld"r, Marks, \folf y Clarke (1967) emparejaron a un gty?9 de sujetos
fóbicos (aio.afóbícor, ,.rj.ro, con iobia tocfa! y_ sujetos con fobias específicas) en.)íd, rrirr.l de vocabulario y gravedad de los síntomas, y-les.asignaron
evaa rres grupos: DS, psicoterapia de grupo y/o psicoterapia individual. Las
y después del tratamiento y duluacioñes^cle los résultados, realiz"d"i
".rt.t de una serie de variables (p'"j''
evaluaciones
incluían
rante el seguimiento,
fobia, ansiáad) por los pacientes, los terapeutas y un observador/evaluador
independiente.'Lts pacientes rellenaron también varios cuestionarios. Cuando eval.raba¡ el t.at"-iento con éxito de la fobia principal, las respuestas del
pacienre, del terapeuta y del evaluador mostraban diferencias significativas
'.n,.. lo, grupos á" l" á.t..tsibilización y de la introspección a favor de la
desensibilúr.iórr. Además, después de un seguimiento de seis meses los pacienres conrinuaban clasificandó a la desensibilización mejor que a los otros
dos tratamientos. Finalmente, las evaluaciones, después de una media de siete
meses de seguimie nto, realizadas por un asistente social psiquiátrico independiente, qrr""ro estaba informado sobre las condiciones de tratamiento' revel".on t"*bién que la mejoría más elevada de los síntomas tenía lugar en los
pacientes desensibilizados.
I-os resultados de este estudio deben de ser considerados a la luz de los
190
Raeh M. Turner
siguientes problemas metodológicos. primer:,.ya.que
ros grupos de psicote_
srupos de desensibili"zación .'"" ai.igia;;;;;;"-erosos médicos
!.1
y pslquratras,
respectivamente, los efectos del tátamiento
se pueden .orrfrr.r_
dir con los efectás del terapeúta. Además, un médico
trató a sujetos
::|ll
indivi_
dualmente y-en el grupo de psicoterapia.'En
,.d;;;-r',ii"r,
la
duración
de
tg"rr.r.t
cada sesión de tratamiiTro y ia drrra.ór, ¿"1
,."i"-rurr*
no
estaban
estandarizados. Los pacientes de la DS se reunían
.rna hora cada semana durante una media de 12 meses; ros pac.ientes
del g."ó1; pri.ot.r"pi", r,5
horas a la semana durante ,r,"
-.di, d; it;;r;;';i;r;".ientes de psico_
terapia individual, 1,5 horas a Ia semanr, du."nt.
ínr rri"ai, de lg meses.
Tercero' las evaluaciones de los resurtado,
d. ;;;;;i"za subjetiva, pu_
diéndose cuesrionar su validez. cuarto, l" ".r.,
de pracebo
nos lleva a Preguntarnos si los resultador p".a"
"rrr".r.ir;;;;^gr"po
únicamente a la
atención del terapeuta.
euinto, er no habeill.""do "r.ii,iJr"
."bo
sobre
la credibilidad hace.que no se sepa si los trata*i;";;-e.a'
"
"rr"tr".rones
p...ibidos
de
f3r1na diferente. por.los pacientes. pin"r-.n*,
;;rd"';o'unro
de vista esta_
dístico, se empleó el análisis d,e varianza univariado,
f.á-.rr"t.r"r los resul_
medidas. E,,
*.o
habrían ,iáo.rni, apropiadas prue_
",i.
;11?ll,i:f;::;",
1rr.2.2.
Ansiedad ante la evaluación social
La aplicación de la DS al problema de la ansiedad
ante la evaluación social
fue analizada cuidador"-".rr. .r, ,rn"-r.rie de
estuJio, .""lir"¿os por paul
(1'966' 1'968, 1969;
f"yl y Shannon, 1966). ar op".r-..rü
clásico, de
Paul (1966) es uno de
"ho.,
los estudios.it"do, más frácuenr.-"rrr.
en ra riteratura
de.la terapia de conducra y reprer"r,i, r"
;t;-;;;;;-orr*i¿" bien controlada de la DS con la psicoárapi" ,."ái.iorr"l.
Por una serie de razones, la investigación de paul
(1966) es un estudio
metodológicamente ejemprar. primero, "es
importa"r. ,'.n"r", que, para los
sujetos, la ansiedad
i" actuación i.rt.rp.rro.rar era .r,' f.obl"-a clínico.
".rt.
Por ejemplo, en el momenro
de la investigación, uno de ros principales
re_
querimientos para licenciarse en la univ"r"rid"d
¿.
Ilmái,
era
el
hablar
en
público' Segundo, de un rotar de 3g0 voluntarios,
sólo lo, ,rr¡"ro, que estaban
más gravemente afectados fueron ,.l"..ior,"do;'qü
i"rj.ip".. Los sujetos
se seleccionaban
cuidadosamenre
excruyendo
í'1;á.ro, con algunas
de las siguientes caracrerístic"r,
"g";iloo
.rrglno, una historia
irrrrt.r".iorr",
¿"
"1t",
de tratamienro anrerior; poca motirraciór,
para ra terapia;lasgos psicóticos;
y un problema imDortante diferente ar de ia ansied"d;;;"'i"
evaruación so_
cial. Además, la düración del
p"r" r, muesrra iba de 2 a 2oaños v
;;"bi;;
se informaba que el grado de
-á*i*" intensidad ,. .1.".,r"i" ;-r;;,""¿
La desensibilización
sistemática
191
de hablar en público. De este modo, existían pocas dudas de que la ansiedad
de los sujetos alcanzaba proporciones clínicas. Tercero, se empleaban medidas dependientes multimodales, que evaluaban los componentes cognitivos,
fisiológicos y conductuales de la ansiedad. Cuarto, la terapia era administrada
por cinco psicoterapeutas con experiencia y especialmente entrenados, tenien-
do en cuenta los siguientes controles metodológicos a lo largo de todo el
experimento: 1) la selección al azar aseguraba que las características del terapeuta no se confundían con las condiciones de tratamiento; 2) el empleo
de más de un terapeuta y el hecho de su experiencia satisfacían los requerimientos de la validez exrerna;3) la uniformidad de los manuales de tratamiento con desensibilización y placebo y la grabación en cinta magnetofónica
de las sesiones estandarizaba la presentación; 4) aunque el orden de las sesiones de tratamiento se contrabalanceaba entre los terapeutas, cada tratamiento se llevaba a cabo con igual frecuencia en tres lugares diferentes;5)
Paul comparó la desensibilización con tres condiciones de control: atención/placebo, un grupo de control de lista de espera y un grupo de control
con el que no se mantenía ningún contacto. Estas condiciones permitían la
evaluación de efectos no específicos debidos a la atención, la participación de
los sujetos en el experimento y el posible resultado de completar los instrumentos de evaluación de la terapia:'6) se realizaban medidas de seguimiento
a las seis semanas como un medio de determinar si los efectos de la terapia
eran duraderos.
En vista de la naturalezabien controlada de esta investigación, la eficacia
clínica de la DS fue firmemente establecida. La DS era significativamente superior a la condición de control sin tratamiento en aspectos cognitivos, fisiológicos y conductuales de la ansiedad. También la desensibilización era
superior a la psicoterapia tradicional y a la terapia placebo.
Paul (1968) publicó más tarde un estudio de seguimiento durante dos
años, en el que mostraba que la DS producía los mayores beneficios en comparación con la terapia de introspección, la atención/placebo y los controles
no tratados. Estos hallazgos eran consistentes con los resultados originales.
111.2.3.
$
*
*
t
w
Resumen
A pesar de la brevedad, esta revisión muestra el rigor de la investigación
empírica que apoya la eficacia de la desensibilización. Se han señalado diversas debilidades en varios de estos estudios; aún así, podemos encontrar un
cuadro de resultados positivos. Sin embargo, admitimos que las primeras
alegaciones sobre la gran eficacia de la DS tienen que ser moderadas por esta
clase de evaluación metodológica. Como se ha indicado anteriormente, la
aplicación creativa de la desensibilización con los problemas de los pacientes
puede ser muy reforzante.
192
IV.
Ralph M. Turner
EL MÉTODO DE LA DESENSIBILIZACIÓN SISTEMÁTICA
W'olpe (1982) ha señalado, desde hace tiempo, que la DS consta de cuatro
pasos principales:
1. Entrenamienro en el empleo de la escala <SUDS>
2. Un completo análisis conductual y el desarrollo de
una jerarquía de
miedos
3. Entrenamienro en la relajación muscular profunda o
en algún otro
procedimiento de relajación
4. La combinación de la exposición, en la imaginación, a la jerarquía de
miedos junto con el establecimienro de una respuesta de relajación pófunda
en el pacien¡g
desensibilización sistemátiéa propiamenre dicha".
-al¿
sin embargo, Rimm y Masters (1974) listan una serie de consideraciones
hay que tener en cuenta antes de aplicar la técnica a un paciente. En
p_ri1ne¡ lugar, se. necesita hacer una distinción enrre ansiedad racional y ansiedad irracional. La ansiedad es irracional si el individuo con fobia tiéne la
habilidad de afrontar la situación o el objeto temidos y no existe un peligro
claro inherente. Sin embargo, si el individuo carece de las habilidades pára
manejar la situación o si la situación es peligrosa, enronces la ansiedad y la
evitación son razonables. Como ejemplo comparativo considera dos conductores jóvenes; los dos han estado implicados recienremente en accidentes de
c_oche y tienen miedo de volver a conducir. El primer individuo es un conductor muy habilidoso, que ha recibido un buén curso en la autoescuela rha aprobado a la primera. La segunda persona es un conductor autodidacta.
que ha sufrido numerosas multas de tráfico. puesro que, cuando se hace de
forma habilidosa, el conducir no es generalmente Áortal, el miedo de la
primera persona es irracional. Si se puede reducir su nivel de ansiedad asociado con el conducir un coche, su nivel de habilidad evitaráprobablemente
futuros accidentes y volverá a disfrutar conduciendo. Sin .-t".go, nuestro
segundo sujeto, probablemenre se verá implicado en muchos más- accidentes
si eliminamos su ansiedad a conducir y, poi lo ranro, se restablecerá el miedo.
En este caso, la desensibilización sola no será eficaz y podría incluso ponerle
qu.e
en peligro.
La DS es apropiada para los temores irracionales. En el caso de temores
racionales basados en déficit en habilidades, se rienen que enseñar las habilidades apropiadas, si es posible, a la persona en cuestión. En el caso de
miedos racionales de peligro, es necesário aconsejar al individuo sobre lo
apropiado de sus temores. El terapeuta tiene que tener en cuenta esta distinción. Es más fácil hacer la distinción cuando eitá implicado un peligro físico
La
de
s e
nsib iliz ación sistem áttca
t9J
que en el caso de peligro psicológico y moral' Pero el teraPeuta tiene también
que prestar arencron a estas cuestiones. Por éjemplo, cuando empezaba mi
que
a'diestramiento después de obtener la Licenciatura, tuve a una pacienteextramatrimoa tener una aventura
f"..i" ser desensibllizada de su ansiedad
mejor para ella el desensibtlizarla
lo
sería
no
que
pensaba
iirl. L" dije que
en ,r, i"so, la ansiedad le estaba
que,
de esta ansiedad. Seguí exilicándole
era legítimo Preocuparse. Pol
que
señalando algo moralment¿ importante I
;i;;f,g;; fo1.".i"l de perder a su. marid o y ^ su familia en la realidad. Al
junto-con su marido, era el mejor
final décidimos que el cánsejo matrimonial,
;;;"; p"r" .ro1.,., " "r".rr". su vida. Repitiéndolo otra. vez, la distinción
,".iorrrl-i.racional es el punto de partida-para los psicólogos clínicos'que
la
emplean
-
DS.
Lrr"go, el clínico debería descartar para el tratamiento a aquellos pacientes
que dic"en sufrir numerosas fobias. Lang y Lazovlk (1963) encontraron una
l'árrel".ión negariva entre el número dé iobias informadas y el éxito de la
DS. Es posible"que la tendencia a desarrollar muchos temores correlacione
.or, -rrrio, de lás trasrornos de la personalidad descritos en el Eje II del
trasDSM-rrr (n) (nln, lgST). Turner (1984) mostró que el diagnóstico de un
;;;" ¡; f.rro,r"lid"d, añadido a un diagnós¡ic9 d¡ trastorno de ansiedad en
el Eje I, áisminuía en gran medida la eficacia de las intervenciones conduci"rfát. S. prr"d. utilizaiel Fear Surrey Schedule flnventario de Miedos] (\191.
pe y Lang, 1964) para obten", .r.r, estimación del número de miedos del
p..í..rr.. Err" r-ro'debería mosrrar más de cinco fobias, aunque no se conoce
el punto exacto de corte.
Rimm y Masters (1974) sugieren que el siguiente.paso consiste en averir.rr imagen clara,.vívida del estímulo
guar si el paciente pu"d.
'uttlizar""p"ii-..r,"ineutrales o agradables
irnág..r"r
Para comprobar
F¿Ui.". Se'pueden
la neutralidad o lo vívido de las imágenes' Pero se necesitan algunas imágenes
provocadoras de emociones para asegurarse que el paciente pugde experimeniar adecuadamenre el sentimiento de ansiedad en una proporción adecuada a
la realidad. Si el paciente puede obtener una fuerte resP,uesta emocional y un1
,rírrid", .ntorr.", se puede empeza;r el procedimiento' Si el
se debería
f""i?n," .ro p.r.d. llevar a cabo esta pafte delseproced.imiento'
detalle
más
con
describirá
Esto
lrirr-o.
en
iro..a.. con la desensibilización
capítulo.
presente
en
el
Variaciones
ir, .l ,p".tado correspondiente a las
Finilmenre, hay q.t" determinar si el paciente puede aprender a lograr un
estado de relai,acián profu.rda. Desafortunadamente, esto sólo pu¡de ¡er d9enseñar al paciente la relaiación' Se
terminado empíricaÁente
-intentando
completo de relajación y peel
procedimiento
debería pr"r..ti". al paciente
Si
álrt. q"i .ornrrnic"ra su nivel de activación. hay u¡a caída perceptible de
la activación, se puede continuar; si no, se puede probar otro procedimiento
de relajació.t, .oino la meditación o las imágenes visuales agradables' Si no
i-"g"n
clara
y
194
R
alpb M. Turner
f,unciola..linguno de estos métodos, el paciente no es un candidato
para la
desensibilización.
En resumen, los requisito_s para empezar ra desensibilización son: a) la
ansiedad debe ser irracional; b) el paciente no debería rener muchos
miedos
o un trasrorno
grave de la personalidad, c) el paciente puede desarrollar
imágenes claras, vívidas, provbcadoras de emociones,
y
d);l p".i.";
obtener una respu.esta de re,lajación fiable. podría p"rá"r'irrruperable ;;;J;
i q;.
algún paciente pudiese satisfacer esros crirerior, peá la evidencü
-rr.r,r" q,r"
pacientes pueden realizar fácilmente l'", ,"r"", necesarias (\lolpe,
ll.-f"r
te82).
una vez que el rerapeura tiene claro que la DS está indicada y que el
paciente puede sacar provecho de la técniia, se empieza con la misma.
Se
encuentran implicadas cuatro operaciones: 1) entrenamiento en el uso
de la
S^ubj.ectiv.e_ units of Disc.omfort Scale, SUDS
de unidades Srrbjeti.,ras de
fEscala
-3;
Ansiedad], 2) entrenamienro en relajación,
.l d.r"..ollo de j"*rq;í;r, ;;j
contraponer la relajación a la imagen fóbica.
tv.t. La Escala de unidades Swbjetiaas de Ansiedad.
(suos)
La escala SUDS la desarrolló \wolpe como un medio
de comunicación entre
y el paciente y se ,"f"ií" a la magnitud de ra ."rpu"r,,
de ansiedad
;l_¡eran.euta
oel
paclente ante los estímulos provocador.i d"
miedo. La escala suDS sirve
para varias finalidades importanies. primero,
se utiliza para graduar las situa_
ciones estimulares según iu potenciat p."""."J*
á"
convirtiéndo_
un aspecro .".rtrál de la ónstrucción d""íJ.ila,
j..arquía.
la
:l
Segundo,
lt-'^1^1
par.a iu.zgar la eficacia del entrenaái.r,rá
en relajación.
+::fj^.'Ti:l_p:l:ó"
r ercero' el terapeuta puede obtener una
esrimación del nivel de
¿.
los pacientes al comienzo de ras sesiones ¿.
r."rrr.,i.;;;;iur"rrr.""ri.á"á
la presen-
tación de las escenas.
El entrenamiento comie nza con la petición del terapeuta
al pacienre para
que piense en la ansiedad más
q,r" h"f" irp..r-.rrr"do o que
"r..rtor"
pueda imaginarse experimentando.
A
,.órrt..iÁi"ntó
"rt. que recuerde se Ie asigna el nú_
mero 100' Luego, se, le pide al paciente
la experiencia más
tranquila y apacible de la que haya disfrurr¿o. n;;;;
se le
da el 0 en la escala suDS. Eit", e"p..iencias se
";;"r.cimiento
conviert.n-.r,
to, polos extre_
mos de la escala. A menudo es riiil hacer que .r p""i..rt.
experiencias que sg coloquen a medio camino entre estos dos f.opor.iorre
extremos de ansiedad y tranquilidad. Además, se le pide al paciente q".fr."r"
en experiencias
que se encuenrren enrre 0 50 entre 50 y 100. En eite punro,
la escala se
r
r
enconrrará bien representada en la menre dél paciente y
precisión
^i¡or^rála
de la información dada al terapeuta. conforme to, pí.l""ies
adq.riiren más
La d.esensibilización
sistemática
195
experiencia con la escala SUDS, normalmente se vuelven más seguros y habilidosos con su empleo y son capaces de hacer discriminaciones cada vez más
precisas de sus miedos.
tY.z.
Entrenamiento en relajación
Wolpe incorporó el procedimiento de la relajación progresiva de Jacobson
(1938) como un componente habitual de la DS. Sin embargo, exisren muchas
más técnicas efectivas de relajación, como la meditación y el empleo de la
imaginación para relajarse. No importa qué procedimiento se escoja, es importante que el paciente practique de 15 a 20 minutos cada día
los
-todos
días. La relajación es una habilidad que se adquiere y la práctica
es muy
importante. Los mejores momentos son a primera hora por la mañana, antes
de ir al trabajo y antes de acostarse por la noche. Además de acruar como
el agente contracondicionante en ,la desensibilización, las técnicas de relajación tienen un efecto beneficioso para reducir el nivel general de activación
del paciente
así menos susceptible a las situaciones provocado-haciéndole
ras de ansiedad
(Turner, 1986).
He encontrado útil impartir a los pacientes un conocimiento básico sobre
el entrenamiento en relajación, con el fin de mejorar su motivación para
practicarlo y s^c^r provecho de é1. Lecturas tales como Tbe relaxation response de Benson (1975) sirven como una ayuda útil a este respecro. Explico
que la ansiedad es la suma de la tensión física y cognitiva que esrá experimenmndo la persona. La tensión que se siente en el terreno cognitivo o en
el físico puede conducir a la tensión en el orro rerreno y por medio de un
bucle de retroalimentación entre ellos, alimentarse mutuamente y aumentar
progresivamente. Se puede lograr una reducción de la ansiedad interviniendo
en cualquier terreno. La relajación progresiva funciona reduciendo la tensión
en el terreno físico y, posteriormente, en el terreno cognitivo. La meditación
funciona en la dirección opuesta. Luego pregunro a los pacientes si han tenido alguna vez experiencia con algún tipo de procedimiento de relajación
controlada por uno mismo. Si la han tenido y les ha sido provechoso, tiendo
a utllizar su estrategia, que habrá sido muy pracricada, para la desensibilización. Esto ahorra mucho tiempo y hace uso de las habilidades que ya posee
el paciente.
Si el paciente no tiene experiencia previa con la relajaciín,le describo una
revisión general de varias técnicas y luego decidimos coniunramente cuál
podría ser la más eficaz para é1. Sin embargo, es mejor ser flexible y si la
primera técnica que se emplea no funciona par^ ese individuo, intentar entonces una alternativa.
Ralpb M. Turner
IV.2.1.
Procedimiento básico de meditación
La meditación es una actividad desarrollada para manrener la atención focalizala en el aquí y ahora de una manera agiadable. La meditación, aunque
de formas diferentes, se ha desarrollado en muchas culcuras desde el comiénzo de la civilización. El objetivo de la meditación no es, necesariamenre.
lograr la-relajación,.sino- permitirnos esrar toralmente implicados en lo que
estemos haciendo. Abandonamos los controles conscientes sobre ,rrr.rtr"
-Énte, dejamos de pensar en todas las cosas que necesitamos para ser felices o
e.n.todas las cosas que podrían robarnos la felicidad. Estos tipicos contenidos
del pensamiento consciente ocupan una posición poco impórtante, se considera que simplemente están ahí. una vez que un individub logr. esre esrado
de meditación, se pro.y9c1 una respuesta natural de relajació"n y el individuo obtiene la tranquilidad. De este modo, la relajación se obtiene indirectamente.
La meditación básica consiste, simplemente, en prestar atención a la realidad del 19"í _y ahora. Para ayudar en esre proceso, uno puede sujetar la
mente repitiendo un monosílabo o concenrrándose en la própia respiración.
Las formas orientales de meditación, como la meditación ir"....ráenral, a
menudo utilizan sonidos como <<mmm> y <<nnn> para ayudar a la focalización. Benson (1975) señaló que solamente el .ep"iir la palabra ,,uno,, (one
servía
:omo. un punro de focalización para la meditación. El punto de concentración determinado que se escoja no parece importar. Cuando la mente
\'aga
sucede ¿ ¡¡s¡¡ds- puede volver fácil y suavemente al punro
-como
de concentración,
sin prestar atención a los pensamientos intrusivos. Se suspende el juicio sobre el contenido mental.
Las instrucciones básicas que doy a los pacientes son:
1. Escoge un lugar tranquilo en donde no re molesten. Retírare durante
20 minutos, dos veces al día.
2. siéntate en una posición cómoda que soporte ru peso, de modo que
disminuya la tensión muscular. No se recomienda el tumbarse porque es
probable que re quedes dormido. La cuestión es lograr un estado físico'como
el sueño, pero estando despierto.
. 3. cierra los ojos. Hago que los pacientes cierren los ojos durante dos
minutos,
que los abran durante un minuto, luego los cierren otra vez
-luego
durante dos minutos antes de empezar a repetir la palabra <<uno>).
4. Repite la palabra <<uno> en silencio é.r tr, .at"ra como un punto de
concentración. Normalmenre, hago que la persona repita la palabra <<uno en vo.z alta después de habérselo dicho y luego, gradrraimente, ia reduciendo
el volumen hasta que logra una repetición en siléncio. Esto ayuda a poner ei
-4*'*"**-..
L
a
de sen sib iLiz
ación sistemática
t97
ejemplo. Después de dos sesiones de entrenamiento se puede eliminar esta
repetición vocal.
5. No hagas juicios sobre el contenido de tu pensamiento o su adecuación'
No te preocupes por tus pensamientos o intentes controlarlos; sólo son Pensamienros al azar y no tienen significado. Si intentas darles un significado, te
pondrás ansioso y estropearás el procedimiento.
6. Mejorarás con Ia práctica. Es esencial que practiques de forma regular.
Encontrarás que si lo haces así, obtendrás cada yez mayores niveles de relajación.
El terapeuta debería pasar una parte de por lo menos cuatro
sesiones,
guiando al paciente en la meditación. Después de que se haya completado
esto, el paciente practica en su casa con el fin de estar totalmente preparado
para la DS.
tv.z.z. Imágenes mentales agradables
Muchos individuos pueden lograr una adecuada respuesta de relaiación cerrando los ojos e imaginándose a sí mismos en una situación relajante. Los
pacientes a menudo proporcionarán su propia escena imaginada y, Puesto que
cada uno de nosotros somos únicos, el terapeuta debería trabaiar con las
imágenes de los pacientes. Luego, el paciente debería adopcar una posición
supina relajada, cerrar los ojos y concentrarse en la escena durante 10-20
minutos. lJna escena típica que he utilizado es la siguiente:
Imagina que estás en un hermoso globo aerostático. Se encwentra en el
por dos sacos de tierra. Estos sacos representan todos tus
suelo
-mantenido
problemas.
En wn rnomento, arrojarás los sacos fuera de la barquilla y, cuando
bagas eso, estarás arrojando todos tus problemas. Ahora, anoja el primer saco.
Sientes inmediatamente una pérdida de peso sobre tus bombros. Ahora, arroja
el segundo saco y conforme ltaces eso te sientes alegre y ligero. Se ban ido
todas tus preocupaciones. Sientes que el globo sube suaaenTente cada pez más
aho. Hay una cuerda colgando que te da un completo control sobre el globo.
Te deslizas abora sobre bermosos campos y arroyos; el sol brilla; sin embargo,
demasiado caliente ni demasiado fría. Te tumla temperatura es perfecta
-ni
bas en un colchón blando y te complaces en el sentimiento de tranqwilidad y
comodidad que sientes en estos momentos.
p
t!,
tr
#
'$'
:ii
li
Al igual que sucede con la meditación, se le pide al paciente que practique
con la imagen relajante dos veces al día durante 10-20 minutos. Es fácil de
aprender y es efícaz para la mayoría de la gente.
Ralph M. Turner
rv.23.
La relajaciín progresiva
La relajación progresiva fue desarrollada por Jacobson (1938) y su objetivo
/, posteriormente, la ansiedad general. El procedimiento de Jacobson implica un formato de enrrenamiento muy esrrucru-
es reducir la tensión muscular
rado que se compone de 50 sesiones de una hora. \Wolp e (1982) presenró un
enfoque de seis sesiones, flexible, de la relajación progresiva. Como señala
'Wolpe,
no hay un orden intocable para el enrrenamiento de varios grupos
de músculos, pero el terapeuta debería seguir un orden en su enfoque.
Normalmente es más fácil empezar con las manos y los brazos, por cuestiones de comodidad. Luego se trabaja con las áreas del cuello y la cabeza.
Mucha de la tensión que se forma tiene lugar en esta área y se da normalmente una enorme reducción de la ansiedad después de este paso. Luego se
trabaja con los músculos abdominales y de las piernas, secuencialmenre. Es
importante señalar que la respuesta de relajación no se obtiene simplemente
por medio de la contracción y la relajación muscular. El terapeuta enfatiza
que la atención a las sutiles diferencias entre el estado de tensión muscular
y el estado de relajación muscular es la clave de la técnica. El entrenamiento
hace que el paciente sea capaz de percibir conscientemente el aumento de la
tensión I gue, al final del mismo, sea capaz de pensar y decirse .relájate".
para lograr la respuesta de relajación. En otras palabras, el paciente llega a
poseer el control de su capacidad para percibir el aumento de la ansiedad r'
llegar a relajarse.
La primera lección empieza haciendo que el paciente apriete el brazo de
su sillón. Se le pide que se concenrre en las sensaciones producidas en la
mano y el antebrazo y que señale lalocalización exacta de la tensión. Debería
ser capaz de contar que siente más tensión en el brazo que en la mano. Se
le pide, después, que deje de apretar lentamenre y que presre especial atención
a la disminución de la tensión muscular de su brazo. El terapeuta repite este
proceso tres veces, luego cambia al 6razo opuesto y repite los mismos pasos.
Más tarde, el terapeuta coge la muñeca del paciente y le pide que doble el
brazo. Conforme aumenta la resistencia, el paciente puede experimentar la
tensión en el bíceps. Luego el paciente dobla el brazo y el terapeuta le aplica
presión sobre la mano. Se le pide al paciente que rrare de extender elbiazo.
Si lo hace, experimentará tensión en los músculos exrensores de la pane
posterior del brazo. Cadavez que el paciente relaje los músculos, el terapeuta
debería alentarle para que centrara su atención en las diferencias enire el
estado de tensión muscular y el estado de relajación muscular.
En este punto, ya se ha presentado al paciente los principios básicos de
la relajación progresiva. El terapeuta dice ahora:
La desensibilización
sistemática
199
La tensión o ansiedad que experimentas norntalmente
es más un estado
físico que un estado mental. Proviene de tensar los músculos, aunque podrías
no darte cuenta de que tus múscwlos están tensos. Sólo te das cuenta de que
estás ansioso. Te vamos a enseñar ahora a percibir el comienzo de la tensión
y lwego a interrumpirla empleando esta témica de tensión-relajación muscular.
Quiero que te quites el reloj, las pulseras, los anillos, etc. y que te aflojes
cualquier prenda que te apriete, ya que podrían interferir con que te sientas
totalmente relajado.
{il¡
Conforme el terapeuta presenta este material, debería hablar de und manera suave, tranquila y segura, con el fin de facilitar este proceso. Además,
el terapeuta necesita estar alerta ante la posibilidad de que el paciente tense
grupos de músculos automáticamente (como los músculos faciales) cuando
trabaja con otro grupo de músculos. Si ocurre esto, debería señalárselo al
paciente y se le debería ayudar para que evitara implicar a otros grupos de
músculos distintos del grupo de músculos con el que está trabajando.
Después de esta introducción a la relajación progresiva, el terapeuta hace
que el paciente se acueste totalmente en el sillón, con las piernas estiradas y
los brazos a los lados del mismo. El terapeuta dirá normalmente:
Cierra los ojos, por favor. Ahora, aspira fuerte y mantén el aire. Echa el
aire (después de algunos segundos). Aspira fwerte otra. aez. Echa el aire. Ahora, concéntrate en tu rnano derecba y cierra fuerte el puño. Aprieta el pwño
fuerte, más fuerte, todavía más fwerte. (Después de 10 segundos aproximadamente.) Ahora, gradualmente, lentamente, muy lentamente, libera la tensión
del puño. Siente cómo va desapareciendo la tensión de tu mano. Concéntrate
en cómo lo sientes. Pwedes sentir qwe la tensión escapa. de tw mano y, al mismo
tiempo, sigues experimentando tensión en la espalda y en el cuello. Aspira
profundamente y mantén el aire. Ahora, suéhalo. Aprieta otra ,uez el pwño
derecho. Fwerte, más fwerte, aún más fuerte. Abora, relájalo ntwy lentamente.
Date cuentA., otrt rsez, de la diferencia entre el estado de tensión muscular y
el estado de relajación muscwlar. Aspira profundamente otra. oez. Relájate.
Abora, aprieta otra aez el puño derecbo. Mantén la tensión. Sueha ahora Ia
tensión de la mano. Siente la diferencia entre el estado de tensión y el estado
de relajación muscular.
Esta serie de instrucciones se repite para cada grupo de músculos. LJna
secuencia que se puede seguir para el entrenamiento es la siguiente:
1.. Manos. Se tensan y relajan los puños. Primero uno, luego el orro, y
más tarde los dos a la vez.
2. Antebrazo. LJno cadavez,las manos cogen elbrazo del sillón y aprietan.
2oo
RaQi
Il -*
3' Bíceps y tríceps. Ambos grupos de músculos
se rensan y se relajan e:la misma secuencia que las
Los bíceps se tensan doblando er brazo
-ri.oJ.
y tensándolo. Los tríc.eps se pueden rensar
extendiendo
empujando
hacia abajo, sobre el biazo á.r riilo",
.o' l" p"rr" ;;;;,"rir^.oy
del
antebrazo.
4' Hombros. Los hombros se pueden rensar
empujándolos
y
hacia adelante
hacia atrás.
5. cuello. Primero, se incrina ra cabezahacia
adelante hasta que la barbilra
toca el pecho' En un segund.o paso, se echa
la
,^irt^ hl.i"
y ruego
hacia la izquierda y haciíla d"rá.h..
"t.e,
6' Boca. se debería abrir la boca tanro como fuera
Luego los
'*"o posible.
PL
labios se aprietan fuertemente.
7 ' Lengua' La lengua se
aprieta contra el techo de la boca ranto
como sea
posible. Luego, t.
.o.,,r. el suelo de l" boc". ¡¿¡]irra", se saca fuera
"pii.t"
de la boca ranto como
sea posible.
8' oios' Primero.se abren ros_ ojos ranto como sea
posibre. Luego se
cierran apretándolos fuertement". Mi, ,"rJ.,-.o,i'i;",
;;;rt;"rrados,
se arzan
las cejas; ésro elevará la tensión d. l"fr"rrr".
9. Espalda. Teniendo la espalda conrra ra
silla, empuja los hombros hacia
empuja los homb'o, l'".i.
ar'y-i^ffi""a^¡^de ra
.
i::fffi;ego,
10. Abdomen. Empuja hacia adelante
ros músculos abdominales.
11. Nalgas. Tensa los músculos de
ras nargas
junto con las caderas.
.
espalda
^t
"-p"ie"á"i"s
hacia adelante
12. Mwslos. Extiende las piernas, levántalas
5 cm, y estíralas hacia afuera
tanto como te sea posible.
13. Pantorrilla.s. Extiende las piernas
hacia afuera, con ros dedos de los
pies apuntando recto.
14. Dedos de los pies. primero, ros
dedos de los pies se curvan hacia abajo
"r"g.rrrdo
y se aprietan
conrra la parte inferior d"I ,^p^tl;";
aprietan contra la parte srperio, del zapato.
lugar,
se
Después de completar la secuencia entera,
el terapeuta diría:
Abora siente la marariilosa sensación
de.rerajación que te enouerae.
Déiate
sentirla' Tienes una sensación cárida,
Retajad.o
:o,?:1.e1:.illón.
T*"q;r:;¡;:.'
suDS?
Bien. ¿Tienes argún
,rrto d,
esa pa.rte otra vez.
ie ;;^;";ií;:";:r:;'i;r;rdo ligeramente
;h;ro, ¿cómo te ctasificarías en ta escata
trrri¿ni s¡ i, ori,"l'ir') u, múscuros en
Normalmente, los pacientes necesitan. por
lo menos cuatro sesiones antes
de que logren urr, ,.rprr"sta de ..t";".i0.,
fiable y, como se ha indicado
La desensibilización
sütemática
2e1
anteriormente, cuanto mayor práctica haya entre sesiones más eficaces serán
los resultados obtenidos.
El entrenamiento en_ relajación emplea de 20 a 30 minuros en las primeras
seis sesiones. El resto de la hora se pasa recogiendo información y desarrollando la jerarqtía.
rv.2.4.
La construcción de la jerarquía
Según '$flolpe (1982), una jerarquía de ansiedad es una lista de estímulos
evocadores de ansiedad, relacionados en contenido y ordenados según i" ."rrtidad. de ansiedad que provocan. Esros estímulos pueden ser objeios, personas, lugares, sentimientos internos o una combinaiión de estas clases i.
"rtímulos en una jerarquía compleja. Los estímulos serán, a menudo, extrínsecos al individuo, como los perros o la desaprobación social. Sin embargo,
pueden también ser inrernos, como las sensaiiones de pérdida de controi o
de desmayarse- Los estímulos internos pueden ser un .o-pon".rte de la respuesta del individuo a los estímulos exrernos o bien puedén evocar una potente reacción de temor por sí mismos. Por ejemplo, una persona con temor
a la enfermedad física podría responder al aume.rto de su propi a tasa cardíaca
asustándose de poder tener un ataque cardíaco,
por lo tanto, su
"rr-"rrt"rráo,
tasa cardíaca y teniendo aún más miedo.
La construcción de jerarquía empieza, aproximadamente, a la vez que
-la
el entrenamiento en relajación. Sin embargo, el trabajo sobre las jerarqrrías
comienza con el análisis conductual inicial y continúa incluso d".rt.o d"l
tratamiento. Las modificaciones y ajustes de las jerarquías tienen lugar conforme se producen nuevas informaciones. Los pacientás descubrirán á
-"n,rdo que han olvidado en un primer momento una dimensión o aspecto importante de su fobia. Este material debería incorporarse, cuando se descrrb.a,
al tratamiento.
La mejor fuente de información sobre la fobia del paciente es el mismo
paciente. El terapeuta ayuda al paciente a discutir cuánáo, dónde y bajo qué
condiciones tiene lugar la respuesta de ansiedad. Se le pide p".ierrt" qrre
"l
piense y describa situaciones pasadas y futuras que podiían p.orro.".
l" érpu.esta- Se. alienta al pacie.nte para que genere rantos áetalles .t-o ,." posible
sobre la situación estimular total. Cuanros más detalles se obtengan ,otr. lo,
estímulos externos e internos, más capaz será el terapeuta de de'sarrollar una
escena clara, provocadora.
otra fuente de datos para la consrrucción de la jerarquía proviene del
Fear swroey schedule flnventario de miedos] de volpe y Lang (1969). Este
Inventario de miedos consra de 108 ítems que desóriben *,i.ho, Ái"do,
comunes. Su empleo es útil por una serie de razones. primero, ayuda a es-
202
Ralpb M.
Turnr
pecificar el grado de temor de un pacienre, con el fin de determinar si la
DS
e.s apropiada o no (hay que recordar que cuanto mayor
es el número total
de áreas de temor que. muestra el paciente, menos
será la DS). Se"íe.tirr"
gundo, ayuda a recordar al pacienie las áreas de temor
que podría irabe.
pasado por alto en su informe verbal. Tercero, ayuda al psicólogo clínico a
descubrir cuesriones pertinenres en las reacciones'de ansiedad d.i",
tes' como una claustrofobia que implica temor a la presencia de .-;;;l;"g.rn
número de
_personas en los ascensorer, en la iglesia, en los .irrer, err'lo,
supermercados y en los bancos, además de encoritrarse detrás d. .r.r" puerta
cerrada. Este paciente podría presentarse, solamente, con el miedo lo,
censores' Pero una exploración cuidadosa podría revelar la lista de" miedos
"rseñalada anteriormente. Después de recogei esta información, el terapeuta
se
da. cuenta. de que no es sólo el miedo
Io,
lo que necesit trat^" respuestas
"r..nsores
^ este
miento, sino el patrón generalizado de
clausr.ofóbi."r. De
modo, se debería desarrollar una serie de jeürquías para cubrir ."d,
de la claustrofobia.
"rp...
Si el clínico tratase sólo la fobia a los ascensores, probablemente la terapia
no tendría éxito, pues:9.qy. hay un núcleo más bisico en,el probl.;;.'El
tratamiento tiene que dirigirse hacia el núcleo fundamental. Éste'requiere una
amplia investigación por parte del rerapeura, con el fin de rener una comprensión c.ompleta del trastorno de aniiedad del paciente. LJna advertencia
en el uso del Inventario_de miedos es que no p.opór.iona una jerarquía,
sino
más bien una descripción de las áreas de temor.'cada una de las
al""r'pr"porciona el punto de partida para el desarrollo de las jerarquías. por ejemplo,
los miedos a los lugares, igleiias y ascensores abarrotados'podría variar
a lo
largo de una dimensión según el número de personas pr"r.rir.r. En esre
caso.
se_ desarrolla una jerarquía para cada lugar, qr. grád,rrrmente
número de personas presenres.
"";;;;; ;i
Cuando se conocen los temores centrales y se especifican sus dimensiones,
se le pide al paciente que escriba todas las ptsibles situaciones
provocadoras
de ansiedad que pueda recordar y que las describa detalladamenre
en tarjetas.
Este trabajo se le prescribe al paciente como rarea para casa y
éste y el
terapeura lo revisan en la s-iguiente sesión. Luego, se le pide
p..i..rt. q,.r.
"l á"ri.a"a
coloque las tarjetas en un deierminado
rigír,
el
,r'irrel
a.
{u.
provoquen las situaciones estimulares. 91den,
Más ta.dá. se le pide
pr.i."i. q'u.
proporcione puntuaciones en la escala SUDS para cada situación"t
estirnular. Lo
ideal es desarrollar de 9 a 10 situacione, erti-.rl"res para cada jerarq,ri",
d.
tal manera que cada situación estimular sea, aproxim"d"-"rrr", 10 unidades
SUDS mayores que la anterior. De este modo, hay una
esrructura gradualmente ascendente en la escala,.lo que permitirá aproximaciorr",
grad"rrales al
ítem final de la jerarquía
el-qre se experimenta el remor más intenso.
-hacia r"iá un salto
Sin embargo, a yeces, 10 unidades
de-asiado grande en ansiedad
La desensibilización
sistemáttca
203
para que el paciente lo controle y se necesitarán estímulos cada cinco unidades. Este enfoque de jerarquía graduada es la piedra angular de la DS.
Los siguientes son algunos ejemplos de jerarquías construidas para tres
pacientes. Los ítems de la jerarquía no se describen aquí con tanto detalle
como se haría en la clínica.
El primer caso es el de una mujer de 42 años que vino para el tratamiento
de una fobia a los puentes. Trabajaba como agente del gobierno y, en el curso
de su trabajo, tenía que cruzar una serie de puentes en Filadelfia y Nueva
York. Contó que cuando tenía siete años había ido con su bicicleta por un
amplio trecho de un puente inacabado en Filadelfia. De pronto, el puénte se
terminó y se quedó cerca _del precipicio. Se asustó mucho /, a partir de
entonces, experimentó miedo cuando conducía por un puente; no obstante,
experimentaba mucho menos miedo cuando conducía otra persona de confianza. Si conducía ella, la presencia de otra persona la ayudaba a reducir el
miedo hasta un grado mucho menor. Junto con la fobia al puente, informó
de un temor a perder el control y un temor a los lugares elevados
-incluso
depensi éstos eran sitios cerrados. Además, la cantidad de temor variaba
diendo del puente en el que estaba. Las jerarquías desarrolladas para esta
paciente fueron las siguientes:
Jerarquías externa.s (unidades SUDS en paréntesis)
A. Alturas
1. Estar de pie en el césped que hay en la parte delantera de tu casa (0)
(Escena de control)
2. Estar de pie sobre un taburete pequeño en la cocina (5)
3. Subir a una escalera pequeña para pintar una pared del interior de tu
casa (10)
4. Estar de pie sobre una escalera para pintar una pared del exterior
tu
de
casa (20)
5. Conducir el coche por una carretera de montaña hacia la cima (30)
6. En un avi6n a 10 000 metros (40)
7. Montado en una noria de feria a medio camino de la cima (55)
8. En un restaurante, en la cima de un rascacielos, mirando por una ventana (65)
9. En una noria de feria en la cima (75)
10. Mirando por el borde de un acantilado (80)
11. Acercándose a la cima de un puente alto (90)
12. Estando de pie en la cima de una torre vigía en las montañas
-mirando hacia abajo (100)
Ralph M.
B.
Tumr
Puentes
81. Cualquier puente normal
1. A dos kilómetros del puente (10)
2. A un kilómetro del puente (2d)
3. A doscienros metro, del p.r..rt"
1lO¡
4. A cien merros del puente
llS)
5. Abandonando el puente (+b)'
6. Subiendo el puente (50)
7. Empezando a
.bajar por el otro lado del puente (60)
8. En la cima del p.rerrie, viendo el precipici o qZ.O¡
9. Acercándote al precipicio desde la cima del
fuánte (gO)
82. Los pwentes Walt rVbitman y Verezanno_Narrows
1. A cuatro kilómetros del puente (10)
2. A dos kilómetros del puente (20)
3. Se ve el puente (30)
4. Pagando el peaje. para cruzar el puente (40)
5.
lmpezando a subir el puente (5ó)
6. Saliendo del puente (6ó)
7.
\mpezando a subir el orro puente (ZO)
8' Bajando por el otro lado d"l o,r"nt" dásde el
precipicio (s0)
r
9. En la cima del puente (90)
10. Acercándose al precipicio en la cima del
puente (100)
cada una de estas jerarquías tenía dos niveles en
su presentación. En el
primer nivel,-la paciente iba acompañada por su
marido. En el nivel más alto.
estaba
Las jerarquías der nivel de ansiedad
.sola.
-;, b",:;, se compretaban
antes de empezar ttábaj^t con las del nivel
d"
,rrri"d"á--á,
,lto. De este
^
modo, había seis jerarquias
en totar. Hay que. observar que en ra jerarquía
B1 el abandonar el puente provoca
-"nó, ansiedad qrr" í"..rcarse o esrar
en él' Por supuesro' esto tiene sentido porque
pu..rr" es más
seguro que el acercarse a é1. Lo ante.iór.apunra"r "brrráorrr, "r
a que er o.d.ri ;"ñ;i;;
dicta necesariamenre el nivel de ansieJad
i.";;.;;orra es er orden
;
en el que el paciente evalúa los estímulor. riil
orden no ti"lr. po. qué tener
sentido para un observador exrerno
; ;;;il
q; r" tenga para er
paciente' Además, se desarrolló una -sóro
ierarquíapara los estímulos inrernos.
Jerarquía interna
1. Presión en el estómago (10)
2. Tensión en el cuello (ZO)
3. Elevada tasa cardíaca (aO)
205
La desensibilización sistemática
4. Sequedad en la boca (50)
5. Manos sudorosas (60)
6. Mareos (70)
7. Visión borrosa (80)
8. Pensamiento nublado (90)
9. Sentir que se desmaYa (100)
segundo caso es un hombre de 28 años que tenra miedo a las lnvecciones y a recibir atención médica.
El
Jerarquía externa
"Procedimientos médicos "
1. Hospitales (10)
2. IJna ambulancia con las luces de emergencia (20)
3. Esperando en la antesala del médico (30)
4. La visión de alguien recuperándose de un accidente (a0)
5. Un grave accidente de automóvil (55)
6. Un examen físico (60)
7. La visión de alguien que tiene un ataque el corazón (65)
8. Poniéndose una inyección (70)
9. Sacarse sangre (80)
10. Un miembro de la familia que sufre una operación (90)
11. Sufriendo una operación personalmente (100)
Jerarquía interna
..Sensaciones internas "
1. Debilidad en el estómago (10)
2. Tensión corporal (20)
3. Dolor de cabeza (30)
4. Respiración rápida (40)
5. Tasa cardíaca elevada (50)
6. Palmas sudorosas (60)
7. Frente sudorosa (70)
8. Hiperventilación (75)
9. Mareos (80)
10. Sentir que se va a desmaYar (90)
11. Desmayarse (100)
El tercer ejemplo es el de un hombre de
30 anos
que iba
a
realizar el
206
Ralph M. Turner
examen de licenciatura en Psicología por segund a vez. La primera vez lo
suspendió y enronces empezó a estar ansioso ante la posibilidad de examinarse de nuevo.
a. EI tema del examen de licenciatura
1. Dos meses antes del examen (10)
2. Un mes antes del examen (20)
3. Dos semanas antes del examen (30)
4. Una semana antes del examen (40)
5. Dos días antes del examen (50)
6. Un día antes del examen (60)
7, Las hojas de examen se colocan encima de la mesa (20)
B. Contestando a las preguntas del examen (80)
9. La noche antes del examen (85)
10. Conduciendo hacia el lugar del examen (90)
11. Esperando para entrar en la sala de examen (95)
12. Sentado y esperando que empiece el examen (100)
Consecwencias del tema de swspender
Se siente inadecuado (15)
Sus compañeros hablan sobre él a sus espaldas (25)
Su familia piensa que es un fracasado (35)
Su jefe le pregunta si necesita ayuda (45)
Un paciente suyo se enrera y quiere dejar el rraramienro con él (55)
Le despiden del trabajo (65)
Su mujer le abandona porque es estúpido (25)
Le prohíben que trabaje como psicólogo (85)
No puede conseguir ninguna clase de trabajo (95)
Estos tres ejemplos proporcionan una revisión de varios tipos de jerarvolpe (1992), Rimm y Masters
quías. otros ejemplos pueden enconrrarse en
(1974) y Marquis y Morgan (1969).
IV.2.5.
El procedimienro de la desensibilización sistemática
Ahora que esrán construidas las jerarquías y el paciente ha aprendido a relajarse,. se puede comenzar con la desensibiiiz".iórr. Normaláente empiezo
las sesiones preguntando cómo se siente el paciente, qué nuevos acontecimientos han tenido lugar y si ha pensado en álgrn" infoimación nueva sobre
su problema de ansiedad. Esto se hace po. ,rarias razones. Ayuda a establecer
La.desensibilización
sistemática
207
y mantener la relación y
a fortalec er la alianza terapéutica. También es útil,
para cualquier clase de psicoterapia,la sensación de preocupación y consideración positiva del terapeuta hacia el paciente. Le permite a éste tener esperanzas y creer que obtendrá beneficios, lo que aumentará la motivación. En
segundo lugar, los acontecimientos acuales de la vida de la persona podrían
aumentar o disminuir su nivel base de ansiedad; y por lo tanro, afectar a los
resultados de una sesión de tratamiento.
Si el paciente se siente especialmenre nervioso, se debería emplear más
tiempo relajándole y menos tiempo en la presentación de las escenas. Además, el terapeuta puede lograr una mayor comprensión del progreso. del
paciente sabiendo lo que está pasando en su vida. Si la ansiedad basal está
alta, el progreso de la terapia será más lento; y bajo esas circunstancias el
terapeuta no debería alarmarse. Finalmente, conforme progresa la terapia, el
paciente puede ir obteniendo nuevos conocimientos sobre su problem". Pot
ejemplo, podría pensar en un estímulo alternativo de máxima ansiedad. Esta
información se incorpora ala jerarquía. A lo largo del tratamienro se hacen
tantas modificaciones como sean necesarias.
Después de 10 a 20 minutos de recogida de información, el paciente se
recuesta en el sillón y comenzamos con el procedimiento de relajación. Por
esta época, el paciente ya es capaz de iniciar la relajación por sí mismo; sin
embargo, habitualmente dirijo la relajación con el fin de mejorar el efecto.
El psicólogo clínico reafirma simplemente las instrucciones específicas de
relajación empleadas en las sesiones de entrenamiento. De forma ideal, el
paciente debería alcanzar un nivel cero de ansiedad. Se le enseña a que diga
.ahora' cuando ha alcanzado el cero. Si no puede alcanzar cero unidades
suDS, un nivel de 15 SUDS bastará. \wolpe (1982) sugiere no inrentar la desensibilización si el nivel suos está por encima de25. Si el pacienre comunica
un nivel SUDS mayor que 25, es mejor conrinuar con la relajación durante el
resto de la sesión y discutir más tarde qué problemas podrían estar interfiriendo para que no alcance la respuesta de relajación.
Por ahora, supondremos que la relajación se ha desarrollado adecuadamente. El terapeuta se encuentra ahora preparado para empezar con las presentaciones de las escenas. '$flolpe (1982) sugiere .o-e.tr". con una escena
de control. LJna escena de control podría ser el estar sentado en la sala de
estar leyendo el periódico o encontrarse en una esquina de la calle observando el tráfico; bastará cualquier escena relativamenté ino.rra que no produzca
ansiedad. Sin embargo, se debería rener cuidado
,r.g.rraise de qrre .ro se
"nnocivos. El propósito de
incorporan inadvertidamente a la escena estímulos
la escena de control consiste en confirmar al terapeuta que el paiiente visualiza adecuadamente y responde apropiadamente.
El terapeuta pide entonces al paciente que se imagine las escenas justo
como las describe. Se le enseña al paciente a que levanre su dedo índice
208
Ralph M. Turner
cuando visualice claramenre la escena. Entonces el terapeuta deja
que el pa_
r
ciente visualice la escena durante cinco segundos.
El terapeuta acaba con la escena dicieñdo, .,deja de visualizar la escenao
.
y luego pregunra al individuo el grado de ansiedad q,.r. .*p..i-entó en la
escala suDS. Para ilustrarlo, empliaré una parte de ia t.arrrcripción
de la
paciente con fobia al puenre descrito arrteriárm"rrte. En erte
ap"rtrdo estábamos tratando el primer ítem de la .Jerarquía con el marido
J!
puente normaln.
-;;;;;;;
Terap-euta: Quiero_ que re imagines que estás en el coche
cori tu marido.
vas conduci:ido por la ."tr.r.r", d"rpué, de salir de ru casa, que
se encuen-
tra a dos kilómetros,
_aproximad"-"it., del puente de la Avenida Girard.
Estáis hablando cuando.te paras a pensar en el camino
fo, el que *;ü;
que ir para llegar a tu destino. Te áas cuenta de que ,.ridrá.
q"';
el puente de la Avenida Girard.
"r;r",
Después- de algunos segundos, la paciente levantó
el dedo índice.
rapeuta dejó que pasaran siete segundbs.
El
te-
Terapeuta: Deja de visualizar esa escena.
¿cual es ru nivel de ansiedad?
Paciente 1; 5 aproximadamenre.
. .Terayeuta: Ahora, quiero que concentres otra vez tu atención en ra relaja.ción. Déiate llevar, sintiéndoie relajad,a.
señálame, l"*"r""¿" tu dedo ín_
dice, cuando hayas vuelto al nivel 0.
segundos, la paciente señaló con su dedo índice que
había
^,^P_::l:U:,d..rg
alcanzad,o el nrvel 0.
Terapeuta: Ahora quiero que re lo imagines otÍa vez (se
repite parabra
\
por palabra la escena descrita anteriormentf.
, pespués de-que el rerapeuta describió la escena, la paciente levantó su
dedo índice indicando que había visualizado l" .r..rr". 'Ei-,.r"p..rra
esperó
entonces durante cinco segundos.
I
, Ttrlp,tr,ta: Deia de visualizar la escena. ¿Dónde te encuentras en la escala
oe ansreclad ?
Paciente I: En e.l. cero, no tuve ninguna reacción
en absoluto.
bien, ése
,,rr.rrrJ
objetivo.
Co".¿n,.",e orra vez enla
,Ttr!!r"y:.MuI
", sin preocupaciones.
rela,acron. Déyate llevar. Relájate.
señálame .u"rdo
cances el nivel 0.
"l_
I
La
de
s e
nsib iliz ación sistemática
lo señaló. Incluso si se encontraba
Luego introduje otra vez esta
estandarizado.
ya en el 0 empleé el formato
escena. Sigo una regla básica que señala no trasladarse al siguiente ítem de la
jerarquía hasta que hayamos obtenido dos presentaciones consecutivas de
nivel 0. lJna vez que se ha logrado, el terapeuta se traslada al siguiente ítem
de la jerarquía y procede como antes.
Generalmen,te,20 minutos de desensibilización en una sesión es lo que el
paciente puede tolerar. Esto puede Parecer Poco tiemPo, Pero hay que reiordar que se tiene que recoger nueva información durante 10-15 minutos y
conseguir que el paciente se relaje, lo que puede durar de 5 a 25 minutos,
dependiendo de la persona. Observarás que la sesión de una hora está repleta.
Conforme se van sucediendo las sesiones, se van llevando a cabo, básicamente, como se ha descrito anteriormente.
Si durante la sesión anterior la respuesta del paciente a una escena no
disminuyó hasta cero, la siguiente sesión debería abordar otra vez ese mismo
ítem de la jerarquía. Si se completa el último ítem de la jerarquía durante la
sesión anterior, entonces la siguiente sesión aborda el siguiente ítem de la
jerarquía. En ocasiones, tiene lugar alguna recuperación espontánea de ansiedad a una escena completada anteriormente; cuando el terapeuta se da cuenta
de que ha sucedido esto, debería trabaiar otra vez con esa escena.
Después de dos segundos, la paciente
V.
VARIACIONES
Se puede realizar una serie de variaciones con el procedimiento de la DS.
Volpe (1982) señala tres clases de variaciones:1) variaciones técnicas,2)
técnicas alternativas para inhibir la ansiedad, y 3) desensibilización .en vivo'.
De estas variaciones, la desensibilización ..en vivo, es la más importante y la
más útil, por lo que la mayor parte del resto de este apartado lo dedicaré
a ella.
Antes de seguir, quiero señalar que las posibles variaciones del procedimiento de la desensibilización se abrevian o se amplían dependiendo de la
posición teóñca sobre lo que sucede durante la desensibílización.'$flolpe ha
mantenido el punto de vista de que la desensibilización funciona a través del
principio de inhibir recíprocamente pequeñas cantidades de ansiedad en un
proceso gradual paso a paso. Todas las variaciones que sugiere reflejan este
principio y no se desvían de la técnica general descrita hasta ahora. Sin embargo, si consideráramos la desensibilización desde un punto de vista cognitivo, sería una de las muchas posibles estrategias del aprendizaie por medio
de la imaginación. La función sería construir adecuados esquemas cognitivos
miedo>>> pzrá. los estímulos. Desde una perspectiva teórica cognitiva,
"sin
210
Rafuh M. Turner
aprendemos de tres modos:,.1) acciones
sobrc los objetos, 2) pormedio de
la imaginación y 3) por medio del lenguaje.
En consecuencia, la desensibili-
zación no se vería como un tratamienio_complero.rr
rimsmo; por el con_
trario, el modo ou¡ emple¡ ra imaginación sería
sólo una-de ras tres maneras
de codifica. la inform".ion q.,"T-frearíamos
;;-;i,;;-ienro. Además.
podríamos realizar diversas uá.iacio.es consistentes
con la teoría del apren_
dizaie cognirivo. En algún caso he utirizado
r" ."rr;".iá" ¡unro .on la imagi_
nación,visual para fortálecer ra sensación d"
los oacienre. . r,
capacidad para romar er contror de sus.vidar. "uto.rti*.-¿'"
al,paciente. le hago que se imagine a sr
mrsmo pensando positivamenre, sintiéndose bien y funcionando aá".rrad"-:lr"
en.er trabajo, con ras personas
queridas y en el cuidado de uno mismo..Normalmenr",
Ér,o implica la construcción de escenas
y no empre,
i", variaciones de
,elaboradas
";;;;;;rq"í;. ;r,.,rbi..to
este tipo son parecidas a las técnicas de
condicio;-i";;"
(cautela
y Kearney,l986; Raich, esre voJumen). puesto q";
;;;,
,;.rri.",
se describen
en otro capítulo' no me detendré
.ll"r. prto'", ;;;I"-""te un recorda_
torio de que la-perspectiva teórica "n
que uno mantiene determina ras clases
de
t;;.;;pt, i"rri*'i"ll,l;il
variaciones posibles- para los propósitos
presenre.s, supondré que ra hipótesis
de la inhibición recíproca es ;'¿;;
seguiré
;;q;;;; de vorpe (1982).
"l
v.t. Variaciones técnicas
Existen dos principales variaciones técnicas.
La primera es la DS auromarizada' En este caso' el terapeuta graba en
cinta las irrrr.r..lá.res,de relajación r
visualización v hace qrre. er pá.ierrt"
escu,ch.e r"
f."u".i.* Esta puede emplearse en sustitución iel ,..;;;;;;';a-ra
'- r-'' dirigir rr":;i;;; como una ayuda
de las sesiones con el ,.rrp.uá.
La segunda variación técnica consiste
en lrevar a cabo la DS en un formaro
grupal' En este caso, el terapeuta ti.rr. .rn"
serie de pacientes con temores
muy similares, a quienes se aplica la misma
i";;q"í"-;les adminisrra el
procedimienro como grupo. Trnro \worpe géaz¡
lo-J Rimm y Masters
(1974) informan de éxitos con este
La ventaja principar de estas dos".rfoq.r..
estrategias es un ahorro,de tiempo
para
el terapeuta' sin emÉargo,.l l-rr.",
q*;l pacienre realice Ia desensibi lizacior,
automatizada como tarea n,'a
"o.o'^ ^, participe en un sruPo podría me-
ior". tr..'bi;;
v.z.
i;;"i..,* fffi:il:o|,que
Alternatiaas a la relajación para la inhibición
de la ansied.ad
Para algunos pacientes, las técnicas de relajación
para el auroconrrol no fun_
cionan. Cuando sucede esto, el rerapeura podría
utllizar las benzodiacepinas
La desensibilización
211
sistemática
para lograr un efecto de relajación_en el paciente'.'W'olpe (1982) señala una
serie de" otros procedimientos fisiológicos contra la ansiedad; sin. embargo,
ninguno de ésios son apropiados para que los utilicen los psicólogos; Por
coniiguiente no hablaré de ellos aquí.
D! hecho, tal como he presentado la relajación en este caPítulo, se han
ido describiendo varias altérnativas. Así, las alternativas a la relajación se
encajan dentro del procedimiento que he descrito. Sin embargo, la alternativa
prirráip"t, cuando p"ci"nt" no prrede aprender a relajarse, es la desensibi"l
se describe seguidamente.
1ít^ri6n oen vivo,
-que
v:. La desensibilización
,?
::'
sistemática <en'ui'uo>
La desensibllizaciín.en vivo' implica una exposición directa, graduada a los
objetos o situaciones temidos. El procedimiento se diferencia ligeramente de
la iesensibilización en la imagit"Ciótt en el aspecto de que en la mayoría de
las veces no se emplea una téinica específica de relajación. Por el contrario,
el terapeut a utíhza la relación terapéutica para provo car la ansiedad -e
inhibiilas respuestas emocionaler. f" ,.rrrtción del paciente de seguridad y
,"r"p"ura actúa para inhibir la ansiedad durante las sesiones.
confianza.n
"l
El resto del procedimiento oen ,ri'oo' esencialmente el mismo que el de la
"t
desensibiliz"iiótt pot medio de la imaginación. El p.aciente y el teraPeuta
construyen una rerarqula o ,erarqulas que incorporen las situaciones relevanres que teme el paciente. Entoncés, éste se dedica a las actividades definidas'
con el ítem de la jerarquía que Provoca menos ansiedad y se va
"-per".rdohacia el ítem que Provoca más ansiedad. El trabajo del terapeuta
-orrie.rdo
consisre en proporcio.rar apoyo y aliento al paciente y ayudarle a identificar
creencias y i.,ptsiciones iriacionales que mantiene sobre la situación fóbica.
Así, el t.rap"*, actúa como un agente contraansie dad y como un mecanismo
.orr".ro, d^. lo, pensamientos irácionales. Éstas son funciones muy, imporrantes y no se deLerían infravalorar. Los terapeutas principiantes no deberían
comer;r el error de decirle simplemente al paciente <que lo haga solo". Si la
persona pudiera hacerlo no necesitaría seguir_un tratamiento. La Presencia y
ia guía del terapeura son fundamentales para llevar a cabo la desensibilización
<en vlvo>.
, Al igual que sucede con la desensibilización por medio de la imaginación,
., .r"rrJid q.re el paciente no comunique ansiedad con un determinado ítem
de la jerarquía anles de pasar al siguiente ítem; de hecho, podría ser más
importante parala técnica.,en vivo,. El paciente tiene que sentirse seguro y
.onfi"do sobre el control de las situaciones anteriores, con el fin de mantener
la creencia de que puede lograr su objetivo final. En consecuencia, se recomienda una gran piáctica con cada situación. Esto permitirá al paciente sen-
21,2
Ralpb M. Turner
tirse tan relajado:"T? sea posible
r: por ro ranro, generar
una experiencia
poiél mismo.
de
."ro
elaborar ra técnica de Ia desensibiliza',n
cron
<<en vrvo>. La paciente
^yud^li
^ mujer
^,^Yl^:j-r-Tplo
L. era una
¿. +e
Estaba casada, tenía
dos niños ya c.eciáos y u^u^¡^i^;;-"
secreraria"¡ár.
de
un
psiquiatra. Desde
que podía recordar, sufría u"" toui"
i,.po.r".rrJ^" rJ, *.."sores. Su
conrraansiedad inducid"
pensa_
miento más temido era er_qued
meses' había sido capaz de evitar
^, ^rr^p^á^";
lor-"r.".rrores
;;;;;;r;;. Hasta hace cuarro
con apenas dificultades. sin
embargo, recientemente' su jefe
se hJ;;;;d"d# ;? nuevo
edificio de
oficinas; la suva se encontra6a ahora
.l
piro
ii.
r"r."ro
usar
er
ascensor
el primer día que r'"ui" ¡¿ál.,]ú;;; "r,
;;;;;"diri;;:;"- eso sóro
sirvió
para empeorar ras cosas. cuando
"i
éntró_en_er
ascensor, estaba casi lleno de
otros pasajeros. Se puso nerviosa
y sintió .O-o ,rr-.o;;;;"latía más
deprisa.
así como sequedad bn ra boca
y -'or"rri".
.i"r,¿.i";.
Éü;;rr.;'í::l;
tardar erernamenrl para llegar'"
"" ya que parabaen
,u^lir.-_",
piso du_
rante el camino. Finarmente",
pi*.r5, sarió'co;*rd; der cada
ascensor y se
"n "r Íora"
dirigió hacia el servicio a" r"¡"r*,
,"mi¿. ér;;;;r" todo el mundo
en el ascensor se había reído a"
a
;'#,0," señora L. subía
i;;';
los 22 pisos por ras escarerar, "ir".
,,o olrr"nre, se senría humiilada.
Finarmente,
le dijo a su jáfe que iba
*,ü";"
,;;;obremas.
Después
de preguntarla sobre su"iii;'';i
fobia, r" rugi.io "'.*;;;;
que obtuvi.r"'ayud" para su pro:,up.., u
#d io h
o
y,
".".r "i,
Después de recoger información
sobre
desarrollo histórico r" rit;.-ió"-J.li¿" el probrema de la paciente, su
,.r,i"r, ¿"rlirJ 1", dos primeras
sesiones, llegué a la ioncrurior
J"
renía una
espec ífica y que la DS
parecía ser el rraramiento apropiado.
No
informó_fo.bia
d"
otrr,,
fobias durante las
entrevistas o en el Inventa.io
á. -i"dor. Ad"-¿r, ,r.
rrasrorno de personaridad del
-.rrro señares de un
orr
ttt-pj.
empecé a en_
trenarla en relajación. Decidimo¡
utilizai
ra
rerajaciónprogre_
fü""r1-ente
slva para el entrenamiento en
r"rri".iár..Durante las siguientes
rres sesiones,
trabajamos excrusivamenre en
la relajacion progresiv".-tr, respondió
bien a esta récnica
muy
en
casa
enrre
sesión
y
sesión.
De este modo, en L
:,::*ÍAi¡lü.'r"_enre
sesión seis nos encontrába-",
J;r;;;rro, , empezar ra
ll.X"T:: j",ffj,: *,,*: ;;."
;
l"J,;; ;
q;
ii;;;.;;il:,",
;T'i:Ti: ;,5 [ l; :;g i r*,", :T' *
tarjetas d"
I _;i
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;ü;1
d
i.
h
;,',;; ;; i;
s-"-)is-9- v .,.,ibi.," ro ,lli'"".?,il'l;tli::tf,'.",',".r,,:'ñ::
ascensores en ellas.
ra tarea-para casa que se le mandó;
l_r-zo ¡oda
en conse_
cuencia, fuimos canaces
de termina. lJ ;".rrquía duranre
Ia
sesión
seis. se
des arrotl ó só lo un a'
i;qr";;;;:;
o'l"r.r,r" s eguidamente.
La
de
sensibilización sistemática
Fobia a los ascensores
Ítem
1. A seis metros del ascensor
-pensando
2. A tres m€tros del ascensor
SUDS
en subir en él
3. Al pie del ascensor
4. Apretando el botón de llamada del ascensor
5. Se abren las puertas del ascensor y se prepara para entrar en él
6. Sube a un ascensor vacío
7. Sube a un ascensor lleno
8. Las puertas del ascensor se cierran y se mueve por un edificio con menos
de 10 pisos
9. Estando dentro de un ascensor en un edificio de 10 a 25 pisos
10. Estando dentro de un ascensor en un edificio con más de 25 pisos
11. En un ascensor cualquiera que se para entre pisos mientras ella se encuenrra
10
20
30
40
50
60
7o
80
90
100
100
dentro
Como se puede ver, ésta era una jerarqtía unidimensional. El único aspecto notable de ella era que la paciente describió dos írems de 1OO SUDS:
Estar dentro de un ascensor en un rascacielos y estar dentro de un ascensor
que se ha parado entre pisos.
Después de desarrollar la jerarquía, decidí examinar la capacidad para la
imaginación visual de la pacienre. Desgraciadamente, la señora L. no podía
visualizar. Informó que sólo podía pensar en palabras o desarrollar fragmentos de imágenes. Al principio de la sesión siete, intenté hacer de nuevo que
la señora L. visualizara una escena de control, pero fue en vano. Finalmente,
durante la segunda mitad de la sesión siete decidí renunciar al empleo de la
desensibilización por medio de la imaginación y emplear la técnica .en vivo,
con la señora L. Le expliqué los fundamenros del procedimienro oen vivo,
y le dije que empezaríamos con el procedimiento de la desensibilización en
nuestra próxima sesión. Como había un ascensor en el edificio de siete pisos
en el que yo trabajaba, decidí que empezaríamos el tratamiento en el vestíbulo de la clínica para pacientes exrernos. En la siguiente sesión empezamos
sentándonos en una silla en el vestíbulor Que se encontraba aproximadamente
a 6 metros del ascensor. Pedí a la señora L. que pensara que iba a subir en
el ascensor a mi despacho en el quinto piso. Ella informó de cinco unidades
suDS. Nos quedamos en ese lugar durante 10 minutos, antes de informarse
que su nivel de unidades suDS era cero. Esruvimos allí cinco minutos más,
de modo que se pudiera sentir muy cómoda. Luego, nos levantamos y nos
dirigimos hacia un sirio a 3 metros de los ascensores. No informó de hinguna
ansiedad durante los siguientes cinco minuros. Los progresos que habíamos
214
Ralpb 14. Turnc-
hecho a los seis metros se habían generalizado a distancias más corras. pero.
¿hasta qué distancia? Le pregunré qué pensaba que íbamos a hacer luego"
Respondió que podría aprerar el botón del ascensor porque sabía que .ro ,io,
subiríamos al ascensor ese día. I-.e sugerí que lo i.rt"rrür.. Deciáimos que
apretaría el botón cada. yez que alguien que llegara quisiera subir. La señára
L. realizó esta actividad durante 25 minutos.-Al principio informó de -15
unidades SUDS
porque intentó p.nrr en subir. Después de
-principalmente
10 minutos baj6
rápidamenre a cero. Después de z5 min.rtos presionando ei
botón, terminamos la sesión del día.
En la sesión siguiente, empezamos con la tarea de presionar el botón del
ascensor otra yez. La señora L. informó de 20 suDS durante los primeros 13
minutos; luego, su nivel de ansiedad bajó a cero. perma.recimoi en esra situación durante 10 minutos más.
F,n este punro, me di.cuenta de que tendría que saltar el ítem
5 y hacer
que Ja paciente entrase directamente
,r.r ascensor vacío. como habia ob"n
tenido previamente permiso de la seguridad
del hospital para utilizar uno de
los ascensores duranre_ese_período dé tiempo, pudiáos hr.", q,r" se abrieran
las puertas, enrrar en él-y ditenerlo co.r las prreitas abiertas. La pacienre
entro
en el ascensor e inmediatamente informó de 70 unidades suñs. Hablamos
sobre sus sentimientos y pensamienros. Después de media hora informó de
20 suDS. La sesión nueve empezó con la misma actividad. La señora L.
informó de 50 suos durante 30 minutos aproximadamenre y luego, g;"JrJ
mente' su nivel de ansiedad bajó hasta lO unidades SUDS. D.rra.r1e lá sesión
10 repetimos esre ítem de Ia jerarquía una tercera vez. La evaluación
de su
ansiedad más elevada fue de 30 y logró bajar a cero en 20 minutos.
La sesión
11 empezó con esra misma actividad, pero la señora L. no informó
de ninguna ansiedad.
Luego cerramos la puerta y subimos un piso. La paciente informó de 1l
suDS. volvimos abajo al vestíb_ulo y luego de .rr"'oo subimos un
piso. su
nivel de ansiedad bajó^a cero.
_Luego, ,rr6i-o, al quinto piso. No informó
de.ning-una ansiedad. Durante la s.sión 12, subimor
,epii*o piso (la cima
"l
del edificio para pacienres exrernos). La señora L. e"pe.im
entó 20 unidades
SUDS d.urante los primeros 15 minutos, pero luego rai" drr"rrte
la siguiente
media hora.
En la sesión 13 acordamos encontrarnos en el edificio de oficinas donde
ella trabajaba. Nos montamos en el ascensor y subimos hasta el piso
22.
donde se encontraba su oficina. Informó de 40 únidades suos. Indicf
que la
presencia de otras dos personas en el ascensor fue la principal
razó., de su
ansiedad. Enronces subimos y bajamos del piso 22 durinte el resto
de la hora
de terapia. El programa de ia sesión 1a fue repetir
riru".ión orra vez.
"rt" esperándome en el
cuando llegué al edificio de oficinas, la señora L. estaba
vestíbulo. "Tengo algo que enseñarleo, dijo. presionó el boión del ascensor.
L
a
de se
nsib iliz
ación
sist e mática
215
entramos en el ascensor y subimos al piso 22. Indicó que no experimentaba
ansiedad de ninguna manera. Luego me dijo que había estado subiendo en
el ascensor tantas veces al día como le había sido posible, desde nuesrra
última sesión. Había sentido cómo su nivel de ansiedad se había reducido a
cero durante la semana. Luego dijo que puesto que podía ir y venir al rabajo
sin problemas, pensaba que no necesitaba continuar con la terapia. Le hice
notar que no habíamos cubierto todavía varios ítems de la jerarquía. Dijo
que pensaba que partir de ahora podía abordar edificios más altos por sí
misma. La señora ^L. se encontraba satisfecha con sus progresos; ya no tenía
que angustiarse para ir y venir al trabajo y pensaba que su calidad de vida
había mejorado mucho. Mantenía sus progresos a los cuatro años.
VI.
RESUMEN
Fn este capítulo se han descrito los fundamentos históricos y teóricos de la
desensibilización sistemática. Además, se ha proporcionado una descripción
detallada de cómo llevar a cabo el procedimienro en formaros r"nto ."n.,rirrou
como en la imaginación.
La desensibllización sistemática es especialmente apropiada para el tratamiento de fobias y miedos. Puede ser útil para descondicionar miedos asociados con el trastorno del estrés postraumático y algunos sínromas de agorafobia. Sin embargo, se alienra al psicólogo clínico para que experimei-rte
con la técnica e inrenre utilizarla con una amplia variedad daproblemas, con
el fin de tener una mayor información sobre sus ventajas y limitaciones.
VII. LECTURAS
PARA PROFUNDIZAR
Eysenck, H.J., Experimentos en terapia de conducta. L lnhibición recíproca, Barcelona, Orbis,
1986.
(Or.:
1964).
Foa, E. B., Steketee, G.S y Ascher,-L. lVL, .Systematic desensitizariono, en A. Goldstein y
E. B' Foa (comps.), Handbook of bebavioral intententions: a clinical gzlde, Nueva York,
Viley,
1980.
Morris, R. J., "Métodos para la reducción de miedoo, en F. H. Kanfer y A. p. Goldstein
(comps.)' Métodos de consejo psicológico, Bilbao, Desclée de Brouwer, 19g6. (or.: 19go)
y Masrers, J. C., "La desensibilización sistemática,, en D. C. Rimm y j C.
Masters, Terapia de conducta: técnicas y ,tplicaciones empíricas, México, Trillas, 193fi. (Or.:
Rimm, D. C.
1974).
Turner, R. M., Diromasso, R. A. y Deluty, M., osysrematic desensitization', en R. M. Turner
y L. M. Ascher (comps.), Eoaluating behaaior tberapy outcome, Nueva york, Springer,
1
985.
P.\l.y \üZright, L., clinicalprocedures for behat,ior
therapy, Englewood Cliffs, N.J., Prentice-Hall, 1981.
'!lolpe,
J., Práctica de la terapia de conducta, México, Trillas, 1977. (Or.:1973).
valker, c. E., Hedberg, A. G., clement,
11,
LA TERAPTA rMPLoslY4 qryvNDACróN):
uN¡ tÉcruce
coNDUCTUAL pARA re'¡xÍiNtiéñ oE LA
RE-AcTtvactótrl
DE LA MEMORIA
DoNRro J. Lrvrs y parrucl¡ A. Rounrr
I.
HISTORIA
Se puede considerar
la.teor.ía (der aprendizaje) conductuar y
a ra reoría
,a
psicodinámica como los
dos sistemas a"_ p.rrr".r,rá";;;;; influyentes
sobre
la conducta humana.. Aunque el desarroilá i'i.irr
d; ;r;;;"foques por pavlov (1927), watson, (rg.2si y Freud (1936) tuvo
rugar, ,p.o*;n.'"drmenre, en
elrnismo período de tiempt,
,orpr"nd";;;;;;';;;;;_..",
avances se
influyeran. ran poco entre' sí. "_, iniependencia
d"
dos
movimientos
.La
puede atribuirse, en parre, a diferencias.en
"r,Jr- pavlov
sus objetivos.
y vatson
intenraron desarrollar- leyes sobre la conducta
;;
que
ó;;i"-i"r,rr",
Freud
se esforzó en desarrolrai .rna determinadr.
."-f.?rrr;;'i;
la
psicopatología
humana, con el objetivo de diseñar
-¿todo, ¿"'r."r"_i""iu.
conforme maduraron dichos enfoques, se fue
viendo craro que existían
ha^ses.teóricas para el desarroilo de iniegraciones
.orr."pr,r"l"s. Así, French
(1933) hiz.o notar que el análisis de paur&
J.l
al principio de asociación de ideas de Freuá "rl-"io-i"Jo""rr" era similar
y qr. i""iri;t¡.¡¿n pavroviana
podría rep-resentar la contrapartida de l, ..pr.rió.,,
y" q;;-;;bas funcionaban
para interferir con las. respuestas aprendidas.
B.idger üláiconsideró que er
primer y el segundo sistema de señales d. ¡"rr";::-"*r*áu.n
reracionados
con el tratamienro de las caracrerísricas de
las id";; ;;;;ir.,
.
inconscien_
tes por parte de Freud. Aunque- se señararon
,i-ili;;;;,
paralelismos
entre ambas orientacio.t"r, ,rt fue sino ltrrr, ",r",
"
to,
de Do_
llard y Miller (1950) cuando se ofreció una
"rr".rrJJpion"ro,
int.rpr.i".ión
der
apren_
.amplia
dizaie,lo que facititó la integracio" ,"J.¡."
d;-ilil;;i;;;",
Estos
esfuer_
zos llevaron a Alexander (ée\, .o.,.I.ri.;;;l;;;"rr""pYiconalítica
se en_
tendía mejor en término,
i.orrirr.r.rd"rj J.lor*¿irli"l ""'
Aunque había aspectos de ra teoría r" r¿J"¡."-r'r.-.lilrn*
i
que esruvieron
sujetos a considerables crírica, drr."rrá los
años ;";;;;;y cincuenta, ras
extraordinarias introspecciones de Freud
sobre el d.;;;;;i; de la psicopato_
logía humana influyeion notablemenre
r", contribuciones de reóricos der
"r,
State
university of New york (EE
uu) y university of Iowa
(EE
uu),
respecrivamente
218
Donald. J. Levis
y patricia A. Rourhe
aprendizaie como Hull, Skinner,
Mowrer, Amsel y muchos orros (ver
Levis,
l9g9). Los conductistas
Je acuerdo .á" i;;";.sición básica
"r,rrri"io'
Freud de que ra psicopatorogía
de
h;;";-;llr"r."il",
ll'r..n
parre,
como
una función de ra. experiencla individuar,
d;;;;h#,1"r" "ro.irda con er
desarrollo de la infancia. La .;".r*;;;
de Freud de que ra ansiedad funciona
como una señal de Ia aparición de
un conflicto
que motiva al
individuo a desarrolrar á"a".o,
J irrro-"f para"-'o.io]rl,
reducir
este
desagradabre
esrado, preparó er camino-p".,
.r a.rrrrollo de'teorrrr-iiárr"-anas del
con_
flicto (Miller' 1959) d:r'^prr;i;i;
{ Freud r.b;;; por,evitaciór lvtá*r"r, ts3s, ts47).
Las interpreraciones de
modero energético
t"-bié,
1",
y
ra reducción de
p.;;;ii,i",",...i,s
de aprendi"
fi.T'i:1"jf|,':J:-'^"j.0^':-"ig"
rnnuida p", u,1'"L'l;J#;[1,:
[?.i]; iili;,:?il] moderna teoría der
aprendizaje se desarroll ó y floreció,
;;:h;;';mportantes prin_
cipios y leves de ra condu.rr.
"*"b1..;á.,¿;
c""-roü,
tr.rf".ia;;;l;"que
conductual
para contribuir ar área de la psicopatolágía
continrr
una reinrerpreración,
lÉ"g.,"j.
y:
"" (Doilaid
y de los neofreudianos.
Mlil"r,
ri*i.,
en
gran medida,
.r."i;rü l;l;;;;icuciones
de Freud
r95o). Aunque se ofrecieron,
;
de
rádica' récnic)s ."a"'.r""r.s
específicas
el
tratamienro,
no
-para
una a.menaza significativa p^i^ ra.","pf;;;;a
y técnica ofre_
-"J
cidas por Freud' Er campo ,itr
t
;;;'Irp".",
d"-rrrroro
der movi_
miento de la teraoi, de cóndu.."
"rri
d"
ro,
.i",
.¡".""nra
y
comienzos
de los sesenra (ver Kazdin, tgis,"i¡"r[,
il;, 1920; rüüolp", lg5gl Este capítulo
se cenrrará en uno de estos
nuevos enfoques, d.r"riofiJo
po. Thomas G.
Stampfl. Stampfl integró háb';.";;
i", p.i"upi;;;;;;;;"ares y psicoana_
líticos en una reoría comprehenrr.'"
¿.-rá .o.,áu.r"
y psicótica, lo
que proporcionaba ,1
";;;i;,de tratamienro
directo, rotalmente nuevo,
"3fo1""
la forma de su Terap* t*pi",r;")'¿;;;'
en
l::T:^::n"
constrtuyeron
rr. tE¡'rNrclóN y DESCRrpcróN
La teoría y la terapia improsivas represenran.
un enfoque conductual para er
rraramrento de ra nsicopatorogía,
basada, teóricamenrJ
de ra
teoría de los do, f".to.á' d"r ;;;";;;;;.
";-i. extensión
d.
(ver
Levis,
1985' 1989; Stampfr y L¡vi¡, igoz^,7ízs). "u¡tri¡á,.i"-'rurooor".
La T1 ,"-ulr, ., er principio de
la extinción exoerimenrar directa,
r, p..r"nr"ción der estírn'lo condicionado
(EC) en
d.r
.;;;;;i.
;'.t"¿i.rln"do
(nr). una suposición básica
la teoría "ur"n.i'"
de
es que ra conducta r;"i"-ir;.".r.á"'i"'.r""ror""i,o"
que
proviene
de Ia evoca.ión d. estímulos
.on experien.i", .orrdi.ionadas pasa_
"ro.¡rá",
das, específicas y aversiuas. Los
sí.r;;;, se concepru arizancomo conductas
La terapia itnplosiva
(inundación)
219
manifiestas y encubiertas desarrolladas para reducir o evirar esrímulos históricamente condicionados, evocadores de ansiedad. La tarea de la terapia con-
siste en detener la conducta de evitación exponiendo al paciente i t"nto,
estímulos de evitación como sea posible, intentando finalmente obtener una
completa exposición al rc. Cuanto mayor sea el número de estímulos de
evitación experimentados, mayor será la respuesta afectiva resultante. Puesto
que la exposición al rc y la subsiguiente respuesta emocional no son seguidas
por una respuesta incondicionada (nI), como dolor físico, entonces se hallan
presentes las condiciones necesarias para desaprender la asociación entre el
EC y la respuesta emocional. Al repetir los elementos del EC en ausencia del
estímulo incondicionado biológico (EI), la respuesta emocional sufie un efecto de extinción. Repitiéndolo suficientes veces, la fuente que evoca la conducta sintomática sJ reduce hasta el punto de la compl"ta .lirni.r"ción de los
síntomas.
El método de laTI parala presentación del Ec implica ranro una presentación en vivo de los estímulos temidos, siempre que sea posible, como el
empleo de una.técnica que uriliza la imaginación présentada por el terapeuta.
La técnica que hace uso de la imaginación se elabora de tal forma que incluya
componentes estimulares del complejo EC evitado que no se pueden pr"r.ni",
fácilmente en vivo. La tarea del terapeuta consiste * prouo.ár ranra respuesta
emocional al complejo-EC como sea posible. Cuanto mayor sea la respuesta
del paciente, más rápidamente rendrá lugar el desaprendizaje emocional. La
aplicación de esta técnica lleva a una relativ"-".rt. rápida reducción de la
conducta sintomática, teniendo lugar, normalmente, cambios significativos en
un_período que conlleva de una a veinte sesiones de terapia. Li técnica se ha
utilizado satisfactoriamenre con un amplio rango de conductas neuróticas y
psicóticas, incluyendo la conducta fóbica, la conducta obsesivocompulsivá,
la depresión, la ansiedad penetrante, la histeria, la hipocondría, la psicopatía,
las alucinacigngs y delirios y otras clases de conduita desviada qrr" ti".r.r,
lugar en los individuos psicóticos.
- Dadg que esra técnica constituye un enfoque de exposición direcra al rc,
desarrollado.para evocar altos niveles de respuert"
se ha planteado
"-o.ional,
la cuestión de que dicho enfoque podría sér dañino
para el pacie.rte (Levis,
1.974; Morgansrern, 1973). Esta preocupación proviene, principalmenre, de
dos. fuentes.
primera procede de la teoría fieudiana qrr. port,rl" que un
.La
pac.iente con baja fuerza del yo puede.exploraro o r,olve.ie pii.óti.o **rrdo
se le expone a <potentes> estímulos emocionales o .rtr"r".rt"r. La segunda
preocupación resuka de la ansiedad y temores propios del terapeut"
pro"l
vocar fuertes respuestas emocionales. Stampfl, que desarrolló su p.ocedimierrto en 1.957, estaba también preocupado con este tema. Para asegurarse de la
inocuidad de la técnica, trató durante un período de diez añás, antes de
publicar la técnica en una revista profesionál (stampfl y Levis, 1967a), una
220
Donald J. Leztis
y patricia A. Rourhe
amplia variedad de síntomas, incluyendo
aqueilos asociados con pacienres
definidos tradicionalm"n," .o-o
.l.on ;^j; f;';.^del yo". Desde
o
enronces' todo un conjunto ¿" "liíit."
experimentares y empíricos ha de"ri.rJio,
mosrrado, no sólo la inocuidad del
enfoque, sino ,.-ul¿i su eficacia (Levis
y Bovd, 1985; Levis v Hare, 1977; Bou.d¿*F
hipótesis freudiana de ra baja [urr)^ J.r yo 'fr" ;sr,ip[y,'rq83). Además, la
,o.n.iid á'^ pru"b^por Boudewyns y Levis (1975),.ro árr.orrr.r.rJo..poyo
para ramisma. Es importante
hacer una disrinción entre elevado. rirr"l"i
d; ,;;;;"'"-o.ior,¡
obtenidos
por medio de un -enfoque de exposici¿"
rc", !rr" ;;-"
resurtado
una
extinción o un desap reidizaje diiectos, y ,.,
"r pro..dimiento
oesrrés,, que
de
mantiene altos niveres de respuesta emóciorr"i
bi.r, -irri-ir"rrao la exposi_
ción al EC o bien introduciendo estímulos i".""di;i;;;J"r.
n primer auror
del presente capítulo tiene cerca de 30 años
de
en
er empleo de
la técnica en un gran núm,ero de pacientes
"*p"r-*.i"
con una
amplia variedad de problemas v no ha éncontrado q.,e ,'adie
ú; ;,d;';;rá;:"" este enfoque.
Por el conrrario, los paciente,
.rinic"-.ni;;;.h", señales de me-rr"rrr"r,
joría. Algo que es inreresante es
que también
er pro_
pósito de la técnica. Tiene sentidá p".,
"p;;;;";prenden
quirás,
la baja
t';ii.;'J*p'lia,
tasa de abandono asociada .o.r .rr"'enfoqu.e
"tto, (Levis
y
cárrera, 1967).
Es comprensible. por qrÍ, pesar de rád,
i"
ái lo .o.,rr".io, los
terapeuras siguen planteando "esta cuestión.
"rridérr.i"
La Terapir'iriir"rira
no es una
récnica fácil de utilizar, en er sentido de.9ye-.,
p"r".r
terapeuta
er
reproducir y experimentar la intensidad
"gorrdo'"
a"l ,"ir'i-r*rr"T.l
paciente.
Aun
así, la técnica es muy reforzante tanro.para
r.r"f"ri, ;;; para erpacienre,
los efectos de la e*tii-rción"t y l"'."á*.;ár,"de
los sínromas,
*r^:T:':-qr¡e
asl como otros muchos cambios clínicos
poriri.,ror, o.u..a.r, con frecuencia,
muy rápidamenre.
stampfl, al desarrollar su enfoque, fue influido
por su amplia experiencia
terapéutica con niños emocionalme.ri"
p".t.r.bad"r'; p*;u capacidad para
integrar los principiol de ra teo.ría pri.o".,"r,tica
y de ra riterarura sobre er
aprendizaje por evitación, experimentar (Stamp
rt, ioáás.' o"nominó
sión" a la técnica qrr. d.r"rrolló, un t¿.-i.ro
to-"dl ¿" t" riri.","Imploetiqueta que refleia el proceso d"
/ urá
*".gi,
dirrá-i.o
i.,1.i,io,
irrh.rente
a la
liberación de esrímulor'.."rg"do, ,r".rirrr*"nte
y
codificados en el cerebro.
una vez que comienza er
{roceso de e"posición uó, u"". lugar una reac_
ción en cadena en la que ef p.i-.r.""¡"nro
"r
d".rti-ult;
ii;;" a la evocación
de otro conjunto que' su vez, genera
otro conjunto y así sucesivamente.
I
cada conjunto ,,uéuo d. erti-,rl8r
asociado .on ,ín niu.r ,up"rior de
respuesta emocional. Este proceso refleja_el
"r*i ,.rt"bl".i-1."r"
a. asociaciones
evocadoras de ansiedad, que p,reder
f.áar.i,
y;;].*:;;ion
.o-pleta en
la memoria de un d.te.-i.r"do ,.r..rJr.rrmático.
¡r,.'.o-ponente
de reac_
tivación de la memoria en la rr es ;;"-r;.i,"i;ril";;';r."
importancia
La terapia implosiaa
(inundación)
221
en el inrenro de reconsrruir la etiología de
psicoparología y ha expedido
_la
el camino a una serie de avances teóiicos (Levis,
19g5, 19gg). La velocidad
con la que se recuperan los recuerdos y se )fro.rí"r, lor'r,r..ro,
traumáticos,
convierte en obsoletos a los enfoques psicoanalíti.o, y
or.o, .rfoq.r., .-o-f
nitivos.
"
Finalmente, debería señalarse que los rérminos
e .Inunda_
ción" se.emplean a menudo indistintamente. Ambos"Implosióno
términos se refieren al
intento del. terapeuta de exponer rep-etid-a y .ontirrrr"."."i.-,l
p".;".r,. , to,
estímulos de temor evitadoi, con eljin de maximiz.,
.ri.,r"l a'" r"..rp""ri,
emocional y el subsiguiente efecto de extinción. sin .-br.go,
"l
,lgr.ror'"r..itores reservan el término_olnundació.n,. para aquellos ,"r"p"-,rr",
q.-ue emplean
el procedimiento de.la TI, pero se limián , l" pr"r..rr".io"
en vivo o en la
imaginación de aquellos esiímulos que se correiacionan
direcramenre con el
inicio de los sínromas (Levis y Haie, 1977). Lo, ,.r.p.r;;, qr"
utilizan la
Implosión han enconrrado,.especiarmente ar'rarar.o,''l;;;i.opatología
gra_
ve, la necesidad de ir más allá-de los estímulo, .orrrirrg.*J,
;..
los síntomas
e incorporar estímulos *hipotetizados,. Fsre punro
i ..i"r"re una vez que
los fundamentos teóricor qr" subyacen l^ ,ér";r^;;-;;..,rdan
mejor.
^
III.
FUNDAMENTOS CONCEPTUALES Y EMPÍRICOS
La.Terapia.Implosiva es un enfoque que incorpora
formulaciones inherentes
a sisremas dinámicos de tratamiento ,"int".prJr"aárl'r'üri."do,
en térmi_
d: la teoría y. principios del apren diz'aie. i.r '.ri"i.is de orientación
:9t.
dlnamlca
no necesitan abandonar sus conceptos fundamentales
sobre ra si_
tuación humana. EI presente. enfoque no sórá pr.p";;i;
rrr," ,-,rr"rr" orientación teórica, sino que también ilrrr^, y
,lgr.r.r ;;r;, modifica drásti".r
camente' procedimientos de tratamiento'.rirt".rier,
y ,r.nirrirr." ig,r"l-..rt"
un catal.izador.para sugerir nuevas líneas a. ."p"rii.r*.i¿"
con animales
(Stampfl y Levis, 7967a; Stampfl, 19g7,19gg).
La teoría d"
adon_
tada represenra una extensión d e la rcáría d"
"pr".,dizaie
lo, do, fr.;;.;í;i;:;
;:;"
por eviración de o. H'.Mowrer (Mowrer,1947, 1g6oa,b),
que ha recibido
un gran respaldo empírico en la investigación ,rri-rl
f'lrí-"rr, (ver Levis,
1e8e).
ut.t. La adqwisición de la psicopatología
Se supone que la psicopatología es un resultado
de experiencias específicas
pasadas de castigo y do1or, lo que confiere
fuerres
..".iiorr",
emocionales
a
Donald J. Leois y Patricia A. Rourke
estímulos inicialmente no punitivos (neutrales). Los acontecimienros condicionantes en el ser humano son, normalmente, mucho más complejos y extensos que en el típico experimento de laboratorio. La adquisición de useñales
de peligro" en el ser humano puede haber resultado de acontecimientos aversivos en el primer período de socialización del niño, implicando un duro
castigo físico, privación de comida y de contacto físico y/o la exposición a
abusos sexuales. Otros factores significativos de condicionamiento pueden ser
los acontecimientos relacionados con experiencias aversivas en el grupo de
iguales (ser molestado, golpeado) o provenientes de sucesos naturales aversivos (lesiones resultantes de caídas, quemaduras, cortes, etc.). Los acontecimientos aversivos actuales (problemas maritales, pérdida del trabajo, cuestiones familiares, mala salud, etc.) pueden contribuir también a la activación
emocional (Stampfl y Levis, 1967a). La conducta desadaptativa que es probable que se etiquete como sintomática, proviene del intento del organismo
para reducir o eliminar el impacto del recuerdo de acontecimientos aversivos
previamente condicionados. Dicha conducta está morivada por un fuerte impulso secundario. Los impulsos secundarios se diferencian de los impulsos
primarios o innatos como el hambre, la sed y el sexo, en que su capacidad
para servir de elementos motivadores depende del aprendizaje. Dichos impulsos. juegan un importante papel en_ el desarrollo de la conducta humana
y se plensa que se encuentran detrás de la lucha por el prestigio, el ascenso
social, el dinero, el poder, el estatus y el amor (Brown, 196l). Pero quizás
el impulso más potente y penetranre es el miedo aprendido, o ansiedad, que
se piensa es el principal estímulo instigador de la conducta desadaptada. Según Dollard y Miller (1950, p. 190), el miedo es importante para la formación
de síntomas porque puede adherirse a nuevos estímulos por medio del aprendízaje y porque es la fuente de motivación que produce la respuesta inhibidora en la mayoría de los conflictos.
De este modo, los síntomas y las maniobras cognitivas defensivas (p..j.,
negación, represión, disociación, racionalización, proyección, etc.) que se reflejan en la psicopatología de los seres humanos se consideran como equivalentes a la conducta de evitación, un punro de visra compartido por Freud
(1936) y otros terapeutas conductuales (p.ej., Volpe, 1958). La reoría de los
dos factores de Mowrer (1947, 1960a) proporciona un excelente modelo de
trabajo para comprender dicha conducta. Según esta posición, se piensa que
al menos dos clases de respuesta son inherentes al desarrollo de la psicopatología. La primera consiste en el apren dizaje humano a responder de una
manera temerosa a estímulos que no eran temidos anteriormente. La secuencia de acontecimientos necesaría para la adquisición del miedo se encuentra
bien establecida en la literatura experimental y se alude a ella como condicionamiento clásico pavloviano. Su desarrollo proviene simplemente del emparejamiento de estímulos inicialmente no temidos con un acontecimiento
La terapia implosiva
(inundación)
223
aversivo innato que produce dolor. El estado de impulso primario o RI de
dolor puede ser provocado por una variedad de EIs, como los implicados en
el castigo físico o los provocados por estados graves de privación primaria,
como el hambre. Después de emparejamientos suficientes de un estimulo
neutral con un EI, los estímulos no temidos que preceden de forma inmediata
a la presentación del gt, adquirirán la capacidad de provocar temor, incluso
cuando ya no sean seguidos por un acontecimiento aversivo innato. La reacción emocional aversiva provocada por la presentación de los ahora ya estímulos condicionados de temor se denomina respuesta condicionada de temor
(nc). Aunque la respuesta de temor no implica un conjunto unitario,.bien
definido, de topografías de respuesta, se supone generalmente que implica
principalmente el condicionamiento del sistema nervioso autónomo. El aprendizaje del temor, según Mowrer, está gobernado por las leyes del condicionamiento clásico y se basa únicamente en el principio de contigüidad, el
emparejamiento del EC y el Er.
Como se ha señalado anteriormente, se cree que el aprendizaje del miedo
implicado en la psicopatología humana abarca un complejo conjunto de estímulos, que comprende patrones de EC tanto externos como internos
(Stampfl, 1970; Stampfl y Levis, 1969a, 1975). Una vez que tiene lugar el
condicionamiento del miedo, éste es capaz de condicionar secundariamente
otros estímulos por medio de asociaciones o emparejamientos con los estímulos previamente condicionados. Esto representa un punto crítico, puesto
que algunos teóricos adoptan un punto de vista bastante miope al analizar
qué rcs instigan la conducta desadaptada. A veces se plantea la suposición
ingenua de que los patrones condicionados del EC sólo implican a aquellos
estímulos que se correlacionan con el comienzo de la respuesta emocional.
Por ejemplo, se podría hacer la suposición de que el estímulo crítico que
necesita extinción en el caso de una fobia a los aviones es el estímulo asociado
con el avión. Aun así, en la gran mayoría de estos casos el paciente informa
no haber tenido nunca un accidente de avión y no puede encontrarse un
suceso de condicionamiento directo a estos estímulos. Básandonos en la teoría y en la experiencia clínicas, es lógico suponer que los estímulos relacionados con el comienzo de los síntomas (p..j., la vista de un avión) representan reacciones generalizadas condicionadas que reflejan sólo una pequeña
parte del complejo EC total evitado. Así, el patrón del ¡c que se evita por
la mayoría de los síntomas clínicos, se conceptualiza áe modo que implica
un complejo sistema de estímulos tanto externos como internos (pensamientos, imágenes y recuerdos), incluyendo estímulos anticipados evocados por
la exposición al estímulo fóbico (p..j., temor de daño físico, muerte o pérdida
de las señales de control). La evidencia de laboratorio ha demostrado, de
forma muy convincente, que el condicionamiento tiene lugar no simplemente
a un estímulo discreto, sino a un estímulo complejo que incluye potencial-
224
Donald J. Le,tis y patricia A. Rourk¿
menre a rodos los estím,los que preceden de forma
inmediata al EI, estímulos
generalizados y estímulos q.te han sufrido 1",
jJi'.orr¿i.ionamiento
secundario (ver Levis, lggg; McAllister y McAlliste
"¡;;;r, 1.g,71, lggg). se
acepta
generalmenl:
una gran cantidad dé
.qr"
humano
se
^prrnlir;"'"*..i"nal
vuelve condicionado por medio de la asociación
o der emparejamiento con
otros ECs aversivos. Los principios de aprendizaje implicaáos
ár, .rr" *-r_
ferencia incluyen el proceso de condicionr-i".rto
,".rr'rr¿"rio, el condicionamiento de orden superior, la generarización prim".i"
J.i"rrímulo, la generalización mediada de la respüsta, el condiciona-i*to
-"diado semántico
y la reacrivación de ra memoria o la ."l.rp"r".ion
de aconteciLsri?ólico,
mrenros
aversivos pasados (ver Levis, 19g5).
lu.z. Mantenintiento de los síntomas
La rcoría de los dos factores sobre el miedo ha disfrutado
de un apovo
experimental considerable, en el laboratorio animal,
;"r;;o
se trara de ex_
plicar la adquisición, el mantenimiento y la
á.i'"pr."ai zaje de evi_
""ri;;;
pasivo
(Brown
y
Farber,
195g;
Levis,
1989; McAilister r
llri::,.a*ivo,y
McAllister, 1965; Mowrer, l96Oai Rescorla y S"lá-on,tgZZl.;;;;;;;;;r;
realizado intenros ingeniosos, por parre d" ío,
.."á".lirr*,, p^r^ofrecer una
explicación alternativa no. teleoiógi.", qu" no necesire
del concepto de miedo.
de la conducta de evitación (DiÁmoor, 1950;
Hernstein, 1969; Schoenferd.
1950), o una modificación biológico-genética
ig"il.r, igib; seligman, 1971¡.
dichas explicaciones distan
dé
,"rolu".
r-*. ;;;'as
-rr.Lo
críticas (Levis.
1989; Mackintosh, r974). El poder de la teoría
der miedo ,eside
,.i .rpr_
cidad para generar numerosas^predicciones apoyadas
"" ángulos
desde dif"r"rrr.,
y en el,fracaso de puntos de vista alternati,uos
teoría po:
ó..- ...-pí^)^,
un_modelo igualmente comprehensivo y predicti'o
^la
l!sq
Mackintosh.
ii"üi,
;
1974). Al añadir el construito del
-i.¿á, l" ,"ori"'", ;;;;. d; .r;li.;;;;;
qué la fuerza de la respuesta de evitación aumenra
i.ri.i"i*".rte en presencia
de una condición de E^c solo y por qué ti.rr"
l.rg.ri" *.,J¿i." disminucióc
de este sistema de respuest"r .t.r la exposición
conrinua ar Ec. De este modo.
la rcoría manriene intacto el principio'tradicional
d" il;;.ión
experimen_
tal la presentación del ¡c
del pt il"u" u"" Jisminución de l¿
"., ",rr*.i"
respuesta de evitación condicionada
"
al rc.
Resulta irónico que los principios empíricos
estabrecidos para ra extinció:r
de la conducta de evitacion y ,"áor, se ionviertan
en er talón de Aquiles de
los intentos de la teoría de io, dos'factores
para expricar ra psicopatología"
Es problemáticala observación clínica de
que la conducta sintomática en lo.
seres humang.s plede.durar años, sin señares
mientra.
que los estudios de laboratorio sobre la evitación
"p;.;;;;r;" "*rirr.i¿rr,
.rormalmente
un¿
-,r"r*".,
La terapia implosiaa
(inundación)
225
rápida extinción una vez que se retira el Er. Mowrer (1950,
p.
11l1.tivam91re
351) que llamó a la preocupación de Freud. (1936) sobre esre
r.r.r", l" -páridoja neurótica,, se preguntaba por qué r" d*o-í.rada conducr, ,r"rrr¿,i."
.,
al mismo tiempo autoderrotirtiy rrtoperpetuante, en vez de llegar
tr;;;;liminarse. Mowrer no sólo coniideró .it" paradoja.o-o .".r-r. al
para la
teoría y la práctica clínicas como hizo "Freud, ,ino qrr" reconoció
correctamente que la cuestión de la evitación constante o de ia co.rd.rcta sintomática
planteaban serias dificultades a las interpretaciones del aprendi zaje
de l" ;;,,ducta neurótica (Stampfl, l9g7).
Para entender claramente la técnica de la TI, es esencial que el terapeuta
comprenda la ingeniosa solución de Stampfl a la nparadoja neuróti."n, '".,
,.,
explicación teórica sobre el mantenimienio de los^ síntoáas (stampfl,
1lzo,
1987; stampfl y Levis, 1967,7969a). Las observaciones clínicas r.r,,"i"ron
qrr.
aunque. algunos síntomas human-os parecen durar mucho tiempo,
los estíniulos de los que inicialmente se informaba que provocaban el comienzo
de los
síntomas' sufrían, frecuentemente, un cambió.con el tiempo, a.
-"a. q".
los primeros estímulos evocadores de miedo dejaban d"
fiouo."r los sínto_
mas. Teóricamenre se sig.ue qu:, a causa de la exposición repetida
al EC, las
propiedades evocadoras de miedo asociadas .on
pr"J""; ;
"rro, por,r'nuevo
"rtí-.rlo,
efecto de extinción y rgr. reemplazadas en la memoria
conjunto
de estímulos con propiedades instigadoras de miedo,
que no habían
recibido_ previamente. mucha
al tc. Ertá,"rti-,rlo,
,rr"rros .stí-rrlos y su
reactividad emocional pueden""poii.ió.r
obr..urrr" cuando se impide la manifestación
de los síntomas. Esta observación llevó a Stampfl , .árr.lrri, que
había un
sistema de estímulos implicados en instiga. ,r'i"r.r*i.rráo
síntoma y que
estos estímulos, que representan la asociición pasada con
sucesos condicio_
nantes que implican dolor, se almacenaron en la memoria y
se ordenaron de
un modo secuencial o serial en términos de su accesibilidaj. Ad"*ár,
;";".;;
qu-e gslos patrones de estímulos se ordenaban según una
dimensión de inten_
sidad del esrímulo, siendo los patrones de estímu"los más
los menos
accesibles. Se ha hipotetizado q.t" estos esrímulos codificados
"rr.rrir,,o,
en la memoria
son activados por una situación esrimular de la vida actual
d.l pr.i".rt", ,ituación que es similar, sobre una dimensión de generali zación',
. ,qr"llo,
estímulos asociados con anteriores sucesos condilionados traumáticos.
La
función de los sínromas del paciente consiste
blolr"", la aparición de esos
"r, emócionales
estímulos y evitar las propiédades intensamenre
asociadas a los
mismos. sin embargo,," .rrrra.de que estos estímulos generalizados
,o.r, rinalmente, expuestos, el remor haciá ellos sufre un .f..ñ
á" .*ti.r.i¿., qr",
su vez, reactiva el siguiente conjunto de señales en la cadena
en serie. stá-pl"
tradujo esra observación a la terminología E-R, ,-pli"nJo y modificando
la
ahora hipótesis clásica de conservación d"e la ansiedld, ,ug1Ía,
po. solomon
y W'ynne (1954).
226
Donald J. Leois y patricia A. Rourke
El modelo de condicionamiento de evitación de laboratorio se plantea de
tal manera que si un animal da la respuesta apropiada alEC (p.ej., ialta fuera
de la caja de condicionamiento) antes del .o-ie.rzo del El, el EC termina
inmediatamenre y se evita el EI en ese ensayo. En la extinción se elimina el
EL_El apartado sobre la conservación, en la hipótesis de solomon y wynne,
se basa en la observación de que, en el aprendizaje por evitación, li ocurrencia de una respuesta de e',oitaiión, de latencia ,oír^', evita la exposición total
al EC en ese ensayo. Por consiguiente, la parte del EC que .ro ré e"pone será
protegida o conservada conrra la extinción del miedo, ya que la exposición
es un requisito necesario para la extinción. Stampfl razonó, a partir de sus
observaciones sobre el mantenimiento de los síntomas humanoi, que la paradoja neurótica podía ser entendida conceptualmenre por medio áe la a*pliación de la hipótesis de la conservación de la ansiedid. Se recordará que
¡
los sucesos condicionantes traumáticos, que mantienen la sintomatología Éumana, se supone que ocurren ante un complejo conjunto de estímulos que
se almacenan en la memoria a largo plazo. Se piensa que esros distinios
complejos de ECs están ordenados secuencialmente según su carga aversiva y
en términos de su accesibilidad para la reactivación. Se seguiría, po. .o.rriguiente, que si las respuestas de evitación de latencia co.t" .orrrérvaban el
miedo a segmentos más largos del Ec, al evitar su exposición, entonces el
proceso de conservación podría aumentarse aún más en el laboratorio dividiendo el intervalo EC-EI en distintos componenres estimulares. Este procedimiento debería, a su vez, mejorar los efectos de la conservación de la ansiedad, al reducir la generalización de los efectos de la extinción desde una
corta €xposición al pc hasta una larga exposición al mismo. Por ejemplo,
considérese la presentación de un intervalo EC-EI de 18 segundos, en el q.re
los primeros 6 segundos del ¡c implican la presentación de un zumbido (st),
'(S2)
los
.siguientes 6 segundos implican la presentación de luces destellantes
y el último segmenro, la presentación de un rono (S3). una vez que la ,esl
puesta de evitación está sólidamente establecida al componente Si, se evita
la exposición- de 52 y 53. La conservación de la ansiedad ante los componentes s2 y 53 debería estar al máximo, ya que los efectos de la extinción provenientes de la exposición al componenre 51 difícilmenre llegarán g.rr"r""
lizarse al segmento restante no expuesro del intervalo EC-EI. Erto ,""deb"
,
que- l9s restantes estímulos deJ segmento son muy distintos a la parte expuesta del intervalo. De este modo, cuanto mayor es la reducción en la güeralización de la extinción desde la primera parte expuesta del intervalJ pc-¡t
hasta las secciones no expuestas, mayor es el grado de conservación de la
ansiedad a los componenres más próximos al comienzo del ¡t.
En principio, el presentar al EC en serie debería llevar al máximo el efecto
de conservaclón y retardar el proceso de extinción de la manera siguiente. La
exposición al componente 51 dará como resultado final una extinción sufi-
La terapta implosiva (inundación)
227
ciente para producir latencias de ra respuesra
de evitación más largas. En
algún punto se expondrá el componente 52.
cuando ocurra esro, el nivel de
activación del miedo cambiará d'" ,r., ,"1",iu.,,,".ri"-u";-o
.;".";;;;;
el componente s1, a un estado elevado, evocado
"ir"t,
por el componente
52. El
componente 52 conserva más temor, ya-que r"
ha co.rrerrr"do gr"" pr;'a"i
nivel original de miedo. y porque lo.
a.l .""i.ro.r"-i..rto originar
eran más potentes' debido a la mayor "f"cto,
proximidad d. .rt" estímulo durante
el condicionamienro al u..Despu¿_s de'b .,.p";r."ó"-a.i-."-ponente
52 se
deberían observar las señales conductual., d"
,.-o.. u"; vez expuesto, er
componenre s2 funciona como un estímulo de
condicionamienro a! ,"gr;a;
orden, fortaleciendo el nivel de miedo
Rescorra, 1980).
"l¡-q-p9rr.rr;il'6;,
Este efecto de recondicionamiento (sl-s2)
iebería d., )o-o resultado una
vueka a las respuesras de latencia .oita ar
;o-p";;";;¡i, ;"" a su vez evira
cu.alquier extinción posterior del compon.rrt"
s2. El efecto de recondiciona_
miento de sl, asociado con la e*posiciór, al s2, deberi".ontirru"r
ocurriendo
hasta que el nivel de miedo der'componente
52 t ry" ,,.rr.rao un efecto de
exrinción suficiente. La respuesta debería
bajo el control del
componenre s2. cuando s2 se exringa, se"rrr,
".rrorrces
expondr
á s3 y vuelve a darse el
proceso de recondicionamiento de S) y S1.
De
al añadir los
componenres en serie se lleva al máximo tanto
"r," Ádo,
la hipótesis
de ía .orrrerro".i*
de la ansiedad como. el proceso del reforzamiento
intermit*te secundario, lo
que debería producir el mantenimiento de urr"
El efecto
general es una distribución de las latencias
d" "rrir".lárr-.*rr.-".
r"
extinción, lo
"rrit".ü" ""
una especie de efecto de vaivén. L, hipát"ri,
ha recibido
317roduce
un fuerre apoyo empírico de ros estudios de
"irr".io,.
laboratorio que
emprean
les (p.ej., Levis, tl6e, Dzl;
"r,i_"_y
Boyd, tgzg;Leu;r] Sr"_pfl, tszz)
de los estudios con humanos !::i:,y
(Mailáy y Levis, lgsg). s"'pi".,r" que son ros
principios anreriores,los que .rtár, op..rnd"
l";,;r;; ñu-",.,o, y los que
son responsables de la demora e.r el áesaprendizaje
"n
d.l;;;" (para ejemplos
clínicos de este efecto ver Levis, tqgO, tggg;
StaÁpfl, tgZO; Stampfl y Levis,
7969a,
1975).
tu.t. Desaprendizaje del miedo
y de los síntomas
como puede deducirse del análisis precedente sobre
el mantenimiento de los
síntomas, los principios de la extinción
del -iedo;;;;rando
con cada
ocurrencia de los sínromas del paciente, pero
..- d.-o."rr'io. l" capacidad
del sistema de defensapara euit", .""tq,,i.i
exposición proiág"a" al ec; por
la capacidad de los estímuros recién
para recondicionar los estímu_
los previamenre extinguidos;.y po, ""p.r.rro,
l"'--plejidad del sistema de estímulos
v del sistema de defeni" .ondí.io'ados prerri"í.nr".
Ári, r.-r"griría, de for-
I
l
:
I
228
Donald J. Leztis y patricia A. Rourhe
ma lógica, que la extinción ranto de los estímulos
provocadores emocionales
como de la conducta resukanre morivada pr."
facilitarse exponiendo
"uiár-"*á, .r*-ulos, podría
.de alguna manera "l p"ci".rte ; ;;";", estímuros de
como sea posible. Esto daría como resultado la provocación
de una
:"-:r
fuerte respuesra emocional en ausencia de cualquier
estímulo aversivo prima_
rio (rt), lo que, a su vez, debería producir .r.,
de exrinción igual de
fuerte. En el laboratorio,. esra
se ha"f..to
llevado-"-."bo
evitando o
"strategia
bloqueando direcramenre Ia ocurrer,.ia"
q: lr ,;p;;;1;
eviración, permi_
tiendo que ocurriese la respuesra, pero eliminand'o ;i
;il
contingente de
la terminación del EC, o demor"rrdo la ocurrencia
de la respuesra hasta después de la exposición completa del rc. cada u.ra
il ;r;;":"posiciones for_
zadas del ¡c han sido mostradas en
labo."to.i";;;"i;.ilitar la extinción
del miedo y de la evitación (Baum, "l19lo; shipr ,v, igzl,ihipl"t, ü;.k-;
Levis, l97t). La misma estrategia ha sido
,;;p."ras
que em^a"$r^á^;;;
plean. I,a Tr para tratar los t"-o".", humanos,
É-pr"*do .rr,
de exposición. en vivo. y/o presentando er estímuio ,.'-iJ;;;
"rfoq.r"
!"
-.dio
técnica de extinción que utiliza la imaginación.
"lgr,,r,
IV.
LA TERApIA IMpLosrvA
_uNA RpvlsIóN
Puesto que el desaprendizaje emocional es una función
de la exposición re_
petida rJ..EC, se seg'iría que.los procedimie.,ro,
¿" lruorl,o.io establecidos
para facilitar esre efecto pueden ser eficaces en
el rraramiento de la psicopa_
tología humana. La exposición al Ec es un lazo .;;r1";;
une a todos los
procedimien_tos psicotérapéuticos. Lo que convierte
en única a la TI es el
supuesro teórico de que.la exposiciór,
rc_y la extinción emocional posre_
"ip.odí.i, ,rr"
rior constituyen la variable
pa.a
de ros sín_
.ríírir^
tomas. como se ha señalado
anteiior-"nt", de esta "li-i.ración
orientación ," ,"g.,iri,
que con cada ocurrencia de los sínromas de un
p".i";;;;;á teniendo lugar
algún tipo de.ds5¿ptendizaje,, debido t..*porl#" j"..i"f
al rc. Esto
"
nos llevaría a la predic.ción de que la remisión
i. los ,írrá-a, se observaría
aquellos casos.en que t" .,,it".io,r-ü';i'p*iente
es sóto
::T:]*:::e eltcaz
rn para reducir
parcralmente
la exposición del EC. Ilste parece ser el caso
13 d:ll:sión y."l]i3'1"_a"á
l_"nliár" (ver.Boys y Levis, 1e80; Hare y
:"
Levis, 1981; Levis, 1980b,. 19g7). Debería rambié";:r;,
tr-g". .o., el tiempo
un cambio en los estímulos que provocan el comienzo
de los síntomas v
reflejar el proceso de extinción ¿.t Ec. De igual
_r";r;
d";:;;'";ffirl
cambios en el patrón de respuestas der p..ié-rrr"
;;;;;;'r.r.gi"r".,
nuevos
conflictos y cuando los síntoLas existentes dejasen
J.
i"".i""ar
como
ele_
mentos que acabasen de forma eficaz.on el ¡é.
-;
terapia implosioa
(inundación)
229
Para obtener una reducción sustancial
de los sínromas, puede necesitarse
una exposición repetida, no sóro a los
eleme"ro, á"r ió'dir..r"-"rrte rela_
cionados con el comienzo de los síntomas,
sino también a ros elementos
reactivados por el procedimiento de
exposición y asociados con los sucesos
condicionantes traumáticos. Sin emba
ción o
de
condicionados que comprende el complejo
EC total iue instiga un determi_
nado sínroma sean.presentad^o, po,
,;;ñ;"";'ü;
presentación sea
absolutamente preciia. Los efectás d""i
l" .r,lirr.i¿";;;;;;rren en ra exposi_
ción a un determinado conjunto de elemenros,
a.u.ii* g"neralizarse a orros
elementos del pc que no ,á h"n
como una frñ.i¿r, de ra similitud
"*prr"rro,
del estímulo. Ért"_"s er proceso i"i".ro
,i q""
r"!., arr""re la adqui_
sición del miedo. Sin e.mbargo, es imponanre
que los efectos de la extinción
se obtengan .""
i.r. ,..rgrr,_ la mayor carga afectiva. Fi_
":.:.1]:,
nalmente, se seguiría
que "lJ-"rrto,
cuanto *"yor". ,J' 1", ,"rp,.r.rr", emocionales
complejo EC expuesro, mayor
.l g.Jo d;;;iil.i;lJo,o.ror,"l (ver Levis,al
"r
1980a;1985).
"ri-i;;.i;;
los,r;;;-;;::?, t"Iffif fi:%[-,,;?
#l,X
ii;.
t
fii
$
p
5
La técníca de la Tt.se.basa principalmenre
en un único principio, el de la
extinción experimenrar directa. l" ü.""
a.t ,.rrp"r,r'.Jnrir,. en extinguir
los complejos condicionados del EC
aversivo que proporcionan ra estimula_
ción para la ocurrencia y manreni-;;;"
de losll"á-í"'rr,o p,r.d. lograrse
representando, restabreciendo, o reproduci."d;;ilüiii.Jo..,r",
en ausencia
de dolor físico let),,'::
qu. provocan
::rt-r,f"ri.""";r-..r.
la sintomatología áer paciente
(StaÁpfr y.Levis, r967a).En aqueilos
-tc
que los parrones der
qrr. * está'rr-e,uitando implican estímulos casos en
exrernos
-.rto,
discreros, se ha enco¡r."do qu. t"en ;*. ;
muy efícaz (Levis y Boyd, rqss; L.rr;
"*pori.ión
"rtí-ulos es
y
.H"1"-, 1977; ói.f, exposición en
vivo al ¡c debería
.".i.;'"*io,
iu.r.ián". .o-o;;;'"ttirracián d"
J;.;,
relacio_
nados, inrernamenre codificad:r.
"rtímuros
l;;"rrt.;;;
;;.r";;;,
una
generaliza_
:i
ción suficiente de ros efectos de ra exr'inción
a partir de la exposición a ros
estímulos en vivo, puede ser suficienr.'p"r,
reducir t" .orrár.r" sintomática.
Sin embargo, .,r ,qtilo, ."rot
ür. e;" l" hirtorrr d. ."iai.i""amienro
es
"r,
grave o los estímuros que provocan
el comienzo d. ro, ,irr,o*", son
princi_
palmente internos, .l tÉrrpi.rrt" p""a.
i"t..drr.i,
pleando una técnica que utilice'1" i-rgir".iOrr. "rtor-"rii'-.rlo, temidos em_
El empleo de un procedimienro q;? use
ra. imaginación es especiarmente
necesario para Ia preientación de
aqueilos estímulJs i.t"-o, asociados
con
ta representación neurar d" ru..ror'
.on¿i.;onrao;;;;;;;;, específicos que
implican dolor y castigo. po.
-"J;o J.. ir.,rr.u..i."J, ;;;b;res para que rn_
tente imaginárselas' se-describei
;;;;;"0;;;.".poran varios
estímulos (visuales, auditivos, táctiles)
".i r.".*r"
que, hipotéticamente, se encuenrran
ligados a los sucesos condicion"J"r-"ai""r"r.
i" ,é;"ü';;; n procedimiento
230
Donald J. Levis y patricia A. Rourbe
operacional, en el sentido de que la confirmación de un área de estímulos
sospechosa se determina viendo si_ la presentación del material pro.ro."
.r.r,
fuerte respuesta emocional. según la teoría,los estímulo, q.r. prorrocan afectos negarivos en la imaginación lo hacen a c-ausa de un
previo y,
^pirnáiraj"
de esta manera, se pueden extinguir por medio de la repeiición.
Las i*ag"rrá,
funcionan únicamente como rci; lo mismo sucede con todos lo, p".rs"rii"rrtos o recuerdos.
La técnica utilizada es un enfoque de retroalimenración y, como señaló
Stampfl (1970), es análoga a la situición. en la que se le da a un experime.,tador la tarea de extinguir la conducta de evitación de una rata, pero no se
le dice a qué EC fue condicionada la rata (p."j., un rono de 4 r<nz). Aunque
hay un número infinito. de posibles rcs- que podrían haberse .-pí""do p'r.,
condicionar a la rata, el conocimiento de la literatura sobre la evitaciOn debería aumentar la probabilidad de encontrar el EC correcro. un experimentador cuidadoso empezaría introduciendo, de una manera sistemática, una
variedad de estímulof que se sabe que se utilizan con ratas, como l,r..r,
zumbidos y ronos. Si se manifiestan señales de la conducra áe erritación o
miedo cuando se introduce el estímulo prueba, se obtiene un cierto apoyo
para el precondicionamiento de este estímulo. cuanto más potente ,"a'1,
respuesta manifiesta, mayor es el apoyo. supongamos, por u.r proceso
de
eliminación, que el experimentador encue.rt." qrr"-.r., ,o.rá d" g rrrz provoca
una fuerte
emocional. Presentando ért. tono seleccionado, una y
-respuesta
otra uez, el experimentador llega a ser capaz de extinguir la respuesra emocional al tono..Hay que señalar que, a causa de la"generaliziciin de los
efectos de la extinción, no se necesiia una precisión abso"luta. La presentación
repetida de un tono de 8 KHz debería debilitar, de forma eficaz,las tendencias provocadoras de un tono de 4 l<tlz.
. La estrategia anterior es esencialmente la misma que emplea un terapeuta
de la TI. El terapeuta riene la ventaja adicional, ,l ...o.rrtruir los esrimulos
evitados, de tratar con un organismo que se comunica verbalmente. centrándose en las asociaciones,. informadas po. el paciente, con los estímulos
presentados.e incorporándolos a escenas imaginadas adicionales, ," p.odrr."
,rrp
cadena de asociaciones que no sólo añaáe nuevos estímulos d" t"-o,
,ro
expuestos' sino que refleja la descodificación de un recuerdo traumático
real.
Teniendo en cuenta esta revisión, vayamos a una presentación más detallada
de la técnica.
V. PROCEDIMIENTO
Una de las primeras tareas del terapeuta al administrar la técnica de la Tt
consiste en determinar qué estímulos aversivos están provocando la conducta
La terapia implosioa
(inundación)
nl
sintomática del paciente. La evaluación represenra un importanre ingrediente
para.emplear la técnica satisfactoriamente. Con el fin de facilitar esteábjetirro,
puede ser útil la siguiente discusión de las caregorías estimulares
vt.
Clasificación de las categoría.s de los estímulos de evitación
Aunque Levis (1980a) describió siete categorías de esrímulos para ser renidas
en cuenta en la investigación, la sugerencia de Stampfl (1970) de un sistema
de cuatro categorías es suficiente para propósitos clinicos. Se pueden considerar estos estímulos en términos de una progresión a lo largó de un continuo, que va desde estímulos físicos y muy concreros en un extremo, hasta
clases de esrímulos más hipotéticos y dinámicos en el orro. La primera categoría abarca lo que se denomina estímulos contingentes a los- síntomas, es
decir, aquellos estímulos ambientales que sirven inlcialmenr e para provocar
unos síntomas dererminados. Ejemplos de estímulos contingentes a los síntomas pueden incluir: la visión de picar hielo, la experiencia de subir en
ascensor, comer en público, rocar las llaves de un coche de alquiler, el olor
a humo, el sonido de un trueno, etc. Estos estímulos ,or, .rorrr"lmente, los
menos complejos y los más accesibles al paciente
/, por ranro, al terapeuta.
La segunda categoría de estímulos se compone dá esúmulos informables,
proztocados interiormente. Estos se refieren a lor p..rs"mientos, sátimientos
y sensaciones físicas que el paciente informa que experimenra cuando tiene
lugar la conducta problemática. Por ejemplo, un hombre informa a su terapeuta que, entre otros problemas, encuentra muy difícil, y a veces imposible,
entrar en la sala de
A pesar de su deseo de ver la ielevisión y pasa. el
_esrar.
tiempo_con su familia, es incapaz de entrar en la sala de esrar. Aquí, el ver
la sala de estar sirve como el estímulo contingenre a los síntomm qrr. conduce
a los síntomas, o sea, a la evitación de la sala de estar y, port"ri,"r-ente, al
incontrolable deseo de lavarse también las manos.
. cuando se le pide que describa sus pensamientos y sentimientos, el paciente explica que, como resultado de un accidente laboral relacionado,
el
"r, el
qu€ estuvo. expuesto a un compuesto radiactivo, está convencido de que
haber dejado la cartera y la chaquera en una silla de la sala de esrar, ha'dado
como resultado una contaminación radiactiva de toda la casa y, especialmente, de la sala de estar. Informa, además, que experimenta r"ntiÁierrios de gran
ansiedad cuando se encuentra dentro o .".c" de la sala de estar y que esta
ansiedad va acompañada por unos latidos galopantes, por
,eiida respi"tr" seca.
ración y un tragar saliva frecuente, por -"r"ot y po. ,rrr" boca
Teniendo en cuenta estas informaciones, el teiapeuta procede a formar
hipótesis sobre la siguiente categoría de estímulos, es decir , estímulos no
inforrnables que bipotéticamente están relacionados con estímulos de carácter
232
Donald J. Leztis
y patricia A.
Rou,<¿
interno. Dado que los síntomas físicos de los que informa el paciente son
parecidos a aquellos que acompañan a los ataques de pánico, el rerapeura
podría considerar la posibilidad de que el paciente experimentase tambiér
sentimientos de pérdida de conrrol y el posible temor a volverse loco. Otro'
estímulos no informados podrían incluir el temor a la muerre y a la condenación eterna, la experiencia de la ira, de la tensión muscular, de las palma,
sudorosas y sensaciones de ahogo.
Finalmente, el terapeuta, basándose en la información obtenida a pani:
de una entrevista detallada, intentará generar una cuarta categoría de estí.n"los, que Stampfl denominó estímwlos dinámicos bipotetizados. En.esre caso.
el material de entrevista sobre la infancia del paciente
divorcio de su.
-el estrecha con su
padres cuando era un niño y una relación excesivamente
madre
a la información sobre la naturaleza problemática de su ma-unido
trimonio
sugirió, entre otras cosas, un complejo de Edipo no resuelto. Además de los elementos referentes al complejo de Edipo, pueden surgir otros
elementos dinámicos sobre la etapa oral, la etapa anal, los impulsos d.
-u..te, la castración y toda una variedad de estímulos del proceso primario. Esta,
clases de elementos se convierten en sus equivalentes estimuláres. Se ha encontrado que los elementos estimulares son especialmente útiles en el trat¿miento de pacientes con trastornos más graves.
La progresión, que va desde la categoría de los estímulos contingentes :
los síntomas hasta la de los estímulos dinámicos hipotetizados, es L"rtrn,,
consistente con una progresión a lo largo del continuo en serie del Ec. Lc¡
estímulos de la primera categoría son los que caen más lejos del pt hipoter:zado, mientras que aquellos que se encuentran en la última categoría cae:relativamente más cerca a lo largo de la cadena. Sin embargo, esto no es. i.
ningún modo, una relación lineal. Como se señaló anteriormente, los ser<,
humanos poseen historias de aprendiza¡'e muy complejas. Ningún rerapeu::
puede esperar encontrar una clara cadena de condicionamiento, en la que lo,
estímulos pertenezcan a una única categoría de estímulos. Por el contraric,.
es mucho más probable que los estímulos pertenezcan a dos o más categoría.
simultáneamente. A pesar de esta complejidad, las caregorías de estíául,ro
propuestas son útiles para ayudar al terapeuta a desarrollar una conceptual:zación del caso.
.Un importante factor a considerar, al desarrollar los estímulos hipotetizados, es la atención dada a los rasgos críticos del proceso de condicionamiento. Puesto que los acontecimientos condicionados originalmente neces:tan de la presencia de un EI, se plantea la suposición de que los esrímulrr.
asociados con el dolor y el daño de los tejidos (castigo físico, cortarse, caerse), se han codificado en el cerebro como un recuerdo y funcionan corr:,activadores del gc. Por consiguiente, se supone que los estímulos asociada.
inmediatamente a las lesiones corporales (p..j., la visión de la sangre), so:,
La terapia implosioa
(inund.ación)
nj
elementos integrales der^complejo estimular
aversivo, aunque no sean infor_
mados por el paciente. stamq¡t (1970)
p-,r,rlJ'"r,r"rior y propor"nfxi,ó.
cionó una serie de ejempros llrrrtratiuor.
"r
considéráse
un paciente que tiene
miedo de caerse de los rrg".", elevados. Lógicament"
," ,.gui.ía que el paciente tiene miedo tambiéi de las .o.r.".u..,".ias
corporares del impacto que
sigue a ta caída. At reconstruir er mied",
;; ;;;;;; í; i; secuencia de caer,
pefteneciente a los estímuros aversivos, s" ,eraÉio.ra
J"; i; r.ui", ii1.;rí;l
los asociados con el esrar en un lugar elevado _
;r_"1;;
contingentes a los
síntomas); 52 (estímulos asociados"con el
(estímulos asociados.con el impacto, como
puede ser un cuerpo destrozado
estímulos hipotetizados reracionados) y, si
el p".i.rri. tiene miedo a ló
-que venga después de la
muerte, s4 (sufrír á" .l i"rilr".']
dinámi_
cos).
"rtí-rrros
,.Y"" y"? que está,en marcha er proceso de terapia, la confirmación de la
validez de los estímuros introducidár ,.
a"r"r.irril;;;*do
de la reacti_
vidad emocional del paciente a las escenas.
Frecuent",'.rrr. el proceso tera_
péutico liberará los reiuerdos reales del suceso
traumático condicionado, dando como resultado ra incorporación, po. p".,"
der terapeura, de estos estímulos informables v reduciendo L n"i"rid'r;;.;
;;;;. continuo de es_
tímulos hipotetizados. Dados los fundamentos
teóricos ánteriores y el marco
j:t_l:::":o de categorizacíón de.l;;
,p",,"aos posre_
3::':: proporcronarán
rrores
un.esquema de cómo ileva, ribo la técnica
de laTt.
stampfl empleó iniciarmenre un procedimiento
^
lyn,qy.
en
vivo,
la
comole_
jidad de.los.ECs q.r" t" evitan
dio como resurtado a"rrr.oil;;: ff;:ii;;
que utiliza la imaginación, té.cnica. que consrituirá "r
el centro principar de nues_
tra discusión. una descripción der procedi;;;;;;;;;j;;"0,1.a."
enconrrarse
en Barlow (1988), chamtress y Gtrdstein
(r980), Foa ytiil-rnn, (l9go) y
Boudewyns y Shipley
;,ñ;ñ;ii,
(1983).
v.z. Recogida de información
La recogida de informa.:l .t una parre integral.
de cualquier estraregia de
tratamiento conductual. sólo a trarrés de una
iuidadosa y'sistemática entre_
vista en profundidad, puede obtener
.lí;¿;;;f;;;á"r,rfi.i".,t. parala
"l relevantes.
clasificación de los est?mulos de e,uitació.,
A menudo es útil empezar a preguntar pidiendo al
paciente que describa
las preocupaciones qre l" han ile,,ad?;
b;í;l;;;í
dT rerapeura, cómo
entiende la naturalei" d," 1," psicoterapia
qu¿ le gustaría lograr con ra reray
pia. Durante esra fase de la entrevist'^,
vedad del problema (el grado .n ur q.r""í.r"r^p"ili;;;;;""rr..igr", ra gra_
i.rt.rfi.r" .o.r-t" ."p"cidad del pa_
ciente para afronta. Ias ,esponsabilidádes
diarias, .i;il.;;
y las crases de
234
Donald J. Leois y Patricia A. Rourhe
situaciones en las que ocurren los síntomas), la duración del problema y las
razones por las que el paciente buscó terapia en esta ocasión. Además, el
terapeuta debería intentar evaluar la ocurrencia de los acontecimientos signi-
ficativos de la vida en el momento en que aparecieron por primera vez los
síntomas, así como la existencia de otros problemas o preocupaciones.
Es esencial obtener una completa historia médica del paciente, especialmente en aquellos casos en los que un trastorno físico podría explicar el
cuadro de síntomas. El terapeuta puede incluso pedir al paciente que se someta a un examen físico completo y que traiga una copia del informe en la
siguiente sesión. Se tiene que tomar nota cuidadosa de cualquier medicación
que está tomando actualmente el paciente, así como de cualquier condición
médica o psiquiátrica que apaÍezc^ en la historia de la familia del paciente.
Areas adicionales que debería evaluar el terapeuta incluyen el estado de
ánimo actual; la satisfacción con las relaciones actuales, tanto con la familia
como con los amigos; el funcionamiento sexual actual; la presencia de ideas
de suicidio, alucinaciones o delirios; una completa historia familiar, incluyendo el desarrollo intelectual, social y sexual del paciente así como su educación
religiosa y el estatus socioeconómico de los padres. Dada la preponderancia
de los abusos físicos y sexuales en la infancia, se debería también evaluar, de
modo habitual, la ocurrencia de ambos tipos de abuso infantil. A través del
proceso de entrevista, el terapeuta debería estar desarrollando continuamente
hipótesis sobre las clases de estímulos contenidos en cada una de las cuatro
categorías anteriores.
v:. Plan de tratamiento
Antes de empezar con el tratamiento formal, el terapeuta debería integrar las
hipótesis que se han desarrollado a lo largo del curso de las sesiones iniciales
de evaluación. Después de la terminación de ese proceso organizativo, el
terapeuta debería ser capaz de contestar a las siguientes preguntas. ¿Cuál(es)
es/son elllos problema(s) presente(s) (tanto los que ha identificado el paciente
como los que ha descubierto el terapeuta durante el curso de las primeras
sesiones de evaluación)? ¿He descartado todas las condiciones médicas que
podrían explicar este cuadro de síntomas? ¿Qué impacto tiene el complejo
de síntomas en el funcionamiento actual? ¿En qué situaciones ocurren normalmente los síntomas? ¿Cuáles son las fuerzas instigadoras (emociones, historia pasada de aprendizaje) que provocan estos síntomas y cuál es la responsable de su mantenimiento, a pesar del malestar subjetivo experimentado
por el paciente? ¿Cuáles son las raíces históricas que se encuentran detrás del
desarrollo del complejo de síntomas (por qué estos síntomas y no otro conjunto de ellos que podrían servir para el mismo propósito)?
L
a
te
r apia
. V.r
implo sit: a ( in und.ación )
235
vez que el terapeuta ha contestado a estas preguntas
a su satisfacción
(y tiene que
recordars.e que ésas son sólo
hipóteri: p;"ii-,;ares que el
tera_
peuta tiene que esrar dispuesto a comproba, y ,.,rirJ,
, to i"rgo del curso de
la terapia, conforme se dispone de nue.,ra infolmacióni,;;;;"
llevarse a cabo
entrevisras más exrensas conforme progresa l^ trr^píí,'ron.t
ri'
d" obtener
información adicional y/o se pueden dJsarrollar .ré"n",
á. p..r"b" prr" pr.porcionar una comprobación lniciar de estas.hipótesis. i"r-.'r..rr",
á. pri"b"
se componen de estímulos principalmente hipátetizados
que el ,.r"p.'*,
tiene muy claros o de estímulos ionting"rrr", lo, ,íntorrirr,
"o
do.rd" se necesitan más estímulos informables p"." .J.rrr*ir" una escena.
Se uriliza rerroa_
limentación de estas escenas, que son normalment. d"
.ort" dr...iorr, p"r,
desarrollar escenas más complétas.
v.+.
La preparación de la primera
una vez que
li
sesión
se han completado ras sesiones iniciares
de evaruación y anres
sesión formar..de terapia,
,"."p"ri" a.u.ri" senrarse con el
.l
1: lrt-.ra
paclente
para repasar,los hallazgos de las p.uetas y
el material de la
vrsta' para presentar.la conceptualización á"1
"r,rr"_
terape.rta sobre t", p.oui"-r,
del paciente y pa:a discutir l"r.srrg"r".rcias de
,r"á-i."r". si, d"rp,rés de la
consideración del marerial de las sesiones iniciares
j",
de er.alrra.ioí
ii"
actitudes del paciente. hacia el. proceso terapéutico,
el terapeuta ha decidido
que la TI es el traramienro a erégir,
i.b*i.;;Jirr.
l. conceprua_
".r,o.r..',
lización de los. problemas d"l pá.í"r,te
dentro d.l ;;;;e
la teoría de los
dos factores, de modo qr" páporcione una suave
transición hacia la descripción del proceso t.r"pérriico.
Cuando se describe
pro."ro de la TI a un paciente, lo mejor, general_
mente' es señalar que la"l técnica está de
con la'.lrr" d" ;J;;;il;,
"..r.rdo
que los individuos implean de forma natural
en sus 1"i""*, de afrontar los
acontecimienros perrurbadores. varias analogías
han mosrrado
muy-útiles para com'nrcar.ros,princ.ipios
"r;";í-i;;se
qr.
,.,uy".en
a ra TI.
"sá.i"I",p"'.;".ri"
una de estas analogías imprica el preguntar
qrre es ro que se
recomienda generalmente a una persona que
"t de caer
se acaba
del caballo. Los
paclentes son capaces, normalmente, de contestar
correctame"ra aiai""ao q,ra
el jinete debería volver a monrar el caballo
i"-.a;"r*-;;.;
partir de aquí,
el terapeuta puede extenderse sobre la importancia-a"-"fr"","r
los propios
miedos I, por consiguiente, vencerlor,
.,r", a" J.;".
q".."lo,
,._ores
con_
"r,
trolen a.la persona-y le-impidan h"."..or",
que le gustaría o necesitaría
hacer. El terapeuta puede sÉgui,
q,rá t" i&]J que se propone
""pti.".rao
emplear,ayudará..a| paciente ,"rf.ont",
s,rs mieios de esa
-ir-, manera, por
medio de la utilización de presentaciones en vivo
y/o .r, l" i-rginación.
236
Donald J. Leais y patricia A. Rourke
Puede entonces plantear.se. el.ejemplo de la persona que proyecra las películas
en un cine, para describir la técnica que emplea la i-aginación. En esta
analogía, el terapeuta compara el procesó de exiinción, i.rhlrerrte a la TI,
con
la m.anera en que la persona qné proye.ra las pelíc.ri", .n un cine llega a
percibir una película de miedo. La-primera vez que esra persona ve la
ielícula, lo mismo que el que va al cine, puede rrrr^rr"rr. y sufrir ansiedaá en
a las imágenes inocuas de la pantalla; pero deipués de haber visto
:espuesta
la película cienros de veces, dicha película ya no i, ,^p^t á. prouo."r aquellas
emociones. La respuesta emocional de la persona qn" proy..ta las peiículas
a las imágenes de la pantalla se ha exting.rido.
. D9 igual- manera' muchos de los t"-or", y preocupaciones que impulsan
a los individuos a buscar psicoterapia giran alrüedor áe situacion., qrr",
po.
sí mismas, no plantean una amenaza ala persona; más bien
"rto,
"rtí-.rlo,
o situaciones provocadores de ansiedad están asociados, en la
cabeza d,e la
p€rsona, con situaciones o acontecimientos que sí plantearían amenazas. En
el caso descrito anteriormente, no era la saia de estar del paciente lo que
p.lantearía una amenaza a su seguridad, sino la exposición a un isótopo radiactivo, con.el que asociaba lá sala de estar. El exponer p".i""ti,
fo,
medio de la imaginación, a esros estímulos no peligrosos "l
en ausencia del
resultado temido, permite que se extinga el miedt a-esros estímulos condicionados y libera al individuo para que-lleve una vida menos limitada.
Incluso sin entrar en los fundamentos teóricos de la técnica, la explicación
del enfoque de la Tt es de sentido común, una explicación que es fácilmente
c.aptada po.r la mayoría de los pacientes. Al instruir al paciénte en el
procedimiento de.la imaginación,. se le pide que cierre lo, ojos y represenre un
papel en varias escenas gge. le preséntará el terapeuta.IJ'na rr., q.r. empieza
la escena, se alienta decididamente al paciente p"r" qrr. se *de¡'e lleu".j
;o;
el papel que está representando y que .virrao la
con emociorr., y,
sentimientos sinceros. Se instruye af paciente para"r."rra
que funcione .orno ,r.,
actor o.una actrizI para que se represente a sí-mismo. Se le dice que no
es
necesaria la creencia o aceptación, en un. sentido cognitivo, de los ,i-",
qu.
introduzca. el terapeuta y no se debería hacer ningú"n irrt.rrt,, por asegurarse
que el paciente reconozca o admita los estímulor"o hipó,.ris
i.r" ."r'i-".r,.
se le aplican. Este factor parece ser una variable clave'para permitir,
en un
período corto de riempo, la reaparición de estímulos q.r. ,on análogos a las
interpre.taciones uprofundas, de las terapias orientadas dinám[amente
(Stampfl y Levis, 1967a).
La terapia irnplosio a (inund.ación)
El entrenamiento de irnágenes
<<neutra.les))
lJnavez que el paciente ha manifestado que entiende y acepti- las sugerencias
de tratamiento, es útil proporcionarle una oportunidad para que utilice la
técnica con alguna imagen oneutralo. Se recomienda que el terapeuta genere,
por lo menos, dos escenas para que se las imagine el paciente. La primera
puede implicar algún tipo de actividad diaria, que puede ir desde andar por
casa hasta comer un helado. El terapeuta debería alentar al paciente Para que
se centre en los elementos visuales, auditivos, gustativos y olfativos que.le
rodean, así como en cualquier sensación física que pueda experimentar.
Se debería generar una segunda escena que contuviese alguna fantasía, con
el fin de proporcionar al paciente práctica en imaginarse escenas que no son
reales. (Estas escenas se emplean más frecuentemente cuando se intenta proporcionar una exposición a estímulos dinámicos hipotetizados, que es improbable que se encuentren representados adecuadamente por acontecimientos
de la vida real). Una escena que se emplea habitualmente para este propósito
consiste en que el paciente se imagine que se encuentra de pie en un camPo
muy extenso que está cubierto de césped, de árboles y de flores de todo tipo.
Es primavera y se pueden oír sonidos a lo lejos como el trinar de los pájaros,
el susurrar de las hojas y el murmullo de un riachuelo. Se puede oler el
perfume de las flores, de la hierba y de los árboles, y se puede sentir la caricia
del sol mientras el viento sopla suavemente en el rostro. Después de permanecer en el campo durante un rato y de centrarse en las sensaciones que se
podrían experimentar, se instruye al paciente para que empiece a andar y
luego a correr por el campo. Conforme está prestando atención a las sensaciones físicas que experimenta mientras corre, se da cuenta, de pronto, de
que sus pies han dejado de tocar el suelo y
que ya no está corriendo
-de
de que está realmente volando sobre el campo, remontándose cada vez más
alto conforme va volando. Se alienta al paciente para que describa esta sensación de volar, la sensación de ingravided y suavidad. Después de un rato,
el terapeuta lleva al paciente de nuevo a la tierra, donde sigue corriendo,
luego andando y finalmente se queda quieto.
El lector se habrá dado cuenta de la presencia de comillas alrededor de la
palabra neutral. Estas comillas son para recordar al terapeuta que hay una
amplia variedad de estímulos que pueden resultar provocadores de emociones
para pacientes determinados y esos estímulos pueden ser seleccionados inadvertidamente durante las escenas de práctica. Por ejemplo, en un caso, cuando
se pidió a una paciente que imaginara la escena de volar que se ha descrito
anteriormente, se dio cuenta de que cuando se encontraba en el campo una
profunda sensación de tristeza fluía dentro de ella. En esos casos, el terapeuta
debería sacar provecho de la oportunidad que se le presenta y explorar el
238
Donakl J. Leais y patricia A. Rourhe
significado del(os) estimulo(s). En el caso que nos ocupa, la paciente explicó
q": :l ver que el campo estaba ran vivo, la hizo ,".rtirr"
-rr"rr" inreriormenre
y aleiada de é1. Escenas posteriores se dedicaron a explorar
el significado Je
estos estímulos para el paciente.
Y.6.
I
I
Presentación de las escenas
Al presentar una escena determinad a, la tarea del terapeuta consiste en exponer al paciente a ranros estímulos temidos como sea posible, con el fin de
Provoc,ar una fuerte resPuesta de ansiedad. La present".ió., repetida de estos
estímulos conducirá a un efecto de extinción. Ett general, .rr"rr,o más implicado y dramático sea el terapeuta al describir las- escenas, más real ,"ri l,
presentación para el paciente y más fácil le será a éste participar. En cada
fase del proceso, el terapeuta intenta alcanzar un nivel
-e"i-o de provocación de ansiedad. Después de alcanzar un elevado nivel de ansiedad, se mantiene al paciente en esre nivel, hasta que aparezca claramente alguna señal de
reducción espontánea en el valor prorro.ádor de ansiedad de Tos estímulos
(extinción)- Se repite esre proceso hasra que se obtiene una mayor disminución del miedo. En este punto, se introdulen nuevas variaciones para aumentar el nivel de la resp.uesta de ansiedad y para extinguir más del iomplejo Ec
evitado. Fste procedimiento se repite hasta que ,"*obti..r. una disminución
significativa de la ansiedad a la escena .o-pl.t". En este punto, se le da al
paciente la oportunidad de represenrar él mismo la escena. Se le alienta especialmente para.que verbalice su propia conducta de representación del papel. Después de la presentació.t de caáa escena, se presra especial atenciól a
los posib-les pensamientos. o imágenes intrusos
po, el paciente
durante la presentación de la escena. Éstos se""p"ri*".rt"dó,
registran p"r, ,rn poribl. .rro
en posteriores escenas_ o en la siguiente repetición. En ningún Áo-..rto,
lo largo del procedimiento, se le dice al paciente q.r. ,.rpril-a los sínromas"
que pueda rener. La premisa básica
qrr", un^ i"t q,r" l" ansiedad a los
estímulos que provocan los sínromas "r
se ha extinguido, ia conducra desadaptada automáticamente disminuirá y finalmente deiaparecerá (stampfl y Levis,
1967a).
y.z.
La determinación objetizta de las airtudes de
hipotetizados
los estímulos
Como se señaló anteriormente, es la observación de la conducta del paciente
cuando se expon.e a los estímulos, lo que permite al terapeuta d"t"r*i.r;;;¿
-Dentro
estímulos son, de hecho, los relevanies.
de
contexto, hry t.",
"ri"
La terapia implosiva
(inundación)
Zg
fuentes potenciales de información que el terapeuta
puede uttlizar con el fin
de hacer esa determinación. La primera fu".rtá ,. ;j;;;;r
autoinforme del
paciente sobre sus respuesras^ físicas y emocionales
a las imágenes que está
representando mentalmente. A lo
del curso de una
.r ,*rp*i"
-largo
debería obrener, a intervalos ,eg,rla.ó,
rerroalimentación "r..rr-",
,r"rb"í d.l p;á;;;;
sobre la naturaleza de sus ,."áion..-a la escena. Oi.ft"
retroalimentación
permite al terapeuta mantenerse en comunicación continua
con la reacción
del paciente, así como modificar la escena, con el fin de que
sea más consistente con la particular historia de condicionamiento del
p'acierrte.
retroalimentación verbal q.r" propo.cione el paciente,.
::n,cualquier
^, _{:l_r^.
el
terapeuta
debería también presrar una gran atenció., a cualquier
;.r;";;;;
conductual. que sea evidente. Er", ,"rp.r"-rtas pueden incluir
álg.rrr" o'a¿",
de las siguientes: conducta motora, incluyendt t""rio., o-.spasmos
muscu_
lares, movimienros manifiestos como el
los puños o l. -""¿iu.rt", ,r-,
"p."t",
cambio de la-postura como el curvarse en
posición^fetal; cambios visibles en
la respuesta fisiológica, incluyendo ,r.,
de la tasa d" ,.rpir".io.r, ,r'
"rrri".rto
cambio en el color de la pier (sonrojarse
o ponerse blanco), sudar, la boca
seca, etc.
En aquellos casos en los que existe ,rrr. iir.r.pancia entre
los datos por
autoinforme del pacient" y r.ri respuesras conductual.,
obr"rrr"bles, se deberíahacer un esfuerzo Para reconcilLr estas dos fuentes
d"info.-"ción. Cuando un paciente informa que no experimenta respuestas físicas
o emocionales
a una escena, a pesar. de la presencia de evidenclas
conductual.,
;;;
sugerirían lo contrario, el terapeuta debería centrarse
,"rrribili"iribl."
r^.,
ciente a las clases de sensaciones físicas que acomp
"r,
añan a la respuesta^l[^emo_
cional. No es raro que los individuos haya., .p..rrdido
a ignorar dichas res_
puestas corporales,.como un medio de defenderse
conrra ñ, e-o.io.res dororosas o no deseadas.
Por otra parte, cuando se dan las condiciones opuestas
.
y el paciente mantiene.que experimenra activación fisiológicr,
ná'h^y^ indicaciones
manifiestas de esa activación, se puede itilir^,"r.ri.r.,"r."., fuenre de infor_
mación potencial, las medidas psicofisiológicas.,""1
.o-o, r" ;.;;;;;,
terapéutica. El registro continuó de la tasa"c
yto"y"a"
á"-u
.i!._
^rdí^r^
trodermal en la forma. de respuestas de .ondrr.,"rr.l"'a"
r" pi.r ".tirrid"d
y del nivel de
conducrancia de la piel, puede proporcion". ,r i.."p".rlrt
,rr, índice de la
activación fisiológica,. que de o,."
no
esraría
dlponible.
-"n.ra
Las medidas
psicofisiológicas pueden ser útiles también en aquellas
,l,rr".iorr.,
el terapeuta tiene dificultades para provocar una respuesta
". il,enq;el
emocional
paciente. En esas situaciones, pnede., emplearse
p".'"-;;;p"rcionar alguna
indicación sobre si sería prove.üoro s"g.ri. .rr, .o"i;;;;
i"rri.rr". de estímu_
los o si debería abandonars",
temporalmente,
en favor de otro
-"rr"os
enfoque. Gran parte del poder "l
de esta técnica proviene á.-i" .o.r,irrua con_
240
Donald J. Leais
y patricia A. Rourke
flanza del terapeura en la rerroalimentación conducrual del paciente, con el
fin de determinar la nantraleza de la historia de condiciorr"-i"nto del individuo.
v.s. Cwestiones relacionadas con el espaciamiento de las escenas
y las sesiones
Hay un cierto grado de flexibilidad inherente al enfoque de la Tr así como
un cierto grado de flexibilidad requerido del terapeura que lo practica. Con
resPecto al tema de la duración de la escena, es posible utilizar bien una única
escena de larga duración (entre 30 y 50 minutos) o una serie de escenas
cortas. La literatura sobre los resulrados de la terapia conriene alguna sugerencia respecto a que las escenas de larga duración pueden ser algo más
eficaces que las escenas corras (Levis y Hare, 1977). cuando sea posible, ,e
recomienda que se utilicen escenas largas, aunque, en algunos casos, las características del paciente, así como limitaciones prácticas, pueden hacer del
empleo de escenas cortas una alternativa más deseable.
Independientemente de que se usen escenas largas o cortas, es esencial
que una escena se mantenga hasta el momento en que la respuesta emocional
del paciente empiece a disminuir. No se debe terminat .t.r.r." con una escena
mientras el paciente está experimentando todavía una fuerte emoción, o antes
de que el contenido temático de la escena se haya resuelto.
ejemplo de esto último es el caso de una paciente deprimida que
informaba a su terapeura que su marido había vuelto a .""t en la adicción a
la cocaína, algo que había dejado voluntariamenre antes de su marrimonio.
Su renovado interés por la cocaína había terminado con sus ahorros y le había
llevado_ (a él) a tabajar una Bran cantidad de horas exrras, de Áodo que
apenas le veía. El día anrerior la había llamado por la noche y lahabíapedido
que cogiese el coche y le llevase dinero para recuperar el anillo de mairimonio, que había entregado a un traficante de drogas en pago por más cocaína.
A pesar de lo infeliz que era en su marrimonio y de la ir"-q,r. sentía hacia
su marido, la paciente afirmaba que no podía expresar sus sántimienros por
temor a que su marido se marara si lo hacía.
En.realidad, la probabilidad de que su marido se marase si expresaba sus
sentimientos era muy baja, mientras que la probabilidad de q.t" s, matrimonio continuase deteiiorándose si .ro afront"b" l" adicción de su marido era
muy alta. Teniendo en cuenta esta evaluación de la situación, el terapeuta
hizo.que la paciente se imaginase que se enfrenraba a su marido y le decía
qu9 lo abandonaría si no buscaba tratamienro para su adicción a las drogas.
Se la instruyó, ademást para" que imaginara que volvía a casa más tarde*ese
día y que encontraba a su marido en el suelo, muerto por una sobredosis.
fil
La terapia implosizta (inundación )
241
cercade su cuerpo.había una nora que explicaba que ella lo significaba
todo
para.él y que sin ella no podía r.g'.ri. viviendo. sála-errte h".?;¡"1;;;;;;
hubiese.amado. y hubiera creído
-á, .., ér, para q;";;úi.re enconrrado la
f":r.|?.de seguir viviendo. Se enfatizabm .rtorr."i lo, ,"rrr¡mientos de
culpabilidad y de maldad del paciente, hasta que se extinguían suficientemente
como para que tuviera en cuenra ot."r op.iones diferJnres de la
de simpie_
mente ser paciente y esperar a que su mirido buscase ayuda por
sí -ir.io.
En este caso particular, era necesario que la escena ,. ,"piar".rtase
hasta
zu completa rerminación. El haber finalizado la escena dÉspués d.
h;b;;
descubierto el cuerpo de su marido, habría únicamente reforzado
la creencia
de la paciente de que su expresión de ira y de asertiviJJ
,".r" seguida por
un.castigo
.catastrófico. Esto habría ido contra el objetivo a.t ,".if".rir'J.
extinguir
nivel. poco razonable de ansiedad y de culpa, que esraba
blo.el
queando la.capacidad del pacienre para
eficazrn'ente^sus problemas
^from^í
matrimoniales.
, Ayrq": la ap.licación de la técnica de la TI puede dar como resurtado
elevados niveles de activación emocional en el
pr.i.rrr", ," f.r.a" ,"n"i".
q*,
regla general, unos diez minutos derpuS, de abri, lis
ojos al firrai de
:omo.
la sesión es tiempo suficiente para disminuii el estado
d"l p;i;";;
a un nivel razonable..En aquellos casos en los que el"*o.iorrál
paciente
dificultades para reorientarse al momento presente, a menudo ""ú¡";;;;
es útil hacer
que el individuo respire profunda.y lentamenre rres veces y
que eche el aire
por la boca. Esto tiene el efeco dL cent.ar la atención J"i
pr.i.rrt"
concrero y no emocional,
"r, "lgo
aJ mismo tiempo, ántribuye
que,
;;;
--i:llr1,
disminución en la activación
fisiológica, al reducir ,r, ,á.'.".d íar^ y; " ,.;;:
piración. En casos raros en los q.ie er paciente p".-.rr.r.,
muy agitado
después de que haya pasado u.r tiempo razonabl",
,. ,"p¡. Ia escena hasta
que se obtenga una mayor extinción.
Dada la importancia de provocar una respuesta emocional
así como de
contlnuar una escena.hasta que la intensidad de esa respuesra
emocional haya
empezado a disminuir, el rerapeura de.ra Tr tiene
q"á;;;;, pr"p"r"do pí.
ser flexible con la duración de la sesión. cuando 'r""
poriui", ir ,*"pi"i,
debería ..'a',r de distribuir su horario de citas J.
hubiera cierto
espacio de tiempo enrre ésras, por si se da el caso-;;;;e
de qul .rrr" sesión dure
más tiempo del previsto
y.s. Tareas p4r4
CASA
Yr" d: los componentes clave de un enfoque- que emplea ra exposición al
EC, es la necesidad de.repeticione.s. se.puede
r".ilir- il^i*"pr" enrrenando
al paciente en la récnica y mandándole rareas para casa
después de cada
242
DonaLl J. Leois y patricia A. Rourke
sesión. Inicialmente, esas tareas conlrevan,
generalmente, que el paciente prac_
tique escenas que se representaron en -sesión_
la
pr"ri". T. ,".o-ienda que
Pasen.entre 20 y 30 minutos cada día practicarrdo
la
tareas para
casa srrven' no sólo
";.;. Las
Para. propo.ciona.
de
extinción y
_pruebas "di.i;;;l.,
así el prog."ro d. lr'r"."pir,-rino
qrr", además, anima también ál
l::1:.i.
Pacrente para que ponga er proceso terapéutico bri"
,; ;;opio contror. Se re
debería alentar constantemente por
intentar realizar sus ta
para que no se desanimase, y, qri"
ir*".i"-po aprender ,
esta técnica. Los pacienres que li.ga.,
d";;;ll^"plr*.i0""::::ff11,rt#rl
de ra Tr pueden
contribuir mucho a su desar.olrJ p".ronrr
"
y,t
r;';;;;;;r.
en ra terapia.
conforme aumenra su habiridaa, ,o'n-.rp"ces
de a.rJr.ofir.'su propias esce_
al terapeuta una mayor comprensión
de sus conflictos y
ff:"1,fff¡lr:rcionar
VI.
VARIACIONES
vt.t. Estímulos reactiaados de la memoria
stampfl reconoció, desde el desarroilo
iniciar del procedimiento de ra TI (ver
stampfl y Levis, r9.67.a), que la r¿."r."
era capazde provocar recuerdos
de
los que no se podía iiio.-".
"";;;i;;
Esros recue,d.;
i;rl?1,X1*",',ffii[.i:.lil::
".,,it"t"durante
"r
nudo,
o después. d" l" pr"r..ri".iO., d. ;"; ;;;""".
ff énfasis de la
técnica en los estímulos der cont'exto
.ir.,rrr¿"rrr"6"t:, i;iesc.ipción de un
dormitorio) y .t las sensacio""r
-Jr,iii"r, ir,.lry"iio'"rii-uro, táctiles, olo_
rosos' gustarivos v visuares.
r",
que contribuyen
a mejorar la ,eactluación de '..p..r"nrán
r"'-.-o-i;". Los"r.iíur"r-;rtri;;;
principios empleados son simi_
lares a aquellos utilizados p.; i;;
ñ.orogo, experimentarés pa.a demostrar
la recuperación de la memo.ia
autor de este capíttilo ganaba "., ".ri-"r"ri$.dl;;bj. ó."r".-e el primer
-ar of..;"r,.L .o' i" ;¿;;;, la información
ocasional de asociaciones extrañ.¡
r'lo.o.craras, que eran ignoradas a me_
nudo por el rerapeuta, se convirrió'en
un.ingr"dí";;";ii.o p"r, faci,tar ra
recuperación de recuerdos traumáticos.
Fr
ü.;; ;;; J j".i""r" se cenrrase
únicamente en estos estímulos .orrd.r.i"
h".i" otr&";r;;Jñ, que, a su vez,
recuerdo con una elevada
p;;;;;.
i[:::t"'""llil,l,""
;"If
;;;ili;;a
ilevis,
1e88;
conforme surgían cada vez más recuerdos
traumáticos, se puso en claro
que había un gran número d.
en la gran mavoría de ros ."r"r"tp".i..r.i"rdolo.or"r;;,;"r,"b"r,
;;;;á;;. tJna vez que se descubría laevitando,
historia
de condicionámiento, se clarificab".,
,rá,"bt.-.rrté lo,
lazos entre la sinto_
La terapia implosioa (inundación)
243
matología pasada y presente. También era sorprendente el observar cómo los
procesos de descodificación de los pacientes parecían seguir una ley. Los
recuerdos normalmente no se recuperaban intactos y, como se ha señalado
anteriormente, inicialmente aparecían desunidos y sin conexión con el contenido de la escena que se presentaba. Al introducir estos estímulos fragmenados, se encontraba que tenían lugar más asociaciones poco usuales. Ál r"petir este proceso, se unían finalmente. Se obtuvo un elevado nivel de resPuesta emocional cuando se recuperaban los componentes críticos del recuerdo. Por medio de la repetición de este'material, se observaba un ordenado
proceso de extinción emocional, acompañado por una información con mayor detalle. Unavez que empezaba el proceso, la reactivación de un recuerdo
llevaba a otro recuerdo que provocaba incluso una mayor ansiedad, hasta
que el Proceso producía una serie de acontecimientos que cubrían diferentes
períodos de edad. Caso tras caso, el factor clave para unir las asociaciones
pare{ta estar basado en el principio de la similitud del estímulo y la respuesta.
El caso siguiente ilustra las observaciones anteriores (Levii, en piensa).
,_
una paciente, después de la presentación de una escena, informaba que veía
un campo blanco en la imaginación, cuando cerraba los ojos. Cuanáo se le
pedía que se concentrase en el campo blanco decía que veía una mesa blanca.
Continuando la focalización, aparecía una botella en la mesa y señalaba que
oía un ruido de fondo que parecía como si esruviera hablando la gente. olía
también la presencia de alcohol. Con cada nueva asociación, la pacie.rte manifestaba señales cada vez más intensas de respuesra emocio.r"l. Al repetir
este proceso y animar a la pacienÍ.e para que se enfrentase a los estímulos
temido-s, se recuperó completamente el recuerdo. Según la paciente, tenía
alrededor de cuatro o cinco años, un factor determinado al concenrrarse en
la altura de la mesa en relación con la suya (el nivel de la mesa le llegaba a
los ojos). El campo blanco,represenraba el color de la pared, de la ri"r" y
del suelo. Cuando apareció la imagen visual en el centro ie la concentración,
describió que se encontraba en un pasillo. En un primer momento se sorprendió porque la casa en la que vivió su infancia nó tenía un pasillo blanco.
Finalmente recordó que sus padres tenían una casita de verano .o., .r. pasillo
blanco. Parecía muy sorprendida de haber olvidado esta casita que visiü cada
verano duranre muchos años. El ruido que oía resultó ,", úrr" fiesta que
estaban teniendo sus padres en una de las habitaciones contiguas. Los padres
estaban bebidos y se divirtieron mucho obligando a la niña a que b.bie.a
algo de sus cervezas. Este recuerdo se activó óuando, en medio de la esce.ra,
la paciente empezó a rener náuseas e informó de un fuerte olor a alcohol. Ei
recuerdo del pasillo implicaba a un tío suyo que, finalmente y sobre la mesa,
introdujo la botella de cerveza en su vagina. Este recuerdo, que era uno de
los menos aversivos para esra paciente, .épr"r"nt"ba sólo uno de los diferentes acontecimientos traumáticos que fueron recuperados posteriormente.
244
Donald J. Levis y Patricia A. Rourhe
Los diferentes componentes sensoriales de la memoria parecen rerornar
en una secuencia ordenada que parece seguir una ley, teniendo lugar primero
las sensaciones físicas, seguidas por escenas visuales muy rápidar, y-po.
tímulos auditivos u olorosos. Estos estímulos implican, noimalmente, "s-
cl(
mulos contextuales o un componente clave del recuerdo, como un cuchillo
o un soporte para la ropa. Parece que el paciente está reviviendo los acontecimientos. Son frecuentes los cambios de la voz y del lenguaje y parecen
corresponder con el período infantil del recuerdo. A menudo, con la reactivación del recuerdo, se produce dolor físico en el áreacorporal que fue dañada.
Los terapeutas deberían prestar especial atención a cualquier síntoma físico manifesmdo por el paciente durante el curso de la terapia. La experiencia
indica que conforme progres a la terapia, aparecerán síntomas físicós, como
dolor en un brazo o en un lado, tumescencia del área genital, dolor fuerte
en el bajo abdomen o una sensación de quemazón en el área vaginal o anal.
Estos síntomas representan frecuentemente liberaciones parciales de un recuerdo almacenado. Haciendo que el paciente se concentre en los síntomas
físicos durante una escena, se puede descubrir un recuerdo en el que el área
corporal que experimenta dolor actualmente fue dañada en el pasado. La
reactivación y posterior extinción del afecto emocional acompañante da como
resulado, normalmente, la eliminación del dolor actual. La repetición es un
ingrediente crítico y el terapeuta debería guardarse de suponer que un recuerdo ha concluido anres de que se obtenga la extinción emocional completa. No es raro descubrir que, encajados en cada recuerdo traumático, se
encuentren <estímulos ocultos, que encierran niveles muy elevados de afecto
condicionado. Para ejemplos ilustrativos de síntomas físicos y estímulos ocultos reactivados en la memoria ver Levis (1988, en prensa).
A partir de años de experiencia recuperando estos recuerdos traumáticos,
parece que los_detalles del suceso real y del afecto condicionado acompañante
son almacenados enteramente. Se piensa que la pérdida de memoria es míliT", puesto que parece que el recuerdo llega a bloquearse poco después de
haber tenido lugar, evitando así su repetición. Parece existir una ielación
directa entre la_porencia de la secuencia de condicionamiento y la capacidad
del sistema biológico para defenderse contra una reacrivación del suieso almacenado en la memoria. Las defensas cognitivas, especialmente el mecanismo de la disociación, juega un importante papel para evitar el descondicionamiento y la reactivación de estos recuerdos traumáticos. Dicha reacción de
disociación es caPaz de producir una completa reacción amnésica similar a la
que se informa frecuentemente después de un rrauma físico, como la asociada
con un accidente grave de coche.
La experiencia terapéutic.a apoya claramente la afirmación de que la recuperación inicial del recuerdo no cambia necesariamente, po. ,i misma, la
conducta sintomática. La introspección y la autoco-pr".rrió.r, que correla-
cic
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I
La terapia implosizta
ii
:
I
(inundación)
245
cionan con la extinción emocional parcial y la recuperación del recuerdo, no
parecen eliminar rampoco la sintomatología. El apóyo del terapeura, aunque
es importante para favorecer la motivación del páciente de coniinua. el pioceso de la recuperación de los recuerdos, no se liga directamente ala r.á.r.ción de los síntomas. Por el contrario, clínicamente está claro que la reducción de los síntomas tiene lugar sólo cuando el afecto e-ocional inrenso
asociado con los estímulos de los recuerdos sufre un proceso de extinción,
por medio de la repetición de los estímulos que provocan la fuerte respuesta
de afecto. Es decir, la extinción pavloviana p"r... ser el agente del cambio
terapéutico.
VII.
APLICACIONES
Desde un nivel de análisis clínico, la técnica de la TI parece ser muy eficaz
en un amplio rango de trastornos psiconeuróticos, incluyendo las reácciones
de ansiedad, las fobias, los trastornos obsesivo-compulrir,or, las reacciones
histéricas y la depres.ión y para
sínromas psicóticos, i".l"y.rrJo i",
-eliminar
reacciones afecdvas, las esquizofrénicas
y las paranóid"r. También p"r".. ,",
muy efectiva pata tratar con trastornos del estrés postraumático, incluyendo
los asociados con el abuso sexual y físico grave. se han desarrollado ,rrb-o-
delos clínicos extrapolados de la teoría gáe.al para cada nosología clínica.
Aunque algunas de.éstas esrán todavía pór
publicadas, .il..ro. i.r"p"r..",
teresado puede evaluar y hacer sus própias-.rrr.pol".iones,
a partir de la
teoría general, revisando las que re errc,r"nt.an disponibles. Estas^incluyen
el
traramiento de la depres.ión (Boyd y Levis, 19go; Levis, 19g0b; StaÁpfl y
Levis, 1969); de la ansiedad_-penetrante (Hare y Levis, 19gr; Levis, lfrg^; íe
la conducta fóbica (stampfl, 1970; 19gi7; Stampfl y Levis, 1967b); y á" I^
conducra obsesivocompulsiva (Levis, 19g0; StampfÍ y L.rrir,1g7i). La
discusión clínica para el rraramienro de los problemas aáciados .o'lá culpa, la
ira y los sínromas de inferioridad, así como cuesriones relacionadas á., el
tratamiento de la resistencia y de la conducta psicótica puede encontrarse
en
Stampfl y Levis (1969) y en Levis (1980). paia .r.ra descripción más
amplia
de la teoría, ver Levis (1985, 1989) y de la técnica, ver Borie*yr* y
shipley
(1983) y Levis (1980).
Terapia Implosiva y las terapias de exposición relacionadas han recibido también un fuerte apoyo-."p.ri-"nt"l, ro sólo por haber ."-f."u"á"
los principios subyace.rt"i de la teoría (Levis, 19g5, rbsg), ,i.ro ,"-üie"
f.,
la evaluación del tratamiento en las investigaciones llevadas a cabo (ver
Boudwyns.y Shipl.el, 1983; Levis y Hare, 19i7; Levis y Boyd, 19S5). Se ha
comprobado que la terapia de exposición es el tratamierrro .l"gií
1",
"-
"r,
246
Donald J. Leois y patricia A. Rourke
reacciones fóbicas, incluyendo
ra agorafobia,
condu*a obsesivo_compulsi_
y los trasrornos der estrés por'tr"urná,ico.la Tienen,loru,, que aparecer
estudios controlados de orras náJogirr.
Dados
probremas me_
todológicos asociados .on l".i'u.*ig;.i0,
,.
precau_
ción al plantear cualquier afirmaci-á?
".orrreja
sobre la
-h.t"rgot
s;"
embargo,
la ren_
dencia general de ros
d" r.^irrrr"rrig"ción que emplea una
técnica de
exposición al EC es
-rry fá"uo."bre, sugirieiJ"
;r;;
va
l.;;;;;-.s
..; ;;;.],
ii."i.".
enfoque puede ser
;.J"
muy prometedor para tratar toda una-slrie
d"
,iiro-rrlp".rr"-os
que la TI
y las técnicas de exposición l rc lj".i.""d;;;';;r'Jr.r,,r'
actualmenre
er
enfoque conductuar
v no .o"d";;;i
hoy día, en
términos de la teoría, la investig".io"
y'"i p;;;r J"it'"..",.
;í;;;;",íillil"tor.
VIII.
RESUMEN
El propósito principal de este capítulo
consisre en estimular el interés clínico
e investigador
empre. a" prin.ipio más f;;;;;;;l
do.rr-.r,tado de
".r "l
la psicología experime.,i"l,
p.r"'"ll;;i". l, .on¿u.i"'á""-;"¿.
y evitación
principio de la extinción experiment ar
vía ra exposición ar Ec. Los en_
-el
foques basados en Ia extinción, .;;;
la Im.prosión, t"'rnun¿r.ión y enfoques
de exposición relacionados, se rr""-r,ii-"a"
p^;;;;;;;i,.,"
variedad
psicopatológicos
"-pti,campo
/
l.".i"rrr"
l:,:"'*:,ts
rnvesrrgacrón con pacienres. Er
".r"rr-""rá "¡# "., j.in.;p"r-.nre, de
procedimierr"
g: r. rr
una
técnica de tratamienro,que
"r,
la imaginación desarror
rada paraextinguir
"-j1", .*".io",r"r.;;;l;
los estímulos críticos rár..rr"lo,
;irro¡" der paciente,
reinsraurando o reoroduciendo ri-üoli."*ente
los .rri.nrrio, a los que se ha
condicionado I, .Ápu".rr. d" ,nr¡.JJ,
.n
der estímuro incondicio_
nado' se ha formarizado ra,""ri"
".rr"n.ia
r.rüyacenre
a
esta técnica (Levis, l9B5) v
represenra una exrensión de ra teoría
d" ro, d.; f*;";;r';J jp*riií¡l|J,
evitación y de Ia teoría der conflict;.
ñ" g"rr.."dá-r;" .Jrrrra"."ble investi_
gación de laboratorio, ranro a niver
humano como a nivel animar (ver
Levis,
1985, 1989,
pr"T^r)^.I
d. fr.i"nt", (""; i""i, y ¡. yd, I9B5).
""
La
teoría tam bi én aborda cu esriones
-1.niu"l cen trar es r"rr.)on,i"r"r'ir,{
r, ps icopatorogía,
incluyendo un intento de resolve.
l"*p"."doj"
La rcoríano es
rjl",:"r.
";;;;;.
esrá en continuo Jesa.rolro generando
:i.'-T1
nuevas líneas de
tnvestrgacrón
(Levis, l9gg, 1999, en prensa;
Str_p:fl, iggil lgssl. Como ejem_
plo' Stampfl (tg'7) ha desa.roir"JJ'*.r"","-"i,.'
;;";;f.qr" anárogo con
animales parala conducraagorafóbica,
que.ampría la hipótesis del ec en
serie
J".,t,a"r
para expricar er
La técnica ha demostrado ser importante
en el sentido de que ha disipado
*,n:* l:,j1.i::",;:3;":l
;;;.Cil";;ffi;
La terapia implosioa (inundación)
247
empíricamente los temores de someter a los pacientes a un enfoque de exposición directa al EC, que provoca elevados niveles de ansiedad. Sin embargo,
su principal contribución, además de producir una reducción de los síntomas,
reside en la capacidad del enfoque para reconstruir la historia de condicionamiento pasada del paciente, re-activando directamente los recuerdos postraumáticos. La técnica represenra un enfoque de retroalimentación operacional que, aunque es estimulante para el terapeuta, también es emocionalmente agotador, un punto que ha contribuido a limitar su amplia utilización.
Para aquellos que desean aprender más sobre este enfoque, las lecturas señaladas en el apartado siguiente deberían facilitar su comprensión
IX.
LECTURAS PARA PROFUNDIZAR
l. A ¡ Shipley, R. H., Flooding and implosive tberapy: direa therapeutic expoin clinical practice, Nueva York, Plenum Press, 1983.
Levis, D. J., "Implementing the technique of implosive therapy', en A. Goldstein y E. B.
Boudwyns'
sure
Foa (comps.), Handboob of bebaoioral intententions.
ley,
A clinical gwide, Nueva York, Vi-
1980.
Levis, D. J., "Implosive theory: a comprehensive extension of conditioning theory of fear/anxiety to psychopathology>, en S. Reiss y R. R. Boorzin (comps.), Theoretical issues in
behaaior therapy, Nueva York, Academic Press, 1985.
Stampfl, T. G., "Implosive therapy: an emphasis on coverr stimulation,, en D. J. Levis (comp.),
Learning approaches to tberapeutic behat,ior change, Chicago, Aldine, 1970.
Stampfl, T.G.y Levis, D. J.,
"Learning theory: an aid to dynamic therapeutic practice,, en
L. D. Eron y R. callahan (comps.), Relationship of tbeory to practice in psycbotberapy,
Chicago, Aldine, 1969.
12. EL EMPLEO DE LA INTENCIÓN PARADÓJICA
EN TERAPIA DE CONDUCTA
L. MICHAEL
I.
ASCHER Y MARJoRIE
L. HATCH
INTRODUCCION
La popularidad de los procedimientos paradójicos en los enfoques de psicoterapia más imporranres esú bien documenrada (p.ej., Selrzer, 19g6). ño es
sorprendente, entonces,.gug los terapeutas de conduch se interesasen por
estas técnicas. Durante la década pasada, el tema central de una serie cada
Yez r:aayor de estudios empíricos y de informes clínicos ha sido la intención
paradójica (tt'). En el presente capítulo, los aurores examinarán, a través de
una muestra de material relevante, esta técnica recientemente añadida al repertorio de los terapeutas de conducta.
II.
HISTORIA
Teniendo en cuenta la variedad de enfoques de la psicoterapia que incorporan
la IP, este procedimienro parece
entie los más versátiles áe los
empleados por los psicoterapeutas"rconi.arr"
(Ascher, 1980, 19g9). En lo que respecra
a la tradición conducrual, la Ip, o alguna varianre, ha tenido una larga,
dispersa, relación. Esta asociación ha estado influida por la insisteñcia"rrrrq.r.
d" io,
terapeutas de conducta en las descripciones operacio.riles de los procedimient9.r y. de- los objetivos conductuales. Y lo qn"
más imporianre aún, la
"r por una serie sistemática
eficacia del procedimiento tiene que ser demoitrada
de estudios.
Dunlap (1928) fue el primero que empleó sistemáticamenre, denrro de un
contexto conductual, lo que podría clasificarse como una técnica parad,ójíca,
relacionada con la IP. La práctica negativa se dirigió inicialmente hacia respuestas motoras relativamente simples, cuya frecuencia deseaba reducir el
individuo..Aunque el sentido .o-ún pod.ía dictar que se debería inrentar
restringir directamenre esa conducta, Dunlap sugirió que la respuesta no deDpto. de Psiquiatría, Temple University (EE
respectlvamente.
UU) y Dpto. de Psicología, Temple University (EE UU),
250
L. Michael
Ascber
y Marjorie L. Hatcl
rr1d". debería pracricarse de una manera específicamenre
dererm ínad,a, con el
objetivo de llevarla bajo el control del individuo.
El interés de Dunlap parecía centrarse en la natur aleza de
la conducta
motora aprendida; aunque creía que la ansiedad
,r, factor ;p;;;;
:otr+Tr-lte jugaba un papel setundario .n ,.r"".".onriáeraciones. viktor
Frankl (1939, 1947-,-1955, 1975), que fue pri-.ro
q,r.^.*p"ro a explorar
la paradoja en 1925,
.o.r""íór'.o., su"lpráctica clínica
en viena, esruvo
".,
papet
de
lr
rr,ri"á"J
p;.;- ;.o _
:". "l
:i::,.:^'-id:.
f]ncipalment.
crucrr y aumentar
"r,rilip"rori,
una variedad
de trastornos condu.tualei.
Empliandó .rn
q.ue denominó ointención paradójica", ,"1;.iO
que los.indivi_
t..":l::l:nto
duos buscan acrivamente la misma conduita de
la que d".r.rn'd"rpr"nd.rr..
segÍl esro' a una_persona. que se quedaba en casa r";;;"d, un
posible araque
cardíaco se le debería animar p"r" q,r" viajase l";or
d. ."ra, que aumentase
la tasa cardíaca y que provocase un araque cardíáco.
IJn rercer acontecimienro en Ia história de ra Ip en terapia
de conducta
tuvo lugar con el trabajo de Stampfl y Levis (1967,
ilásl.-ó".anre una época,
cuando el enfoque conductuar..-?t i-portrrrr"
p"r" la Áejorade los rrasrornos de ansiedad era la desensibilización sistemári."
ósj,'Jr,o, ,rrrores pro_
pusieron la antítesis,-la terapia improsiva
."pitllJ'",it"rior¡
1rr".
(otro pro_
cedimiento que podría co.rsiáe.arsÉ .o-o prrrao'¡i.o
comparre una
,-0""
serie de similitudes. con ra tr'). Mientr., q.r"
tr ós ..q,ri"re la exposición
ie.tár.quica gradual del pacientá a los .stí-rrlo,
el
nivel de ansiedad al,mínimo, la improsió i.r.rrrd"'.iorr""ri¿g."t.r, manteniendo
implica la pre_
sentación de estímulos de temor
ro, mayores niveles posibles, de modo
"n en e.l paciente.
provoquen potentes respuestas
Se anima, entonces, ar
1le.
pacrenre
para que continúe en presencia de esros estímulos
rr"rr" 1"" fr'r"
experimente ansiedad. Estos trei hitos ilustran
la manera .r, l" qu" la paradoia
terapéutica se ha adaptado a los postulados
de l- rr"ái.iá" conductual.
Recientemente, los terapeutas de conducta se
han i"r.."r"¿" .r,
de la paradoja terapéutica, de modo que habitu"l-.ri"
"lcon
"-pl"o
,"
esta
categoría de procedimientos. Así, adeÁár
"ro.i"
d.
ñ:
gramas conductuales de rraramiento orient"do,
";;r;;r-1",1r"ai.i.;rl;;
i".i"
r",
prour"-as,
los
re_
rapeuras de conducta están utirizando procedimie;r;;;;;rá;jicos
para abor_
dar cuestiones generales.d.e terapia. L'a más prominente
de estas considera_
ciones es la resistencia del paciÉnte a ros programas
conductuales de rrata_
1e86). por ejempló, a',.r-,.,
frlsójl"gi.ió el empleo
::::iXf?::o^f}^'lne..
ta rp como.el procedimiento de organización
."ntr"r
le
a"r l, jr ,.
drsponen técnicas suplementarias y .J-o
"rl"düo.
un procedimienro
secundario para
mejorar.la cooperacón de lo, p".i.rrtes con io,
p.og*"-,
d" ,.r,rmienro.
Proporcionó una ilusrración en ra que la Ip se
.-pt"rl"
f.." ,-uo, papeles
con el mismo individuo.
t
El empleo de k intención paradójica en terapit
III.
d.e conducta
251
DEFINICIÓN Y DESCRIPCIÓN
La intención paradój;ca (rp) es uno de los muchos procedimienros paradójicos' los cuales se componen de una serie de ca.acierísticas similares. Eni.e
éstas hay dos aspectos significativos: primero, los procedimienros se construyen para que sorprendan. Son contrarios a las expectativas de los pacientes
sobre su visión de la- naturaleza y la función de la terapia. Esto lleva al
segundo aspecto, es decir, en vez de proporcionar sugerencias que fuesen
congruentes con el objetivo de cambiai diiectamenr. ,ri" .orrd.r.á molesra,
el carácter de la contradicción requiere que el terapeuta recomiende, de forma
inesperada, que el paciente manrenga la respuesta particular en su nivel más
molesto. En orras palabras, se prohíbe al paciente^que realice cambios relevantes en el problema.actual. El terapeuta alienta al paciente para que mantenga, con gran vigor,la conducta problema en su nivel actual ó, si
posible,
a un nivel-que sea rodavía más molesto. se ha hipotetizado que la".piradoja',
en este enfoque, es la incapacidad del paciente paia llevar , ."bo lri i.rrtr.r..1o:".r del terapeuta. De esre modo, si-el paciente intenta realmenre lograr el
objetivo de tener más síntomas (p.ej.,
la ansiedad), no tendrá"é"i,o
"rrÁ..rt",
tir.g. g,r:, paradójicamenre, experimentará
lo contrario (p."j., una mayor rranquilidad) (Bateson, Jackson, Haley y veakland, 1956;'vatrla-i.k,'Bea.,in y
Jackson, 1967).
El insomnio de iniciación del sueño ofrece una ilustración excelente de la
aplicación prácrica de la rp. Individuos- que se quejan de dificultad., p.r"
dormirse cuando se acuesran por la noche, piden'^yíd^ al terapeuta d".orrducta para encontrar estrategias útiles que les sirrran p"r" ,.r.jo.ar el problema. Por. razones que se discutirán más adelant" .n .rt" capítrrio, 1", pi.sorra,
para quienes la Ip constituye una estrategia apropiada tro sacarán piorre.ho,
normalmente, del empleo de técnicas que
sentidoo para ,eÁediar sus
"tienen
problemas (p..j., entrenamienro en relájación).
por consigui"rrt", .l ,.."p"rrr"
sugerirá que, en vez de ointentar, dormirse, esos pacienüs deberían ..r"g1",
el dormitorio, de forma óptima, para conciliar el sueño, irse a la cama irrt"err"
tar manrenerse despiertos durante la noche tanto tiempo como les sea posible.
Esta sugerencia es sorprendente, ya que infringe las e"pectativas de 1", p".ronas sobre la manera en que un rerapeuia deberíitr"t"r ló, problemas del
sueño.
IV.
REVISIÓN SELECTA DE LA LITERATURA EMPÍRICA
¿Es la IP un procedimiento conductual? un principio que provenga de cualquier sistema coherente de cambio de conduct" p,r"d. ior..,", el findamento
252
L. Micbael
Ascher
y Marjorie L. Hatch
de un procedimiento clínico'
con el fin de colocar esra récnica bajo la rúbrica
nc-e¡d¡stual,, tiene que producir, d" for-"
it"bül"",",]l,rdo,
significativos que sean fiimemente r,á.ificados;;;;;;r;ig".io.,clínicamente
experimen_
tal controlada. Este objetivo es el que coroca'"
r, i"r"pi""i" .o.rdr.ra en un
lugar único enrre las escueras d" pri.ot.rapia.
Así, ar habrar de ros funda_
menros empíricos de las técnicas pa.adójicai
;.";;
i; ;; conrexro conduc_
tual, se tiene que colocar el énfasis en aqueilos
.ri"ar", qre cumplen con el
T"i.l: aceptado de la práctic.a.experimátal. Aunqr; ;": revisión detailada
de la literatura sobrepasa er objeti'o d" t" pr"r".riJlirl"io",
el rector inte_
resado puede conrultir.,_ por ejemplo, .l ,r"64o;;il.h""
Bowers y Schotte
(1985) y el de Seltzer (1t86).
A pesar de la gran cantidad de informes no conrrolados
de casos, que han
estado disponibles durante muchos años,
er ,"áli;i;.*p."ri-""rar sistemático
de las.técnicas paradójicas se ha abordado
solament" .lll'¡r¡- a década. La
investigación sobre er tratamiento del insomnio
¿. irri.i".i¿n der sueño pro_
porciona el mejor ejemplo de los avances sistemático,
evaluación expe_
rimental de la rp. En eire caso, se puede
"rrl"
de métodos
de investigación cada vez más sofisticados,
"br"r;;;l;-rriii.r.io'
q".
,;;;r,
r-a eficacia de ra Ip
como una técnica de tratamienro_para el insómniá
i" irri.i".ion del sueño.
Así, existen progresos que proced".r d. afirmacione,
b;;;r, en esrudios no
controlados
d.e
de casos
(p."j.,hscher,
1975),
d"
dir;;;,
de caso
único con distintos gridor de sofisticacián
""p.ii-"",ales
(Asch.; y-iÍI;",
19zg;
Relinger
y Bornstein, 1979; Relinger, Bornstein Mrrrrg"r,
v
tgigl, i"
que
incorporan la asignaciórialeatoria de lc
"*perimenros
p
.f..to, d e I a ón o, p.od u.i do,
;;'.' d;i"j";.:.?:ll::"1::
.
debij3s al placebo
lo,
qu"
,,.,i*
r"g". Jn;-;;;;'.ontror sin trarav
fo¡
mrento
(Ascher y Turner, tizl; Lacks, ñertelson,"G;;
y Kunkel, 19g3;
Turner y Ascher, I97g).
En el primer estudio sobre la IP que incorporaba
la distribución aleatoria
de los sujetos a los-grupos, Turner y Ar.h",
eg79) asignaron a individuos
que mosrraban niveles .rí.ri."-".rte significati;.;
jJ ,"r3"-r" de iniciación
del sueño, a dos erupos control (no tiatami:n.rg
o pr;."b.) o a tres grupos
de tratamiento (reiaiació" p;;g.;r'iul, .on,rot
d.r
dos indicaron que no habá di?...n.irr"r;;;1""" ,n;. Los resurta_
pero sí diferencias significativas
3: i::'lTi:il?l
mientos de control órrr^ ros datos p-rr"ni"nr.,
d.
i;;';;ocedimientos
de
tratamiento. De este modo, cuando ,. l"
.o-para con los tratamientos es_
tándar,la técnica de la rp, que no había
sido .""í;;J";;r"rlor-.rrr., producía
un cambio de conducta iguar de satisfactorio.
ros ,rl;;;r-;; los rres grupos
de tratamiento
la
disminución
de
!u.
la latencia de iniciación der
.juzgaro.r
sueño que habían experimentado, era de
suficienr" i_oo.r,
rrrrPUI rancra como para
no n.."iit". un ,rrrr,ni.nto port"r;.. a"i
r
::ff;lil,:::
I
;ili#;::iil:;:ll*:
;;#r.
t
El empleo de la intención paradójica en terapia de
conducta
253
En una replicación parcial del estudio de Turner y Ascher (1979), Ascher
a pacientes que se quejaban de
niveles clínicamente significativos de insomnio de iniciación del sueño, a las
siguientes condiciones: la IP, un placebo creíble (es decir, un procedimienro
de cuasi-desensibilización) o la condición de no rraramienro. Los sujeros asignados a la condición de la IP disminuyeron su latencia de iniciación del sueño
más del 507" durante el programa de tratamiento de cuatro semanas y mostraron más progresos en todas las medidas de autoinforme sobre el sueño,
excepto ,tna (descanso), que en el caso de los sujetos de las condiciones de
placebo o de no tratamiento.
Ladouceur y Gros-Louis (1986) obtuvieron resultados similares en un
estudio en el que comparaban la IP, procedimientos de control del estímulo,
una condición educativa de conrrol y el no rratamienro. Si bien tanto el
control del estímulo como la IP producían resultados superiores a los controles educativo o de no tratamiento, los dos tratamientos conductuales eran
igual de eficaces.
Lacks, Benelson, Gans y Kunkel (1983) conrrolaron la gravedad de los
síntomas autoinformados, distribuyendo aleatoriamente a los pacientes, emparejados según distintos niveles de latencia de iniciación del sueño, a la Ip,
la relajación progresiva, el conrrol del estímulo o condiciones de placebo
creíbles. Todos los procedimientos de tratamiento incluían instrucciones de
contraexigencias 1se les decía a los pacientes que no esperasen ninguna mejoría
hasta la cua.rta semanal 1. A diferencia de orros investigadores (p."j., Ladouceur y Gros-Louis, 1.986; Turner y Ascher, 1979), Lacks y cols. (1983) encontraron que el control del estímulo era más eficaz en todos los niveles de
gravedad de los síntomas que la IP. De hecho, los resultados de Lacks y cols.
(1983) sugieren que la IP no era más efectiva que un placebo creíble. Estos
hallazgos contrastan notablemente con los de otros investigadores con procedimientos de tratamiento y grupos de comparación similares.
Al intentar explicar esta diferencia, Ascher, Bowers y Schotte (1985) se
centraron en las instrucciones de contraexigencias y en los sujetos empleados.
Sugirieron que el procedimiento de contraexigencias podría considerarse como
un comPonente de la IP separado, añadido a cada condición de tratamiento.
Además, señalaron que mientras que la mayoría de los estudios empleaban
pacientes con niveles clínicamente significativos de insomnio de iniciación del
sueño, los sujetos del estudio de Lacks y cols. (1983) podrían ser más heterogéneos que los de otros estudios. Finalmente, Ascher, Bowers y Schotte
(1985) concluyeron que no era sorprendente que un paquete de tratamiento
compuesto por el control del estímulo más la Ip fuese más eficaz que la Ip
sola, en una muestra tan heterogénea.
y Turner (1979) distribuyeron aleatoriamenre
'
Nota del compilador.
L. Micbael Ascher y Marjorie L. Hatch
, Sin embargo' otra Posible razón de esta discrepancia es la variabilidad de
del paciente al rraramiento; ,,rr" poribilidad apuntada
por los
ll,i::l::r:l
ha'azgos de Espie y.Lindsay (r995). En su. estudio,
Espie f Lindsay (r9g5t
informaron sobre el rratamienro de una serie de ,.i,
p"Ji*res con insomnio
de iniciación de sueño, crónico. El tratamienro se áirri¿io
en dos fases, la
primera de las cuales. incorporaba instrucciones de contraexige".;.
Er;i; ;
Lindsay (1985) señalaron qrr. t.", pacientes *orr..ron
,aiia", ..rpri;;
positivas ante la IP, uno progresó más lentamenre y Jo.
,*"t"ron realmenre
agravamientos de su trastorno del sueño. Estos do,
últi*os pacientes se be_
neficiaron de un tratamiento posterior con un procedimie.rtá
alter.r"rir,ol.t
entrenamienro en relajación). De este modo, ,., i.rfor*"
resafta la ua.iabilid)á
potencial.de la respuesra al rraramiento paradójico, entre
io, p".i..rr"r.
otra fuente de variabilidad, descrita previamenr"
capítulo, la proporciona la ansiedad. recurrenre q.re pueden
"r,ri;;;.;
"rr"
,uj.to, i no
-o.rr",
orros. Ascher (r985) ha demostrado qüe ra rp es.l tr"tr-?*to
de irefe.án.l;
para aquellos que se quejan de insomnio de iniciació;
;;i-;r"ño complicado
Por..ul componente recurrente. Por el contrario, técnicas .orrdrr.trr"l"s más
resultados superiore, r" ip .*"J"-u ¿iii."iirJ
p"r"
l':*:'::1.:p."1..n
ctormlr
"
no se acompaña por la ansiedad recurrente.
. En general, los datos sugieren que la Ip es más eficaz que un tratamiento
de placebo creíble o que el"tto tr"árr,ierrto, en la
reducció'n del insomnio de
iniciación del sueño. Además, parece qré l" ,n p".á.
,"r más eficaz, en
algunos casos' q.ue procedimienós conductuar.,
.o-o el enrrenamienro en relajación o el conrrol del estímul".
"ri*"rrirr'Jr,
ó;
i;.iro,
ayydy a los pacienres que no han respondido ,."rr-i.rrtos la-,t ñ¿
conductuares
anterlores de su tnsomnlo.
"
No obstante, también parece que la Ip puede ser, en algunos
casos, menos
efic-az para alivíar los próbremas'de insomnio
q.r" pro..'di-i.nros conduc_
tuales alternativos (Laiks y cors., 19g3; Fspi"'y
fi"ar"/, rgss). Aunque
algunos pacientes muestran una rápida mejoría
.r, l" ;rriái"ción del sueño,
ildoi';^r, or.or. pu"d"n ,.,fri. ,""1-.r,r" un empeorali':^,:'::'^::"1":
mrenro
de su condrcrón (Espie y Lindsay, 1gg5). Estos úrtimo,
p"ii"nr.,
pueden, a su vez, responder-mái favorabiemenre'"ir.r"-i."to
akernarivo,
"'
como el enrrenamienro en relajación progresiva
1Erpi. y ii.,dr"y, rlai¡.obviamente, exisre una variabilidad entre lor'.li"rrt.',
la IP.' D.esgraciadamente, se ha prestado poco interés "r-r* respuesras a
en descubrir las diferencias individuales responsables de esta variedad
t
;;;;tas
hacia el tra_
tamiento. Espie y Lindsay.(19g5) han sugerido
que tor'-";o.", candidatos
para la Ip podrían ser .pácientes que p.r"á"., fá.i;.;;;
id""r,rifi.r..e con el
experimentar'esfuerzos para dormir' y qr" padecen
*ri.a"d considera_
ble sobre las consecu.n.i., negativas á. i" piraia" "",
;"
;;";;,,
@.709).En su
revisión, Schotre, Ascher y coól
oggo) están de acuerdo .o'Erpi. y Lindsay
!
El empleo de la intención paradójica
en terapia de
conducta
255
(1985) y añaden
oy:-l::::rques paradójicos parecen indicados sólo en aquellos casos en oue las cognicion", qtla
se centran en las cc
ciales de l, o.r.r".,fr;;""1;;;;;;#;,
(p..i., to, .r..ro, ¿'J:T:.JffiI"jT;
experimentar ansiedad), juegan ,.t.r
p"p.i úp.;;.;.",, j
-"nrenimiento de
la conducra objetrvo.
Además de las dificurtades.para dormir,
se han recogido numerosos datos
empíricos procedentes de.las investigaciones
sobre ra
clínica de Ia Ip
con rrasrornos de ansiedad. Micherso"n
"i."cia
ycoraborad".*lliursakarian y cols.,
]e83. M'chelson, te86; Michelson y ák.,lg8állrráiill*aron a cabo
un
rnreresanre proyecto que incluía pacienres.que
a
se q.rejáb"r, de agorafobia..
En su primer estudio, Marrissakarian
y cors. (lg$tdemosrraron la eficacia
de la rp en el rraramiento d" ;;;;g"Lr"ui"'q*'r"r*i"gr"
ros viajes del
paciente. Estos investigadores
distrib.r'yeron aleaária;;;; a 26
pacientes sin
medicación a tratamieirros grupaler,
empleaban bi;;-r" procedimiento
oy"
de rp similar ar de, A.scherirdsii;
ti.n un enfoque de entrenamienro en
auroinsrrucciones derivado i. u"i.t,"rrbaum
(rgiill-A;que er anárisis de
los daros obtenidos. con múrtipr",
-.didrr. ¿p.;;., i,r;.;"".i, intensidad de
los araques de pánico," evaruaciones
y"d-.pr.rion ,.r,oinrorn,,rdas.
globales de la giavedad "nri"álJ
der p.áirá-l'y puntuaciones en
un test de aproxi_
-más
mación conductual)
q"e
la
Ip
era
eficaz
q,r.
¡."s9.1a
enrrenamienro en
auroinsrrucciones al finál
der iratamieü
"r
i;;"d"-J*tl'""
-iiá
de ros pacientes
en la condición de auroinsrruc.i.""r
..;á-;;r;lr"'áo'rrr"
farta de dife_
rencias significativas entre lo, t."tr-i".rror,
.., un seguimiento de seis meses.
En una investigación posterior, Ivlichelson
son' 1986; Michelson y óols., 1,986a; 1986b) ;;;ffiradores (Micher_
asignaron alearoriame nte a 39
sujetos agorafóbico, ir", tipos de
ir"t"-i"rrto:
exposición graduada con la
" ,-piio,p.'..;;;-"
del terapeura;.yn
de ,"I"i"áiá; ,;; incluía er entre1ry-q"
l" ,n.'i" ..,."i,.o,, a los pacien[1-i:1'.',T"',"',0';'j:'Í:
:l.diarrágma;
ñ il *
::
'
n
:::T
o; ü ; ii.
Ti:: ::"'.'.",.',".1 f
'"
ffi:t::i;.3'r*l#:.
a cabo
::;: i, l": il ::: ii:
"'L"", ,.-"'"i"'
Aunque los pacientes que recibieron
Ip
:
:::iil ;:
",,-p.f""no, g,,po, J"
to significativas v un manienimiento de mostraron mejorías postratamien_
los p.";;;;;:;'il;
seguimiento de
tres meses' según una ampria variedad
¿" ,"ro;n?o.,';, l"-i. evaruación
por
el terapeuta, y de índices condr;J;r;
fisiológicos, los resultados del tra_
en este
no se l.g;;.;; tan rápidamente como
:1T1:tl" v nogrupo
en las otras
condrcrones
eran tan grand-es, en argun;
ill;;r,"io-o
ros que se
obtenían roí I, exoosición
I'.o' er
;;;;;
relajación y de la iespiració"n ai"i."g.nar;.". enrrenamienro en técnicas de
E; ;;;ri."rl., p"...," que ros
€xpuesros a ia r,, ,l .on,."?;o'a.
,q*ilár;;i;;';rras condiciones
l::::j._:
cre
tratamrenro, necesitaban más tiempo
para mostrar mejorías en los índice.s
256
L. Michael Ascher y Marjorie L. Hatch
fisiológicos (p'ei., variables de la tasa
cardíaca)y era más probabre que fuesen
clasificados, en el período a. r"g"i-renro
De nuevo, este úrtimo harazgJ rug;".. como sujetos con baja respuesta.
una mayor variabiridad entre los
pacientes en su respuesra a la "rn qu!
en el caso á" l" ;;p"rición o del en_
trenamienro en técnicas de relajación
y de ..rp;r".iá io. -"dio der dia_
fragma.
En su artículo más recienre, Michelson
y cols. (r9g6a), ofrecen una valoración final de toda ra investigació.r. l.,di.ir,;;;
il;;!d^d r^r^ver dife_
rencias consisrentes enrre,ros"tres.grupo:
d:
,."r"-i"í*,
en cualquier momenro, duranre el. curso del estudiJ desde
gr pr.trrt"-iJrr,o
seguimiento.
Al igual que sucedía .:: r" ir,,restigación ,obré
"r
.l
i;r;;;;,
esros datos
yan la conclusión de que,
ul ,i,bg.rpo d..p;.;";;;;,'," ,o puede seraporan
"l
eficaz, o aún más,. que ras técnicas
.3njr,.,,,"r;, ;;;;l;i;;ales, en ra mejora
de una variedad de aspector..ojni,iuo-conductuar.;
J; i" agorafobia.
embargo, algo de ,n
itrr"ie, g.rrerar, fue ,., .orr.t.rr;ón de que Sin
-"yo,
cada
procedimiento aislad.o. sóio produ.í"'rrn
-qrr.. tratamienro incompleto de las mo_
lestias de la agorafobia; sug'i.ieron
l" ,"rrpia de conducra sarisfactoria
implica un programa con m"rrcha, téái."r.
Michelson (1986), en un reanálisis de
los datos de los resultados de su
proyecro, describió una inreracción entre
.t p".i"rri" f r"l
miento; los pacientes cuyo tratamiento
""urures de trata_
.oíror,"ncia
con su perfir
de síntomas obtenían
"n
,"r,,l*Jo,"rtrü,
que aquelros
-é;o..,
cuyo
tratamiento
de_
sentonaba. De este modo, Ios pacientes
con una preponderancia de síntomas
cognitivos (p'"i., fuertes t"-oi., de
consecuencias i"r"rr.orrr, con un
bajo
deterioro conductuar y.poca r.r;ur.ion
ririotogi.¿i"r.i..ru"n mejor con ra
IP, mienrras que aquellás cuyos sínromas
pr"ioái.r"rr,"r--.r"r, conducruares
(p'"i', un elevado deterioro .ondu.rr"i, .or,
.rn b"j"
fisiológica y
pocos temores de consecuencias
".iirr".ión
desastrosas) funcionab"r,
;;;i;?;;.1
-.;o.
sición graduada v los pacierrr., .ryá,
,í.r,ó-r,
pr.aominanremente fi_
siológicos (p."i.,'u", .1.u"á"
"r"r,
bajo deterioro
"*¡íJ¿"
conductual y pocos temores de
consecuencias ?"rárr-rrr) se
beneficiaban
más de la relajación p,'ogr:t¡ul
de la r.rprr*;á" áJffiari.".
v
Las conclusiones de. Mi.h"rron,
iunto .on J", d: ur-ot?'y Lindsay (19g5)
proporcionrl rp?yo a ra necesidrj i.
rejar a ros ia.iántes con los
rra_
tamrenros, sobre Ia base de sus
perfiles "-p"
.li,i;l"l
¡n¡.;;
i;.lry.ndo
la
manera
en que emplean sus sistemas cognitivos
para interpretar la rearidad. En
un
estudio. relacionado, Ascher y S.i;;;"]
:Jl87) llevaron a caL
ción p iloto, para comp robar'"*; h i;;;rir,
.on
de miedo a hablar en público. L;r.';;;r"vistas ¡ r¿,"; ¿ rár';r:T" il;it-;
ras ,"^láon una serie de
profesionales' que informaron ¿-.nri"d"¿
;;;;.;;'ili,oirr.ion,
t
clínica_
menre significativas, asociadas con
la .o'd.r.ta i.-h;br;ri público
reracio_
nada con el trabajo. se crasificó
p".;""r", ;;;rj;r'qr" ..,rrrrf.staban
" "rio,
ñtffi*t;, i;":,
El empleo de
k
intención paradójica en terapia de
conducta
257
o carecían de síntomas de ansiedad recurrente
asociada con er experimentar
malesrar en situaciones de hablar en público.
Al cumplir los requisitos
de un d'ise¡o.2x2, se asignó a los pacientes
de
cada grupo a dos t.atamientos, cada
uno de eríos .o-'pu1r,o por un amplio
programa conductual para ra mejora de
ra ansieáJ;ffi];;
decir, un paquere de tiatamie',o'q.r" incluía
terapia
!"'o*[.""i.,
cognitiva, desensibiriza_
ción sistem ática y enrrenamienro en h"biiid;;;];-p"";';r"
incluían o no
rnsrrucciones de Ip. Así, en el diseño factorial
d" z*i,]" -itrd de los pacien_
tes de cada clasificación eran emparejados
.""
1p..;., ros pa_
cientes preocupado.r
posibrás .íárt.of", "iirrr"--i..rto
:opl.
."p.rimentar
ansiedad durante el hablar'en púbrico,
"r".;J;;or,
"r
,e.ibiarr-r"-*);
i;
mitad
de los pa_.
cientes no eran emparejado, .or.".r"-ente
con .l t.rtá.ni..rto (p.ej., pacientes
sin esas cognicionés recibían la Ip).
De acuerdo con las hip.ótesis, áo ," obs"*aron
efecros importantes debi_
dos al enfoque de t.atamien,o
úti,. to, p".r"lü"",i"jorab"r, indepen_
i.,
dientemente del traramiento) o , I, .irrrii.".¡án
i.r'¿ur,',os pacrenres me_
joraban independientemente
de la presencia o ,rrr"rr.i" á. consecuencias
de_
sastrosas hipotetizadas), pero ." obtu'oo
un efecro a.i.rr".r..¡ón significativo;
es decir, los pacientes que se emparejaron
con el tratamiento mejoraron más
rápida y completa-".rt" qrr.
q.r. .ro se emparejaron.
"q*lloí
, Los estudios que investig"n r" Ip como un componente
de una variedad de rrasrorno*s de ansie¿t;;r*;:;.;;""te del tratamiento
el potencial
de este enfoque y sugieren q"" ," ;;;;rit"'.rr,";"y;;;;;tigación.
La con_
firmación de este notencial proviene i";;;;"#ui¡¡
r98z;
t"ampton,
HiIl, tggz; Shohair-Sol.:r.; y ñ"r*rr, ar, 1987),
que
han
incruido
datos
provenientes de una. amplia ,rrii.d"d
de experimárrror. Generalmenre, estos
análisis indican que los procedimienio,
p"."dojicos son, al menos, tan efica_
ces, y a veces más, que los procedimienios
.oÁd,r.trr"l", t."di.iorraler.
V.
FUNDAMENTOS CONCEPTUALES
viktor Frankl (1939, 1946) denominó al procedimie
nto
intención parad.ójica
utilizando el término
,rr'significado ;¿Ji;", es decir, refi_
"paradójica,
riéndose a una droga q,'t. p.od.r.e ",
una
-reaición, en un limitado grupo de
personas' que es opuesra a la que normalmente
se produ..
l" -;y;; J;
Ia población' La
"intención, o'a.r"o lre arentaba aadoptar"r,a sus pacienres,
tenía que ser lo mismo que estimulaüa
q.re él il-a'm;t"_ la ansiedad
anticipatoria. Es decir, cie.tos individuos-lo
,boáar,
una cónducta asociada'."" l" ;.;i;"¿
i.l ,irr"-" "";-:;;
(;1i:
la respuesta sexual) con remor sobre el
éxito de su actuación. Esta ansiedad
,r.*i;:il?J.:"
L. Michael
Ascber
y Marjorie L. Hatch
anticipatoria es Ia que sirve para
dereriorar la actuación deseada
que, a su
vez, genera más ansiedad obsiaculizante.
La ansiedad resultante ,i.u. p"."
ra naturareza de
que
se cumple a sí misma, der
"segurar
temor, obrt?curir;
l;;;;r;ución "profecía
der obietivo.
De este modo, en e.rejempro d.l "l
inro,.,,,nio,
irustrar ra ansiedad
recurrenre, el individuo .ó., ,.,"
t rrr"ri" J. "-fi."a;;;;;
¿'ii;;;;d"#"
dormir, temiendo
su incapacidad para quedarse ¿o*iá",
.orrrior"r
er proceso
\ratará¿.
por
consrgurenr€, gen€rará elevados
niveres de ansiedai, ;ü;';r.._patible r,
con er
flU:,i:"_" .#;,,il,,Jj:ff*:T il ffi;;¿#,*,",,,,
*
i"J.i,¡á,. q".
La ericaci a ¿" i"', p ;'
;i J.:lffi;.,Lff H::::: j:o;,,3,::
tes intenten llevar a cabo ra .o.rd.r.l"
l";, ""
que están evitando.
il ;
De esta manera, el
proceso circular, que se mantiene
a sí
iar r e atizar r f á,'i,.,"
J.'
"
_
traliza' la ansiedad
""a,
anticipatori".;;
;", propio, ,¿r-irror, Frankl (r9s5) sugiere que un deseo y un temor
sobre el
incompatibles' cuando l, p..ro.,"
.mismo objetivo conductual son
;;;^p^'d.
de permanecer
despierto, se evira t"-o.'d";;;;;rre,
"¡;;,;;i;;r""
pe.mitiendo
el
comie
nzo delsueño.
"l
Aunque la expricació"
d. Fr;Ii'l.u." h ;il;;i"" j; l; ,o es imporranre
para comprender su papel en er rrarami"nto
d" lo, ;;;;;",
de ansiedad, se
han propue$o pr"r'o, ie vista
19g6)
que mantie"ii"*i'o,,rpri-"s.lrr"r,
nen un uso potenciar para esta área
de probrüm;r';;;;"1"r.'pl,
.i;;i;,
Ascher (1989) ha pro.puesro que ra
riteátura ,"b;" ;i';;;.""r"-i.,.,,o
nal (Lang, 1977;Rachman, ligo¡ prr"J.
"-o.io_
proporcionar un camino para
mejo_
rar la eficacia de la Ip con los ,."r1,.."",
de ansiedad.
'h'l inrentt-r mas comprehensivo pr.",."pri.". ro"-.rr.ques
paradójicos se
describe en un artículo de o-"r
Ér,"
riqgi¡.
..rrii.r"
l*s
hipótesis arter_
narivas para explicar ra eficaci"
d. j;; ¿ni9"., n.rJJ¡."rr
concepto logo_
terapéutico de Frankl sobre ra
"r
ansiedad anticipatori., i, ,"p"rición
del doble
vínculo asociada con la reoría d"
,;;;;;
I.,
;'Jffi"j,.
aprendizaje
la inhibición condicionadi.^:tl;,"b-go,
de
.,i.,gun" d.;.r;;iipot.ri, aclara
modus operandi de ra paradoja terapéutlr.n
el
omer p resenta un a h ipóíesir rlp..i..t.r, ,ód^ rr, "r.u"r* de psicoterapia.
iu" J.r.,l_ffi
zación del síntoma,. Se.,úasa
.. q;.;i,entiende qr;;;;a ; " desco'te*tuali_
procedimiento
ti::'":?.^
J'
v
"1,:;';;;-'"r 'o,.o -""r""ado normarmen-
".
";,TiTil;rlllil;il:1::
fiTliTff
iJ|i:i[';,i"?i.l
i*;id:riir-'#:#ti,.j"t':[].'"*rllí1'r':".ür*::
üffi
.r, in, ;;;
", " ; ; ;l ;';;' q * TJ il :, ili,:J:il:.o1::." I,ñT: n
T,i:
del paciente.
o
concluyg que r" u".i"ur" la que
se puede atribuir el".,:
cambio
conductual puede s".'"r
" tb;.tiá
.""i.r.t"
i. J..",exro normal,
en vez de la instrucción"part"r "-1"
iaradójic;.
El empleo de la intención paradójica en terapia de
T,a exposición de
señala Seltzer (1986),
cond.ucta
259
omer presenta una serie de problemas. primero, como
omer no considera la paradoja terapéutica tal como la
conceptualiz n y emplean una variedad de enfoques psicoierapéuticos, incluyendo el psicoanálisis, la gestalt y los métodos basados en las filosofías orientales (p.ej., 'W'atts, 1961). Segundo, no se da siempre el caso de que se prescriba el síntoma de una forma separada del contexto (es decir, di un modo
"descontextualizado") y, aplicando la hipótesis de omer en esos casos, a
yeces se requiere una extensión poco realista, produciendo resultados artificiales. Tercero, es perfectamente posible aplicar su principio a procedimientos
no paradójicos. Por ejemplo, la acción de quejarse represenra .r.r ."rgo central
de los problemas de muchos pacientes. Cuando los pacientes manifiestan esas
conductas ante Carl Rogers o Albert Ellis, o simplemente a cualquier otro
terapeuta, el contexto será muy di
diferente de aquél al que se han habituado.
Es decir, la reacción del terapeuta representará
representara un contraste
cotttiart. srgnrtrc
significativo con
respecto a las respuestas que los pacientes provocan ro.-"I-ente en los
amigos, familiares y otras personas conocidas. En la medida en que el conc.epto de omer se pueda aplicar, de forma similar, a procedimientos paradójicos y no paradójicos, sin diferenciarlos, se vuelve menos útil para explicar
la eficacia de la paradoja terapéutica.
. otros investigadores han propuesro, igualmente, hipótesis incluyentes que
intentan explicar el área enrera de la paradoja terapéutiia (p.ej., Seltzer, 19fi6).
cada_ hipótesis se fuerza,para que llegue a abaicar t"nó qu", al igual que
sucedía con omer, se aplica ranro a los procedimienros paiadójicos".o-ó
los.no paradójicos
explicar las aparentemenre características singulares"
-sin
de los primeros. En esre caso, la posición de Deli (19g6) ofrece cierta"ayuda,
ya que él sugiere que la paradoja no es una clasificación natural, sinó más
bien el resultado materializado del conflicto que existe enrre nuesrras teorías
sobre el cambio de conducta por la terapia y 1os cambios clínicos que no las
confirman' Cuando nuestras teorías sean reorganizadas para dar cabida a esos
datos, no habrá necesidad del término .paraáoja,, prr"rto que los aconrecimientos que lleven esta etiqueta se incorporarán,
.r" -o-arrto, a una
"r
teoría comprehensiva.
Quizás,.la hipótesis más influyente sobre la paradoja terapéutica sea el
postulado del "doble vínculoo, que se asocia .on i" t"ori^ de siitemas. Dicha
hipótesis.se. atribuye a Bareson (Bateson y cols., 1956), que se dedicó al
estudio de las familias de individuos diagnosticados corno esquizofrénicos.
En contra de las hipótesis intrapsíquicas dominanres en esa época, Bareson
y co-ls. (1956) se centraron en la comunicación interpersonal perturbada, como
un factor importante. e.n la generación y manteniÁiento de la patología. En
pocas palabras, el
"doble vínculo patógeno, se refiere a una comunicación
en la que se presentan simultáneamente mensajes mutuamente incompatibles.
Aunque parecido en muchos aspecros al doble vínculo patógeno, ei
"doble
L. Micbael
Ascher
y Marjorie L. Hatcb
vínculo rerapéurico> se desarrolra y administra
con el objetivo de producir
un cambio conductuar adaptativo (vatzrawick,
B;;;;iJJno,r,
1967). Aun_
que los dos dobles vínculos ,r,,".ior.,
ñ;;
variedad
municaciones, el dobre víncuro terapéutico
""pri.i.';" .o.o guíade co_
,.
h;;;l.Jo
en ra
fomulación v administración de p."'..ái-i"",.,
;;;;;;;l;,
paradójicos.
otro concepro- inreresante, p.oveniente a" l, ,.i.á á.
,
,irt.-.s, es un
método para clasificar las comu.ri.a.ione,
trasformaci."rl., en aque¡as rela_
cionadas con un cambio de__.primer ord.rr,t ;;;il* ,so.i"d", con un
cambio de
"ssgu¡do.orden, (vatzlawick, ltr""ril"rri; il.;, D74).Basadas,
en cierta medida, ...1,**::r:,0: t-".r tip",
iogi.o;Nuhffi; y Russell, lgto),
las operaciones de primer orden tienen
lugi d"nir;;;l;;;"glas der sistemá,
mrentras que los procesos de segundo o.din
uiolr., l"r-r"gi", a.r sistema. Las
soluciones de segundo orden i u.n a
menudo, d"rd" ?"n,ro del sistema,
como impredecibles, asombrosas y sorprendenr;r;
;;;; que no se basan
necesariamenre en las regras y supásiciones
de
,ilr.-".
pértica represenra .rn" .át"gó.ía ie las ,ol.r.iorr.,
"r. ;;:;;;;;"La paradoja tera_
orden.
En el rraramienro der insomnio,. por ejemplo,
r;;il;;"
contrasrar
las
operaciones de primer.y segundo o.dá..ror
pá..ai-ii"r.rde
primer
orden
incluyen el enseñar al indiüduo alguna
.1"r. á" ,é;il;';;l
ajaciónque tiene
que practicar a la hora de irse al" ."-"
o el recetar ,rr, ,"¿rrr,.. por otra
parte, el instruir a la,persona para que
permanezca despierta toda ra noche,
como es el caso de la tp,..r rn" op..".iOn
d" r.gonJl'o¿"r,, puesro que
viola muchas de las suposicioner d.i
f".i.rrt. ,obr'. ñ".rioq,res psicotera_
péuticos para el tr"tr-i"r,to del insomnio.
n7
VI.
METODO Y VARIACIONES
-ri
in
uno de los factores,más influyenres
es Ia relación entre
.ra.rp
denominado .ansiedad.
y un
que. determinan
la eficacia de la técnica
d.l pr;;i;;, i"i'or.r"nre que se ha
"rp..rá
r..urr"'á
iAr;;r:'19;;;ft;"i, Schotte, tsBT).
El empleo de ese término r" b"r".;-i;,
obr.*".ion.r'¿-. ar.rrer de ro que
otros
han denominado el
"sggur¿. ,"_o., (Veekes, 1976), "fobia a la an_
siedad" (Ascher, tggo), *-i"áo
,.r,". Ti:)g, 6r"ü ígzz, co*stein y
chambless, I97g) v..sensibilidad ", r"
anri.a"a,
Frankl (r955)
rt primero quá describ; il";;il"-"r,r" elli"rrr','iiar¡
fenómeno,
1-:
asociado
a sus
prrmeros informes sobre la rc y l7
ansiedad
La ansiedad recurrenre se iefiere
";;;;;;;."'
ra gente
sobre las consecuencias de r,.rr .""..io"!,
"r -"I"rt".
G';.rimenta
a" ,.'.or.
E, ;;;ir, ros individuos
afectados se p,reocupan de q""'J;;:].i"a.""p.r,-.;;iln
el presente al_
cance un nivel en el que, se imaginan,
p..a".-a', .i;;;
,. ."0o., d,rán
],
a
_Í(
-t
I'
I
r
El empleo de la intención paradójica en terapia
de conducta
261
consecuencias desastrosas. La catástrofe
hipotetizada puede ser de una natu_
raleza que constituya una amenaza par"
lá,ti¿"
p"r"a a cardíaca,
una pérdida de la consciencia, una incapacidad tp.;i,*urr"
p;;;;pi;
ar o para tragar) o
puede ser el remor a oerder el conrrol':"b;il.'r-;;;í;,
físicos o psicoró_
gicos (p.ej',
el vómito, ra incontinencia, er .-brr.rlürr.
nJr"rr¿o, er .vsly.rr.
;;;;;;;;;;
,"" componenres
loco") o quizás la manifesta.io.r inoc.r" d.
naturales de la actividad simpárica (p.ej.,
sonrojarse, ,,.rd"., temblar, un aumenro en la actividad cardíaca y respirátoria).
Puesto que parece que la arrried"d ,ecurrente
se manifiesta constantemente
en los pacientes con agorafobia, se considera,
a veces, que está asociado
exclusivamenre con ese rrasrorno (Reiss, p"t"rso.r,
Gr;J; y McNally, 1gg6).
Sin embargo' no parece ser ésre ."ro. p;;
;,"-p1.,
i"'."r¡.aad recurrenre
está presente, frecuenremente, en"ilos
probl.-". ¿'" l" .."¿"..ijrr,6;;i;i:
menre cuando se trara
9" ,Í":1"r,-puenres, arascos de tráfico o autopistas con
problemas en el peaje. Los
individ.ro, .rryo malesrar r"..rrr." en los
sínromas
"rrn
de ansiedad, per se, son propensos a ser
af..r;J;;;;;
.o*porrenre
recurrente' al igual qrr" rrr..á" con las personas
cuyo iroblema presente imprica
alguna variante de la ansiedad sociar. o"
h".ioi ;;;;i;;;;res de un proceso
similar a la ansied¿g
ranto en .i osrr¿-tr como
::rl**re.aparecen
su
forma revisada (DSM-tI-R).
El siguiente párrafo ,p.r.*-.o-o parte en
de
ra
descripción de la fobia ,oái"l (3oo:23).
se presenta una,m1ryada aysiedad anticipatoria
si ra persona se ve enfrentada con la necesidad de ent/ar en ra situacia" ,orat
¡íilro y eaita normar_
mente dichas situaciones. De manera mey9l_frecwr"rr,i)'
j-rrrono se
fuerza a
s.í misma pa.ra.aguantar la situación
sociar fóbiro, pr:ro'rr'-ríprrr*rrta con una
intensa ansiedad. Normarmente, Ia.personltgme
que ros otros puedan d.etectar
señales de ansiedad en la sitwació) sociar
fób;r;. i;";i,r)", ,rro, wn círcuro
aicioso en el cual el rcmor irracional grrrí, ansiedad
qlur-o w rsez deteriore
la actuación, dnrnentAndo así lo *otTroción para ,r¡tl)rk situación fóbica.
La persona reconoce siempre que su temor^es excesiao
o poco razonable (Ame_
rican Psychiatric Associaiion, 19g7, pp. 241_242).
Los problemas, que pueden no ser clasificados
como rrastornos de ansie_
dad' pero que pueden tener variaciones
basad",
l"-"irl.á"a, también pueden estar asociados con ra ansiedad *.rrr"nr". ".r
por ejempro, Ascher (19g5)
informó de esto en casos de insomnio de inicia.rá"
á.i"í"eño y Masters y
Johnson (1.970) describieron una dinámica ,i-il". .r, ;;;;"
con ra disfun_
ción sexual. Aunque.se da siempre_.n l"
te no se encuentra
"gor"áu*,^i"-""riedad recurren_
.siempre en cualquier trastorno de ansiedad o .r, .,,r"i_
quier problema de base ansióg".rr. po. otra parte,
casos en los que la an_
262
L. Micbael
Ascber
y Marjorie L. Hatcb
siedad recurrente es un factor de complicación se
presentan en, virtualmen_
t9, todas las categorías de rrasro*o, de ansiedad i. pr.il.mas
de base an_
slogena.
"
Ascher (1989,1990) ha hipotetizado que la Ip (entre orros procedimientos
.basado.s
en la exposición) .. ,rn componente necesario de un programa
de
tratamiento cuando
presente la ansiedad recurrente y puede no tener uti_
-se
lidad
puede ser perjudicial- cuando la ansieáaá ,".rrrr".rre no
for-incluso
p"r*
del perfil de ansiedad. si esta hipótesis es correcta, y d"to, pr.lil:
mrnares.
pafecen apoyarla (Ascher, lgg4, 1gg5; Ascher y Schoire, 1gg7j,
entonces la determinación del estatus del
con
,.rp".ro
graá'o
i,
-individuo
recurrencia tendría importantes implicaciones
para
t."tr-i.nto. ^lSii embar"l
go,
ls normal que el componente de ansied"d' ,...rrr.rrte pueda estar oculto
pgr.lgr aspe*os más prominentes del problema pr.r"rr,.,'d"r;;;i;, ;ñ;,
iniciales de la terapia y, a veces, a lo largo de toáo
.rlro d"l tr"ta*i"riro.
"l
De este modo, una persona
rr.r
prJbl.-a
específico
d. b*; ;"rióg.;;
.conclaustrofobil- cgmplicada
por.rn
.o-porrente
de
ansiedad
1."..,r?"rr-p.ej.,
te, podría ser indistinguible inicialÁente de r'rn irrdirrid,ro
claustr;¡;at* q*
no esrá afectado por facrores de ansiedad recurrente. Aunque
.l
la desensibilización sistemática_ por medio de la imagi;".i¿",
con"-pl.o-J.
er último
pacienre, dará como rezultado la desaparición del
ióbi.o,
-"Érr".
ciría normalmente resultados satisfaciorios en el ..ro d. .rrr"
". pr.J"_
estuviese complicada por un elemento recurrente.
".rofoua lr.
fin de ayudar al lector a comprender- el proceso recurrenre, puede
9g," "l
ser,útil contrastar
pacientes que poseen Ln nivel .líni.a-e.rte significátir,o
á.
malestar, que está asociado..tr,
complejo .rri-"il, ,-bi;;;i
;;";;;
"lgri., ,e.rri.e.rr",
encuenrra complicado por la ansiedad
con pacientes que íi".r"r, el
mismo problema pero que no han mostrado
recurrente. por
"l "1"á".rro
e¡'emplo, la gente. que informa de una fobia simpl.
, rr"ur". en público va a
evitar las rareas de hablar en público siempre qrr. ,".
f.riur", l"ri.rp"ra r"
ansiedad cuando sea necesario hablar
púÉli.o, ,.'"*'".r,ra incómoda
"rrr. "l
durante la charla, esp€ra. con impaciencia
y ;"p.ri;";;"
g.r., alivio con
la terminación de la iharla. Los
"r,
óo.,
fobi"
habrar
iacient",
en público, que
se acompaña de un elemento ,e-,rrrerrt., experimentan
" todo eso
y más. La
preocupación añadida es la hipotetizadapérdida de control
1",
| "*b".azosas
circunsrancias que siguen a los niveles máximos de
ansieiad p.,
.r"-;i;;
esos..individuos podrían temer que
vez que se encuentran frente al
público- la ansiedad con la qrrÉ -una su charla aumente
y sea incapacitante' Temen es,"r durant" .rn"-p"raron
latgo período d" ti"-fo paralizados en
silencio, ante el grupo, o,vomitar,
q"ia". .orr,-l J.'if
o el intes_
tino. Algunos remen embarullarse 9hablando"t ,i-pi;;;;
""¡ig"
sonrojarse o su_
dar. otros están seguros. de_ que, en la mitad" d. ,; ;i;;;ü,s., ansiedad hará
que se marchen corriendo de la sala. Duranre el período
qrr" pr"..d" , lo,
I
$
I
rl
El empleo
d.e
la intención parad.ójica en terdpia de conducta
263
aconrecimienros de hablar en público, estos
individuos experimentan ansie_
dad anticip ator;a y, como parece ser el caso
con la mayoría de aquellos que
manlflestan ansiedad recurrente, se centran
en un aspecro específico de la
actividad simpática.
. Erll respuesra adquiere la propiedad de indicar que se encuenrran en una
situación peligrosa y qr. tienen párenciarm"",.
.i.iJ.g""á" p"rd.. el control;
esto se convierte en,e1 problema presente o,
por ro"-er,rr, en un aspecto
central de dicho problema. De esü mod9, lár'.ii"*.]'qu.
u"rrd"n a sudar
cuando se encuentran en una situacióL
estrés, pu.d"., notar que sudan
Í. Ei;;á;;
ligeramente cuand.o van a habrar en público.
; inrerpretación de
ello y su inrenro fracasado de co'trol"rro, sirrre
p;;;';;""tar
er comprejo
total de la actividad simpática que llevó i..o.,d',.rlr,
á"-r"¿",
inicial.
Esto,
"
por supuesto, da como resultadó un aumento
clel sudor de-un modo circular,
un modo que se manriene a sí mismo. se escogió
;o; etiqueta para esre
proceso el término <recurrenre,, (orecursia
¿lul¿o
;';r" las definiciones
de-recurrencia (recursion), ,,1¿ deierminación"l
de urr" ,.rJri¿n de elemenros
la_manipulación de uno o *e,
!.:.1_p"r
¿M;;;i;;
1977' p'?67) V de recurrente (recursiz.te), "1.-.r,r;;;;;;."r.r,;
uconsrir.ryi.rdo ,rn procedimiento
que puede reperirse a sí mismo indefiniáam.",.
o í""" !r" ," satisfaga una
condic.ión específica" (Merriam, 1977, p.967),
resartan esta dinámica.
Independientemenre de cuál p.t"d" ser er'.o.rt.rriáo
.desasrrosa
irri.i"r, la base de la
consecuencia.ripotetizada es normarmen ," t^
,r^r¡r^ción de alguna
conducra que puede recibii una evaluació"
,;;;i;;;;i";:i^atención podría
centrarse en la conducta normalmente asociada
."i t" á"r"o.ou".ls¡ _¡6¡
eiemplo,.las respuestas que provienen de rrasrorn";
;.;;;Ér,;ffi;T:
los narcóticos o la dep."den.ia excesiva del
alcohoi. ir"-.-u".go, incluso la
conducta que normalmente se considera inocua
o ,o.i"i-"rrte neutral (p..r.,
una parada cardíaca,.un araque fulminante,
r, pJ.áiJ" á" i" .orr.i.rrcia debido
a una enfermedad, la actividad observauí" ¿ii
;;;; ,i.*ioro simpático)
puede ser inrerpretada por el individuo d.
preocupa_
F -¡;;;;;;.".r"
ciones sobre la evaluación sociar negativa. por
.j";ol"],-;"a
psicóroga pen_
saba que si se indispusiera duranre írr"
,"ri¿n y irrri.r" qr. p"di, disculpas
para ir al cua*o de baño, er paciente
con el qr.i;bi;;"
que la psicóloga se había ido plrq.r. r;^;;,.aba
"i"a. interactuando
demasiado
119:,ltr"
nervrosa para seguir allí.
Los individuos que manifiestan ansiedad recurrenre
manrienen una eleva_
da consideración, ptco realist", h".i"-i"s
opiniones d" i;;l.*ás, junto con
la propensión hacia la baja
un, débir confia nza enuno mismo.
"urá.r,ir*-y
De hecho' es la desaprobación
predicha d" ra, ;6;;;nas
significativas
Io que p."r9.9 formai el núcleo
'*gJ^;r^ er torbellino
d"l
.r;i;
"k"J"áo,afectadbs
de la ansiedad recurrente. Los individuos
,yp9.,"T-q,re son el objeto
de una vigilancia detailada y continua por
parre d" ro, demás y le dan a
264
L. Michael Ascber y Marjorie L. Hatch
algunas de sus propias conduchs una cantidad desproporcionada
de signifi_
cado social.
Para resumir, el componente de ansiedad recurrente
se compone de dos
facrores básicos. El primero subraya la actividad
del sistema nervioso simpá_
tico en un Proceso.circular que se mantiene a sí mismo. i"
.-.rr"za consiste
en forzar a los individuos a-soportar elevados niveles-de
y d, ;¿;_
dida de control. La experiencia totar impricada
"rrri.d"d
.l
Jrrr.
cuenra de esta
""
desagradable respuesta fisiológica y ,.,
incapacid
ad, para*"";rr;;i
"p"r..rte
control, sólo sirven p"."
la ansiedad. L-a'p**p.i¿" d"
-"ybr",
"rr-".rtá.
niveles de ansiedad sirve para
aumentar cada uno d. io, .o'-po.r..rres físicos
de la activación simpátici, incluyendo aquello, qr. ¡;;.i;"""
de forma es_
pecífica como señales de peligro. El reconocimiáto
d. r" .l"rr"á" .'*-ü
de las señales de peligro á" á-o resultado un aumenro-d.
r" ;;ri;:;';;:
neral.. Fl segundo factor detalla ra naaxalez d"l
J"r"rt . qu" p."dice la señal
d.e peligro. Es decir, con los niveres elevados
J" ;;ri;;;;Lp.ri-.r,rados en
situaciones sociales difíciles, los individ,,o, ,"*.rrñ;¿; el control de su
conducta y manifestar una conducta inapropiada, a"irao
.o-o resuhado una
evaluación social negariva, que conducire áf..tÁ
gn"r^lir^aos de deterioro
"
sobre sus vidas,
pr"r*te y en el futuro.
".t
"l
La presencia de un componente de ansiedad recurrente
sugiere importantes. implicaciones. para.la.cómposición del program"
¿" ir"i"-iento de cual_
quier rrasrorno de ansiedad. oproblema *1 b""r.
Algo básico es
su.hipotetizada relación íntima con la ansiedad social.
".rriog"rrr.
ti."'gr"r, parte de los
individuos.que acuden a psicoterapia padecen .i"r,"
ansiedad inter_
personal' Sin embargo, etr l" mayóría ie los ."ro,
"i""i*de
1p.";., r"üi", simples), esto
puede ignorarse, al menos iniciaimente, a cambio
¿; ;" atención focalizad.a
en el,problema presente. por el contrario, l"
J;'r" comprejo de
ansiedad recurrente sugiere normalmente un nivel
"p"ri.io'
clínicamente significativo
de ansiedad social, que tiene que considerarse ;;;;;;ponenre
funda_
mental.del perfil clínic.o
._"4gyier programa completo de tratamienro conductual. En un artículo "l
de Heiie y'noikorr.l
describen
un fenómeno. paradójico, la a.rsiedad inducida rilge"i"ll,r,o..,
ií
J",l.ior,,
cuya dinámica es descrita como similar a la ansiedad ,"..irr".r*. -^-'La dificultad para diferenciar la. presencia o ausencia
de este componenre
continúa, incluso aunque algunos inventarios (chambless,
b"tr"g".
y Bright, 1984; Reiss.y..9ñ., 1986) se h¿y"" a"r"rr;ii;á.c"p.rro,
específicamente
para identificar Ia ansiedad ,"..rrr"ír.. Ello se
J"u. q"."esros inventarios
se fían mucho de la autoobservación de la
experi.".i""rüiJigi.a d" la ansie_
dad, excluyendo las cuesriones de fobia ,o.iri(Ar.t;;,
i;éó1. o" esre modo,
la entrevista clínica- (incluyendo el análisis co.rdu.t.ral¡
rigrr"-íi.rrdo el método
más eficaz,para identificar la existencia de un
.i;;;:;-;currenre en un
trasrorno de ansiedad o en un problema de base ,"ró;;;r.
cu.rtio.r., p.r_
ñ;
El empleo de la intención paradójica en terdpia de
f
r*
$
conducta
265
tinentes en las que concentrarse incluyen las siguientes:
¿eué cambios cuapiensa el paciente.que tendrán lugar, táto en rn piopi. experiencia
fi,lrt:::
fisiológica como en la conducra observable por los demás, .orrior¡.,.^"umenra
su nivel de ansiedad? ¿Piensa el paciente que la pérdida de control es una
posibilidad y, si esto es sí, cuáles serían lai.ar".ie.ísticas de este proceso?
¿Piensa el paciente que la gente puede decirle que se esrá poniendo nervioso
y, si esto es así, cuáles serían sus pensamientos asociados? Cuando experi-"lt ansiedad, ¿se concentra el paciente en un aspecro específico áe la
actividad simpática y, si esro es así, cuál es el significado de esta reacción
para él? Independienremenre de cómo se describai lr, .orrr.cuencias desastrosas' ¿hay preocupaciones significativas sobre la posibilidad de una evaluación social negativa por parre de los observadoris? La información sobre
éstas y otras cuestiones relacionadas puede ayudar a desarrollar una imagen
clara del carácter de la complicación i..rrrr.rrt., si existiera.
Los pro_cedimientos paradójicos se han empleando normalmenre como
una capacidad secundaria para facilitar la cooperación de los pacientes con
objetivos terapéutico.s (n.ei., veeks_y L'Abatej 1ggz). Aunque io, ,"r"p"rr*
de conducta han utilizado también la paradoja de esta
-"né." b."j., Ar.h"r,
1980; Dowd y Milne, 1986), han empleado, de forma más caraiterística, las
técnicas paradójicas como técnicas utilizadas con los rrasrornos de ansiedad
problemas de base ansiógena (p..j., disfunciones sexuales, insomnio
{deo-trgf
iniciación del sueño). Este
dé la Ip como el tratamienro conductual
preferido para los problemas "-pleo
complicados por la ansiedad recurrente será la
base de la siguiente discusión sobie la prr.rt, en práctica.
La IP requiere dos cosas del paciente ansioso: renunciar al control sobre
la ansiedad y engrandecer los temidos resultados que atribuy e a la misma.
Estas so.n empresas bastante difíciles, po-r lo qrr" ,rrr" parte viial del procedimiento implica una exrensa. explicación de la áinámica del problema pr"r.rrr.
v de.la.manera en qug puede ser útil un programa d" tr"t"-iento organizado
alrededor de la tp. El material q.re sig.té fué sacado de un caso de "rrr, .rt.rdiante licenciado, soltero,. de 2i años, que se presentó con una depresión a
causa del abandono inminente de su novia. pronto se hizo aparente que
estaba preocupado porque pensaba que sería incapaz de conocer a otras mujeres, debido a una incapacidad p".i
o -"rrtener inreracciones. En
"-p.r",
esas situaciones, se sonrojaría, r,,
-e.tté se quedaría oen blancoo y no le
saldrían las palabras. Era evidente que la ansiedad social jugaba rr., i-po.t"nt"
papel. F.n el siguienre exrracto de [a tercera sesión, p".i""rrt. se había dado
"l en é1, pero no estaba
cuenta d.e que_ veía a las mujeres buscando la perfección
preparado todavía para abandonar su posición poco realist". Ér, esre punro,
la area del.ter.apeuta (rrarH)
-orti.rd. q.té manera la ansiedad á"1 p"ciente era similar, y también "r"
diferente, a la dé otros hombres inreresados en
conocer a otras mujeres y unir las experiencias del paciente y el concepto de
L. Michael
Ascher
7 Marjorie L. Hatcb
ansiedad recurrente. [Los detalles der caso, palabra por
palabra, se emprean
para propósitos ilustrativos y se han hecho ÁodificaciorrÉ,
p"." ocultar cual_
quier aspecro que identifique al individuo y para enfatizar l"'irrfo.*".ión
más
relevante, mientras qrr" s" abrevia .l
menos t-fo""",".]
-"t.ri"r
P:
T:
Hemos llegado a la co¡clusión_de que siempre exisre alguna
amenaza d,e
rechazo en una situación social. y qu-e .rp".", más de"tí
mismo que lo
que esperan los demás
pérfección y perfección significa una
-esperas
tranquilidad total. Y esto
ei sólo una ilusión,'urr. -".rrira" que estás
viviendo, porque en realidad no estás roralmenre tra.rquilo.
¿Qué pasa
con orros hombres?, te.puedes preguntar. creo que lá *"yo.i-"
a¿ lo,
hombres se sienten nerviósos ."""dó se presentan a una
atractiva,,
-rrj".
pero son capaces de ir más allá con el fin de seguir con la
conversación.
Tú, también, te pones nervioso' pero ro qrr. .r"dif"rente con
respecro a
tí es que te centras en los sentimientor y vez de ir más
porr.,
".r
las cosas peor- Das a la ansiedad un significado
"lla,
qre
las otras
personas no dan' Niveles de ansiedad bajos, incluso
"rp".;.i,o.,
normales en esta clase de situaciones, p".á lo que tú -oá.r"dor,
h".., sacar la
ansiedad del contexto y ororgarla un lugar erp".i"l en
tu cabez",a. En vez
"e
de cenrrarre en ru actuación in'oerri, ód" l"' .";;g;;;;
;ii", esrás ocu_
pado analizando e intentando reducir tu ansiedad "e intentando
prr".",
"i¡¡¡p¿5i!1g". No es extraño que no puedas continuar con la conversación.
¿Ci-g.sabes que la mujer no. está^pensando, ..Oye, q.re Ái.o tan esti_
rado. Si-quiere una cita conmigo pri-"- ,e terrdrá
q.1" ,."rrq., tlizar,?
Bueno, hablemos sobre eso. E" piimer lugar, drd"
qr"
se haya
Í*:::._11,,1"
"ig"i"r,
.-r'o tú, qi,e r. h"y., ,o,rioj"do
.
p"."-", *estirádon. y respecto a;í;
tu
q.,. fr"r", una especie de autómata emo-
lgyj"-".,r" qr.^
haya expresado manifiesramente
novia anterior, ¿parecía esperar
clonamente neutral?
P: Bueno, no. De hecho siempre me decía
que le gustaban los hombres que
podían ser 'reales.' y -ottr"b"n cómo ,"
sintiendo interiorme.rte.
"rt"b"i que los hombres
T: Acremas' como dr.¡e antes, es totalmente normal
se sien_
tan así en esta clase de situaciones. Seguramenta, rr,
..r,rj.r", ,ro t.
girán más a tí que a otra persona.
""i¿eie piens"r'rob."
P: sí, supongo que sí. Pero n_unca pi""io
"íloi
que otros chicos se sientan del
mismo modo que yo-cuando estóy en la situación.
T: I ampoco piensas de forma realista sobre lo que
piensa la mujer a la que
te estás.presentando. La mayoría de las personas están
bastante dentro
de sí mismas e incluso .rr".ráo les estás hablando
;.;;;" vigilando
";
para buscar señales
l:::ll::l"nte Apuesro
{..qy. estás sudando o que comeres
t:!t::::g!ae.
a.que ru ansiedad no es lo suficientemenre gran_
de como para que los demás se enteren de cómo te
estás si.rtiendo,
El empleo de la intención paradójica
en terapia de
conducta
267
incluso aunque pienses que sí se esrán
dando cuenta. De cuarquier manera' incluso si la mujer con l" qu"
estuvieras hablando se diera cuenta
de alguna señaf,como un ligero iln.ojo,
,ro lo
,r.."r"riamente
a la ansiedad.,Hay explicaci"i,on.r
"rriuuirí"
caror, que está
muy interesado por
Lo "tr".ir"r¡*r;ü';t;.s
que estoy queri"rrdo d..i, ;
"lla,
"tc.
;;;;;
explicaciones altérnativas para ras óosas.
¿Íi.n" ,"rriido para tíro que te
estoy diciendo ?
P: Sí, pero quiero saber qué hacer la próxima vez
que conozca a arguien
que me atraiga.
T: Muy bien, réprr".-o, una supuesta situación. Imagina
que ra próxima
sema.na' después de tu clase de Geografía,
te fijas en una chica de la clase
a quién admiras, de pie en el pasilio, d;";;;"
u.r*.ig"rrillo. euieres
hablar con ella,-pe.o te das..r".rr" á"
q".;".rrel^rorrro;rrrdo y notas
una sensación de tensión en el estóm"g".
Aho."-.".,r..á. qrr"'t*,
hablado sobre cómo, cuando u.ra p"rro.ra
se enfrenta con una situación
peligrosa, se producen cierros ,írr'toma,
fisiológicos; y que esto puede
cuando el peligro supone una amenaza
parala vida, pero
lt:t
no sr
-1d'p'"tivo
supone una amenaza para tu estilo de vida.
confárme te das cuen_
tas de más señares de activación, empieza,
más ner_
vioso y tienes dificurtades para concenrrarre
";;";'."d",r.,
e., lo que está diciendo la
chica sobre las otras,.l"r", que- tiene este
año. Esto h".. q.r. te preocupes, "¿eué voy a decir cuindo eila deje
de t;úi";iN. he oído una
palabra.de lo que ha dicho,. Empiezas
frnrrr.". l,.re ella se marchará
corriendo y les dirá a todas r"r .tr¡.rr a"
" ; ;r; r]l.t-"ro
que eres.
Y así sucesivamenre, hasta que te hayas convencido
qie
acabarás siendo
un soltero solitario, desamparado.
P: Pienso que no es dive*ido
había pensado en esa posib'idad.
T: Te creo. Así que' analizemos-'a
ár"
,.
a
mujer,
"r...r". cuando
te das cuenra de que estás algo sonrojado.
".Jr..,de esa
ii;;r;;;;os
esos
pensamientos. Además de las sen"saciones
corporales asociadas con la ansie_
dad, los pensamientos son b"rt"rrt. ."asperantes.
tu ansiedad. ¿eué sucede cuando aumenta tu De modo que aumenta
ansiedad?
n
que me sonrojo y sudo más.
:,I : lupongo
l'or lo menos piensas que esto es lo que está pasando.
En cualquier caso,
real o imaginado, el sonrojarr. y ,ui".
-¿r'Jr-.oio"r.rult"do
un au_
menro de la ansiedrg qy" ,iru. p"r,
sonrojarre y sudar aún más. Esto
se convierte en un círculo vicioso.
Fi"d;;;;;,-lJ ;;;;;-es es ponerte
ran nervioso que pierdas el contror
y hagas
;ü;-b"r"roro, como
el salir corriendo en mitad de una Írrr"l "k;
Err""r.-oí
er conrror
du¡ante. Ia presencia de artos niveles
"-f"ra", en
de ansiedad se enc'uentra
ra base
del problema' Puesto que piensas que puedes
evitarlo si mantuvieses el
control sobre tu ansied-ad.
L--illlill,i,i'
L. Michael
Ascber
y Marjorie L.
P: Lo que más temo es perder el control. Tienes razóncuando
es el aspecto que más me asusta.
Hatch
dices que
Anres de describir el programa de rraramienro,
se le_proporcionó ar pa-
cienre información para ayud*arle a comprend.,
,l
era necesario incorporar su probrema a u.n sistema
prJtJ-". al hacer esro,
á-f..1o, que fuese con_
; ñr"d.;Íüi. ti.rr¿" a ser mo_
gruenre con la rp. L" cond.rcta inexplicable
lesta; una explicación de ra.condu*" probl"-irii.-á"i'pr.i.nre,
que le pa_
rezca razonable, alivia esra fuente de ansiedad.
Así, en ii";"-piu';.;;;,
la suposición del paciente de que la
-"j; q;;.;;;;
de ér que esté
totalmente. tranquilo, incluso
,r"
situaclón que puede ""f"."
producir
un rechazo
o la humillación, se compara ".r
con ra posibilidai
,;;;;;tl.
¿"
que
supon_
ga que está nervioro,-pgr9 que, sin embargo, -á',
es capaz J.-".rrr", adecuada_
menre. La activación fisiológica que experiáenta
6;i.; ñrojr.r., ,ra"4 ,.
explica en el contexto. de prirorr* .ror-"1.,
a. t"'i.iirr".iá., rr,.r-"rra, de los
que normalmente se da más cuenra el sujeto
qr" l;; ;;;;. De una manera
similar, su arención sobre el conrrol d" i, ,rrli.a;,
;;;
de atender a la
eficacia de su acruación, se enfatizó y se comparó
con la conducta de apro_
ximación seguida por sus compañerás gue,. aunque
experimentan ansiedad,
lo ven como una respuesta ,ror-"1 y aceptable
l" Iii"l.iorr.
Además de aumentar, generalmár., L ,.""q"riia"a"pJ.
"rir.
*"ar" de ra ex_
plicación, la introducción "prepara al clie.rte
para una Ip en vivo, al inrentar
neuralizar la ansiedad
con la pérdida d" ;;;;r;i^y con sus desas_
trosas consecuencias. El"ro.irá"
rograr este-objeiivo es imporr*r" po, dos
razones:
l) estas preocupaciones mÁtienen ra cond.r.r" ¿"'"rli";;"t;;
;i."*.;T.i
problema presente v, si no se frenan, impedirán
terapéutico; y
2) cuanto más realei parezcan esros acontecimientos,';;í;
"i ;ñ;;r" dispuesto
sugerencias paradá,i.;;
"rt^iá
a las conse_
:].f^.,'^.:: f.-pl""ilas
cuencras
I
negatrvas.
;;
"r.i'"iirrr"
Una vez.9.ue se ha establecido que el paciente
ha entendido la relación
entre la ansiedad v el control, er énfasis d"
l" ,rgui"r,t"';;;. se dirigió a ra
explicación y aplióación de la ip. D.;;;;",
," uri-liró una situación hipotética
como base para introducir componenres i;p.;;r;;;;;l
;;;*r"_".
T:
Hablemos sobre la idea de <represenrar el
papeln. piensas que el sonro_
jarte da como resultado una ,ririOn
consi guiente, cuando re das ;"";;;
controlarlo haciendo algo. La forma d.^r.pr.r"rrr",
J'prp"f, es decir, las
estrategias que has empleado hasta ahora
ir" ,i¿o u"ío"r. ineficaces o
peor aún, han puesto ras cc_sas peor. Tu p"p;i;.-b;;
en reglas que
prenso son poco razonables. La más importanie
de ellas es que ál"rrráo,
niveles de ansiedad ilevarán a una pérdii;
;;i;;;;r;i;
consecuencias
;.";:XT'.:i/r'rffi fi ,:Tii;ri;:
"
El empleo
P:
T:
P:
T:
d.e
la intención paradójica en terapia de
cond.ucta
269
desastrosas. Esto es poco razonable, porque apostaría que nunca has
perdido el control y acruado de un modo realmente embarazoso en
situaciones como la que hemos estado hablando. ¿Tengo razón?
Bueno, supongo que nunca he perdido realmente el control, pero a veces
me he sentido casi insoportablemente nervioso.
Seguro, pero al igual que sucedió la última vez, finalmente te tranquilizaste. Pero que finalmente te serenes no significa mucho paratí, porque
estás seguro de que sólo fue por casualidad. La próxima vez, dices, no
tendrás tanta suerte y realmente estarás en un aprieto. Te digo que nunca
será un completo desastre, que siempre te detendrás antes de la humillación completa y que siempre te tranquilizarás. ¿Qué piensas de esto
ahora, cuando no estás especialmente nervioso?
Lo presentas de forma tan razonable que, bueno, pienso que tienes razón. Pero eso no me ayuda cuando estoy en una situación social.
te das cuenta de la insensatez de tu
Esto es parte del problema
-no
medio de la representación, por decirlo
papel cuando te encuentras en
de alguna manera. De modo que lo que tienes que hacer es demostrarte
a tí mismo que la regla de tu papel de que la ansiedad y la pérdida de
control están relacionadas no es correcta, incluso cuando te encuentras
muy nervioso. (Jna vez que hayas hecho esto, disminuirá la necesidad
de evitación y tendrá el efecto de modular tus experiencias de ansiedad.
fmás tarde durante la sesión]
Puesto que estás de acuerdo en intentar algo que podría ayudarte a
superar este problema, volvamos a la escena que abordamos la semana
pasada, pero con un final diferente. Te acercas a una mujer a la que estás
interesado en conocer mejor y empiezas a sonrojarte y a sudar. Al darte
cuenta de estas reacciones, te pones nervioso. Y, por supuesto, cuanto
más nervioso te pones más te sonrojas y más sudas. Luego, empiezan a
surgir pensamientos sobre el comportarte de forma embarazosa y el ser
humillado. Con el fin de evitar esta hipotetizada tragedia, llevas a cabo
conduchs de las que estás convencido te ayudarán a mantener el control
sobre esta ansiedad. Sin embargo, como ya he dicho, no puedes controlar la ansiedad directamente y los intentos para hacerlo sirven sólo para
agravar la situación. Por consiguiente, lo que sugiero es que
-cuando
te encuentres en una circunstancia similar a la que te describí anteriormente- abandones el control.
P: Espera un segundo. ¿Cómo puedo abandonar el control cuando dices
que no puedo mantenerlo?
T: Lo que estoy diciendo es que no ejerces un control directo sobre la
ansiedad, sino que actúas como si lo hicieras. Y al intentar reducir la
T:
270
L. Micbael Ascher y Marjorie L. Hatcb
ansiedad, ya que piensas que rienes el control sobre ella, realmente empeoras la situación. Esto es lo que vas a dejar de hacer.
creo que entiendo lo que dices, pero no estoy seguro de comprender
lo que quieres que haga.
T: Muy bien.
quiero que hagas cada vez que te acerques a una
-L9 -q".
P:
exactamente
P:
T:
P:
T:
P:
T:
mujer para'hablar con ella es que dejes que la ansiedad siga su curso sin
intentar influir sobre ella. cuando te des cuenra, justo antis de acercarre
a. ella, de
te estás poniendo algo nervioso, dare permiso para expe-que
rimentar la ansiedad. Déjate sonrojar y sudar. En ótras palabras, d^eja
que pase lo que-está.pasando. De hecho, lo que quiero q.ré h"g.r.r.qú.
intentes intensificar los sentimientos y los cambió. qrr" o.rrr."-tt ..r"ndo
te pones nervioso.
¡Intensificarlos! ¿Estás bromeando?
No. Puedo decirte que piensas que rus sínromas son físicamente dañinos
y que_la ansiedad es lo peor que podría pasar. Esto simplemenre no es
verdad y ranto en cuanto sigas pensando ésto continuarái sufriendo elevados niveles de ansiedad. cuando cambies estas <reglas>, entonces empezarás a observar cierta variación. Piensa en ello óo-o ,rn" pequeña
resaca. Si te desperraras con una resaca y tuvieras clase esa mañüa, irías
y te comporrarías lo mejor que pudieras. Esra es la actitud que sería útil
que mantuvieras sobre la ansiedad.
Entiendo.el ejemplo sobre la resaca. Lo que no llego a comprender es
cómo podría intensificar la ansiedad.
Bueno,
parece divertido al principio, especialmenre porque es lo con_no
trario al método que has empleado hasta ahora. pero ambós estamos de
acuerdo en que tu método no ha funcionado,
¿verdad? De modo que re
sugiero un nuevo enfoque, representar un nueyo papel. Hablemos sobre
la forma de hacerlo. Piensa en el ejemplo de la .hi." d.l pasillo. Empiezas dándote cuenta del comienzo de la activación fisiológica. piensa en
el síntoma del que- te puedes dar más cuenra y concéntraú en é1. Supón
que es tu tasa cardíaca. Intenta aumentar el número de pulsaciorr", po,
minuto o la potencia de.cada latido. euizás el aspecto del que ," b",
más cuenta es el de la sudoración. En ese caso, intenta ,rr-".rü, el flujo
de.sudor. Lo. que es más_ importante es el proceso en el que deberías
trabajar para intensificar el sínroma. Conforme progresa la cánversación,
la ansiedad aumentará y la experiencia de
-"l.rti varjará. Tu trabajo
consiste en concentrarte en aumentar el síntoma del que te das más
cuenta en ese momento,
¿Cuál es el objero esra vez?
El objeto es que en vez de intentar mantener el control de un modo
directo, lo mantienes abandonando el control y <esrando dispuesto, a
que la ansiedad lo empeore.
El empleo de
h
P:
sl
T:
lrr.g .:
intención paradójica en terapia de conducta
fuera
271
capaz de hacer esro,
¿durante cuánro tiempo tendría que hacerlo?
represenrar ,rn prp"i equivocado. E., erá prp"t,
io haces hasta
el final. d.
."pr.t"rrti.ión. ño puedes hacerlo a medias
11.
forl1 de utilizar eficazmente .rt" p.oc.dimiento ., ,;¡;;;"almente
-la únicala
ansledad.
P:
T:
¿Pero el propósito no es eliminar la ansiedad?
Ciertamente,
pero con el fin de eliminarla tienes que esrar dispuesto
a
demosrrare a d mismo que puedes tolerarla d,rr"rrtJ
,".r*1i._po como
sea necesario. Tienes que mostrarte atímismo
que ya
no es una amenaza
no es peligrosa ni física, ni psicológica, ni íocialmente .
rJna ve4
-q1.
conseguido esro, la a.rsiédad no representará ya una
preocu_
:::,I{1 lmportante en esta clase de situaciones
paclon
sociales.
El propósito principal de esta sesión era explicar er papel de la Ip
y
.
proporcionar al pacienre un método concrero d"
.itra.i ón p^í_
"pli."rt"
ticular. como sucede normalmente, planteó .rr-.ro.",
"'r.,
objeciones.
se discu_
tió cada una de ellas de. manera que fir,"l-.nr. r"
arriesgarse a
;;r;í;".,
llevar a c.abo l.a sugerencia paradójica como la_me;orioirr.;árr.
En la séptima
sesión, el paciente informó habei utilizado
pr;ái;"rr1o
p"."aójico
en
una situación social fuera de la universidad. "l
T:
P:
T:
P:
T:
P:
T:
P:
Me alegra que buscases una oportunidad para emplear
ra estrategia. cuén_
tame tu experiencia.
Bueno, lo intenté cuando fui a la boda de mi primo
el sábado pasado,
p_ero no estoy seguro de haber triunfado
totalmente.
Cuéntame los detalles.
cuando me enteré de que mis padres esperaban que fuese,
intenté practicar previamenre, imaginándome cómo sería, qué
podría ,r..d., y cómo
podría <representar el papel, correctamente.
Bien.
No estaba.muy nervioso cuando llegamos allí, pero después
de un rato
ví a.una chica que conocí
l" ,r.rl.rsidad,'"ig"i"" ;á.1" qrr" h"bí"
"r, en acercarm
loquito. Cuando pensé
JII^,.rrip..t a ponerme
:Yq:
"' ^
nervloso.
¿Qué sucedió entonces?
Me fui corriendo hacia el aseo para tranquilizarme.
Enronces recordé que
se suponía que tenía^que hacer.
que volví
tr,?^::1.T]:
ruera
y empece:ue
a concentrarme en las sensaciones corporales,
inientando
aumentar cada una de ellas conforme me venían
a la cabeza. nespués de
un rato' empecé a sentirme mejor, pero no llegue
a ir a hablar con la chica.
iealmente J.,"r,do ," .-p.r"rre a poner
:3::^:::i.t:r,.:
,"*o.rimentasre
nervloso
en la boda?
Dt;;.
T:
272
L. Micbael
Ascber
y Marjorie L. Hatcb
P:
Supongo que una rensión en el esrómago.
Entonces esto es en lo que deberías haberte concentrado. Date cuenta
de cómo se va tensando tu estómago. como hemos hablado anteriormente, pienso que en este punto del tratamiento eres capaz de controlar
incluso la situación más díficil. El éxito es menos una cuestión dependiente de las circunsrancias y más una cuestión de lo que piensas sob.e
ellas. Además, un éxito incompleto sigue siendo ,r.r
Sea como
"t'".ri". satisfactofuere, ¿por qué piensas que no fue un experimento totalmente
rio?
P: Bueno, fui a la boda esperando no ponerme nervioso y, cuando empecé
a hacerlo, empecé a intentar controlarlo, sabiendo que se suponía'que
no tendría que hacer esas cosas.
T: Parte . del proceso está yendo gradualmente hacia el punto en que la
ansiedad no tenga un significado especial para tí. Haste ese momenro,
es normal tener la clase de pensamientos que tuviste. En este punto, sería
útil si esperases tener ansiedad en estas situaciones y estuvieras preparado para enfrentarre con ella. Al esperar tener ansiedad, es también^muy
importante evitar el papel de
"podría no funcionar,. En ese caso, tú estás
preparándote para fracasar. Te decides o no a hacerlo, pero no puedes
decidirte a inrenrarlo y ver qué sucede. comprendo qrr", d"d" t, hirtoria,la idea de huir de la situación en un esfuerzo de controlar tu ansiedad
se encuentra firmemente implantado. El quedarse en la situación e intentar aumentar la activación es una estrategia mucho menos probable.
De modo que tu impulso, especialmente en el medio de la sitüación, es
el seguir la reacción conocida, incluso si no funciona. por supuesro,
cambiaste de esrraregias y tu ansiedad disminuyó.
P: Entonces la_ próxima ve-z gJnplearé la nueva estrategia en primer lugar,
¿verdad? Abora parece fácil decirlo.
T: Tienes que.tener paciencia contigo mismo. como dije anteriormente, ru
r€spuesta desadaptativa anre la ansiedad está firmemente implan tad,^ y
llevará tiempo el convertir a la nueva estrategia en la respuerta do-ínante y natural. Quizás lo estás intentando con demasi ada fuerza. Lo que
tienes que hacer es dejar de intentarlo, dejar de intentar el mantenei el
control, volverre sólo un observador pasivo de tu ansiedad y dejar que
ella siga su curso.
T:
como muestra este extracto, uno de los objetivos finales es que el palo que ha aprendido en la terapiay la aplique a situacibne, d" l,
cie.nte coja
"vida real". La acumulación de experiencia. port.ri,o.es similares, junto con
las explicaciones del rerap.euta, p.rid.n servii para enfati zar qtre ,i .rr. p"ciente es capaz de controlar esre difícil problema, enronces p""de domina,
cualquier situación y que las anterior., .i..rrrrt"ncias de ,r, uid" se debían a
El empleo de la intención paradóiica
en terapia de
conductu
273
su propia creación. Er reconocimiento
del paciente de su influencia
personar
sobre las situaciones rignifi."ti;a;-J.
,., ,,ii", ,itrr".Jo*, q.r. anreriormenre
nffi.'ifir::,T:
ajuste
ruede d;;:;#""'"rtado una ampri" u":1T:1'ji"bles,tensan
"ff
.rd, ;;;;uf?"fJ;"qr're
importantes implicac-ioi;
ffi
El propósito de este capíturo ha
consis.tido en- proporcionar
de contenidos con
¡nt"n.ián Jl ,rg.r;. qu" rá iniención una selección
paradójica (rr,),
junto con una variedad
' d" pr;..d;*iJnto,
rr"tr-ienro
ductual de oreferen ri^
con_
""¡r-"r1., "r unos
i" l"r¡.a"¿ .";;;;;;:"h;;0""
.p^ri
primeros
datos empí,i.o, .onrror'rJor,'"r
;ii)r q".
crínicos, pa_
recen apoyar esra aseveración
d" eficr.ü, ,. ,i"""-q.r.-._pr."¿",
,"á1"1" íi"
considerabte evar uación clínica
;.";'"1'Jlp.ion"r, ra mayoría
de los daros controrados
"di;;;;r. ¿;d"r'*i"ir"
-;--"i;;.;u.,o
i" ros resurtados.
necesita invesriuar,er proceso
qr"'rubyr.e a las irr;;;.;,-,es paradójicas se
el fin de ron,'oi"nd.ri"r;!;.,ácon
p1"., -"io.ar. er procedimiento.
una avuda
adicional , .r,. ,"rp.c.ro sería
ra informacio,, ,obr"i",
áli"..n.i"s individuares
de los pacientes v'der t"raf;;"
q*
mejorarían ,-"Lr*.rr izaríaner
de la rp' La timitácion", dJ.'pr.i"*urr;
empreo
y
expricación
del tema' por consiguiente, eliector
";;;;;;;,:"r,.n
inte¡esaao
del mismo puede .á"'.,tr", r;;ibi;;;"ri*
"rr'rrrr, -"yor profund ización
;o".tado vrrr.
,;; ;;;; i"lr,rai.,
-.iriJ"; ;
VII.
RESUMEN
La flexibilidad de ros procedimienros
terapéuticos
paradójicos ha permirido
que la mayoría o"
los
empleen.de
consrstente con sus]:r.,"^r-._l^tlr-JJoñr":apia
modo bastante
orientaciones iespectivás.
Así, ror',..rpa.rtas de conducta
han empleado estas ,¿."r.rr'á"
i; ffif#i, subordinada,
i* .-pr."a.1.;ffi
; ara mejorar
sin."Áb",g.,-;,;;'.;ior',llrr"r;;.
p"irdóri'"""
iffi:*::T';j,
o;,,'r. ;;;;;tli:illr,"""T|,:l :;:::lli,,erapéutico.
paradójicos'
.
p
ros
ta
de la intencio"
v especialmente
.il;;;1T]:l'os
mas que ,. ."ni.rr,
r;
Aunque asociada en gran mediia
:;::?r?::.
.on-I,
r"
,;;;;"
recurrenre (conocida también
qr"
ra
ansiedad
"gor"f"bt
.o-o "-i?d;;";i;",
::
un proceso que
complica muchos .3:or.d"
tr"rro..,or'i.
ansiógena. Dicha dificultad
i'rout"_r. de base
"rr¡"¿ri.r;:
d"r;.ibr;'.5r, t" .,.g"ncia der
problema presente; d.rgr".i"J"-""",
";;;;;'no,r no se
se abord" r"
obsraculiza' si es oue ná,to
recurrenre,
i-ffi".r-rr-."t"
"iri"a"d
.r p.ogr"rá
t".rpeurico.
este capítulo, ," il'urt.,
En
h ;i.-J;'rl.,rrr..,r. y se^deslcribe
en el que Ia inrención p^r^ao¡;r^
er traramienro,
¡;";;;" importante papel.
f"*aá;i.;,;;
.,
;;";; ;;';:t';"';il: T'.*:Ji:fll
274
VIII.
L. Micbael
Ascber
y 14arjorie L. Hatch
LECTURAS PARA PROFUNDIZAR
L' M'' *paradoxical intention>' en A. Goldstern
Foa (comps.), Handbooh
bebaaioral interztentions: A clinicoi
{ E-:.r.
[uij", ñr.r, york,
Viley, 1980.
Ascher, L. M. (comp.), Therape.utk p.r1ao*-,'Nu",,,a
york, Guilford press,
1990.
Ascher'
t""fl"li,
E'rThi doao'
ond ,tr'ro,ui,-fio)"p,yrtorbrropy
,"'ii"ri"rrrpr,
of
Nueva york,
psvcbotherapv: a comprehensive
overaiez,,
and guide::"i?;¿
ü p''i:7!:{,'íi,,;i7,",:;;¿*
vatzlawick'
'ifeakrand, j' y Fisch, R., Chang.e: principres of probrem
formuration and,
,,.. lrobl:^ resolurion, Nueua york, N"""" íéZ
G'R'y
parado-;Ji'piyrntrrerapy;
L'Abate,
'üí/eeks'
L..A.,
tbeory and practice with indioi_
duals, couples, and
families, Nr.", V"r-l ,'lr'unnrr/lií.^,',é'{r""" ,
13. PROCEDIMIENTOS
AVERSIVOS
JOSÉ CÁCERES CARRASCo
r.
rNTRoDuccróN
Por lo que a los métodos aversivos
se refiere, existe toda una
serie de aspectos
contradictorios v paradójicos qr.
irr.i,"n nr.r,ro'ir",..er'y motivan
nuestro
A guisá a" inr'o¿u..iá" q""..r" señarar
argunas de estas contradic:ij::::
No deja de ser paradójico, por ejemplo,
er hecho de que ras técnicas
apersipas fueran ,r.rai d" l"r pri-"."s
en ser empleadas dentro del
marco de
Ias técnicas de modificaciónd'e
que en la
sigan
empreándose con mucha frecuencia."
J;;rsos niveles ".ru"iid"d
ejempro,
los padres
siguen utilizando procedimientoJ
rpor
;;;l;.r",
"t
en -.r"ü,
t"
de sus hijos, los
profesores los emprea n par?
"*rr;vos
"¿.ri".iJ.,
.r"ár
d.
i.,
directores para er
"i
:;:
ff:: hi:l;: ;;i¡"",! a" ;",;;;;",",, ro, pi.,,i¡i.;;.., de porítica so_
t
lil :#Tj
v, p o I o, r a p a * e,
;
:
:: :,
:
:i[',.ot
en relación con esre
tüT9+?
j.;, f"J.-;¡;;r".
tipo de'r¿.i;..r-rro
Es más, desde
determinados sectores parece
no incentivarse este tipo de investigación r.
Solamente algunas- ie ras inu.tiigr.rones
diseñadas para crarificar otros
aspectos
ejemplo, los que ti"n""r.,
-por
;i*it,{ru;
*:*::::;,._,,x'á:;;il;Jil.ffi :::;Jn:::iffi3ili::.:"?."1:ru1
nu
e sr
ro,.
-,,
las técnicas
JoT."::'ffi*:x *: ] :a
d{1; irljl:: del
ffficondicionamienro
clásico.
o
", ".1, l,"..riu",
que incluya
Todo ello oodría rieuarno, á .r"'.1";.
"ip".ro,q".
r"r'rJ.lirr'rr"^;ras
han per_
3,'*1,i:,:"iJHil, ;;;, .;; .,"¿ ;il; ""'".",i1"es, er "pénduro
si.,"-b",g;;;::X,;1",'"r"'"":;:iTin:.jJ*:"":i:::,*mtl,;.
y
--"",
Ñal
de Salu.J (pamplona)
y
Universidad de l)eusto (Bilbao)
(España).
!::,:(":r
,,,iylji:"üJ;:;Ii,'::::i:':::';i;:i:J,:
cdimientos ¿versivos o de
.
u,nao,,,r
llerapy o),t E,p,,i-",tat psychiatry,
jr.'#,:'.';;l,iiTjlü{*,,ffi
ill'ilrai*lH'} [...j".
,rfrecen marcadas ventajas
*i:T:*il"tr:l*i'}jfi
I
vos se encuentran libres de
efectos ,".urr,t"rio'r,'-f
276
José Cáceres Carrasco
procedimientos, desde luego no de manera aislada y como único elemenro
terapéutico, sino englobado en programas de traramiento más amplios, y
también sigue informándose de su eficacia clínica en casos aislados.
Por otra parte, nos es dolorosamente patente el desarrollo de respuestas
aversivas condicionadas cuando no las deseamos. {Jna constanre en el tratamiento quimioterapéutico de determinados procesos cancerosos parece ser la
aparición de respuestas aversivas condicionadas ante estímulos, en ocasiones
sólo remotamente relacionados con los procedimientos quimioterapéuticos,
reacciones que se producen, a veces, con un único ensayo y que ponen en
un brete la aceptación y, desde luego, su conrinuidad con algunos pacientes
(olafsdottir, Sjódén y '$flrestling, 1986). otro ejemplo de reacciones aversivas, no siempre deseadas, es el de la aversión onatural' a determinados alimentos (García, Kimeldorf y Koelling, R. A., 1955; García y Koelling,1966;
De Silva y Rachman, 1987).
No deja de sorprender, pues, la facilidad de adquisición y de generalización de este tipo de respuestas en esos contextos, y la dificultad que el clínico
aplicado tiene para provocar esa reacción aversiva ante estímuloi ales como
el alcohol u otros contextos estimulares apetitivos, en los que después de
numerosos ensayos, dicha respuesta, o bien no aparece o si aparece se extingue con relativa facilidad y difícilmente se generaliza.
Foxx, Plaska y Bittle (1986a) inrentan explicar la ausencia de programas
aversivos y de investigaciones aplicadas debido a las siguienres razones:
a. La posible reacción adversa del público y de otros profesionales anre
el uso de procedimientos de castigo.
b. La naturaleza de los estímulos aversivos empleados.
c. La preocupación por aspectos relacionados con cuestiones de tipo legal
y ético.
d. La seguridad de los sujetos que se someren a esre tipo de rraramienro.
e. El potencial que existe para posibles abusos en este campo.
Nosotros hacemos nuestros estos razonamientos y coincidimos con Foxx
y cols. (1986a y b) en que, a pesar de todo, las ,"ron.i anreriormente aducidas
para no desarrollar un programa aversivo con algunos pacientes, pueden verse
co_ntrarresradas por toda otra serie de razones más importantes, ianto de tipo
clínico como ético. A saber:
a. cuando el comportamienro desadaptativo del sujeto es tan serio que
puede llegar a causarse daños a sí mismo o producir daños a rerceros o,
incluso, llegar a producirse pérdida de vidas.
b. La naturaleza del comportamiento desadaptativo es extrema y durade-
q
Proce
dimientos aoersiztos
277
ra, produciéndose durante.años y resisriéndose
a desaparecer ante otro dpo
de programas de intervención.
. c' cuando algunos de estos pacientes rerminan por no recibir ningún tipo
de atención para desarrollar comporramie.nro.
p"liiiroJ io
competencia
social, actividades recrearivas y d"'r.ro.i
";.,
y desajuste de sus .o-port"-ienros.
^r;o^.ioii,"J"iiji"rrema gravedad
Dado que los Programas de castigo pueden
llegar a ser rraramientos eficaces' a pesar de ser inrrusivos, el ná
consi¿.r", i"t"r-"l-t"rrr"rirr", de rrata_
miento podría, de manera razonable, ser
consider"do *-o una violación del
derecho del individuo a un rraramienro
y a unaeducación eficaces (Griffith,
1983, Martin, 1975; Richmond y Martin,
1977).
Por todo ello oensamor_ q.ré .l .rtuáio
d.'..r. tipo de procedimientos
amplia,s.
esa idea
v
.l p;";;;;;
$$"J,1.'"'ti"ua""
TI.
$
#
'#
*
{
:¡
t ;;;
h.;;; "r..iro
HISTORIA
según señala Kazdin (rg7g), el uso terapéutico
de los acontecimientos aver_
sivos para modificar .r .oÁporr"-i.rrtá
,i"rr. ,.r.r" l"r!""i,irro.ia. Ejemplos
anecdóticos, entresacados de las curturas
grecorromanas, irustran este desa_
rrollo remprano' Así, según plutarco, b"-?rr..r..
r"ni".r''tic en el hombro,
algo muy corriente.n ñu.rtro, días_'po.
otra parte, que se curó de manera
rápida colocando una espada bien afiiada
;";d;';i i;;ür", de tal manera
que cada vez que lo elevaba con er ric,
se pinchaba .o., i"
En nuesrra culrura, ya hemos citado en^orro
"rp"d".
t.rg". rc,á..res,
r9g4) cómo
Lope de vega describe un verdadero experiment"
dl
.;"di.ionamienro
aver_
sivo para el contror de unos
empeñados en morestar sistemática_
"r.i-"I.,
mente a uno de sus protagonistas.
Por lo que se reÍi.." á los fundamentos
experimentales de las técnicas
aversivas, habríamos de rerrorraernos pavlov
a
i, n"lir.r.", quienes fueron
capaces de establecer reacciones
aversivas en respuesta a estímulos
neutros
(Pavlov, 1927)' orro ruso, Nikorai
Kanto¡ovich,'"Á-igzé,fr..r primer in_
vestigador que empleó de manera
sistemática los procedimienros aversivos
(Razran, 1934)- Kantorovich d..rrroiiárr'pro.edi-i..rro
para rrarar
a 20 alcohólicos, en ros que intentó que
"u.rsivo
aiociar"., .r
con
descargas
eléctricas aplicadas en ras'-"nor. i."r'io,.resurtados "r.ohol
¿.-r<"rrrorovich, ra uti_
lización de las técnicas aversivas se
extendiá ; ;ii;r;iJ,
6.rr,.ia, Ingla_
terra, Alemania, Bélgica, Estados Unidos),
..p..i"1-.rr't.
del trata_
miento del alcoholiriro, .r l" dé."dr
"i"."-po(Voegtring
d" lo,
rreinra y .rr"...rr"
"¡t,
't
.:
I
I
h*-
278
José Cáceres Carrasco
y Lemere, 1942). Posteriormenre las técnicas aversivas se aplicaron
a otros
tipos de comporramiento y no sólo a la consumición de
alcóhol.
lt.t. Temas actuales
Quizá sea oportuno, tras este breve repaso histórico, apuntar algunos de los
a mi entender, siguen pendientes en relación con la terapia
aspectos que,
averslva:
1' El contraste existente entre el éxito atribuido a esre
ripo de técnicas en
una amp.lia gama de trastornos, como problemas d"
al.ohoiii-o, t"b"q.rir-o,
obesidad, orientación del impulso ,.".rr1, erc., y i"-";;;i"
dé ,..u";o, .*i
perimentales a nivel grupal que demuesrren su eficacia. ya
hemos señalado
cómo, rras revisar trabajos publicados en el área del alcoholir-o,
lriiro"
(1987) se cuestiona que haya- bases para seguir siendo
oprr-ir,"r, como los
informes de caso úniio podrían hrcÉ..ro, pensar.
2' contrasta cómo, por una parte, las bases conceptuales de muchas
de
las prácticas aversivas sé derivan'de los pri.r.ipio,
á.i'"-p*"airaje, mientras
que, d,e forma aplicada' muchos de los programas terapéuticos,
aun apartándose de.estos principios (utilizando, po. ejJrrrplo,
pri;'.rp,;, del condiciona_
mienro hacia atrás o existiendo una gr"r, á.-f.r'";.-i;^;parición
del rc y
el et), siguen siendo eficaces.
3. continúan siendo un- problema los aspectos relacionados
con la generalización de estímulos y el ^mantenimi"lrg lo lrrgo
á.1- ri.-po.
4. Llama la atención la especificidad de"lo, ,"ririrrdos encontrados
con
determinados procedimientos.ierapéuricos, en los q;"-i;.;".ción
aversiva se
^-produce únicamenre a-estímulos específicos pr.r""l"Jor.
5' Otro tema por dilucidar estrita en la utilid"d ,"l"ri.,r"
.
de los diferentes
tipos de estímulos aversivos empleados. No se ha establecido,
de manera
clara, 7a efectividad de todos erio, tipo, de estímulár,-rri
.rirr.n,
por lo
general, estímulos comparativos que
lm dii"r"rr-á, ¿. lo, resultados.
"u.lú.n ra
6' Los estudios realizados paia demostrar
existencia d.
preparación biológica pa.a desarrollar respuesras aversivas,
""" ;;;;;
indicanl.
ú;i"*
te (Cook rrl, Lang y Hodes, 19g6):
a' A veces es tremendamente difícil establecer
reacciones aversivas ante
estímulos previamente neutros, aun cuando
.J-"iá, ,""i"r"n una su_
"rro.
tales como la pitinencia y la relevancia
Ec-EI parecen ser
puesta_carga de preparación biológica.
b' Parámetros
también determinantes.
c' Aun en el caso de estímulos biológicamenre
preparados, en los que
se
Proce d.im iento s aa ersizt
o
s
279
produce una reacción fisiorógica aversiva
condicionada, algunos elementos
psicofisiológicos, com^o, por -ejemplo, respuestas
cardiovasculares aversiyas
condicionadas, son difícills d" .or,r.gu i, (Zeaman
y Smith,
1965).
rrr. orFrNrcróN y DESCRrpcróN
i
t
$
t
,!
¡
Básicamente, las técnicas aversivas intentan
asociar un patrón de reacción
comportamental no deseado y socialmente
sancionado, .o'., .rrra estimulación
desagradable, externa o interáa, o bien ,eor
ganizar l" ,it,rr.iár, ;;;j'#**
que las consecuencias de esre. compo*amieito
,ro d.r.;J; sean lo suficien_
temenre desagradables para er emiior de
dicha ;il;;;ue
deje de.reali_
zarla' En ambos ca:.os se espera que se establezca
urr"
Jor,"*ión
entre er
comporramiento a eliminar y-ra reacción
aversiva. Se espera, ,d.-ár;
;;; ;i
desarrollo de tal .ol"Tlól y'.1
,ir,,".ión
tal
en.el,individuo (fisiológica.o..ogiirirr"),
prorroq-rr"-ur, ..r. total en la
Que
emisión de la conducta á eliminar".
En último extremo se
-esperaría, no tanto que, una vez desarrollada tal
reacción asociativa, en el futuro
.orrt"rto estimular iniciarmente apetitivo
generase reacciones de aversión y"lde
incomodidad, ,i"" ;;, bi"" q;; di;h;
conrexro pierda su valor apetitivo y positivo,
¡*;á;;i'ri,¡",o, por así de_
cirlo, indiferenre.
p.ogr.;";;l;;;_;;;:;i',,.,.
rv.
FUNDAMENTos coNCEpruALES
y ¡l,rpÍRrcos
Aunque la mayoría de los estudios realizado.s
en los primeros tiempos de la
investigación á.".." de las ,."..ro*t
aversivas se proponían demostrar la
eficacia de las mismas o. su ausencia,
en los momentó, pr.r.rrtes empiezan
a
aparecer artículos que intentan no solamente
demosrá.
eficacia
o
su
ausencia, sino esclaiecer también ras posibles
"rr..llo basándose
b,,",;;;;;;;r."y
especialmente en estudios de revisión
de diu".ro, ;;;;il
publicados ante_
riormente en un área determinada (p.ej.,
\7ilson, illl,
A pesar de estos artíctlos,..""-or, como señalábamos
hace unos años
(cáceres, 1984), que es todaui^ p."-"*ro
reseñar de una manera definitiva
tales elementos, iado que su i"""rrig".ion
.apenas acaba de iniciarse. Dado
que una revisión má_s
fre
o"bjeto
d"'
.r,r.rtr.
anrerior, nos
,exrensa
limitaremos aquí a señalar,
"rr"Ji.modelos
d" -rr,"." ,iru-iar, 1.,
;rl";;;;Ls
plan_
teados a la hora de expricar
fun.ion"-;.n,o'i""ñ^;'.""';;'"versiva.
"r
José Cáceres Carrasco
tv.t. Condicionarniento clásico
Esta teoría, Que fue ra primera en
ser propuesta a ra hora de expricar
el
funcionamiento de ras tÉcnicas ,u..riu".,
es todavía ampriamente aceotada.
según ella,.se supone que ra
"ro.¡r.;án i.-rrg"""r':Jil: eremenros ánsti_
turivos de la constelación estimurar
.o-po'*te
minar (Ec), con el estímulo. ,ro.iuo pr..eleccionadoder comportamienro a eli_
(rt), hará que el EC pro_
voque una respuesta condicionada
de_ aversió"
íi_il;; ;"ir';.r"J.r"
r^ii
inco.ndicion"aa 1n¡ p.""".rar-p.i j'tt.
Ero,
vestidos, al pro''rocaitrr", ..rpr.,"rt"r.o'di.i";;;;;;ii
"r.-ár,ros estimurares así in_
el escape de toda la constelaci¿".r,i_"1r.;;';;:';;r_.""ránraevitación o
0".r".
Los proponentes de este modelo
ter ap é u tic o,' s e s ati s ra g
:1' i: :[i¿,t
i,l"il J :::' i:T
""
de fenómenos en er r"bo."torio
(";;;;.
de ensayos, tiempo entre esrímuros,
intensidad esrimurar, etc.). se
"*pli.r-qrr" esros mecanismos producirían sus
efecros, bien a rravés-de.ambior;i";
respueslas der sujeto,bien a
través de
cambios en cuanro arafunción ,ti¡*uior,;g"i;;;;r"r''"rr,.rros
utirizados,
o bien en cuanro .r-bio, pr;;;iá;,
en el estudo d,el indfuiduo.
" datos qr.
Existen algunos_
teorí", difí.ii;.;r. pr.a.., acomodar.
Entre ellos cabe señalar:
"rt"s
;;;,;il;;;,
;ii
:t:
1. La dificultad para conseguir respuesras
condicionadas resistentes a ra
extinción fuera del óonrrol d.l"p".i.rrt!.
2. La dificukad a.ra hora de expricar
ra generarización masiva de ros efec_
tos del rraramiento de la consut,"-i"cor",orio
ar mundo exrerno.
3. La dificultad
el desarrollo de determinadas respuestas
condicionad;; iil;;|jconseguir
4' No siemore aquellos procedimientos
de tratamiento que se ajustan me_
jor a los .equÉrimientos deriuad";
J;i-;r;"di;'ffi;;jlil.,"-i.nro
crásico
tienen una mayor eficacia.
5' No existe correspondencia enrre los
cambios producidos por er método
;;t;;i;"","¿",
." é;;l;;;jetos en ros que
3¡,::iln:ny,L,1;,u",ilbi."
tv.z. Condicionamiento operante
Dado que, en la práctica de la terapia
aversiva,
pre va apareado únicamente .on .l.-.rrtos er esdmuro aversivo no siem_
constitutivos de la constelación
estimular provocadora del compo.i",';".r,o
d"r.;;;^;*;r"
en ocasiones
Proce
dimientos
ao ersia os
281
emitidas por el suieto hacia dicha consrelación, se
introducen, pues, paradigmas de condicionamiento operante.
la mayoría de los programas de tratamiento áiseñados, ambos paradigmas (clásico y operanre) coexisten. sin embargo, algunos aurores h* tenido.especial cuidado- en diseñar sus procedimienios terapéuticos adoptando
paradigmas de aprendizaje por evitación/escape o de casiigo.
se Pre_senta ante resPuestas
IV.z.t. Aprendizaje
por evitación/escape
En el cond.icionamiento por escape, se rermina el estímulo nocivo después de
la ocurrencia de un patrón de respuestas preseleccionado, mientras q.,e
el
"r,
co.ndicio.namiento por eaitación la ocurrencia de una conducra deseabie aprendida evita el comienzo de un estímulo nocivo preseleccionado. Ambor'p.ocedimientos se suelen.emplear para estable... ,rrr.rr", respuestas
p"cierrte
"r, "l
(\Walker, Hedberg, Clement y Vright, 1981).
IV.z.z. Castigo
En.el castigo, se presenta un estímulo nocivo inmediatamente después de la
de una respuesra (no deseada), con el propósito de reduiir la pro:4:j9:
babilidad de ocurrencia futura de dicha respuesa.
El estímulo aversivo puede proporcionarlo el terapeuta, como en el caso
de la presentación de una descarga eléctrica, de un ..rido bl".r.o a través de
unos auriculares, o de.un olor desagradable. El estímulo punitivo se lo puede
aplicar rambién el paciente, bajo la dirección del terapeuia, y puede ,.i, po,
ejemplo, el. golpearse la muñeca con una goma coloc"¿" rtr"¿é¿or de elia, el
apretar un.botón para iniciar el comienzo de una descarga eléctrica, rr.r.rrido
fuerte, o algún orro esrímulo aversivo (Valker y cols., iXf
;.
..Az1in y.Holz (196G) han señalado una serie de direcrrices para que la
aplicación. del castigo.renga una mayor eficacia (ver \üflalke, y áolr., irsr¡.
Algunas de esras son las siguientes:
estímulo punitivo debería prepararse de tal manera que no sea po.. .a..El
sible la conduca de escape no permitiáa.
b. El estímulo punitivo debería ser ran inrenso como sea posible, siempre
que sea seguro.
c. El estímulo punitivo debería presenrarse inmediatamente después de
que ha ocurrido la respuesta.
. d..El.esrímulo punitivo no debería ir aumentándose gradualmenre, sino
introducirse con la intensidad preseleccionada.
282
José Cáceres Carrasco
e. Se debería disponer de una respuesta alternativa
que no sea castigada
más, reforzamiento que la ,"rpr.rr" .artigid".
y que produzca el mismo, o
tv.t. Teorías centrales
Además de las teorías descritas en ros párrafos
anteriores, se han propuesto
como base del funcionamiento de la ierapia aversiva
áirr".r", teorías que
podríamos llamar ce\tr.ate.s. Hay.que t.n"t"i,
rin
de Rachman v Teasdale (1969.) dá.q.r" una exprica.ion'purr-ente
"-b;;g;;que ra aseveración
cognitiva
de las terapias aversivas es tan insatisiactoria
como una explicación purai"nente
de aprendizaje, sigue siendo válida. I
propuestos por estas
teoríis ...,tráI", se'resumirían en r", ,;liriili:lltt-ot
tv.¡.r. Cambios actitudinales
Algunos autores sugieren
al igual que otras formas de terapia ra terapia
.que,.
,
aversiva produciría cambiós
de aftitud'
,,r;"i; ;;" mediarizarían sus
"n y"lg;...rrtlil,ro¡
cambios conductuales. Así, Marks, Gelfer
nos informan
de la imporrancia de los cambios actit.,di'alá
;
;i;;;;;
irn o y seguimien_
to de 77 desviados sexuales.
lv.¡.2. Disonancia cognitiva
Las teorías de la diso¡ancia cognitiva conceptualizan
al individuo como un
procesador acrivo ,:li-r."a.-r".ión, q,r.
.nálir" t;;ifi.;
una gran murtitud de elementos cognitivos en un inténto d"
.;"'r";;;J,,rr," .i..r" .coheren_
cia cognitiva"' Esms.reorías- posiblemenre.
nos
a enrender algunas
"y,id"r, J"."pr".
del paciente y la actitud que le pr.di;;;;
o rechazar
i::1:]-.'Í'ri.as
la
terapla aversiva, pero seguramente
nos^predicen las consecuencias es_
'o
pecíficas que resuften de uriestado de disonarr.i,
.ogrrit;;. H"y que resalrar,
sin embargo' que estas explicaciones no
,o.r incompatibles con el funcionamiento, de los.principios ie condicio.,r-i.nro.
D"'h;;h;, es generalmenre
aceprado, que las respuesras condicionad",
,o.,
conjunto de me_
canismos cognitivos y refrejos (Kimble,
"ap;;;;;;
1967;prokasy
y Ailen , 1969).
tv.¡.¡. Ensayos cognitivos
Para explicar la generalización de la respuesra
aversiva condicionada desde Ia
situación clínica a Ia vida cotidiana se
han aducido dos posible, f".;;r-j;
Procedimientos
aoersi¡tos
2g3
funcionamienro: 1) La hipótesis de la incubación del miedo (Eysenck, 196g),
y.2) \^ hipótesis de ensayos cognitivos (Bandura, 1969). A-Éas ," áif"r"ícian, fundamentalmenre, en el papel atribuido al control voluntario
trol) o a su falta (funcionamiento auromático), en este proceso de1""r..."
generalización- En ambos casos' la confrontación en la vida ie*l .on el lstímulo
condicionado, o la imaginación de la secuencia de EC-EI, serviría para fortalecer la asociación entre el EC y la respuesra aversiva.
tv.+ Teoría del estado
H.allam y Rachman (1972; 1975), rras revisar los diversos modelos
reóricos
aducidos.para explicar el funcionamiento de la terapia aversirra
y en un intento de integrar los resultados obtenidos en su p.opio laboratorió,
proponen
su teoría del estado como base del funcionami"rrio d" la terapia'"rr.rsirra.
Dicha teoría se basa fundamentalmente en el cambio proJucido ..,
.l grra.
general de
"rs5p6¡sividad" de un individuo y .ro ,r.rro en los cambiás en
cuanto a las conexiones específicas entre estímulos y respuestas.
ljn resumen
de la teoría es el siguiente:
. .i Pl comporramienro a eliminar se suprime durante períodos de *responsividad" alterada o sensibilización.
b' Dicha sensibilización puede inducirse mediante aversión eléctrica u
otros medios conducruales, o a través de una amplia gama de
acontecimientos
clínicos específicos o acontecimientos no clínicás
drog"r, fr"1a?,"".á".r,
sión familiar, erc.).
c. Los efecros de tal sensibilización disminuyen con el tiempo.
d. Aunqge no constituyan un requisito .rp"áirl lo, pro..dimientos
.
basaparadigmas de. casiigo co.rtingente , l, ,"rpr"d;;; utilización
faciÍ"r
:l
litará la supresión de la condu.t, d"i,i"d".
e' Si durante los períodos de sensibilización el comportamiento
a eliminar
es suprimido de forma adecuada, dos factores ayudarán
a manrener esre cam_
bio:1) el desarroll?
{. y" co.mpo.amiento ieforzante arfternarivo y 2) el
refuerzo obtenido derivado
del éxito por suprimi, .l .o-fortamiento des_
viado en sí.
tv.s. Conclusión
cabe apuntlJ' pues, que los procesos subyacentes aducidos a la hora de
explicar la eficacia de las. t".t"pi", ave¡sivas ion múltiples y que todavía
nos
faltan datos para poder delinear, de forma definitiva, u, Áoi"lo q;.
;".J;
284
José Cáceres Carrasco
explicar y acomodar todos los elementos derivados
de la situación clínica y
de laboratorio. Es muy posible que varios de los p;;J;;.,
revisados no
sean incompatibles entre sí, sino que se .o-pl.-á,"r,
,i,r,u.-ente y que
sea la natttraleza del problema la qrre d"t"r-irr.
;i ñ h;;"-o, de insistir
tt l".paradigma u orro. Así, puáiera ser que aquellos
áo-por,"-ientos
desviados, en los que.juegue un papel específico.l';;;;
del estímulo, hayan de recibir ,rn tt"tr*i..rto dif..".rr" a. 'rq""ilJ,
"t.".ti'o
.ry,
perpetuac.ión sea debida, fundamenralmenre, a los efecto. d"
,rr'" ;;;.r, determinada
de comporrarse o de una reacción fisiológica dada.
V. PROCEDIMIENTOS
Y VARIACIONES
$u1rue en la práctica todos los procedimienros aversivos parezcanser seme,rante:, ya .que implican la secuencia de un comportamiento no
deseado o
qu: es seguido por una estimulación desagradable en .odgüi_
f:":1lr::,-"?
dad
temporal, existen grandes diferencias, a veces sutile"s,
entre los prr;:Ji
pientol utilizados porlor diversos crínicos. En este
torma descrrptrva argunos de estos procedimientos ^p^rí^d,orevisaremos de
y sus variaciones.
. Los procedimientos básicos p.r"á"., diferenciars"'".ri.1 ,l'.o., base en rres
criterios fundamentales :
e incondicionados. Es. decir, qué aspectos
del
i:^1,^L1,1t-".'^.:11':l:y.{os o desa j
ustado son
::rT:":::iTj.:T
referencia
^d:::1 ttativo
""r¿rá",
aversivos ,á
I 9ué- estímuLs
"-pl"".r.
b. según la forma de presentación de
Ésos estímulos. Esta forma
i"_""p;; t.
j:{id;F;;;"tffi:':";::"ff ;:il'illlii;f jll"liJn'ff Í;
algún
::: de orecordatorio especialo.
tipo
c' según el paradigma teórico
que
bas9, ya sea pretendiendo seguir
.en
;e.
un modelo de condicionamiento clásiá
o bien ,ii.i"J" ii"rrr""-i.rrros ope_
rantes.
Estímulos
una de las primeras preguntas que se debe plantear el
clínico que empieza
un. programa aversivo, ha de sei qué esrímulos
avérsivos'va a
1.ll_?.r1"
uttnzar y a que partes,.secuencias o componerrtei
d" la constelacior,
desviada se van a asoclar.
"rti_,rI".
Procedimientos
aaersiztos
285
V.t.t. Estímulos aversivos (EIs)
En una anterior discusión de este mismo tema (Cáceres, 1984) nos centramos
fundamentalmente en la descripción de estímulos aversivos de narurale za eléctrica y química y en repasar algunas de las ventajas e inconvenientes de cada
una de ellas. No repetiremos aquí tal discusión, sino que remitimos a nuesrra
obra anterior al lector interesado.
Sin embargo, el arsenal de posibles esrímulos suscepribles de ser empleados como aversivos puede ser muy amplio y puede extenderse a todas las
modalidades sensoriales (gustativos, olfativos, .de vergüenzao, etc.).
Antes de empezar a revisar procedimientos y variaciones que han empleado cada una de estas modalidades aversivas, quizá convenga que nos détengamos en repasar algunas de las características generales que sería conveniente
que reuniera el estímulo aversivo. Estas características serían:
a. Debieran ser seguros y, desde luego, no poner en peligro la integridad
física del sujeto. Además, no rienen que provocar efectos secundarios no
deseados, bien de naturaleza comportamental (p.ej., reacciones de contraagresión por parte del sujeto o de escape y evitación por parre del terapeuta),
o bien de naturaleza farmacológica (Brandsma y Stein, 1973).
b. Debieran ser eficaces. Esta eficacia no debiera suponerse, si no, a ser
posible, probarse. Por "eficacesn entendemos que debieran provocar una reacción psicofisiológica incompatible con el desarrollo del comportamiento apetitivo desviado. En nuestra propia consulta, en el traramienro de prefere.róias
sexuales no admitidas socialmente, hemos utilizado en numerosis ocasiones
registros psicofisiológicos de la respuesta de erección anre esrímulos ndesviados" y la rapidez de anulación de dicha respuesta por diversas modalidades
aversivas (eléctrica, cognitiva, diapositivas desagradables) para, con base en
este análisis, terminar eligiendo la más adecuada para el caso individual (Cáceres, 1990).
_ c. Tendrí1n qye ser estímulos realistas y debiéramos utilizar criterios prácticos, entendiendo por ello que sean estímulos fáciles de ser pro'oocadós e.t
la realidad, tanto en la consulta como en la vida cotidiana del individuo. En
otras palabras, que sean .portátilesr, de manera que algunas de sus características ouedan ser fácilmente controlables (p.ej., su intensidad, su posibilidad
de repetición, etc.).
d. Relevancia. A ser posible, debiera existir una cierta relevancia y pertinencia entre el contexto estimular utilizado como condicionado v ios estímulos aversivos empleados.
El trabajo de Cook III, Lang y Hodes (1986) en relación con el desarrollo
de respuestas fisiológicas condicionadas de ansiedad ante diversos esrímulos,
nos demuestran que éstas son más fáciles de conseguir cuando existe tal
José Cáceres Carrasco
I
I
I
pertinencia y relevancia. Es por elro que debiéramos
cuidar que si el com_
portamiento a eliminar r" r.fi.r" .orrd.r.r",
.""r"-iá"*s
" aversivos comprometanque implican al
tracto gastrointestinal, los estímulos
también a ese
sisrema. Así, hemos descrito (cáceres, 19g4)
cómo'.r, ,r,.r.rr.o componenre
del Programa de Tratamiento der Alcoi"lir-o-.r,
3y.rriyo,
R;;;;;r;ü
Hospital, modificamos la colocación de lo, .l..troáor-J.i
"l azo
alcuello
"rrr"u,.
gií'¡": la re.spuesta condicionada fuera no ranto de doror,
ni
de incomodrdad, ni siquiera de ansiedad, sino de-un cierto
malestar gastrointestinal.
e. Que posibilite la generarización de. ror. r.r.rrt"áo;.
A;"". a" t" poriut.
relevancia, debiéramos p.nr", en Ia posibilid"d
J;;tir;;;;:r. procedimiento
aversivo por parre del propio sujeü en aquelras
situaciones en las que se
Pr€senta el problema, .o., e[ fin de facilitar li generali)".io" a" los resulmdos
a la vida real.
I
ti
Realizadas estas aclaraciones describiremos a
conrinuación procedimientos
aversivos según las principales modalidades, utiliza";;;;.'..f.*".i,
.ff"-
nos de los trabajos publiiados por clínicor-r.r"rr..rr",
que acuda a las fuentes que se .it"r,
caso de
"r,
. i.ruir.rrao al lector a
q";;;.-;pliar detailes.
v.1.1.1. Aoersión eléctrica
La estimulación eléctrica ha sido.ampriamente
uúrizadacomo pafte integrante
de programas desdnados a reorient".
i-p"ir; ,;;"1. ;", eilo, comenra_
"l en esre sentido.
rem*os. algunos de los trabajos realizados
Feldman y Macculloch (1965, 1971) han ¿.r..i.
¿"ralladamente proce_
dimientos para el tratamie.'to de individí., h;;r;;;i;;;"
deseaban cam_
biar sus inclinaciones sexuales. En
procedimie.rro,
contem_
"l'p".iente
ctips^de perícula)"rte
d"'d.;;;;iiü,'ár".ao
ros
lv
electrodos
1't.sitivas
colocados
en la orerna..Se preseleccionaron dos niveles
de corriente con el
fin de evitar la habituación a un estímulo de un
nivel de intensidad determi_
nado. Se le proporcionó un mando al
v€ c r o r a a i áp o Ii ila sr au n q u e l,
'j,
ll"' Tlj: rtfiX :.:1.' :i ::'j
"
","p
(Master, "Hollon, Burish y iti--,
"
tltZ¡.
En un principio,
presenraba a los pacientes una serie de
imágenes de
-se
hombres vestido.s ., desnrrd.,,
y ,. l;, ;;ií" q;. ;;rl;;;;;
grado
de atrac_
tivo' Finalm".rr", í. cons.rruía *, j"r-qrría que
incluía argunas de esas imáq:""r.' más orras aportadas por er paciente. bespués d" ;;" paso, se hacía
otra jerarquía de diapositivai con imágenes
de
rrál pacientes úaían
fotografías de su mu¡er, novia o amante,
'irrje..,
,i
t",
t*i".rl
--er.l¿.rdose ambas
jerarquías.
se informaba al pacienre que vería una diapositiva
de un hombre y, des-
{ili
ffi
n:
T
I
i
Procedimientos
aztershtos
2g7
pués de varios.segundos, recibiría una descarga. También se le dijo
que ponasar la diapositiva por medio de ur, -ádo y
,i.-po
q,rá
l"'di"pof.ria no estuvrera
"l terminar?a con ella si
srtlva
presente, no recibiría la descarga (o
ya hubiese empezado)..sin embargo, se recalcó
!"" t" diapositiva debería
permanecer en la pantalla tanto tiempo como el paciente l" ..r.orrt."se
se_
xualmente atractiva. cuando se presentó la primera diapositiva, si el paciente la pasaba antes
de ocho segundos, no.se producía la á"r."rg". si pasaba de ese tiempo, entonces se le daba una descarga eléctrica. Si efpaciente no hacía que finalizase
ésta, aumentaba la intensidad de la misma hasta que el paciente terminaba
c.on ella. (cosa que raramenre ocurría). En las primeras páre.rt".iones
de las
diapositivas se produjeron respuestas de escape, pero poco a poco se fueron
dando más respuestas de evitaiión. posteriorm"nt., ,"'1. presentaba una
diapositiva de una mujer inmediatamente después de pasar una diapositi,ua
Je
un hombre (esto se hizo bajo un program" inr.r-ir.nre, con fi' d. q,r"
"l
se diese una mayor generalización).
Los resultados de este estudio mostraron que el procedimiento tenía éxito
con algunos pacientes (probablemenre, según^lo, aütor"s del estudio, homosexuales secundarios, es decir, sujetos qué tenían cierto interés
o alguna habilidad hererosexuales) y no con orros (probablemenre homos"rrr"l.", pri;;ri_os, es decir, sujetos que no tenían interés o ni habilidades
heteror.*lrrJ"rJ.
Masters y.cols. (1987) señalan que la adquisición de habilidad.r p"..
i.ri"."iciones sociales y sexuales apropiadas co'el sexo opuesto, hubiera
aumentado
el éxito de la terapi a y poáríl haber desaparecido l" dirtirr.ión entre homosexuales primarios y secundarios.
v.1.t.2. Aaersión olfatizta
La utilización de olores desagradables en la rcrapia aversiva se basa en
la ya
expuesta línea de razonamienrg q": espera q.,e las cualidades
titivas de los estímulos condicionados ie vean sustituidas o reducidas,
"t.a.ti,o"s-ap".or,
paso del tiempo por, o mediante, la repugnancia provocada por
"l
aquélios. Son
varios los autores que han especulado .Jn q,r" iales olo.es'pod.ár,
,..
mulos incondicionados especitl-.rrt. eficaces en la terapia aversiva
"riíde la obesidad (Lublin, 1969; Lazarus, 196g, 197r; Rachman y i.rra"t.,
oei¡. {a
lógica de sus razonamientos estriba en que este tipo dá conductr,
"p"riíirr"r,
gu.e se encuenrra parcialmente bajo el control de señales olfarivas y grrrt"tirr"r,
deberían ser conrrarrestadas a rravés de las mismas modaliLder'rJrrro.i"ler.
A pesar de lo.lógico de este razonamienro, en ra práctica son muy pocos los
ejemplos que han utilizado los olores en el rrarami".rto d" la obesiáá.
Frothwith y Foreyt (1978) describen un programa de rraramiento aversivo para la
288
José
Cáceres Carrasco
obesidad,.empleando estímulos olfativos como
estímulos incondicionados. El
procedimiento empleado por dichos aurores es
el siguiente:
. .El experimenmdor instruye a los sujetos para que miren a ros alimentos
objetivo y se imaginen a sí Áir*o, .o-iérrdoio, .
i"r,J""¿o profundamenre
su.olor y aroma en ese momento. En los ,iltir"",
;;;;; de cada sesión se
pide.a los sujetos que prueben cada uno de ú;
;ri;;;;áJ. r"" pronro como
el sujeto espira, tr"i h"b"r olido er aroma de sus
f""";;;;,-;";;;;
en funcionamiento un aparato que, a través de "li-";;;;
una -as.,r.a acoprada a ra cara
del suieto, produce roda una r".i"'d. oloresdesaililil para
este tipo.de
tratamiento, los aurores utilizaron un apararo espécialmenr"
¿ir"¡"Jo oir;
(Foreyt y Kennedy, rg1l), y los ororer rtilir"doriu.ron
"l
sereccionaT^t:-t
oos
enrre varros productos químicos malolientes,
c:tya composición qui_i.",
toxicidad y valor aversivo de cada uno de.lror
r" hí;;;i;.
@"..É,1%;;.
Este tratamiento se rearizaba generalmenre en grupos
pequeño s d,e 2 a 5
personas que se sentaban en una mesa rectang.rlá,
Ér, la'.ral ," .olo.* io,
alimentos mera, enrre los cuales se incruían
#bid;r;;;irrlr"r, paratas fritas,
y cualquier otro alimento sugerido por er sujeto, iJor-"llo,
con un aho
conrenido calórico. Estos alime.,,o, ," utilizab^ni;;";".
el sujeto infor_
maba,de una.pérdida de deseo de consumirros
o h;;""; se hacía evidente
que el_procedimienro no era efectivo con un tipo
de alimento concreto. A lo
largo del rraramienro, la mayoría de ros sujetos
fueron condicionados a cinco
o seis tipos de alimentos diferentes.
en las sesiones
.Fl procedimiento
se conrinuaba hasta que cada uno de
ros sujetos había"rr".rluo
recibido al menos 15
ensayos. cada una de las sesiones duraba
áe 10 ii --"ros. Argunos de
los sujetos qüe no pudieron tolerar la totalidad "
de los ;;r;y., programados
para una sesión, por culpa der mar olor, se les
excusab" a. iq"'".r";;;"y*:
Antes de ser expuesros a esre tipo á" ,.","-i""i"-"ulirirro,
se explicaba
detalladame.rt" .ád" uno. de ro, *¡"to, la
rógica
por'ir".u"l
se llevaba a
cabo tal tipo.de" intervención. Así, r" 1., decíal .lT'r"^ro^)r,
excesivo es un
hábito aprendido que se. desarr.oila'por medio
d., to o,r,orio*i, ¿, ra ingestión
de alimentos con s-ensaciones pracen'te*r.
Lo ¡or*);;";:;ür, este hábito, de
desaprenderlo, consiste en suititui, las sensaciones
agradables por sensaciones
desagradables. La experiencia nos ind.ica
q,ue no b)y natdo- que haga qwe ra
gente rechace más wn arimento que ro,
*oio, otorrlr.'pollimpro, ninguno de
'uosotros se atre,ería a comer carne pwtrefacta,
,n *oí rríodo,,'o lrri,
ácida' Nosotros hemos preparado ,io ,rii, d.i frutu
*oro, oto,r^ y aamos a asociarlos con las comidas
ia,iyitqs que os causan probremas. La experiencia nos
ha demostrado que esta técnica ha sido
joro'orro, personas y
ryy7 eficaz ! ' -confiamos que sea. eficaz para vosotros también,'.
Maletsky (l9so) describe un procedimiento semejanre,
en er que utirizaba
f
s
r
(
I
Procedimientos
apersivos
289
malos olores como complemento de un proceso de sensibilización encubierta
en el tratamiento de diversas parafilias (paidofilias, exhibicionismo, etc.), concluyendo que el procedimiento es igualmente eficaz tanto en sujetos que se
prestan al tratamiento voluntariamente como en aquellos cuyo tratamiento
viene "forzado" por el juez o la prisión.
V.t.l.3 Ar.,ersión gustativa
Como ejemplo de programas que han utilizado el sentido del gusto, aunque
no solamente es este sentido el implicado, describiremos los programas de'
fumar rápido utilizados en el tratamiento del tabaquismo.
Hall y sus colaboradores (1979) no sólo describen la efectividad de este
procedimiento terapéutico sino que, además, analizan detenidamente los riesgos médicos de tal procedimiento. Este consiste en hacer que el sujeto inhale
el humo de un pitillo cada seis segundos, hasta que sienta que es incapaz de
continuar. Se avisa a cada persona que deje de fumar antes del momento en
que crea que puede llegar a perder la conciencia o a vomitar. {.Jna vez que
no tolera continuar fumando, se permite un descanso de aproximadamente
cinco minutos, durante el cual se evalúa el grado de aversión provocado por
el procedimiento, en una escala tipo Likert de siete puntos, para seguidamente reanudar el fumar rápido.
Esta secuencia de fumar rápido-descanso-fumar rápido, se continúa hasta
que el sujeto es incapaz de dar una chupada más o hasta que ha completado
por lo menos dos ensayos. Hall, Sachs y Hall (1979) evaluaron las siguientes
variables: a) tasa cardíaca, b) tasa respiratoria, c) presión arteríal, (d) rrc y
f) análisis de sangre, para concluir que el procedimiento no sólo es eficaz
sino que es médicamente inocuo en pacientes sanos que no pertenecen a
ninguno de los grupos de riesgo. Nosotros mismos (Cáceres, 1979) hemos
empleado procedimientos semejantes con sujetos que sufrían este mismo tipo
de problemas.
\(alker y Francini (1985) apuntan, por su parte, que muchos de los fua categorías de alto riesgo y, consecuentemente, serían
los que más necesitarían dejar de fumar. Es una lástima que este tipo de
madores pertenecen
sujetos no pueda beneficiarse de técnicas cuya efectividad está bien probada.
Por ello se intentan desarrollar alternativas que impliquen un mínimo riesgo
para aquellos sujetos de alto riesgo. Así, comparan la eficacia de dos procedimientos denominados "saciación del gusto" (desarrollado por Tori, 1978)
y la "focalización al fumar".
El procedimiento empleado en la saciación del gusto es el siguiente:
Tras pedir a los pacientes que se abstengan de fumar durante las ocho
horas anteriores a cada sesión, en la misma se les pide que se sienten en una
José Cáceres Carrasco
sala vacía, de frente a u.na
pared en
con los ojos cerrados. de .á'.""r.r.ió,
.branco. Tras un período de rerajación
v
de ros purmones.
garganlo y boca, se pide a los
sujeto, qrr....,.i""d"";;;i;arrillo
de su marca
favorita y que rerengan
l" bo." u"á.rrp"á"T"r""r"'50 segundos.
"r, respiren
rras ranro, se res.pide que
Mien_
d" -"'n".1
t"
nariz
focalicen su ate'ción
y que
i", r"ni..¡on.,
"n
por er humo,
a saber, sensaciones..4..
náls_ea, cansancio, dificuitad
*11r"",", sensación de
;;i;;:;r;:iJ;,
;ill; io.
dÉil;;;"r'Ji"f"o*
g".-;r;;-."'r"-uá.?';;';;
pr."-r"rpr.ar)
erc
Tras exharar er humo tr"ué,
i""ü u..r,'le res pide que ,even a cabo
" i"h"r".i;;'purmonar.
ronda de nuevo utirizando
ra
-J,
En .rt"'r"gunda secuencia,
tras haber mantenido .l h"*o
t^"ri zo r"gn.rdo, .rr*1" bo.", se les
pide
en las sensacio.,.,,i",". 'o"...'tren
Ambas secuencias ,"
il';; manera que las inharaciones pulmo_
"r,"r.rrn,
nares se limiten a cinco por
cada pi,irr., seguidas por
un período de descanso
's""
que er suieto
'oi,i,'J;
Estos procedimientos ," ,.r"r.n
desarrollar en grupo. Después
minutos de saciació" d.l g.r*á,-r"
de cinco
irrriruye
por.i f,r-".focalizado, en er
que se pide al sujeto q.re firme.r"g.i"
* r"'r-ír,"u;r"r'i-r.",ras focaliza su
atención en las mismas r.nrr.ior,"e,
que,sf l. rr;ir-i;.,r,0r.
durante el procedimi"nr" a"
descubrió
lr.i"¡i" d"r gurtol ';;";;¿r" seélresrringe
inhalación itrlmorrar, a cinco
ra
veces por cigarrillo fumado.
Los aurores concluyen qu"
r-bir'pro"cedimiento, ro'r, .r.".es
y fisioró_
de
"t';;;."driln,o saciación
1T"'*,!1ll:lll: tr,W:¡r4"
f:;t:*:T:::'::"::i'
í;;;;;Iasra
';f"uÍ"
5ru:i:'illlill, :Í: ::::: ;ñ i'J""
j,li!
g:.o
";.-pr
,.^
(1983),
co
en.el que" se"jffü'.J.l,,1i,i,,",,
utilizó .";;-;i;;;,
o,, d
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3
".i"'-"rr".uación
ttnto de ptoblt-ai
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iffi: i:
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ü:lll[n
ü compursrva
infantir
r,,
ü;
en sitios
facial (facial screening)
ffff::;:Í'#iH";"tñ,fi'"'T:j:';:i::11
cubierta de paño sobre ra
cara
d cl com po rrr- ¡.r,.,
¡"
;;
;"J;:::?T rrt,f
facilidad por personr, "r"r, ;l
,ll"g"d",
;;;"r..
narmann v vitari (1992) utirizaron
e.ste. procedimiento
para eriminar pro_
blemas de tricotiromanía.
1árr"n.".r"'"r'o"ro)
en
sujetos
diii,nu,¿os. Er tra_
ramiento se ,evaba .rbt
¿"- r" *riir,"
"
-"rr.r": El terapeura, o persona
;r;i:Hr?
,
ru;::?
Procedimientos
arLersiaos
291
implicada, se colocaba detrás del sujeto y realiza el bloqueo facial contingentem€nte con la aparición de cada una de las conduct", á.
el pielo.
"rr".rcarse
Dicha persona, además, verbalizaba la orden *¡No,... (Nombre
del niño)...
las manos quietas!" dejando que la cubierta facial se deslizase encima de la
cabeza del niño durante cinco segundos, de tal forma que éste pudiera seguir
respirando de una manera normal y cómoda. Aplicado este procedimiJnto
en la situación de consulta, los terapeutas entrenaron a los padres, o a los
cuidadores, de los diversos sujetos rramdos, por medio del modelado y la
observación en la ejecución del procedimiento. Después de este ..rrr".r"-i..rto, el resto de las sesiones fueron administrad"r por los cuidadores... en el
ambiente natural.
Barmann y vitali (1982) sugieren que la eficacia de este tipo de procedi.
miento podría deberse, por una parre, al efecto del castigo y, por f^ ot
^, ^
lo que ellos llaman extinción sensorial (Reincover,7979), d"do q". a los niños
de este estudio les gustaba, rras arrancarse el pelo, mirarlo y júgar con é1. El
procedimiento de bloqueo facial puede haber actuado rerirando esos refuerzos sensoriales, contribuyendo, así, a la extinción de los tirones de pelo.
Al revisar los datos obtenidos por ellos insisten en que la curva áe desaparición del comportamiento meta posee más las caracteiísticas de un proceso
de extinción, ya que se produce un cambio gradual, y no ranto un cambio
abrupto típico de los procedimientos basados en castigo.
. Este procedimiento ha sido utilizado también para ieducir los comportamientos autopunitivos en sujetos menralmenre rerrasados, de 20 años
iLurr,
ker, 1978) y para suprimir un comporramiento sexual inadecuado,
.r¡
"n
chico retrasado de 14 años (Barman y Murray, 19Sl).
V.1.1.5.
iü
#
p
$
$
il
li.
i
ü
f,
ti'.
f
Aversión qwímica
En los procedimientos que utilizan aversión química se espera que la administración de un determinado producto. químico produzca ,rr, .rt"do aversivo
o desagradable que coincida o pueda emparejarse con los esrímulos o las
conductas problema. Las drogas que se .riilir"n más habitualmente son los
emét.icos 2, especialmente la apomorfina y la emetina. Masters y cols. (19g7)
señalan.que, en ocasiones y disponiendo del equipo de respiración
"p.oii"do,
se pueden utilizar drogas paralizantes (bloqueánr.. n.rro-usculares,
tipo
curare) de efecto breve, que provocan una incapacidad temporal para respiiar
condición que es extremadam..rte
-una
"rre.rirra.
El control aversivo por medio de drogas
se ha utilizado más frecuenremente en el caso del alcoholismo. En un programa típico de tratamienro, se
2 Sustancias que
producen náuseas y vómitos. [Nota del cornpilador.J
rF='
292
José Cáceres Carrasco
le proporciona' en primer lugar, al paciente una
descripción verbal de los
procedimientos de tratamientó. A menudo, ,"
l" J;;i;r.iente que beba
sólo líquidos el día de traramiento. Tambié;,; i;I*a.'at".
una droga esti_
mulanre, como la bencedrina, con Ia intención de
facilitar pro."ro de con_
"l
y eliminar cualquier efecto f,;p"áii." á.;;ás"-;é;"
i;;
11.::::.:to
el caso que se use apomorfina). puesto qrr".hay muchos
d.
l"
p).sentación del alcohol (olor, color, ,"borj,
trat"-i"rrio "rp.Jro,
,or-"1*enre dene
"l ¡;;;;i-p".i"",.
lugar en una habitación oscura, i.rrorro.ízad",
se enfrenta
a una serie de bebidas alcohqlicas, que aparecen
iluminad'", .o., er fi'de
lu.
concenrre su atención en ellas. DespuéJ de que se
le administra el fármaco
emético y cuando el,pacient_e.e-pieza
náuseas, ," i;;;p;.;;;i;
tome una bebida alcohólica. Er paijente ".r.n,i,
tiene que
darle vueltas
en la boca y luego.rragarse caáa bebid"
"1.;,';ú;r.ar,
q*
,.
r. ór;r.;r".-ú;;
-"
"r.oɿ[."
vez que se rraga el ricor,. tendrá lugar_ el vómito
(Master y .olr., rggD;.
Nosorros mismos (cáceres, tlzá) hemo, tr"t"jo er alctholismo
mediante
Antabuse, (Disulfurá.n). Tras .onr"gui. un nivel
de concenrración de Disuldel paciente y explicarle el procedimienro, para
reÍorzar
i:iT^::_,1
-'llgt" de este producto,
ra
lmagen aversrva
realizamos, de manera controlada en la
situación clínica, ,r.r" pru.b" de sus efectos auersirro,
al producirse la inges_
tión de alcohol. Para ello dábamos dosis control"drs
d'" *hirky ,i ,;l:;;.
mienrras se hallaba bajo cuidado médico en una
situación a. ,.i"r, ; 3;-i;
estimulaba a analizar las reacciones fisiológic";
,;;;;'q.r. ibr' aparecien_
do.graduatmente. (taquicardia, enroi".i-i";;;;;.;;;i; jiii."lr"¿
en la resni_
ración, caída de la tensión a*erial, mareos, etc.).
Esta ."r..iji"..; #.#;
mediante los medios farmacológicos pertinentes
si
nivel de gravedad.
^lr^i^a^un determinado
Estudios clásicos
.qu9 han utilizado este tipo de procedimientos aversivos
en el rraramiento del alcohorismo son los aá
r.-.ir=, vl.g,ri" y corabora_
do.res,(Lemere y Voegtlin, 1940, voegrhn,
1940; voegrrin, Lemere, Broz r.
O'Hallaren, 1941, 1942)
v.t.z. Estímulos condicionados
$
f
L-
Hemos de prestar atención a la elección de
los estímuros o esrabones com_
portamentales desviados que hayan de
servirno, .o-o
condiciona_
dos y a la forma en que'hay"á.; á;
"*i-ulos
para
ello
f..r.ntrrros.
es
importante
determinar previament e, y a veces no ., t"r""
fácir, cuál de los elementos
componenres de la constelación estimula*irrr"
p.r, J.r."."¿."ar con más
fuerza el comportamiento ,ro d"r""áo.''En el caso de las parafilias, varios aurores
han desarrollado procedimien_
¡
-__
Procedimientos
aaersiztos
Zg3
S;f;li:i
3i6f."
capacidad de objetivar esta búsqueda
(euinsey, chaplin y
Nosotros mismos (cáceres, 1990) hemos
desarroilado toda una filmote_
ca-audioreca para, mediante ra urirjza'sió"
d. ,"gir;;;r^riJürogi.os, formalizar
nuesrra decisión- Estos mérodos son
r.
ilexibres como para
llevarnos, a veces, a diseñar l"
al caso con_
creto.
si no somos capaces de aislar constelaciones
concretas o eslabones espe_
cíficos, es recomendabre utiriz". u' a,mlria
g".-r
,rfi.i;;;;;.;
.rti-rl".i;; á;-;;;;;;;.rrda
;;;;muros o de pasos
compo*amenrales que definan la conducta
¿Errir¿i-.ulá"rrao que tal elec_.
ción evite provocar una inhibición general
izada a"rri-"loo que no deseamos
(p."i., en el caso del tratami.r,to d"" oarafilias,
h;;;;;;vitar que compor_
tamientos socialmente adecuados ,. ,r"".,
in'oi.r.rt"ri"-"rri i.rrr.stidos de una
capacidad inhibitoria).
Hemos de cuidar también, cuando los
estímulos esrén bien aisrados, si
han de ser componenres. visuaÍes, orfativor,
g";;.;i;;r,"üi'q.r.
hayande manejarse, o bien una combinación de
ro¿.,
de decisión
"iárl;;r.;roceso
pueden avudarnos los métoios psicofisiorogi..í
(e.rr,.g.,i
t;il:;
ilTr3':"
v'z' Diferencias según la
forma d.e presentación d.e los estímulos
otro de los a-spectos sobre ros cuares pueden variarse
los diversos mérodos
estriba en la forma en que ," pr"re.rta,',.
tanto lo, .rti-.,los condicionados
como los incondicionadts. Esta
;; ;;;r;;;r.i?,, pr.ae ser real,
("en vivo"), encubie*a-imaginada,-od"liárá
o encubier,; : r-r;,ili, .o-pl.-entada
con algún tipo de apoyo.
v.z.r. Real
Todos los estudios citados anreriormenre
consrituyen buenos ejemplos de la
presentación real tanro de los estímulos
condiciorrá¿or-*lo de los incondi_
.,o d.,..ito-r,",," .¡
q"" la presenta_
r,"*"i.,
v",g,i
:: : ff ,:".lt rlx, :, :1,:T T
",,,". desviado, ül
portamiento
a eriminar, le produce vergüen za (en
un estado de
activación diferente rl
ocurre i"n.i"t-"nr.), ,;;;'f;rf,
d"
.qu.trolada a dicha situación. N"tor.o3-t,"-os
-"r,"ra con_
utilizado
de aversión en
al gunos casos de exhibicioni';.,
"*.;l; der comporta_
;;ffi;*i],o'":ltu"
provocado pot
en
.T[::iñijbicionista
""rorros situáciones conrrol"d"', id;-
;;i
:iil,j:Ll:::,#ji"r.
il ;::.;
1*n: ::
L::
;;;
José Cáceres Carrasco
v.2.2. Imaginada
o encubierca
Para obviar algunas de ras dificultades
que se derivan de la aplicación
de las
técnicas aversivas
ra rearidad, ."1 ánimo de optimizar
,en
argunas
de
las
posibles ventajas
{e este,ripo de'píocedimientos (p.ej., puesra en práctica en
la vida real
,
i" L, estímuros'conáii¡onraos_incondicio_
del sujero, ,erevancia
nados, etc.) por una parte, por
la orra, b"r¿.,dor"
I
de las expli_
cacrones que se hacen a ra hora
"r, "ig.rrr",
de expricar fr;;;;;ir,..r,o
de
ra terapia
aversiva (véase lo que
"i
va hemos
vos"), varios
'.;.fu;-;;'j;;;;#i
""r,r"yo, cogniti_
han propuesto
la aplicacióni;;;",
procedimienros a
"utorér
-uuvl
través de medios encubierios o
d. lr-i-"gi;i¿;.*Las bases teóricas y. ra descrip.ion
d!
procedimientos han
sido ampliamenre d.r.rit", y
";"ü" deqóoz¡
por.cautera
ha descrito su adaptaci¿n .l'tr"rrli"n,o
"i"f;;as d.r alcohorismo quien, además,
(cautera, 1970) v a
la conducta de fumar en exceso (cautera,
rgrbl).
l"r;i¡i1,"
ripo de pío."_
dimienros ha sido también
e
.-fizad[*
ilái¡"ntos
destinados
"-pril-"", p ro''"' -;"';;;;
;'
"Jiil ":,': t Tr::
s,
co
s ra
"i "r r ss ii i"
l,lH
i:.tr|
J"n
;,;'J"i ; ;;#,#:.:$:ii.. T,ffi: J",1: ffi l,1
" ;;p;;
portamiento
r"*"'1,l^":l]ig..on
ren
ci
ar
r
nes para
Il .*
_
i-ag"rres a'ersivai realistas. Las
instruccio_
dirigir la imaginación eran lJs
y eres sorprendidoi*"'illlil"Íil:rffi::Ti1T;f,i:
qüe te gusta y que temes descubra
tu comportamiento homosexuar), quien
al verre en tal oosición sare horrorit^l^
d";á; ;;;;.;;;r"
de estos gritos
Ilegan otros ueci'os y todos
,. u"n-ro.p.endTdos
,ni"-.i
espectácuro que
Hay risas, verbalizacion",
loár",; * ü;nrn.;,, ltanto de ta
ií:J::::"
cautela (1967) sugiere que ar finar
de. ra presentación ha de
enfatizarse
una escena de escape. por ejempro,
en er ;rí;;;;;;l'poa.i, haber
sido:
"decides no rener reración r";;i;;r""r. .hi.o,
val y
-----*' re
Lc encuenrras mu\_
"v vas
/ re
a gusto contigo mismoo.
cama con un chico
v.z.¡. Encubierta, complementada
A veces la presentación de los estímulos,
tanto condicionados como incon_
dicionados, se hace ¿"
-"rr*"*"tilr'r",
pe.ro esta presentación se refuerza
con algún tipo de estímulo .*,"rn"
,""i.
M"l"rrky
lifSO¡, por ejemplo, uri_
lizó procedimientos.de r*riuiü.i¿n
ln.uui..,a apoyados con maros orores
tejido pur'"fr.io. Á; ;;." a"
pr""';rá"r"Jr," ,ip" de apoyos.
l*:'j:-:-por
qurza convenga rambién rener en
cuenra r", ,":;l;;;l'Jbr.rri¿o,
por noso_
Procedimientos arLersivos
295
tros (Aranegui y cols., 1989), en el sentido de que, al menos en lo que a
estímulos fóbicos y sexuales se refiere, la estimulación visual dinámica, la
auditiva, y la visual estárica, por este orden, parecen ser los más eficaces a la
hora de producir activación fisiológica.
v.t. Diferencias basadas en el paradigma utilizado
IF
Otra fuente de discrepancia sobre los diversos procedimienros aversivos reside en el paradigma teórico asumido para el desarrollo de rratamiento. Así,
aun cuando en las técnicas desarrolladas en la actualidad se tienda a combinar
toda una serie de procedimienros, ha habido aurores que han cuidado que
los procedimientos por ellos utilizados se ajusrasen el máximo posible a un
modelo dado, ya fuese condicionamiento clásico, operanre o cualquier otro
paradigma de los antes expuesros.
De los resultados que se han obtenido se puede concluir que: 1) No
siempre, por ajustarse más a un modelo determinado, los resrrltados son
mejores, y 2) no porque los estímulos aversivos sean inrensos (Sandler, 19g6)
los resultados mejoran._Pohl, Revusky y Mellor (1980) sugieren incluso qué
algunos de los resultados de sus estudios realizados con-animales, indióan
que la intensidad de los estímulos aversivos empleados a veces son innecesariamente aversivos.
VI.
APLICACIONES
Al ir revisando los diversos procedimientos utilizados en la terapia aversiva
ya nos hemos ido refiriendo a las diversas áreas a las que,.o.,
-.jo, o peor
fortuna, se han venido aplicando. De hecho, pocos hán sido lo, .o-pó.t"mientos prob_lema, por exceso, que no hayan sido sometidos, en alguna ocasión a procedimientos aversivos.
. Algunos de los problemas en los que se ha aplicado la terapia aversiva
han sido: alcoholismo (\üiens y Menustik,1983; \trilrorr, l9g7),l,r.go .ornp1ls.r.vo (Goorney,_ 1,968), obesidad (Forthwirth y Foreyt, lg1g), iabáquis-o
(Y"ll' Sacks y_ Hall, 1979; cáceres, 7979), comportamiéntos agiesivos iFo*",
Plaska y Bittle, 1986), homosexualidad (Malétzsky, 1973),
ia.afillas qlrta1980; Hayes., Brownell y Barlow,lgTB), tiicotiloma.ría (Barmann y
l::t:!y,
Vitali, 1,982), rumiaciones obsesivas (Emmelkamp y valta, lg1g), co.rd,.r.á
autodestructiva (Lutzker, 1978) y berrinches infantiles (Rolider y Van Houten,1985).
296
José Cáceres Cartasco
VII. CONCLUSIONES
Hemos de señalar, para concluir, que con la terapia aversiva parece haber
ocurrido lo mismo que con otras técnicas terapéuticas: tras un período de
popularidad exagerada y wilizacíón indiscriminada, se da pie a otro período
más crítico, depurador y analítico. La diferencia, sin embargo, estriba en que,
quizás por las razones reseñadas en nuestra introducción, tal período analítico-depurador no se está realizando con la seriedad que se debiera y corremos el riesgo de, como señala un refrán británico, .tirar al bebé con el agua
sucia donde le acabamos de bañar,. Es decir, desechar el potencial positivo
que pudiera existir, de manera indiscriminada.
Existen sobradas pruebas de que el mecanismo aversivo se produce en
situaciones naturales (García, Kimeldorf y Koelling, 1955; García y Koelling,
1966; Olafsdottir, Sjódén y 'S7estling, 1986) y de que tal mecanis-o pned.
ser eficaz en el tratamiento de problemas concretos, pero siguen pendientes
de contestación las pregunras básicas: ¿Qué tipo de sujetos pueden beneficiarse de ellos, en qué situaciones problema, con qué clase de éstímulos aversivos, en qué circunstancias, bajo qué paradigmas, complementados con qué
otras técnicas terapéuticas?
VIII.
LECTURAS PARA PROFUNDIZAR
Cáceres,J.,"Técnicasaversivaso,enJ.MayoryF.Labrador(comps.),
Manualdemodificación
de conducta, Madrid, Alhambra, 1984.
Masrers, J. c., Burish, T. G., Hollon, S. D. y Rimm, D. C., Bebavior tberapy: techniques
and empirical findings (3' ed.), San Diego, calif., Harcourr Brace Jou"ro'i.h, 19g7.
Rachman, S., y Teasdale, J., Aaersion therapy and beltaviour disorders: an analysis, Coral
Gables, Fl., University of Miami Press, 1969.
Sandler, J., "Aversion methods", en F. H. Kanfer y A. P. Goldstein (comps.), Helping people
cbange (3' ed.), Nueva York, Pergamon Press, 1986. (Hay traducción castellanaÁa' Ii z.
edición [1980]: Cómo ayudar al cambio en psicoterapia, Bilbao, Desclée de Brouwer, 1988).
walker, c. E. Hedberg_, A, G., clement, P. \f. y 'lfright, L., clinical procedures
for b,ehapiár
therapy, Englewood Cliffs, N.J., Prentice-Hall, 1981.
\lalters, G. C. y Grusec, J. E., Punishment, San Francisco, Freeman,'1.977.
\üilson, G. T., "Chemical aversion conditioning as a trearment for alcoholism: a re-analysiso.
Bebapiour Research and Therapy,25, 1987, pp. 503-516.
CUARTA PARTE
TÉCNICAS BASADAS PRINCIPALMENTE
EN EL CONDICIONAMIENTO OPERANTE
14. MÉTODOS OPERANTES
\
i
lr
/.:
JosEnHJ. pran
lÉ
$
ri¡
I.
HISTORIA
En cierto senrido, los métodos operanres
han existido a ro largo de toda
historia y probabremenre * ;;r.;;;
ra
gan a épocas prehistóricas,
cuando ros
humanos se dieron cuenta' por
primer a vez,que podían controlar
la conducta
de los demás por medio l" ll ...1
estudio cientíriio a. ro,
allrT.""*J":;'r':i':::;,*tj"r"'I3:3?;""]
"f.a",,."ú.¡o
ralmenre, que empezó con
d" il;;"i.
ii".r¿ike (1898) Jobre
"t
el aprendizaje animar. su .on;ur,o-liár.f"-oro
J.;;;;;;entos
impricaba er
cotocar un saro hambriento l'
una cuerda que abría ra puerta. '", ürr;;i;;;.";fi;;'.scapar rirando de
r. jaura, obtenía
como recompensa un rrozo de
pescado que se encontraba
fuera
de ra jaura.
como resurtado de sus estudioi Thorndike
f";;ró'i;or"
ur ramó ra Ley
det Efecto' Esta rev tenía dos
,"g"iao por una
respuesra y luego por un acontecimien.to
"q,
satisfactorio'-(o-'estado
de satidac_
ctón), se fortalecerj la conexión
ln
guido por una respuesra
es se_
"r,i_rio_."rpllrrí'r"íS,J
"rri,nulo
r.!y.g" p;; un acontecimieito desogradabre
tado de desagrado'),.se debilita?¿
@ esá-ion.*ion .rti-rlá-l"lou"rr.. Thorndike
definió los estados de satisfacci¿,
y ¿"'¿ür;;'::;;.r:l*"",
c";;;;i;;lr.#ilx0.
p;.;;;;'it;t;;;;;r.,il
Por un estudo de satisfacción quiero
d.ecir aqwér en er que er animar
no
e,itarro, ttor¡rn¿o ]'*r)r¿" cosas para
mantenerro o renoaar_
lo' Por un'estado d".dirogroio q)ir)'"')rrir
aquér en er que er animar no hace
hiciendi a *'á¿"
po,o i,i-"¡)., con ér(rh.;;:i#,1X'ít:;";f"'o'
'o'o'
hace nada por
Thorndike estaba interesado
rambién cn ra educación y
,evó a cabo es_
tudios con humanos, en un
intento de dete.minar^cómo
podíaapricarse la
ley del efe*o oara r¡sj6¡r. .r
;;;l
como resurtado de esros
estudios, llegó a ra concrusió"
"du."tiuo.
;;;;;ros
aconrecimientos
desagradabres
debilitan direcramenr" r, .orr""¡oi-r
:;;.; un estímuro y ,;; ,"rpu.r,r, porno
el
""*.*.,
de Manitoba (Canadá)
¡_
100
Josepb
contrario, hacen que la. respuesta se
vuelva más- variable, ro que
respuesra una opo.unidad de ser
recompensad,
d.a
a
J. pear
ranueva
Gi;.;iik",
"i"'j"rr" rgili
La influencia de Thorndike f""
l"
B. \'atson, er
fundador de la escuel, d" pricologil".lip'rrá1 .;;;
cónocida como Ándwctismo. \warson
(1913, 19t6, ts25) eriminó iod", li,
,"ferencias ;i;;;;,"
(p."j., .concien_
cia", .i¡1¿*enes
menrales-,)
y a los-estad", .rü;*r.rrr'i0.";
pri.oroiir. i.¿1, r", ,.onr.ái-i"n,oi qu., "satisfacción")
supuesramenre
tienen lugar en la mente ,! int .p."r"U"n
i¿;;l;;;"
Ia
conducta oue
puede medirse. Por
f.nr", en".,silencio
de su enfoque de ra
#;r:"i, H:
.r- h"lü
.ejemplo, "t
puede medirse (en principio¡
."loá"Jo sensores eléctricos en la lengua, .u.rdas vocales y otras p"rt", i.r apa.ato.
vocar. H
no tiene rugar
como un resultado.de ideas qu" ra
";;.J;aje
asocian.r, r, men't",
r;no
qu" es un cambio
en la conducta. Dándor" .ué.rr" ¿.'qu.
toda cienci";;;ir" unidades, rvat_
son escogió el reflejo,cond.iuonad?,
qu. h"bi, ,ido .rr"j;r¿. por er fisiórogo
Pavlov (1927), como la unidad d"
rá .-ond.u.,"
í.g0" \'atson, todo
aprendizaie podría explicarse po.
"p.*iiir.
ior-principios
del
condicionamienro esrudiados v definidos po,. prulou. En
apávo d¿ .*" ;;;i".il]-,, wrrron proporcionó elaboradas expricaciones ,ob."'J-o
el resolver un probrema para ob_
rener una recomnensa (como hicieron
los gatos
r, lrlr, ¿. mi.riü.1
puede urr'" ro-t^:¡.,ren.i"r..o-ft";",
"n.onii.ion"dos.
de reflejos
Sin embarqo,;str¡.explicaciones .ro frreron
Á.*." roralmente satisfactorias.
B' F' skinner (1935) fue uno de ros pri-j..o:
q;;;;"guió un tipo de
condicionamiento basaáo
r,a .".o-p.rrr". Inicialmente
se refirió al condi_
.en
cionamiento pavroviano simpre
,oÁo'rondiriorr;;;;;-"' i,
de condicionamiento recientemen,"
7iy" I y ar tipo
r".o'o.ido como *)o,rroro*iento
cre
Tipo IL Más tarde, empleó r"; ;¿;-;no
s condiciono*¡rn|ro respondiente tcondicionamiento operante, para
,"f".i1.-":
-ig¡gr.,".p.;;;;_;;;;,
aquellos dos
tipos de condicionamie"to qskirr".r,
" que skinner
después
de
hiciera esta distinción, Hilg)á y'
.p9co
rur".qu,,
-¿irri".roi(1940) escribieron un texto de
en el que hicieán
lu^rjldizaie
r. que elros de_
"í" y ,o"didono*;rrio-"¡irr.rr*rntar,
nomrnaron
condicionamiento crásico
que a
veces se usan como sinónimos
,l .onii.io"",,'i.nio-."r"";;
respecrivamente. sin eTb a.rg9,
d:l aprendizaie al"afirm; ;;" .r .""a;.i."""-j""ro
TÍ:t,::
operanre es et
mas rmporranre como objeto
d.
por los pri;;i;;;;;r" qu" la mayoria
de nuesrra conducra soclal
".tujio
fu.ej., .ii'.tlrl ;' ;;;;;;;: e'r'ou. sim'ar en
muchos aspecros a Thorndik'e, 'sl;";;
parece haber sido más infruido
\ü/atson'
oor
Al igual que.éste, skinne*ub.ryo ra importancia
de
utirizar
,"r_i_
no logía cond uctu al al h abl
aruob."
ai.^¡r. Áli;;;i'; ;'nu",ron, Sk in n er
subrayó la importancia de r"t
"o..n
";iá;í;r'.on¿u.,r"r"!. IJ""¡¿ad de conducr¡
que introdujo Skinner es la operant;,
;;. se define como ur
es fortalecida o manrenida
poi ru, .orri.rrencias. Al iguar
nJ""ri;lr:i',ttull:
,i-ír- ."r*
sLi""..-r"-il;;;;;?' iltlT¿;i T:i::
ltu-
Métod.os
.t
g
_i:
$,
ii$
il
i
]l
s
i.
a
t.
$r.
operantes
jol
ner siguió a Pavlov al uúlizar la terminología estímulo-respuesta de la fisiología; sin embargo, modificó el significado de esos términás con respecto al
condicionamiento operante. En el condicionamiento operante, .ro ," considera qu.e. la
sea provocada_ por un estímulo, ,i.ro que se dice que
_respuesta
es emitida. IJna operante puede colocarse bajo el conrrol d. r., estímulo,
Pero no en la relación una-uno que implican las denominadas teorías esrímulo-respuesta de la conducta. De este modo, Skinner no es un teórico del
estímulo-respuesta, aunque a yeces se le pone esa etiqueta.
skinner ha estado muy inreresado en las aplicaciones prácticas de sus
teorías y descubrimientos. Una de sus primeras áplicaciones^fue en el campo
de la educación (skinner, 1954, 1958, 1961), donde desarrolló máquinas ie
enseñar y.la instrucción programada. Además, él y sus estudiantes hicieron
rnvestigaciones con pacientes psicóticos y, aunque esta investi gación era de
naturaleza básica, emplearon el término terapia de conducto plr^ describirla
y, de esta manera, fueron los primeror q.r", probablemente, emplearon ese
término.(Li"drl_"I, skinner y.solomon , lg53). sin embargo, quizis la mayor
influencia de Skinner sobre los métodos operanres apfióados han sido sus
escritos teóricos en los que especulaba sobre cómo sá puede aplicar su enfoque a áreas ran diversas como la educación, el gobiertto y la terapia (Skinner, 1953).
,...U"" de las.primeras aplicaciones de los métodos operantes, recogida en
la literatura sobre el rema, fue la llevada a cabo por Fulier (lg4g), que"utilizó
el reforzamiento para aumenrar la conducta de levantar el trazo en un individuo deficiente con muchas minusvalías. El número de estudios sobre la
aplicación de los métodos operantes creció gradualmente a lo largo de los
años.cincuenta y sesenta. Algunos de los estudios más influyentes" de estas
décadas fueron los de Flanagan, Goldiamond y Azrin (195g), q,r. emplearo,
métodos.operanres para disminuir la tarramudez; Aylion y Niich""l'(lg5g),
Isaacs, Thomas.y Goldiamond (1960) y Ayllon y Azrin (1965, rlob¡ que
utilizaron métodos operantes para conrrolar-y moáificar la condrr.t" .rrárárl
en pacientes psicóticos; \wolf, Risley y_ Mees (1964) y Lovaas (1966), que
usaron métodos operantes para desarrollar el habla en niños autistas;'Biinbrauer, Bijou, Volf
.y Kiddeer (1965), que emplearon método, op.r"rr",
para desarrollar habilidades académicas en niños áeficientes; Patterson (1965)
que utilizó métodos operanres para reducir la hiperactividad; Schwit)gebei
(1964),_que usó métodos operanres con delincu..tt"i j.rrr.rriles; y Keller
1tées;,
que- aplico mérodos operanres a la educación superior. Desdeio,
ta, ha habido numerosos estudios sobre el .-pi.o de los métodos"ñor'r.r"íoperanres
y se han aplicado a, prácticamente, rodas las áreas de la psicología.
. La ,investigación básica y aplicada sobre el condicionamien"to operanre
sigue siendo de un creciente interés. En 1958, la Society
for tbe Experimental
Analysis of Behavior fsociedad para el Análisis ExperiÁéntal de la'Conducta]
:
4
, .
.
302
Joseph
J. pear
fundó la Journar of the Experimentar
An1ry1ts. of Behaoior,ff {8,
del Análisis Experimentar de r"
óá"á".r"i, dedi.áda p.i".ip"r-ente fRevista
a la in_
vestigación que seguía er enfoque
ñ;;;;'ü;"Éñír.'Tlro.,"
ra
mayoría
de sus artículos son inform.r i.
i,ru.r,ig"iior,;';;;;;r;". básicas, ra-rEAB
publicó algunos de ros p.i-".or1;;;ñ,
operantes apricados. sin embargo,
en 1968, debido ar auminto de estudiosroperantes
ra
the Experimental Anarvrir
"pri.ador, sociery for
zu"¿¿
"iBJ;"ilr
gerlos, laJournal of
"n" ";;;;;visra para reco_
atú-", ¿na.rysis, ¡ana
-Aipried
fRevi.sta der Anárisis de
conducta Aplicadorpara ta publicación
conducta operante.
II.
d"
i'ioy día, u-jioi'y tá¡e'ie;..'i;;';;ncipares
"rtudio,
bá;;,"i üffi;#r;:.1;"...te,
revisras
sobre la
DEFINICIONES Y DESCRIPCION
I'as definiciones precisas
son
i-pg.rantes para
cra,sras en métodos operanres.
Todos to,
rérminos de aconteci-i"n,o,
.á"¿".,"rr", y
didos. Los concepros operanr",
.l"r,"r
-:r
ra mayoríade ros espe-
.or,..fi;;#,
;ú;;;;"i;.';r.
rJ;G';;;:il;i:::
que definirse en
puedan ser me_
condicionamiento operante:
consisre en un aumenro
en Ia probabilidad
de la respuesta al ser seguida
p"r ,"r.rr.J;;,;;;;o-dirr¡rr,o
al condicio_
"" que consisre
en *.,-,.,,,", r, p-L;;ri
ese estímuto con
::::::':J:ovoque una- resPuesta al imparejar
;:fffil"'ffX*H,:"n"t'Jiff,
';;;;;
d.";;-;;#;iL',ll;,fi
respuest*s oper^ntes. Se
dice
jiy"::T:;i::::,,1ffi
tl:::"^;:
"il?:li,"il,
qu"
Ir. respuestas operantes son emitidas
por er
un estíáuro 1.o-o en er caso
!" r",
H:'"*,?;:#,n:*;;;¿;i;'*'
Reforzadon cualquier estímulo
que aum€nte la probabilidad
de una res_
iempo.rr-"nr.]ño está .rp..ifi.rdo
li
,i"-po
que tardar el reforzador'..r
que tiene
r"guir-" t.'r..p.r.sta con el fin
de aumentar su
probabilidad de ocurrencia;
sirr'emb;r;, nórmalmen; .;
rividad de un reforzador d;;
ü""e que la efec_
r;;'i"d;"nre conform.
transcurre enrre ra respuesra
er tiempo que
y
"r',*,,
Fi;;;;
;:..
de
reforzadores:
positivos v negativos u" rt¡ouo'i"i'eT,;,*",;:rü"t;!rri-r,to
"Ii"forr^{9,
puesta a Ia que sigue
'
sentación después de una,respu"*"
,ú-.nta.ra p."b"l;iiJ"Jo" .r, cuya pre_
mrenrras que un reforzador
respuesra,
iegatiro., .urlqri.,
después de una ,Ápu"r,"
eliminación
aumenra ra p.obábilid;respuesta. una
respuesra que ha sido reforz"d"
,"fo.r"dor negativo se denomina
a
;;'Jri
;;;;d."ya
il;
llétodos
operantes
JO3
menudo respuesta de escape, porque
proporciona un escape del refor
zador
negativo' Los reforzador"r poritiu'"r
y
-negativos .or.a.porrden, toscamente,
a los acontecimientos satisfáctorio,
o'affi";tü';:-ruesros por Thorn_
se emplean los térrñinos d.
t'ho.,rdike debido a sus
15^:'^i,:tb"tq:l
lo
connotaclones
subjetivas.
Estímulo punitiao: cuarquier estímurcr_
que dismin uya raprobabilidad
de
una respuesra operanre a Ia que sigue.
un'.rti-ui;
;il puede servir como
estímulo punitivo puede r.*ir r"rnb'iJ'como
,rforr^d,á, negativo _empreán_
dose uno u orro término
negativoo o _.rii_uto punitivo")
l"r.forrJor
de.
pendiendo de si er .o.rr"*ro .""r¡i"
." aumentar o disminuir ra probabilidad
d.e una respuesra. Er término
;;;;;;¡" aoersiao r. u;ii;; a veces, para refe_
rrrse a un reforzador negativo
o a un estímulo p""i;i;;.,
Reforzamiento;
consiste en, presentar
un reforzador negativo, in-.dilrr-"nte un reforzad,or positivo o eliminar
despué,
que la respuesra h"a sido
,rf"áil."''
d.
un"'respuesra. se dice
castigo: consiste.en presentar un
estímulo aversivo o eriminar un
refor_
á'ü¿' d'
se dice
;i1l,ltr""","'J:
':I::*:^"*
;;;;"';;;;
q;;;;;,
,,r:;:í:3!¡í!áK!'í',;:iji**disminuirlaprobabilidaddeunarespuesra
Extinción del castigo: consisre
en la recuperación de r
."rrigo, i"Uiio a que
ú;;;;;d;lJ::i::::il:J;
había disminuido po,
"-l
:1;
d
t'
*,
¡
i
s
i¡l
Estímulo dtscriminatizo.. consiste
en un estímuro que está correlacionado
con la probabilidad de que ,r^
,"lloir^d;
dos ripos de
estímulos discriminativos' E',s
r;r. u"
cuya presencia
un "
estímuro ":i*;i"'""
;:d:t::'i1J:il:'i,::ta;
Éü;
;;; ;;r#;;..ir*
Eü;
";;;;;..,",'ói"
,,u.'."
,.
control der estímwro.. consisre en la
mayor probabilidad de ocurrencia
una respuesta operanre en presencia
de
de un'e, q""-"n püir.i, de
un Eo. Se
drce que una respuesta bajá
.r .onrroi¿.r *rii"r ;';"';;:;, en presencia
o es eoocada por el EU, en cuanto oou"r,o
de
a las respuestas condicionadas
qu" di;
;;;;".:adas por,",
'"
condicionados
iii:J,"ilT'
;;;
",i;."ios
Generalización der esúmwro: consiste
en la tendencia dc una respuesta,
que ha sido reforzada en pr.r"n.r"
lJ"rrn .rr¡-.rlo, o.rr¡r en la presencia
"
304
Josepb
J. pear
de otro estímuro en función
de la similirud física enrre ros
dos estímulos. se
dice que la respuestl.se
fra
ar úrrimo.
opuesro de la generarización"der
esÁulo r., i..ir,^lr r.rra".r.i" de una Lo
res_
puesra a no ocurrir en presencia
de ,r' erd-uro
de aquér en cuya
presencia ha sido reforLada) se
denomin
der estímuro; p-or
eso' el establecer er contror
^
.rr¡-.,ro ,our.
,rrr;';;r;;r,"
-""t
se denomina a
v eces entrenamiento en
"
discyiminación de r r rti*)'io.
g';;i;.a" J"r;;;;.rrro'"r"
i.r
dif*;"
¿¡ri;*¡iriil
Generalización
de
,ra respuesta: consiste en la tende ncia aque ocurra una
respuesra que nunca ha
sido reforzada debido ."-rr_ilitud
con orra res_
puesra que ha sido reforzada.
"
Se dice que la p.ime.a ,.rpu.rr"
se ha genera_
tizado a partir de ra úrtimr. r-.
;p;;r;"
;r.';;;;rirriio"
de ra respuesta
(es decir' Ia tendencia a que
no o.rrir" .rn" ,.rp.r"rra debido
a que es diferente
de una respuesra ,eforzid,^¡ r"
á.""-i" ¿¡ri¡*"¡ir;;;;;, h respuesta.
^
Reforzador primario: consiste en
un estímuro que es reforzante
a causa
*:,"ff
s m o E j em p r o"
a.," r" ;"d ;;,
:i: J Xry:H',"dl,
-
al{{:'#i
"
;
il;
Reforzador condicnnado;. es aquel
estímulo que iniciarmenre no
refor"¿dor, pero que se convierte
es un
.., ,rno como resultado de emparejarse
un reforzador orimario o con orro
con
,rfor.J;;;;;H;;io.
r" araÁanza t_
el dinero son ái"-plo' ;o;;";;^i"
."r..'";;^;;;;t,,"dor. cuatquier
r.zadir condicionaa" p"rq"., por
definiciá",
,. empareja
il ::,;;;*
con
Extinción de un reforzador condicionad.o..,consisre
en disminuir er poder
reforzante de un refo.ízad,or;.il;;;do,
ar ;;;;;;1,.,
un reforzador primario o con
con
r.]"r)"¿;. .;"ái;;;"lL "-p"."jar
porente.
""
-¿,
Estímulo condicionado avershto:
es aquel estímulo que inicialmente
un estímulo aversivo (es decir,
no es
.rt, ,"ro'"¿or. n.g"rirroT rrn
.rri*uro
puniti_
en
resurtad?
I_p"..;"do con un
;,:hT,JJ::,T.:T"i.*e
sido
reforzad,as
un estímulo.""at.i"1'"j;:ff1il"Ted:an
á.
v"' lí
;;; .;;;
á":;
r.ri.J
lTlT"ixT,?J:il'l**,"::,.;::i::nHffii::,s"!:;:,,í{i!;'íI;
Extinción d.e un estímuro cond.icionad.o
aaersiao: consisre en disminuir
poder aversivo de un estímulo
el
.o.rái.iárr"do aversivo presentándolo
sin em_
parejar con otro estímulo ,rr"rri,uo'*'-'"'
Métodos operantes
operación de establecimíento: consisre en cualquier procedimi
bi a I a ef ectivi d ad d el ref o rz
; ; #'."rJr'rTi:;
Dos opeJr::
"",rri ",r;;
son la privación y t^ rorloda;l^";;
:1:1".i.:_t,.",t.ribl..tTi"l,o,comunes
vación
implica la retirada del reforzador durant. ,r,
i..ioJ; á;;ü.:l;
que aumenta la efectividad del reforzador.l a saciación implica
.r pr"i""r",
eI reforzador duranre un.período prolongado de tiempo, li q,r. dir..rirr.ry"
la efectividad del reforzador.
ilfi::tTtil:
c
Pr.ograma de reforzamiento: consiste en una regla que especifica
qué ocurrencias de una respuesta serán reforzadas. por ejémplo, ,rn p.ogrr-"
det".minado de reforzamiento podría especifica, q.'r. ,ólo , , írforL^ríI"
..rpu"ri,
cada cinco v^eces que o.rr.ra. Los d^os p.og."-", de reforzamiento
más simples son: reforzamiento continwo, que^esp"ecifica que ," ,.forr"rá
cada ocurrencia de la respuesra; y extinciói, qué especifi." q.r. no se
reforzará la
ocurrencia de la respuesta. [_os pro.gramas
lo, que se reforzarán"b;;;
"r, ," d"r,opero no todas, las ocurrencias áe lá ,erprr"rt"
inan programas d,e
reforzamiento intermitente.
contingencia de reforzamiento: consiste en la relación enrre una respues_
ur. refo,rzador y (si.la respuesra esú bajo el control del estímulo; ,r'
Eo.
P,
Por eje-mplo' una contingencia común de reforzamiento en nuestra
sociedad
es:.si después de ver a un amigo- (ED) sonríes y dices ohola, (respuesta),
amigo es probable que sonría
III.
y diga.hola,
el
eéforzador).
FUNDAMENTOS CONCEPTUALES Y EMPÍRICOS
Los fundamenros conceptuales y empíricos básicos
de los métodos operanres
formulados por Skinner (l9ig, ltr,53, 1966). La mayoría
de ra inves!*l:
trgaclon operanre básica se ha hecho con, animales,
especial-*," con raras y
palomas, lo..que ha constituido, a menudo, ,rrr"
.riri.i J.i^..rtoq"e. Los animales se utilizan por las mismas razones que
se hace en biología; es decir,
1) son más.simples de analizar, 2) ro.,
cómodos p^r^ tr^b^jar, 3) se
-á,
pueden yaJi,zal experimentos con állo, qrr. no serían
éticos en humanos. v
4) su relación biológica con los hu-"no, posibilita
el ;;;;;ri;;;;ffi;1
tados obtenidos coñ eilos a lo, ,"r"r- humanos.
El he-cho de que se haya
operantes que son poderosas en t, ú".r;,s;;;á;
Í:::^lO::T.^o:..1i:,]"'iables
Daslca son' a menudo,.efrcaces para modificar
la conducta humana en lig"r",
aplicados, apoya la validez der^empleo de animares.
s-i;';;;"rgo, hay nece_
sidad de más investigación op.r..ri" básica .." h;;;;;';,
.,, respuesra a
306
Joseph
esta necesidad, parece darse una tendencia
a
con human os en la JEAB,
J. pear
publicar más investigación básica
,. .Skinner y otros- especialistas en conducta operante consideran que el con_
dicion¿miento pa'olo.riano (o respondiente) tiáe
.rna coñde.able importan_
cia teórica. Aparte de ser o,ro.,ipo d" .orrdi.io;i""ü
aunque de menor
significado social que el condicionamiento operanre,
es p.obabie q"; J ;;;_
dicionamiento pavloviano inreracrúe con el corrdiciá.r"ái.rrro
operanre para
producir diferentes fenómenos conductuales. LJna ,.o.i"
-ry conocida, de_
nominada la teoría de. los dos-factore.s, postula .rn,
i.rt.r..ción entre el condicionamiento pavloviano y er'oper^ní"-p^r^ explicar
negariva.menre
reforzante de un estímulo condicionado
"l "i".roD47). La
teoría
1ü;;;;.,
""".r;i"
de los dos factores funciona.como sigue:1)
un estímuro condicionado aver_
sivo, que ha sido emparejado .on o,"ro estímulo
aversivo, provoca una respuesta condicionada llamada .miedo, o .ansiedad,,,
;;; medio del condicio_
namienro pavloviano . 2) Er miedo o la ansiedad
,oí
de modo que
cualquier respuesra g¡e
"u..rirror,
haga..desaparecer se refuerza;
y,
puesro
que es
lo
provocada por el estímulo
.orrdi.iorr"do aroersiuo, ;;;;;í". ;"rpr"J;;;;
hag.a desaparecer el estímuro condicionad.
,;;;;i; ., ?lr.r."a a. La vandez,
de la reoría de los dos factores, er grado en el
que i";;.;;;l""an er condicio_
namiento pavloviano.y el operant"e e incluro ri
l" ilrrl".i¿" entre los dos
tipos de condicionamienro es válida, son cuesriones
que ;i;rr.r, sin resolverse
todavía en la teoría operanre a-ctual (pear y Eldridg",
fgg?1.
una crítica común del enfoque,'adoptada p;;;;;;.s
especialistas en
conducra operanre,
gle niega lá relerrancia e incluso la existencia de estados
internos. Hablando"r.de forma estricta, esta crítica
no es correcra. Lo que se
rechaza es el punto d.e vista.de q.r" Í" terminologí^t""g;,",
relevante para
el desarrollo de una ciencia de la conducta y las
referencias a *esrados inter_
nos> son, a menudo, muy vagas. parece que
el término .,.rt"do i;;;;";,;1y
términos similares) se refiere á menudo io,
.lrr", ;;;.;, muy diferentes
desde un punro de vista firosófico: r) "ra
fisioio;i" ¡*r;;endo er sisrema
nervioso) y 2) estados mentares o subjátivor.
il;;;;';.
los especialistas
en métodos operanres reconocen qrr. i, fisiorogia
er'r-p"ir." te parala con_
ducta: ril
:pb?rgo, reconoce., t"-bién que ra ciencia de ra conducta es disLa fisiología s.e preocupa por tos órganos inrernos
y su
;::,:,1:",:,T:"]"ll
runcronamrento. mlentras que la ciencia de
la condu.,, "r. preocupa por el
efecto del ambiente sobre ra conducta. suponiendo
que
del ambiente
sobre la fisiología se pueda plasmar en 1.y",
"t "i".ro
,;;d"r-lo
r;""'
-ir-o con er
efecto de la fisioloqía sobre-la conducra, ,"r.ri,"'qrr"
.i-.r".to
del ambiente
sobre la conducta i pr.d.. ,r-u!e" pirsmar
en reyes. De este modo resulta
que se puede rener una ciencia de la condrr.r"
qí" ,""-i'i.p"rraiente de la
ciencia de la fisiología. Esto es imporranre
porque el conocimiento de hov
día sobre las relacioies entre l" .o.rhu.t" y
la fisiología es muy rimitado. Loi
Métodos
operdntes
307
y aconrecimientos subjetivos tampoco se rechazan; sin embargo, los
especialistas en métodos operantes los tratan de una forma diferente
"".o-o
lo hacen la mayoría.de los demás psicólogos. Algunas respuesras y algunos
estímulos.(incluyendo los_ estímulos producidos pór las resprrestas) son f.rt"rnos, encubierros o privados. Cuando la gente si refiere
o aconreestados_
"'ert"doi
cimientos mentales o subjetivos, se están" refiriendo realmente
a estos tipos
de.respuestas y estímulos. De este modo, los estados y acontecimie.,tos r.rbjetivos no tienen un estatus especial desde un punto de vista operante;
por
el contrario, son simplemente respuestas y estímulos internos. brro ,ro ,ignifica que el pensar se reduzca al lrabla subvocal, como \warson inrenró ha."i.
El lugar de los acontecimientos privados no
encuentra especificado, ya que
-se
esto es una cuestión para la investigación futura,
cuando esté disponible la
tecnología necesaria. Además, la conducta privada que a veces se denomina
pensamiento, no consta sólo de conduct" rreibal; parte de la conducta privada
tiene lugar en forma de imágenes, que Skinner iefine como .el ver en au_
sencia de la cosa a ver> o.el ver condicionado" (Skinner, 1953). En orras
palabras, el ver, o cualquier clase de sensación de ese tipo, es .o.rd,r.r" qrr"
puede ser condicionada. Se.piensa que el tipo de condiciónamienro implicado
en el condicionamiento de las r.ttraiion., és pavloviano, aunque
1"t ig"d 1""
sucede con otras conductas pavlovianas) se supone que interactúa con la conducta operante.
IV.
PROCEDIMIENTOS
Los procedimientos operantes se preocupan por aumentar, disminuir o mantener la conducra en siruaciones párticulir"t. L" condwcta se define .o-o
,lgo
que hace un individuo y que puede
menos en principio- medirse. Él
-al
término se refiere bien a respuesras específicas
(p."j. decir una palabra de-
terminada) o.a. resp-uestas bajo el contrbl de un estím.rlo determinado (p.ej.,
decir una palabra determinada en presencia de objetos que corresporrj.rr'"
esa palabra y no en su ausencia). La mayoría de lo, p.og."-as
de condicionamrento operante se componen de los siguientes pasosr
1. Identificar la conducta objetivo que se ha de aumenrar o disminuir.
Para obtener los mejores resultados, se debería especificar la conducta
objetivo de forma tan precisa como sea posible
2- Registrar la conducta tan objetivamenre como sea posible, estableciendo
una línea base con respecto a la cual evaluar los efectos del procedimiento.
3. Introducir un programa creado para producir el aumento o la disminución deseados en la conducta.
Joseph
J. pear
4' Modificar el programa si no ocurre el aumenro
o la disminución
deseados en la conducta.
, 5. Asegurar la generalidad del cambio de conducta; es decir, que el cambio
de conducta ocurra en el lugar escogido, q".-;;;;;;il
orras conducras
deseables y que continúe de"spués dJ l" ter-i.r".i'oo
"
á"fp.og."-".
un
programa operanre
implica el apricar procedimienros que ra investi_
gación y la rcoría indic-an que-probablementeierán
efectivos. La mayoría de
programas empleará.r
d'"
,.rno
de
los
pr"."Ji;i;;;;,
-á,
fos
q"" siguen, com_
binados de forma que se adapten de ra manira
más eficaz para ftatar.on el
problema del individuo que lo pr"r"rrt..
tv.t. Procedimientos para aumentar la conducta
Reforzamiento. central para todos ros métodos
operantes , er reforzamiento
para aument", ta .o.,dr.rr. b, imporranre
se_
::l^l:'::il1-l::."dt-i".,to
recclonar
culdadosamente tanto el reforzador como
la conducta^q.r. ,a .,r"-"
reforzar, teniendo
cuenta que ro que constituye un reforzador
para un
ff
individuo no necesariamenre
reiá rrr, riforzadorp"í"oÁ;;jeto. un ejempro
de un programa de reforzamiento simpl",;";;
;;ñ;';;
tiene dificurtades
en terminar sus deberes para c.asa, podría
ier el hacer ,'u prog."ma favorito
de televisión contingent. .o., l" t.r-ir,".iá"
"
¿" l* .;;r;¿ndientes
deberes
para casa cada tarde. Ha¡
rrle señalar que esro se crasificaría como reforza_
miento positivo, po.:": i-pti." la preséntación
de ,rn estímuro (el programa
de televisión) despuéi de la ocurrencia de l"
.o'i,r.ill.r.ra.. un ejempro
de reforzamiento negativo sería r^
de apricar argún tipo de conse_
^r,,rn^t^
cuencia aversiva si el niño no rermina
r.t, d"b.r., l"r" ."r?. No se recomien_
da el reforzamienro negativo porque. imprica
.r
aversivos,
efectós ,,t d.,ábI.,, 1)"'r;;;-;rri-.rto,
que
la situa_
:,:.-r::1":_111.11s"i*rei
clon se convrerta en un estímulo condicionado
aversivo, dando óo_o ,"r.ri_
tado el que el niño.escape de eila o ra evite;
2) ;,r"J;,r-i;;. qrr. la persona
q.ue aplica el procedimiénto se convierra
en un estímulo condicionado aver_
sivo, dando como resultado que el niño escape
de esa persona o la evite; y
3) pueden provocar conducra emocional que
interfierr'.";l;;;Á.f;r:
se esrá tratando de condicionar y también
iuede ,", prout.-ática (p.ej., conducra agresiva o destructiva).
Hay varios factores que podrían disminuir la efectividad
de utilizar un
programa de televisión como ref orzad,or para
terminar los deberes para casa.
Primero, puede haber una demor" ,rorrbr.
l" ior. J' q,.r. se debería
terminar el trabajo y e.l reforzador, ya que ""r."e.r padre..l""" contror sobre
la hora en que ponen el program" ¿"i.t.u;rión
iavorito ¿.i-r¡¡". Sería mejor
p;.;;;;;.",
Métodos operantes
un reforza{". q"g pueda enrregarse inmediatamente después de la
',tilizar objetivo.
conducta
segundo, el reforzadór es contingente con una gran cantidad de conducta, lo que limita de forma important"e la frecuencia de reforzamiento. Para obtener los mejores resultadoi, la conducra debería descomponerse en segmentos más pequeños y presentarse el refuerzo inmediatamen_
te después de la terminación de cada r-g-e.rto (p..j., cada problerrr, ."rrr"lto). Esto hace imp-racticable el utilizar un reforzador que prr"da ocurrir sólo
a una hora_ específica y, que tenga una gran duración. Lo que se necesita es
un reforzador.que pueda entregarse en cualquier momento y sea corto, como
la alabanza. Sin emba{go, la alabanza sola es a menudo insuficiente po.q.r.
es un reforzador condicionado y puede no haberse emparejado s,.rfici.rrte.
mente con el refuerzo primario. Aunque la alabanza p.rü" no ser suficiente
como reforzador por sí misma, se debéría presentar siempre que se dan otros
refuerzos positivos, ya.que puede apoyar su eficacia y poiqrr. r., poder como
reforzador condicionado aumentaripo, su asociación io., orror r"frr"rzos. A
vece.s es posible presentar potentes refuerzos condicionados o refuerzos
primarios, de forma breve e inmediata, que no necesiten un emparejamiáto
frecuente con refuerzos primarios; p.ej., el jugar con un j.rgrr"tá préferido o
el leer un libro duranre 10 minutos, inmediatim..rt. d"rp.rá de t conducta
objetivo, puede ser muy. efica.z con algunos niños. otra forma d. p."r"rri".
un reforzamiento inmediato, breve y éfir^t.es emplear un sistema de
fichas,
en el que se da una ficha o ,rn pr.tio inmediatamente despué, de .ad" o..rrrencia de la respuesta objetivo y cuando se ha acumulado un determinado
número de fichas o punros se presenra un reforzador más amplio. puesto que
las fichas se.emparejan con el reforzador más amplio, se convierren en refuerzos condicionados.
Programas de reforzamiento. Durante la etapa inicial del incremento de
una conducta' es normal reforzar cada ocurr"n.i" d. la respuesta objetivo
(reforzamienro conrinuo). Sin embargo, normalmente no es iómodo ii
¿"seable hacer esto de forma indefinida-. Además, la conducta que ha
sido reforzada de forma intermitenre (es decir, no se refuerza cadareipuesta)
es más
resistenre a la extinción que la conducta que se ha reforzado á. for-,
.orrtinua, siendo la resistencia ala extinción una función inversa de la frecuencia
de.reforzamiento (Ferster y skinner, 1957). por consiguiente, el p.og.r-"
d.
reforzamiento para la conducta objetivo se reduce rroi-"1-"rrte^(es"decir,
se
hace menos frecuenre el reforzamiento). Hay dos clases de p.;gr"-.;' j;
reforzamiento intermitentes
i" b".a en la cantid"d á. árrd,r.r" I
-que
-ung
otro que se basa en el tiempo.
Si la conducra de los deberes p"." .ar" dél
niño.,,en el ejemplo anterior, se colocara bajo,rn progr"-a basado en la
cantidad de conducta, tendría que-hacer mái p.oblerrr"", o problemas más
largos del mismo tipo, para cada ficha. si la ánducta de 1", d.b"..,
p"."
1-
310
Joseph
J. pear
casa del niño se co.locase bajo un programa
basado en er tiempo, se entregaría
el refuerzo si el niño .r,uui"r, ,.rb.irndo cuando
,. i" áur".rase ar finar de
cierros intervalos de riempo. Lo, p.ág.amas
que se basan
en ra cantidad de
^qrre
conducta normalmente pioducer,
q.r.
too
-er".ondr.t"
se basan en er
tiempo; sin embarg:,
programa.s que se b".rr, ér,
a menudo son
1":
más cómodos de adminisira.. cualquiera
q"" ,", .i "iii"-po
programa
inrer_
ó;;"
mitente que se elplee,_ .r.i-port".rte
.t
prog."-',
,.
,.drr."
gradual_
.que
menre' cada disminución der reforza-iq,:
rrla!1. Jir-i.rry,
dando como resukado r¡na mayor reducción
¿"1 .Éfo.r.-i.rrro. Este proceso
puede llevar a la extinción de rá conducta
si er p."gr;;;-r; reduce demasiado
rápidamente (Ferster y Skinner, 1957).
h;":;;;;,
Moldeamiento,.desoanecimiento
y mord.earniento por er estímuro. La con_
.
ducta que no se da nunca,.no.pu"í" ser reforzada
y, por consiguiente, no
puede aumenrarse por medio dél reforzamiento.
H
áfli""ienro (shaping),
el desvanecimiento (fading) y el moldeamiento
por el estímulo (stimulus sbaping) son procedimietttor=p"r" aumentar l"
o*r."r.i"-¿. l" conducta que
tiene un nivel cero. (o casi cero) de ocurrencia.
El moldeamiento implica el
reforzar aproximaciones cada uéz más próximas
,l; ;;rüsta objetivo. pri_
mero' se refuerza cualquier respu€sta que se
parezca la ,.rpu"rta objetivo,
sin importar mucho que er prr.iido ,."'l"jrnoió.rp"¿,"
L'qr. ha aumentado
la frecuencia de esa ,.rp.r"it", tendrá ,"áUie'
trg;;;;
_.dio de la gene_
ralización de la respuestar otra que se
parezca un poco más a la respuesta
objetivo y .ttto.r.", se refuerza,
-i".rrr., se extingue la aproximación anterior' Después de que se ha inciemenrado
,.rp-rr"r,", ,á d.rá orra que se
parezca aún más a la respuesta objetivo "r"
y será ,riorr^d,^. E,ste proceso con_
tinúa hasta que finalm".ri. o.u.r.'la resp.rest"
obj"tirro y 1. ."f.r", za (p.ej.,
Fuller' 1949). un ejemplo sería el .nr.ñr. a un niño
se podría reforzar el sónido
"peh-; luego "pa"; luego^d"íjr,,papá,,.primero,
y finalmente,
"papá". Al moldeamiento se i. d"no-]na iambién"el "pa_da";
ririrr¿,
de
las aproxi_
maciones sucesiaas..La.inves_tigación sobre
er mordeami";;; ,. ha visto obs_
raculizada por la dificurtad.deipricar,
d. f..-; ;;;ri;r;;;;, un procedimien_
to determinado para cambiar d, ,"fár)^r.una
aproximación a reforzar oúa;
sin embargo,, .rr. problema p;; r;l"cionarse
programando ordenadores
nuevas respuestas (Midglev'
r;Be; pear y
ii'itl","rljldeen
El desvanecimiento imprica er emplear el,contror
presente de una respues_
ta objetivo por un Eo (denominado'estí-rtg
poner ra res_
.0. ;fi;;';;ra
puesta bajo el conrrol del ED mera. Es
especialmente útií J,r"r,do el ED meta
provoca una respuesta que es incompatibri,con
la respuesta obj"tiuo. EI
cedimiento implica er piesenta, er Eil inicial
y er a, i.o 1r",., duranre;;;:
una
serie de ensayos' mientras que gradualmente
se aumenra la intensidad del ED
L';i,ility,
L.'.___
Métodos operantes
a.,
u,
1
i
il
meta desde un bajo nivel inicial y
se.disminuye gradualmente ra
intensidad
del ED iniciar desie ,r.,
Fr*íl;:;rJ,"l"
."roresra
será evo_
"rto
"i""r'"rigi""l.
cada por el ED meta d"
itrr"r,r¡d"á^'.,or-rr
;r;;;;;
del
ED
iniciar.
ejemplo del uso de-l desvane.i;;;;.
un
implica"".l .rr"¡". respuestas
verbares
apropiadas a individuos con ecolalia
ie.i., i"ái;id;, que repiten Io que
se les dice, incruvend.o r"r p."grni;r. -es
po..;"-érr,lr';;;
.o" ecoraria puede
decir simple..ni.
J;il..
re pregunta *¿cómo re ,amas?,. pues_
"tamasl
ro que er niño hace eco de cualquiel
nombre del niño como un estímulo gs1i1"uro "".u"1,- r" puede emprear er
iniciar. ó"
pre_
gunta con voz muy baja
";;;;o, el profesor
te
llamas?o
.
;"_.¿i"*rente
"¿Cómo
dice
el
nomt
bre del niño en yoz muy
.ont" á" ;;iffi;
repita su nombre.
A lo largo de los-ensay"i, "rr.,
"r
.t,pr"i"rJ.
la pregunta v disminuye grad.ralm*t" "u-".rr, graduarmente er volumen de
.l
nalmenre, eÍ profesor'r-tr;;-r.;;;;;r, ".lr;:;;;i.ro-u.. del niño. Fi_
con vorumen normar y no dice
er
responda
h
üü:'i,1flff",i,::i ;i';;,:'ó;il;"
'o" "'
""*u,.; p*g"";
El moldeamien_t_o por eí estímuro implica
er cambio gradual de los rasgos
topográficos der ED ó d"l Eo,
d" modo que ra di..ri-i?".ión entre
eros es
fácil al principio v ruego ; ;,
ilr;ndo
difícir
(es
decir,
-¿,
ros
estímuros
son originalmente
-uv dif"r"n,", | ,. ur.:Ju"1 ;;; p;ildos). por ejempro,
al enseñar a un niño .orolrr-,1n"
" ganch; E; ."piro d" Jí.ri,;'"; ,,' determinado
gancho para cepiilos' er
o"áa" ,", a.',"-"oo nor-rr, mientras
que los ganchos Eo son ñ'rcho
más'oequeños de ro norn'"r.
A ro lareo de
los ensayos de discrimin".ián
á.l".rri-;r.,
.r
,r-r¡o'á"'ro,
g"n.ho,
aumenra gradualmente hasta
Éo ,"
que tiene
-ir;;-;;;;;;r.
er gancho ED v
"r
en ra posición de
ilifTtm:Í:,il-!:" ;"¿;;;;;;
l;;
il;i;;ii";l
Encadenamiento-'^_La
conducta compreja se compone
a menudo de secuen_
cias repetirivas, denominad.as
,odrnor,'i."';r;;;;i;;'i.io',i"r,"r. Muchas
reas der cuidado de uno mismo,
ta_
át'"#1,
lavarse,
vesrirse,
hacer la cama
Dreparar una comid", ,'on
a.
iifo. po, ejempro, el
limpiarse los dientes se compone
"rr.coge.
de las conductas de
ra pasta dentífrica,
quitar el tapón,
.";; itñt;;i;,
v
procedim ie' tor
coger el épilirl p"1", pr.,,
en el üpillo, etc. Hay
n"n"rrr", p"rá
J;;.'
tres
;r;il.i;, en ca d ena m i e n t o
hacia delantr, ,icodrr"-;;;;"'';;i¡)'oiro,
"nr"í".'.ra
y
presentación de ra tarea
ta' cada uno de esros procedimientos'á"
comDre_
..r."d"rr"-;.rr,o i-ptica el descám_
poner primero ," ."j::i-""
,", .o_pJrr".,r".,_p.ej., un componenre del
pillarse los dientes consiste
ce_
e'd"r.'rár-.:4 ;#;;;;;?"rpresta)
bajo
er
D).
(E
Los
:;,es s e . en aza n
::¿':."j,hi:,t;'1,':"','.1': ";
"
il.
;
; J;
"
"
;;;.
l;;;
;",i;;
.;;:'J :[ *'.:# ;; l* f
U:X,:: ]* j
:
:
r
XX
*:
i
312
Joseph
J. pear
seguido por el segundo, ruego
refor za-ndo,er primero seguido
^E;;i
por el segundo
al que Ie sigue
.r";
encadenami"rrro hr'.," arrás,
"r"t"..".o,
se refuerza
el último
.o.o:l"lle, luego J p",r,itr;-: ;;;;o*
último, Iueeo el
anrepenúltimo seguido por"el
",
p",r'urii-o
er úrtimo, etc. Én l,
presentación de ra ,"r.i .o-preta,
todos"iq;""i;;gif
to, .o-p8rrJnt., ti"n.n rugar se_
cuencialmenre son reforzados.
v
c;tE;;;;ü;""ffi;ero
en una cadena,
es un reforzador condicionado p"."
l"
,"rp.r"ri,
q;."i;,pr.cede,
que es lo
que explica la integridad de una
."á"n". Lts tres pro..o,n'r"nros requieren
que los comDonenres estén bi.r,
*r*"i.';';" se unan. En caso
de que no lo esrén, se enseñan
"rr"biü¿*
,t¡rir"nal
J;il;ffir'ri,
, desvahecimien_
ro o el moldeamienro por
,:.:
;;;."ár-i""ros
!:r de l"'*"lo,,,pleta son eficaces;
sin embargo, parece ,.i q.r."r1.."r,i-uiá.
p;;;;;".ión
es a menudo
más conveniente.que, y'por lá
meno, an eficaz c;;;,^los orros
dos (Be_
I"maÁ,igzgt i),,i,', roop, i;.;;;;'Hanel,
"
1e81; spoo-
Hl;jil:''"'
Generalización der estímuro,y d.e
ra
-respuesta. cuando es posibre, la con_
ducta que se esrá incremenrandt
se ,rturír.^-rn
con er fin de
asegurar que se coroque bajo
"it*'r;era, lrg"..
el conrrol de.los
cuando
esto no es posible, se.dispone
"rrll"i,ir:i.
de la gener"lira.ion
"r. haciendo
á"i-.rñ.rto,
el )ugar de enrrenamienro se parezca
gue
,^t .trg^,, ;rr]"i*ü'.omo sea posibre.
Se puede fomenrar la ge.rerali'zr.iá"-a.
ra respuesta por medio del
entrena_
-'"tx'i|!"H:Jfi:i?3 j:
ffi:."
met'
'r-ita'.,ii;;", v Baer, *zil.
t;*n:;lt:t"':"r*l*n*
l"g"r oÉjeti.'ro' ,ro se manrend.u
suficiente en ér. Hay ao, ,n".,.r"r'o"i
"ri"rlrt::t
,* que se puede hacer que el refor_
zamienro ocurra en el lugar
Tl'U ffampa cinductual; 2) proporcionar
^"r^-,
r:;:Kt:,n!^:^^'í::',!',:{3:::':(::,,'^','^Ápll,áíí'.,*ii,íf
i;-;;-^
continge"nci",'J.,.'ro,,;;+;;;;::q;d;J,:niÍ,i,?ll,ilL"."io1lj
deberían manrener la conducta
¿B;.;"y vorf,. IgTo). Er proporcionar una
comunidad narurar de reforzam;"n.'i-pt;.,
in¿;u;duo a que
se-comporre de maneras que.imprlr".,
"r "n,.JrrJ'ri
a
los
demás
a
proporc
tonar reforza_
mrenro por la conducta objetivo'(S.y-o.r.
y Stokes, tlZi¡.
ty.z. Procedimientos para
d.isminuir
tld*;:
operantes a un problema,
generarmente es mejor
H1',:ti:u'odos
; : {:T'; T : :?:ff
i
td,ff
trempo soñando
despierto
la conducta
j
*f
:*: f :
ñ
i"t..i,
-i,- ; ff ; I,,"i
":ll H?
í"^riL^r'r",
" ""p"rr",
or."
casa, pro_
Métodos
operantes
jl3
bablemente sería mejor centrarse en aumentar la conducta referente a los
deberes para casa que en disminuir el soñar despierto. En los casos en los
que sea necesario centrarse en disminuir la conducta, debería haber una conducta alternativa deseable que sea incrementada por medio del reforzamienro
positivo. La conducta alternativa deseable compitirá con la conducra que se
está disminuyendo, ayudando, de este modo, a reducirla y mantenerla a un
bajo nivel.
Extinción. La extinción es probablemente el método operanre más utilizado para disminuir la conducta. Implica, en primer lugar,^el determinar qué
es lo que está reforzando a la conducta objetlvo y luego eliminar
,"fár"reporque
zamiento. A veces, incluso, tienen lugar conductas .ealmente extrañas
los.demás les.prestan arención, lo cual es reforzanre para el individuo q.,.
realiza la conducta. En ocasiones están implicados otrós reforzadores distintos a la atención o bien añadidos a ella, como cuando se refuerzan las pataletas
de un niño cediendo a sus peticiones de caramelos, helados, juguetes'nuevos,
etc. Es importante reconocer que la conducta no deseable p".rede ser muy
pene.trante y persistente, incluso aunque el reforzamiento que la mantiene
pueda ocurrir de forma tan infrecue.ri" qrre sea difícil d"r.ub.irlo. El programa de reforzamiento puede haber proporcionado originalmente ,r., 1.&orzamiento frecuenre y luego haberse reducido gradualmeite, quizás como resultado de intentos inconsisrenres para aplicaila extinción.
Además de disminuir la conducta, la extinción tiene varios efectos importantes de los que cualquiera que la utilice se debería dar cuenta: a) la conjucta
que está sometida a extinción puede aumentar en intensidad, frecuencia y
du¡ación (p."j., las pataletas pueden hacerse más violenras, más fr..r".rt",
l,
más duraderas) antes de empezar a disminuir; b) la extinción puede prodr.í,
temporalmente conducta emocional (p.ej., llorar, conducta agresi,r" o destructiva); c) la conducra que se ha extinguido y ya no es refárzada puede,
ocasionalmente, volver a ocurrir
fenémeno-cónocido como recwpiración
espontánea. Todos estos efectos -un
perturbadores. pueden verse reducidos si garantizamos que se refuercen respuestas deseablés alternativas al mismo tiápo que se exringue la respuesta indeseable.
$.
*
f
ff
. castigo. Para mucha gente, el castigo es la primera cosa que le viene a la
disminuir la condu.ü. Erto es lamentabl., p,r"rto
que debería ser lo último. El castigo tiene los mismos inconvenient"s
!r. "l
refuerzo negativo: a) puede hacer que la situación se convierta en un estímulo
condicionado aversivo' dando como resultado que el individuo escape de ella
o la .evite; b) puede hacer que la persona que aplica el procedimienro se
convierta en un estímulo condicionado aversivo; y.) pr"i. provocar conducta emocional que podría resuhar perturbadota^'1p.áj.',.orrdr.ta agresiva o
cabez.a.cuando piensa en
L-
114
Josepb
f
Í
I
t
I
J. pear
destructiva). A pesar de estos inconvenientes, parece haber
algunas situaciones.en las que tiene_que recurrirse al castigo,'ya que
orro, fro..dimienros
no funcion arán con la- suficient e rapidez. rá, .j.-plo, la
conducra
tru*iva exrrema puede dar como iesultado gá"., aá¡o, para unoaurodes_
mismo
antes de que p_ueda eliminarse la conducta poi medio de
la extinción.
Hay dos clases generales de castigo: l" pr.r.ntación de un estímuro
a una respu"rt", y b)"jia.eiirada de un,"forr"d;;;;;;
:yr]I:-:.".ingente
tlvo contlngente a una respuesta. Ejemplos de estímulos aversivo,
q.r. ,é h"r,
utilizado como elem..rrtor punitivos ,on, ,rrr" descarga .lé.tri."
irro..r, p".o
dolorosa aplicada a los brazos o a las piernas, .or,
fi; J" castigar la con_
"T
ducra autodesrructiva exrrema en niños autisras (Lovaas
y simmJns tgig),
un chorro de jugo de limón en ra boca de un .,iño prr"'.astigar ,
el
continuo (sajwaj' Libet y.Agras, 1974); salsa de rauar.o para
'ómiio
castigar la
conducra de comerse los dedás en un liño .o' p"."
,""riuilidad al dolor
(Altman, Haavik I
lg83).^Hay
dos
.Higgins,
_ripor'g".r"."1., d" ,rp..rió; J;
y! :"!,"rr?dor positivo : a) tiempo fueri,
q,.re i .ti-i"" un Eb (Ferster,
".,,rp.i-.
"l
(1958); y b) coste de respwesta, étr él que se
una dererminada canridad
de un reforzador después de una r"rp'r"rr"_"specífica
(\r;;;., D62).El tiempo fuera se ha administrado sacando al individuo d" ;;,ir"
ación reforzante
duranre un corro período de tiempo (a veces se ha
_empleado para "rr"lr"pósito. yna gequena habitación u".í", d".rominada habitacion
a" tu*pa" ¡ír*¡
y también dejando al individuo en la situac ión reforza i., p"- suprimiendo
ut'-F' (p.ej., una cinta que indica que se le puede ,lrnnr^r' il i"di"iáro;F;;;
y Shapiro,
Desde ,n prrrró de vistá ético, se pr"ri.." el ,iltr-"-tip"
-1978)'
ya.qu:
que to hrn
targos p",iodl,
11.-'",
"q,.ito,
"quip","í;;;;
de arslamrenro
.,,.... d"r pri-eÁ I;á;_
y privación
exrrema han abusaáo
pendientemente del tipo de_tiempo fuera
"
f.rráa" a" ,i"-p.
"-pl."do,
fuera no debería ser la.rgo. El cosre de respuesta
"i administrado
se ha
elimide respuestas específica_s, ;"
.n
los
que
las
ncnas se han1::q,l:',
urrlrzado como reforzadores (Little y Kelly, l9g9; rVinkler,
te70).
Además de sus potenciales efectos indeseables, el
castigo sóro se puede
^;i" 'J;rEa"
emplear para.s,r.primir la condu.,"
¿.i;,
ar para
enseñar a un individuo qué es lo que-;no riene
"-pt. qué es
qrr" ha."ri f"ro ,rr.r."
lo que tiene que hacer. Éo.
así como por otras razones, es importante
que el castigo se utilice sólo"rto,
en combinación con el ,"iorrl,ni".,to positivo,
en el caso que sea necesario usarse. La cuestión
de si el castigo se debería
emplear alguna vez es algo muy conrrovertid" .;;-r;,
del con_
dicionamien19.op.."nt" lrrer Á"elrod y Apsche, rggi;¡o'nrrr,orr,
"rp".i"rir,as
19g5; Sidman, 1.989; Skinner, 1971).
j: :l:lf:
ffil: Il.H
;.;;.;i-",
Reforzamiento diferencial de baja tasa y de tasa cero.
Ar igual que existen
#
ü
:s
fi
v'
Métodos
operantes
1j15
programas para aumentar y mantener
elevados niveles de respuesta, existen
también programas para reiucir y manrener
nivel-es bajos de respuesra. LJno
de estos programas, ienominad ,t¡ortolrirrto
difrrrni;oi a, bo¡o tasa (RDB),
presenra el reforzamiento sóro "c.rando
t" ."rf".ío;L-i;"" ocurre con una
baja tasa. En lugares aplicados
1".r .rr"rrto opr.rto a la ínvestigación operante
básica), la formá más óomún d"
establ;;;; programa de RDB
"dministrar'o
consisre en presenra r er reforzamienro
ar final-d.1";^;;;r"rtas
d. ;; irr.rrr"ro de tiempo
específico, durante el cual el número d.
."rol
objetivo es
menor de una cantidad de.terminada (Deitz,
otro programa.para disminuir y
-".rr..r.r,r., b"jo niíel de respuesra es,
el reforzamiento diierenciar de otras respueslas
de respuesta cero (RDo), en
el que se da el reiorzamiento cuando no ha ?
h"bido i"-s de la respuesra
objetivo durante un cie*o período J. ri.,'po
rn"pp, ü;, y Dein, 1976).
un ejemplo de un ?rograma RDo para t"r p.',"rái;
;; er proporcionar
reforzamiento cada io ñ.rrro, .r, lo',
que no-ruviese rugar ninguna pataleta,
conrando el intervalo de 30 minutos desde
,L"for.^'ÁiJ.ro pr.r,io o desde
el final de la patalera anrerior (la q.re ocur.ió
más ,ecierrtemente).
Hay que señalar que los p.ogá-". a" non *;;r""n
reservas im_
f
plícitas para reforzar-la .o.rá.r.ü
de modo que si Ia respuesta
objetivo ocurre con un baja tasa o "ri.r.r",iva,
.o., una tasa .e.o, ti"rre que darse alguna
otra conducta y puede reforzarse. Al iguar
qr" ,rr.-.L'.",, r., programas de
reforzamienro para aumenrar y
-".r,á"r ü .";;;;;
que haya una
máxima eficacia la rasa de refárzamrenro
^,"iu^oo,
en to., prog.";i,
y RDo, se
empieza con un nivel elevado y se va reduciena.
gr"i*i-""r..
n.poljriji
control del estímuro para no responder. La conducta
que tiene lugar con
demasiada frecuencia p.r"d. .rr* oárl.i;;;";";;;.'irot"o
A
':
{
,t
en rugares ina_
propiados. En cualquier caso, se. puede reducir
t
;;;;r"
hasta un niver
apropiado colocándola bajo el adecuado
control ¿.1 .rti*ulo. por ejemplo,
algunos casos de obe.idaá pueden ;;;;rr.
de forma
convirtiendo
horas de Ia comida y l" coá.r,
"i¡.^. que otras las
r.ir-pr., comer, mientras
horas
"rr
y lugares se convierien en E^s...(H"y
q;" señalar q"; ;i;;; es un esrímuro,
en el senrido de que ras.manecilLr y rár
números á" ,rn áo¡ qu" correspon_
den a una hora determinad" .o.rrrírr,yen
un estímulo). se da reforzamienro
social al individuo cuando .o-" d,r.á.rte
el ED, ;;.;,;;"r"'encuentran dis_
ponibles en presencia del E^ e\ refor'amr"rrro
,o.i"l .i."r".rrses no comes_
tibles de reforzamienro, como ros ribros
"
o r" ,"l"rr¡;;?B;;*"elr
y Foreyt,
1985). se ha utilizado de forma eficaz
la misma .r;;;;;;;;;ra reducir orras
conductas que ocurren en exceso, como
el fumar, er io¡'a, despierto y er
preocuparse (Borkovec, \ü/ilkinson,
Folensbe.
y i.;;;;,
Jérrl.
316
Joseph
V.
J. pear
VARIACIONES
Los procedimien^tos anteriores.
pueden
maneras para producir procedi.i.r,,o, combina¡se y modificarse de muchas
apropiados p^r:^"un^ampria
de problemas e inrereses
variedad
conductu"r"r.
describen ras princi_
pales variaciones que se ut'izan
g".,"."1-zr,;;.
que se discuten más abajo
0"" los mérodos
^;a-s^o"s,
especiaristas en
conducta oDeranre. En
los métodos existí antes
de la condu.rr op".*,;';;;;:lll'^l"t"5odos,existían
del campo
$iliJ;;;;í""r.
ñ;'r.;i;*,
ru"*T")d",
";;;r;r;;ffpor
i".fr",
;;i;'il::":'J,Tli,::i:l;,'_T:,iil:y1iil:*."*f :":l,.lili#;
;;;;"'i,
;#;ffi; ;;ff; ;i#
iffi
conductistas. Sin emb.a.g",
U¡.." lrija?
m éto d os, s e p o d rían
h 6
¡
Ti'o :i:-"rltr
c'tos anteriormente y'" en"iese sentido, ;
T:::
constituyen variaciones de
ellos.
Instrucción Puesto nrre ol o--,.i- :es importan te sociarm
t.,
"j
enre,
.,p;;;;i;, ; ilT'l$ ::#:','::"""'ones
ap,opiadam"n,.l,,rJ,;;;;;";;Jfi
entrenar a ros individuos
aJtist",
ciones simples .o-o.*t*inor"l.
¡uego "Simón dice' (simon tovrr),
::ü;iffi*i.il"t-r;i":.,:"iTJi
;; r", J"n.i"";., ;; que sigan insrruc_
'"r*r",, i;;;;;",".1rá.r,"
ra cabeza". EI
""-"r q*;.;;f*;;" l"io, i'dirriduos sóro
5t".;"3:T"t;¿:::'""io"" {,,í '"," ¡."."aid;;;; i,, p"r"b,,s *simón
i
{
;T¡[t';t#:"jji"?',Til::ff i:l':"$$,J:i:1.ii::i:itif ffi
e.,* h,.", ü,;'.";T3:,...,'
*:
i:'r:-X?ru." :n :*ln:n:ñni
e¡emplo' a un niño que,sabe
r.gr;. ü, ¡nri.r"J.'ililr"rrrr" puede
limpias la habitación y-haces
decir: "si
lr";;;,
conduca del niño u ,Lt"rrr^p;r;;;i. ,".ibi.;, ur,"r"*; sorpresa". Si la
g; ¡"rrl";;d;:", y si el niño
tenido un buen enrrenamie.rro
ha
.n
igd-i.""ü;";;í;.ciones,
todo es normarmenre
este
"i
mé_
prt, r.*;".
lar que esta insrrucción1ri.i."f9
"r "r".ro-¿"il". Hay que seña_
especifi., ,"n,o'"r ,"r".r"i"r;;;
gurando así que la instruJci¿"
ra conducra, ase_
,.J'"" l9l.rt. Er. Urr" Irstrucción
especrfrca un reforzador
que no
podría .". u" áÉu'g;
#
u^,
-iJ*
dependiendo
"
(exprícita
oi'"'"rr,#i",,,*.i0"'ü,""",J".,rique.
t' u..i ó n s e r am a, a),",)
)
ililri,':,:'#*it;at1!''
lJ ñ i;' ;:": ;; ;: U,;Í, i ;j rj:-üll ;*;
"
en
r
Í:.::
"
;:-*J:;
El seguir
;t',",".X':$";;''':J"{^rasuas
un'día nubrádo (de
-JJ;
instruccio.,., importante
para ayudar a que los individuos
respondan de forma ,d".u"da;
", i;;;;"gencias
de aleuno,
ran res comp lejos,
como la econom í, l"' rill,
;"-;;i",r"J
ras
"r,
X'::::tr':ff;
,+létodos
operantes
jl,7
respuestas obietivo con fichas
q-ue pueden cambiarse
por otros reforzadores.
J" ?;;,lí; ;;;
de instrucciones que el individuo
"fi;;;':;";"";"r.,.,ran en ra forma
;;J;r.giriu.,ff"url..
LJna persona que sígue r",
inrt.'.r..i"r.;'1r*;#; puede comunicar_
se' puede instruirse r ri
Á]g""", a. ur a*.-ii"a., terapias
1t¡-g
rivas parecen basarse en er
cognihecho d.'qy" t".
pueden
a Ia conducta. Por .j"-plo,
afeüar
".,roirrrii;;;."",
Esos programas funcion",,
,. t'"--i]or"d" i;-;;;;;;;; de los niños hiper_
, inrtr.rirr.l l¡ -irr", o;;.'."rrr."r,
su atención
I*"
j:yr
;;;"
i il'' -*
F
iF
Ji;lli:#1.*3;:
acrivos enseñándor"r'
;: J:
"',T,'::?
traatacada
to"
tJ
"t'toi.tstrucciones -árt1:-u^tolnstrucción
ryi:;:t*::"i?f;if
-.
:::f
"
r
que necesit"
'"t tJt-'
T#.',l':d:f "llü;l'Jf;ü:i,',"J:T;
ñ;.
;:t.;l' il',fi::#: ff ;T..,il j_
"., en" realidad' u.,, ; F
frca'
qu" puri" p-ar.ir*'.r no ,"roi;;,;,",
"n
independientemente de lo que haga er iniiu¡¿,,ro-.-'cr"r.n.,.rrü""rr'l"r.i"strucción
ser debilitante, ad.e,,iár a"
puede
proá.,.¡,
.;;.i;;i;
no
deseados.
estrategia razonabre .n
una
"f..ro,."
.orrrirt"
,rroi.rsrrucción
alternadva, por la que er"ror'."ro,
";;;i;;";",r.,"
i"¿iri¿".-* diga.a sí mismo que la situación
tan mala y que hay cosas que
no es
puede mejorar (p."j., beck,
Rush, Shaw y
Emery, 1979; Dobso, y Fr"r,.h.,
"g"rrr"r¿,
uol"_"", ili1r.;
19g5; Legá,
este volumen). por supuesto,
esto"rt.
solo no sería suficilnte en
muchos casos;
se necesitaría que se cóndicionaran
oi.r, hrb;li;;J;;;onramienro.
No está claro por qué los
-¿;"d", a. ""rái"*;;;
se consideran a
menudo cognitivoi
i".
de .impiilenre operantes.
{.Jna
razónpuede ser
"n verbal.
que implican conducra
s;n'"-lrrgo, i" .;;;;.tI'rr..brr es
operanre v no exisre. evidencia
conducra
de que estE sujeta r.f.,
iirrir,,",
describen otras conducras
de
ras que
"
p
.
u
r
q i.
¡.,
J,,
¿
b"; ;;;;;ilil"J, que ros denomi_
il;l;;;;á*,,
o encubierta, de
modo que los i'diicrrros r;'.;;;;"J"
"".uiü;;::
r.rrr.rrr.n
a sí mismos en silencio
vez
nados métodos cosnitivos
operanr¿.
de en voz arta'
en
."rr;gri"",", r. .onar.,,
conducra operanre .por
es
también
";;ú;i";rivada
lSkin,.,er, iri;t' ñ; p;;;;b,r"r"!'r*un
para considerar a los,métodor
apremiante
.ogíi,irro. en general distintos
de
los métodos
iq,,en tecnología diferel;;
; ; ;;";0,1,".,n un tipo d i_
,X?íT,:: :.::;.'-0,
Métodos oDerantes para modificar
la conducta verbal pueden
también en loi métodos ¿"
encontrarse
irr *r"p¡", prr."ii"?;;#'r";"manistas.
dos tipos de terapias ," il*",i"";;;;,
Estos
;;;;r"r;';il",J.Xnri.,.n principar
o exclusiva-rn'É
h"br;;rou.. ^;;
1", .""¿r.," i"í p;;;;
(incruyendo
conducra emocionar"" por
medio ;"
)..
.-h;;; j ;"".,",ii", ir"o" desarrollarra
nuevas formas de hatlar.sob;;
Jon¿rl,", ro que puede ,"r,itil para
más eficazmenre con ell".
vérseras
Ademii'll.."aucia ,uerbar que
se ha castigado
118
Josepb
J. pear
puede recuperarse durante Ia.terapia verbar,
debido a la extinción del castigo,
dando como resultado que er individuo se
vuerva más fluido sob.e temas de
los que anteriorme.rt. trui.r. dificurrades."
rr"ulrr-r"ü*lir., (Skinner, 1952,
pp. 400-a0\.
Modelado e imitación La.gente imita a orras personas
por ra misma razón
que siguen instrucciones; es dácir, el hacerlo
reforzamiento.
cuando la gente imita una conducta inmediatam.nr"
" -á"ul;-ll"í"
"r
a.rprrés
de que haya
tenido lugar y recibe reforzamiento, Ia cond.r.r"
*od.i"Ja es un ED para la
conducra de imitació n. Er moderad.o consi-s,. .r,
p."r.rri". urr" conducta .que
se ha de imitar con el propósito de enseñar
ra imitacion a alguien o con er
propósito de provocar esa ionducta en offa persona. puesto
que, al iguar que
el seguimiento de instrucciones, er modehd; ;; i,"p;;;;;.
sociarmente, los
especialistas que aplican métodos operantes
se aseguran de que ;; ;;i;;;;;
adecuadamenre en los program", dá
por ejempro, se puede
"ntrenamientJ.
enrrenar a individuos deficientes y- autistas
en el modelaáo 'd. '.;;p;;;
simples, como el levantarse, el alzaí la mano,
el tocarse la cabeza.A menudo
la instrucción,.ff27 esro> se sigue por r"."rp,r.ri";;;;"
y ra descripción
de la misma, de modo que ra"instrucción r"
i-rrr.iJir.
enseñen juntas.
i
Existe evidencia de que unavez que se l" h,
.rrr"rr"a"ll"l"aividuo a imitar
muchas respuestas, ét ,.^p^t de imitar nuevas
respuestas (incluyendo las res_
puesras verbales) cuando se le presenrT. pg.
primera .,r., 18".., pererson y
sherman, 1967). De este
-odo, el modelad. ; ;;;i" rl^
de enseñar
respuesras nuevas. A menudo una respuesra
que se ha de"fir^,
corocar ú"ü ;i
control de.un ED particular (p.ej., ra ,espuesta podría
ser una etiqueta y er
estímulo, el objeto .or..rporriiente a la etiq.r"t")
,.
*oá"r"
d"rp"A-;; ;;
se presenta el estímulo y la conduct"
d;r;;;ece
a ro rargo de
-odéladr',"
los ensayos o se omire áespués de varios de
eilos
;;r"
de
que no sea
necesario enseñar el desvanecimiento al individuo ";;
El modelado es uno de,los principales ing."ái."r"s
de ra representación
de papeles' En una forma d..."pr.r.,ltación
;"
p;p;I"r, Jr ,"."p",,,, representa la parte del paciente.en la q.re se
comport" á. -o¿o
apropiado
en una determinada situación y él pacienre
representa más "fir^ro
,"rde una parte de
sí mismo que se comporta de'ra misma manera.
En otro tipo de representa_
ción de papeles, denóminado representación inztersa-ar-p)'prtrr,la
gente re_
presenta las partes de los demás, con el propósito
de deáriollar empatía con
ellos o de ponerse en su punro de viita.
hablando como podrían
hablar' La representación inu"rra d" p"p"l"s
-p.ej.,
puede también ser beneficiosa
para ayudar a modificar las aurov"rbrlii".iorr",
.r..riurr-á" q,-r" los demás
está¡, diciendo-o pensando cosas negativas
sobre uno ;ir*".
El
,modeladg.y- la imitación ,oi i-po.ranres aspectos de ra teoría der
aprendizaje social, lo que prantea la supósició"
d. d. i;-Jo'd,r.t" de imita_
:l
,-i
:.
:
-¡
-!
:l
=l
:"
:€
::l
5
:'f
:
al
:J
!J
j>l
:¡
:(
;i
:
J
;
-l
;
(
í
Métodos operantes
31,9
ción (o aprendizaje por_obseraación) no es un método operanre
porque no
necesira reforzamiento (Rotter, L954;Bandura,l977b).
sin'embargá, .Jáifi.il
comprobar que no está implicado el reforr"-i.rrro
.ri" .1"r. ?"
debería excruir r" "r,
p"riuiiiar¿ J" "p;;;
implicado. el aprendizaje operante. por supuesro, rampoco
se debería excluir
la posibilid."g
que no esté present" .l ap."., ái.^¡"'"p"rante, pero ésra
es
f"
una posibilidad menos parsimóniosa y,.por conrig,rí..rtÉ,
no merezca probablemente
pena una cónsideración s"ri" h"st" q;" hrt;;ás evidencia
la
cien_
tífica de ello.
?^i",.y, por.consiguienre,.ro
';
ii
I
ri
I
r"
il;;;
sobrecorrección. IJn estado de cosas poco satisfactorio se
ha sobrecorregido cuando el proceso de corrección se ha llevado ."u" más
allá a" ü q,.r.
" vista de rectifica,
se necesira o de lo que se espera. Desde el punto de
;;;
situación, la sobrecorrección podría consid".".r" ,.r" plraia"
d; ;i"-p;';
esfuerzo. Sin embargo, se ha iemostrado que.es
,fir^r;;;:;;
señar a alguien a no realizar conduct"t qrr" den ";;ár"d.
como .esultado .r., ert"do
de. cosas poco satisfactorio. (Foxx y Azrin, 1972,
1,g:7,). H"y dos clases de
restitución, que consist".n .o.r"gi;;;, componentes
de
i^.!i:::_1....ción:,a)
la
s.lruaclón que los que fueron perturbados por la
ónducta inapropiada. v
6) la práctica positiai, q.r. .or,r* de mrrchai ,.p.,i.ion.r-J"';;;;:ffi;¿
alternariva deseable que- compita con la conducá in"f
.op;"a". un eiempro
de Ia restitución seríi el ,epara. todos los muebles il
#;;;;#;,ii;
que alguien ha dado una patada a una sila; un .i"-;io
J; prácúcapositiva
sería el senrarse en la sillaioda una serie de-r,"..r.
r_"?u.*rrrección parece
estar comp-uesta por dos procedimientos descritos en
al apartado anterior: el
castigo y el reforzamiento negativo. El castigo
nfü.'ráo porqr" el pro_
cedimiento es,. probabl"-".rtá, algo aversivJ y"rr;
," ."ri.g; d" forma contin_
gente a la conducta; se. encuentra implicado eríeforza-i"'",o
negativo porque
se requiere que el individuo emita conducta apropi"d"
.or, .l fl; á; ;ü;
de una situación. algo_aversiva. un procedimie"ro
,i*il., i^ prártir^positiva
es la inversión del hábito, qu.g es un procedimiento
f"* ^air*i"uir los tics o
hábitos nerviosos. El procedimiento consiste.
p;;;i.;;"1" .orr¿*; *;
c.ompite con el tic o el hábito. A diferencia de la""
prá.*"-p.sitiva, la inversión
del hábito puede implicar reforzamiento positirro,
senrido de que la
conducra que se ha mejorado puede ,", ,.., ,"forr'^io,
"r, "'l
p"ririr. p"., fl
sona que sufre el problema.
f.r_
Desensibilización..Generalmente se piensa en la desensibilización
sistemática como. un procedimienro pavlovianá. Sin embarg.,
i"-ui¿" conriene una
serie de elemenros op...rnt"rf p.ej., el cliente ,i"""
!rr. ,.g.ri, l" ..r";".i¿"-.
imaginarse las instrucciones. Lts elementos operanrÉ,
de ü desensibilización
en vivo o de la exposición directa son más feciles
de ver. En ',r", de enfren-
32o
Josepb
J. pear
rarse al estímuro temido en ra
imaginación, se.arienta ar paciente
para que ros
afronte en la vida rear. Er r.f"r;;;i;rro,
en
del terapeura, es conringenre ;;;i;;.o.,d,r.t",ra forma ie araúanzapoi pr.t.
d;;;;"yor aproximación
cada vez y con I3^s
d" .*pori.iorr, .rri.lá, .*á"r.s temidos,
¡eríidor
cada
vez más largos' se puede
ver que el p.ocedimi."r" ." ..mpone,
en general,
de moldeamienro, d'es.,ranecim¿;;"
d.l;;;.
;^"rri".ió,
Autocontrol. Se ha distinguido hasta_aquí
entre la persona cuya condu*a
se está modificand o
v ra p.rr"or," or. ,fr;.i
;;;áfit"nros que producen
el cambio deseado á" .átr¿u.r". ti-"li-;"r-;r';r;;;r;ir.iór,,
renemos un
programa de autocontror. se p.uede
ac.udir r
;;;;;;;;
p"r"
que ayude a
diseñar y proporcior,". ."r.orii-"nrr.iái'r.ui.'u
""
¿. un programa
de autocontrol; sin embargo, r"
;;;;rrrbirida.d principar der programa pertenece al cliente. Básicame"nt",,un
i-grama de
se'eva a iabo
urilizando métodos operanres de Ia'manera
"uro.ánrror
que podría
hacerro
orra persona.
una diferencia princiial .r. q.," r" r"ii."¿"
d; ..i";;;;i."r" uno mismo o
,r.r--programa de ,.r,o.or,rro" l.
:1,:":ri*r.r",,"1.p..9biemático
El reforza_
mrenro'
",,cualquiei
por definición, fortarece
r..rp".""
;"i"";""
siga;
por consiguiente (si se está tratando .on-ur,
,r.rdrd"¿
;;i;
iÁá"0,
el
retirárselo
uno mismo de forma consistente
a
hasta que ocurra la respuesta
objedvo, es
lógicamente imposible (c"t""i",-r-;7;,
i;;u;é"i¿1"_",ila, rrru¡.De igual
manera' el castigo, por definicion,
debilii"
a ra que sigue;
por consiguiente (si se esrá trabajando
con un uerdadeá estímuro punitivo),
el aplicárselo a uno mismo d" f;;;;o.nsisrenre
i"-ú;i, rógicamente im_
posible. una forma de. sortear
",
**'p-ur.-" ;;;r;;'"í
proce_
en_el qu.'r"- coloca
"-ot"r,y un
et castigo
t;
.ffil,,
.""rffiH;":rr,
i;U:,: i:o.."oT,0"--'so
d; i ; ; fi # "J: ilTT ;i:'.?
ilol?.'
cantidades
;r
"i;;;;.;;.',enro
rj:,:,Xi.
o,H
#:f
L:fr
!,
ff"
h::
determinadas, como ,Árr"Ái"rrro
..rliáo
ii"i.
r"g"r
ra conducta
que se ha de incremenrar. otro
método consisre .r, ,.ii..rr. un
determinado
número de cheques,para una organizació"
h.;;;;;';'"'.';ft político) que re
desagrada al individuo y
é" r.-ir,rtrrye ar amigo
para que envíe por correo"nrr"gi.r.ñr.un'amigo.
ros cheques r r,
cliente, como castiqo cuando
";;r;?;;.;"';;" no le agrada ar
o.ui." l" conducta que se ia de disminuir
como refo'a-ir"ü negativo,
o
.rr"náo*rro ocurra la conducta
que se ha de
incremenrar (Boudin, tlZZ¡.
forma de propor.io.r", reforzat
trol,Otra
consist.
diü,j;.
"n de casos
número registrado
d.r.riruio a.L".orrá.r.o u"ái."cción
deseada
reforzará Ia conducta.si se esrá
""
,;;;;;;; d.
reforzará
conducra alternativa deseabre
una
"r;;;;;;;;H"
ri r"-.*¡
jetivo. Esta clase de *¿u¡o¡¡gfo.zamienJon,ratando d" ..;;.i;'la conducta ob_
no plantea el problema lógico
men_
';i..., #fin:l:::Jjli,T-,T,ff*: i'i';::i,
.llétodos
operantes
321
cionado anteriormente, ya
que ros números de ra representación
reforzanres sóro si ¡r.J
n.,ir-re.ir'"r,¿ir..ir"i#';"#"r',r"..ión gráfica son
reforzante (p'"i., un cambio
que ya es
i"'.orr¿u.,".r^i" ¿ii".ci" deseada).
de represen.or
"n
La idea
xráf^i;lmnr. i"-or*. conducta n"'u
l]r.rurieron especia_
; ;;;rI ;;; ip
Hem in gw ay,
'
",
¡.,
:r ",,
ducc ión d ia.; J; p,r"
b.,l ü'
.Tüi
productividad (\íállace y p.rr,
"
represenraciones qráficrr
d" rno.r,,í., lugar muy.visible, or,, et cotocar las
pu"d"í verlos t o;rt#'"r ,"for.aÁi.rrto donde la familia v
,á.i"r de ras mejorías
^,
El intentar colocar la conducra
bajo un apropiado conrrol
del estímulo es
otro importanre aspecto der
,u,o.o-rl.oL:,|{ ;jil;ü"r;'l" ,¡.r,.
horas determinados para
un rugar y
estudiar o escribir, con
istímuros crrstrntrvos Dre_
senres en ese luear, debería
hacerse -uy p.obrur"
ir'.."iu*a adecua¿á ¿"
escribir o d" ertidi;r.;;;;r;;;"r";.r"nrra
en ese rugar (suponiendo
el reforzamienro ocurra tambien
n".. .;;J##r;'or.rrr. contror que
estímuto, se aumenra g."du"r*;n;l;
"tii¡. .r;;;il.;;;Ji.
der
tras que se roma cuidado
.,
rugar,
mien_
p".a
er
otras conductas inapropiadas. gl".,rit". q,e ocurra,
"qri soñar despierto u
."niri J"l
p.ara dismin"ir roná,'r.i",
rambién
".u-rlái.'h'rt.-pl"rdo
.o-l;;;;")j r"y"r,
,"s"" ,Ii" ."pti.ado ante_
rormenre. otro uso del control
deL esiimur" .; ;r;
ir"r) *r¿rduar, que
consisre en un craro acuerdo
,.n"r"
iu"
q;t;;;;.ta
terminados r eforzador er,
"r..i,á
q"ier,
.rri**r*u esos reforzadores producirá de_
a c o rd a d o s d e
u n p ro g ram a d
e r r,.;;;",;; I,r o. n i, i
que normarmente implica
I Jir,,. i rr¡i;T.lrffi :::
do, o -¿rl"¿*iauos,'proporciorra
escritos pararaconducta "
distintos EDs
a. *á"";"..J; que está d; Á.;;;
con er contraro.
Al igual que sucede con
roi-", J. iontror a"r
^orras
trolarán la conducta ¿. r"r-r;;;;"r;i"
"rii.rio, .,esos Ers con_
con esa conducta, que consig"i""i.-.i,e ,¡ "r ,"r"rr#;;
contingente
se expresa en er conrrato.
iTü;'üil,ü "]""ff ;:mlr
i
;;;"
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VI.
APLICACIONES
'$'
il
i
*
I
*¡
*
¡
'i
Los métodos oDeran-res han
sido y están siendo utilizado
variedad de lugares para
:ratar.or ,,r1 .r"riedad ," o.oorlrr*:?"r#Jr:3
conductuares. Este apartado
¿"...iu. ui"rr.-"rrr.
Educ1clón.
.euizás la primera aplicar
campo de la edricl.]¿n
rr" la máqu'ina
ner (1e54,1es8, rsor j,
_
"tg,rrr"id"-;stas apricaciones.
métodos
operantes en er
;:u::'"los
.,*'";;;r:;:;ií"l,i,l^T{ííí;"?:',":ükf,i,"l"r*:_
322
Joseph
J. pear
terial, denominad os cuadros,_a los que respondían
los estudianres por medio
de respuestas escriras. la máquina'trarr"d"b.
.;J";;;"J"
1", respuestas de
los estudiantes debajo de u.na p"qr.n".venrana
donde el estudiante no pudiera
modificarlo y, al mismo ti"-po, r.,r.l"b" i"
;;;;;,; Jorr".." que, supues_
tamente' reforzaba la respuesia del estudir.rt", 'ri
l"--ir.r,a que ella. El
"r"
Programa ideal de la máquina de enseñan za fue d"r".roll"do
-f.r"."., con el fin de
que prácticamente todas. las respuestas del
estudiante
correctas. La
popularidad de las máquinas de enseñan za
y d.e r^ ,rrr,ñ)rra programad.a, en
donde los cuadros poáírn pr.r"rrr".r. rir"pt.-"rrr"'pá,
l.ai. de ribros diseñados para ello' ,Áu". de emplear una
máquina, ha decaído desde los años
sesenta' aunque se puede vorver a poner
de moda por los or¿".r.át.";
iq;;
pueden considerars",.?*o una máquina
de enseña;;;;;y versát').
otra aplicación de los métodos op".rnr"r.l"
^.
sistema
de Enseñanz.a personarizado
"du.*iJr,u.r"s.conoce como
isrn¡,¿.r"r.ori"J"
Keller (196g;
o*
Keller y Sherman, rgg2). El s¡p utiri.^ segmenros
de material más amplios
que la enseñanza programada y las contesiaciones
también pueden ser más
largas. (p."i., u"ri* fr;"r ; ;;'pe.."i";.
Después de estudiar una unidad de
marerial, un estudianre pasa un rest bÁlr:
.;;;ó;;"Ji"
r" que ha estu_
diado o en objetivos de. estudio
er
instructoi
ha preparado para esa
.qrr.
unidad. El rest es corregido por .l i.rrt.u.tor
o po, igirantes de exámenes,
que pueden ser estudiant.r. qu. han aprobado
.i ;;r;;;;r,udiantes de ese
curso que han aprobado er iest ,obr" .r .n"r".irl-;;;r;
.rnidad. El test se
corrige inmediatamente después de ser enrregado,
d.
que las respuesras
-oÁ
correctas se refuercen rápidamente. Tiene
q"ue dominarse cada unidad antes
de que el estudiant" pred" pasar a l"
,lgu"rri., r" .ri"¿i""* qrr" no demuesrra un dominio der materiai en una
d;";;i;;,
material y lo intenta ofta vez. Los "rr'ia"¿
"".1"" a estudiar er
á.-;;'qr".l
SEp es más
"rr"¿io.
efectivo que otros métodos d"
que se utilizan .o,irú.r-"rrte (Kulik,
Kulik y Cohen, 1979; Sherm ".rr"¡".rra
tgai). ios desarro[;, á; la tecnología
de
^n,p^r^ ll sEp,
los ordenadores son relevantes
como también lo son para las
máquinas de enseñan za o ra enseñanz"
programada. Además de conseguir
automatizar gran parte del
.procedimi."á. ¿?l tuo y il;;"
más eficaz, el
ordenador p.opo.óion" poriÉilid"¿"r
d. ,"r"lo-un;.'".iJ" rp.";., correo erec_
trónico), que permit" lo, estudiantes escribir
y presenrar'io, ,.rr, para que
"
sean corregidos y el instructor
y l.os vigilantes á.:;;;;;s
corregir los tests
y proporcionar una rápida retroarimeniación,
,i"
;J;trucror,
ros vigi_
;;;
v lá, .rt"di*.1-n.i.rrr.r, .rr"r'.., ;i ;;r-" rugar (Kins_
ner y Pear, r98g; p"^r.y rinrr,.r,- iqglgl
Esto prrede-t.rr"ri.i* a la gente
para la que no es posiblé asistir ín^
institución'.d;;"r;;;; causa del rugar
donde viven, de su trabajo o á. ^
"fg;""'i"."pacidad.
, Los métodos operanres,se han.lmpreado'también para disminuir la conducra perturbadora (p..i., la cond'cti
d; .rr;';;;;;í;;;,"
tevantándose
lantes de exámener
Métodos operdntes
323
de su sitio, las patal,etas,.la conducta agresiva) de ros niños en la clase y para
desarrollar sus habilidades académicas, incluyendo la lectura en voz álri,l^
comprensión de lo que se lee, el delerrear, el escribir, las maremáricas, la
redacción, la creatividad y el aprendizaje de conceptos. Ademár, tod" ,rrr"
serie de.profesores han utilizado y utiliz"n..oro-?as de fichas ár, la clase,
en donde se refuerza una amplia variedad de conducta no perrurbado.a y
académica con fichas que pueden cambiarse por orros refoizadores (Vití,
Elliot y Gresham, 1988).
i
I
il
u
Trastornos graves de conducta: retraso, autismo y esquizofrenía. Muchos
problemas de conducta graves, como el retraso, el autisÁo y ia esquizofrenia
parecen rener causas biológicas.. Aunque los métodor op.i"rrt., no pueden
modificar esros factores biológicos, pueden mejorar sus efectos debiio a la
interacción que existe entre la biología y el amLiente con respecro a la conducta. Algunas de las aplicaciones dé los métodos operanres ion los rrastornos graves de conducta son las siguientes: se ha enseñado a individuos deficientes habilidades del cuidado de uno mismo (ir al aseo, comer, vesrirse,
higiene personal), habilidades sociales, habilidades de comunicación, habilidades laborales, actividades de ocio y conducta de supervivencia en la comunidad (Matson y Mc.cartney, l9gl.; vzhit-"rr, Scibik y Reid, 19g3); a los
niños autisras se les ha enseñado habilidades sociales y lingtiístic", y ,e ha
disminuido su auroestimulación (Handleman,,19g6; Koágel,l,irr.orr., y Eg.l,
19 2)' A los pacientes esquizofrénicos se les ha enseñado"habilidades r".iil.,
y habilidades para la búsqueda de trabajo (Bellack, r9g4). Los datos obtenidos en los programas anreriores indican claramenre qr.. Ío, métodos op"*rrtes. pueden ser eficaces en el tratamienro, control'y rehabilitación
ie los
individuos con problemas de conducra graves.
Pacientes externos,.-Los métodos operantes son parte del tratamiento
de
una variedad de problemas presentadós por pacienres exrernos, problemas
como los trastornos de ansiedad, trastornó, obs"riuocompulsivor, i.p..riórr,
alcoholismo, obesidad y problemas con-yugales. Los
-¿ádo, d" .*pori.;o'
directa, en los que el individuo s" errfi.rr"t" directamenre con la situación
temida (en cuanto opuesro a experimentarla sólo en la imaginación) se
emplean a m_enudo para*atar trrrtorrro. de ansiedad (p."j., B".io-, I-.í*u"rf,
Agras y \wincze, 1969). Aunque la desensibilización sísi"-áti." e, prirr.ip"imente un procedimiento-pavloviano, se puede considerar l" e*pori.i¿n'Ji
" dei castigo, en
recta como operante, si lo.conceptualizamos como extinción
d.o1!e la respuesta castigada es li de enrrar en la situación temida. Lr'"lposición direcra debería ser.más efectiva que.la exposición indirecta, ya que'los
estímulos implicados en la exposición indire.t"
jri.'r"r, J.
1"1 ser privador¡'
los estímulos objetivo. La exposición direct" .o-bi.rráa con lá pr.u.rr.iár,
r
I
324
Joseph
l
J. pear
de la respuesta se ha utilizado con los trastornos obsesivocompulsivos
(Foa,
steketee, Turner y Fisher, 19go; Rachman y Hodgson,
19so). Este procedimiento puede considerarse como operante si lo á.r."pi.ralizamos
como la
extinción de una respuesra reforzadi negativamerrr., poi l" ,ro
o.rrrrencia
un aconrecimiento aversivo- primario cuándo
l" ..rp.rerta
de
objetivo
("; J;.;,
la conducta obsesivocompulsiva) no tiene lugar. s. tt'""
una variedad
"rilizado
de técnicas. oP-erantes .ott indi'triduos deprim"idos, incluy.rrdo
l" modificación
de autoverbalizaciones desadaptatirr"r, .l establecimi#; ;"
;r-i¿il
q*
compiten con las autoverbaliziciones desadaptativas, la represenración
de papeles y el restablecimiento de tareas del cuidádo d.
.'1r-o (p..j., lavarse,
hacer la cama' comPrar' cocinar), que a menudo ""á
descuidan los indiüiduos
deprimidos_ (Beck y cols., rgTr. En el traramiento J.l
," t,
utilizado el hacer que todos los reforzadores signiri."tiuo,
"lcoholrr-o
(p.ej., trabajo,
amigos, familia) sean contingentes con ra abstinencii del dlohor'(ilii",
té)'q',
el ayudar al individuo . ."-bi". su estilo de vida (M".i";; y
iordo.r, rggí;
y el enseñar las habilidades de afrontamiento ,re."s"ri".
f"r. limitar o abs_
tenerse del consumo. de alcohol (Miler, Taylor y west, r'rso;. para
el tata_
miento de la obesidad se ha empleado.r'"rrtor..girtro de la
conducta de
comer, el control del estímulo, los contraros condu&ual.,
y reforzamiento
por hacer ejercicio y romar los alimentos adecuado,
"l
Inío*rr.ll y F;rt;
1985; LeBow, 1981). En el rratamienro de los probremas
.orry.rgí., ,. iá
utilizado el aumentar la frecuencia de las interaicion.,
fáritivamenre reforzantes' la disminución de la frecuencia de las irrt.r"..io*s
punitivas y el
desarrollo de habilidades de comunicació.n efjclces p:";;
l^^ rolrciOn d;
ó.o_
blemas y la reconciliación de las diferencias (\food
/¡r..ur"", 19g5).
El autocontrol de los problemas personale.s. Las técnicas de
aurocontrol se
han desarrollado para muchos- protl"-", personales
comunes que son molestos, pero que ¡o son lo sufilient"-.rr,. serios como pa.a
,receritar asistencia profesional. Estos problemas incluyen la incapacidaá
áe h"bla, ;; .1";.
(Barrera..y Glasgow,, trr.?,la faha de ejeicicio (Kau
y fir.h"., 1974),hábitos
de esmdio inadecuados (Richards , 1976) y .l ,e.hirr"1¿.
i., ¿í.",., (ir"üi.li
y Galotti, 1978).
Medicina y cuidado de la sarud. ur9 de los primeros
procedimientos
conductuales empleados en el
de
la
medic¡i^-r,
rretroalimentación), en el que :ampo
la instrumentación automática .devuelve,, in_
tormacrón sobre la condu*a inrerna, con el propósito
de ayudar al individuo
a modificar esa conducta. si supon.-o, q-.r.i"
i"tor-".i# "a*"Ji"" f".á"
ser reforzante o punitiv", .rrroi.., el bioieedb".k
la definición de
un procedimiento operante. El biofeedback y orras ,e.íi.",
operanres se han
empleado en el campo de la medicina como una alrernativa
a procedimientos
,lli¡rrau"ri (ii"
;;t;;n
:
T
!
,.t
¡
Métodos
operantes
325
médicos más tradicionales (p.ej., fármacos)
> pdra rrarar problemas como ra
hipertensión esencial, t"r ..i"1."'
crónico, ros
trasrornos sexuales, los rrasrornos respirato.i",
y i;;'Jr"rror.ro, der sueño
Meredith y Ciminero, .Dezi Simon, .rL .,ráfrr-en).
Los procedi_
!9:l:t., operanres
mlenros
se utilizan también para ayuda, I" g*t.
en
a los rraramientos médicos (p..j., tomar
" que le su adhesión
las medicinas
recete un médico), a vencer el remor ü. p-..Ji-i*r.r--;li;;r"iM.lamed
y Sieger,
"
1975) y a llevar a cabo conducta
sana como er comer alirirentos nutririvos
y
el hacer ejercicio de forma regular (Cataldo
y ¿;;;;;,1él'ol.
.;¿-;;;;í";;il;.r,'.faolo,
Psicología comunitaria. Los métodos operanres
se han empleado en ei
campo de la salud mentar comunitari", qrr"
se refiere al tratamiento de los
problemas de salud menral en Ia comurrid"d.
T"*bi¿;:; han utilizado en
una amplia gama de otros intereses comunitarios
como .i
basura, el
reciclaje, la conservación de energía y el
entren"-i*
."r, "r.o¡",
t
labo_
rürinett
rales (Geller,
y Everett, r"9g2'; Marti" y orb;;".,'uto¡.
"bilid"des
Negocios, industria y gobierno. Los métodos.operantes
se han empreado
para mejorar la ejecución lndividual y de
grupo dentro át1", organizaciones.
Ejemplos de la clase de cuesrion., á'
;. i;-;jo
son la produc_
tividad, el llegar rarde, er absentismo, ]": 9;;
¡;;;;;r,
ra
seguridad de
los trabajadores,
"l 'olir-;
el,r*o
á J:r.-;i;"J;r; .i"r.u" por parte de
;"f.r-r"uár¿i"rJor'(Ldil'y Kr.irr,.r, 1985).
pgr pa.e
los clientes y las relacion",
Deportes. Los métodos operanres se han
utilizado para ayudar a que ros
atletas aprendan nuevas habilidades
loo ;í.,
r;i;";;
hábiror, para au_
mentar su asistencia a los entrenamierrtor,
p"." ayudar a resolver ;;r.;;;ü;
mas personales. y para ayudarles a que
se preparen para competiciones imporranres. También se han empleado
p"."
lr'.fi.".i" de los enrrena_
dores (Martin y Lumsden, tlSZ). r- -ejor*
VII.
RESUMEN/COMENTARIO FINAL
Aunque en otro tiempo ¡echazados por
ra mayoríade los profesionares de la
salud menral, los méiodos op.rrrriJr-re
acephn hoy día como una de las
principales contribucio¡"r a .1" terapia,
,"nro po, ros terapeutas conductuares
como por los no conductuares. Sn .eie.,r."r,ci"
para ra educación está siendo
reconocida cada vez. más por ros educador"r.
Li J"i;.;;l,
métodos ope_
ranres puede atribuirse probabremenre
ar t
J;^;;l;;
especiaristas
en
los métodos operanres
".nl
"áop,".or, ""-""r"qu. que corre pararelo a los que se
-..-..*--
326
Joseph
J. pear
siguen en orras exirosas áreas de la ciencia básicas y aplicadas. Empezaron
concentrándose en los_ procesos básicos que constit.,irtr lo, complejás fenómenos en los que-estaban interesados. A[ igual que los científicó en la bio_
I
i
*
logía y en la medicina, los investigador., "d" la conducta operanre no han
sido reacios en reconocer nuestra rélación con otros animales y explotar esa
relación al intentar comprender a nuestra especie. Al igual qu. io, científicos
en la física
.y e,n la biología, los especialistás en méto?os áp.r"rrr", no han
tenido miedo de abandon"r-.on."pios queridos pero vagos y reemplazarlos
por concepros que están definidos con precisión, de moáo que p.reden ,rtilizarse.con la p1I9.. comprensión y acue.do posibles po, todo,
at.ff", q".
aprenden las habilidades técnicas de la ciencia. Al mismo ti"mpo qrr" fr"n
enfarizado los fenómenos observables, los especialistas en métodás op"."rrr.,
no se han olvidado
a menudo se ha dicho de ellos- el iado no
-como
observable de su mareria
de estudio. Sin_ embargo, han intenrado emplear el
lenguaje desarrollado para la conducta observabie para describir la conducta
privada. Los físicos adoptaron la misma estrategia iuando empezaron a conceptualizar el átomo y sus componenres y sóló más tarde dÉsarrollaron un
diferente. pero más efiiaz para dáscribir las partículas subarómicas.
l:nquaie.
De igual manera, la conducra priy?d? podría describirse mejor en un lenguaje
diferente d.el que se usa al describir la conducta pública, páo .rro solamenre
se.descubrirá por
de la investigación. En el mome.rro pr.r"rrre, parece
-medio
haber suficientes fundamentos para ónceder un esrarus especial a las
denominadas cogniciones. I,as técnilas que utilizan lo, terap"utas cognitivos,
lo
mismo que los empleados en orras .l"r.r de terapia ,r"ib"l, pr"d".r, .orráptualizarse como métodos operantes aplicados a la conducra verbal manifiesta
y encubierta. Resumiendo, el campo-_de la conducta operanre proporciona
más que un conjunto de métodos útiles para cambiar la conduóta;'también
ofrece
_un.enfoque teórico y una metodología para aumentar nuesrra comprensión de la conducta. Esto es mucho m¿i v¿iido que un simple
conjunro
de métodos, ya que la historia de la cienci" d"m.rert.'a que la correcta
comprensión teórica normalmente lleva a la creación de méiodos nuevos
v
más
/ ----'-
eficaces.
VIII.
LECTURAS PARA PROFUNDIZAR
A. E.' Bebavior modtfication in appried
.settings.(4^ ed.), Homewood, Ill., Dorsey
Press, 1989. (Hay traducción castellana de'la primera?ai.;0.,,
E., Modificación
, -de.conluaa-y sus aplicaciones práaicas, México, El Manual rra.¿"1r.] rszsl.
G. y Pear, J., Bebaaior modtfication: wbat it is and hou to do ít (3,
ed.), Englewooci
Kazdin,
irra"l¡.
Mri::
Cliffs, N.J., Prendce-Hall,
1988
Métodos operantes
327
Masters, J. C., Burish, T. G., Hollon, S. D. y Rimm, D. C., Bebavior tberapy: techniques
and empirical findings (3' ed.), Nueva York, Harcourr Brace .f ovanovich, 1987.
Skinner, B. F., Ciencia y conducta humana, Barcelona, Fontanella, 1974. (Or.: 1953),
'lülatson, D. L. y Tharp, R. G' Self-directed bebaoior: self-modífication
for personal adjustment (4^ ed.), Monterrey, Calif., Brooks/Cole, 1985.
I
I
;
15.
LA ECONOMÍA DE FICHAS
Roc¡n L.
I.
PATTERSoN
HISTORIA
Afonunadamenre' los creadores de la Economía
d.e Fichas @F, Ayron y Az_
1968) nos proporcionaron una expricación
de .;;;..
desarrolró la EF.
Estos psicól9go.r, junto con ,,rs .olrboradores,
p.;;il-;;"
la necesidad, y
una nueva vía, de motivar a los pacientes
mentares institucionaú;;;;;;i
camenre pTa qye actuaran de modo más
competente. La necesidad se en_
contraba eiemplificadl pg. la gran cantidad
¿ ;;";J q.," residían, de
forma
en institucion"es menr"l.,
-conrinuada,
resisrenres a cual_
| ,*;ili;;
quier forma de terapia. La nueva vía consirtia
e'
aplica. los métodos der
condicionamienro operante para mejorar ü
.;;;;;r-td;";;,. grupo.
A mediados de los años sesenr", úr," serie de.est"Ji.,
é..;., Ayllon, 1963;
Ayllon y Michaer, 1959; rsaacr, T'ho-r, y Gordiamond,-1960)
habían mos_
trado que el condicionamiento operante podía
emplearse con
psicóticos
cró_
-sir,
nicos para producir cambios
.-"
dirección ,.r"ó¿;;i;;.
.-b".go,
esros
".r
estudios se
.dirigieron exclusivamenre ar área i;ñ;;l;:J
sóro
a
conductas aisladas' Las necesidades del grupo
"pri."ro.,
instituciona lizadocrónicamente eran tales que se requeriría que .r.r g.* número
d. fr.i..rt"s cambiase
muchas clases de conducras, ,i .s qu" sé
quería que los i''étodo. operanres
tuvieran un impacro significativo¿bo-o se haría'estoi-errru" claro que no
se podían conrrarar grándes .q.rript, de
psicórog"" fr., q,.re viviesen en ras
instituciones mentalei durante i^i z+ horas
del d?;;;;;i;bjeto de propor_
cionar dulces, helados, cigarrillo.s y orros
."forr"áore, lo.rr,r-ibles a cada
uno de los pacientes, en efafán d" !-oi
rin'
narconduc;",;;,;;;;Ébñil':i?:o:il':iili''JTJ?ifi
sus colaboradores, se ha hecho evidente
q.,.,
de enferme ría del cenrro hospitalario p"r"
í;
se puede
:ilT,1i:;
al personal
qrr" emplee la ".rrr.rr",
tecnorogía del con_
dicionamienro oDerante; y 2i r" puedá'
utiiiz^,,"?";;;;;;;s secundarios en
la forma de objeios (f;.hó ilil;r;no..or,.u-ibres,
en rugar der refuerzo
primario de los consumibÍes, con i;" ¿.
.r.r,
.rr, ,il;;
de trabajo para
"f
la aplicación a gran escara deí .o'di.ionr-i"rrro
Elto,
irrgr.dienres,
acompañados por los esfuerzos adminisrrarivos"p;;;;;:
;p;6;; y un adecuado
Veteran's Administration Clinic, Daytona
Beach, Florida (EE UU)
330
Roger L. patterson
;
:fiTt5:ro
del personal hospitarario, les permitieron
crear er primer sis-
su trabajo fue seguido por una serie de
otras pubricaciones que informa_
ban de éxitos al emfrea. ,?.ni.",
parecidas
ip*i"-nrrrrowe y Krasner,
le68; schaeffer v Martin, rs6s). -.rf
uná
r";;;iii;;;i.r",
-u, notables y
extensas fue la evaluación .*p.ii-"nral,
a gran escala, de un sistema de EF,
por Paul y Lentz (1.977), q.ri.r",
".r.o.rrrrio., evidencias más concluyenres
con respecto a la eficacia de ert" enfooue
con grandes grupos de pacientes
mentales crónicos. Er éxito del método'.o.r...roi
sujetos-lrevó a aplicaciones
en los hogares, en las escuelas y
p.i.io.,.r,-é;;;;",
e individuos
"rr.l",
muy diversos.
i"
rr. t¡rrNrclóN y DESCRrpcróN
según el glosario de vhite (1971) sobre
rerminología conductuar, una eco_
nomía de fichas es <<un sistema á" ,"forta^r.rrro-"T.i"i,i.
," administran
fichas como refuerzo inmediato, fi.h;;^;r"
son ..respaldadas,, posteriormente
permitiendo que se.cambien po, ..fu.lros
más u"lioro." (p. 1sa). Kazdin
(te8s) cita rres requisitos d" .,n" ro,
"il
,nr.r.r_bio, 2)
las recompensas o refuerzos de respaldo
p.r"d.r, .o-p.rrr" con ras fichas,
i.r"
v 3) et conjunto de regras. q.u" d.ii,,"
ras conductas
específicas que obtien.., fi.h"r y tor
..t*.;;r*;;';lü"1áo
po,
los que se
pueden cambiar las fichas" qp. ZS+¡.
t."r;il;;ilIJ;'il
i:
i"ll;;;;J;;i;;;;"#r.
III.
FUNDAMENTOS CONCEPTUALES
Y
PIT'TPÍRTCOS
9ri*.". conceptual de ra ¡E proviene del trabajo de Skinner sobre er
con_
drcronamienro oDeranr€ y ra exr'ension
qu" },ir"-Jir"-ffi"iju" ¿" estas
ideas
de los animales r ro. hu-"nos
(SkinnJr, 1953). De eite modo,
ra conducta
humana puede cambiarse
i",
.orrr..uencias
de
esa
conducta.
tarea de la terapia,,.para aquelras
La
personas cuyas conductas se
co