Mayo: Mes de María | Proyecto Emaús

Mayo: Mes de María

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Llegó Mayo, el mes más esperado por todo devoto mariano. Y es que Mayo el mes para agradarle. Mayo es el mes para agradecerla. Mayo es el mes para demostrarle nuestro amor y agradecimiento por todos las gracias y favores que por su intercesión obtenemos. Pero también, Mayo también es un mes para consolarle. Consolarle por todas las ofensas que recibe de parte de todos aquellos que ignorando el gran sufrimiento que le provocan, le ofenden en un sinfín de maneras.
Por eso, Mayo ha de ser también mes de reparación. Hagamos durante este mes (especialmente y no únicamente…) todo aquello que esté en nuestras manos para desagraviar y alegrar su dolido corazón.

Es ya tradicional entre los verdaderos devotos de la Virgen Santísima consagrar el mes de mayo a tan Celestial Señora. En Proyecto Emaús, también hemos querido alagarla. Para ello, iremos publicando breves ejercicios diarios que se irán apareciendo en esta categoría. Uno para cada día de mayo, el mes de María. Eso sí, no se admite excusa por falta de tiempo, pues son tan breves, que literalmente te llevaran 5 minutos de tu día. Hazlo y la Virgen de bendecirá.

Adicionalmente, en este sitio, encontrarás muchas formas de hacerlo. Rosarios, novenas y hasta la consagración la Inmaculado Corazón de María, misma que podría ser uno de los regalos más hermosos que este mes le puedes presentar.

Breve Oración de Consagración a María

Virgen María, Madre mía,
te consagro a ti y confío en tus manos
toda mi existencia.

Acepta mi pasado con todo lo que fue.
Acepta mi presente con todo lo que es.
Acepta mi futuro con todo lo que será.

Con esta total consagración,
te confío cuanto tengo y cuanto soy,
todo lo que he recibido de Dios.

Te confío mi inteligencia,
mi voluntad, mi corazón.
deposito en tus manos mi libertad;
mis ansias y mis temores;
mis esperanzas y mis deseos;
mis tristezas y mis alegrías.

Custodia mi vida y todos mis actos
para que le sea más fiel al Señor
y con tu ayuda alcance la salvación.

Te confío ¡Oh María! Mi cuerpo y mis sentidos
para que se conserven puros
y me ayuden en el ejercicio de las virtudes.

Te confío mi alma
para que Tú la preserves del mal.

Hazme partícipe de una santidad
igual a la tuya:
Hazme conforme a Cristo,
ideal de mi vida.

Te confío mi entusiasmo
y el ardor de mi juventud,
para que Tú me ayudes a no envejecer en la fe.

Te confío mi capacidad y deseo de amar,
enséñame y ayúdame a amar
como Tú has amado y como Jesús quiere que se ame.

Te confío mis incertidumbres y angustias,
para que en tu corazón yo encuentre
seguridad, sostén y luz,
en cada instante de mi vida.

Con esta consagración,
me comprometo a imitar tu vida.

Acepto las renuncias y sacrificios
que esta elección comporta,
y te prometo, con la gracia de Dios
y con tu ayuda,
ser fiel al compromiso asumido.

Oh María, soberana de mi vida
y de mi conducta,
Dispón de mí y de todo lo que me pertenece,
para que camine siempre junto al Señor,
bajo tu mirada de Madre.

¡Oh María!
Soy todo tuyo,
Y todo lo que poseo te pertenece.
Ahora y siempre.
AMEN.