LA CONDESA DESCALZA

Amarga Cenicienta

Título original: The Barefoot Contessa Nacionalidad: Estados Unidos Año de producción:  1954 Dirección: Joseph L. Mankiewicz Guion: Joseph L. Mankiewicz Producción: United Artists Fotografía: Jack Cardiff Música: Mario Nascimbene Reparto: Humphrey Bogart. Ava Gardner. Edmond O’Brien. Marius Goring. Valentina Cortese. Rossano Brazzi. Elizabeth Sellars. Warren Stevens. Franco Interlengui. Mari Aldon. Bessie Love Duración: 128 min.Madrid, años cincuenta del siglo pasado. María (Ava Gardner), una bailarina española de origen humilde que trabaja en un tablao flamenco, es buscada por un rico hombre de negocios de Nueva York, que pretende invertir en la producción cinematográfica, con el fin de aportar una nueva estrella a las pantallas. María duda de las excelencias de la proposición, y muestra sus inquietudes al director de la película, que ha sido enviado al objeto de convencerla para la realización de una prueba, previa a su contratación.

En esta ocasión, el director Joseph L. Mankiewicz se interna en una obra del cine dentro del cine (ya había tenido la experiencia en Eva al desnudo con referencia al teatro), y lo hace recurriendo a tres narradores distintos, un director cinematográfico (Humphrey Bogart), un profesional dedicado a las relaciones públicas (Edmond O’Brien) y un  noble, un conde italiano sin oficio pero con beneficio (Rossano Brazzi), que con sus voces en off, van ensamblando y explicando los diferentes flashbacks que componen la película en distintos puntos de vista narrativos, desarrollado también en tres ambientes diversos: el de las grandes celebridades de Hollywood, el de la burguesía adinerada en la Riviera francesa, y el de la nobleza italiana en decadencia.

Mankiewicz se tira desde el principio de lleno a la piscina, y decide empezar el film con su final, con el entierro de su protagonista, María Vargas, y en un largo recorrido al pasado, va narrando las vicisitudes que atraviesa el personaje de Ava, en su carrera y en su vida. Ese comienzo de la película es impactante: estamos en un cementerio en  Rapallo (Italia), en un día lluvioso, gris, con un reducido grupo de personas asistiendo a un sepelio, y entre los paraguas, sobresale una tumba de mármol blanco con la escultura de una mujer, vestida con una sencilla túnica, y descalza.

La condesa descalza Ava y Bogart en Madrid

El director se ha basado en el cuento de La Cenicienta para retratar  a su personaje femenino, de carácter fuerte pero muy sensible, independiente, misterioso, de apariencia inaccesible, de una belleza luminosa, cuyas insatisfacciones derivan de la infructuosa búsqueda del amor verdadero. La fama, el dinero, los bienes materiales, no consiguen despertar en la protagonista ningún asomo de felicidad, y su miserable pasado le atormenta interiormente y le dificulta expresar con libertad sus emociones. Ese personaje está interpretado por Ava Gardner, que aparece espectacular en el largometraje, ayudada por una serie de vestidos de alta costura elaborados para la ocasión, y por el mágico juego de luces que manejó el director de fotografía, Jack Cardiff, en su utilización del Technicolor. Ava, además, tenía numerosos paralelismos con María, desde sus humildes comienzos, hasta sus tormentosos romances, su independencia, su afición a andar descalza…

Por su parte, Humphrey Bogart encarna en esta ocasión a un director de cine cínico, ex-alcohólico, ácido, pero que consigue establecer una relación muy tierna y fraternal con María, pasando a ser su amigo, su confidente, su cómplice. Al parecer, Ava y Bogart se revelaron desde el principio como dos personalidades incompatibles, pero ello no se reflejó en la relación que se establece entre ambos en la pantalla.

No le ayudó en su interpretación a Ava los excesivos y largos diálogos existentes en la película, lo que además de producir extrañeza en su versión original por el acento de la actriz cuando habla castellano, le causó cierta inseguridad, agravado por su relación o más bien falta de relación con Mankiewicz, quien llegó a reconocer el fallo que cometió al no lograr que Ava Gardner confiara lo suficiente en sí misma. Todo ello no restó la fascinación que despierta el personaje de María, el impacto  visual, su presencia física; la elegancia de Ava Gardner se eleva sobre los inconvenientes que lastran la película, e incluso encontró a sus mas fervientes admiradores entre los cinéfilos franceses. Para François Truffaut, se trata de “uno de los más hermosos retratos de mujer jamás rodados y con Ava Gardner, la actriz más bella y exquisita de Hollywood”, y para Jean-Luc Godard, el film, con sus cultos diálogos, su filosófico discurso, sus espléndidos escenarios italianos y su esteticismo visual, sería la inspiración para su obra El desprecio (Le mépris, 1963).

La condesa descalza primer plano Ava

Ava aparece en su caracterización como una mujer fría, casi  estatua de hielo, marcada por el pasado, por la guerra, por la pobreza, por sus difíciles relaciones con su madre. A pesar de su fama y éxitos, se encuentra más cómoda con las gentes más desfavorecidas (recuérdese la escena del baile con los gitanos, que por cierto le tuvo tres semanas ensayando, o la de la boda, cuando quiere sumarse a la fiesta de los sirvientes). En los diálogos con Bogart, va abriendo su alma, sus angustias, la infructífera búsqueda del príncipe azul. Pero el guion de Mankiewicz no culmina con ese final feliz del cuento. A María le espera la fatalidad, y termina siendo víctima de un egoísmo trasnochado, de un ocultismo cruel, y de una situación de la condición femenina, en un país y época histórica concreta, totalmente dominada por una superioridad masculina, que se apropia de la libertad de la mujer, para hacerla suya, y moldearla a su conveniencia.

Si visualmente resulta muy hermosa la escena final, cuando Bogart la encuentra ya sin vida, y le quita los zapatos (no somos nosotros los que desvelamos el desenlace, ya lo hizo el propio director al comienzo del film), paralelismo a la inversa del final del cuento, que torna la felicidad en macabra destrucción. Pero no hay que olvidar el origen del deceso. Con independencia del retrato ocioso, lúdico y presuntuoso que se hace de las altas esferas del cine en los años 50 del pasado siglo, así como de las clases más privilegiadas en sus correrías festivas por Europa, la película se hace eco de un crimen pasional, de una violencia de género que ni siquiera con el transcurso de más de 50 años hemos conseguido erradicar, ni en los países más prósperos, más alfabetizados, con mayor nivel de vida, y con cierta incorporación de la mujer a la vida laboral.

La condesa descalza Ava Gardner bailando

Recordemos que en la década de los 50 todavía existía vigente un Código Penal en España, el de 1944, que incluía el llamado “uxoricidio por causa de honor”, figura que constituía un auténtico privilegio concedido al hombre en defensa de su honor, en virtud del cual podía matar o lesionar a la esposa sorprendida en flagrante adulterio, o a la hija menor de veintitrés años, mientras viviere en la casa paterna, cuando fuere sorprendida en análogas circunstancias. Mucho ha cambiado la legislación desde entonces, pero en la práctica, la desigualdad de la mujer no termina de desaparecer, a pesar de los intentos legales, educativos, informativos y de integración que se han llevado a cabo.

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