La vida de Luis II de Baviera (1845-1886) es el magnífico hilo de una ruta para conocer algunos de los castillos más románticos, fascinantes y visitados de Alemania. El monarca, calificado de excéntrico y apodado «el rey loco», amaba la poesía, el arte y la música, especialmente la de Richard Wagner, a quien protegió y cuyas obras le inspiraron sus paraísos particulares. A pesar de haber nacido en el Palacio de Nymphenburg, situado en los alrededores de Múnich, el joven rey siempre prefirió vivir alejado de la corte, inmerso entre los bosques, lagos y picos alpinos de su Baviera natal.
La ciudad balnearia de Füssen, 130 km al sur de la capital bávara y muy cerca de la frontera con Austria, es una buena base para conocer los castillos más relevantes de su vida: desde el medieval Hohenschwangen, reconstruido por su padre Maximiliano II y donde Luis II pasó la infancia y juventud rodeado de frescos alusivos a leyendas germánicas, al fantasioso Neuschwanstein, el rococó Linderhof o el versallesco Herremchiemsee, todos ellos fruto de su imaginación y egocentrismo.