26-M
Candidatos singulares

Fernando L�pez Castillo (Podemos): El ex etarra que se hizo objetor y pacifista

Actualizado

Tras permanecer alejado de los focos pol�ticos durante tres d�cadas, compite por la Alcald�a de Vitoria por Elkarrekin Podemos un a�o despu�s de jubilarse y con la idea de gestar una alianza de izquierda con los socialistas y EHBildu

Fernando L�pez Castillo. ARABA PRESS

Ha esperado casi 37 a�os para volver a ocupar los focos de la atenci�n de la pol�tica. Fernando L�pez Castillo fue uno de los etarras que a cara descubierta junto a una decena de compa�eros anunci� el 30 de septiembre de 1982 que ETA pol�tico-militar abandonaba la lucha armada y se disolv�a. Ha esperado a cumplir la edad de jubilaci�n para volver a retomar el compromiso pol�tico activo, en esta ocasi�n de la mano de Elkarrekin Podemos, con cuya lista intentar� conseguir llegar a la Alcald�a de Vitoria.

L�pez Castillo naci� en Vitoria en 1953, en una ciudad de 60.000 habitantes en la que todav�a recib�a a �mujeres con carros vendiendo loinas y barbos que colean�, seg�n recuerda. Una ciudad que en poco m�s de una d�cada duplic� su poblaci�n mientras �l era monaguillo en la iglesia de Los �ngeles, en lo que entonces eran las afueras de Vitoria y junto a la que ha dado su primer mitin de campa�a electoral. �Vino de fuera el 100% de la poblaci�n que hab�a y ahora algunos se quejan por el 10%�, argumenta contra los que critican la inmigraci�n extranjera.

Su compromiso pol�tico no naci� en casa, un hogar formado por unos padres y once hermanos que viv�an en un piso de 100 metros cuadrados. Tal vez por que hab�a que ocultar que a un hermano de su padre lo hab�an fusilado en 1938 y era mejor no hablar de esos temas que marcaban la vida de las familias durante el franquismo, Fernando supo hasta hace pocos a�os que un t�o suyo, anarquista de la CNT, fue ajusticiado en plena Guerra Civil.

La conciencia pol�tica se va formando en la Universidad, en Madrid, con detalles como cuando en el comedor ve entrar a la Polic�a Armada a caballo. ��En un comedor los grises a caballo!�, rememora todav�a con asombro. Entonces se siente cercano al PCE que era el m�s que estructura ten�a a comienzos de los a�os 70 del pasado siglo, aunque no llega a militar en la formaci�n de Santiago Carrillo. S� que lo hace en ETA (p-m) como �un paso natural en aquellos a�os, que no hab�a mucha diferencia entre posturas pol�ticas� y apunta que en la banda �hab�a muchos pol�ticos y pocos activistas�. Confiesa que en ETA no pas� de �hacer pintadas y poner ikurri�as en obras� y poco despu�s fue �cantado� por otro militante detenido y tuvo que huir a Francia.

Cuatro a�os en el exilio en los que se gest� el gran debate interno entre los partidarios de abandonar el terrorismo y los que quer�an seguir empu�ando las armas. Sin consenso posible, los poli-milis, entre los que se encontraba, decidieron dar el paso de parar y acogerse a las medidas de reinserci�n. �Fue triste y duro. Los que estuvimos por disolver la organizaci�n fuimos amenazados�, rememora. �Ten�amos claro que la lucha armada ten�a que desaparecer e inmediatamente nos llamaron arrepentidos�, a�ade, y constata que incluso algunos de ellos tuvieron que llevar escolta para protegerse de sus ex compa�eros.

De vuelta a Vitoria, simpatiza con la Euskadiko Ezkerra de Mario Onaindia pero decide desvincularse de la pol�tica activa para dedicarse a su profesi�n, que tambi�n es su pasi�n, la producci�n audiovisual. De cualquier forma, s� participa en movimientos sociales, en grupos por la paz, es socio de Amnist�a Internacional y de la Asociaci�n de Amigos del Sahara. Adem�s se hizo objetor de conciencia al servicio militar �y hasta el 87 me estuvieron reclamando para que me incorporara a filas�, apunta sonriendo.

Con la jubilaci�n se vuelve a implicar en la pol�tica y gana las primarias de Podemos convirti�ndose en el candidato a la Alcald�a de la, seguramente, ciudad m�s disputada de Euskadi. Quiere una alternativa de izquierdas para que no vuelvan a gobernar ni el PP ni el PNV, que lo han hecho en las �ltimas legislaturas. �Hace falta una alternativa de progreso en la que participen todos los que crean en la libertad, la igualdad y la dignidad, que es solidaridad, trabajo, vivienda y respeto a los derechos humanos�, concreta.

Asegura que no tendr� inconveniente en dar sus votos o recibirlos de EH Bildu, aunque siga sin condenar el terrorismo:�Creo que Bildu ha dado mucho pasos y creo que tiene que dar m�s todav�a, hay que analizar el pasado�, argumenta, pero cree que ahora lo que importa para los pactos son los programas.

Al actual alcalde, el peneuvista Gorka Urtaran, le reprocha que �se ha dejado llevar por algo que su padrino (en referencia al que fuera alcalde Jos� �ngel Cuerda) y su madre (ex concejal Mar�a Jes�s Agirre en la misma �poca) no hicieron, que son los grandes proyectos y se ha olvidado de las necesidades reales de la gente�.

Pone en cuarentena el proyecto de soterramiento, la gran apuesta de la corporaci�n actual, y exige una consulta popular que decida si se apoya esa infraestructura que va a costar �3.000 euros a cada familia vitoriana�. En el caso de que se acometa la obra, exige que se prolongue para que la v�a f�rrea no parta en dos los barrios de Salburua y Zabalgana.

Cree que la cultura en Vitoria �sobrevive� a pesar de que hay �mucho talento y mucha creatividad� y se opone frontalmente a la construcci�n de un auditorio, un proyecto que aparece y desaparece en todas las campa�as electorales. �Hay que pensar en la creatividad y en la producci�n antes que en el edificio�. Exige que antes de pensar en �edificios y acciones pomposas� se piense en la gente y en los j�venes que buscan una vivienda asequible, en promover el transporte p�blico y el�ctrico y en luchar contra la brecha salarial y la violencia de g�nero.

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