El evento Carrington de 1859 - Revista de Historia

El evento Carrington de 1859

A principios de septiembre de 1859, el astrónomo inglés Richard Christopher Carrington dibujaba tranquilamente bocetos de manchas solares cuando observó un intenso estallido de luz blanca.

Diecisiete horas más tarde unas inusuales auroras boreales aparecieron en la atmósfera de la Tierra en lugares nunca antes vistas, había comenzado lo que más tarde se conocería como el evento Carrington, la tormenta solar más intensa registrada en 500 años de historia.

El evento Carrington de 1859

Horas después de la observación la noche se hizo día en buena parte del Norte de América, donde los primeros buscadores de oro de las Montañas Rocosas se despertaron y desayunaron pensando que ya era de día y mientras el mundo contemplaba asombrado auroras boreales en lugares y latitudes tan poco comunes como Madrid, Colombia o Cuba. La luz era tan potente que incluso se podía leer el periódico:

La luz parecía como en torrentes, a veces de una blancura lechosa y a veces de un rojo claro. Las ondas blancas y de color rosado de la luz, que emanaban desde y hacia la corona, eran indescriptiblemente hermosas, un amigo cerca de nosotros, que miraba hacia el cenit, con todo el cielo y la tierra iluminada, producía una mayor brillantez que la que da la Luna llena, dijo que era como estar descansando debajo de las alas del Todopoderoso. La corona de encima, de hecho, parecía como un trono de plata, púrpura y carmesí, y colgado hacia fuera con cortinas o alas de una belleza deslumbrante [Washington Daily National lntelligencer, Wednesday, August31,1859].

La observación de Carrington se pudo corroborar con otra observación independiente por parte de Richard Hodgson, un aficionado británico a la astronomía. Además los datos captados del pico solar quedaron registrados en el magnetómetro del Real jardín Botánico de Kew, en el suroeste de Londres, siendo confirmados por una tormenta geomagnética detectada al día siguiente, lo que permitió a Carrington atar cabos y determinar la correlación entre los destellos o llamaradas solares observadas por él y la inusual actividad magnética en la Tierra.

Si una tormenta similar nos afectase hoy en día, los efectos serían terribles. En 1859 la infraestructura eléctrica era escasa y dejó de funcionar. Los telégrafos se averiaron, lanzando chispazos a sus incrédulos operadores. Cuando se recuperaron de la subida de tensión se vio que los telégrafos podían comunicar a más larga distancia y sin usar sus baterías habituales ¡usaban la enorme energía acumulada en las auroras boreales que impregnaban la atmósfera!

Si esto se produjese hoy en día los satélites enmudecerían y con ellos todas las llamadas telefónicas, la radio se dejaría de oír, internet caería y los apagones eléctricos serían de escala continental y durarían semanas. Aunque los registros indican que no se había producido una llamarada así en 500 años, nada impide que esto vuelva a suceder en cualquier momento.

Por todo ello Richard Christopher Carrington ganó la medalla de oro de la Real Sociedad Astronómica en 1859 y pasó a la historia dando su nombre al evento​.

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Bibliografía:

https://es.wikipedia.org/wiki/Tormenta_solar_de_1859

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