A todos les gustan los diamantes (2023), de Gianluca Maria Tavarelli

El joyero italiano Leonardo Notarbartolo se considera especialmente dotado para el robo, por lo que siempre ha imaginado que terminaría dando un golpe espectacular. A espaldas de Anna, su esposa, prepara un atraco al World Diamond Center, un lugar donde se exponen valiosos diamantes en Amberes, protegido por múltiples mecanismos de seguridad, entre ellos una cerradura con 100 millones de posibles combinaciones, detectores de calor infrarrojo, un sensor sísmico, etc. Recluta a un equipo formado por el experto en alarmas Ghigo, la habilidosa Sandra, capaz de abrir cualquier cerrado, y el hacker Alberto, mientras que el comerciante judío Levi le proporcionará valiosa información.

El italiano Gianluca Maria Tavarelli estuvo detrás de María Montessori: una vida dedicada a los niños, que contaba la historia de una mujer ejemplar, la primera en ingresar en la Faculta de Medicina y Cirugía en Italia, en 1892. Ahora, se pasa al extremo contrario, al contar el periplo de un atracador, con ocho capítulos claramente deudores de La casa de papel, aunque esta vez se reconstruye una historia real. Tras un arranque vertiginoso, numerosos flashbacks informan al espectador de quiénes son los protagonistas, y cómo han llegado a involucrarse en el golpe que se va a narrar. El cineasta parece haberse inspirado en Guy Ritchie, pues como él recurre a los fotogramas congelados, los textos sobreimpresos que informan de los nombres de los personajes, cámara lenta, pantalla dividida y ritmo vertiginoso.

Pese a que la historia está bien contada, se ha estirado como un chicle. Muchas de las subtramas aburren al espectador, que preferirá que se retome pronto la trama del asalto. Kim Rossi Stuart, que rodó con los hermanos Vittorio y Paolo Taviani el film Maravilloso Boccaccio, resulta convincente como el caballero y a la vez ladrón Notarbartolo, y consigue conectar con el respetable, al que se dirige en sus monólogos, rompiendo la cuarta pared.