Rangel: «Para Landa, los años que pasó en Segovia fueron determinantes»

El profesor de la Universidad de Extremadura Modesto Miguel Rangel Mayoral habló de Rubén Landa Vaz (1890-1978) en la séptima conferencia del Curso de Historia de Segovia, que la Real Academia de Historia y Arte de San Quirce dedica a las Huellas de Segovia en el exilio de 1939. Rangel es autor de la monografía Rubén Landa, un pedagogo extremeño de la Institución Libre de Enseñanza en México.

Pacense de nacimiento, Landa llegó a Segovia en 1927 para ocupar una plaza interina de profesor de Inglés en el Instituto General y Técnico, y en ella permaneció hasta 1931. Aquellos cuatro años fueron «determinantes» en su vida, según Rangel, pues se involucró en cuantos proyectos y actividades organizó la Universidad Popular Segoviana, de la que fue profesor, y mantuvo una estrecha relación con Antonio Machado y el círculo de intelectuales segovianos del momento. El 14 de abril de 1931, Landa marchó a la cabeza de la manifestación popular que recorrió las calles de Segovia con motivo de la proclamación de la II República, junto a Antonio Machado y Antonio Ballesteros, entre otros.

Con el nuevo régimen, el profesor Landa fue nombrado consejero de la sección de Segunda Enseñanza, Escuela de Comercio y otras especialidades del Consejo de Instrucción Pública, y durante la Guerra Civil creó un método para enseñar a leer y a escribir a los analfabetos republicanos que combatían, fórmula que perfeccionaría después en México, donde se exilió junto a su esposa, María Luisa Viqueira. Una de sus etapas más fecundas en el país centroamericano fue la que pasó al frente del Instituto Luis Vives entre 1942 y 1947. Este centro destacó por la calidad de sus profesores y la formación que recibían los alumnos, «imbuidos de una filosofía librepensadora, humanista y respetuosa con los derechos humanos».

«Landa fue un librepensador, institucionista (seguidor de Giner y Bartolomé Cossío), un laicista respetuoso con todos los credos religiosos, admirador de personajes históricos que han contribuido al progreso social de los pueblos, un krausista convencido, un innovador pedagógico obsesionado con la infancia desvalida, un filósofo pragmático, un escritor sencillo y divulgativo, y muy español, aunque toda la segunda parte de su vida la pasara en México, país al que estuvo enormemente agradecido porque le salvó la vida. Allí murió en 1978», concluyó Rangel.