Críticas de La muerte golpea dos veces (1989) - FilmAffinity
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La muerte golpea dos veces

Thriller. Cine negro Jack Andrews, un joven detective, ahoga la pena por la muerte de su esposa en el alcohol y en el juego. Cierta noche, en un casino, conoce a una misteriosa joven que le pide ayuda. Según ella, la persigue la mafia y un novio psicópata. (FILMAFFINITY)
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Críticas 6
Críticas ordenadas por utilidad
7 de noviembre de 2009
21 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es el titulo original de esta joya semiolvidada, y sin duda se adapta mejor al carácter general de esta película que el más largo y cochambroso titulo español. Aquí tenemos cine negro del bueno, con aroma clásico y narrado con garra y pulso firme. La película se sostiene sobre sus tres típicos/tópicos personajes principales:

1- Detective privado, alcohólico y perdedor.
2- Mujer fatal.
3- Ex novio de esta, delincuente y forajido, malo hasta decir basta.

El trío protagonista es de excepción y completan unas actuaciones llenas de fuerza y química (Val Kilmer y Joanne Whalley-Kilmer eran matrimonio en la vida real). Mención especial merece Michael Madsen, clavando un personaje antecesor directo del señor rubio de Reservoir Dogs, que haría solo 2 años después. Por cierto, esta no es la única similitud que este film guarda con la obra de Tarantino, me atrevería a decir que Quentin siempre ha tenido muy en cuenta esta película y eso es palpable, por ejemplo, en ciertos ángulos y movimientos de cámara. El guión va enlazando los giros argumentales propios del género, y la excelente música y fotografía ayudan mucho al conjunto final. La narración es tranquila, serena, pero sin perder la chispa en ningún momento. Una joya a descubrir.
Iñigo Montoya
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19 de diciembre de 2009
16 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Film escrito y dirigido por John Dahl. Se rueda en escenarios naturales de Lake Mead, Las Vegas y Reno (Nevada), con un presupuesto estimado de 4 M de dólares. Obtiene el Gran Prix del Festival de Cine Policíaco de Cognac. Se estrena el 27-X-1989 (EEUU).

La acción tiene lugar en 1989, a lo largo de unos dos meses, en las localidades de Cleveland, Reno y Las Vegas. Narra la historia de Fay Forrester (Whalley-Kilmer), atractiva, desenvuelta y manipuladora, que utiliza a los hombres de su entorno en beneficio de sus intereses personales, en un papel propio de mujer fatal. La historia contiene robos, muertes simuladas, falsas identidades, traiciones, deslealtades, venganzas, huidas, persecuciones y otras incidencias de cine negro y de acción. Vince Millar (Madsen) es el compañero de fechorías de Fay. Jack Andrews (Kilmer) es un investigador privado, de 30 años, viudo, atormentado por la pérdida en accidente de coche de su mujer Kathy.

La película evoca el cine negro clásico de los años 30 y 40, del que toma la figura de la mujer fatal, la asociación de robo y crimen, la presencia de bandas organizadas, una excelente interpretación, el desarrollo de una acción trepidante y los giros sucesivos de la historia. Bien construida, se basa en una narración sólida, consistente y envolvente, con abundancia de actos violentos. Son escenas destacadas la rotura del meñique del Andrews por unos mafiosos, el ataque por la espalda de Fay a un colaborador, las quemaduras de cigarrillos con las que es torturado Alan Swayzie (Gries) y la escena de sexo y sangre. La historia presenta giros sucesivos hacia el final del metraje, que llevan al ánimo del espectador una cadena de sorpresas que hacen imprevisible, por caprichoso, el desenlace.

La música original suena con fuerza y gira en torno a una melodía central que sugiere sentimientos de inquietud y suspense. La música añadida aporta canciones rítmicas y vibrantes, como "Smoke Gets In Your Eyes" y un fragmento del "Concierto para cello nº 2", de Haydn. La fotografía hace uso de colores muy matizados, de luces dispersas y tenues y de escenarios preferentemente interiores, sin olvidar los paisajes inmensos del Oeste. El guión elabora una narración interesante, construida con solidez, en torno a la figura central de una la mujer fatal. La construcción de caracteres es correcta y la interpretación de la protagonista y los principales secundarios es convincente. Sobresale la de Jeanne Whalley, entonces casada con Val Kilmer. La dirección imprime un fuerte ritmo al relato, que luce coherencia y una mesurada complejidad.

Película que evoca el cine negro de los 40, lo recrea con admiración y lo renueva con devoción, aunque no alcanza niveles de fascinación equiparables. Resulta interesante y gratamente entretenida. Forma parte del conjunto de obras que a finales de los 80 y principios de los 90 da vida en EEUU a la corriente del llamado "nuevo cine negro".
Miquel
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15 de abril de 2014
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una pareja asalta a unos mafiosos y se llevan consigo un maletín repleto de dinero después de matar a uno de ellos. Durante su huida discuten y se pelean sobre los planes que cada uno tiene pensado hacer. En un descuido ella golpea la cabeza de su novio con una piedra y lo deja inconsciente llevándose el maletín con el dinero. Al llegar a Reno decide contratar los servicios de un detective privado para que la ayude a desaparecer fingiendo su propia muerte.

Excelente muestra de cine negro dirigida por John Dahl responsable de otros brillantes títulos del género como Red Rock West. Val Kilmer y Joanne Whalley formaban pareja en aquella época y realizan unas brillantes actuaciones en los papeles de investigador privado y sexy mujer fatal. Michael Madsen es el violento novio de Joanne que tratará de dar con ella para vengarse, mientras la mafia y la policía también les pisan los talones.

La muerte golpea dos veces es una gran obra de cine negro con una turbadora música y un argumento interesante que te mantiene en vilo hasta el inesperado final.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Harold Angel
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8 de mayo de 2013
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
90/05(07/05/13) El debut en la dirección de John Dahl es una fallida cinta que pretende rememorar el decadente cine negro, para ello mete en una coctelera todos los elementos propios del género, un atraco, una femme fatale, un detective privado perdedor, un tipo violento, un triángulo amoroso, traiciones, venganzas, mafiosos, tiroteos y giros inesperados, derivando en un batiburrillo de situaciones mal engarzadas. La bella Faye Forrester (fascinante Joanne Whalley-Kilmer) y el sicótico Vincent (siniestro Michael Madsen) son un matrimonio especie de Bonny & Clyde, unos ladrones que roban a un recaudador de la mafia de Nevada un maletín rebosante de dólares, pero Faye le da esquinazo a Vincent llevándose la plata, para que Vincent no la persiga contrata en Reno a un detective, Jack Andrews (buen Val Kilmer), para que simule su muerte y le proporcione documentación con una identidad distinta. La historia atrae por su prometedor arranque, se ve con agrado gracias a su fluido ritmo, el problema está en su desarrollo argumental, plagado de agujeros, con una previsibilidad sonrojante, le falta coherencia a los personajes, hay comportamientos que no se entienden, esto resta empatía con el film. Lo mejor son las actuaciones, un trío protagonista que sostiene un guión endeble, una Joanne Whalley.-Kilmer sensual, atractiva, maquiavélica, un volcán que sabe manejar su cuerpo, un Val Kilmer que tiene química con Joanne, no en balde estaban casados en la realidad, Val exhibe ese carácter de perdedor arrastrado por la bomba sexual Faye, y el tercer vértice del triángulo un Michael Madsen, un psicópata amoral que tortura por placer, su rostro denota su falta escrúpulos, papel que anticipaba su rol encarnado en ‘Reservoir Dogs’, incluso con una escena similar cuando tortura con un cigarrillo a un socio del detective, fácil acordarse viéndola del Sr Rubio torturando a un poli, llegando a cortarle la oreja, aterrador. Esta cinta la vi en su año de estreno dejándome un gran poso, vista 24 años después es una decepción, no hay pizca de originalidad, no hay escenas para el recuerdo, no hay un gran final, hay una puesta en escena austera y solo correcta, con unas tremendas lagunas. Resultado final es una insustancial propuesta que se olvida mientras pasan los títulos de crédito. Fuerza y honor!!!
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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30 de marzo de 2021
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un detective sumido en la melancolía reposa su maltrecho cuerpo sobre un sillón en la esquina de una oficina cuyas paredes se caen a pedazos.
Observa entonces una morena de imponentes piernas, cintura de avispa y un rostro dulce y del todo inocente acercándose a su puerta, el tipo de mujer de la que no hay que fiarse...

¿Quién demonios dijo que estos personajes dejaron de existir, que tuvieron su época y allí se quedaron? Porque todos sabemos que perdedores encantadores, zorras codiciosas y psicópatas asesinos hubo y habrá siempre, cuyas huellas sólo pueden quedar bien marcadas en los sucios y oscuros pavimentos del "noir". No, este maravilloso género no sólo fueron los '30 y '40; como el "western", implica una proyección legítima de un universo siempre presente, sórdido, agobiante, peligroso y sensual, y se podría decir que siempre en evolución.
Durante los '80 (al igual que otros) vivió su renacer, una reinvención de sus claves evocando las de siempre que nos dejó grandes títulos y donde destacaron los primeros trabajos de directores como Lawrence Kasdan ("Fuego en el Cuerpo"), Joel Coen ("Sangre Fácil") o John Dahl con su primer largometraje tras ser asistente de dirección y ganar notoriedad como realizador de vídeos musicales. Pues aunque de un tiempo a esta parte sólo meta sus narices en producciones televisivas, el nativo de Montana tuvo muy buenos inicios en la industria aunque siempre bajo la farragosa silueta del cine independiente y la serie "B".

"Kill me Again" (de terrible traducción) se propone recuperar esa esencia tan auténtica del "noir" como ya hicieron otros títulos de la época ("Polar", "Vestida para Matar", "Terciopelo Azul" o las dos antes nombradas, de las que se toma inspiración inevitablemente). Sin embargo su inicio es más bien propio de Walter Hill, en pleno desierto y a partir del violento robo de un maletín perpetrado por una pareja que evoca a los Bart y Annie de "El Demonio de las Armas".
Ella es Fay, una mujer cuya satisfacción existencial se basa en la cantidad de dinero que posea; y él, Vincent, un maleante de aspiraciones psicópatas que se cura con la cantidad de violencia que pueda ejercer en los demás. Ambos separados y como cabría esperar vueltos a juntar por las circunstancias, en las que muy convenientemente interviene Jack Andrews, el detective hecho polvo que no falta en este clásico triángulo de odio, mentiras y traición; un Marlowe o un Archer (aprendiz de Dick Tracy, le llamarán) que cayó al arrollo hace mucho y con el peso de una esposa muerta sobre su alma, sin duda parte de esa estirpe de sabuesos producto de las reinvenciones del género (como el Jack Gittes de "Chinatown").

Las primeras maniobras de Dahl son pura lógica que ni sorprende ni decepcionan, sólo rinden tributo al negro, desde ese "casual" encuentro entre Andrews y Fay, que de forajida de autopista polvorienta pasa a ser una distinguida y provocativa "femme fatale" cuyas maneras recuerdan a modelos anteriores del tipo de Jean Wallace o Ann Savage; la trama se prepara alrededor de otro elemento ya bastante utilizado: la muerte fingida de ella para burlar a su perseguidor. Y como todo detective frágil y inocente, éste comete el primer error que siempre suele desatar la intriga y la violencia: fiarse de la mujer; a partir de entonces la historia abre sus horizontes y la policía, Vincent e incluso la mafia le harán la vida imposible.
Por el camino se rememora a Wilder, H. Lewis, Dmytryk, Siodmak, "La Calle del Misterio" (hundimiento del coche en el lago incluido), incluso "La Huida" "peckinpahniana", y el director, con la ayuda de su operador Jacques Steyn y el músico William Olvis, perfila los sonidos y colores de una atmósfera áspera, morbosa y que remite al cogollo más desapacible del género, no ubicando el relato en las calles de Los Ángeles, sino en lugares recónditos (moteles sucios, carreteras solitarias, lagos cubiertos de niebla, pequeños casinos, como hicieron los Coen en su debut) elevando así los tonos hacia una ligera abstracción más cercana a Lang o Ulmer.

Mientras, se distribuyen los obligatorios signos, como puro ejercicio de estilo (los neones del motel, la luz roja de los faros cubiertos por la neblina, los rayos del sol fisgando entre las persianas, el polvo flotando en la oficina...) o como resorte del argumento (el coche hundido, la fuga de la dama, el codiciado dinero, una caja de cerillas con el nombre del detective escrito...). Y aunque no podamos evitar condenar la inefable estupidez del protagonista (con la cara del pazguato de Val Kilmer, perfecto para el papel), tampoco nos cuesta ponernos en su piel y seguir la trama desde su punto de vista.
Porque a veces parece divertido disfrutar del placer masoquista que ofrece una relación con tal mujer, y más aún si posee el carisma, la arrolladora sensualidad y la engañosa apariencia de Joanne Whalley, quien se hará llamar Virginia para ocultarse (¿referencia a Virginia Mayo, otra de las grandes damas del "noir"?), esposa de Kilmer por aquel entonces y una perfecta "femme fatale" ya olvidada. El tercero en discordia es un desatado Michael Madsen como la versión (todavía más) sádica y chiflada del Lee Marvin de "The Big Heat", amén de una prefiguración de su "tarantiniano" sr. "Rubio" (y la dolorosa secuencia de la tortura al pobre Jon Gries lo corrobora).

¿Y qué cambia? Nada en absoluto; la mujer seguirá siendo igual de egoísta y mentirosa, el malo igual de pirado y sanguinario y el bueno igual de bueno, inocente e idiota. Obstinada permanencia de los trillados códigos "noir" narrados con maestría de artesano y expuestos con suma elegancia.
Dahl, que seguiría definiendo su talento en "Red Rock West" y "La Última Seducción", tuvo un magnífico comienzo, si bien esta ópera prima pasó totalmente desapercibida, y hoy por hoy enterrada injustamente en el olvido. Sólo se le puede achacar un desenlace no muy lúcido, retornando al cine de forajidos con el que se inició, y rematado con demasiada rapidez...
Chris Jiménez
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