Resumen del cuento La Bella Durmiente

Resumen del cuento La Bella Durmiente

El cuento infantil que os traemos seguro que os suena a más de uno. Trata sobre una princesa que se pinchó con una aguja y fue condenada a dormir a lo largo de 100 años. Mas la hermosa durmiente que nosotros os presentamos no es precisamente como el original…

La bella yacente del bosque es un cuento basado en la tradición oral, que fue entonces amoldado por conocidos autores de cuentos de hadas, como Converses Perrault y los hermanos Grimm. Mas indudablemente quien más contribuyó a la fama de esta historia es la película animada de Disney. Hablaremos al final del cuento sobre todo esto y sobre la moraleja de la historia, mas como hemos dicho nuestra versión tiene entretenidas y también interesantes diferencias con el cuento original…

Si deseas conocer qué sucedió verdaderamente en el castillo encantado y que pasó con esa maldición no dejes de leer el cuento de María Bautista, de Cuento a la vista, que presentamos ahora. ¡A gozarlo! Y para los que deseáis regresar a percibir el cuento clásico, os dejamos un cuento animado en vídeo…

 

La hermosa yacente que durmió y durmió

Es de todos conocido que hubo una vez, en un castillo en la mitad del bosque, un rey y una reina que tuvieron una pequeña pequeña. Tan contentos estaban, que organizaron una celebración y también invitaron a todas y cada una de las hadas del reino.

Las hadas, como regalo, por su nacimiento, le concedieron a la pequeña sus mejores dones: la curiosidad, la inteligencia, la salud, la alegría y la belleza.

Pero el hada más desalmada del reino, que no había sido convidada, se enteró de aquella gran celebración, y muy enojada apareció allí:

No me habéis convidado, mas incluso de esta manera asimismo deseo hacerle un regalo.

El maleficio del hada malvada

Como las pretensiones no parecían malas, el rey la invitó a sentarse sobre la mesa. No obstante, el regalo del hada desalmada no era ningún don, sino más bien un maleficio:

El mismo día en que cumplas dieciséis años te vas a pinchar con una aguja y morirás – y la desalmada hada desapareció.

El poder de aquella hada era más fuerte que el del resto, de ahí que, si bien lo procuraron por todos y cada uno de los medios, ninguna logró quitar el maleficio. Solo pudieron cambiarlo:

– Cuando se pinche, no va a morir, va a caer en un profundo sueño del que solo va a poder despertarle, 100 años después un príncipe azul.

Pero el rey no estaba presto a que eso ocurriese, con lo que destrozó todas y cada una de las agujas del reino:

Si no hay agujas, no va a poder pincharse y si no se pincha jamás se cumplirá el maleficio.

La princesa se transforma en la hermosa durmiente

Ilustración Raquel Blasquez de Cuento a la Vista

¡Uy, que poco conocía el rey la maldad de aquel hada! El día del aniversario número dieciséis de la princesa, el hada, disfrazada de anciana, se le apareció a la joven ¡con una aguja y también hilo!

La princesa, que era curiosa y también intranquiliza, al ver aquel objeto extraño, preguntó a la anciana por él:

Si deseas puedes coger la aguja con tus manos y intentar coser. Yo te enseñaré…

Pero, tal como había anunciado años ya antes el hada desalmada, la princesa se pinchó con la aguja y se quedó de manera profunda dormida. Y con ella todo el castillo cayó en un profundo sueño.

Y de esta manera pasaron años y años y años. ¡Hasta 100! En ese tiempo el planeta había alterado mucho. Para iniciar los reyes ya no hacían y deshacían a su antojo, si bien proseguían existiendo.

Además, las hadas habían dejado de trabajar con varitas y pociones y se habían diplomado en medicina y farmacia.

Las tecnologías habían transformado las agujas en algo prácticamente, prácticamente olvidado…¡todo el planeta cosía con máquinas ultramodernas! Y ya no había turismos tirados por caballos, sino más bien por un líquido viscoso al que todos llamaban “gasolina”.

En el cielo, aparte de pájaros, había aeroplanos y helicópteros. Y los bosques, ya antes tan frondosos y apacibles, eran ahora pequeños espacios verdes donde los excursionistas hacían barbacoas.

¿Llega el príncipe azul?

Por eso el verano en el que la princesa cumplía 100 años de sueño, unos excursionistas que paseaban por el bosque de la princesa, provocaron, involuntariamente, un horrible fuego. El verano había sido tan seco, tan seco, tan seco, que bastó una pequeña chispa a fin de que todos y cada uno de los árboles comenzasen a arder.

En seguida llegaron los bomberos, cargados de mangueras, tratando de poner punto y final a ese incendio horrible. Tuvieron suerte, la lluvia que no había llegado en meses, apareció y les asistió a frenar el incendio.

Pero se habían quemado tantos árboles, que el castillo de la hermosa durmiente, oculto a lo largo de 100 años por la maleza del bosque, fue visto por los bomberos:

¿Te has fijado en ese castillo? – preguntó una bombera de la cuadrilla.
No lo había visto jamás – exclamó el bombero más joven.
¡Vamos!

Ambos anduvieron hacia él y descubrieron con sorpresa que un reino dormía plácidamente, aun fuera del castillo.

¡Qué cosa más extraña! – exclamó la muchacha – No están fallecidos, solo semejan dormidos. Mas afirmaría que llevan años y años de esta manera, ¿Te has fijado en sus ropas?

Pero el chaval, que era un enamorado del arte y de las construcciones viejos, solo tenía ojos para el castillo. ¡Era tan bonito!

¿Piensas que vamos a poder entrar?
Si te hace tanta ilusión…¡entremos!

Los 2 bomberos pasearon por el castillo y se fascinaron con el lujo que allá encontraron: muebles dorados, cortinas de terciopelo, lámparas de cristales, y en el fondo, una cama bella donde estaba una joven muy, muy bella.

¡Esta ha de ser la princesa! – exclamó la muchacha.
¿Tú crees?
Claro que sí. Seguro que debes besarla.
¿Besarla? ¿Yo? ¿Por qué razón?

La muchacha miró a su compañero con resignación, ¡es que jamás había leído un cuento infantil! A las princesas siempre y en todo momento había que besarlas…

Pues bésala tú… – exclamó el chaval, que no veía por qué razón debía besar a una ignota.
¡De qué manera voy a besarla ! Si la princesa se lúcida y ve que la beso yo…¡lo mismo vuelve a dormirse otros 100 años! Ella espera un príncipe azul…
Pero no soy un príncipe y mucho menos azul. Los príncipes azules no existen.

La muchacha creyó que su compañero llevaba razón. En sus años de vida, nunca había visto un príncipe azul. Había visto chicos altos, chicos bajos, chicos gorditos, chicos flacos, chicos alegres, chicos tristes, chicos afables, chicos groseros, chicos listos, chicos atontados y chicos de lo más hastiados. Mas príncipes azules…¡ninguno!

Así que deberían meditar otra solución. Mas se iba haciendo por la noche y no había forma de ponerse conforme.

La hermosa yacente a la espera

Anda bésala y terminamos con esto.
Que no la beso, y si entonces ¿desea casarse conmigo?
Pues te casas con ella, para eso es una princesa.
Pero es que no deseo casarme con una princesa.
Bueno…bésala y salimos corriendo. La despiertas y nos marchamos a toda velocidad, de esta manera no debes casarte con ella.
Que no…
– Que sí…

No lograron ponerse conforme con lo que nada hicieron. Se fueron por donde habían venido. La hermosa durmiente y toda la corte del reino prosiguieron durmiendo otros 100 años.
Aguardando …

La hermosa yacente, el cuento tradicional en vídeo

Para los que preferís las historias tradicionales, donde el príncipe azul salva a la princesa y viven para siempre felices y contentos, acá os dejamos una versión del cuento tradicional en vídeo:

Aprendemos algo sobre La hermosa durmiente

Como hemos dicho al comienzo, La hermosa durmiente es un cuento basado en la tradición oral, esto es que era una historia que las personas contaban, sin tener un autor definido. No obstante, las versiones escritas que se han hecho más conocidas son tres: Sol, Luna y Talía, del italiano Giambattista Basile (en el libro Pentamerón, 1634); La hermosa del bosque durmiente, del francés Converses Perrault (Los cuentos de mamá gansa, 1697);​ y Rosita de Espino o bien La Bella yacente del bosque,​ de los alemanes Jacob y Wilhelm Grimm (Cuentos para la niñez y el hogar, 1812)

La versión que ha llegado hasta nosotros es la de Perrault, conjuntada con ciertos elementos de la de los Grimm. En estas obras se ha basado Walt Disney para su muy famosa película La hermosa durmiente, de 1959. Una curiosidad: en la película la princesa tiene por nombre Aurora, mas en ninguno de los cuentos escritos lleva este nombre; en la versión de Perrault, Aurora es el nombre de la hija que la hermosa yacente tiene con el príncipe azul.

La moraleja de La hermosa durmiente

En nuestra versión moderna, no hay duda de que la moraleja de la historia es que los príncipes azules no existen, y que el amor no puede nacer desde un simple beso a una ignota. Mas ¿y la moraleja de la historia tradicional? Pues… lo cierto es que es bastante difícil encontrarla: la Bella yacente pertenece a un género de cuentos de hadas viejos, en donde el rol de la mujer era pasivo, y solo podía superar la contrariedad (cualquiera fuera) merced a la ayuda de un hombre «príncipe azul» que la rescatara.

Así que os planteamos leer nuestro cuento «re-inventado», o bien inventaros mismos la historia con final feliz que más os guste, mas eso sí: con una princesa que duerma menos y vea un tanto más de acción 😉