Charles Spurgeon / Los Cinco Puntos del Calvinismo

Los Cinco Puntos del Calvinismo



Por W. J. Seaton
(Pastor de la Iglesia Bautista Reformada de Inverness, Escocia)


Prefacio:

Dif�cilmente hay otra palabra que despierte tanta sospecha, desconfianza y aun animosidad entre quienes profesan el cristianismo, como la palabra Calvinismo. Y sin embargo, el rechazo que brota contra este sistema y contra todos aquellos que lo abrazan y lo predican, es un celo que no es conforme a ciencia. El siguiente art�culo ha sido escrito con la esperanza de que mucho del insulto que ha sido arrojado sobre el sistema de teolog�a calvinista sea retirado; y de que la verdad de esta gran ense�anza, la cual fue la columna vertebral de nuestros padres en la fe, y fortaleza de la iglesia en una �poca mucho m�s gloriosa que la nuestra, pueda ser vista con claridad.

Introducci�n

Debemos iniciar en Holanda, en el a�o de 1610. Jacobo Arminio, un profesor holand�s, muere, y sus ense�anzas son formuladas por sus seguidores, conocidos como "arminianos," en cinco puntos principales de doctrina. Hasta ese momento, las iglesias de Holanda, en com�n con la mayor�a de las iglesias protestantes de Europa, hab�an adoptado las Confesiones de Fe de B�lgica y de Heidelberg, las cuales se apegan a las ense�anzas Reformadas (es decir, calvinistas). Sin embargo, los arminianos quer�an cambiar esta posici�n, y presentaron sus cinco puntos en la forma de una queja o protesta ante la Corte holandesa. Los cinco puntos del arminianismo eran los siguientes:

1. El libre albedr�o o la capacidad humana. Este punto ense�aba que el hombre, aunque afectado por la ca�da de Ad�n, ten�a la capacidad espiritual de escoger el bien espiritual, y era capaz de ejercitar la fe en Dios, a fin de recibir el Evangelio, y de este modo obtener por s� mismo la salvaci�n.

2. La elecci�n condicional. Este punto ense�aba que Dios puso Sus manos sobre todos aquellos individuos que sab�a, o preve�a, que iban a responder al Evangelio. Dios eligi� a aquellas personas que �l vio que querr�an ser salvadas por medio de su libre albedr�o, a pesar de su estado natural ca�do; por supuesto que, de conformidad al primer punto del arminianismo, este estado no era de ca�da total o de depravaci�n total.

3. La redenci�n universal o expiaci�n general. Este punto ense�aba que Cristo muri� para salvar a todos los hombres; pero s�lo de un modo potencial. La muerte de Cristo hizo posible que Dios perdonara a los pecadores, pero �nicamente a condici�n que ellos creyeran.

4. La obra del Esp�ritu Santo en la regeneraci�n est� limitada por la voluntad humana. Este punto ense�aba que el Esp�ritu Santo, cuando comienza la obra de traer a una persona a Cristo, puede ser eficazmente resistido y Sus prop�sitos frustrados. No podr�a impartir vida a menos que el pecador quisiera voluntariamente que esta vida le fuera impartida.

5. La ca�da de la gracia. Este punto ense�aba que un hombre salvo, podr�a final y definitivamente perder la salvaci�n. Esto es, por supuesto, el resultado l�gico y natural de todo el sistema. Es decir, si el hombre debe tomar la iniciativa en su salvaci�n, es �l quien debe retener la responsabilidad del resultado final.

Los cinco puntos del arminianismo fueron presentados al Estado y fue convocado un S�nodo Nacional de la Iglesia para reunirse en Dort, en el a�o de 1618, para examinar las ense�anzas de Arminio, a la luz de las Escrituras. El S�nodo de Dort sostuvo 154 sesiones durante un per�odo de siete meses, pero al final no se pudo encontrar ninguna base sobre la cual reconciliar el puno de vista arminiano, con lo expuesto en la Palabra de Dios. Entonces, el S�nodo de Dort formul� sus cinco puntos del Calvinismo, para contrarrestar al sistema arminiano, afirmando as� la postura sostenida por la Reforma, y formulada por el te�logo franc�s Juan Calvino. Algunas veces estos puntos son presentados en forma de un acr�stico, usando la palabra "TULIP" (en ingl�s), como sigue:

T Total Depravity (Depravaci�n Total)

U Unconditional Election (Elecci�n Incondicional)

L Limited Atonement (Redenci�n Limitada o Particular)

I Irresistible Calling (Llamamiento Eficaz o Irresistible)

P Perseverance of the Saints (Perseverancia de los Santos)

Como puede verse con facilidad, estos cinco puntos est�n en completa oposici�n a los cinco puntos del Arminianismo. El hombre es totalmente incapaz de salvarse a s� mismo, porque est� "totalmente" ca�do, a causa de la ca�da en el huerto del Ed�n. Y si es incapaz de salvarse a s� mismo, entonces Dios debe salvarle. Y si Dios debe salvarle, entonces Dios debe ser libre para salvar a los que �l quiera. Si Dios ha decretado salvar a los que �l quiere, entonces, es por �stos por quienes Cristo hizo expiaci�n en la cruz. Y Si Cristo muri� por ellos, entonces el Esp�ritu Santo les llamar� eficazmente a la salvaci�n. Entonces, si la salvaci�n ha venido desde el principio de Dios, tambi�n el fin vendr� de �l, y as� los creyentes perseverar�n para el gozo eterno.

Estos son los as� llamados Cinco Puntos del Calvinismo. Vamos a proceder ahora a examinarlos con m�s detalle, puesto que est�n basados firmemente en la Palabra de Dios; y fueron sostenidos tenazmente por nuestros antepasados "en la fe que ha sido una vez dada a los santos." Y por aquella fe estamos dispuestos a contender con valor. Veremos la verdad a la cual se refiri� Charles Haddon Spurgeon, cuando declar�: "No es ninguna novedad, entonces, lo que estoy predicando; no es una nueva doctrina. Amo proclamar aquellas grandes doctrinas antiguas apodadas Calvinismo, pero que son verdaderamente la verdad revelada de Dios, tal como es en Cristo Jes�s."

1. LA DEPRAVACI�N TOTAL

Al considerar el primero de los cinco puntos principales del Calvinismo, ciertamente lo que deber�a impresionarnos es el hecho que este sistema comienza con algo que debe ser fundamental en el asunto de la salvaci�n, es decir, la correcta valoraci�n de la condici�n espiritual de la persona que ha de ser salvada. Si tenemos puntos de vista deficientes o superficiales acerca del pecado, entonces estaremos sujetos a tener puntos de vista equivocados en relaci�n a los medios necesarios para la salvaci�n del pecador. Si creemos que la ca�da del hombre en el huerto del Ed�n, fue solamente algo parcial, entonces muy probablemente estaremos satisfechos con una salvaci�n atribuible parcialmente al hombre, y parcialmente a Dios. Cu�n sensatas son las palabras de J. C. Ryle en este punto: "Hay muy pocos errores y falsas doctrinas," dice, "cuyos principios no puedan ser atribuidos a un punto de vista defectuoso acerca de la corrupci�n de la naturaleza humana. Errores en el diagn�stico de una enfermedad, siempre traer�n consigo fallas en la administraci�n del remedio. Igualmente, conceptos equivocados acerca de la corrupci�n de la naturaleza humana, traer�n siempre equivocaciones acerca del gran ant�doto y cura de tal corrupci�n."

Completamente conscientes de la situaci�n, los te�logos de la Reforma y todos aquellos que formularon las ense�anzas reformadas en estos cinco puntos en el S�nodo de Dort, con recomendaciones basadas firmemente en las Escrituras, declararon que el estado natural del hombre es un estado de depravaci�n total y, por lo tanto, hay una incapacidad total por parte del hombre para ganar o para contribuir a su propia salvaci�n.

Sin embargo, cuando los calvinistas hablan de depravaci�n total, no quieren decir que todo hombre sea malo hasta el l�mite de su maldad, ni que el hombre sea incapaz de reconocer la voluntad de Dios; ni tampoco que sea incapaz de hacer alg�n bien a sus semejantes, o aun de rendir una lealtad externa en la adoraci�n a Dios. Lo que quieren decir es que, cuando el hombre cay� en el huerto del Ed�n, cay� en su "totalidad." Es decir, que la personalidad completa del hombre ha sido afectada por la ca�da, y el pecado se extendi� a todas sus facultades: la voluntad, la mente y los afectos o las emociones. Creemos que la verdad que afirmamos es la ense�anza irrefutable de la Palabra de Dios. Los siguientes pasajes de la Escritura representan una selecci�n de algunos pasajes que confirman la ense�anza calvinista de la depravaci�n total.

La Biblia ense�a con absoluta claridad que el hombre, por naturaleza, est� MUERTO: ". . . como el pecado entr� en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, as� la muerte pas� a todos los hombres, por cuanto todos pecaron" (Romanos 5:12). La Biblia nos ense�a que los hombres son ESCLAVOS: "Que con mansedumbre corrija a los que se oponen, por si quiz� Dios les conceda que se arrepientan para conocer la verdad, y escapen del lazo del diablo, en que est�n cautivos a voluntad de �l." (2 Timoteo 2:25-26). La Biblia ense�a que los hombres est�n CIEGOS Y SORDOS: "Y les dijo: A vosotros os es dado saber el misterio del reino de Dios; mas a los que est�n fuera, por par�bolas todas las cosas; para que viendo, vean y no perciban; y oyendo, oigan y no entiendan" (Marcos 4:11-12). La Biblia nos ense�a que el hombre natural (no regenerado), CARECE DE ENTENDIMIENTO ESPIRITUAL: "Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Esp�ritu de Dios, porque para �l son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente." (1 Corintios 2:14). La Biblia habla del hombre como siendo NATURALMENTE PECAMINOSO: 1) Por nacimiento: "He aqu�, en maldad he sido formado, y en pecado me concibi� mi madre." (Salmo 51:5). 2) Por pr�ctica: "Y vio Jehov� que la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos del coraz�n de ellos era de continuo solamente el mal." (G�nesis 6:5).

Este es entonces el estado natural del hombre. Por tanto, debemos preguntarnos ahora: �Pueden LOS MUERTOS resucitarse a s� mismos? �Pueden LOS ESCLAVOS liberarse a s� mismos? �Pueden LOS CIEGOS darse la vista a s� mismos o LOS SORDOS el o�do? �Pueden los que CARECEN DE ENTENDIMIENTO ESPIRITUAL ense�arse a s� mismos? �Pueden los que est�n INCLINADOS NATURALMENTE AL PECADO, cambiarse a s� mismos? �Ciertamente no pueden! "�Qui�n har� limpio a lo inmundo?" pregunta Job. Y �l mismo responde: "Nadie." (Job 14:4). Del mismo modo, el profeta Jerem�as pregunta: "�Mudar� el et�ope su piel, y el leopardo sus manchas?" Y concluye "As� tambi�n, �podr�is vosotros hacer bien, estando habituados a hacer mal?" (Jerem�as 13:23).

�Podr�a la Palabra de Dios mostrar m�s claramente con base en esto, que la depravaci�n humana es total, y que nuestra incapacidad para desear o procurar la salvaci�n es tambi�n total? Este cuadro es una descripci�n de un muerto; un muerto espiritual. Somos como L�zaro en su sepulcro; estamos atados de pies y manos; y la corrupci�n se ha esparcido por completo en nosotros. Tal como no hab�a ning�n indicio de vida en el cuerpo muerto de L�zaro, as� tampoco no hay ninguna chispa de receptividad interna en nuestros corazones. Pero el Se�or realiza el milagro en ambos casos, el muerto f�sicamente, y el muerto espiritualmente. Porque la Escritura dice de �l: "Y �l os dio vida. . ." nos hizo vivir a aquellos que est�bamos "muertos en nuestros delitos y pecados." (Efesios 2:1). La salvaci�n, pues, por su propia naturaleza, debe ser "del Se�or."

2. LA ELECCI�N INCONDICIONAL

Nuestro rechazo o aceptaci�n de la verdad b�blica que ense�a que la condici�n del hombre por naturaleza es la depravaci�n total, determinar� en gran medida nuestra actitud hacia el siguiente punto analizado en el S�nodo de Dort. La elecci�n incondicional es correctamente expuesta en la Confesi�n Bautista de Fe de 1689, la cual citamos enseguida como un resumen �til. La elecci�n incondicional es tambi�n sostenida, casi en t�rminos id�nticos, en la Confesi�n de Fe de Westminster, en los Treinta y Nueve Art�culos de la Iglesia de Inglaterra, y en las principales confesiones de casi todas las iglesias que tienen ra�ces hist�ricas.

"A aquellos de la humanidad que est�n predestinados para vida," dice la Confesi�n Bautista, "Dios (antes de la fundaci�n del mundo, seg�n su prop�sito eterno e inmutable y el consejo secreto y el benepl�cito de Su voluntad), los ha escogido en Cristo para gloria eterna, meramente por Su libre gracia y amor, sin que Le moviera a ello ninguna cosa en la criatura, como condici�n o causa." (Cap�tulo 3, Art�culo 5).

La doctrina de la elecci�n incondicional se desprende en forma natural y l�gica de la doctrina de la depravaci�n total. Es decir, si el hombre est� de hecho muerto, cautivo en el pecado, ciego, sordo, sin entendimiento espiritual e inclinado naturalmente al pecado, entonces, el remedio para solucionar toda esta condici�n, debe encontrarse fuera del hombre mismo, esto es, en Dios. En el punto anterior hicimos la pregunta: �Puede el hombre resucitarse a s� mismo? Y la respuesta inevitable es: por supuesto que no. Sin embargo, si algunos hombres y mujeres son resucitados de su muerte espiritual, (nacidos de nuevo es el t�rmino usado por el Evangelio de Juan), y puesto que ellos no son capaces de llevar a cabo esta obra por s� mismos, entonces debemos concluir que fue Dios quien los resucit� espiritualmente. Por otro lado, puesto que muchos hombres y mujeres no han sido nacidos de nuevo o vivificados, de la misma manera debemos concluir que es debido a que Dios no los ha resucitado. Si el hombre es incapaz de salvarse a s� mismo, ya que la ca�da en Ad�n fue una ca�da total, y si s�lo Dios puede salvar, y si no todos son salvados, entonces la conclusi�n debe ser que Dios no ha elegido salvar a todos.

Esto no es una filosof�a ciega, sino que es algo extractado de, edificado sobre, sustentado por, y revelado en las Escrituras de Dios. El tema es tan vasto como el oc�ano mismo; nosotros hemos citado s�lo unos cuantos vers�culos claves y Escrituras que nos sirven de gu�a en este portentoso mar.

La historia de la Biblia es la historia de la elecci�n incondicional. Es extra�o que quienes se oponen a esta doctrina, no puedan reconocer esto. Algunos creyentes tienen dificultad en creer que Dios pudiera pasar por alto a algunos y escoger a otros; y sin embargo, no tienen dificultad aparente en creer que Dios llam� a Abraham para que saliera del pueblo pagano de Ur de los Caldeos, y dejara a los dem�s en su paganismo. �Por qu� escoger�a Dios a la naci�n de Israel como Su "pueblo especial"? No tenemos necesidad de especular al respecto, porque el libro de Deuteronomio nos da la respuesta: "No por ser vosotros m�s que todos los pueblos os ha querido Jehov� y os ha escogido, pues vosotros erais el m�s insignificante de todos los pueblos; sino por cuanto Jehov� os am�. . ." (Deuteronomio 7: 7-8). (Nota del traductor: la versi�n King James en ingl�s traduce: "El Se�or no ha puesto su amor sobre vosotros, ni los ha escogido, debido a que vosotros fuerais m�s numerosos que todos los pueblos; pues vosotros erais el m�s insignificante de todos los pueblos. Sino porque el Se�or os am�. . ."). �Por qu� escoger�a Dios, haciendo completamente de lado las leyes familiares de Israel, al hijo m�s joven de Jacob, en lugar del primog�nito Esa�? Otra vez debemos remitirnos a "la ley y el testimonio." La Escritura dice: "(pues no hab�an a�n nacido, ni hab�an hecho a�n ni bien ni mal, para que el prop�sito de Dios conforme a la elecci�n permaneciese, no por las obras sino por el que llama), se le dijo: El mayor servir� al menor. Como est� escrito: A Jacob am�, mas a Esa� aborrec�." (Romanos 9:11-13).

�Cu�l fue la doctrina que Jes�s predic� en la sinagoga de Nazaret, sino la doctrina de la elecci�n incondicional? "Y en verdad os digo que muchas viudas hab�a en Israel en los d�as de El�as, cuando el cielo fue cerrado por tres a�os y seis meses, y hubo una gran hambre en toda la tierra; pero a ninguna de ellas fue enviado El�as, sino a una mujer viuda en Sarepta de Sid�n. Y muchos leprosos hab�a en Israel en tiempo del profeta Eliseo; pero ninguno de ellos fue limpiado, sino Naam�n el sirio." (Lucas 4:25-27). Nosotros conocemos el resultado de que nuestro Se�or predicara este mensaje: "Al o�r estas cosas, todos en la sinagoga se llenaron de ira; y levant�ndose, le echaron fuera de la ciudad, y le llevaron hasta la cumbre del monte sobre el cual estaba edificada la ciudad de ellos, para despe�arle." (Lucas 4:28-29).

La falta de espacio nos impide hacer una descripci�n detallada de la soberan�a de Dios al escoger a Su pueblo; pero la verdad es clara: "No me elegisteis vosotros a m�, sino que yo os eleg� a vosotros. . ." (Juan 15:16); "�O no tiene potestad el alfarero sobre el barro, para hacer de la misma masa un vaso para honra y otro para deshonra?" (Romanos 9:21); y ". . . a Mois�s dice: Tendr� misericordia del que yo tenga misericordia. . ." (Romanos 9:15), y "seg�n nos escogi� en �l antes de la fundaci�n del mundo. . . habi�ndonos predestinados para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, seg�n el puro afecto de su voluntad." (Efesios 1:4-5), y as� sigue el testimonio de las Escrituras.

Reconocemos que hay una 'clase de elecci�n' que es sostenida por muchos creyentes hoy en d�a. Hablando en t�rminos generales, esta elecci�n se basa en Romanos 8:29 "Porque a los que antes conoci�, tambi�n los predestin�, etc. . ." La idea de esta elecci�n es m�s o menos como sigue: Dios, dicen, previ� a todos aquellos que iban a aceptar a Cristo, y de este modo �l los eligi� para vida eterna. En oposici�n a este punto, nosotros se�alamos que:

1.- La presciencia de Dios es descrita en las Escrituras en conexi�n con las personas y no con ninguna acci�n que la gente haya realizado. La Escritura dice: "Porque a los que antes conoci�. . ." Y otra vez Dios habla de este modo a trav�s de Am�s: "A vosotros solamente he conocido de todas las familias de la tierra. . ." (Am�s 3:2). Esto quiere decir que, sin tomar en cuenta ninguna acci�n, buena o mala, realizada por ellos, Dios los "conoci�" en el sentido de que "los am�" y "los escogi�" para que fueran Suyos. Es de este modo que �l conoce previamente a Sus elegidos.

2.- Es in�til decir que Dios nos eligi� debido a que �l vio algo que nosotros har�amos, es decir, aceptar a Su Hijo. No somos escogidos debido a que realicemos la buena obra de 'aceptar' a Cristo, sino que somos escogidos para hacernos capaces de "aceptarle." "Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jes�s para buenas obras, las cuales Dios prepar� de antemano para que anduvi�semos en ellas." (Efesios 2:10).

3.- Tampoco sirve decir que Dios previ� a todos aquellos que creer�an y que por esto los escogi�. Hechos 13:48 deja esto muy claro: "y creyeron todos los que estaban ordenados para vida eterna." La elecci�n no se debe a nuestra fe, sino que nuestra fe se debe a que somos elegidos, debido a que somos "ordenados para vida eterna."

4.- De igual manera, decir que ejercitamos la fe cuando aceptamos a Cristo, y que Dios previ� esta fe, y por lo tanto, nos eligi�, solamente nos conduce un paso m�s hacia atr�s, porque �de d�nde obtuvimos esa fe, para poder ejercitarla? Las Escrituras nos dan la respuesta, afirmando que la fe es un don de Dios y no de nosotros mismos: "Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios." (Efesios 2:8).

Ciertamente, en lugar de argumentar en contra de estas cosas, deber�amos estar haciendo lo que el Esp�ritu Santo nos manda a trav�s del ap�stol Pedro: "Por lo cual, hermanos, tanto m�s procurad hacer firme vuestra vocaci�n y elecci�n. . ." (2 Pedro 1:10).

3. LA EXPIACI�N LIMITADA

Esta doctrina no solamente nos trae al tema central de los cinco puntos, sino tambi�n a la realidad central del Evangelio, esto es, al prop�sito de la muerte de Cristo en la cruz. Esto no es accidental. Los te�logos que asumieron la tarea de defender las verdades de la Reforma Protestante, en contra de los ataques del partido arminiano, fueron siguiendo una l�nea b�blicamente l�gica en sus formulaciones, habiendo llegado as� al eje mismo de la salvaci�n.

Ante todo, ellos hab�an preguntado: �qui�n ha de ser salvado? La respuesta fue 'el hombre.' Pero las ense�anzas b�blicas a este respecto mostraban que el hombre, en su estado natural, es totalmente incapaz de salvarse a s� mismo. As� nosotros tenemos la ense�anza de la Biblia acerca del hombre, resumida bajo el encabezado general de depravaci�n total, o incapacidad total.

Segundo, puesto que algunos hombres y mujeres son indudablemente salvados, entonces debe haber sido Dios mismo Quien los salv�, en distinci�n del resto de la raza humana. Esta es la elecci�n: "para que el prop�sito de Dios conforme a la elecci�n permaneciese. . ." (Romanos 9:11). Sin embargo, como dice Spurgeon, esta elecci�n s�lo "marc� la casa donde la salvaci�n llegar�a." Todav�a se requer�a de una completa, perfecta y satisfactoria expiaci�n por los pecados de los elegidos; as� Dios podr�a ser, no s�lo un Salvador, sino un Dios justo y Salvador. Esta expiaci�n, como todos nosotros reconocemos, fue consumada a trav�s de la sumisi�n voluntaria de Cristo a la muerte en la cruz, donde �l sufri� bajo la justicia de este Dios justo, y obtuvo la salvaci�n que �l como Salvador hab�a ordenado. En la cruz, entonces, y sin duda todos nosotros aceptamos esto, Cristo llev� el castigo y obtuvo la salvaci�n.

Surge una pregunta ahora: �el castigo de qui�nes llev� Cristo? Y �la salvaci�n de qui�nes obtuvo? Hay tres opciones que podemos examinar, para considerar este punto:

1.- Cristo muri� para salvar a todos los hombres sin distinci�n.

2.- Cristo muri� para no salvar a nadie en particular.

3.- Cristo muri� para salvar a un cierto n�mero.

El primer punto es sostenido por los llamados 'universalistas.' Dicen que Cristo muri� para salvar a todos los hombres y de esta manera ellos, por l�gica, suponen que todos los hombres ser�n salvados. Si Cristo ha pagado la deuda del pecado, ha salvado, ha rescatado y ha dado Su vida por todos los hombres, entonces todos los hombres ser�n salvados.

El segundo punto de vista es el llamado "arminiano," que sostiene que Cristo obtuvo una salvaci�n potencial para todos los hombres. Cristo muri� en la cruz, seg�n este punto de vista, pero aunque �l pag� la deuda de nuestro pecado, Su obra en la cruz no llega a ser eficaz hasta que el hombre 'decide por Cristo' y de este modo es salvado.

El tercer punto de vista acerca de la expiaci�n, es el llamado Calvinista, y dice que Cristo muri� positiva y eficazmente para salvar a un cierto n�mero de pecadores merecedores del infierno, sobre quienes el Padre ya hab�a puesto Su libre y soberano amor electivo. El Hijo paga solamente la deuda de estos elegidos, satisface la justicia del Padre por ellos, les imputa Su propia justicia a �stos y as�, est�n completos en �l.

Entonces, la muerte de Cristo s�lo pudo haber sido por una de estas tres razones: para salvar a todos; para no salvar a nadie en particular; o para salvar a un cierto n�mero. El tercer punto de vista es el que sostienen los calvinistas y generalmente es llamado expiaci�n limitada, o redenci�n particular. Cristo muri� para salvar a un n�mero espec�fico de pecadores; esto es, por aquellos que el Padre ". . . escogi� en �l antes de la fundaci�n del mundo." (Efesios 1:4); por aquellos que el Padre le hab�a dado del mundo, todos aquellos "que me diste; porque tuyos son." (Juan 17:9); aquellos por quienes �l mismo dijo que derramar�a Su sangre: "porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisi�n de los pecados." (Mateo 26:28).

Nosotros afirmamos que �sta es la postura que realmente hace justicia al prop�sito de Cristo al venir a esta tierra para morir en la cruz. ". . . y llamar�s su nombre JES�S, porque �l salvar� a su pueblo de sus pecados." (Mateo 1:21). No a los jud�os, ciertamente, porque los jud�os no fueron salvados como un pueblo. Jes�s "am� a la iglesia, y se entreg� a s� mismo por ella." (Efesios 5:25). "El cual fue entregado por nuestros delitos, y resucitado para nuestra justificaci�n." (Romanos 4:25). �De qui�nes habla el Esp�ritu Santo cuando dice nuestros, nuestra? �Acaso est� hablando del mundo? Si es as�, entonces los universalistas tienen la raz�n, porque Cristo fue entregado 'por los delitos del mundo' y 'resucitado para la justificaci�n del mundo;' y as� el mundo queda justificado delante de Dios. "Porque as� como en Ad�n todos mueren, tambi�n en Cristo todos ser�n vivificados." (1 Corintios 15:22). Esto s�lo puede significar que toda la posteridad de Ad�n muere en Ad�n, como de hecho muere, porque "as� la muerte pas� a todos los hombres." (Romanos 5:12). Pero toda la posteridad de Cristo, es decir, la iglesia por la cual �l mismo se entreg�, es vivificada en �l. �Por qu� es esto as�? Ciertamente es as�, porque ��l se dio a S� mismo por ellos! "Por su conocimiento mi siervo justo justificar� a muchos, y cargar� con los pecados de ellos." (Isa�as 53:11, RVA). Y cuando �l consum� esto, estando colgado en la cruz, dice Isa�as en aquel gran cap�tulo 53 de su profec�a, que "Ver� el fruto de la aflicci�n de su alma y quedar� satisfecho. . ." (Isa�as 53:11). El trabajo de Su alma al derramarla y ofrecerla por nuestros pecados, producir� hijos espirituales para la alabanza de Su nombre, y �l ser� satisfecho, cuando vea esta obra consumada.

No estamos pasando por alto el hecho que hay algunas Escrituras que se refieren al 'mundo,' y muchas personas las han tomado como su punto de partida en la cuesti�n de la redenci�n. Sin embargo, cuando comparamos la Escritura con la Escritura, vemos que el uso de la palabra 'mundo' no implica necesariamente a 'cada hombre y cada mujer en el mundo.' Los fariseos dijeron de Jes�s: "Ya veis que no consegu�s nada. Mirad, el mundo se va tras �l." (Juan 12:19); sin embargo, no todas las personas iban tras de Cristo. La expresi�n significa "toda clase de persona," normalmente para referirse juntamente a jud�os y gentiles. (Nota del traductor: vea Romanos 11:11-12 y note cuidadosamente el uso intercambiable de las palabras "gentiles y mundo." Para un estudio m�s a fondo de este tema recomendamos la lectura del libro "Vida por Su Muerte," del doctor John Owen). La pregunta siempre debe ser la intenci�n Divina: �tuvo Dios la intenci�n de salvar a todos los hombres o no? Si �l no intent� salvar a todos los hombres sin excepci�n, sino solamente a los elegidos, entonces la obra de Cristo en la cruz fue un �xito glorioso y estamos en lo correcto al creer que "Todo lo que el Padre me da, vendr� a m�. . ." (Juan 6:37). Por otro lado, si la intenci�n de Dios fue salvar al mundo entero, entonces la expiaci�n de Cristo ha sido un gran fracaso, porque un vasto n�mero de hombres no ha sido salvado. �Cristo pag� nuestra deuda! �La deuda de qui�n? �La deuda del mundo, o de los elegidos? Ciertamente, si un hombre ha sido rescatado por un redentor, entonces la ley que �l ha quebrantado debe quedar satisfecha, en raz�n de la obra o del pago que el fiador hizo en su beneficio.

Si T� has mi libertad logrado,
Y gratuitamente en mi lugar padeciste
La completa ira Divina;
Pago doble por Dios no ser� demandado,
De la mano sangrante de mi Fiador primero,
Y luego, otra vez, de la m�a.


4. LA GRACIA IRRESISTIBLE

Una vez m�s, este cuarto punto de la creencia del sistema calvinista, es el resultado l�gico de todo lo que hemos visto anteriormente. Si los hombres son incapaces de salvarse a s� mismos debido a su naturaleza ca�da, y si Dios se ha propuesto salvarlos, y Cristo ha consumado la salvaci�n de ellos, entonces, se deduce por l�gica que Dios debe tambi�n proveer los medios para llamarles a los beneficios de la salvaci�n que �l ha obtenido para ellos. Sin embargo, el sistema calvinista de teolog�a, aunque profundamente l�gico, es mucho m�s que un mero sistema l�gico. Es un sistema de creencia b�blica pura, que se encuentra firmemente apoyado en la Palabra de Dios. Entonces, la doctrina de la gracia irresistible no es un invento de los hombres que redactaron los Cinco Puntos del Calvinismo en el S�nodo de Dort, sino la manifiesta revelaci�n de la santa Palabra de Dios. Por ejemplo, Romanos 8:30 dice: "Y a los que predestin�, a �stos tambi�n llam�." Es decir, Dios no s�lo elige a los hombres y mujeres para la salvaci�n; �l tambi�n llama a todos aquellos que �l ha elegido.

�Qu� quiere decir "gracia irresistible"? Nosotros sabemos que cuando el Evangelio es predicado en la iglesia, o al aire libre, o a trav�s de la Palabra de Dios le�da, no todas las personas hacen caso de su llamado. No todas las personas llegan a ser convencidas de sus pecados y de su necesidad de Cristo. Esto explica el hecho de que hay dos llamamientos. Existe no s�lo un llamamiento externo; sino tambi�n uno interno. El llamamiento externo puede ser descrito como: "las palabras del predicador," y este llamamiento, cuando es realizado, puede obrar de diferentes maneras, en decenas de diferentes corazones, produciendo diferentes resultados. Sin embargo, hay una cosa que este llamamiento no puede hacer: no efectuar� la obra de salvaci�n en el alma pecadora. Para que una obra de salvaci�n sea forjada en el alma, el llamamiento externo debe ir acompa�ado por el llamamiento interno del Esp�ritu Santo de Dios, porque es �l quien "convencer� de pecado, de justicia y de juicio." (Juan 16:8). Y cuando el Esp�ritu Santo llama por Su gracia a un hombre, a una mujer o a una persona joven, este llamamiento es irresistible: es decir, este llamado no puede ser frustrado, porque es la manifestaci�n de la gracia irresistible de Dios.

Esta ense�anza es sustentada una y otra vez en la Palabra de Vida de Dios, como por ejemplo, en los siguientes vers�culos y pasajes:

1.- "Todo lo que el Padre me da, vendr� a m�; y al que a m� viene, no le echo fuera." (Juan 6:37). Note que son aquellos que el Padre ha dado a Cristo (los elegidos), los que vendr�n a �l; y cuando vienen a �l, no son echados fuera.

2.- "Nadie puede venir a m�, a menos que el Padre que me envi� lo traiga; y yo lo resucitar� en el d�a final." (Juan 6:44, RVA). Aqu�, nuestro Se�or est� diciendo simplemente que es imposible que los hombres vengan a �l por s� mismos; el Padre debe traerlos.

3.- "Escrito est� en los profetas: Y ser�n todos ense�ados por Dios. As� que, todo aquel que oy� al Padre, y aprendi� de �l, viene a m�." (Juan 6:45). Los hombres pueden o�r el llamamiento externo; pero son aqu�llos que han sido ense�ados por el Padre, quienes responder�n y vendr�n a Cristo. As�, con Sim�n Pedro: "Bienaventurado eres, Sim�n, hijo de Jon�s, porque no te lo revel� carne ni sangre, sino mi Padre que est� en los cielos." (Mateo 16:15-17).

4.- "Porque todos los que son guiados por el Esp�ritu de Dios, �stos son hijos de Dios." (Romanos 8:14).

5.- "Pero cuando agrad� a Dios, que me apart� desde el vientre de mi madre, y me llam� por su gracia." (G�latas 1:15).

6.- "Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, naci�n santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunci�is las virtudes de aquel que os llam� de las tinieblas a su luz admirable." (1 Pedro 2:9).

7.- "Mas el Dios de toda gracia, que nos llam� a su gloria eterna en Jesucristo. . ." (1 Pedro 5:10).

Ciertamente, una ilustraci�n notable de esta ense�anza de la gracia irresistible o llamamiento eficaz, es el incidente del cual leemos en Hechos 16. El ap�stol Pablo predicaba el Evangelio a un grupo de mujeres junto al r�o, en Filipos; y mientras �l estaba hablando: "Entonces una mujer llamada Lidia, vendedora de p�rpura, de la ciudad de Tiatira, que adoraba a Dios, estaba oyendo; y el Se�or abri� el coraz�n de ella para que estuviese atenta a lo que Pablo dec�a." (Hechos 16:14). Pablo, el predicador, habl� a los o�dos de Lidia, y este es el llamamiento externo. Pero el Se�or habl� al coraz�n de ella, y este es el llamamiento interno de la gracia irresistible.

Los arminianos creen que hombres y mujeres tienen la capacidad de resistir el llamado del Evangelio de Dios, y as� lo hacen. Por lo tanto, ellos se oponen diciendo que no puede haber tal doctrina de la gracia irresistible de Dios. Nosotros creemos que hombres y mujeres no s�lo pueden resistir el Evangelio de Dios, como de hecho lo hacen; sino que tambi�n, debido a su naturaleza ca�da, deben resistir el Evangelio de Dios. Por lo tanto, es necesaria la existencia de una doctrina como la doctrina de la gracia irresistible. En otras palabras, nuestras almas deben ser puestas bajo una influencia m�s grande que nuestra propia naturaleza, m�s grande que nuestra resistencia, o de lo contrario estamos destinados a ser condenados para siempre, puesto que "el hombre natural no percibe las cosas que son del Esp�ritu de Dios." (1 Corintios 2:14). Hay tres grandes fuerzas que trabajan en la obra de la salvaci�n del hombre:

1.- La voluntad del hombre.
2.- La voluntad del Diablo.
3.- La voluntad de Dios.

�Cu�l de estas tres fuerzas tendr� la victoria? Si la voluntad de Dios no resulta victoriosa en este asunto de la salvaci�n, entonces, resultar� victoriosa la voluntad del Diablo, porque �l es m�s fuerte que nosotros. Thomas Watson, un antiguo puritano del siglo XVII, describi� el asunto, v�vidamente, en las siguientes palabras: "Dios cabalga con fuerza, conquistando en el carro de Su Evangelio. . . �l conquista el orgullo del coraz�n y hace que la voluntad, la cual se resist�a como una fortaleza real contra �l, se rinda y doblegue ante Su gracia; y hace sangrar al coraz�n de piedra. �Oh, este es un poderoso llamamiento! �Por qu�, entonces, algunos hombres parecen hablar de una persuasi�n moral? �Por qu� dicen que en la conversi�n de un pecador, Dios s�lo persuade moralmente y nada m�s? Si en la conversi�n, Dios s�lo pudiera persuadir moralmente y nada m�s, entonces �l no pondr�a mucho m�s poder en la salvaci�n de los pecadores, de lo que el Diablo hace para su destrucci�n."

�Cu�l voluntad obtendr� la victoria? �La nuestra? Pero, �acaso no se resist�a, de hecho, como una fortaleza real en contra del Se�or? "Y no quer�is venir a m� para que teng�is vida." (Juan 5:40). �Acaso la victoria ser� de la voluntad del Diablo? Entonces, qui�n podr�a ser salvado jam�s, puesto que la voluntad suya ser� siempre m�s fuerte que la nuestra. Pero, ciertamente, este es el Evangelio, que "uno m�s fuerte que el fuerte" aparece conquistando y para conquistar, en el carro de Su Evangelio; y �l, efectivamente, conquista a Satan�s, como tambi�n al hombre d�bil, todo para la alabanza de Su irresistible gracia. (Vea Lucas 11:21-23).

5. LA PERSEVERANCIA DE LOS SANTOS (Los verdaderos creyentes)

Ahora, como punto final, la doctrina de la perseverancia de los santos. Con el fin de resumir, vamos a referirnos otra vez a la Confesi�n Bautista, la cual est� de acuerdo en este punto con las otras confesiones hist�ricas de fe. "Aquellos a quienes Dios ha aceptado en el Amado, y ha llamado eficazmente y santificado por Su Esp�ritu, y a quienes ha dado la preciosa fe de Sus elegidos, no pueden caer ni total ni definitivamente del estado de gracia, sino que ciertamente perseverar�n en �l hasta el fin, y ser�n salvos por toda la eternidad, puesto que los dones y el llamamiento de Dios son irrevocables. . ." (Confesi�n Bautista de 1689, Cap�tulo 17; p�rrafo 1). Nuevamente vamos a demostrar que esto es exactamente lo que las Escrituras nos ense�an.

"Porque a los que antes conoci�, tambi�n los predestin� para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que �l sea el primog�nito entre muchos hermanos. Y a los que predestin�, a �stos tambi�n llam�; y a los que llam�, a �stos tambi�n justific�; y a los que justific�, a �stos tambi�n glorific�. �Qu�, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, �qui�n contra nosotros?. . . Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni �ngeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podr� separar del amor de Dios, que es en Cristo Jes�s Se�or nuestro." (Romanos 8:29-31; 38-39).

Otra vez, tenemos que reconocer el hecho de que, todo lo que los hombres del S�nodo de Dort (y todos aquellos que ense�an de la misma manera), estaban haciendo, era poner dentro de un peque�o esquema, en una forma sistem�tica, las ense�anzas del Evangelio de la libre y soberana gracia de Dios. Si el hombre no puede salvarse a s� mismo, entonces Dios debe salvarle. Si no todos los hombres son salvos, entonces Dios no ha salvado a todos. Si Cristo ha hecho la satisfacci�n por pecados, entonces, esta expiaci�n es por los pecados de aquellos que son salvados. Y si Dios se propuso revelar esta salvaci�n en Cristo a los corazones de todos aquellos a quienes �l escogi� salvar, entonces, Dios proveer� los medios necesarios y eficaces para realizarlo as�. Por lo tanto, si habiendo decretado salvar, habiendo muerto para salvar, y habiendo llamado a la salvaci�n a aquellos que jam�s se salvar�an por s� mismos; entonces, �l tambi�n preservar� a aquellos salvados hasta la vida eterna, para la gloria de Su Nombre.

De este modo, siguiendo la depravaci�n total, la elecci�n incondicional, la expiaci�n limitada, y el llamamiento eficaz, llegamos a la perseverancia de los santos. "Estando persuadido de esto, que el que comenz� en vosotros la buena obra, la perfeccionar� hasta el d�a de Jesucristo." (Filipenses 1:6). La Palabra de Dios contiene m�ltiples referencias acerca de esta bendita verdad. "Y esta es la voluntad del Padre, el que me envi�: Que de todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el d�a postrero." (Juan 6:39). "Y yo les doy vida eterna; y no perecer�n jam�s, ni nadie las arrebatar� de mi mano." (Juan 10:28). "Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho m�s, estando reconciliados, seremos salvos por su vida." (Romanos 5:10). "Ahora, pues, ninguna condenaci�n hay para los que est�n en Cristo Jes�s. . ." (Romanos 8:1).

Este es el sello del creyente, que �l pertenece a Cristo; que �l est� perseverando en las cosas de Cristo; que �l est� procurando tanto m�s hacer firme su vocaci�n y elecci�n. (Vea 2 Pedro 1:10). El creyente en Cristo puede caer en la tentaci�n, pero el Se�or "no os dejar� ser tentados m�s de lo que pod�is resistir, sino que dar� tambi�n juntamente con la tentaci�n la salida, para que pod�is soportar." (1 Corintios 10:13). As� que el creyente se fortalecer� y seguir� fortaleci�ndose cada vez m�s, en las cosas relacionadas con su salvaci�n, para la gloria de Cristo.

Los vers�culos incomparables de Romanos 8:28-29, muestran la l�gica en la salvaci�n eterna de Dios; la l�gica que el Calvinismo afirma. La salvaci�n que comienza en la mente y el prop�sito de Dios, debe terminar en el completo cumplimiento de Su inquebrantable prop�sito de que "aquellos que antes conoci�," sean unidos eternamente con su Salvador.

CONCLUSI�N

Entonces, en una forma general, esta es la ense�anza que algunas veces es llamada Calvinismo. Lejos de ser una innovaci�n del hombre, esta es la doctrina de la Palabra de Dios, claramente formulada y expuesta.

Sin embargo, seguramente surgir� la pregunta: pero, �no estorba la obra evangel�stica, esta doctrina del Calvinismo? Una r�pida mirada a la historia de la Iglesia de Cristo en este mundo, ser� suficiente para invalidar tal opini�n. Porque encontraremos que el Evangelio ha florecido m�s en los lugares y en los tiempos en que el pueblo de Dios ha sostenido estas doctrinas de gracia cerca de sus corazones. Pensemos en el celo de William Carey, que le condujo desde su taller de zapatos hasta hacer la obra evangel�stica por Cristo en la India. William Carey era un s�lido calvinista, como tambi�n lo fue Andrew Fuller, otro bautista que ayud� a formar la Sociedad Bautista Misionera. Considere las siguientes palabras del piadoso David Brainerd, aquel hombre que crey� que los indios pieles rojas, al igual que los hombres blancos, ten�an tambi�n un alma: "Y entonces tuve dos deseos," escribe Brainerd en su diario, "mi propia santificaci�n, y la salvaci�n de los elegidos de Dios." Uno de los m�s grandes evangelistas de los tiempos modernos fue el tambi�n calvinista George Whitfield; no obstante, su calvinismo nunca frustr� o impidi� su predicaci�n del Evangelio de Cristo: "Con cu�nta pasi�n divina," se dijo de �l, "exhort� a los pecadores a volverse a Cristo."

El Calvinismo, si podemos usar esta palabra sin que seamos malentendidos, fue tambi�n el Evangelio de Robert Murray M'Cheyne, como tambi�n lo fue de Andrew Bonar, y William Burns, aquel gran l�der del avivamiento y misionero en China. M�rtires, Reformadores, l�deres de la Iglesia de Cristo en la tierra, cuando hablan del Evangelio que ellos predicaron y por el cual murieron, hablan del Evangelio de la gracia salvadora de Dios para su reba�o elegido. �C�mo podr�a comenzar uno a enumerarlos? Lutero, Calvino, Tyndale, Latimer, Knox, Wishart, Perkins, Rutherford, Bunyan, Owen, Charnock, Goodwin, Clavel, Watson, Henry, Watts, Edwards, Whitefield, Newton, Spurgeon, todos ellos son s�lo un pu�ado del noble ej�rcito de testigos de la verdad de la gracia soberana. �Acaso su labor para el Se�or sufri� tropiezos por lo que cre�an? Y, �qu� es lo que cre�an? Ellos cre�an que Dios es el Soberano Se�or. Ellos se atrevieron a creer que adoraban y serv�an a un Rey que hace "todas las cosas seg�n el designio de su voluntad." (Efesios 1:11). Bien dijo el pr�ncipe de los predicadores, Charles Haddon Spurgeon: "He conocido hombres que muerden sus labios y rechinan sus dientes llenos de ira, cuando predico la soberan�a de Dios. . . los doctrinarios de hoy admitir�n un Dios, pero claro, �l no debe ser un Rey." �Acaso podemos decir que Spurgeon estorb� al Evangelio? Y sin embargo, �cu�ntos se han levantado en lucha contra �l, a causa de su doctrina! �l dir�a: "somos menospreciados como 'sectarios' (hipercalvinistas), escasamente alg�n ministro voltea a vernos o habla favorablemente de nosotros; debido a que sostenemos fuertes convicciones acerca de la soberan�a de Dios, y Su elecci�n divina y amor especial hacia Su pueblo."

Quiz�s una palabra del mismo gigante de la iglesia servir� como una exhortaci�n final, para que nos aferremos con firmeza a estas benditas verdades de la Palabra de Dios y las proclamemos con denuedo, para la alabanza de Su nombre. "La antigua verdad que Calvino predic�, que Agust�n predic�, que Pablo predic�, es la verdad que yo debo predicar hoy o de lo contrario ser�a falso a mi conciencia y a mi Dios. Yo no puedo darle forma a la verdad, y no s� c�mo limar las asperezas de una doctrina. El Evangelio de John Knox es mi Evangelio; aquel Evangelio que tron� a trav�s de toda Escocia, debe tronar otra vez a trav�s de toda Inglaterra." Am�n y Am�n.