Rebelde entre el centeno: Salinger, honestidad brutal | Cultura | EL PAÍS
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Crítica | Rebelde entre el centeno
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Salinger, honestidad brutal

La contrapartida de una película sin estilo sobre un escritor de estilo único, quizá el mayor de sus defectos, es que, a pesar de todo, la historia es siempre interesante

Zoey Deutch, que encarna a Oona O'Neill, y Nicholas Hoult, que da vida a J. D. Salinger, en el filme.
Zoey Deutch, que encarna a Oona O'Neill, y Nicholas Hoult, que da vida a J. D. Salinger, en el filme.

REBELDE ENTRE EL CENTENO

Dirección: Danny Strong.

Intérpretes: Nicholas Hoult, Kevin Spacey, Zoey Deutch, Sarah Paulson.

Género: biografía. EE UU, 2017.

Duración: 106 minutos.

La figura de J. D. Salinger está inevitablemente asociada a una obra maestra de la literatura, el desencantado retrato de la adolescencia El guardián entre el centeno, y también, en su amargo reverso, a la foto de un anciano huraño, puño cerrado en posición de golpeo lateral, profundos surcos de vida marcados en la frente, ojos de camión a punto de atropellar a la cámara. Un mito con una aparente doble cara que no es sino la misma, honestidad brutal en su letra y en su espíritu, al que se acerca desde las posiciones más convencionales el novel Danny Strong con Rebelde entre el centeno, biografía cinematográfica del escritor, centrada en sus inicios en la escritura, en la publicación de su fundamental novela, y en los síntomas familiares, físicos, sociales, morales y mentales que lo llevaron al exilio autoimpuesto.

Basada en la biografía de Kenneth Slawenski J. D. Salinger: una vida oculta, publicada en España por Galaxia Gutenberg, la película de Strong se acerca al misterio de una personalidad inabarcable desde postulados sorprendentemente seguros, como si cada paso ofrecido en el relato, cada resbalón emocional, sirviera, casi en un sentido médico, para acabar ofreciendo un diagnóstico milimétrico de por qué se acabó convirtiendo en un fantasma social y en un escritor sin apenas obra. Rebelde entre el centeno huye así de la complejidad narrativa y personal, para poder encajar en un molde de acercamiento vital basado en lo que Sidney Lumet llamaba “la escuela dramática del patito de goma”, o la consecución de la verdad psicológica por medio de explicaciones más bien simples.

La contrapartida de una película sin estilo sobre un escritor de estilo único, quizá el mayor de sus defectos, es que, a pesar de todo, la historia es siempre interesante por cada acera vital por la que pasa: la relación con su padre, el ego del escritor, el golpe amoroso de Oona O’Neill, el trauma de la guerra, el acoso del fanático… ¿Suficiente?

A cualquier lector de Salinger le decepcionará. A cualquier lector de Salinger le habrá gustado verla.

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Sobre la firma

Javier Ocaña
Crítico de cine de EL PAÍS desde 2003. Profesor de cine para la Junta de Colegios Mayores de Madrid. Colaborador de 'Hoy por hoy', en la SER y de 'Historia de nuestro cine', en La2 de TVE. Autor de 'De Blancanieves a Kurosawa: La aventura de ver cine con los hijos'. Una vida disfrutando de las películas; media vida intentando desentrañar su arte.

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