Walt Disney Animation Studios: Fundación, historia y películas notables

Hoy en día, la animación mundial sería algo completamente distinto si un veinteañero ilustrador de nombre Walt Disney hubiera decidido renunciar a hacer dibujos animados. Pero no lo hizo y erigió un estudio tambaleante que poco a poco fue conquistando espacios y ganándose un prestigio inigualable que en ningún momento hizo a Disney cruzarse de brazos y dormirse en sus laureles. La innovación era el motor de su compañía, como también la necesidad de siempre conectar con el público. Fue así que Walt Disney Animation Studios devino responsable de decenas de películas animadas muy queridas, actualmente consideradas clásicos y que incluso nuevas generaciones continúan descubriendo.

Los orígenes

Walt Disney llegó a Los Ángeles en los años 20 después de que su anterior compañía, Laugh-O-Gram Studio, se declarara en bancarrota. A través de aquel estudio con sede en Kansas City, el joven emprendedor originalmente produjo una serie de cortometrajes inspirados en cuentos de hadas y otras ficciones clásicas. La última de ellas fue Alice’s Wonderland, híbrido de animación y live-action que sería su tarjeta de presentación a la hora de mudarse a California. Y vaya que rindió frutos.

El 16 de octubre de 1923, los hermanos Walt y Roy O. Disney fundaron en Los Ángeles el entonces llamado Disney Brothers Cartoon Studio después de que la renombrada distribuidora de animación Margaret J. Winkler aceptara conseguir financiamiento para más cortometrajes relacionados a Alice’s Wonderland, que en conjunto serían conocidos como Alice Comedies (1923-1927).

Cuatro años después, el titular del ahora llamado Walt Disney Studio buscó hacerse de más éxitos con Oswald, el conejo afortunado, personaje de su autoría y a partir del cual confeccionó varias animaciones por encargo de Universal Pictures. Sin embargo, debido a que Universal había absorbido los derechos de Oswald, fue fácil arrebatárselo a Disney cuando éste se negó a seguir produciendo por menos dinero. Duro golpe para el animador nacido en Illinois, pero a manera de gato avispado, supo caer de pie y atrapó además un jugoso ratón.

Disney y su colaborador Ub Iwerks inmediatamente reemplazaron a Oswald con Mickey Mouse, otra creación de ambos, y por medio de este nuevo personaje lanzaron Barco de Vapor Willie (1928), el primer cortometraje animado de la compañía con sonido sincronizado; un ejercicio de arriesgada innovación muy bien recibido por su público y que vaticinaba el grandioso porvenir del que vendría a convertirse en el estudio de animación más longevo de la historia. 

El ascenso de Disney

Posterior a Steamboat Willie y otros cortometrajes sonoros que terminarían por consagrar a Mickey Mouse, vinieron las Silly Symphonies, caricaturas consistentes en pequeñas historias llenas de gags cómicos y acompasadas con animosa música instrumental. La primera de ellas fue The Skeleton Dance (1929), liberada a través de la distribuidora Columbia Pictures, el mismo año en que la Casa del Ratón pasó a establecerse como la corporación Walt Disney Productions.

Tres años después, ahora asociada con United Artists para la distribución de sus animaciones, Disney consiguió los derechos exclusivos del revolucionario Technicolor en aras de imprimir vívidos colores a sus Silly Symphonies. La primera en gozar de sus bondades fue Árboles y flores (1932), cortometraje animado que dio banderazo al largo historial de victorias de Disney en las ternas competitivas del Óscar.

El temporal uso exclusivo del Technicolor propició que esta compañía aventajara sobremanera a Fleischer Studios y a cualquier otra que pretendiera competirle en el rubro de la animación. Para colmo, el rey de la colina reafirmó aún más su corona con el estreno de su icónica película Blanca Nieves y los siete enanos (1937), el primer largometraje de animación sonoro y a color de la historia.

Distribuida por RKO Radio Pictures, esta cinta sobre la princesa Disney primigenia asimismo trascendió por su utilización de la “cámara multiplano”, que permitía manipular distintas capas de animación y darle una profundidad a la imagen nunca antes vista. Los subsecuentes largometrajes de la marca siguieron empleando el mismo mecanismo, a pesar de que en su momento, títulos como Pinocho (1940) y Bambi (1942) ―aunque dignos de alabanzas― lejos estuvieron de obtener ganancias que justificaran sus altísimos presupuestos. Estos fracasos condujeron a que la producción de un puñado de proyectos igualmente ambiciosos, como Alicia en el País de las Maravillas (1951), se pospusiera.

Autonomía y expansión

Durante la Segunda Guerra Mundial, y tras lidiar con una lacerante huelga de animadores en 1941, Walt Disney Productions —ya establecida en su actual sede de Burbank, California— fue contratada por el gobierno de Estados Unidos para hacer animaciones de tinte propagandístico. Por ejemplo, Saludos, amigos (1942) y Los tres caballeros (1944) nacieron del deseo gubernamental de afianzar lazos amistosos con Latinoamérica.

Una vez concluido el conflicto bélico, tuvieron que transcurrir otros cinco años para que la Casa del Ratón volviera a cines con un largometraje animado no antológico. Éste fue Cenicienta (1950), que gracias a sus muy favorables números en taquilla, dio a la compañía el impulso que necesitaba para continuar produciendo animaciones de larga duración, mismas que a partir de La dama y el vagabundo (1955), serían distribuidas por Buena Vista Film Distribution Company, Inc., división de Walt Disney Productions fundada en 1953.

En los años 50 y 60, a la par de que la empresa incursionaba en la pantalla chica, los live-action y el negocio de los parques temáticos, Walt Disney empezó a delegar más y más tareas a sus “Nine Old Men”, que era como él se refería a sus nueve animadores de cabecera con quienes venía colaborando desde antes del lanzamiento de Blanca Nieves. Uno de ellos, Wolfgang Reitherman, devino el director estrella de los largometrajes animados de la Casa del Ratón por más de quince años.

Reitherman dirigió, entre otras, las películas taquilleras El libro de la selva (1967) y Los Aristogatos (1970), últimos proyectos cinematográficos aprobados por Walt Disney y los primeros en llegar a salas posterior a su muerte en 1966. Cinco años después, moriría también Roy O. Disney, pero el árbol que ambos hermanos plantaron estaba destinado a seguir creciendo, al grado de tornarse el gigantesco conglomerado mediático que hoy conocemos.

La consagración del imperio

Para 1986, la rama cinematográfica de la ahora denominada The Walt Disney Company ya figuraba en la lista de los que se consideraban los estudios major de Hollywood. Ese mismo año, el rubro de las producciones animadas fue asignado a la división Walt Disney Feature Animation. Ésta no vendría a llamarse Walt Disney Animation Studios sino hasta la primera década del siglo XXI.

El fin de los años 80 trajo consigo el estreno de La sirenita (1989), la cinta inaugural de una época muy fructífera en materia de recaudaciones y riqueza de historias más encaminadas a la vibra del teatro musical de Broadway. Aquel periodo conocido como el “Renacimiento de Disney” asimismo se caracterizó por el empleo del Sistema de Producción de Animación por Ordenador (CAPS por sus siglas en inglés), desarrollado por Pixar Animation Studios, en asociación con la Casa del Ratón.

Por más de una década, la digitalización fue sólo una herramienta para facilitar los procesos relacionados a la animación tradicional. No obstante, Disney Animation terminó entregándose de lleno a la animación generada enteramente por computadora, empezando por Chicken Little (2005). A partir de ese momento, el 2D quedó prácticamente en desuso, al margen de un par de películas que brevemente retornaron a la vieja usanza, incluida La princesa y el sapo (2009).

En marzo de 2013, el CEO de The Walt Disney Company, Bob Iger, informó que no había planes para hacer más proyectos fílmicos de animación dibujados a mano. Meses después, como remarcando el fin de una era, llegó a cines a Frozen: Una aventura congelada (2013), seguida por su secuela Frozen II (2019), las magnas representantes de Disney Animation en el top 20 de las películas más taquilleras de la historia.

¿Cuáles son las cinco películas más taquilleras de Walt Disney Animation Studios?

• Frozen 2 (Dir. Chris Buck & Jennifer Lee, 2019) – Recaudación: $1,453 millones de dólares

• Frozen: Una aventura congelada (Dir. Chris Buck & Jennifer Lee, 2013) – Recaudación: $1,334 millones de dólares

• Zootopia (Dir. Byron Howard & Rich Moore, 2016) – Recaudación: $1,025 millones de dólares

• El rey león (Dir. Roger Allers & Rob Minkoff, 1994) – Recaudación: $968 millones de dólares

• Moana (Dir. John Musker & Ron Clements, 2016) – Recaudación: $687 millones de dólares

Otras películas notables de Walt Disney Animation Studios

• Blanca Nieves y los siete enanos (Dir. David Hand, 1937)

• Pinocho (Dir. Hamilton Luske & Ben Sharpsteen, 1940)

• Fantasía, saga (1940-1999)

• Bambi (David Hand, 1942)

• Cenicienta (Dir. Clyde Geronimi, Wilfred Jackson y Hamilton Luske, 1950)

• La dama y el vagabundo (Dir. Dir. Clyde Geronimi, Wilfred Jackson y Hamilton Luske, 1955)

• La bella durmiente (Dir. Clyde Geronimi, 1959)

• 101 dálmatas, o La noche de las narices frías (Dir. Wolfgang Reitherman, Hamilton Luske, Clyde Geronimi, 1961)

• Bernardo y Bianca, saga (1977-1990)

• La sirenita (Dir. John Musker & Ron Clements, 1989)

• La bella y la bestia (Dir. Gary Trousdale & Kirk Wise, 1991)

• Aladdín (Dir. John Musker & Ron Clements, 1992)

• Mulán (Dir. Barry Cook & Tony Bancroft, 1998)

• Tarzán (Dir. Kevin Lima & Chris Buck, 1999)

• Atlantis: El imperio perdido (Dir. Gary Trousdale & Kirk Wise, 2001)

• Lilo & Stitch (Dir. Chris Sanders & Dean DeBlois, 2002)

• Enredados (Dir. Nathan Greno & Byron Howard, 2010)

• Grandes héroes (Dir. Don Hall & Chris Williams, 2014)

• Ralph el Demoledor, saga (2012-2018)

• Moana: Un mar de aventuras (Dirs. Ron Clements y John Musker, 2016)

• Encanto (Dirs. Jared Bush & Byron Howard, 2021)

Películas más esperadas de Walt Disney Animation Studios

• Secuelas de Frozen 2 (TBA)

• Secuela de Zootopia (TBA)

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Antonio G. Spíndola Tengo muy mala memoria. Por solidaridad con mis recuerdos, opto por perderme también. De preferencia, en una sala de cine.