Falsa calma antes de la furia destructora: así engañó el Vesubio a los habitantes de la “pequeña Pompeya” | Cultura | EL PAÍS
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Falsa calma antes de la furia destructora: así engañó el Vesubio a los habitantes de la “pequeña Pompeya”

Las excavaciones en la ciudad arrasada de Estabia revelan nuevos detalles sobre la dinámica de la erupción y sacan a la luz pinturas y restos arquitectónicos de extraordinaria calidad

Pompeii
Excavations at Stabiae.Parque Arqueológico de Pompeya

Hubo un instante antes de la destrucción final en el que los habitantes de la pequeña Estabia, a pocos kilómetros de Pompeya, pensaron que lo peor había pasado y que estaban a salvo aquel aciago día de otoño del año 79 d. C., cuando el volcán Vesubio se despertó y comenzó a rugir. Después de la agitación inicial, cuando la lluvia de cenizas parecía haber cesado, un grupo de romanos salió de los improvisados escondites en los que se habían refugiado en esta ciudad de veraneo de las élites de la antigua Roma, plagada de villas de lujo. Allí, al aire libre, en sus jardines, les sorprendió una furia destructora que, acompañada de un viento denso y abrasador, en poco tiempo sumergió la ciudad bajo toneladas de rocas ardientes, lava, lapilli —fragmentos sólidos de lava, una especie de granizo negro— y otro tipo de material piroclástico.

Los arqueólogos que desde marzo de este año participan en una nueva campaña de excavaciones han podido reconstruir las últimas horas de vida en esta ciudad, conocida como “la pequeña Pompeya”, que se convirtió en lugar de disfrute de la aristocracia romana a finales del siglo I a. C. y que era popular por su excepcional conjunto de villas monumentales, cuya mayor parte aún está por excavar.

Esta fue la ciudad en la que pereció el escritor, historiador y naturalista Plinio el Viejo, la víctima más célebre del Vesubio. Su sobrino, Plinio el Joven, firmó las crónicas más importantes de la erupción y en sus cartas relata cómo la ceniza y los piroclastos cubrieron y elevaron el nivel del suelo del patio al que daba la habitación de su tío. Describió con tanto detalle la atmósfera del momento que los vulcanólogos adoptaron su nombre para describir las erupciones volcánicas de alta explosividad, con expulsión de una enorme columna de gases y piroclastos como la del Vesubio (explosión pliniana).

Aunque es un yacimiento arqueológico de destacado valor en Italia, Estabia ha permanecido a la sombra de las vecinas Pompeya y Herculano. A diferencia de ellas, sufrió menos daños, al encontrarse algo más lejos del volcán, y volvió a ser habitada tras la fatídica erupción.

Detalle de una pintura romana hallada en Estabia.
Detalle de una pintura romana hallada en Estabia.Parque Arqueológico de Pompeya

Los últimos hallazgos en esta urbe sepultada ofrecen una valiosa documentación científica de lo que ocurrió en aquellos patios, en los elegantes jardines y en las habitaciones donde la vida se hizo añicos cuando el volcán erupcionó y la tierra empezó a temblar.

Estudiando la estratigrafía de las capas de lapilli y de los restos sepultados, los arqueólogos han reconstruido las fases del proceso de destrucción y han confirmado que los derrumbes se produjeron en diferentes tiempos y que la colada volcánica que convirtió la ciudad en un infierno y sepultó las villas tuvo varias etapas.

Los expertos admiten que desconocen las razones por las que aquel grupo de antiguos romanos salió de los refugios. Pero analizando los restos de la extraordinaria Villa San Marco, un gran complejo de más de 11.000 metros cuadrados situado en el casco antiguo de la urbe, han comprobado que en un primer momento cayó sobre la ciudad una lluvia de lapilli gris que se acumuló sobre los tejados y entró en el pórtico a través de las columnas. Después, las secciones más grandes de los techos acabaron colapsando por el peso de los materiales volcánicos. Finalmente, el flujo piroclástico arrasó con lo que había quedado en pie.

Fresco romano en Estabia.
Fresco romano en Estabia.Parque Arqueológico de Pompeya

A pesar de la dramática destrucción, la vida y el lujo de la villa han emergido de las cenizas en las excavaciones arqueológicas, que han sacado a la luz las ricas gamas cromáticas de las pinturas de las paredes y los techos, de los estucos, capiteles, paramentos y coronamientos de las columnas y los tejados. “Son valiosos testimonios de arquitectura y pinturas de extraordinaria calidad que ayudan a investigar en detalle y a adquirir nuevos elementos sobre la dinámica de la destrucción del complejo”, apunta el Parque Arqueológico de Pompeya en un comunicado.

El yacimiento de Estabia se reabrió en 2020 y desde entonces se han puesto en marcha distintas campañas de excavaciones. La Villa San Marco ya había sido excavada por túneles y al aire libre a principios de la época borbónica (siglo XVIII), cuando, bajo el reinado de Carlos III, se iniciaron las tareas de restauración que sacaron a Pompeya y las ciudades limítrofes del olvido. En las décadas de los cincuenta y sesenta del siglo XX, bajo la batuta del arqueólogo Libero D’Orsi, volvió a ser excavada y restaurada. La lujosa residencia experimentó otra restauración tras los daños sufridos en el terremoto de 1980.

Fragmento de la decoración del peristilo superior de una villa en Estabia.
Fragmento de la decoración del peristilo superior de una villa en Estabia.Parque Arqueológico de Pompeya

El complejo de la Villa San Marco ha emergido del lapilli en su disposición original: se divide en un gran sector con doble atrio y termas, un jardín inferior con columnatas y un gran estanque coronado al este y al oeste por refinadas zonas de estar y de recreo. La estructura termina con un monumental pórtico superior de tres brazos abierto hacia el mar. De este último se conocía el comienzo, pero el final se ha identificado solo en los últimos años un centenar de metros de la esquina que hoy se conserva. Aún hay una parte que queda por sacar a la luz.

Las pinturas que se han destapado en un excepcional estado de conservación reproducen alfombras, candelabros y escenas mitológicas, también maquetas arquitectónicas con perspectivas profundas pintadas a menudo en diferentes tonos de azul. Las paredes están pobladas de figuras sentadas sobre las arquitecturas y de representaciones mitológicas.

Los últimos hallazgos afianzan la posición de este rincón del apacible golfo de Nápoles en el mapa de la investigación arqueológica internacional. Y confirman, como han explicado desde el Ministerio de Cultura de Italia, que el lugar guarda mucho por desvelar.

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