La familia Bloom (2020), de Glendyn Ivin

La australiana Sam Bloom pasa unas vacaciones con su marido y sus tres retoños en Tailandia. Pero al desprenderse una barandilla en la que está apoyada para disfrutar de una vista panorámica cae al vacío, por lo que queda paralítica de pecho para abajo. De vuelta a su hogar sufre una grave depresión, pues no puede seguir haciendo su vida como antes, ni viajar y hacer surf, sus dos grandes pasiones. Un día Noah, el hijo mediano, rescata en la playa a una urraca bebé que se ha caído del nido y no puede volar. El animal, al que llaman Penguin (pingüino) por su plumaje blanco y negro, está tan débil que sólo se salvará si todo el clan echa una mano. Y aunque Sam no hace caso en un primer momento, poco a poco se siente identificada con el animal, pues ambos están en una situación parecida.

Naomi Watts le ha tomado el gusto a interpretar a víctimas de tragedias en Tailandia. Tras Lo imposible, protagoniza otro film basado en una historia real, que adapta el libro escrito por el marido del personaje que interpreta, Cameron Bloom, ayudado por el profesional Bradley Trevor Greive. Está al mando de la cinta el australiano Glendyn Ivin, solvente autor de anuncios y telefilms, que rodó Gallipoli, miniserie de siete capítulos en torno a la célebre batalla que dio lugar al film de Peter Weir. Se limita a seguir los patrones del cine de superación personal, pero lo hace bien, y consigue retratar el cariño que se tienen los protagonistas. Quizás sus metáforas no sean muy elaboradas (el pájaro al que le cuesta despegar, las cortinas echadas de la habitación del personaje central cuando se encuentra mal, etc.), pero funcionan gracias a su elocuente sencillez.

Como cabe esperar, Watts –también productora– aprovecha con creces las posibilidades que le ofrece su personaje, que tiene que aprender a convivir con su discapacidad, lo que no le resulta fácil. Parece enamorada de la historia, y con ganas de quitarse de encima fiascos como El libro secreto de Henry (que le costó a su director Colin Trevorrow que le despidieran de una entrega de Star Wars) o la serie prematuramente cancelada de Netflix Gypsy. Están a su nivel Andrew Lincoln, protagonista de The Walking Dead, como su esposo, Jacki Weaver, como su madre, y los niños, sobre todo Griffin Murray-Johnston, que da vida a Noah. En cualquier caso la verdadera estrella es la urraca, que sería una digna ganadora si hubiera un Oscar a la mejor ave vista en la pantalla (en realidad se utilizaron ocho ejemplares diferentes para el rodaje).