¿Quién era Tamar en la Biblia, nuera de Judá?

¿Quién era Tamar en la Biblia, nuera de Judá?

Tamar era la nuera de Judá, hijo de Jacob. La historia de Tamar se hizo conocida en la Biblia principalmente por la trama de la relación con su suegro, y por haber engendrado al nieto de Jacob que dio origen al estirpe de David y asimismo del Señor Jesucristo (Génesis 38 ).

El nombre Tamar significa “palmera”. Este nombre semeja ser parcialmente común en Israel. Incluso una hija y una nieta del rey David tenían el mismo nombre (2 Samuel 13-14).

La narración de Tamar, nuera de Judá

La Biblia afirma poco sobre quién era Tamar. El artículo bíblico del libro del Génesis destaca únicamente su vida turbulenta en la familia de Judá. Tamar aparece en la narración bíblica en el contexto de Judá cuidando de preparar una esposa para su hijo primogénito, Er. Pero Er era un hombre malvado y Dios lo castigó. Consecuentemente, Tamar acabó enviudando antes de poder quedar embarazada de Er.

Judá, el suegro de Tamar, tuvo otros dos hijos. De esta forma, según la vieja costumbre del levirato que se adoptó en el antiguo Cercano Oriente, en el momento en que un hombre moría antes de tener hijos, su hermano soltero tenía que casarse con la viuda para lograr dar descendencia al marido muerto. Así fue como Judá dio a Tamar por mujer a su segundo hijo, Onán.

El inconveniente es que, como Er, Onan era un hombre malvado. Se negó a tener hijos con Tamar, en tanto que su primer hijo sería contado como descendiente de su hermano mayor. En la práctica, esto implicaba que Onan perdería los privilegios del derecho de nacimiento que luego pertenecerían a su sobrino.

Entonces Onan era muy malo y egoísta. Solo usó a Tamar para agradar sus propios antojos. De esta manera, Onán deshonró a Tamar y, como su hermano, también terminó muriendo sin tener hijos.

En esta dificultosa situación, Tamar tenía derecho a ser dada por mujer al tercer hijo de Judá. Pero como el hermano de Er y Onán aún no tenía la edad bastante para casarse, Judá envió a Tamar a la vivienda de sus progenitores con la promesa de que cuando Sela fuera adulta, se casaría con él.

No obstante, Judá se negó despreciablemente a entregar a Sela a Tamar en el momento en que alcanzó la edad correcta. En verdad, vio a Tamar como una causa de desgracia en su familia, en lugar de admitir la iniquidad de sus hijos.

La relación de Tamar y Judá

En el momento en que Tamar comprendió que Judá jamás cumpliría con su responsabilidad como suegro, resolvió arrancar un plan que protegería sus derechos como esposa y garantizaría la herencia de su difunto marido. En ese momento, una viuda sin hijos se encontraba en una situación muy frágil.

Entonces el texto bíblico afirma que tras la muerte de su mujer, Judá fue a Timma donde se estaba efectuando la esquila de las ovejas. En el viejo Cercano Oriente, la esquila de ovejas de manera frecuente se asociaba con una gran celebración con rituales paganos. Incluso entre estos rituales había presencia de rameras de culto.

En el momento en que Tamar supo que su suegro iba a formar parte en la esquila de las ovejas, vio en esto una gran ocasión para llevar a cabo su plan. Conque se cambió la ropa que la identificaba como viuda y se cubrió con un velo para que Judá no la reconociese.

Tamar se sentó a la entrada de dos manantiales que estaban en el camino de Timma. En el momento en que Judá pasó y vio a Tamar, pensó que era una prostituta y deseaba tener sexo con ella. Con este fin, prometió devolver la relación con Tamar mandando un cabrito de su rebaño. Muy taimada, Tamar le pidió que dejase una prenda hasta que se hiciera el pago a través del cabrito.

Entonces Judá preguntó a Tamar qué prenda podía dejarle. Fue entonces en el momento en que Tamar le pidió que le dejase su sello, su cordón y su cayado (Génesis 38:18). Judá accedió a la petición de Tamar y le entregó sus objetos para poder tenerla.

Tras haber tenido relaciones con Judá, Tamar salió y se vistió nuevamente con sus ropas de viuda. Más tarde, mediante un amigo, Judá envió el cabrito que había acordado como pago a Tamar, pero el amigo adullamita de Judá no encontró ninguna prostituta allí. Conque Judá no ha podido recobrar su promesa.

El embarazo de Tamar

La Biblia afirma que prácticamente tres meses tras el complot de Tamar, Judá se enteró de que había cometido adulterio y que estaba embarazada de su adulterio. Judá se indignó y demandó que Tamar padeciera el máximo castigo por una mujer acusada de adulterio. Esto quería decir que Judá quería que Tamar muriera en la hoguera.

Pero antes que tengan la posibilidad de aplicar la pena a Tamar, ella envió a decir a su suegro que había quedado embarazada del hombre a quien pertenecía el sello, el cordón y el bastón que estaban con ella. Estos tres elementos eran señales de identidad indudables.

En ese instante, un hombre prominente llevaba como insignia un pequeño sello de piedra o metal en forma cilíndrica atado a un cordón cerca de su cuello. Este sello se empleaba para legitimar un archivo, puesto que su impresión en una mezcla de barro o arcilla identificaba a su dueño. El bastón era un símbolo de autoridad en el antiguo Cercano Oriente. Aun semeja que estos bastones de forma frecuente tenían la marca de su dueño tallada en la parte superior.

Por ende, no había forma de que Judá negase su relación con Tamar. Con los objetos presentados por Tamar, fue tal y como si Judah hubiese olvidado su identidad y su tarjeta de crédito en un burdel. Judá era culpable de la injusticia de la que había acusado a Tamar, por lo que se salvó. De ahí que Judá declaró que Tamar era justa, y él no (Génesis 38:26).

los hijos de tamar

Tras eso, la Biblia dice que Tamar y Judá nunca mucho más volvieron a tener relaciones. Del embarazo de Tamar nacieron los mellizos Pérez y Zera. En el momento en que nacieron los gemelos, sucedió algo atrayente.

Uno de los pequeños, Zera, extendió la mano y la partera ató un hilo colorado cerca de su muñeca para indicar al primogénito. Pero el niño retiró la mano y el otro niño acabó naciendo primero. Por eso lo llamaron Pérez, en alusión a de qué forma encontró un resquicio por donde abrirse paso en su nacimiento frente su hermano. Algunos comentaristas también proponen que el concepto de este nombre quizás incluía la rivalidad entre los estirpes de los 2 hermanos.

Sea como fuere, el hermano menor una vez más parece haber predominado sobre el hermano mayor. Aunque ciertos líderes de Judá tenían su estirpe establecido mediante Pérez, podría decirse que su mayor prominencia fue haber sido antepasado del rey David y, en consecuencia, del Señor Jesucristo (Rut 4:18-22; Lucas 3:33).

Tamar en la genealogía de Jesús

Conque fue por medio de su hijo Pérez que Tamar pasó de ser una viuda indigente a una de las madres dentro en la genealogía de Jesús. En verdad, Tamar no fue la única extranjera citada en la genealogía de Jesús, hace aparición acompañada de Rahab y Rut.

Ninguna de estas mujeres extranjeras era especial, y sería muy poco probable que pudieran tener un papel señalado en el pueblo del pacto. Pero Dios tuvo a bien dejarles llevar en su seno el linaje real por el cual Cristo vendría al planeta, mostrando que la salvación realmente no depende de los méritos humanos.

Además de esto, en determinado sentido, las extranjeras Tamar, Rahab y Rut revelan la amplitud de la felicidad de Dios. Cristo es el enorme descendiente de Abraham en quien se cumplen de forma plena las promesas del pacto.

Nació de la descendencia de Isaac establecida en su hijo Jacob, por la casa de Judá por el estirpe de Fares, hijo de Tamar. Y más tarde, Rahab y Ruth fueron contadas en ese linaje. En Cristo, la gracia de Dios alcanza a personas de todos los pueblos, lenguas y naciones. Por ende, Jesucristo no es solo el Salvador de los judíos, sino que es el Salvador de todo el mundo.

¿Qué tal llevar a cabo la Licenciatura en Teología sin matrícula? ¡Realice clic aquí!