As Neves (2024), de Sonia Méndez

El recóndito pueblo gallego de As Neves, que debe el nombre a las intensas nevadas que suelen caer en invierno. Un grupo de adolescentes de instituto ha montado un “fiestón” donde van a poder colocarse con setas alucinógenas. Alguien graba el vídeo de dos chicas morreándose, y lo comparte con el resto de amigos sin identificarse. Se monta un buen revuelo, y al día siguiente llega la noticia de que una de las chicas “pilladas”, Paula, no ha vuelto a casa. Pasa el tiempo y se teme lo peor, mientras los jóvenes ocultan las circunstancias de su “fiestón”.

Sonia Méndez escribe y dirige este film que quiere alertar sobre las nuevas generaciones, más conectadas que nunca, y más aisladas que nunca, que miran frívolamente los sentimientos de los otros y se divierten sin personalidad, hasta que ocurre algo que les obliga a espabilarse. La intención es buena, pero toda la narración es muy cansina, alargada artificialmente, y eso que la cinta apenas dura ochenta minutos, pero la verdad es que se podría haber dejado en un corto de diez minutos.

La directora entrega imágenes atractivas de la Galicia nevada, plantea cuestiones de interés, y consigue que los actores, no profesionales, lo hagan bien. Pero no basta para enganchar, y deja cierta sensación de vacío, una especie de grito “así está el mundo”, con el corolario “no sé qué deberíamos hacer, pero deberíamos hacer algo y ya”.