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Las revueltas en EEUU dividen al Partido Dem�crata

Las protestas en las universidades a favor de Palestina golpean las aspiraciones de reelecci�n de Biden

La polic�a arresta a manifestantes propalestinos en el City College de New York.
La polic�a arresta a manifestantes propalestinos en el City College de New York.Afp
Actualizado

Todav�a hoy, las palabras Convenci�n Nacional Dem�crata de 1968 provocan taquicardia a los l�deres de ese partido. No tanto por lo que pas� en el evento, a pesar de que no hab�a un candidato fuerte a la Presidencia, y el partido no se pon�a de acuerdo en qu� ten�a que proponer a un pa�s partido por cuestiones raciales y sociales y con una guerra lejana e impopular, Vietnam, que segu�a empeorando cada d�a que pasaba.

Pero lo grave fue lo que sucedi� fuera en aquellos calurosos d�as de finales de agosto. M�s de 10.000 activistas contra la guerra de Vietnam -incluyendo figuras relevantes de la cultura como el poeta beatnikAllen Ginsberg- confluyeron alrededor de la Convenci�n, donde fueron recibidos por 23.000 polic�as y soldados. El resultado fueron cuatro d�as de disturbios, caos y destrucci�n retransmitidos a todo Estados Unidos en directo. Cuando acab� la Convenci�n, el candidato dem�crata, Edmund Muskie, iba 22 puntos por detr�s del republicano, Richard Nixon. En las calles, casi 700 personas hab�an sido arrestadas, con otras 600 -un tercio de ellas polic�as- heridas. Y el centro de la ciudad de Chicago estaba convertido en un campo de batalla.

M�s de medio siglo despu�s, el Partido Dem�crata celebra a finales de agosto su Convenci�n. Para rematar, lo hace, de nuevo, en Chicago. Y con una crisis de liderazgo causada por un presidente d�bil en las encuestas cuyo reemplazo como candidato ha sido discutido, pero siempre en voz baja, y al que gran parte de los simpatizantes del partido consideran poco menos que el mal menor para que gane Joe Biden. Y esta vez va a haber manifestaciones, causadas, tambi�n por una guerra lejana en la que EEUU no combate directamente, pero casi: la que enfrenta a Israel y al grupo terrorista Hamas desde el 7 de octubre. Un conflicto que, al igual que el de Vietnam, parte al Partido Dem�crata, que es tradicionalmente el partido de los jud�os en EEUU, ya que suele contar con el 70% del voto de esa comunidad, pero en el que el creciente peso de las minor�as y de los votantes m�s j�venes -que no aceptan la idea de que Israel es un aliado natural de EEUU y lo ven m�s bien como una potencia colonial- est� provocando una ruptura interna.

Es una ruptura que no tiene soluci�n. Si Biden y los dem�cratas apoyan a Israel, pierden el voto de los j�venes, y se quedan sin ganar las elecciones. Si apoyan a la los manifestantes, o al menos revelan simpat�a hacia ellos, se quedan sin donantes y la inmensa mayor�a de sus votantes se quedar�n en casa el 5 de noviembre. Entre perder por poco o sufrir una hecatombe, Biden ha optado por lo primero. As� es como ha calificado indirectamente de "antisemitismo" las protestas y ha intentado, como la inmensa mayor�a de sus compa�eros de partido, de escurrir el bulto en la crisis.

Pero esa posici�n contrasta no solo con las im�genes en televisi�n e internet sino, tambi�n, con acontecimientos como la visita de la representante de izquierdas musulmana Ilhan Omar a los acampados en Columbia, la semana pasada. En un arranque de tolerancia, Omar dijo que "no deber�amos tolerar antisemitismo o discriminaci�n contra los estudiantes jud�os, tanto si son pro-genocidio, como sin son anti-genocidio". Evidentemente, nadie est� hablando de cometer genocidio en Gaza, por lo que Omar puso con esas frases de manifiesto la divisi�n dem�crata mejor que cualquier an�lisis pol�tico.

As� que, cuanto m�s duren las protestas, peor para Biden. No s�lo por la p�rdida del apoyo de los j�venes, sino, tambi�n, porque una parte del electorado va a acercarse a un pol�tico de ley y orden y mano dura como Trump. Y las protestas no van a desaparecer pronto. La entrada de la polic�a en el campus de la Universidad de Columbia, a instancias de la propia rectora del centro, Minouche Shafik, en la madrugada del mi�rcoles (noche del martes en Nueva York) pareci� sacado de las revueltas estudiantiles anti-Vietnam de los 60.

Las �nicas cosas que cambiaron fueron las im�genes por redes sociales, el bloqueo informativo a los periodistas, que fueron expulsados previamente del campus, y las cintas de pl�stico para atar a los detenidos, que constituyen un factor de modernizaci�n en relaci�n a las tenebrosas esposas del pasado. Hubo casi 300 detenidos seg�n el alcalde de Nueva York, Eric Adams, y la polic�a se quedar� en el campus principal de Columbia, el de Morningside Heights, hasta despu�s de que acabe el curso. Por si quedaba alguna duda del paralelismo, el asalto se produjo cuando los estudiantes tomaron el edificio del campus Hamilton Hall, que tambi�n hab�a sido escenario de una ocupaci�n en abril de 1968.

Y, como en los a�os 60, la tensi�n se extiende a m�s campus. Aunque la polic�a desmantel� - a veces, de manera negociada; a veces, a palos - varios campamentos de solidaridad con Gaza, hay m�s de 40 universidades en todo el pa�s con tiendas de campa�a de estudiantes que exigen a las instituciones docentes que rompan toda relaci�n econ�mica con Israel o con cualquier empresa, individuo o instituci�n que la tenga con ese pa�s.

Algunas de esas protestas son pac�ficas. En otras se han producido incidentes aislados contra la comunidad jud�a, que normalmente no han pasado de la categor�a de insultos, pancartas ofensivas, o pintadas a estatuas de hebreos prominentes en los campus. En el campus de Los �ngeles de la Universidad de California (UCLA, por sus siglas en ingl�s) todas las clases han pasado a ser online despu�s de una noche del martes al mi�rcoles marcada por los enfrentamientos violentos entre manifestantes propalestinos y contramanifestantes proisral�es. Otras repiten esl�ganes que, indirectamente, implican la desaparici�n del Estado de Israel.

La �nica esperanza del Partido Dem�crata es que el final del curso acad�mico disuelva estas protestas. Pero todos saben que los grupos que las organizan -que en muchos casos no tienen nada que ver con los alumnos de las universidades- van a mantener su pulso durante todo el verano. Su objetivo es que Biden sea reelegido candidato en una Convenci�n dividida y blindada por polic�as, mientras la ciudad de Chicago arde con disturbios. En otras palabras, volver a 1968.